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SAN CONRADO DE PIACENZA 

EREMITA




PALABRA DE DIOS DIARIA


En Neto, en Sicilia, san Conrado de Piacenza Confalonieri, eremita de la Tercera Orden de San Francisco, que, abandonando los placeres seculares, perseveró durante más de cuarenta años en una vida austera de oración y penitencia (1351).

Fecha de canonización: 12 de septiembre de 1625 por el Papa Urbano VIII.

Los ecólogos probablemente no tienen ninguna simpatía por este santo, pues durante una cacería no dudó en quemar el bosque con tal de hacer salir las liebres y los faisanes.

Para aplacar la ira de los colonos que vieron destruidas sus cosechas y sus casas por el voraz incendio, el gobernador de Piacenza, Galeazzo Visconti, hizo condenar a muerte al primero que cayó en sus manes y cuya única culpa era la de haberse encontrado en el monte durante el incendio.

El verdadero culpable era Conrado Confalonieri que había nacido en Piacenza en 1290; estaba casado y su profesión era la de soldado de aventura. 

Era fundamentalmente un hombre de bien, y por eso no dudó en entregarse, cuando supo que un inocente iba a pagar con la vida su acto de ligereza. Después de haber confesado su culpa, manifestó que estaba dispuesto a pagar los daños. Y así lo hizo, aunque quedó en extrema pobreza. 

Como los caminos del Señor son infinitos, el pirómano cazador, actitud muy poco franciscana, entró arrepentido y en paz a la Tercera Orden franciscana de Calendasco en 1315, después de haberse separado de común acuerdo de su esposa, Eufrosina, que, siguiendo el ejemplo del marido, entró al monasterio franciscano de Piacenza.

Dentro del sayo franciscano palpitaba todavía el corazón del errante hombre de armas. 

Después de varios años de piadosa peregrinación de un santuario a otro, fray Conrado fijó su residencia en un pueblito llamado Noto, más abajo de Siracusa, en un lugar apartado. Pero la fama de su santidad lo seguía como la sombra, y al ver que las demasiadas visitas le quitaban el tiempo para la oración, se retiró de allí y fue a vivir en una gruta apartada que después la gente bautizó con el nombre de “gruta de San Conrado”. Allí murió el 19 de febrero de 1351.

La Orden franciscana venera a este ilustre miembro seglar de su familia y celebra su memoria el 19 de febrero, desde que Urbano VIII, por decreto del 12 de septiembre de 1625, concedió a la Orden celebrar misa y oficio del santo eremita.

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Presbítero y Fundador de la
Congregación de los
Canónigos Regulares de la Santa Cruz

Martirologio Romano: En Coimbra, en Portugal, san Teotonio (o Theodón), que peregrinó dos veces a Jerusalén y, después de renunciar a la custodia del Santo Sepulcro, volvió a su patria y fundó la Congregación de Canónigos Regulares de la Santa Cruz (c. 1162).

Fecha de canonización: Su culto fue confirmado por Benedicto XIV en el año 1167.

Breve Biografía

Don Teotonio nació hacia el año 1086 en Ganfei en Portugal. Recibió su educación en el monasterio de Benedictino de Ganfei. Inmediatamente después viajó a Coimbra para estudiar humanidades y teología. Posteriormente su tío Cresconio, obispo de Coimbra, lo envió a Viseu donde aprendió, bajo la guía del archidiácono Tello, el arte de la lectura y el canto según la usanza de aquelos tiempos. Fue en esta ciudad donde recibió la ordenación sacerdotal.

Llegó a ser prior de Nuestra Señora de Viseu, y en su período mejoró la situación material del convento y su testimonio de vida contribuyó mucho al clero; predicaba con el ejemplo y era un excelente consejero espiritual para muchas personas. Terminado su período emprendió una peregrinación a Jerusalén.

Rehusó el obispado y se entregó al ministerio de la Palabra y al sacramento de la confesión, en medio de un pueblo corrompido, dando pruebas –en muchas circunstancias– de su fidelidad a la virtud de la castidad.

Emprendió una segunda peregrinación a Jerusalén. Al regresar a Coimbra fundó, con 11 compañeros, la Congregación de los Canónigos Regulares de la Santa Cruz. El 28 de junio de 1131, con la presencia del rey Don Alfonso, quien lo tenía en gran estima, se colocó la primera del nuevo monasterio. El 24 de febrero del año siguiente es elegido prior de ese monasterio, puesto que ejerció durante casi veinte años. San Teotonio se propuso convertir al monasterio de la Santa Cruz en un foco de santidad y cultura, y para este fin trabajó tenazmente para dotarlo de todas aquellas obras que consideraba indispensables para la formación teológica de sus monjes, lo que pudo llevar a término gracias a la magnificencia de su gran amigo y penitente: el rey Alfonso, gesto que más tarde imitó Don Sancho I, el cual, en 1192, ordenó que se entregaran anualmente al Monasterio 400 maravedís de oro para que se pudieran mandar religiosos a las Universidades de Francia, París y Montpellier. De hecho, el impulso científico que dio a su Monasterio San Teotonio no fue frívolo ni momentáneo, puesto que por varios años el Monasterio de la Santa Cruz mantuvo su prestigio de centro cultural de primer orden, contando entre sus monjes con hombres eminentes en ciencia y virtud que fueron lumbreras de la Iglesia de Portugal.

Fiel a las oraciones diarias nunca permitió que los monjes rezasen los oficios con premura, El Rey Alfonso atribuyó sus victorias a las oraciones de Teotonio y en muestra de gratitud concedió la libertad a todos los Cristianos mozárabes. Teotonio dejó el cargo de prior a los 70 años de edad.

Murió el 18 de febrero de 1162, con ochenta años de edad. Su cadáver descansa en el monasterio de Santa Cruz. Su culto fue aprobado por Benedicto XIV en 1167. Fue el primer santo portugués en ser canonizado en los tiempos modernos.

La Congregación que él presidió tuvo un gran florecimiento por 700 años, hasta que finalmente en el año 1834 fue suprimida violentamente por un gobierno enemigo de la Iglesia.

Fue designado como el patrono de Viseu.


Fuentes bibliográficas:
Franciscanos.org: Artículo de Luis Arnaldich, o.f.m.
Santiebeati.it: Artículo de Fabio Arduino
Cademeusanto.com.br

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Por: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net

Patriarca de Constantinopla

Martirologio Romano: En Constantinopla, san Tarasio, obispo, insigne por su piedad y su erudición, que inició el Concilio Niceno II, en el cual los Padres defendieron el culto de las santas imágenes (806).
Para nosotros que vivimos en la “civilización de las imágenes”, así llamada por la masiva presencia de los instrumentos audiovisuales, sobre todo el cine y la televisión, tal vez resulte estimulante el recuerdo de un personaje que luchó valientemente por las “imágenes”, aunque ésta no sea su gloria principal y las imágenes por las que él combatió eran mucho más “sagradas” que las que nos propone ahora la sociedad de consumo.

