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11:44 p.m.

Por: . | Fuente: EWTN.com

Obispo de Gaza

Martirologio Romano: En Gaza, en Palestina, san Porfirio, obispo, el cual, nacido en Tesalónica, vivió como anacoreta en Scete durante cinco años, y otros tantos al otro lado del Jordán, siendo célebre por su benignidad hacia los pobres. Hecho obispo de Gaza, hizo demoler muchos templos de ídolos, cuyos seguidores le hicieron la vida difícil hasta que descansó venerable con los santos ( 420).

Etimológicamente: Porfirio = Aquel que se viste de púrpura. Viene de la lengua griega.

Breve Biografía

San Porfirio nació en Tesalónica (aquella ciudad a la cual San Pablo escribió sus dos cartas a los tesalonicenses). Tesalónica queda en Macedonia, y Macedonia está situada al norte de Grecia.

A los 25 años dejó su ciudad y su familia y se fue de monje a Egipto a rezar y meditar y hacer penitencia.

Cinco años más tarde pasó a Palestina y se fue a vivir a una cueva cerca del río Jordán. Pero allí la humedad lo hizo enfermar de reumatismo y cinco años después se fue a vivir a Jerusalén. En esta ciudad cada día visitaba el Santo Sepulcro, el Huerto de los Olivos, la Casa de la Ultima Cena y los demás santos lugares donde estuvo Nuestro Señor. Su reumatismo lo hacía caminar muy despacio y con grandes dolores y apoyado en un bastón. Sin embargo ningún día dejaba de ir a los Santos Lugares y Comulgar.

En aquellos tiempos llegó a Jerusalén un cristiano llamado Marcos, el cual se quedó admirado de que este hombre tan enfermo y con tan grandes dolores reumáticos no dejaba ningún día visitar los Santos Lugares para dedicarse allí a rezar y a meditar. Un día al ver que el santo sufría tanto al subir las escalinatas del templo, Marcos se ofreció para ayudarle pero Porfirio se negó a aceptar su ayuda diciéndole: "No está bien que habiendo venido yo aquí a expiar mis pecados sufriendo y rezando, me deje ayudar de ti para disminuir mis dolores. Déjame sufrir un poco, que lo necesito para pagarle a Dios mis muchos pecados". Marcos lo admiró más desde ese día y en adelante fue su compañero, su amigo y el que escribió después la biografía de este santo.

Lo único que le preocupaba a Porfirio era que no había vendido la herencia que sus padres le habían dejado en su patria, la cual quería repartir entre los pobres. Confió esta misión a Marcos, que partió rumbo a Tesalónica y a los tres meses volvió con el dinero de la venta de todas aquellas tierras, dinero que Porfirio repartió totalmente entre las gentes más pobres de Jerusalén.

Cuando Marcos se fue a Tesalónica estaba Porfirio muy débil y agotado, pálido y sin fuerzas. Y al volver a Jerusalén lo encontró de buenos colores y lleno de vigor y fuerzas. Le preguntó cómo había sucedido semejante cambio tan admirable y Porfirio le dijo:

"Mira, un día vine al Santo Sepulcro a orar, y mientras rezaba sentí que Jesucristo se me aparecía en visión y me decía: ‘Te devuelvo la salud para que te encargues de cuidar mi cruz’. Y quedé instantáneamente curado de mi reumatismo. Lo que los médicos no pudieron hacer en muchos años, lo hizo Jesús en un solo instante, porque para El todo es posible".

Y en adelante se quedó ayudando en la Iglesia del Santo Sepulcro, custodiando la parte de la Santa Cruz que allí se conservaba.

Como Porfirio había repartido toda su herencia entre los pobres, tuvo él que dedicarse a trabajos manuales para poder ganarse la vida. Aprendió a fabricar sandalias y zapatos y a trabajar en cuero y así ganaba para él y para ayudar a otros necesitados. Marcos, que era un hábil escribiente y ganaba buen dinero copiando libros, le propuso que él costearía toda su alimentación para que no tuviera que dedicarse a trabajos manuales agotadores. San Porfirio le dijo: "No olvidemos que San Pablo dijo en su segunda Carta a los tesaloniceses: "El que no quiere trabajar, que tampoco coma"; siguió ganándose el pan con el sudor de la frente, hasta los 40 años.

El obispo de Jerusalén al ver tan piadoso y santo a Porfirio lo ordenó de sacerdote. Y poco después recibió una carta del obispo de Cesarea pidiéndole que le enviara un santo sacerdote para darle una misión. Como Porfirio era un verdadero penitente que ayunaba cada día y rezaba horas y horas y ayudaba a cuanto pobre podía, el obispo de Jerusalén lo envió a Cesarea.

Y aquella noche tuvo Porfirio un sueño. Oyó que Jesús le decía: "Hasta ahora te has encargado de custodiar mi Santa Cruz. De ahora en adelante te encargarás de cuidar a unos hermanos míos muy pobres". Con eso entendió el santo que ya no seguiría viviendo en Jerusalén.

Al llegar a Cesarea el obispo de allá lo convenció de que debía aceptar ser obispo de Gaza, que era una ciudad muy pobre. Después de que le rogaron mucho, al fin exclamó: "Si esa es la voluntad de Dios, que se haga lo que El quiere y no lo que quiera yo". Y aceptó.

Al llegar a Gaza los paganos promovieron grandes desórdenes porque sentían que con este hombre se iba a imponer la religión de Cristo sobre las falsas religiones de los ídolos y falsos dioses. Porfirio no se dio por ofendido sino que se dedicó a instruir a los ignorantes y a ayudar a los pobres y así se fue ganando las simpatías de la población.

La ciudad de Gaza y sus alrededor estaban sufriendo un verano terrible y muy largo. Las cosechas se perdían y no se hallaban ya agua ni para beber. Los paganos esparcieron la calumnia de que todo esto era un castigo a los dioses por haber llegado allí Porfirio con su doctrina y sus cristianos. Y empezaron a tratar muy mal al obispo y a sus fieles seguidores. Entonces San Porfirio organizó una procesión de rogativas por las calles, rezando y cantando para que Dios enviara la lluvia, y al terminar la procesión se descargó un torrencial aguacero que llenó de vida y frescor todos los alrededores.

Los paganos se propusieron que de todos modos sacarían a Porfirio y a sus cristianos de aquella región y empezaron a emplear medidas muy violentas contra ellos. Pero se equivocaron. Creyeron que la piedad y la bondad del obispo eran debilidad y cobardía, y no era así. El santo se fue a donde el jefe del imperio que vivía en Constantinopla y obtuvo que le dieran un fuerte batallón de soldados que puso orden y paz en la ciudad. Y ya los paganos no pudieron atacarlo más. El no agredía a nadie, pero buscaba quién lo defendiera cuando trataban injustamente de acabar con la santa religión de Cristo.

Y después de varios años la acción evangelizadora de Porfirio y de sus sacerdotes llegó a ser tan eficaz que se acabó por completo allí la religión pagana de los falsos dioses, y desaparecieron los templos de los ídolos. Las gentes quemaron todos sus libros de magia y ya no hubo más consultas a brujas o espiritistas ni creencias supersticiosas.

San Porfirio construyó en Gaza un bellísimo templo. El día en que empezó la construcción del nuevo edificio recorrió la ciudad con enorme gentío cantando salmos y bendiciendo a Dios. Cada fiel llevaba alguna piedra o algún ladrillo u otro material para contribuir a la edificación de la Casa de Dios. La construcción duró cinco años y toda la ciudad colaboró con mucha generosidad. El día de la Consagración de la nueva catedral (domingo de Pascua del año 408) el santo repartió abundantísimas limosnas a todos los pobres de la ciudad. Siempre fue sumamente generoso en ayudar a los necesitados.

Los últimos años los dedicó pacíficamente a instruir y enfervorizar a sus sacerdotes y al pueblo con sus predicaciones, con su buen ejemplo y su oración.

El 26 de febrero del año 420 murió santamente.

San Porfirio, valeroso y santo obispo: haz que todos los obispos católicos del mundo sean tan valientes, generosos y fervorosos como lo fuiste tú.

"A quien se declare a mi favor delante de la gente de esta tierra, yo me declararé en su favor delante de los ángeles del cielo" (Jesucristo)

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

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5:25 p.m.

SAN ALEJANDRO

PATRIARCA DE ALEJANDRÍA





PALABRA DE DIOS DIARIA

Conmemoración de san Alejandro, obispo, anciano célebre por el celo de su fe, que fue elegido para la sede alejandrina como sucesor de san Pedro y rechazó la nefasta herejía de su presbítero Arrio, que se había apartado de la comunión de la Iglesia. Junto con trescientos dieciocho Padres participó en el primer Concilio de Nicea, que condenó tal error (326)

Etimológicamente: Alejandro = Aquel que protege a los hombres. Viene de la lengua griega.

San Alejandro, patriarca de Alejandría, tiene una especial significación en la historia de la Iglesia a principios del siglo IV, por haber sido el primero en descubrir y condenar la herejía de Arrio y haber iniciado la campaña contra esta herejía, que tanto preocupó a la Iglesia durante aquel siglo. A él cabe también la gloria de haber formado y asociado en el gobierno de la Iglesia alejandrina a San Atanasio, preparándose de este modo un digno sucesor, que debía ser el portavoz de la ortodoxia católica en las luchas contra el arrianismo.

Nacido Alejandro hacia el año 250, ya durante el gobierno de Pedro de Alejandría se distinguió de un modo especial en aquella Iglesia. Los pocos datos que poseemos sobre sus primeras actividades nos han sido transmitidos por los historiadores Sócrates, Sozomeno y Teodoreto de Ciro, a los que debemos añadir la interesante información de San Atanasio. Así, pues, en general, podemos afirmar que las fuentes son relativamente seguras.

