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Martirologio Romano: En la provincia de Córdoba, Andalucía, España, Beato Carmelo María (Críspulo Moyano Linares) y 9 compañeros de la Orden Carmelita, asesinados por odio a la fe. († 1936)
Fecha de beatificación: 27 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.
Breve Biografía
La persecución contra la Iglesia había comenzado hacía varios años, luego de la proclamación de España en el régimen republicano en 1931. Sin embargo, el odio contra la Iglesia se desencadenó de manera más fuerte a raíz del 18 de julio de 1936, con el comienzo de la guerra civil. Hubo numerosos incendios a conventos, destrucciones de imágenes sagradas, calumnias contra religiosos y persecuciones.
En Córdoba (Andalucía) la persecución fue breve pero muy sanguinaria. Allí se encontraban los carmelitas, que vivían en los conventos de Motoro e Hinojosa del Duque. Su trabajo era netamente pastoral y no tenían nada que ver con asuntos políticos. No obstante, los republicanos los consideraban un obstáculo para los planes futuros.
Los cuatro mártires de Montoro (Córdoba)
Había existido en esta antiquísima ciudad cordobesa un convento de carmelitas descalzos dedicado a S. Juan de la Cruz; fue suprimido por la ley de la exclaustración general de 1836. Con fecha del 24 de marzo de 1934 fundan nuestros padres un Colegio en el centro mismo de la población a la vez que se hacían cargo de las parroquias de S. Bartolomé y la del Carmen, iglesia del extinguido convento descalzo. En julio de 1936 formaban la comunidad el P. José Mateos Carballido, prior; el P. Eliseo Durán Cintas; fray Jaime Carretero, diácono; fray Romeo Perea, corista, y los Hermanos fray Franco Jiménez y fray Ramón Pérez Sousa. Tanto fray Romeo como fray Franco supieron sortear el peligro y huyeron a tiempo.
El joven prior no ocultó la grave situación en la que se encontraban. "Señores, estamos por presentarnos delante del Tribunal de Dios, ¡preparémonos!". Así habló a sus hermanos de comunidad y dejó a cada cual que optara por cuanto considerara más prudente. Los tres clérigos y el Hno. Fray Ramón permanecieron en sus puestos; estos cuatro religiosos permanecieron toda aquella noche del 19 al 20 en oración ante el Santísimo Sacramento. Lo mismo hicieron la noche siguiente. En la madrugada del día 21 la chusma entró en el convento encontrando a los cuatro carmelitas en la capilla de rodillas y con los brazos en cruz .
Fueron conducidos los cuatro hasta la cárcel que estaba situada en El Charco, parte del antiguo convento carmelita. El espectáculo humano era aterrador: allí se concentraban un total de 60 detenidos cuyo único delito era el de ser cristianos. ¡Vamos a matarlos a todos!, fue la consigna. Al abrir las puertas de la cárcel los detenidos formaban un compacto grupo, como buscando la mutua protección; en primera fila estaban nuestros carmelitas una vez más de rodillas y con los brazos en cruz, cuadro patético comparable a los Fusilamientos de Goya. Los primeros en caer fueron los frailes, bañados en su propia sangre.
Masacre en Hinojosa del Duque (Córdoba)
Era la de Hinojosa del Duque (Córdoba) Casa Provincial de la Bética y Seminario Menor donde habitualmente residían más de veinte religiosos, amén de unos cincuenta marianitos. Afortunadamente todos estaban de vacaciones. El 18 de julio supuso un paseo triunfal para la benemérita, pero la represalia no se dejó esperar ocho días más tarde. A las primeras horas del día 27 llegaron nada menos que “cuarenta hombres en camiones blindados, con sus cargas de milicianos y material de guerra” que iban a sembrar de terror y espanto en el pacífico y religioso pueblo hinojoseño. A varios sacerdotes y detenidos los condujeron a Pueblo Nuevo donde se hallaba el alto mando; entre éstos iba el joven granadino P. José González Delgado, Maestro de seminaristas. Fue el protomártir de aquellos carmelitas andaluces.
El P. Luis Mª Llop, bajo el seudónimo de Azael, es quien publica el escalofriante relato del martirio y el diálogo previo al asesinato tal como un testigo presencial se lo escribe. Fue sacado como espectáculo público a la plaza de Pueblo Nuevo para hacerle el llamado Comité Revolucionario un juicio; al negarse a dar vivas al Comunismo y gritar en cambio un "¡Viva Cristo Rey!", fue inmediatamente fusilado."¡Muy bien, querido hermano! ¡Así se vive y así se muere!", escribió el P. Benítez.
El día 14 de agosto fue el señalado para el asalto definitivo al convento de Hinojosa; era portero del convento el Hno. Fray Antonio Martín Povea; al sonar la campanilla abrió la puerta y entró la chusma que, sin fijarse en quien les abría, salió a la caza de fray José Ruiz por allí pasaba a quien hirieron gravemente. Luego volvieron por fray Antonio Martín a quien, maniatado por la espalda, le hicieron recorrer todo el convento en busca del "dinero y de las armas que los frailes tenían escondidos". Ya en el claustro alto, junto a la puerta del coro, hallaron a fray Pedro Velasco y allí mismo los acribillaron.
Consumado el doble crimen, prendieron fuego a la iglesia del Carmen. Fray José Ruiz, malherido, fue llevado a la prisión junto con fray Eliseo Camargo. En la madrugada del 18 de agosto seleccionaron a 18 católicos y los condujeron a «La Cruz de la Media Legua» donde los asesinaron. Fray José fue el último en morir, habiendo de presenciar el patético espectáculo.
Finalmente nos encontramos con la muerte del P. Carmelo Moyano Linares. Había nacido en la ciudad cordobesa de Villaralto el 10 de junio de 1891 y profesó en la Orden del Carmen el 15 de agosto de 1908. Se doctoró en Roma y allí fue ordenado de sacerdote el 6 de junio de 1914. De frágil contextura física, era todo un talento al que se unía la bondad natural y la piedad, dotes que nos recuerdan mucho al beato Tito Brandsma.
El 16 de agosto de 1936 fue hecho prisionero y aquí empezó todo un itinerario de ignominias y sufrimientos, sometiéndole a un inhumano trato. Todo acabó el 23 de septiembre. De madrugada y maniatado, fue conducido junto a una veintena más de prisioneros a un lugar llamado «La Dehesa»; entre el ruido macabro de los disparos a quema ropa allí se mezclaron los vivas entusiastas a Cristo Rey.
S.S. Benedicto XVI firmó el 1 de julio de 2010 el decreto con el cual se reconoce el martirio de este grupo de mártires, lo cual permitirá su próxima beatificación que se realizará, Dios mediante, el 27 de octubre de 2013.