La polémica sobre el culto de las imágenes, la llamada lucha iconoclasta, contó entre sus protagonistas a los emperadores bizantinos León III el Isáurico, Constantino V Coprónimo y León IV Khazaras por una parte, y por otra a San Juan Damasceno y a los patriarcas Germán de Constantinopla y a Tarasio. En realidad, junto a un conflicto ideal, que trataba sobre la ortodoxia, sobre la legitimidad de representar a Dios y al “mundo celeste”, prohibido por la ley judía pero no observado por los cristianos, los historiadores hacen notar que había muchas cuestiones de carácter político y hasta económico: en efecto, los defensores de las imágenes eran los monjes, los únicos verdaderos opositores del poder imperial. Pero, como decíamos, Tarasio tiene también otras glorias. Era de familia noble y había sido revestido de la dignidad de senador y jefe de la cancillería imperial.

Aunque era un simple laico, por designación del difunto patriarca Pablo, fue elegido para recibir una difícil herencia, que aceptó con la condición de que la emperatriz Irene y el senado se comprometieran a consentir la convocación de un concilio: solo así seria posible restablecer la ortodoxia y la paz eclesiástica. Esto se logró, no sin dificultad, en el concilio de Nicea del 787. Tarasio fue también un fuerte defensor de la moral cristiana y sobre todo del matrimonio, oponiéndose con energía al mismo emperador Constantino VI, que pretendía de él la sentencia de divorcio para poder contraer nuevas nupcias. Tarasio fue también un gran devoto de la Virgen María, a quien saludaba así: “Salve, oh Mediadora de todo lo que hay bajo el cielo; salve, reparadora de todo el universo; salve, oh llena de gracia, el Señor es contigo, él que existía antes que tú y nació de ti, para vivir con nosotros”. San Tarasio murió a la edad de 76 años, en el 806 y fue sepultado en el santuario “Todos los mártires” del monasterio fundado en el Bósforo.

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Por: . | Fuente: santiebeati.it

Fundadora del
Instituto de las Hermanas del Santísimo Sacramento
(Sacramentinas)

Martirologio Romano: En Bérgamo, en Italia, santa Gertrudis (Catalina) Comensoli, virgen, que fundó una congregación de religiosas para la adoración del Santísimo Sacramento y la educación de la juventud (1903).

Fecha de canonización: 26 de abril de 2009 por el Papa Benedicto XVI

De familia pobre, muy religiosa y creyente en la Historia Sagrada predicada por el párroco en la clases de Doctrina Cristiana, Catalina, quien era de inteligencia vivaracha y de ánimo sensible, vive en casa los misterios cristianos de la fe. Además asiste frecuentemente a la catequesis y al oratorio parroquial. En esta atmósfera de fe se impregna en su corazón el amor a la Presencia de Jesús en la Eucaristía, profundizándose la devoción a este misterio por la ayuda de buenos confesores, al punto de anhelar fuertemente el fundar un Instituto que tenga como fin la adoración a este insondable misterio. En 1867 se consagra en la Compañía de Santa Ángela Mérici volviéndose maestra de las novicias. Su padre se enferma, por lo que ella entra a laborar como empleada doméstica en casa de la famosa familia de don Giovanni Baptista Rota, un año después, es llamada a San Gervasio por Condesa Ippolita Fè Vitales, cuñada de los nobles Simoni de Bienno, para ser dama de compañía y ayudar con el hijito que había nacido en marzo de 1871. Se queda en San Gervasio aproximadamente 12 años.

Convertida en una mujer sabia, rica en capacidades humanas y en sensibilidades interiores, dueña de una espiritualidad profunda y a una creciente atención a las necesidades educativas de las "jovencitas" y de los enfermos de San Gervasio, madura cada vez más en ella el ideal de fundar un Instituto entregado a la adoración y a la educación, que se concreta con el encuentro en Bérgamo con el Padre Francisco Spinelli. En el siglo XIX era necesario un sacerdote Superior que garantizara el buen funcionamiento de un Instituto femenino, puesto que se pensaba que las mujeres no eran capaces de gobernar y administrar. Del 1879 al 1882 el proyecto se va implementando y, después de le haber sido sometido para su aprobación al obispo de Bérgamo Mons. Gaetano Camillo Guindani, el instituto es fundado el 15 de diciembre1882. En la ciudad y en la diócesis la iniciativa es bien acogida, porque es lo única sobre el territorio bergamasco con el objetivo primario de la adoración perpetua. La Casa Matriz se abre en Bérgamo, al poco tiempo otras casas se abren en Lombardía y en Véneto.

Un derrumbamiento financiero forzó a la separación de los dos Fundadores y por lo tanto a la división en dos Institutos. El 19 de enero 1889 la Madre Gertrudis escribe: "Este es el día de la terrible catástrofe Mi Jesús, de aquí a pocos minutos estarán aquí, vienen a clausurar todo... sustentadme en la dura prueba, ayudadme por caridad. Los hombres clausuran nuestras cosas. Vos sellad mi corazón dentro de vuestro dulce y amable Corazón, ya no me sacaréis… siempre tenedme con Vos, mi querido Jesús, hágase Tu voluntad. Amén.". "…mi pobre instituto, si es de Vuestro agrado lo sustentaréis”. "Tan sólo Vos podéis levantarme, tan sólo Vos ayudarme. Tan sólo confío en Vos. ¡único Dios!". (Los Escritos, p. 57, 59; Brescia1981).

El siniestro acontecimiento parece llevar todo a la ruina, pero la Madre Gertrudis, después de un fugaz pesimismo, lo considera una prueba permitida por Dios y reacciona con fuerte fe y tenacidad, confiada en la Divina Providencia, aunque tenga que refugiarse junto con las monjas que le quedan en Lodi, llena de dolor, con paciencia y con la esperanza de la reconstrucción. Sometiéndose totalmente a la Voluntad de Dios "Haced lo que a Os complazca mi Dios, conque quedéis glorificado acepto el sufrir cualquiera pena. Vuestra voluntad, no la mía… busco la pura gloria de mi Dios; Amén” (Los Escritos, p. 58, Brescia1981).

Renace el instituto lozano y vivo como un tierno árbol que ha encontrado sus raíces en el terreno fértil de la oración, del sufrimiento, de la fe y de la humildad; renace gracias a la energía y al equilibrio de la Madre Gertrudis, de las monjas que han colaborado con todas sus fuerzas y con todo el amor de que fueron capaces para la realización de un sueño que ya les pertenecía; renace gracias al concreto y atento sostén del obispo de Lodi, Mons. Giovanni Baptista Rota, natural de Chiari, en cuya familia Catalina Comensoli fue doméstica; renace gracias al obispo de Bérgamo que en 1889 encomienda con diligencia a las Monjas Sacramentinas a Mons. Rota, el que toma la determinación de reconocer, con el decreto del 8 de septiembre de 1891, el Instituto de las Monjas Sacramentinas de Bérgamo, canónicamente erigido en Lodi con Casa Matriz temporal en Lavagna de Comazzo.