El primer rasgo de su vida, en el que convienen todos los historiadores, nos lo presenta como un hombre de carácter dulce y afable, lleno siempre de un entrañable amor y caridad para con sus hermanos y en particular para con los pobres. Esta caridad, unida con un espíritu de conciliaci6n, tan conforme con los rasgos característicos de la primitiva Iglesia, proyectan una luz muy especial sobre la figura de San Alejandro de Alejandría, que conviene tener muy presente en medio de las persistentes luchas que tuvo que mantener más tarde contra la herejía; pues, viéndolo envuelto en las más duras batallas contra el arrianismo, pudiera creerse que era de carácter belicoso, intransigente y acometedor. En realidad, San Alejandro era, por inclinación natural, todo lo contrario; pero poseía juntamente una profunda estima y un claro conocimiento de la verdadera ortodoxia, unidos con un abrasado celo por la gloria de Dios y la defensa de la Iglesia, lo cual lo obligaba a sobreponerse constantemente a su carácter afable, bondadoso y caritativo, y a emprender las más duras batallas contra la herejía.

De este espíritu de caridad y conciliación, que constituyen la base fundamental de su carácter, dio bien pronto claras pruebas en su primer encuentro con Arrio. Este comenzó a manifestar su espíritu inquieto y rebelde, afiliándose al partido de los melecianos, constituido por los partidarios del obispo Melecio de Lycópolis, que mantenía un verdadero cisma frente al legítimo obispo Pedro de Alejandría. Por este motivo Arrio había sido arrojado por su obispo de la diócesis de Alejandría. Alejandro, pues, se interpuso con todo el peso de su autoridad y prestigio, y obtuvo, no sólo su readmisión en la diócesis, sino su ordenación sacerdotal por Aquillas, sucesor de Pedro en la sede de Alejandría.

Muerto, pues, prematuramente Aquillas el año 313, sucedióle el mismo Alejandro, y por cierto son curiosas algunas circunstancias que sobre esta elección nos transmiten sus biógrafos. Filostorgo asegura que Arrio, al frente entonces de la iglesia de Baucalis, apoyó decididamente esta elección, lo cual se hace muy verosímil si tenemos presente la conducta observada con él por Alejandro. Mas, por otra parte, Teodoreto atestigua que Arrio había presentado su propia candidatura a Alejandría frente a Alejandro, y que, precisamente por haber sido éste preferido, concibió desde entonces contra él una verdadera aversión y una marcada enemistad.

Sea de eso lo que se quiera, Arrio mantuvo durante los primeros años las más cordiales relaciones con su obispo, el nuevo patriarca de Alejandría, San Alejandro. Este desarrolló entre tanto una intensa labor apostólica y caritativa en consonancia con sus inclinaciones naturales y con su carácter afable y bondadoso. Uno de los rasgos que hacen resaltar los historiadores en esta etapa de su vida, es su predilección por los cristianos que se retiraban del mundo y se entregaban al servicio de Dios en la soledad. Precisamente en este tiempo comenzaban a poblarse los desiertos de Egipto de aquellos anacoretas que, siguiendo los ejemplos de San Pablo, primer ermitaño, de San Antonio y otros maestros de la vida solitaria, daban el más sublime ejemplo de la perfecta entrega y consagración a Dios. Estimando, pues, en su justo valor la virtud de algunos entre ellos, púsoles al frente de algunas iglesias, y atestiguan sus biógrafos que fue feliz en la elección de estos prelados.

Por otra parte se refiere que hizo levantar la iglesia dedicada a San Teonás, que fue la más grandiosa de las construidas hasta entonces en Alejandría. Al mismo tiempo consiguió mantener la paz y tranquilidad de las iglesias del Egipto, a pesar de la oposición que ofrecieron algunos en la cuestión sobre el día de la celebración de la Pascua y, sobre todo, de las dificultades promovidas por los melecianos, que persistían en el cisma, negando la obediencia al obispo legítimo. Pero lo más digno de notarse es su intervención en la cuestión ocasionada por Atanasio en sus primeros años. En efecto, niño todavía, había procedido Atanasio a bautizar a algunos de sus camaradas, dando origen a la discusión sobre la validez de este bautismo. San Alejandro resolvió favorablemente la controversia, constituyéndose desde entonces en protector y promoviendo la esmerada formación de aquel niño, que debía ser su sucesor y el paladín de la causa católica.

Pero la verdadera significación de San Alejandro de Alejandría fue su acertada intervención en todo el asunto de Arrio y del arrianismo, y su decidida defensa de la ortodoxia católica. En efecto, ya antes del año 318, comenzó a manifestar Arrio una marcada oposición al patriarca Alejandro de Alejandría. Esta se vio de un modo especial en la doctrina, pues mientras Alejandro insistía claramente en la divinidad del Hijo y su igualdad perfecta con el Padre, Arrio comenzó a esparcir la doctrina de que no existe más que un solo Dios, que es el Padre, eterno, perfectísimo e inmutable, y, por consiguiente, el Hijo o el Verbo no es eterno, sino que tiene principio, ni es de la misma naturaleza del Padre, sino pura criatura. La tendencia general era rebajar la significación del Verbo, al que se concebía como inferior y subordinado al Padre. Es lo que se designaba como subordinacianismo, verdadero racionalismo, que trataba de evitar el misterio de la Trinidad y de la distinción de personas divinas. Mas, por otra parte, como los racionalistas modernos, para evitar el escándalo de los simples fieles, ponderaban las excelencias del Verbo, si bien éstas no lo elevaban más allá del nivel de pura criatura.

En un principio, Atrio esparció estas ideas con la mayor reserva y solamente entre los círculos más íntimos. Mas como encontrara buena acogida en muchos elementos procedentes del paganismo, acostumbrados a la idea del Dios supremo y los dioses subordinados, e incluso en algunos círculos cristianos, a quienes les parecía la mejor manera de impugnar el mayor enemigo de entonces, que era el sabelianismo, procedió ya con menos cuidado y fue conquistando muchos adeptos entre los clérigos y laicos de Alejandría y otras diócesis de Egipto. Bien pronto, pues, se dio cuenta el patriarca Alejandro de la nueva herejía e inmediatamente se hizo cargo de sus gravísimas consecuencias en la doctrina cristiana, pues si se negaba la divinidad del Hijo, se destruía el valor infinito de la Redención. Por esto reconoció inmediatamente como su deber sagrado el parar los pasos a tan destructora doctrina. Para ello tuvo, ante todo, conversaciones privadas con Arrio; dirigióle paternales amonestaciones, tan conformes con su propio carácter conciliador y caritativo; en una palabra, probó toda clase de medios para convencer a buenas a Arrio de la falsedad de su concepción.

Mas todo fue inútil. Arrio no sólo no se convencía de su error, sino que continuaba con más descaro su propaganda, haciendo cada día más adeptos, sobre todo entre los clérigos. Entonces, pues, juzgó San Alejandro necesario proceder con rigor contra el obstinado hereje, sin guardar ya el secreto de la persona. Así, reunió un sínodo en Alejandría el año, 320, en el que tomaron parte un centenar de obispos, e invitó a Arrio a presentarse y dar cuenta de sus nuevas ideas. Presentóse él, en efecto, ante el sínodo, y propuso claramente su concepción, por lo cual fue condenado por unanimidad por toda la asamblea.

Tal fue el primer acto solemne realizado por San Alejandro contra Arrio y su doctrina. En unión con los cien obispos de Egipto y de Libia lanzó el anatema contra el arrianismo. Pero Arrio, lejos de someterse, salió de Egipto y se dirigió a Palestina y luego a Nicomedia, donde trató de denigrar a Alejandro de Alejandría y presentarse a si mismo como inocente perseguido. Al mismo tiempo propagó con el mayor disimulo sus ideas e hizo notables conquistas, particularmente la de Eusebio de Nicomedia.

Entre tanto, continuaba San Alejandro la iniciada campaña contra el arrianismo. Aunque de natural suave, caritativo, paternal y amigo de conciliación, viendo, la pertinacia del hereje y el gran peligro de su ideología, sintió arder en su interior el fuego del celo por la defensa de la verdad y de la responsabilidad que sobre él recaía, y continuó luchando con toda decisión y sin arredrarse por ninguna clase de dificultades. Escribió, pues, entonces algunas cartas, de las que se nos han conservado dos, de las que se deduce el verdadero carácter de este gran obispo, por un lado lleno de dulzura y suavidad, mas por otro, firme y decidido en defensa de la verdadera fe cristiana.

Por su parte, Arrio y sus adeptos continuaron insistiendo cada vez más en su propaganda. Eusebio de Nicomedia y Eusebio de Cesarea trabajaban en su favor en la corte de Constantino. Se trataba de restablecer a Arrio en Alejandría y hacer retirar el anatema lanzado contra él. Pero San Alejandro, consciente de su responsabilidad, ponía como condición indispensable la retractación pública de su doctrina, y entonces fue cuando compuso una excelente síntesis de la herejía arriana, donde aparece ésta con todas sus fatales consecuencias.

Por su parte, el emperador Constantino, influido sin duda por los dos Eusebios, inició su intervención directa en la controversia. Ante todo, envió sendas cartas a Arrio y a Alejandro, donde, en la suposición de que se trataba de cuestiones de palabras y deseando a todo trance la unión religiosa, los exhortaba a renunciar cada uno a sus puntos de vista en bien de la paz. El gran obispo Osio de Córdoba, confesor de la fe y consejero religioso de Constantino, fue el encargado de entregar la carta a San Alejandro y juntamente de procurar la paz entre los diversos partidos. Entre tanto Arrio había vuelto a Egipto, donde difundía ocultamente sus ideas y por medio de cantos populares y, sobre todo, con el célebre poema Thalia trataba de extenderlas entre el pueblo cristiano.