Este grupo de mártires está integrado por:
1. JOSÉ MARÍA MATEOS CARBALLIDO, sacerdote profeso, Carmelita
nacimiento: 19 Marzo 1902 en Encinasola, Huelva (España)
martirio: 22 Julio 1936 en Montoro, Córdoba (España)
2. JUAN DURÁN CINTAS (ELISEO MARÍA), sacerdote profeso, Carmelita
nacimiento: 25 Noviembre 1906 en Hornachuelos, Córdoba (España)
martirio: 22 Julio 1936 en Montoro, Córdoba (España)
3. RAMÓN MARÍA PÉREZ SOUSA, religioso profeso, Carmelita
nacimiento: 01 Agosto 1903 en Feás de Guinzo de Limia, Orense (España)
martirio: 22 Julio 1936 en Montoro, Córdoba (España)
4. JAIME MARÍA CARRETERO ROJAS, clérigo profeso, Carmelita
nacimiento: 27 Abril 1911 en Villaviciosa, Córdoba (España)
martirio: 22 Julio 1936 en Montoro, Córdoba (España)
5. JOSÉ MARÍA GONZÁLEZ DELGADO, sacerdote profeso, Carmelita
nacimiento: 26 Febrero 1908 en Gabia Grande, Granada (España)
martirio: 27 Julio 1936 en Pueblo Nuevo, Córdoba (España)
6. PEDRO VELASCO NARBONA, postulante, Carmelita
nacimiento: 12 Octubre 1892 en Minas de Río Tinto, Huelva (España)
martirio: 14 Agosto 1936 en Hinojosa del Duque, Córdoba (España)
7. ANTONIO MARÍA MARTÍN POVEA, religioso profeso, Carmelita
nacimiento: 27 Noviembre 1887 en El Saucejo, Sevilla (España)
martirio: 14 Agosto 1936 en Hinojosa del Duque, Córdoba (España)
8. ELISEO MARÍA CAMARGO MONTES, religioso profeso, Carmelita
nacimiento: 04 June 1887 en Osuna, Sevilla (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Belalcázar, Córdoba (España)
9. JOSÉ MARÍA RUIZ CARDEÑOSA, religioso profeso, Carmelita
nacimiento: 26 Julio 1902 en Osuna, Sevilla (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Belalcázar, Córdoba (España)
10. CRISPULO MOYANO LINARES (CARMELO MARÍA), sacerdote profeso, Carmelita
nacimiento: 10 Junio 1891 en Villaralto, Córdoba (España)
martirio: 23 Septiembre 1936 en Hinojosa del Duque, Córdoba (España)
Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com
En 360, los arrianos radicales obtuvieron el dominio y no solamente depusieron al obispo semi-arriano, sino que ordenaron la degradación de san Basilio, al que prohibieron asistir a las asambleas religiosas. Sin embargo, desobedeciendo sus órdenes y apoyado por sus fieles, el santo ganó para su causa a muchos que habían sido engañados y defendió audazmente la fe, ante el mismo Constancio.
Cuando Juliano el Apóstota llegó al trono, la persecución abierta cesó temporalmente, pues el emperador confiaba en emplear métodos más sutiles para combatir a los cristianos y minar su fe. En algunos casos, sin embargo, se impacientó y permitió, aunque no exigió, el castigo de conocidos dirigentes cristianos. Basilio, quien continuaba sus esfuerzos contra la política imperial en Ancira, fue arrestado y acusado de sedición, de destrucción de aliares, de incitación al pueblo contra los dioses y de hablar irreverentemente contra el emperador y su religión.
Basilio hizo una valiente confesión y, tras de haber sido colgado por las muñecas, con pesas en los pies, se ordenó que desgarrasen sus carnes con garfios y fue arrojado en prisión y finalmente muerto. Este presbítero mártir no debe confundirse con su oponente, el más conocido obispo de Ancira.
Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com
No hay que prestar atención a la leyenda que ha identificado a san Pablo de Narbona con aquel Sergio Paulo que fue precónsul en Chipre, cuando el Apóstol san Pablo resistió al mago Elimas (Hech 13,7).
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Martirologio Romano: En Ronco Scrivia, de la Liguria, santa Benita Cambiagio Frassinello, que, de acuerdo con su marido, espontáneamente renunció a la vida conyugal y fundó el Instituto de Hermanas Benedictinas de la Providencia, para la instrucción cristiana de jóvenes pobres y abandonadas († 1858).
Fecha de canonización: 19 de mayo de 2002 por S.S. Juan Pablo II
Breve Biografía
En Benita Cambiagio Frassinello, la Iglesia nos muestra un ejemplo de Santa que fue esposa, madre, religiosa y fundadora.
Ella se dejó conducir por el Espíritu Santo a través de la experiencia matrimonial, de educadora y de consagrada, hasta llegar a fundar un Instituto que, caso único en la hagiografía cristiana, guió con la colaboración generosa y discreta de su marido.
Benita Cambiagio Frassinello nació en Langasco (Génova), el 2 de octubre de 1791. Hija de José y Francisca Ghiglione, y fue bautizada dos días después. Durante su adolescencia su familia se traslada a Pavía.
Juventud
Recibe de sus padres una profunda educación cristiana que radica en ella los principios de la fe y plasma su carácter volitivo y perseverante.
Hacia los 20 años vive una fuerte experiencia interior que acrecienta en ella el amor a la oración y a la penitencia y, en modo especial, el deseo de abandonarlo todo para consagrarse enteramente a Dios.
No obstante, se casa el día 7 de febrero de 1816 con Juan Bautista Frassinello, un joven ligur que había inmigrado con su familia a Vigevano.
Esposa – hermana ejemplar
El camino de Benita en búsqueda de la voluntad de Dios es bastante arduo y difícil; se ve empujada por un impulso interior hacia la vida de virginidad, cultivado desde su adolescencia. Vive dos años casada, después de los cuales tiene la alegría de realizar, en ese estado, el aspecto profundo y sublime de la virginidad espiritual. De común acuerdo con su marido, que atraído por la santidad de Benita abraza este ideal, vive a su lado como hermana. Juntos se ocupan, con gran dedicación, de la hermana María, gravemente enferma de cáncer intestinal, alojada en su casa.
Benita y Juan experimentan una maternidad y una paternidad espirituales sobrenaturales, en la fidelidad al amor esponsal sublimado.
En 1825, cuando muere María, Juan Bautista entra en la comunidad de los Somascos y Benita en las Ursulinas de Capriolo. Amor esponsal exclusivamente consagrado a Dios
En 1826 por motivos de salud Benita vuelve a Pavía. Curada prodigiosamente por San Jerónimo Emiliani, se ocupa de las chicas con la aprobación del obispo, mons. Luigi Tosi.
Como necesita ayuda, que su padre le rechaza, el Obispo llama de nuevo a Juan Bautista, el cual deja el noviciado y regresa al lado de su mujer, renovando juntos el voto de castidad perfecta delante del Obispo.
Los dos se dedican generosamente a la acogida y educación humano-cristiana de las chicas pobres y abandonadas.
Educadora
La obra de Benita se inserta en la vida social de Pavía en un período en el que la institución de la escuela era acogida como auténtica portadora de bienestar.
Es la primera mujer de la ciudad y de la provincia que ve esta necesidad y el gobierno austriaco le otorga el título de “Promotora de la Pública Instrucción”.