La finalidad del instituto es doble: Adorar a Jesús Sacramentado y Atender obras de caridad hacia lo próximo según las disposiciones de la Divina Providencia, teniendo como objetivo especial "el educar a la juventud".

En el 1892 la Madre Comensoli reconquista, aunque sea por alquiler, la primera casa de Bérgamo y vuelve con las monjas, después de dos años, a la amada Casa Matriz, cuna de la Congregación a la que da un decisivo y vital impulso.
La Madre Gertrudis abre 21 casas antes de su muerte. Las monjas, a su muerte, son 179. Atienden: a las huérfanas, a las niñas menores de edad, a las estudiantes en los pensionados, a los ancianos en los hospitales, los enfermos de pelagra1 y las empleadas domésticas. Además colaboran en las parroquias y en los oratorios, abren centros de estudio y de labores, enseñan en muchas escuelas municipales.

La Madre Gertrudis ve el primer reconocimiento pontificio del Instituto en el Decreto del 11 de abril de 1900 promulgado por Leo XIII.

¡La obra de Dios estaba cumplida!

La madre Gertrudis había dado todas las garantías de continuidad para la adoración pública y perpetua a Jesús Sacramentado, había infundido en sus monjas el precioso patrimonio espiritual de la oración, de humildad y de caridad, sobre todo hacia los pobres, por lo tanto podía ir al encuentro con su esposo Jesús.

El 18 de febrero de 1903, al mediodía, mientras estaba en adoración a su amado en la iglesia, muere. Tenía tan sólo 56 años.

Los Decretos de reconocimiento pontificio al instituto en el 1906 y de sus Constituciones en el 1910, ambos suscritos por Pío X, no los verá sobre la tierra, pero estarán presentes "siempre" sus Monjas Sacramentinas, que se empeñan en difundir el Carisma Eucarístico y en expandir el Reino del Corazón Eucarístico en el mundo.

El instituto en el 2007 está presente en toda Italia, en Brasil, en Ecuador, en Malawi, en Kenia, en Bolivia, en Croacia. Entre 1939/1940 las Monjas Sacramentinas también estuvieron en Etiopía y China, pero como consecuencia de los trastornos políticos, las Monjas fueron internadas en “campos”, maltratadas y ridiculizadas y luego expulsadas en 1943 de Etiopía y en 1951 de China.

El 26 de abril de 1961 S. S. Juan Pablo II reconoce las virtudes heroicas de la Madre Gertrudis.

Un milagro fue atribuido a la intercesión de la Madre Gertrudis, mismo que le abrió las puertas de su beatificación: el 26 de julio de 1979 nació de parto podálico (sentado), un pequeño que presentaba sus miembros inferiores totalmente plegados en alto, de modo irreductible. El diagnóstico era contractura congénita de las articulaciones inferiores, debido a la prolongada inmovilidad del feto en tales condiciones. El 9 de agosto, al término de la novena a la sierva de Dios Gertrudis Comensoli y, sin que hubiera habido ninguna clase de terapia, espontáneamente, todo se normalizó y cesaron los dolores del recién nacido. Hasta la fecha sigue bien de sus piernas. Lo cual fue considerado médicamente inexplicable por la comisión médica de la Congregación para las causas de los santos, sobre todo, debido a la rapidez de la curación sin terapia alguna.

El Papa Juan Pablo II beatificó a Sor Gertrudis Comensoli el 1 de octubre de 1989.

El 26 de abril de 2009 fue canonizada por S.S. Benedicto XVI, en dicha ceremonia se canonizó también a los santos: Arcangelo Tadini; Bernardo Tolomei; Nuño de Santa Maria Álvares Pereira y Caterina Volpicelli.

traducido por Xavier Villalta

1 Esta enfermedad es común en ciertas partes del mundo (por ejemplo, en personas que consumen excesivas cantidades de maíz). Suele denominarse como la enfermedad de las tres D: dermatitis, diarrea y demencia, ya que se caracteriza por úlceras cutáneas escamosas, diarrea, cambios en la mucosa, además de confusión mental y alucinaciones. La pelagra puede ser consecuencia del acoholismo debido a las dietas pobres en nutrientes, en este caso la Niacina (vitamina B3). Por consiguiente este padecimiento puede ser mortal o llegar a tal caso a la demencia.

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SAN ELADIO DE TOLEDO

ARZOBISPO




PALABRA DE DIOS DIARIA

En Toledo, en Hispania, san Eladio, que, después de haber dirigido los asuntos públicos en el palacio real, fue abad del monasterio de Agali y, elevado después al obispado de Toledo, se distinguió por los ejemplos de caridad (632).

Arzobispo importante por su cometido entre los visigodos toledanos de su tiempo. Tuvo el buen gusto de admitir al diaconado a san Ildefonso que le sucedería también en la sede arzobispal de Toledo. Pasó dieciocho años al servicio de los cristianos como sucesor de los Apóstoles, desde que murió Aurasio, su antecesor en el mismo ministerio, y construyó también el templo de santa Leocadia.

Su padre llevó antes que él su nombre y ocupaba un cargo importante en la Corte. En familia de buenos cristianos nació Eladio, en Toledo, pasando la segunda mitad del siglo VI. Llega a sobresalir tanto en el cuidado de los negocios y tan merecedor es de confianza que el rey lo nombra administrador de sus finanzas ¡un antecedente de los ministros de Hacienda de hoy!

No se le sube a la cabeza de mala manera el honor, ni las riquezas, ni el poder que su cargo conlleva. No, no se dejó deslumbrar por la grandeza. Desde siempre era conocida su devoción y la fidelidad a las prácticas de vida cristiana. San Ildefonso dice de él que «aunque vestía secular, vivía como un monje». Y no le faltaba razón, porque frecuentaba el retiro monacal del monasterio Agaliense próximo a Toledo y algo se le pegaría.

Entre los afanes de las cuentas, recaudaciones, ajustes y distribución de dineros le llega la hora de la vocación a cosas más altas. Hay un cambio de negocio y quien lo propone es el Señor. Con voluntad desprendida deja bienes, afanes terrenos, comodidades, familia y mucho honor. Tomado hábito, a la muerte del abad, los monjes le eligen para esa su misión.