Llegado, pues, Osio a Egipto, tan pronto como se puso en contacto con el patriarca Alejandro y conoció la realidad de las cosas, se convenció rápidamente de la inutilidad de todos sus esfuerzos. Así se confirmó plenamente en un concilio celebrado por él en Alejandría. Sólo con un concilio universal o ecuménico se podía poner término a tan violenta situación. Vuelto, pues, a Nicomedia, donde se hallaba el emperador Constantino, aconsejóle decididamente esta solución. Lo mismo le propuso el patriarca Alejandro de Alejandría. Tal fue la verdadera génesis del primer concilio ecuménico, reunido en Nicea el año 325.

No obstante su avanzada edad y los efectos que había producido en su cuerpo tan continua y enconada lucha, San Alejandro acudió al concilio de Nicea acompañado de su secretario, el diácono San Atanasio. Desde un principio fue hecho objeto de los mayores elogios de parte de Constantino y de la mayor parte de los obispos, ya que él era quien había descubierto el virus de aquella herejía y aparecía ante todos como el héroe de la causa por Dios. Como tal tuvo la mayor satisfacción al ver condenada solemnemente la herejía arriana en aquel concilio, que representaba a toda la Iglesia y estaba presidido por los legados del Papa.

Vuelto San Alejandro a su sede de Alejandría, sacando fuerzas de flaqueza, trabajó lo indecible durante el año siguiente en remediar los daños causados por la herejía. Su misión en este mundo podía darse por cumplida. Como pastor, colocado por Dios en una de las sedes más importantes de la Iglesia, había derrochado en ella los tesoros de su caridad y de la más delicada solicitud pastoral, y habiendo descubierto la más solapada y perniciosa herejía, la había condenado en su diócesis y había conseguido fuera condenada solemnemente por toda la Iglesia en Nicea. Es cierto que la lucha entre la ortodoxia y arrianismo no terminó con la decisión de este concilio, sino que continuó cada vez más intensa durante gran parte del siglo IV. Pero San Alejandro había desempeñado bien su papel y dejaba tras sí a su sucesor en la misma sede de Alejandría, San Atanasio, quien recogía plenamente su herencia de adalid de la causa católica.


Según todos los indicios, murió San Alejandro el año 326, probablemente el 26 de febrero, si bien otros indican el 17 de abril. En Oriente su nombre fue pronto incluido en el martirologio. En el Occidente no lo fue hasta el siglo IX.

11:23 p.m.

Por: . | Fuente: ACIprensa.com

Obispo y Mártir

Martirologio Romano: En Perge, en Pamfilia, pasión de san Néstor, obispo de Magido y mártir, que en tiempo de la persecución bajo el emperador Decio fue condenado por el prefecto de la provincia a ser clavado en una cruz, para que sufriese la misma pena que el Crucificado a quien confesaba ( c. 250).

Etimológicamente: Néstor = Aquel que es recordado, es de origen griego.

Breve Biografía

Polio, gobernador de Panfilia y Frigia durante el reinado de Decio, trató de ganarse el favor del emperador, aplicando cruelmente su edito de persecución contra los cristianos. Néstor, obispo de Magido, gozaba de gran estima entre los cristianos y los paganos, y comprendió que era necesario buscar sitios de refugio para sus fieles. Rehusando a ser oculto, el Obispo esperó tranquilamente su hora de martirio, y cuando se encontraba en oración, oficiales de la justicia fueron en su búsqueda.

Luego de un extenso interrogatorio y amenazas de tortura, el Obispo fue enviado ante el gobernador, en Perga. El gobernador trató de convencer al santo –primero con halagos y luego con amenazas- de que renegara de la religión cristiana, pero Néstor se mantuvo firme en el Señor, siendo enviado al potro, donde el verdugo le desgarraba la piel de los costados con el garfio. Ante la firme negativa del santo de adorar a los paganos, el gobernador lo condenó a morir en la cruz, donde el santo todavía tuvo fuerzas para alentar y exhortar a los cristianos que le rodeaban. Su muerte fue un verdadero triunfo porque cuando el Obispo expiró sus últimas palabras, tanto cristianos como paganos se arrodillaron a orar y alabar a Jesús.

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11:23 p.m.

Por: . | Fuente: Catholic.net

Presbítero y Fundador
de la Orden de Fontevrault

Martirologio Romano: En el priorato de Ursano, en la región de Bourges, en Aquitania, tránsito del beato Roberto de Arbrisel, presbítero, que, predicando públicamente la conversión de las costumbres, reunió mujeres y hombres en el monasterio doble de Fontevrault, que fue gobernado por una abadesa ( 1116).

Etimológicamente: Roberto = Aquel que brilla por su fama, es de origen germánico.

Breve Biografía

Roberto de Arbrissel, apellidado así por la villa de Arbrissel (Francia), en la diócesis de Rennes en Bretaña, donde nació en el año 1047 aproximadamente. Es un religioso bretón fundador de la Orden de Fontevraud y de la Abadía de Fontevraud.

Estudió en París durante el pontificado de Gregorio VII. Se desconoce el día y lugar de su ordenación. En 1089 fue llamado a la diócesis de Rennes, por el obispo Silvestre de la Guerche. Como arcipreste se dedicó sobre todo a la supresión de la simonía auqnue intentó hacer otras muchas reformas, razón por la cual consiguió la enemistad de muchos miembros de la Iglesia, hasta el punto de que, al morir Silvestre en 1093, le obligaron a marcharse de la diócesis. Entonces Roberto se fue a Angers y comenzó a vivir de una manera ascética, costumbre que siguió el resto de su vida. En el año 1095 se convirtió en ermitaño en el bosque de Craon, en Anjou, cerca de Bretaña y del lugar donde nació. Allí vivió en compañía de Bernard, más tarde fundador de la Congregación de Tiron. Su piedad, elocuencia y fuerte personalidad atrajeron a muchos seguidores, para quienes en 1096 fundó la Abadía de la Roë. Aquellos que desearan tomar hábitos bajo su liderazgo iban a La Roë, pero los Canónigos de allí decidían el número y diversidad de quienes entraban, así que entre 1097 y 1100 Roberto renunció a su abadía formalmente y fundó [Orden de Fontevraud|Fontevraud]]. Sus discípulos eran de cualquier edad, sexo y condición. Se dijo que había convertido a prostitutas, rumor que surgió seguramente al haber dedicado una casa en la Abadía de Fontevraud a María Magadalena.

Roberto pasó así el resto de su vida predicando en su país y murió en Orsan, otro priorato de Fontevrault, en el año 1117 aproximadamente.

La Orden de Fontevrault se propagó extraordinariamente por Francia —no así en el extranjero— y llegó a tener la Abadesa bajo su gobierno más de 60 Monasterios; entró en franca decadencia a fines de la Edad Media y desapareció con la Revolución Francesa.

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BEATO SEBASTIÁN DE APARICIO


RELIGIOSO FRANCISCANO




PALABRA DE DIOS DIARIA

En Puebla de los Ángeles, en México, beato Sebastián Aparicio, que, siendo pastor de ovejas, pasó de España a México, donde reunió con su trabajo una notable fortuna con la que ayudó a los pobres y, habiendo enviudado dos veces, fue recibido como hermano en la Orden de los Hermanos Menores, en la cual falleció casi centenario (1600).

Etimológicamente: Sebastián = Aquel que es digno de respeto, es de origen griego,

Fecha de beatificación: 17 de mayo de 1789 por el Papa Pío VI.El año de 1533 llegaba a las playas mexicanas, confundido entre los numerosos viajeros, un joven, de nombre Sebastián, que había nacido el 20 de enero de 1502 en el pueblo de Gudiña, de la provincia de Orense (España). Su niñez transcurrió junto a sus padres, Juan de Aparicio y Teresa del Prado, ambos cristianos de vieja cepa, caritativos y de nobles costumbres; su mocedad y parte de su juventud pasó en medio del campo, entregado a las labores agrícolas para ganar el sustento diario y reunir la dote suficiente para sus dos hermanas. Salamanca, Zafra de Extremadura y Sanlúcar de Barrameda vieron a Sebastián trabajar afanosamente y pudieron admirar sus grandes virtudes –pese a sus años mozos–, entre las que sobresalían su simplicidad, rectitud de corazón y su amor por la castidad.

De la antigua Veracruz donde desembarcó Sebastián, se dirigió a la ciudad de La Puebla, recién fundada por el franciscano fray Toribio de Benavente, conocido más bien con el sobrenombre de Motolinía. Las grandes extensiones de terreno baldío y la seguridad que daba la Audiencia Real a todos los españoles que quisieran residir en la dicha ciudad, atrajeron a Sebastián y lo indujeron a dedicarse a la labranza. Dotado, empero, de un ingenio natural poco común y de una mirada de vastos horizontes, Sebastián concibió la idea de adaptar el camino de México a Veracruz para que por él pasasen las carretas que muy pronto construyó con un amigo suyo español. Esas carretas fueron las primeras que, tiradas por toros o novillos amansados por el mismo Sebastián, hollaron el suelo de México. Con esa obra resolvía dos problemas fundamentales: primero, el difícil transporte de mercancías, y el segundo, aliviar a los indios de la fatiga que padecían al tener que transportar todo sobre sus requemadas espaldas.