Ayudada desde el primer momento por algunas jóvenes voluntarias, a las cuales da un reglamento aprobado por la Autoridad Eclesiástica, une a la enseñanza escolar la formación catequística y la formación al trabajo. De ambientes se sirve para transformar a las chiras en “modelos de vida cristiana” y asegurar de esta manera la verdadera formación de las familias.
Contemplativa en la acción
Su constante entrega nace y crece del fervor eucarístico y de la contemplación del Crucifijo, porque ella está convencida que sólo Dios es su verdadero apoyo y protección.
En su vida no faltan experiencias místicas que se repiten, particularmente, en las fiestas litúrgicas sin distraerla de sus obligaciones cotidianas.
Por amor a las niñas está dispuesta a los mayores sacrificios: de su persona, de sus bienes y hasta de la fama, mostrando así la incomparable grandeza de la “pedagogía del Evangelio”.
Capacidad de desprendimiento
La singularidad de la obra y el programa educativo de Benita son duramente criticadas por la oposición de personas poderosas, que se ven molestadas en sus viles intereses, y también por la incomprensión de algunas personas del clero.
En julio de 1838 Benita cede su institución al obispo Tosi y, junto con el marido y cinco fieles compañeras, abandona Pavía y se dirige hacia Liguria.
Fundadora
En Ronco Scrivia abre una escuela para las chicas del pueblo y funda la Congregación de las “Hermanas Benedictinas de la Providencia”, para las que escribe las Reglas‑Constituciones. En ellas queda plasmado el desarrollo del carisma de Pavía, ampliando a todas las chicas y jóvenes la educación, la instrucción y la formación cristianas, con su inconfundible espíritu de ilimitado abandono y confianza en la divina Providencia, de amor a Dios, a través de la pobreza y la caridad.
Desarrollo de la obra
El Instituto de las Hnas. Benedictinas de la Providencia se desarrolla rápidamente. En 1847 también llega a Voghera. Esta sede, cuarenta años después de la muerte de Madre Benita, por obra del obispo diocesano se convierte en Instituto independiente. En tales circunstancias las hermanas toman el nombre de “Benedictinas de la Divina Providencia” en memoria de Benita, su fundadora.
En 1851 Benita vuelve a Pavía, en una zona distinta a la primera fundación, y en 1857 abre una escuela en un pueblo de Valpolcevera, San Quirico.
Entra en el paraíso
El 21 de marzo de 1858 Benita muere santamente en Ronco Scrivia, en el día y hora predichos por ella. Entorno a su féretro se reúne una gran multitud de gente como última manifestación de estima y de dolor hacia la que considera como una “Santa”.
Benita se puede proponer como modelo de vida:
– a las personas consagradas: conformarse a Cristo en el abandono a la amorosa divina Providencia;
– a los esposos: total comunión para una profunda maternidad y paternidad;
– a los jóvenes: Cristo fuente de alegría e ideal de vida;
– a los educadores: prevenir, comprender, abrir horizontes;
– a las familias que atraviesan momentos dificiles: aceptar las incomodidades, cuando se está obligado a abandonar la propia tierra y a acoger en su casa a los familiares probados por la enfermedad y ayudarles a morir serenamente.
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Hijo de campesinos, desde su niñez hasta su juventud cuidó de su madre, viuda, en la modesta aldea de Paredones; sin embargo, nunca abandonó el deseo de superarse en ciencia y en virtud. Desde su juventud fue promotor incansable de la doctrina social de la Iglesia.
Junto con su entrañable amigo Anacleto González, en las filas de la Asociación católica de la juventud mexicana, de Guadalajara, encontró escuela y cátedra para su formación religiosa y moral, y para sus ansias apostólicas.
Sorteando mil dificultades, ingresó a la Escuela libre de Derecho, perseverando en sus estudios hasta concluir la carrera de derecho. Hombre intrépido, de convicciones, nada le arredraba en sus propósitos cuando estos eran justos, lícitos y debidos. Por defender los derechos de los necesitados, cincuenta y nueve veces fue encarcelado, y muchas veces golpeado.
En 1922 contrajo matrimonio con María Guadalupe Sánchez Barragán. De su matrimonio le nacieron tres hijas.
En 1927, durante la persecución religiosa contra la Iglesia, Miguel se unió a la Liga defensora de la libertad religiosa, empleando todos los medios pacíficos permitidos para resistir los ataques del Estado a la libertad de credo.
Para defender la libertad y la justicia, aceptó el nombramiento de gobernador de Jalisco, conferido por los católicos de la resistencia. Perseguido por las fuerzas federales, fue acribillado por el ejército federal, cerca de Atotonilco el Alto, Jalisco, el 21 de marzo del año 1928.
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Martirologio Romano: En la región montañosa comúnmente llamada Ranft, junto a Sachseln, en Suiza, san Nicolás de Flüe, que, por inspiración divina, deseoso de otro género de vida, dejó a su esposa y a sus diez hijos, y se retiró al monte para abrazar la vida de anacoreta, en la cual llegó a ser célebre por su dura penitencia y desprecio del mundo. Solamente una vez salió de su celda, y fue para apaciguar con una breve exhortación a quienes estaban a punto de enfrentarse en una guerra civil († 1487).
Fecha de Beatificación: 8 de marzo de 1669 por el Papa Clemente IX
Fecha de Canonización: 15 de mayo de 1947 por el Papa Pío XII.
Breve Biografía
San Nicolás de Flüe, más conocido como Hermano Klaus, es santo muy popular en Suiza. Pío XII lo proclamó Patrono de esa nación, en donde se celebra su fiesta el 25 de septiembre. Nació en 1417 en Flüe, cerca de Sachseln. Aunque se sentía llamado a la vida eremítica (a los 16 años tuvo la “visión de la torre”), tuvo que aceptar algunos cargos civiles (fue corregidor de Sachseln, consejero, juez y diputado) y militares.
En 1445 se casó con Dorotea Wyss: tuvieron cinco hijos y cinco hijas: uno de ellos llegó a ser párroco de Sachseln, y un nieto, Conrado Scheuber, murió en olor de santidad.
Por insistencia de Matías de Bolsheim y Aimo Amgrund entró en contacto con los Gottesfreunde (amigos de Dios), un movimiento religioso alsaciano. Pero la esposa se opuso siempre a sus planes de soledad. Sólo después de haber cumplido los 50 años, en junio de 1567, pudo partir para Alsacia. Pero el Señor lo quería en un lugar mucho más cercano a las regiones habitadas hasta entonces. Por otra parte, él se avergonzaba de esta especie de “fracaso” y se retiró primero a Klisterli-Alpa en Melchtal.
Su vida santa y su riguroso ayuno (existen testigos históricos de que durante un período de 19 años y medio él se alimentó sólo con la Eucaristía) atrajeron la curiosidad de los vecinos. Entonces resolvió retirarse a Ranft, un lugar desierto cerca de Flüe. Sólo salía para ir a Misa y cuando la patria tenía necesidad de él: en 1473 ante la amenaza austríaca, y en 1481 y 1482 cuando hubo un gran peligro de guerra civil: los buenos resultados de estas intervenciones le ganaron el título de “Padre de la Patria”. Su oración más frecuente era: “Señor mío y Dios mío, aleja de mí todo lo que me aleje de ti. Señor mío y Dios mío, concédeme todo lo que me acerque a ti. Señor mío y Dios mío, líbrame de mí mismo y concédeme poseerte sólo a ti”.