Después viene otra muerte, porque así vamos pasando los hombres. Se resiste Eladio a aceptar la distinción de arzobispo, pero la silla toledana necesita un sucesor después de la muerte de Aurasio. Los años no son obstáculo para reformar el estamento eclesiástico, mejorar el estado secular y cuidar el culto divino. Como obispo no puede olvidar a los más necesitados en lo material porque sin caridad no hay cristianismo creíble; y es en este punto donde su discípulo y sucesor Ildefonso escribe: «Las limosnas y misericordias que hacía Eladio eran tan copiosas que era como si entendiese que de su estómago estaban asidos como miembros los necesitados, y de él se sustentaban sus entrañas»; este era un motivo más para cuidar la austeridad de su mesa arzobispal, debía ser frugal en la comida para no defraudar a los pobres.

Aún tuvo más entresijos su vida; negoció delicadamente con Sisebuto la ardua cuestión que planteaba la convivencia diaria entre las comunidades de judíos y cristianos que era fuente permanente de conflictos religiosos y de desorden social.

Murió el 18 de febrero del año 632.

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Por: . | Fuente: santiebeati.it

Abad

Martirologio Romano: En el monasterio de Cava de’ Tirreni, en la Campania, en Italia, san Constable, abad, que por su eximia mansedumbre y caridad hacia todos, mereció ser llamado «refugio protector de los hermanos» (1124).
El 21 de diciembre de 1893 el Papa León XIII, reconoció el antiquísimo culto tributado y el título de santos, a los primeros cuatro abades de la célebre Abadía de la Santísima Trinidad de Cava de’ Tirreni, fundada en el siglo XI.

Ellos son san Alferio el fundador y primer abad (†1050), san León I (1050-79), san Pedro I Pappacarbone (1079 -1123) y san Constable (1122-24), sus reliquias descansan en la iglesia de la abadía en la ´Capilla de los Santos Padres´.

Constable nació hacia el 1070 en Tresino en Lucania (hoy Basilicata) de la noble familia Gentilcore; cuando tenía siete años le fue confiado al abad de Cava san León I, convirtiéndose luego en monje en la misma abadía. Demostró una perseverancia encomiable en la Regla Benedictina en su vida monástica, tal, que fue considerado un ejemplo para sus cofrades y encargado por el abad de importantes negociaciones para la abadía.

El 10 de enero de 1118, con el pleno consentimiento de los monjes, el abad san Pedro I lo nombró su adjutor en el gobierno de la abadía que había crecido notablemente, sucediéndole como abad el 4 de marzo de 1122.

Su obra la ejercitó con amabilidad, comprensión a cada uno de los monjes y a sus individuales problemas, sin abusar de su autoridad.

Murió el 17 de febrero de 1124 a los 53 solos años y fue enterrado en la parte de la iglesia colindante a la gruta ´Arsicia´ usada por san Alferio. Después de su muerte apareció varias veces a los abades sucesores, viniendo a ellos para ayudarlos en las contingencias, se habla de sus intervenciones prodigiosas por la salvación de los botes que pertenecían a la Abadía, al punto que durante la Edad Media fue nombrado el protector de los marineros de la abadía.

Su fiesta es el 17 de febrero; es el santo patrón de la ciudad de Castellabate en el Cilento, que fue fundada en 1123.

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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11:38 p.m.

Por: . | Fuente: Franciscanos.org

Presbítero Franciscano

Martirologio Romano: En Padua, en la región de Venecia, beato Lucas Belludi, presbítero, de la Orden de los Frailes Menores, discípulo y compañero de san Antonio (1286).

Etimologicamente: Lucas = Aquel que es luminoso, es de origen latino.

Fecha de beatificación: 18 de mayo de 1927 por el Papa Pío XI.

Lucas nació en Padua (Italia) hacia el año 1200, de la noble y muy rica familia de los Belludi. Los datos que tenemos de su vida, y en particular de su juventud, son más bien escasos. Con toda probabilidad estudió en la Universidad de Padua, como lo prueba su gran cultura, y el año 1220 se encontró con san Francisco que, a su regreso de Oriente, había desembarcado en Venecia y, de camino hacia su tierra, pasó por Padua. En Santa María de La Cella o Arcella, cerca de la ciudad, el Santo fundó un monasterio de clarisas, en el que recibió a la beata Elena Enselmini, y junto al mismo un pequeño hospicio para los frailes que las atendían; en él recibió Lucas el hábito de manos de Francisco y en él moriría años más tarde san Antonio. Parece que fue el mismo san Francisco quien orientó a Lucas al sacerdocio, habida cuenta de su formación y sus virtudes.

En la humilde residencia de la Arcella pasó el ya sacerdote Lucas años de oración y penitencia, a la vez que comenzaba a perfilar sus sermones. El año 1227, san Antonio, que había estado predicando en el sur de Francia, regresó a Italia y fue elegido Ministro provincial del norte de Italia. Por entonces, tal vez en el mismo año, Antonio se encontró con Lucas, y éste sería en adelante el discípulo y compañero inseparable del Santo, en sus correrías apostólicas y en la redacción de sus Sermones. Cuando después de la intensísima Cuaresma que predicó en Padua el año 1231, san Antonio se retiró al eremitorio de Camposampiero, cerca de Padua, allí lo atendió y cuidó el beato Lucas. El 13 de junio de 1231, durante la comida, Antonio sufrió un colapso y se sintió morir; pidió que lo trasladaran a Padua y, una vez más, Fr. Lucas fue su compañero inseparable; lo asistió durante el viaje en carreta y permaneció a su lado en la Arcella hasta que expiró aquella misma tarde. Después, nuestro Beato fue uno de los editores de los sermones del Santo, testigo de su santidad y promotor de su glorificación mediante la pronta canonización y la construcción de su Basílica en Padua. Tan estrecha fue la relación entre el Santo y nuestro Beato, que a éste se le llama también «Lucas de San Antonio».

En la vida del beato Lucas se suele destacar sobre todo el haber sido compañero y colaborador de san Antonio; pero, además, fue un hombre de gran talento y profunda espiritualidad, un verdadero sabio, famoso predicador, de vida sencilla y sana doctrina. Fue elegido Ministro provincial varias veces. Después de la muerte de san Antonio, el beato Lucas fue uno de los editores de sus Sermones; por otra parte, Lucas es también autor de sus propios Sermones Dominicales y otros, que se conservan inéditos en la Biblioteca Antoniana de Padua.

Murió en el hospicio de la Arcella (Padua) el 17 de febrero de 1286. Su cuerpo fue depositado, en la Basílica de San Antonio, en el mismo sepulcro en que estuvo sepultado al principio el Santo, su amigo y maestro. En 1971 los restos del Beato fueron trasladados a otra tumba dentro de la misma Basílica, donde reposan en la actualidad.