Pasados algunos años, Sebastián se dirigió nuevamente a la Real Audiencia de México para pedir permiso de abrir un nuevo camino que traería prosperidad y progreso para todos. Se propuso nada menos que abrir un camino que fuese de la capital mejicana hasta Zacatecas, que empezaba a manar plata de sus entrañas. Hoy en día admira aún la obra titánica de Sebastián por sus vastas y grandiosas proporciones: tuvo que allanar hondonadas, rodear montes, construir puentes de madera, llevar provisiones para sus trabajadores y, sobre todo, lograr la amistad con las tribus chichimecas, tristemente célebres por su ferocidad y canibalismo. Ante esta obra de gigantes y de santos, Sebastián no se arredró. Su mente y su corazón aspiraban a mayores cosas y en pocos años vio terminada la obra que lo inmortalizaría para siempre. Sus cuadrillas de carretas recorrieron aquellas larguísimas distancias sin ser molestadas por los chichimecas, quienes al ver la mansedumbre y caridad con que los trataba Sebastián le amaron, le protegieron y nunca le hicieron mal alguno. Esas mismas cuadrillas se convirtieron también en seguro refugio para los pasajeros y gracias también a los esfuerzos de Sebastián los pequeños poblados aumentaron considerablemente, como la ciudad de Querétaro.

Durante unos dieciocho años Sebastián había entregado lo mejor de sus fuerzas para abrir caminos y fomentar el comercio en México; pero ya en 1552 decidió dejar su oficio, que pingües ganancias le había acarreado, y compró unas tierras por las afueras de la capital mexicana, entre Atzcapotzalco y Tlanepantla. Sus nuevos proyectos fueron provechosos para todos, ya que sus campos eran una escuela práctica donde aprendían los indios la labranza; su hogar se convirtió en asilo seguro donde no sólo encontraban los pobres y menesterosos refugio, sino el pan diario y consejos para volver a amar la vida y el trabajo, y donde podían aprender las virtudes cristianas que Sebastián no dejaba nunca de ejercitar. Entre estas virtudes sobresalía su amor ardiente al Santísimo Sacramento y a la Virgen María, cuyo rosario no omitió en todos los días de su vida.

Las riquezas que honrada y justamente había adquirido Sebastián atrajeron las miradas codiciosas de varios vecinos suyos para persuadirle a contraer matrimonio. Las proposiciones no podían ser sino ventajosas; y con todo, Sebastián las rechazó constantemente, hasta que un día él mismo resolvió casarse con una joven pobre, pero de muy nobles virtudes. Era el año 1562. Sebastián se comportó con su esposa en público como marido que era de ella, mas en privado la persuadió a guardar la virginidad. A la hora del descanso, ella dormía en el lecho y él tendía una estera en el suelo, donde se acostaba. Un año había apenas transcurrido y Sebastián se encontró viudo. Dos años después, movido de su caridad en favorecer a otra pobre joven, de nombre María Esteban, contrajo con ella matrimonio, sin cambiar por ello su antiguo modo de dormir en el suelo y de mortificarse en todo lo que podía. A pesar del tenor de vida que Sebastián llevaba, no le faltaron dificultades y pruebas que soportó cristianamente. Una enfermedad que lo puso a un pie del sepulcro y la muerte inesperada de su segunda mujer fueron los vendavales que sacudieron hasta sus raíces aquel fuerte árbol, que, desprendiéndose más y más de los bienes terrenales, empezó a meditar consigo mismo de qué modo serviría más perfectamente al Señor y alcanzaría con menores peligros su salvación eterna.

Pasó todavía algún tiempo trabajando en sus campos, hasta que, guiado por los consejos de su confesor, resolvió dejarlo todo. Vendió sus bienes, entregó el precio a las religiosas de Santa Clara de México, tomó el hábito de donado franciscano y pasó a servir a las mismas religiosas en calidad de mozo. Contaba ya en aquella sazón setenta y un años de edad. La gracia divina siguió moviendo suavemente aquel corazón que desde pequeño le pertenecía y lo envió al convento de San Francisco de México, donde tomó el hábito y, a pesar de las inmensas dificultades que encontró en su resolución, profesó el 13 de junio de 1575.

Durante aquel año de recogimiento, oración y mortificación, Fr. Sebastián meditó sobre las virtudes de San Francisco: su obediencia, su pobreza, su amor a la Pasión del Señor, su amor hacia todas las cosas por ser criaturas de Dios, y con mejores alas remontó su alma a una entrega cada vez más perfecta en las manos de la Madre de Dios, cuyo rosario traía siempre consigo y devotamente recitaba varias veces al día. Apenas habían pasado unos dos meses de su profesión, la obediencia le mandó al convento de Tecali, donde había necesidad de un hermano que cuidase de la cocina, portería y huerta pequeña. Los religiosos admiraron la virtud del humilde hermano lego, que atendía todos los menesteres del convento con alegría y prontitud; mas poco tiempo estuvo en aquel lugar, pues recibió nuevas órdenes de trasladarse al convento de Las Llagas de Nuestro Seráfico Padre San Francisco de Puebla de los Angeles. Partió al punto con la misma alegría y contento que había manifestado y, llegado que hubo, le encargaron de un oficio por lo demás penoso y duro, tenida cuenta de su avanzada edad: el de limosnero. Con su acostumbrada alegre obediencia tomó sobre sí el nuevo cargo. Tenía que recorrer la extensa campiña de Puebla en busca de alimentos y demás provisiones, que serían el sustento de más de cien religiosos que moraban en ese convento.

Pidió de limosna algunos toros y construyó carretas, que fueron sus inseparables compañeros hasta los últimos días de su vida. Los labradores de los pueblos circunvecinos tuvieron oportunidad de admirar su paciencia, mortificación, caridad y desprendimiento de todas las cosas. Tiraba su viejo manto sobre el suelo y dormía debajo de las carretas sin interesarle que lloviera, hiciera frío o cayera nieve. Además de esto añadía dolorosas penitencias para tener sujeto y a raya al «hermano asno», que pronto y sujeto le obedecía en el servicio del Señor. En la ciudad de Puebla repartía sigilosa y caritativamente limosnas a familias vergonzantes y jamás el convento notó la falta de lo necesario. La simplicidad de Fr. Sebastián pasó a ser proverbial. Ésta no era más que el fruto precioso de su amor a Dios y de su obediencia inmediata a las órdenes de sus superiores. Tal simplicidad de corazón le abrió un camino nuevo en la vía de la santidad. Todo lo veía a través de su «fe de acero», como solía repetir, y su preocupación era «no perder a Dios de vista». Por amor a Dios llevó a cabo hasta los mínimos actos de su vida religiosa y Dios le premió con favores inauditos. En cierta ocasión el padre guardián le ordenó ir a traer madera al monte de La Malinche, distante unos 25 kilómetros de la ciudad de Puebla. Al tener ya cargada la carreta se le rompió el eje de una rueda. Fray Sebastián no dudó en emprender el camino en esas condiciones desastrosas. Apenas había llegado al convento y se disponía a componer la carreta, el padre Guardián le ordenó que fuera a Tepeaca, distante unos 36 kilómetros, a traer unas limosnas. El fraile obedeció al punto. Tomó su carreta, que de hecho no tenía más que una sola rueda, y así fue y regresó sin lamentar cosa alguna. Por cumplir la obediencia Dios obró el prodigio de que la carreta cargada de leña y el mismo Fr. Sebastián volaran sobre la barranca de Quautzazaloyan (hoy en día: Barranca de los Pilares), obstruida en aquellos momentos por otras carretas descompuestas.

Tuvo un gran dominio sobre los toros y animales indómitos. Cierto día, el superior le ordenó acarrear piedra del río –que pasa cerca del convento– sobre un mulo que nadie había podido domar, pero ni siquiera acercarse a él. Fray Sebastián fue al bruto animal y le dijo que era menester trabajar. El antes salvaje y rudo mulo a las palabras del fraile dócilmente se sujetó. Otra vez venía de Atlixco a Puebla y pernoctó en un lugar donde había enjambres de hormigas. Sucedió que durante la noche se llevaron el trigo que traía. Al día siguiente, al notar Fr. Sebastián la merma del trigo, ordenó a las hormigas que lo devolviesen, cosa que ellas cumplieron al punto.

Los labradores le buscaban para que conjurara las tempestades o acabara con las plagas que azotaban sus sementeras, lo que siempre hacía llevado de su gran caridad. Su cuerda se hizo famosa en muchísimas partes. Al contacto de ella sanaban enfermos y las mujeres en difíciles partos daban a luz felizmente. Uno de los más antiguos biógrafos del beato Sebastián, la llama el «sánalotodo» o medicamento universal. No podemos menos de citar el milagro que Dios obró por medio de su siervo. Aconteció que un niño de catorce meses de edad, hijo de unos bienhechores del convento, radicados en Huejotzingo, se metió debajo de una carreta tirada por bravos toros. Asustados éstos arrancaron y la pesada rueda pasó sobre el niño, enterrándolo en la tierra. Poco después llegó Fr. Sebastián y los padres del niño se lo presentaron muerto, rogándole hiciese algo por ellos. El fraile rogó a Dios y el niño resucitó por sus súplicas. 

Después de veinticuatro años que sirvió al convento como limosnero, Fr. Sebastián oyó la voz de Dios que lo invitaba a descansar en su reino. Llegó el 20 de febrero de 1600 atacado por fuertes dolores de la hernia que por muchos años le martirizó. Cinco días después, tirado en el suelo sobre una cobija, esperó a la «hermana muerte corporal» con toda la alegría de su espíritu. A las ocho de la noche del día 25 entregó su espíritu en las manos del Señor.

Apenas muerto, los prodigios se multiplicaron y es fama constante que hoy en día aún no cesan. Su cuerpo quedó incorrupto y despidiendo un aroma exquisito, que todavía en nuestros tiempos se percibe.

La fama de sus virtudes y milagros llegó a Roma y el papa Pío VI lo declaró Beato el 17 de mayo de 1789, concediendo al mismo tiempo oficio y misa a la Orden franciscana.