Sus vecinos, edificados por su testimonio de oración y de penitencia (lo espiaron durante todo un mes), le construyeron un yermo y una pequeña capilla, consagrada en 1469. San Nicolás de Flüe murió a los 70 años, el día 21 de marzo de 1487.
En 1501, Enrique Wolflin hizo escribir su biografía basada en “hechos confirmados con juramento por testigos oculares y auriculares”.
Martirologio Romano: En la isla de Farne, en Northumbria, tránsito de san Cutberto, obispo de Lindisfarne, que en el ministerio pastoral se distinguió por la diligencia que antes demostró en el monasterio y en el eremo, armonizando pacíficamente las austeridades y género de vida de los celtas con las costumbres romanas († 687).
Etimológicamente: Cutberto = Aquel que está cultivado, es de origen germánico
Breve Biografía
No se conoce nada con certeza acerca del linaje y del lugar del nacimiento de san Cutberto. Los hagiógrafos irlandeses lo declaran irlandés, en tanto que los cronistas sajones sostienen que nació en las tierras bajas (Lowlands) de Escocia. De acuerdo con la biografía en verso de Beda, fue bretón y el mismo autor, en el prefacio a la historia en prosa de san Cutberto, claramente asienta que no ha escrito nada que no esté bien comprobado. El nombre de Cutberto es sin lugar a dudas sajón y no celta.
La primera noticia que tenemos acerca de él data de cuando tenía ocho años y estaba al cuidado de una viuda llamada Kenswith, a la que miraba como madre y quien lo trataba como hijo. Era entonces un jovencito sano, vivaz, gracioso y el cabecilla de los chicos de la región, a todos los cuales podía vencer en las carreras, saltos y luchas. Un día, en medio de sus juegos, un chico se echó a llorar exclamando: "¡Oh, Cutberto! ¿Cómo puedes perder el tiempo en juegos inútiles, tú, a quien Dios ha escogido para ser sacerdote y obispo?" Estas palabras hicieron una impresión tan profunda en su alma que, desde aquel momento, empezó a comportarse con una madurez impropia de sus años.
El oficio de pastor de rebaños que desempeñaba le dio amplias oportunidades de comunicarse tranquilamente con Dios en las grandes praderas solitarias de Nortumbría. Hacia el final de agosto de 651, Cutberto, entonces de 15 años de edad, tuvo una visión que lo decidió a consagrar su vida a Dios: al claro día de verano siguió una noche oscura, sin luna y sin estrellas; Cutberto estaba solo y en oración. De repente, un rayo de luz deslumbrante brilló a través del negro cielo y en él apareció una multitud de ángeles que llevaban, como en un globo de fuego, un alma al cielo. Más tarde, supo que el obispo san Aidán había muerto aquella noche en Bamborough. Aunque éste fue, de hecho, el momento decisivo de su vida, por aquel entonces no parece que haya dejado el mundo.
Se ha sugerido que pudo haber sido llamado a luchar contra los mercianos, puesto que, a caballo y armado con espada, apareció repentinamente a la puerta de la abadía de Melrose y pidió ser admitido entre los hermanos. No sabemos si Boisil, el prior, haya tenido conocimiento previo de él o si instantáneamente leyó los pensamientos de su corazón; pero, en el momento en que Cutberto desmontó, se convirtió en uno de los monjes y dijo el prior: "He aquí a un siervo del Señor".
En el año 660, el abad de Melrose recibió terrenos para otro monasterio y, sobre una elevación en la confluencia de los ríos Ure y Skell, se construyó la abadía de Ripón, a la que san Eata vino, en 661, trayendo a Cutberto consigo como encargado de atender a los que buscaran refugio en el monasterio. Leemos que en una fría mañana de invierno, al entrar al cuarto de huéspedes, encontró a un extranjero instalado ahí; de acuerdo con la costumbre, trajo agua, lavó las manos y los pies del visitante y le ofreció de comer. El huésped declinó el ofrecimiento cortésmente, diciendo que no podía esperar porque la casa a la que se dirigía con cierta prisa, estaba distante todavía. Cutberto, sin embargo, insistió y salió para conseguir algo de alimento. A su vuelta, encontró la celda vacía; por sobre la mesa había tres hogazas de pan de singular blancura y excelencia. No había huellas sobre la nieve que rodeaba la abadía, y san Cutberto tuvo la seguridad de que había hospedado a un ángel.
La estancia de Eata y Cutberto en la abadía de Ripón fue corta. Un año más tarde, el rey Alcfrid transfirió la abadía a san Wilfrido y, según la narración de Beda, "Eata con Cutberto y el resto de los hermanos que había traído con él, volvieron a casa y el lugar del monasterio que habían fundado, fue habitado por otros monjes". Cutberto volvió a Melrose. Todo el país sufría el azote de una enfermedad conocida como "la peste amarilla" y Cutberto no escapó a ella. Sin embargo, cuando se le dijo que los monjes habían pasado la noche orando por su restablecimiento, él exclamó: "¿Qué estoy haciendo en la cama? ¡Es imposible que Dios haya cerrado sus oídos a tales hombres! Denme mi ropa y mis zapatos". Levantándose, inmediatamente comenzó a andar; su voluntad pareció triunfar por el momento sobre su enfermedad; pero, en realidad, nunca recuperó su salud.
En su aflicción, los hombres y las mujeres habían vuelto, como nos cuenta Beda, a poner su fe en talismanes y amuletos. A fin de asistir a las abatidas gentes y de revivir la cristianidad, san Cutberto emprendió un extenuante esfuerzo misionero que duró todos los años en que fue prior, primero en Melrose y después en Lindisfarne. Viajó a través de montes y valles, algunas veces a caballo, otras a pie, prefiriendo siempre las más remotas aldeas, ya que éstas tenían menos oportunidades de ser visitadas. Como Aidán, enseñó de casa en casa, pero mientras éste iba siempre acompañado de un intérprete, por no conocer el dialecto, Cutberto podía hablar a los campesinos en su propia lengua y con su propio acento nortumbriano. Conocía la topografía, pues había recorrido las tierras bajas con sus rebaños, podía adentrarse en las vidas de sus oyentes y se contentaba con frugal comida. Su aspecto apacible y su palabra jovial y persuasiva, pronto le ganaron la voluntad de sus huéspedes, de manera que sus enseñanzas tuvieron un éxito extraordinario. Llevó el Evangelio desde la costa de Berwick hasta Solway Firth y donde quiera fue recibido y honrado como huésped.
En Coldingham, donde visitó un monasterio, un monje que lo observaba, notó su costumbre de levantarse silenciosamente por la noche, cuando los hermanos dormían, y dirigirse a la playa donde se metía al mar y, con el agua hasta el cuello, cantaba alabanzas a Dios.