Fue beatificado por Pío XI el 18 de mayo de 1927. Entre los lugares de la Basílica paduana que merecen visitarse se encuentra la Capilla del Beato Lucas Belludi, totalmente pintada al fresco por Giusto de´ Menabuoi (1382). Aún hoy son muchos estudiantes que acuden a su sepulcro para pedirle su intercesión a la hora de los exámenes.

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Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com

Obispo y Mártir

Martirologio Romano: Conmemoración de san Flaviano, obispo de Constantinopla, que, por defender la fe católica proclamada en Éfeso, fue atacado con puñetazos y patadas por los partidarios del impío Dióscoro y, enviado al exilio, falleció poco después (449).
San Flaviano, sacerdote y tesorero de la Iglesia de Constantinopla, sucedió en el patriarcado a San Proclo, el año 447. El cortesano Crisafio, que gozaba de gran favor ante el emperador Teodosio II, le sugirió que pidiera a Flaviano un presente como muestra de gratitud por su elevación a la dignidad de patriarca. El obispo envió al emperador unos panes benditos, según la costumbre de aquel tiempo, pues el pan era un símbolo de bendición y comunión. Crisafio hizo saber al santo que el emperador esperaba un regalo muy diferente y mucho más rico; pero el obispo respondió resueltamente que las rentas de la Iglesia estaban destinadas a otros usos. A partir de ese instante, el favorito del emperador decidió acabar con Flaviano. En efecto, valiéndose de la emperatriz Eudocia, persuadió al emperador para que obligase al patriarca a nombrar a PULQUERIA Santa Pulqueria, hermana del mismo Teodosio II, diaconisa de su Iglesia, con lo cual la corte se vería libre de la influencia de la santa. Flaviano se negó a ello, cosa que Crisafio consideró como una nueva ofensa. Por otra parte, la condenación que Flaviano hizo de los errores de Eutiques, abad de un monasterio próximo a la ciudad, acabó de enfurecer a Crisafio. Eutiques, movido de un celo excesivo por convencer a Nestorio de que había dos personas en Cristo, cayó en el error de negar que también tuviera dos naturalezas. Esto le constituyó en jefe de la herejía monofisita. En un sínodo reunido por San Flaviano en 448, Eusebio de Dorileo desenmascaró el error de Eutiques; el sínodo condenó como herética la opinión de Eutiques y le mandó comparecer para justificarse. El alegato de Eutiques no convenció al sínodo, que le depuso y le excomulgó. Eutiques apeló entonces a los obispos de Roma, Egipto y Jerusalén, y escribió una carta al Papa San León I, quejándose de la forma en que el sínodo le había tratado y había entendido su doctrina. Pero el Papa no se dejó engañar. En una carta cuidadosamente redactada que envió a Flaviano y que se hizo famosa en la Historia de la Iglesia con el nombre de "Tomo" o "Carta Dogmática," San León definió la fe ortodoxa sobre los principales puntos de la discusión.

Un nuevo concilio confirmó las decisiones del sínodo anterior. Crisafio, humillado pero no vencido, trató de conseguir sus fines por otros medios. Así pues escribió a Dióscoro, sucesor de San Cirilo en la sede de Alejandría, prometiéndole su amistad y apoyo a condición de que se constituyera en defensor de Eutiques contra Flaviano y Eusebio. Dióscoro aceptó la proposición y ambos se valieron de la emperatriz Eudocia, la cual pensaba que, haciendo daño a Flaviano, molestaría a su cuñada Pulquería, a la que detestaba, Eudocia logró persuadir a Teodosio de que convocara a un concilio en Efeso. El emperador invitó a Dióscoro de Alejandría a presidir el concilio; con él acudieron algunos obispos africanos y un grupo de laicos. A lo que parece, se trataba simplemente de una banda organizada de malhechores. Al concilio fueron también otros obispos de oriente, y San León envió delegados.

La asamblea, conocida generalmente con el nombre de Latrocinium o "conciliábulo de bandidos," como la llamó más tarde San León a causa de las violencias a que dio lugar, se abrió en Efeso, el 8 de agosto de 449. Eutiques estuvo presente, así como dos oficiales del emperador, acompañados por un fuerte contingente de soldados. Las deliberaciones, en las que predominaban los partidarios de Eutiques, se desarrollaron en un ambiente de violencias, se impidió a los legados papales que leyesen las Cartas de San León al concilio y se terminó, en medio del mayor desorden, con la sentencia de deposición de Flaviano y Eusebio, a pesar de las protestas de los legados del Papa. Cuando Dióscoro empezó a leer la sentencia, varios obispos pidieron a gritos que se callase. Dióscoro interrumpió la lectura y dio voces para llamar a los enviados del emperador, Elpidio y Eulogio. Estos mandaron al punto que se abrieran las puertas de la iglesia y Proclo, el procónsul de Asia, entró escoltado por soldados y seguido por una multitud armada con palos. Esta incursión intimidó tanto a la asamblea, que prácticamente ningún obispo tuvo el valor de negarse a firmar la sentencia, excepto los legados papales que se retiraron decepcionados.

San Flaviano hizo una apelación al Papa San León y a otros obispos del occidente, y entregó sus cartas a los legados papales. Pero cuando se disponía a abandonar la sala en medio del tumulto que siguió a la asamblea, la turba le derribó y, según cuentan Dióscoro y el abad Barsumas, fue tan salvajemente golpeado a puntapiés por los soldados y malhechores, que murió poco después, no en Efeso (como suponen algunos autores) sino en Sardis de Lidia, a donde había sido desterrado.

El triunfo de Crisafio fue de corta duración. El emperador murió al año siguiente y Marciano mandó ejecutar a Crisafio. Santa Pulquería, la esposa de Marciano, mandó llevar a Constantinopla el cuerpo de San Flaviano para que fuera sepultado, con gran pompa en la sede episcopal, junto a sus predecesores. El Concilio de Calcedonia que tuvo lugar en 451, reivindicó su memoria, restituyó a Eusebio de Dorileo y depuso y desterró a Dióscoro de Alejandría.

¡Felicidades a quienes llevan este nombre!

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5:09 p.m.

LOS SIETE SANTOS FUNDADORES DE LA ORDEN DE LOS SIERVOS DE MARÍA.

SERVITAS





PALABRA DE DIOS DIARIA

Los siete santos fundadores de la Orden de los Siervos de María: Bonfilio, Bartolomé, Juan, Benito, Gerardino, Ricovero y Alejo. Siendo mercaderes en Florencia, se retiraron de común acuerdo al monte Senario para servir a la Santísima Virgen María, fundando una Orden bajo la Regla de san Agustín. Son conmemorados en este día, en el que falleció, ya centenario, el último de ellos, Alejo (1310).