Los años han volado, pero la fama del taumaturgo poblano sigue aumentando y su culto propagándose por toda la República mejicana y fuera de ella. Los conductores de toda clase de vehículos consideran al Beato Sebastián como a celestial patrón. Esperamos que no esté lejano el día en que la inmortal Roma inscriba en el catálogo de los santos al «fraile carretero», que trabajó como pocos en México, y dio pruebas de acrisoladas virtudes y lustre a la Orden de San Francisco de Asís.

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SANTO TORIBIO ROMO PRESBÍTERO Y MÁRTIR MEXICANO

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Nació en Santa Ana de Guadalupe, ranchería (actualmente, con 390 habitantes) que pertenece al municipio de Jalostotitlán, en la zona de Los Altos de Jalisco, el 16 de abril de 1900. Fue hijo de Patricio Romo Pérez y de Juana González Romo, quienes lo llevaron a bautizar al día siguiente de su nacimiento a la parroquia de la Virgen de la Asunción.

Como todos los niños, acudió a la escuela parroquial de su pueblo y a la edad de doce años, por consejo de su hermana y con el apoyo de sus padres, ingresó al Seminario auxiliar de San Juan de los Lagos. María, además de hermana, fue una celosa promotora de la educación de Toribio. Sus padres oponían resistencia a que estudiara, pues era un apoyo en las faenas propias del campo. "Quica", como era llamada familiarmente María por sus parientes más cercanos, incluso contribuyó a infundir en él su vocación y fue quien lo acompañó en todos sus destinos para auxiliarlo.

Después de ocho años pasó al Seminario de Guadalajara. a los 21 años de edad debió solicitar dispensa de edad a la Santa Sede antes de proceder a la recepción del orden presbiteral. El señor arzobispo Francisco Orozco y Jiménez le confirió el diaconado el 22 de septiembre de 1922, y el 23 de diciembre del mismo año administró la ordenación sacerdotal. Prestó su servicios ministeriales en Sayula, Tuxpan, Yahualica y Cuquío. En la parroquia de este último destino se encontró con el señor cura Justino Orona, padre bondadoso que le brindó su amistad.

La persecución callista contra la Iglesia Católica enardeció los ánimos de los habitantes de Cuquío y el 9 de noviembre de 1926 se levantaron en armas más de trescientos hombres para repeler la opresión del Gobierno, que perseguía a muerte al párroco y a los sacerdotes, quienes anduvieron a salto de mata huyendo de un lugar a otro, esperando de un momento a otro la muerte. El padre Toribio escribió en su diario: ..."Pido a Dios verdadero mande que cambie este tiempo de persecución. Mira que ni la Misa podemos celebrar tus Cristos; sácanos de esta dura prueba, vivir los sacerdotes sin celebrar la Santa Misa... Sin embargo, qué dulce es ser perseguido por la justicia. Tormenta de duras persecuciones ha dejado Dios venir sobre mi alma pecadora. Bendito sea El. A la fecha, 24 de junio, diez veces he tenido que huir escondiéndome de los perseguidores, unas salidas han durado quince días otras ocho... unas me han tenido sepultado hasta cuatro largos días en estrecha y hedionda cueva; otras me han hecho pasar ocho días en la cumbre de los montes a toda la voluntad de la intemperie; a sol, agua y sereno. La tormenta que nos ha mojado, ha tenido el gusto de ver otra que viene a no dejarnos secar, y así hasta pasar mojados los diez días..."

Su gran amor a la Eucaristía le hacía repetir con frecuencia esta oración: Señor, perdóname si soy atrevido, pero te ruego me concedas este favor: no me dejes ni un día de mi vida sin decir la Misa, sin abrazarte en la Comunión... dame mucha hambre de Ti, una sed de recibirte que me atormente todo el día hasta que no haya bebido de esa agua que brota hasta la Vida Eterna, de la roca bendita de tu costado herido. ¡Mi Buen Jesús!, yo te ruego me concedas morir sin dejar de decir Misa ni un solo día.

En septiembre de 1927, el padre Toribio tuvo que retirarse y desde el cerro de Cristo Rey lloró afligido porque tenía que dejar el pueblo, decir adiós a su querido párroco; porque los superiores le ordenaban que se hiciera cargo de la parroquia de Tequila, Jalisco, lo cual no era una misión apetecible ya que el municipio era entonces uno de los lugares donde las autoridades civiles y militares más perseguían a los sacerdotes.

No se intimidó por ello y localizó una antigua fábrica de tequila que se encontraba abandonada cerca del rancho Agua Caliente, la utilizó como refugio y lugar para seguir celebrando misas.; presintió que allí sería su muerte inevitable, y lo dijo: "Tequila, tú me brindas una tumba, yo te doy mi corazón".

Por los graves peligros el padre Toribio no podía vivir en el curato de Tequila, y se hospedó en la barranca de Agua Caliete en la casa del señor León Aguirre. En diciembre de 1927, el hermano menor de Toribio fue ordenado sacerdote y enviado también a Tequila como vicario cooperador; a los pocos días llegó también su hermana María para atenderlos y ayudarlos.

El padre Toribio había ofrecido su sangre por la paz de la Iglesia y pronto el Señor aceptó el ofrecimiento. El Miércoles de Ceniza, 22 de febrero, el padre Toribio pidió al padre Román (su hermano) que le oyera en confesión sacramental y le diera una larga bendición; antes de irse le entregó una carta con el encargo de que no la abriera sin orden expresa. También pasó jueves y viernes arreglando los asuntos parroquiales para dejar todo al corriente. A las 4 de la mañana del sábado 25 acabó de escribir, se recostó en su pobre cama de otates y se quedó dormido.

De pronto una tropa compuesta por soldados federales y agraristas, avisados por un delator, sitió el lugar, brincaron las bardas y tomaron las habitaciones del señor León Aguirre, encargado de la finca y unagrarista grita: "¡Este es el cura, mátenlo!" Al grito despertaron el padre y su hermana y él contestó asustado: "Sí soy... pero no me maten"... No le dejaron decir más y dispararon contra él; con pasos vacilantes y chorreando sangre se dirigió hacia la puerta de la habitación, pero una nueva descarga lo derribó. Su hermana María lo tomó en sus brazos y le gritó al oído: "Valor, padre Toribio... ¡Jesús misericordioso, recíbelo! y ¡Viva Cristo Rey!" El padre Toribio le dirigió una mirada con sus ojos claros y murió.

Estando muerto ya su hermano, la amarraron espalda con espalda con el cadáver, en tanto armaban una camilla de ramajes para transportar el cuerpo del Padre Toribio.

Los verdugos lo despojaron de sus vestiduras y saquearon la casa para después llevarse presa a su hermana María a pie hasta el poblado de “La Quemada”, sin permitirle que sepultara a su hermano, pero antes habían pasado frente a la presidencia municipal con el cadáver del Mártir Toribio sobre la camilla improvisada con palos que transportaban unos vecinos, pero ahí, los soldados que, además, iban silbando y cantando obscenidades al tiempo que los demás rezaban.

María, ya liberada de su breve aprisionamiento, descalza, así como estaba, viajó a pie hasta Guadalajara, a casa de sus padres, para aislarse del odio, cobijarse en el amor paterno y llorar con los suyos la pérdida de su «querido niño».

La familia Plascencia consiguió permiso de velarlo en su casa y al día siguiente, domingo 26 de febrero, con mucha gente que rezaba y lloraba, lo sepultaron en el panteón municipal.

Pasados algunos días su hermano el Padre Román, obediente, abrió la carta en Guadalajara, encontrándose con que era el testamento del Padre Toribio y leyó su contenido: "Padre Román, te encargo mucho a nuestros ancianitos padres, haz cuanto puedas por evitarles sufrimientos. También te encargo a nuestra hermana Quica que ha sido para nosotros una verdadera madre... a todos, a todos te los encargo. Aplica dos misas que debo por las Almas del Purgatorio, y pagas tres pesos cincuenta centavos que le quedé debiendo al señor cura de Yahualica..."

El padre Toribio murió como mártir de la fe cristiana el 25 de febrero de 1928. Veinte años después de su sacrificio, los restos del mártir Toribio Romo regresaron a su lugar de origen, y fueron depositados en la capilla construida por él, en Jalostotitlán.. El 22 de noviembre de 1992 fue beatificado, y el 21 de mayo de 2000 fue canonizado junto con 24 compañeros.

Fuente catholic.net

11:23 p.m.

Por: P. Jesús Marti Ballester | Fuente: AMOR Y CRUZ

Virgen Laica

Martirologio Romano: En la ciudad de Algemesí, en la región de Valencia, beata Josefa Naval Girbés, virgen, que se consagró a Dios en la vida civil, entregada a catequizar a los niños (1893).

Fecha de beatificación:El 25 de septiembre de 1988 fue beatificada por Juan Pablo II.

Josefa Naval Girbés, nació en Algemesí, en la Ribera del Júcar, a 32 Km. de Valencia, España, el 11 de diciembre de 1820. Sus padres Francisco Naval y Josefa María Girbés tuvieron cinco hijos de los que Josefa fue la primera. Fue bautizada en la parroquia de San Jaime Apóstol, el mismo día de su nacimiento, con el nombre de María Josefa, de mayor la llamarán Pepa, o Señora Pepa. El 10 de noviembre de 1828 recibió la Confirmación y después recibió la Primera Comunión.

EDUCACION

Asistió a la escuela de La Enseñanza, patrocinada por el Cabildo Catedral. Desde la adolescencia se consagró al Señor con voto perpétuo de castidad. Recorrió el camino de la oración y de la perfección evangélica en una vida de sencillez y de caridad. En su compromiso de vida, se dedicó con generosidad a las obras de apostolado en la comunidad parroquial.