Una leyenda que corre todavía entre los lugareños de la costa, habla de dos nutrias -con mayor probabilidad focas- que siguieron al santo sobre las rocas y lamieron sus entumecidos pies y los sacaron con sus pieles hasta devolverle el calor. Si hemos de creer a la tradición de que san Cutberto visitó a los pictos en la región de Galloway, debió ser de Coldingham, de donde zarpó con dos compañeros y tocó tierra en el estuario de Nith, al día siguiente de Navidad. Debido a los ventisqueros, no pudieron adentrarse más allá de la costa, en tanto que una serie de tormentas hacían imposible el que volvieran a embarcarse y estuvieron en peligro de perecer de hambre. Los dos compañeros se desanimaron, pero la fe de Cutberto no vaciló nunca. Les aseguró que todo saldría bien y, al poco tiempo, descubrieron al pie de una escollera unos delfines muertos de los que sacaron lonjas, con las que se sostuvieron hasta que la tormenta amainó y les fue posible hacerse nuevamente a la mar. Se dice que una iglesia se construyó después para señalar el lugar y que el nombre de la población, Kirkcudbright, que se levantó cerca de ahí, ha guardado el recuerdo de la visita de san Cutberto.
Entre tanto, grandes cambios habían tenido lugar en Lindisfarne y hubo momentos en que parecía como si el monasterio de "Holy Island", fuera a perder la famosa comunidad que lo había convertido en el santuario más venerable del norte. Las disputas acerca de la fecha de la Pascua de Resurrección, habían culminado en el célebre Concilio de Whitby, donde el rey Oswi se decidió en favor del uso romano. San Colman, obispo de Lindisfarne, regresó a Lindisfarne, pero pronto decidió que no podía adaptarse y prefirió renunciar. Seguido por todos los monjes irlandeses y treinta de los ingleses, llevando consigo el cuerpo de san Aidan, abandonó Inglaterra y edificó nuevas casas en Irlanda. Para sustituirlo, san Eata fue llamado de Melrose y nombrado obispo. Cutberto lo acompañó nuevamente para actuar como prior. Su tarea no fue fácil, pues muchos de los monjes que quedaban eran contrarios a las innovaciones. Eata y Cutberto, cualesquiera que hayan sido sus sentimientos, estaban decididos a apoyar las decisiones del Concilio de Whitby. Tuvieron que afrontar oposiciones y aun insultos, pero la conducta de Cutberto fue más allá de cualquier alabanza: ni una sola vez perdió la paciencia o el dominio de sí mismo; pero, cuando los descontentos se volvían demasiado agresivos, se retiraba tranquilamente y terminaba la discusión, para reanudarla cuando la pasión se había calmado.
La vida de san Cutberto en Lindisfarne fue semejante a la que llevó en Melrose. Desempeñó sus labores apostólicas entre la gente, predicando, enseñando y sirviendo, no solamente a sus almas, sino a sus cuerpos, mediante el don de curar que le fue concedido. A donde quiera que iba, lo seguían las turbas para oírle, abrirle su corazón y pedirle que sanara a sus enfermos. Los días no eran suficientemente largos y, a veces, pasaba en vela tres de cada cuatro noches para poder entregarse a la oración, a la orilla del mar, o para recitar los salmos, paseando por la iglesia, o meditar mientras hacía algún trabajo manual en su celda.
Después de algunos años en Lindisfarne, la añoranza de una vida de unión más íntima con Dios lo condujo, con anuencia de su abad, a buscar la soledad. Su primera ermita no estuvo lejos de la abadía; probablemente en una pequeña isla vecina de Holy Island, a la que las tradiciones locales asocian con él y llaman Isla de san Cutberto. El lugar, cualquiera que haya sido, no le pareció suficientemente aislado, puesto que en 676 se trasladó a una fría y desolada isla del grupo Farne, a dos millas de Banborough. El sitio estaba entonces despoblado, y al principio, no le proporcionó ni agua, ni semillas, pero encontró un manantial y, aunque la primera siembra se le malogró totalmente, la segunda, que fue de cebada, le produjo lo suficiente para mantenerse.
Los visitantes persistían en ir a verle a pesar de las tormentas que entonces, como en todo tiempo, bramaban alrededor de las islas, por lo que san Cutberto construyó una hospedería cerca del desembarcadero para dar albergue a sus visitantes. Solamente una vez abandonó su retiro y fue a petición de la abadesa Elfleda, hija del rey Oswi. Este encuentro tuvo lugar en la isla Coquet. Elfleda le instó en esta ocasión a que aceptara el obispado que el rey Egfrido estaba ansioso de conferirle. Se le nombró obispo de Hexham, pero él se rehusó a abandonar su isla, y solamente consintió en hacerlo, cuando el rey Egfrido fue en persona a Farne, acompañado por el obispo Trumwin. Cutberto cedió con mucha dificultad a hacerse cargo de la diócesis de Lindisfarne, pero exigió que se le permitiera permanecer en su ermita durante los seis meses que faltaban para su consagración. Durante este período visitó a san Eata y arregló un cambio de diócesis. Eata tomaría Hexham y Cutberto tendría la sede de Lindisfarne y se encargaría del monasterio.
En la Pascua de 685, fue consagrado en York Minster por san Teodoro, arzobispo de Canterbury. Como obispo, el santo «continuó siendo el mismo hombre de antes», para citar a su biógrafo anónimo. Los dos años de su episcopado los empleó principalmente en visitar su diócesis, la que se extendía por el oeste hasta Cumberland. Predicó, enseñó, distribuyó limosnas e hizo tantas curaciones milagrosas, que mereció durante su vida el nombre de "el Taumaturgo de Bretaña", título que mantuvo después de su muerte, debido a las curaciones efectuadas en su sepulcro.
Al hacer su primera visita a Carlisle, a las pocas semanas de su consagración, supo por un extraño don de telepatía o por revelación divina, el desastre del ejército nortumbriano y la muerte del rey Egfrido durante la batalla. La reaparición de la epidemia siguió a la derrota militar y fue tan severa, que muchos poblados quedaron completamente desiertos. El buen obispo, sin ningún temor, anduvo entre sus fieles administrando los sacramentos y grandes consuelos a los enfermos y a los moribundos; su sola presencia devolvía la esperanza y con frecuencia la salud. En cierta ocasión, reavivó con un beso al hijo de una viuda, en el que la vida parecía haberse extinguido.