Según la tradición hubo siete hombres, muy respetables y honorables, a los que nuestra Señora unió, a manera de siete estrellas, para iniciar la Orden suya y de sus siervos. Los siete nacieron en Florencia; primero llevaron una vida eremítica en el monte Senario, dedicados en especial a la veneración de la Virgen María. Después predicaron por toda la región toscana y fundaron la Orden de los Siervos de Santa María Virgen, aprobada por la Santa Sede en 1304. Se celebra hoy su memoria, porque en este día, según se dice, murió San Alejo Falconieri, uno de los siete, el año 1310.

En la Monumenta Ordinis Servorum Beatae Maríae Virginis se lee lo siguiente respecto del estado de vida de los Siervos de Santa María Virgen: “Cuatro aspectos pueden considerarse por lo que toca al estado de vida de los siete santos fundadores antes que se congregaran para esta obra. En primer lugar, con respecto a la Iglesia. Algunos de ellos se habían comprometido a guardar virginidad o castidad perpetua, por lo que no se habían casado; otros estaban ya casados; otros habían enviudado.

En segundo lugar, con relación a la sociedad civil. Ellos comerciaban con las cosas de esta tierra, pero cuando descubrieron la piedra preciosa, es decir, nuestra Orden, no sólo distribuyeron entre los pobres todos sus bienes, sino que, con ánimo alegre, entregaron sus propias personas a Dios y a nuestra Señora, para servirlos con toda fidelidad.

El tercer aspecto que debemos tener en cuenta es su estado por lo que se refiere a su reverencia y honor para con nuestra Señora. En Florencia existía, ya desde muy antiguo, una sociedad en honor de la Virgen María, la cual, por su antigüedad y por la santidad y muchedumbre de hombres y mujeres que la formaban, había obtenido una cierta prioridad sobre las demás y, así, había llegado a llamarse “Sociedad mayor de nuestra Señora”. A ella pertenecían los siete hombres de que hablamos, antes de que llegaran a reunirse, como destacados devotos que eran de nuestra Señora.

Finalmente, veamos cual fuera su estado en lo que mira a su perfección espiritual. Amaban a Dios sobre todas las cosas y a él ordenaban todas sus acciones, como pide el recta orden honrándolo así con todos sus pensamientos, palabras y obras.

Cuando estaban ya decididos, por inspiración divina, a reunirse, a lo que los había impulsado de un modo especial nuestra Señora, arreglaron sus asuntos familiares y domésticos, dejando lo necesario para sus familias y distribuyendo entre los pobres lo que sobraba. Finalmente buscaron a unos hombres de consejo y de vida ejemplar, a los que manifestaron su propósito.

Así subieron al monte Senario, y en su cima erigieron una casa pequeña y adecuada, a la que se fueron a vivir en comunidad. Allí empezaron a pensar no sólo en su propia santificación, sino también en la posibilidad de agregarse nuevos miembros, con el fin de acrecentar la nueva Orden que nuestra Señora había comenzado valiéndose de ellos. Por lo tanto, comenzaron a recibir nuevos hermanos y, así, fundaron esta Orden. Su principal artífice fue nuestra Señora, que quiso que estuviera cimentada en la humildad, que fuese edificada por su concordia y conservada por su pobreza.

11:27 p.m.

Por: . | Fuente: santiebeati.it || donmarianoarciero.com || l´Osservatore Romano

Sacerdote Diocesano

Martirologio Romano: En Nápoles, Italia, Beato Mariano Arciero, sacerdote diocesano que dedicó su vida a la misión pastoral encomendada. ( 1788)

Fecha de beatificación: 24 de junio de 2012, bajo el pontificado de S.S. Benedicto XVI

El Beato Mariano Arciero nació en Contursi (Salerno, Italia) el 26 de febrero de 1707, sus padres fueron Matías Arciero y Autilia Marmora, quienes eran muy pobres por lo que, con apenas ocho años de edad, Mariano fue a trabajar al servicio de casa de los Parisi, donde uno de los miembros, Don Emanuele (Manuel), lo tomó bajo su cuidado y a quien Mariano ayudaba gustoso en las misiones en las que enseñaba el catecismo a los niños.

A los 22 años se trasladó a Nápoles, frecuentando la Congregación Eucarística fundada por el jesuita Francesco Pavone de Catanzaro (1568-1585) y que tomaría el nombre de "Conferencia de las Santas Misiones" (una sociedad sacerdotal), institución a la que él se incorporaría el 21 de diciembre de 1729.

Estudio literatura y filosofía en el Colegio Máximo de los jesuitas en Nápoles, mientras Don Emanuele le enseñaba teología y le constituía un patrimonio, logrando ser ordenado sacerdote el 22 de diciembre de 1731.

En poco tiempo Don Mariano Arciero se volvió modelo para el clero napolitano, por su inclinación a la caridad, labrada ya desde los primeros años de su juventud, fue activo apóstol en los almacenes, callejones, hospitales y en los astilleros.

Genaro Fortunato, canónico de la catedral de Nápoles, al ser nombrado obispo de Cassano en 1729, lo quiso en su diócesis, dándole plena libertad tanto para las misiones cuanto para la constante reforma del clero y los institutos religiosos femeninos.

Dedicaba hasta seis horas al día para la educación de los niños y la predicación, logrando conversiones atronadoras, la fama de su incansable labor traspasó los límites de la diócesis de Cassano, por lo que fue invitado a llevar a cabo su misión, incluso en las diócesis vecinas, por lo que fue llamado el "Apóstol de Calabria".

El obispo Fortunato lo convirtió en el primer párroco de la iglesia de Altomonte, luego de la iglesia de la Anunciación que estaba construyéndose en Maratea y finalmente director espiritual de la congregación de clérigos y laicos.

Con particular detalle se ocupa de las Clarisas de Castrovillari para quienes construye un nuevo convento, en la misma ciudad fundó el “Retiro de penitentes”, al que asistió siempre con ayudas, incluso luego de dejar la diócesis de Cassano, en efecto después de la muerte del obispo en 1751, él regresó a Nápoles.

El Arzobispo Cardenal Sersale le confió la dirección del Seminario Diocesano, labor que realizaría durante treinta años, siendo un formador sabio y apreciado. La fuerza y la solidez de sus argumentos conmovían a sus oyentes, animándolos a la vida buena del Evangelio; en cuanto a la instrucción de los sacerdotes, estaba convencido de que, si se convertían en lámparas luminosas en la casa del Señor, podían alumbrar a todos aquellos que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte.

En 1768 fue nombrado padre espiritual de la Conferencia de las Santas Misiones, en esta función, con la ayuda de amigos y devotos construyó –para esta sociedad- una iglesia más grande, más adecuada para dar cabida al creciente número de miembros, este templo fue dedicado a la Asunción. Su deseo era ser enterrado en esta iglesia.

Murió el 16 de febrero de 1788. Santa María Francisca de las Cinco Llagas, la mística terciaria napolitana, vio que el alma de Don Mariano era llevada al cielo por los ángeles. Su cuerpo fue expuesto durante tres días por el continuo acudir de los fieles napolitanos, que querían darle un último saludo.