El Decreto para su beatificación dice: ...la Sierva de Dios tuvo a su parroquia como Madre en la fe y en la gracia y, en cuanto tal, la amó y la sirvió con humildad y espíritu de sacrificio. Por ello, mostraba sincera veneración a su párroco y se confió a su dirección espiritual; atendía a la confección, conservación y limpieza de los ornamentos litúrgicos y al adorno de los altares; todos los días acudía a la iglesia parroquial para participar en el sacrificio eucarístico, pero se distinguió sobre todo, por su apostolado inteligente y fecundo, que siempre desarrolló de acuerdo con sus pastores, a los cuales profesaba absoluto respeto y obediencia...

SU ACCION APOSTOLICA

Enseñaba a los pobres, aconsejaba a cuantos acudían a ella, restauraba la paz en las familias desunidas, organizaba en su casa reuniones con el fin de ayudar a las madres en su formación cristiana, encaminaba de nuevo a la virtud a las mujeres que se habían apartado del recto camino y amonestaba con prudencia a los pecadores. Pero la obra en la que centraba, sobre todo, sus cuidados y energías fue la educación humana y religiosa de las jóvenes, para quienes abrió en su casa una escuela gratuita de bordado, en el que era muy entendida. Aquel taller se convirtió en un centro de convivencia fraterna, oración, alabanza a Dios y explicación y profundización de la Sagrada Escritura y de las verdades eternas.

UNGIDA DE AMOR MATERNO

Con afecto maternal la Sierva de Dios fue para sus discípulas una verdadera maestra de la vida, modelo de fervoroso amor a Dios, lámpara que daba luz y calor. Les dio innumerables ejemplos de fe viva y comunicativa, de caridad diligente y alegre sumisión a la voluntad de Dios, y de los superiores, así como también de máxima solicitud por la salvación de las almas, prudencia singular, práctica constante de la humildad, pobreza, silencio y paciencia en las contrariedades y dificultades. Era notorio el fervor con que cultivaba la vida interior, la oración, la meditación, la aceptación de las molestias y su devoción a la Eucaristía, ala Virgen María y a los Santos. De este modo, contribuyó eficazmente la Sierva de Dios al incremento religioso de su parroquia.

VIRGEN SEGLAR

Fue miembro de la Orden Tercera de la Virgen del Carmen y de S. Teresa de Jesús, y profesaba gran devoción a San Juan de la Cruz. En casa de María Dolores Masiá Morán, vecina de Algemesí, se conserva un cuadro de la Virgen del Carmen bordado en oro y seda por su madre Vicenta Morán, cuando tenía 9 años, bajo la dirección de la señora Pepa. Lleva esta inscripción: Nuestra Señora del Carmen Vicenta Morán Edad 9 años Año 1893. Es el año en que murió la Beata, y este bordado artístico dirigido por ella es una de las últimas muestras de su devoción mariano carmelitana. Entregó piadosamente su alma a Dios en Algemesí el 24 de febrero de 1893. Su cuerpo se conserva en la iglesia parroquial de San Jaime, de su ciudad natal.

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11:23 p.m.

Por: . | Fuente: AcademiaHumanidades.cl

Presbítero Dominico

Martirologio Romano: En Ascoli Piceno, en Italia, beato Contancio de Fabriano Servioli, presbítero de la Orden de Predicadores, que se distinguió por la austeridad de su vida y por su interés en promover la paz (1481).

Fecha de beatificación: Su culto fue confirmado por el Papa Pío VII el 22 de septiembre de 1821.

Nace a principios del s. XV en Fabriano (Italia) de la familia Sérvoli de modesta condición.

Entró en la Orden en el convento de Santa Lucía de Fabriano a los quince años y completó su formación en Bolonia.

Fue de oración asidua, vida austera y gran trabajador por la paz. Cooperó decididamente en la reforma promovida entonces por san Antonino de Florencia, siendo prior de los conventos de Fabriano, Perusa y Ascoli Piceno.

Murió el 24 de febrero de 1481 y su cuerpo reposa en la hermosa iglesia de Santo Domingo y su cabeza se venera en la catedral de Fabriano.

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11:23 p.m.

Laico

Martirologio Romano: En Canterbury, en Inglaterra, san Etelberto, rey de Kent, que fue el primero de los príncipes de los anglos convertido a la fe en Cristo por el obispo san Agustín ( 616).

Breve Biografía

Eteleberto, rey de Kent, se casó con una princesa cristiana llamada Berta, que era la hija única de Chariberto, rey de París. Etelberto concedió a su esposa plena libertad para practicar su religión y Berta llevó consigo a Inglaterra a Liudardo, un obispo francés, quien ofició en la dedicación de la iglesia de San Martín de Canterbury. La tradición habla de la piedad y las amables virtudes de Berta, que indudablemente impresionaron mucho a su marido.

Sin embargo, Etelberto no se convirtió sino hasta la llegada de san Agustín de Canterbury y sus compañeros. Los misioneros, enviados por san Gregorio el Grande, desembarcaron en Thanet, desde donde se comunicaron con el rey Etelberto, anunciándole su llegada y las razones de su viaje. Etelberto les rogó que permanecieran en la isla y pocos días más tarde, fue personalmente a escucharles. Su primera conversación con ellos se llevó al cabo al aire libre, pues el rey temía que empleasen alguna magia o encanto, y en aquella época se creía que la magia no producía ningún efecto a cielo abierto. Etelberto se sentó bajo una encina y recibió amablemente a los misioneros; después de escucharles, les dio permiso de predicar al pueblo y de convertir a cuantos pudieran. Igualmente les dijo que él no podía abandonar por el momento a sus dioses, pero que velaría porque los misioneros fuesen bien tratados y no les faltase nada. Beda cuenta que les entregó la iglesia de San Martín para que pudiesen «cantar salmos, orar, ofrecer la misa, predicar y bautizar». Las conversiones empezaron a multiplicarse, y Etelberto y la corte no resistieron largo tiempo a la predicación. Fueron bautizados en Pentecostés del año 597. A la conversión del rey siguió la de millares de sus súbditos.

El rey dio permiso a San Agustín y sus compañeros de reconstruir las antiguas iglesias y de construir otras nuevas; pero, a pesar de su celo por la propagación de la fe, no obligó a sus súbditos a cambiar su religión. Como lo dice expresamente Beda, Etelberto había aprendido de sus maestros que el servicio de Cristo tenía que ser voluntario. Etelberto trataba a todos sus súbditos con la misma bondad, aunque sentía especial afecto por los que se habían convertido al cristianismo.

Su gobierno se distinguió por el empeño que puso en mejorar las condiciones de vida de sus súbditos; sus leyes le ganaron el aprecio de Inglaterra, en épocas posteriores. En Canterbury regaló tierras y edificios al arzobispo, quien construyó ahí la catedral llamada "Christ Church" y, fuera de las murallas, la abadía y la iglesia de San Pedro y San Pablo, que más tarde se llamó de San Agustín. Etelberto fundó el nuevo obispado de Rochester en sus dominios y construyó la iglesia de San Andrés. En Londres, que formaba parte del territorio del rey de los sajones del este, construyó la primera catedral de San Pablo. Por su medio abrazaron la fe cristiana Saberlo, rey de los sajones del este, y Redvaldo, rey de los anglos del este, si bien Redvaldo recayó más tarde en la idolatría.


Después de cincuenta y seis años de reinado, Etelberto murió el año 616 y fue sepultado en la iglesia de San Pedro y San Pablo, donde descansaban los restos de la reina Berta y de san Liudardo. Hasta la época de Enrique IV, había siempre una lámpara encendida frente a su sepulcro. Las diócesis de Westminster, Southwark y Northampton celebran su fiesta; la diócesis de Nottingham y el Martirologio Romano conmemoran su nombre.

San Etelberto es un modelo por la nobleza de su conversión. La acogida que dio a los misioneros y su gesto de escucharles sin prejuicios son un caso extraordinario en la historia. Con su actitud de no imponer la fe a sus súbditos, a pesar de su celo por propagarla, favoreció enormemente la obra de los misioneros. La violencia ha sido siempre enemiga de la fe, aun en los casos en que parece favorecerla momentáneamente, pues está en oposición con el espíritu del Señor y la esencia misma del cristianismo. El mundo será evangelizado por la oración, la predicación y el ejemplo, no por la violencia, la persecución y la tiranía.

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5:25 p.m.

SAN MODESTO DE TRÉVERIS

OBISPO






 En Tréveris, en la Galia Bélgica, (hoy en Alemania), san Modesto, obispo (c. 486).Su apelativo bien pronunciado indica al poseedor de una virtud altamente costosa de conseguir y dice mucho con relación a la templanza que ayuda al perfecto dominio de sí. Buen servicio hizo esta virtud al santo que la llevó en su nombre.

El pastor de Tréveris trabaja y se desvive por los fieles de Jesucristo, allá por el siglo V. Lo presentan los escritos narradores de su vida adornado con todas las virtudes que debe llevar consigo un obispo.

Al leer el relato, uno va comprobando que, con modalidades diversas, el hombre continúa siendo el mismo a lo largo de la historia. No cambia en su esencia, no son distintos sus vicios y ni siquiera se puede decir que no sea un indigente de los mismos remedios ayer que hoy. Precisamente en el orden de la sobrenatural, las necesidades corren parejas por el mismo sendero, las virtudes a adquirir son siempre las mismas y los medios disponibles son idénticos. Fueron inventados hace mucho tiempo y el hombre ha cambiado poco y siempre por fuera.