Los trabajos y austeridades, sin embargo, habían minado la constitución de san Cutberto, quien se dio cuenta de que no iba a vivir por mucho tiempo. Durante su segunda visita a Carlisle, dijo a su antiguo discípulo Herberto, el ermitaño de Derwentwater, que no volverían a encontrarse sobre la tierra, consolando al afligido amigo con la promesa de obtenerle del cielo el favor de morir el mismo día. Después de una visita de despedida a su diócesis, dejó el báculo pastoral y, tras de celebrar la Navidad de 686 con los monjes en Holy Island, se dirigió a su amado Farne para prepararse a morir. "Díganos, señor obispo -preguntó uno de los monjes que se reunieron para despedirlo- ¿Cuándo podemos esperar que vuelva?" "Cuando tengan que trasladar mi cuerpo", fue la respuesta. Sus hermanos lo visitaron con frecuencia durante los tres últimos meses, aunque él no permitía que nadie se quedara y le sirviera en la enfermedad, que se agravaba continuamente. En un estado febril libró batallas terribles contra los espíritus del mal durante un tormentoso período de cinco días, cuando nadie podía aproximarse a la isla. Quería ser enterrado en su retiro, pero cedió a las instancias de sus monjes, quienes pensaban que sus restos descansaran entre ellos, en la abadía. "Me enterrarán -dijo- envuelto en el lienzo que he guardado para mi mortaja". Sus últimas instrucciones fueron dadas al abad Herefrido quien, sentado a su lado, le pedía un mensaje para sus hermanos: "Tened un mismo pensamiento en vuestros concilios, vivid en concordia con los otros siervos de Dios; no despreciéis a ninguno de los fieles que buscan vuestra hospitalidad; tratadlos con caridad, no estimándoos mejores que otros que tienen la misma fe y con frecuencia viven la misma vida. Pero no comulguéis con aquellos que se aparten de la unidad de la fe católica. Estudiad con diligencia, observad cuidadosamente las reglas de los padres y practicad con celo aquella regla monástica que Dios se ha dignado daros por mi medio. Sé que muchos me han despreciado, pero después de mi muerte se verá que mis enseñanzas no han merecido desprecio". Estas fueron las últimas palabras de san Cutberto, recibidas por Beda de labios de Herefrido. Dicho esto, recibió los últimos sacramentos y murió lleno de paz, sentado, con sus manos levantadas y sus ojos mirando hacia el cielo. Inmediatamente después, un monje escaló la roca sobre la que ahora se yergue el faro y agitó dos antorchas encendidas -porque era de noche-, para anunciar a los hermanos de Lindisfarne que el gran santo había pasado a descansar eternamente. Su cuerpo, que en un principio fue depositado en la abadía y permaneció en Lindisfarne por 188 años, fue trasladado cuando los hombres del norte empezaron a descender hacia la costa y, después de muchos traslados, fue depositado en un magnífico santuario en la Catedral de Dirham, el que, hasta la Reforma, continuó siendo el lugar preferido de las peregrinaciones de Inglaterra. Durante el reinado de Enrique VIII, el santuario fue profanado y saqueado, pero los monjes, en secreto, enterraron las reliquias. En 1872, el cuerpo de san Cutberto fue nuevamente descubierto y todos los objetos mediante los cuales fue identificado, se trasladaron a la biblioteca de la Catedral. Aunque generalmente se admite que las reliquias son auténticas, existe aún otra tradición, según la cual los restos de san Cutberto permanecen todavía enterrados en otra parte de la Catedral, conocida únicamente por tres miembros de la congregación de los benedictinos ingleses, quienes transmiten el secreto antes de morir.
Por lo general, se representa a san Cutberto sosteniendo en sus manos la cabeza del rey Oswald. Este fue enterrado con él y sus restos se encontraron cuando el ataúd del obispo fue abierto y examinado en Durham, en 1104. Algunas veces, las compasivas nutrias aparecen a sus pies, pero con mayor frecuencia se le representa acompañado de un pájaro, que probablemente es una de las aves silvestres, conocidas como "pájaros de san Cutberto", cuyas bandadas anidan en las islas Farne; se cuentan hermosas leyendas acerca de la amistad del santo con estas criaturas a las que domesticó, prometiéndoles que nunca serían inquietadas. Dos copias antiguas de los Evangelios están especialmente relacionadas con el santo. Una de ellas es el famoso Evangelio de Lindisfarne, del siglo VIII, depositado sobre la tumba de san Cutberto por el amanuense que lo escribió, y que fue bellamente adornado por san Wilfrido. Accidentalmente fueron arrojados al mar por los monjes que los llevaban a Irlanda, pero las olas los devolvieron a la playa sin daño alguno. Se encuentran ahora en el Museo Británico. La otra copia es el Evangelio de san Juan, del siglo VII que fue enterrado con san Cutberto y es una de las más estimadas posesiones del Colegio de Stonyhurst. El anillo del santo está guardado en Ushaw. La vida de san Cutberto fue casi una oración continua. Todo lo que veía le hablaba de Dios y su conversación versaba, habitualmente, sobre cosas celestiales. Beda dice: "Estuvo inflamado por el fuego de la divina caridad; consideraba equivalente a un acto de oración el aconsejar y ayudar a los débiles, sabiendo que quien dijo 'Amarás al Señor tu Dios', también agregó: Amarás a tu prójimo como a ti mismo".
Martirologio Romano: En Praga, en Bohemia, san Juan Nepomuceno, presbítero y mártir, que por defender la Iglesia sufrió muchas injurias por parte del rey Venceslao IV y, expuesto a tormentos y torturas, aún respirando fue arrojado al río Moldava († 1393).
Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, es de origen hebreo.
Breve Biografía
Nació en Bohemia (Checoslovaquia) hacia el año 1250, en un pueblo llamado Nopomuc, de ahí el sobrenombre Nepomuceno. El apellido de su familia era Wolfin.
Fue párroco de Praga y obtuvo el doctorado en la Universidad de Padua. Después ocupó el alto puesto de Vicario General del Arzobispado.
El rey de Praga, Wenceslao, se dejaba llevar por dos terribles pasiones, la cólera y los celos y dicen las antiguas crónicas que siendo Juan Nepomuceno confesor de la reina, se le ocurrió al rey que el santo le debía contar los pecados que la reina le había dicho en confesión, y al no conseguir que le revelara estos secretos, se propuso matarlo. Luego el rey tuvo otro gran disgusto, consistió en que el monarca se proponía apoderarse de un convento para regalar las riquezas que allí había a un familiar. El Vicario Juan Nepomuceno se opuso a esto rotundamente, ya que evidentemente esos bienes pertenecían a la Santa Iglesia.
El rey mandó matar al padre Juan; lo ataron doblado, con la cabeza pegada sobre los pies, y luego, fue lanzado al río Moldava. Esto ocurrió en el año 1393. Los vecinos recogieron el cadáver para darle santa sepultura.
En 1725, más de 300 años después del suceso, una comisión de sacerdotes, médicos y especialistas encontarron que la lengua del mártir se encontraba incorrupta, aparentemente seca y gris. De repente, en presencia de todos empezó a tomar apariencia de ser la de una persona viva. Todos se pusieron de rodillas ante este milagro. Fue el cuarto milagro que realizó el santo antes de ser proclamado oficialmente como tal.
San Juan Nepomuceno fue considerado patrono de los confesores, porque prefirió morir antes que revelar los secretos de la confesión. En Praga, en el puente desde el cual fue echado al río, se conserva una imagen de este gran santo, y muchas personas, al pasar por allí le rezan devotamente.
San Juan Nepomuceno es patrono de Bohemia y Moravia, y del secreto de confesión. También es considerado patrono de la fama y el buen nombre. Sus reliquias se guardan en Praga, en la iglesia metropolitana de San Vito.