En 1951 su cuerpo fue trasladado a Contursi, su ciudad natal, en la que se llevó a cabo la ceremonia de beatificación el 24 de junio de 2012.

responsable de la traducción: Xavier Villalta


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11:27 p.m.

Por: . | Fuente: www.antenamisionera.org

Presbítero y Fundador
de las Misioneros y los Misioneros
de la Consolata

Martirologio Romano: En Turín, en Italia, beato José Allamano, presbítero, que, lleno de fervor, para propagar la fe cristiana fundó las congregaciones de hombres y de mujeres denominadas de las Misiones de la Consolata (1926).

Fecha de beatificación: 7 de octubre de 1990 por el Papa Juan Pablo II.

José Allamano nace en Castelnuovo d´Asti (Turín), el 21 de Enero de 1851, en el seno de una familia campesina. Fue el cuarto de los cinco hijos. A los tres años se quedó huérfano de padre. Además de la madre, tres personas tienen un papel fundamental en su formación: Su maestra, Benedetta Savio; su tío San José Cafasso; y su confesor San Juan Bosco.

El 20 de Septiembre de 1873 se ordena sacerdote. Tiene 22 años. Los seis primeros años de sacerdote los pasa de formador en el seminario. Su mayor deseo es ir a una parroquia.

En 1880 se le abren nuevos caminos…El arzobispo busca un rector para el Santuario de Ntra. Sra. de la Consolata, patrona de Turín; que por aquel tiempo estaba casi abandonado, tanto material como espiritualmente. En 1882, junto con su amigo el P. Santiago Camisassa (que lo consideramos el confundador de los Misioneros y de las Misioneras de la Consolata), comienza la recuperación y embellecimiento del Santuario. Como también recuperan el Convictorio eclesiástico (que está junto al Santuario) donde se formarán los jóvenes sacerdotes.

En 1900 cae gravemente enfermo, y gracias al empuje del Cardenal Richelmy y las oraciones a la Consolata, se cura milagrosamente. Diez años antes, el Allamano había escrito una carta al Cardenal de Turín pidiendo la fundación de un instituto misionero pues le preocupaba la gran cantidad de clero en la diócesis, y como muchos de ellos querían ser misioneros, y las grandes necesidades de clero en las misiones… La autorización a este proyecto le llegó el 29 de Enero en 1901, justo un año después de su milagrosa curación. En 1902 parten los primeros cuatro misioneros: dos sacerdotes y dos hermanos.

La fundación de las Misioneras de la Consolata será nueve años mas tarde, el 29 de Enero de 1910. La audiencia con el Papa Pío X, en 1909, le ayudó a ver claramente la voluntad de Dios: “….Si no tienes vocación para fundar religiosas, yo te la doy”. En 1913 salen el primer grupo de hermanas para las misiones.

Hoy día, los Misioneros y las Misioneras, están unidos por una misma vocación “Ad Gentes”, de primera evangelización, teniendo el mismo Fundador, la misma madre – La Consolata- y el mismo lema: “Anunciaran mi gloria a las naciones” (Is 66,19).

Se definen como hombres y mujeres consagrados a Dios para la evangelización con los votos de obediencia, castidad y pobreza para: Formar comunidades eclesiales adultas; evangelizar desde el contacto personal con las familias y por medio de una promoción humana; llevar adelante un dialogo interreligioso; por medio de un trabajo de justicia y paz…en los pueblos o grupos no evangelizados; y promover el espíritu misionero y las vocaciones misioneras en la Iglesia.

La Eucaristía y María Consolata son el centro de nuestra espiritualidad que se centra en:

el Espíritu de familia
el Espíritu de fe
el Espíritu de caridad
el Espíritu de sacrificio
Y en la comunión con la Iglesia local y Universal.
El Bto. José Allamano, resume la espiritualidad de los Misioneros y de las Misioneras de la Consolata en estas dos frases: “Primero santos y después misioneros” y “el bien no hace ruido, y el ruido no hace bien”.

Si usted tiene información relevante para la canonización del Beato José, contacte a:
Rev. Francesco Pavese, IMC
Missionari della Consolata
Viale delle Mura Aurelie 11-13
00165 Roma, ITALIA

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11:27 p.m.

Por: . | Fuente: AcademiaHumanidades.cl

Presbítero Dominico

Martirologio Romano: En Perusa, de la Umbría, conmemoración del beato Nicolás Paglia (o Palea), presbítero de la Orden de Predicadores, que recibió de santo Domingo el hábito y la misión de predicar (1256).

Fecha de beatificación: Su culto fue confirmado por León XII el 26 de marzo de 1828.

Breve Biografía

Nació a finales del siglo XII en Giovinazzo, cerca de Bari (Italia). Cuando estudiaba en Bolonia fue conquistado por la palabra vibrante de santo Domingo, al que pidió ingresar en su Orden, siendo inmediatamente compañero de su predicación.

La limpieza de alma que irradiaba su rostro era un atractivo irresistible para tantos jóvenes a los que atrajo a la vida dominicana. Su palabra era agradabilísima, «gratiosissimus praedicator» según sus contemporáneos, y fue confirmada por numerosos milagros. Fue dos veces prior provincial de la provincia Romana de la Orden, que entonces comprendía desde Roma hacia el Sur de Italia y contribuyó a la fundación de numerosos conventos. Promovió especialmente el estudio de la Sagrada Escritura y de modo especial contribuyó a la compilación de las concordancias bíblicas.

Gregorio IX le encargó la visita de algunos monasterios y la predicación de la cruzada contra los sarracenos. Murió en el convento de Perusa, fundado por él, y allí fue sepultado en el año 1256.

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5:14 p.m.

SANTA JULIANA

VIRGEN Y MÁRTIR





PALABRA DE DIOS DIARIA

Cuando llegó la paz de Constantino, la matrona Sofronia tomó las reliquias del cuerpo de la mártir Juliana con la intención de llevarlas consigo a Roma. Por una tempestad, tuvo que desembarcar en Puzoli donde le edificó un templo que luego destruyeron los lombardos. Las reliquias se vieron peligrar y prudentemente se trasladaron a Nápoles donde reposan y se veneran con gran devoción.

En Nicomedia tuvieron lugar los hechos, de mil maneras narrados y con toda clase de matices comentados, en torno a esta santa que hizo un proyecto de su vida contrapuesto al deseado por su padre. Los narraré escuetamente adelantando ya que fue por la persecución de Maximiano.

Juliana es hija de una conocida familia ilustre pero con un padre pagano metido en el ejercicio del Derecho - que cuando llega el momento llega a convertirse en perseguidor de los cristianos - y una madre agnóstica. Ella, por la situación del entorno familiar nada favorable para la vivencia cristiana, se ha hecho bautizar en secreto. Además se le ha ocurrido entregarse enteramente a Cristo y no entra el casamiento en sus planes de futuro. Este es el marco.