Modesto es un buen obispo que se encuentra con un pueblo invadido y su población asolada por los reyes francos Merboco y Quildeberto. A su gente le pasa lo que suele suceder como consecuencia del desastre de las guerras. Soportan todas las consecuencias del desorden, del desaliento, del dolor de los muertos y de la indigencia. Están descaminados los usos y costumbres de los cristianos; abunda el vicio, el desarreglo y libertinaje. Para colmo de males, si la comunidad cristiana está deshecha, el estado en que se encuentra el clero es aún más deplorable. En su mayor parte, están desviados, sumidos en el error y algunos nadan en la corrupción.

El obispo está al borde del desaliento; lleno de dolor y con el alma encogida por lo que ve y oye. Es muy difícil poner de nuevo en tal desierto la semilla del Evangelio. Humanamente la tarea se presenta con dificultades que parecen insuperables.

Reacciona haciendo cada día más suyo el camino que bien sabía habían tomado con éxito los santos. Se refugia en la oración; allí gime en la presencia de Dios, pidiendo y suplicando que aplaque su ira. Apoya el ruego con generosa penitencia; llora los pecados de su pueblo y ayuna. Sí, son muchas las horas pasadas con el Señor como confidente y recordándole que, al fin y al cabo, las almas son suyas.

No deja otros medios que están a su alcance y que forman parte del ministerio. También predica. Va poco a poco en una labor lenta; comienza a visitar las casas y a conocer en directo a su gente. Sobre todo, los pobres se benefician primeramente de su generosidad. En esas conversaciones de hogar instruye, anima, da ejemplo y empuja en el caminar.

Lo que parecía imposible se realiza. Hay un cambio entre los fieles que supo ganar con paciencia y amabilidad. Ahora es el pueblo quien busca a su obispo porque quiere gustar más de los misterios de la fe. Ya estuvieron sobrado tiempo siendo rudos, ignorantes y groseros.

Murió y la gente decía que era un santo el que se iba el 24 de febrero del año 486.

El relato reafirma juntamente la pequeñez del hombre, el de ayer y el de hoy y su grandeza.

11:23 p.m.

Por: . | Fuente: Lasalle.org // Sallep.net

Religioso y Mártir

Martirologio Romano: En territorio de la Arquidiócesis de Madrid, España, Beatos Alberto María Marco y Alemán y 8 compañeros de la Orden de los Carmelitas de la Antigua Observancia; Agustín María García Tribaldos y 15 compañeros del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, asesinados por odio a la fe. ( 1936-1937)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Breve Biografía

El origen de la vocación de este Hermano es una prueba más de los admirables caminos de la Providencia hacia la vida perfecta. Hablando con una vecina, la madre de Juan Lucas le decía:

"Estoy preocupada por el porvenir de mis pequeños".
"¿Por qué no los mandas a Griñón, al Noviciado de los Hermanos?” le replicó su interlocutora.
"Mi hijo está allí contento y estoy segura de que los tuyos harán lo mismo y lle-garán a ser religiosos útiles a la iglesia y a la Patria".

La propuesta agradó mucho a esta madre cristiana, que se sentía feliz de entregar sus hijos a Dios. Ellos se declararon encantados. Los padres trataron el asunto con el Hno. Director de Lorca, quien invitó a los dos Aspirantes a frecuentar aquella Escuela, como externos, con el fin de estudiar más fácilmente su vocación.

La Escuela de los Hermanos estaba muy lejos de su casa, pero recorrieron ani-mosos mañana y tarde el largo camino, sostenidos por la esperanza de realizar un día su piadoso proyecto. Dos años después, el 16 de Julio de 1928, se reali-zaba su sueño.

Con catorce años cumplidos, Juan Lucas llevaba a Griñón un armonioso conjun-to de cualidades naturales: candor, alegría, generosidad, franqueza; eran más que suficientes para granjearle plena simpatía. Tuvo la ventaja de encontrarse dirigido por la dirección esclarecida del piadoso Hno. Alejo Andrés.

Sacó gran provecho de sus estudios en los diez y ocho meses de su Noviciado Menor. Asimiló tan bien los procedimientos de la enseñanza lasaliana, que los aplicó con éxito desde el principio de su apostolado entre los niños. El 2 de Fe-brero de 1930 se convertía en el Hno. Braulio Carlos y se entregaba a la gracia de su período de probación con perfecta docilidad. Uno de sus con-novicios dice de él: "No creo que sufriese nunca crisis de la tristeza o del desaliento; su rostro reflejaba siempre el bello azul del cielo de Murcia. Tampoco sé si le costó la obediencia, pues siempre le he visto alegremente sumiso en todo y a todos”.

Llevaba tres meses en el Escolasticado, cuando el prólogo de la horrible heca-tombe que se preparaba, interrumpió sus estudios bruscamente. Al resplandor de los incendios de conventos e iglesias en Madrid, el 11 de Mayo de 1931, se comprendió el peligro que corría la casa de Griñón. Se avisó a los preocupados padres de la libertad que tenían de retirar a sus hijos. El Hno. Brauiio Carlos vol-vió a su casa, junto con su hermano, bien resuelto a vivir, con los Hermanos de Lorca, la vida de Comunidad de Griñón. Pero no pudo ser. Su madre no podía afrontar los gastos de los trabajos del campo, ante las desmesuradas exigencias de los obreros agrícolas, exaltados por la propaganda socialista. Tuvo que acu-dir al apoyo de sus dos hijos. Y durante siete meses se dedicaron a los trabajos agrícolas, permaneciendo en lo posible fieles a sus prácticas religiosas.

El 7 de Enero de 1933, el Hno. Braulio Carlos y su hermano volvían a Griñón para continuar su preparación pedagógica. A mediados de Noviembre iniciaban su apostolado. A él le correspondió ir a Puente de Vallecas, en la proximidad de Madrid. ‛‛Era un vigilante pastor", escribe un Hermano que tuvo la ocasión de observarle en su trato con los alumnos. Justamente preocupado por la buena y activa vigilancia, no se dejaba distraer. Si se le hablaba entonces, con breve y amable palabra indicaba que el cuidado de su rebaño reclamaba toda su aten-ción. En clase colocaba cerca de si a los alumnos más revoltosos. ¡Cuántas fal-tas no ha evitado su concienzuda vigilancia!.

El Hermano Braulio Carlos adquirió pronto notable maestría profesional por el uso constante de los métodos lasalianos. Tenía siempre sobre su pupitre la obra maestra de "Las doce virtudes del buen maestro”. Un Hermano anciano que visi-taba su clase le dijo al verlo: “¿Por qué tiene aquí este librito, si no le puede le-er?” “Lo he leído muchas veces, le respondió, y su presencia me recuerda su contenido”. En la capilla daba, por su fervor, la impresión del religioso penetra-do del amor de Dios.

Sus tres años de permanencia en Vallecas revelaron en el joven Hermano un hombre totalmente entregado a su vocación, a su Instituto, a sus alumnos y al exacto cumplimiento de sus deberes, atestigua el Hno. Director. Y añadía: “Era verdadero religioso y educador.

Con ocasión del la sublevación de Julio de 1936, el Hno. Braulio Carlos se refu-gió en el Asilo del Sagrado Corazón, que los comunistas no tardaron en conver-tir en hospital. Su actitud y buen humor le permitieron no suscitar ninguna sos-pecha en un principio. Durante siente meses fue considerado como empleado del servicio de los enfermos

Pero llegó un día en que el administrador, Jesús Bea Soto, le denunció como asiduamente relacionado con los antiguos religiosos de la casa. Y el 13 de Fe-brero fue conducido por dos policías, con "aire preocupado y cabeza baja", a la calle Juan Bravo Murillo, según un testigo ocular, Laureano Lorenzo, empleado en el mismo establecimiento.

Según varias declaraciones concordantes, el Hermano Braulio Carlos fue llevado, el 23 de febrero de 1937, a la Cheka del "Pacífico" y probablemente fusilado allí mismo y enterrado también allí, en el sótano, con otros cadáveres. Estas investigaciones las hizo el mes de marzo de 1940 el Hermano del difunto. Tenemos la confianza de su triunfo definitivo con la gloriosa falange de los mártires de Cristo.

Falleció a los 24 años y 7 de vida religiosa.
 

Este grupo de mártires está integrado por:


1. EUGENIO GARCÍA TRIBALDOS (AGUSTÍN MARÍA), religioso profeso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos de La Salle)
nacimiento: 13 Julio 1877 en Vellisca, Cuenca (España)
martirio: 30 Julio 1936 en Madrid (España)

2. MIGUEL SOLAS DEL VAL (ANSELMO PABLO), religioso profeso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos de La Salle)
nacimiento: 08 Mayo 1890 en Briviesca, Burgos (España)
martirio: 30 Julio 1936 en Casa de Campo, Madrid (España)

3. ALEJANDRO GONZÁLEZ BLANCO (BRAULIO JOSÉ), religioso profeso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos de La Salle)
nacimiento: 23 Julio 1890 en Villovieco, Palencia (España)
martirio: 30 Julio 1936 en Casa de Campo, Madrid (España)

4. PABLO DÍAZ DE ZÁRATE y ORTIZ DE ZÁRATE (NORBERTO JOSÉ), religioso profeso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos de La Salle)
nacimiento: 21 Enero 1892 en MuruaCogoitia, Álava (España)
martirio: 30 Julio 1936 en Casa de Campo, Madrid (España)

5. GUILLERMO ÁLVAREZ QUEMADA (OSEAS), religioso profeso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos de La Salle)
nacimiento: 10 Febrero 1890 en Sta. Cruz de la Salceda, Burgos (España)
martirio: 30 Julio 1936 en Casa de Campo, Madrid (España)

6. LUIS HERRERO ARNILLAS (ESTEBAN VICENTE), religioso profeso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos de La Salle)
nacimiento: 22 Agosto 1893 en La Serna, León (España)
martirio: 30 Julio 1936 en Casa de Campo, Madrid (España)