Por: . | Fuente: Ocarm.org
Martirologio Romano: En Tarragona, en España, beato Francisco de Jesús, María y José Palau y Quer, presbítero de la Orden de Carmelitas Descalzos, que en el ministerio soportó graves persecuciones y, acusado falsamente, fue relegado a la isla de Ibiza y abandonado por todos († 1872).
Breve Biografía
Francisco Palau y Quer nació el 29 de diciembre de 1811 en Aitona, Lérida (España).
En el 1828 entró en el seminario de Lérida. Completado el trienio de estudios filosóficos y concluído el primer curso de teología, en el 1832 pasó a la Orden de los Carmelitas Descalzos donde al año siguiente emitió los votos. Obligado por las circunstancias políticas a vivir como exclaustrado, pudo recibir la Ordenación Sacerdotal en Barbastro en el 1836. Después de un largo período de permanencia en Francia (1840 - 1851), regresó a España y se dedicó al ministerio de la predicación y de las misiones populares, especialmente en Barcelona y en las islas Baleares.
Aquí fue donde por los años de 1860 - 1861 se ocupó de la organización de algunos grupos femeninos dando origen a lo que hoy llamamos Hermanas Carmelitas Misioneras Teresianas y Hermanas Carmelitas Misioneras. También fundó una familia de Hermanos de la Caridad, hoy extinguida. Murió en Tarragona el 20 de marzo de 1872.
¡Felicidades a quienes lleven este nombre!
Martirologio Romano: En Spoleto, en la Umbría, san Juan, abad de Parrano, que fue padre de muchos siervos de Dios (s. VI).
Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, es de origen hebreo.
Breve Biografía
Durante los disturbios monofisitas en el oriente, un sirio, llamado Juan dejó su tierra natal, se dirigió al occidente y se estableció no lejos de Espoleto. Allí construyó una abadía, de la cual llegó a ser superior, y también fundó otra casa religiosa cerca de Pésaro.
Una leyenda no muy digna de confianza nos informa que cuando el santo estaba por abandonar Siria, su patria, oró de esta manera: "Señor, Dios de los cielos y de la tierra, Dios de Abraham, Isaac y Jacob, te suplico a Ti que eres la luz verdadera, que me ilumines, ya que espero de tí que hagas prosperar el camino que tengo delante y que sea para mí señal del lugar de mi descanso donde la persona a quien le preste mi salterio, no me lo devuelva ese mismo día".
Desembarcó en Italia y viajó hasta los alrededores de Espoleto, donde encontró a una sierva de Dios, a quien le prestó su salterio. Cuando le pidió que se lo devolviera, ella dijo, "¿a dónde vas, siervo de Dios? Quédate aquí y emprende tu camino mañana". Juan accedió a pasar allí la noche y, recordando su oración, se dijo, "esto es ciertamente lo que le pedí al Señor: aquí me quedaré". A la mañana siguiente, recibió de nuevo su salterio y, no había caminado la distancia de cuatro tiros de flecha, cuando apareció un ángel que lo condujo a un árbol, bajo el cual le pidió que se sentara para anunciarle que era la voluntad de Dios que se quedara en aquel lugar y que allí tendría una gran congregación y encontraría el descanso deseado.
Era el mes de diciembre y la tierra estaba endurecida por el hielo; pero el árbol, bajo el cual se hallaba sentado Juan, estaba en flor, como en primavera. Algunos cazadores que pasaron por allí le preguntaron de dónde venía y qué hacía. El santo les contó toda su historia y quedaron llenos de asombro, especialmente por la forma en que vestía, pues nunca habían visto cosa parecida. "Por favor no me causen daño, hijos míos", dijo Juan: "pues sólo he venido aquí al servicio de Dios". La súplica era innecesaria, pues los cazadores ya se habían fijado en el árbol florecido y reconocieron que el Señor estaba con aquel hombre. Lejos de querer hacerle daño, partieron entusiasmados a anunciar su llegada al obispo de Espoleto, quien se apresuró a ir a saludarlo, y lo encontró orando bajo el árbol.
Los dos lloraron de alegría cuando se encontraron y todos los presentes dieron alabanzas a Dios. En aquel lugar, Juan edificó su monasterio y allí vivió por cuarenta y cuatro años más, hasta que se durmió en paz y fue sepultado con himnos y cánticos.
Martirologio Romano: En Camerino, del Piceno, en Italia, beato Juan de Parma Buralli, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, a quien el papa Inocencio IV envió como legado a los griegos, para restaurar su comunión con los latinos († 1289).
Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, es de origen hebreo.
Breve Biografía
Nació en Parma en 1209 y ya se encontraba enseñando lógica cuando, a la edad de veinticinco años, entró a la orden franciscana.
Fue enviado a París para proseguir sus estudios y, después de haber sido ordenado, se le envió a enseñar y predicar en Bolonia, Nápoles y Roma. Su elocuencia arrastraba multitudes a sus sermones y grandes personajes se congregaban para escucharle.
Se ha afirmado que en 1245, cuando el Papa Inocencio IV convocó el primer Concilio general de Lyon, Juan fue designado para representar a Crescencio, el superior general, quien debido a sus enfermedades estaba incapacitado para ir, pero esto es inexacto: el fraile que fue al concilio se llamaba Buenaventura de Isco. Juan, por su parte, aquel mismo año viajó a París para enseñar "Sentencias" en la Universidad, y en 1247, fue elegido superior general de la orden.
La tarea que tenía ante sí era excesivamente difícil, pues muchos abusos y un espíritu de rivalidad se habían introducido, debido a la relajada observancia del hermano Elías. Afortunadamente, poseemos una descripción de primera mano de las actividades del Beato Juan, escrita por su conciudadano, el hermano Salimbene, quien estuvo ligado íntimamente a él durante largo tiempo.
Sabemos que era fuerte y robusto, de manera que podía soportar grandes fatigas, de apariencia dulce y atrayente, de modales educados y lleno de caridad. Fue el primer superior general que visitó toda la orden, y siempre viajó a pie. Fuera de los conventos no permitió que nadie conociera su identidad y era tan humilde y modesto que, al llegar a una casa, con frecuencia ayudaba a los hermanos a lavar verduras en la cocina.
Amante del silencio y recogimiento, nunca se le oyó una palabra ociosa y cuando estaba moribundo, admitió que él tendría que dar mayor cuenta de su silencio que de sus palabras.
Comenzó su visita general por las casas de Inglaterra y cuando el rey Enrique III supo que se encontraba en palacio a presentarle sus respetos, se levantó de la mesa y salió a la puerta para abrazar al humilde fraile. En Francia, Juan fue visitado por San Luis IX, quien la víspera de su partida a la Cruzada, se detuvo en Sens a pedirle sus oraciones y bendiciones para la empresa. El rey que llegó en ropas de peregrino y báculo en mano, impresionó al hermano Salimbene por su apariencia delicada y frágil. Comió con los hermanos en el refectorio, pero no pudo persuadir a Juan de Parma para que se sentara a su lado.