7. JUAN LANZ PALANCA (CRISÓLOGO), religioso profeso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos de La Salle)
nacimiento: 11 Agosto 1880 en Pamplona, Navarra (España)
martirio: 30 Julio 1936 en Casa de Campo, Madrid (España)

8. ELEUTERIO MANCHO LÓPEZ (ELEUTERIO ROMÁN), religioso profeso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos de La Salle)
nacimiento: 20 Febrero 1898 en Fuentes de Valdepero, Palencia (España)
martirio: 03 Agosto 1936 en Puente Vallecas, Madrid (España)

9. JUAN LUCAS MANZANARES (BRAULIO CARLOS), religioso profeso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos de La Salle)
nacimiento: 10 Diciembre 1913 en Campillo Lorca, Murcia (España)
martirio: 23 Febrero 1937 en Puente Vallecas, Madrid (España)

10. IGNACIO GONZÁLEZ CALZADA (ROGACIANO), religioso profeso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos de La Salle)
nacimiento: 31 Julio 1885 en Terrazos de Bureba, Burgos (España)
martirio: 24 Julio 1936 en Madrid (España)

11. JOAQUÍN RODRÍGUEZ BUENO (IRENEO JACINTO), religioso profeso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos de La Salle)
nacimiento: 20 Agosto 1910 en Mazuelo de Muñó, Burgos (España)
martirio: 22 Julio 1936 en Almudena, Madrid (España)

12. VICENTE LÓPEZ y LÓPEZ (VIRGINIO PEDRO), religioso profeso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos de La Salle)
nacimiento: 27 Octubre 1884 en Miraveche, Burgos (España)
martirio: 22 Julio 1936 en Almudena, Madrid (España)

13. PEDRO BRUCH COTACÁNS (ANASTASIO PEDRO), religioso profeso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos de La Salle)
nacimiento: 30 June 1869 en Gerona (España)
martirio: 14 Septiembre 1936 en Hortaleza, Madrid (España)

14. ALBERTO JOSÉ LARRAZÁBAL MICHELENA (JUNIÁN ALBERTO), religioso profeso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos de La Salle)
nacimiento: 04 Febrero 1893 en Irún, Guipúzcoa (España)
martirio: 7 Septiembre 1936 en Arganzuela, Madrid (España)

15. EUSEBIO ANGULO AYALA (LUIS VICTORIO), religioso profeso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos de La Salle)
nacimiento: 14 Diciembre 1894 en QuintanillaValdegovia, Álava (España)
martirio: 7 Septiembre 1936 en Arganzuela, Madrid (España)

16. RAMIRO FRÍAS GARCÍA (VIDAL ERNESTO), religioso profeso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos de La Salle)
nacimiento: 13 Marzo 1906 en Villajimena, Palencia (España)
martirio: 28 Noviembre 1936 en junto al cementerio de Vicalvaro, Madrid (España)

17. DANIEL GARCÍA ANTÓN (DANIEL MARÍA), clérigo profeso de los Carmelitas de la Antigua Observancia
nacimiento: 11 Deciembre 1913 en Navacepeda de Tormes, Ávila (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Carabanchel Bajo, Madrid (España)

18. SILVANO VILLANUEVA GONZÁLEZ (SILVANO MARÍA), clérigo profeso de los Carmelitas de la Antigua Observancia
nacimiento: 06 Febrero1916 en Huérmeces, Burgos (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Carabanchel Bajo, Madrid (España)

19. ADALBERTO VICENTE MUÑOZ (ADALBERTO MARÍA), clérigo profeso de los Carmelitas de la Antigua Observancia
nacimiento: 23 Abril 1916 en Cuéllar, Segovia (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Carabanchel Bajo, Madrid (España)

20. AURELIO GARCÍA ANTON (AURELIO MARÍA), clérigo profeso de los Carmelitas de la Antigua Observancia
nacimiento: 14 Agosto 1916 en Navacepeda de Tormes, Ávila (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Carabanchel Bajo, Madrid (España)

21. FRANCISCO PÉREZ Y PÉREZ (FRANCISCO MARÍA), clérigo profeso de los Carmelitas de la Antigua Observancia
nacimiento: 30 Enero 1917 en Ros, Burgos (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Carabanchel Bajo, Madrid (España)

22. ÁNGELO REGUILÓN LOBATO (ÁNGEL MARÍA), clérigo profeso de los Carmelitas de la Antigua Observancia
nacimiento: 01 June 1917 en Pajares de la Lampreana, Zamora (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Carabanchel Bajo, Madrid (España)

23. NICOMEDES ANDRÉS VECILLA (BARTOLOMÉ FANTI MARÍA), clérigo profeso de los Carmelitas de la Antigua Observancia
nacimiento: 26 Agosto 1917 en Pajares de la Lampreana, Zamora (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Carabanchel Bajo, Madrid (España)

24. JOSÉ SÁNCHEZ RODRÍGUEZ (ÁNGEL MARÍA), clérigo profeso de los Carmelitas de la Antigua Observancia
nacimiento: 02 Agosto 1918 en Pajares de la Lampreana, Zamora (España)
martirio: 18 Agosto 1936 en Carabanchel Bajo, Madrid (España)

25 FRANCISCO MARCO ALEMÁN (ALBERTO MARÍA), sacerdote profeso de los Carmelitas de la Antigua Observancia
nacimiento: 23 Mayo 1894 en Caudete, Albacete (España)
martirio: 28 Noviembre 1936 en Paracuellos de Jarama, Madrid (España)

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11:23 p.m.

Por: . | Fuente: PrelaturaAyaviri.org

Funddora de la
Congregación de las Hijas de San Camilo

Martirologio Romano: En Roma, beata Josefina (Judit Adeleide) Vannini, virgen, que fundó la Congregación de las Hijas de San Camilo, para servir a los enfermos (1911).

Fecha de beatificación: 16 de octubre de 1994 por el Papa Juan Pablo II.

Dios a veces se vale de los “fracasos” para manifestar su gloria en medio de los hombres. Judith Vannini, se quedó pasmada al recibir la noticia de que ya no podía pertenecer más a la Congregación de las Hijas de San Vicente de Paul. No lo podía creer, su vida en los últimos 23 años había transcurrido con estas buenas religiosas, pero su salud era muy frágil y fue invitada a dejar la comunidad.

Judith había nacido el 7 de julio de 1859 en el seno de una humilde familia en Roma. Cuando tenía 7 años su padre y su madre perdieron la vida y entonces fue llevada a un hospicio que atendían las Hijas de San Vicente de Paul, quienes la acogieron como una hija durante 17 años. A lo largo de este tiempo había aprendido a amar a Dios con intensidad y todo en ella manifestaba una clara vocación a la vida consagrada. En 1883 fue admitida como aspirante en la comunidad a la que tanto debía. Pero ahora con casi 30 años, sin familia y sin conocer el mundo, tenía que empezar una nueva vida.

A los ojos de alguien que no entiende las cosas de Dios, la situación de Judith podía parecer un rotundo fracaso. Su lucha interior era tremenda, ella quería ser fiel a Dios y parecía que el Señor le pagaba mal toda su entrega. Cargada de dolor vuelve a Roma, en donde se aloja en la casa de una tía y donde sus dos hermanos tratan de convencerla de abandonar toda idea de ingresar a otra Congregación.

Los camilos, comunidad dedicada al apostolado hospitalario, habían encargado al P. Luis Tezza la formación de una comunidad religiosa femenina que compartiera su misma espiritualidad. El P. Luis se fue a Francia a trabajar en el encargo recibido, pero entonces la persecución contra la Iglesia en Francia, deshizo el grupo de jóvenes que había formado y él tuvo que regresar a Italia. Al P. Luis también parecía que las cosas no le estaban saliendo bien, pero era un hombre de Dios y sabía que el Señor le indicaría los signos en el momento oportuno.

En 1891, la Providencia reunió en una capillita en Roma a Judith, que había ido a recibir unos Ejercicios Espirituales, y al P. Tezza, quién había llegado hasta allí para reemplazar a un hermano suyo en una plática espiritual. Luego de la plática, Judith, animada por la profundidad espiritual que había percibido en este sacerdote, le busca y le cuenta todo lo que le había pasado. El P. Luis, iluminado por el cielo, reconoció en Judith a la persona indicada para iniciar la nueva congregación que con el nombre de Hijas de San Camilo es fundada el 2 de febrero de 1892.

Judith, que ahora era la madre Josefina, y otras jóvenes van a ser purificadas al poco tiempo en el crisol de las pruebas. Inesperadamente tienen que dejar Roma, pues la Santa Sede había decidido que en la Ciudad Eterna no se erijan nuevas comunidades religiosas. Por otro lado, unos envidiosos calumniaron al P. Luis y se le impuso la prohibición de acercarse a la Madre Josefina y a su comunidad. Pero la fidelidad y la mortificación de Josefina y el P. Luis dieron sus frutos. En solo 20 años estas religiosas estaba sirviendo en varios países y contaban con 126 hermanas. La Madre muere el 23 de Febrero de 1911 en Roma. El buen P. Luis Tezza había partido para el Perú en 1902 y allí muere años más tarde en olor de santidad en la ciudad de Lima. El Papa Juan Pablo II tuvo la bendición de beatificar a la Madre Josefina el 16 de Octubre de 1994 y al P. Luis Tezza el 4 de noviembre de 2001. Los restos de ambos descansan en Roma.

Si usted tiene información relevante para la canonización de la Neata Josefina, por favor comuníquese a:
Figlie di S. Camillo
Via Anagnina, 18
00046 Grottaferrata (RM), ITALIA

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