Burgundia y Provenza recibieron la siguiente visita del beato. En Arlés, un monje de Parma, Juan de Ollis, vino a pedirle un favor. ¿Se dignaría el superior enviarle a él y a Salimbene a predicar?, Juan, sin embargo no iba a mostrar favoritismo con sus compatriotas. "En verdad, aunque fuereis mis hermanos carnales", respondió, "no obtedríais de mí esta misión, sin un examen previo".
Juan de Ollis no se desanimó fácilmente. "Si debemos ser examinados, ¿llamaréis al hermano Hugo para que nos examine"?, Hugo de Digne, el anterior provincial se encontraba entonces en la casa. "¡No!", dijo el superior rápidamente. "El hermano Hugo es vuestro amigo y podría ser indulgente con vosotros; llamad mejor al catedrático e instructor de la casa".
El hermano Salimbene no puede resistirse a informarnos que él pasó el examen, pero que Juan de Ollis fue enviado a estudiar un poco más.
Poco después del regreso de Juan de Parma de una misión como legado papal ante el emperador oriental, los problemas estallaron en París, adonde él había enviado a Buenaventura como uno de los mejores estudiantes de los frailes menores. Guillermo de Saint Amour, un doctor seglar de la universidad, había levantado una tormenta contra las órdenes mendicantes, atacándolas en un provocativo libelo.
El Beato Juan fue a París y, se dice que habló a los profesores universitarios en términos tan persuasivos y humildes, que todos quedaron convencidos y que el doctor que debía responder, solamente pudo decir: "¡Bendito seas y benditas sean tus palabras!". Calmada la tormenta, el superior general se entregó a la restauración de la disciplina. Aun antes de su partida para el oriente, ya había tenido un capítulo General en Metz, donde se habían tomado medidas para asegurar la exacta observancia de las reglas y constituciones y para insistir en que se apegaran estrictamente al breviario y al misal romano. Obtuvo varias bulas papales que lo apoyaban; el Papa Inocencio IV entregó a la orden el convento de Ara Coeli en Roma, que se convirtió en la residencia del superior general.
A pesar de todos sus esfuerzos, el Beato Juan encontró amarga oposición, en parte causada por sus tendencias joaquimistas. Llegó a convencerse de que no era capaz de llevar hasta el final las reformas que creía eran esenciales. No está claro si actuó espontáneamente o por obediencia a la presión ejercida sobre él por la curia papal, pero él renunció a su cargo en Roma, en 1257, y cuando se le pidió que nombrara un sucesor, escogió a San Buenaventura.
Fue una elección feliz y se habla a veces de San Buenaventura, como del segundo fundador; pero el camino le había sido preparado por el firme gobierno de su predecesor. Juan se retiró entonces a la ermita de Greccio, lugar donde San Francisco había preparado el primer Nacimiento. Estuvo los últimos treinta años de su vida en el retiro, del que solamente salió dos o tres veces, llamado por el Papa. Cuando Juan, ya un anciano de ochenta años, supo que los griegos habían caído nuevamente en el cisma, suplicó que se le permitiera ir otra vez a discutir con ellos. Obtuvo la anuencia del Papa y partió, pero al entrar en Camerino se dio cuenta de que iba a morir y dijo a sus compañeros: "Este es el lugar de mi descanso". Fue a recibir su recompensa en el cielo el 19 de marzo de 1289 y, muy pronto empezaron a obrarse muchos milagros en su tumba.
Su culto fue aprobado en 1777, siendo Papa Pío VI.
Juan de Panna desempeñó un papel tan considerable en el desarrollo de los problemas que culminaron en la revuelta de los "fraticelli", que su nombre figura más o menos prominentemente en una multitud de libros que tratan del movimiento franciscano.
Por: . | Fuente: Franciscanos.net
Martirologio Romano: En Vicenza, en el territorio de Venecia, beato Marcos de Marchio de Montegallo, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que creó la obra llamada Monte de Piedad, para aliviar la indigencia de los pobres († 1496).
Etimológicamente: Marcos = Aquel que procede de Marte, con relación a Marte dios de la guerra en la mitología romana, es de origen latino.
Breve Biografía
Sacerdote de la Primera Orden Franciscana(1425‑1496). Su culto fue aprobado por Gregorio XVI el 20 de septiembre de 1839.
Marcos nació en 1425 en Fonditore, poblado del común de Montegallo, donde su padre, Claro de Marchio, se había retirado hacía algunos años para huir de las feroces facciones que azotaban a Ascoli Piceno. Regresó a esta ciudad para facilitar los estudios a Marcos, que pronto pasó a la Universidad de Perusa y de aquí a Bolonia, donde se doctoró en Leyes y Medicina. En Ascoli ejerció un tiempo la profesión de médico. Para satisfacer los deseos de su padre, en 1451 se casó con Clara Tibaldeschi, noble mujer, con la cual vivió en continencia. A la muerte de su padre, al año siguiente, de común acuerdo los esposos abrazaron la vida religiosa, ella acogida entre las clarisas del monasterio de Santa Clara de las Damas Pobres en Ascoli, él en el convento de los Hermanos Menores de Fabriano.
Hecho el noviciado en Fabriano, fue superior en San Severino, luego comenzó la misión de predicador, bajo la guía del gran cohermano y coterráneo San Jaime de la Marca. Las principales llagas de su siglo eran las guerras civiles y la usura.
Lleno de compasión por el pobre que caía en las garras de los usureros, Marco estableció casas donde los que no tenían dinero podían obtener prestado el que necesitaran, con una pequeña garantía y a veces sin ella. Para fundar un banco semejante en Vicenza, predicó con tal elocuencia, que el dinero requerido se colectó en un día y la oficina se construyó y empezó a funcionar en un año. Esa institución es lo que nosotros conocemos ahora como los Montes de Piedad.
Marco con fervorosa predicación llevó la paz y la concordia y calmó las facciones en Ascoli, Camerino, Fabriano y en otras ciudades. Contra el abuso de los hebreos instituyó Montes de Piedad en Ascoli (1458), Fabriano (1470), en Fano (1471), en Acervia (1483), en Vicenza (1486), en Ancona, Camerino, Ripatransone y en Fermo (1478).
En 1480, junto con otros cohermanos, fue nombrado por Sixto IV predicador y colector para la cruzada. También fue director espiritual de la Beata Camila Bautista Varano. Encontró tiempo para escribir también algunas obras, entre ellas «La Tavola della Salvezza», que imprimió en Florencia en 1494.
El 19 de marzo de 1496 en Vicenza, donde estaba predicando, fue sorprendido por la muerte y fue sepultado en la iglesia franciscana de San Biagio Vecchio, donde fue objeto de culto público. En Ascoli Piceno hay en la iglesia franciscana una pintura del beato, fechada en 1506. En Montegallo se erigieron altares en su honor. No mucho después de su muerte fue compuesta una alabanza rítmica latina que exalta su vida santa.
Marcos de Montegallo pertenece al numeroso grupo de predicadores del Evangelio y de la penitencia del estilo, inalcanzable por su equilibrio sobrenatural, de San Bernardino de Siena. Ellos produjeron una primavera de vida cristiana, una florescencia extraordinaria de santidad.