La dificultad del caso comienza cuando Eluzo, que es un senador joven, quiere casarse con Juliana. La cosa se pone aún más interesante porque, conociendo que Eluzo bebe los vientos por su hija, ya ha concertado el padre el matrimonio entre el senador y la joven, comprometiendo su honorabilidad.

La supuesta novia lo recibe amablemente y con cortesía haciendo gala de su esmerada educación. Pero, al llegar el momento culminante de los detalles matrimoniales, salta sobre el tapete una condición al aspirante con la intención de desligarse del compromiso. No lo aceptará -le dice- mientras no sea juez y prefecto de la ciudad. Claro que eso era como pedir la luna; pero se vio pillada en sus palabras ya que en poco tiempo, gracias a influencias, dinero y valía personal, Eluzo se ha convertido en juez y prefecto de Nicomedia; además, continúa insistiendo en sus pretensiones matrimoniales con Juliana. La doncella mantiene la dignidad dándole toda clase de felicitaciones y parabienes, al tiempo que le asegura no poder aceptar el matrimonio hasta que se dé otra condición imprescindible para cubrir la sima que los separa: debe hacerse cristiano.

Ante tamaño disparate es el propio Eluzo quien pondrá al padre al corriente de lo que está pasando y de la «novedad» que se presenta. «Si eso es verdad, seremos juez y fiscal para mi hija». Juliana sólo sabe contestar a su padre furioso que ansía ser la primera dama de la ciudad, pero que sin ser cristiano, todo lo demás lo estima en nada.

«Por Apolo y Diana! Más quiero verte muerta que cristiana».

Convertida al cristianismo, se destacó por su entusiasmo y ardor en la difusión de la fe, por lo que fue encarcelada, torturada y finalmente decapitada el año 305. Su cuerpo fue trasladado a Cumas, en Italia, y posteriormente su reliquias llegaron a España, donde en su honor los condes de Castilla levantaron el célebre monasterio de Santillana (Santa Ileana), uno de los mejores monumentos de la Edad Media española

En la conversación tratará a su padre con respeto y amor de hija, pero... «mi Salvador es Jesucristo en quien tengo puesta toda mi confianza». Vienen los tormentos esperados cuando las razones no son escuchadas. Estaño derretido y fuego; además, cárcel para darle tiempo a pensar y llevarla a un cambio de actitud. Finalmente, con 18 años, se le corta la cabeza el 16 de febrero del 308.

Alguna vez hay padres que exageran al forzar a sus hijos cuando tienen que elegir estado. Esto tiene más complicaciones si razones profundas, como la fe práctica, dificulta la comprensión de los motivos que distancian. ¿No pensaría el padre de Juliana que sin matrimonio y cristiana su hija sería desgraciada? Quizá con viva fe cristiana llegara a vislumbrar que Jesucristo llena más que el dinero, el poder, la dignidad y la fama.

Uno de los hechos más característicos de las «Actas», es la discusión que tuvo la santa con el demonio, el cual, disfrazado cono un ángel de luz, trataba de persuadirla para que accediese a los deseos de su padre y de su pretendiente. Por ello, el arte medieval representaba comúnmente a Santa Juliana con una cadena o una cuerda disponiéndose a atar a un demonio alado.

11:27 p.m.

Por: . | Fuente: Zenit.org

Mártires Franciscanos en Praga

Martirologio Romano: En Praga, República Checa, Beato Fray Frederick Bachstein y 13 compañeros de la Orden de los Frailes Menores, asesinados por odio a la fe ( 1611)

Integran el grupo: Fr. Federico Bachstein, Fr. Juan Martínez, Fr. Bartolomeo Dalmasono, Fr. Simone (sacerdotes); Fr. Cristoforo Zelt, Fr. Giovanni Didak, Fr. Emanuel, Fr. Giovanni Bodeo (hermanos laicos); Fr. Girolamo dei Conti Arese (diácono); Fr. Gaspare Bodeo (subdiácono); Fr. Giacomo y Fr. Clemente (profesos temporales); y Fr. Giovanni y Fr. Antonio (novicios). 4 eran bohemios, 4 italianos, 3 alemanes, 1 español, 1 francés y 1 holandés.

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2012, durante el pontificado S.S. Benedicto XVI

Los catorce frailes ocuparon las ruinas del convento de Nuestra Señora de las Nieves en Praga en 1604, su meta era reconstruirlo, eran procedentes de Italia, Bohemia, España, Francia y Alemania, fueron víctimas de la inestable situación política en el Reino Checo, pagaron con la propia sangre su firmeza en la propia fe. La convicción de que murieron como mártires era evidente para las personas que les conocieron.

El martirio de los 14 franciscanos se inserta en la lucha entre protestantes y católicos. Rodolfo II, rey de Bohemia y emperador, concedió en 1609 la libertad religiosa a las confesiones no católicas presentes en Bohemia, pero se agudizó el conflicto entre partidarios de las diversas confesiones. Detrás estaban intereses de otro tipo relacionados con el acceso al trono.

El 15 de febrero de 1611, que era martes de carnaval, sobre las once de la mañana, una multitud de husitas, calvinistas, luteranos y algunos católicos irrumpió en el convento franciscano de Praga.

En tan sólo cuatro horas fueron masacrados 14 frailes, empezando por el vicario del monasterio Frederick Bachstein. Luego de los asesinatos la turba comenzó a destruir el convento, robar lo que les pareciera de valor y a destruir documentos sobre la administración del lugar.

Las crónicas de la época indican que se trató de una agresión sin precedentes, puesto que habrían desnudado, descuartizado y expuesto los cuerpos mutilados de los religiosos durante cuatro días ante la Iglesia de la Virgen de las Nieves.

Dos pías mujeres de la aristocracia, con la ayuda de otros dos ciudadanos, envolvieron a escondidas los cadáveres de los mártires en sábanas blancas y los enterraron cerca del convento.

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11:27 p.m.

Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com

Abad

Martirologio Romano: En Palazzuolo, en la Toscana, san Walfredo, abad, que después de haber tenido cinco hijos, decidió, junto con su esposa, abrazar la vida monástica (c. 765).

Fecha de canonización: El Papa Pío IX lo canonizó en el año 1861 (culto confirmado).

Walfredo (Walfrido o Galfrido) della Gherardesca, nació en Pisa, donde llegó a ser un próspero y estimado ciudadano. Se casó con una joven de la que estaba profundamente enamorado y tuvo cinco hijos y, por lo menos, una hija. Después de muchos años de matrimonio, Walfredo tenía dos amigos -el uno era pariente suyo y se llamaba Gundualdo, el otro era un corso llamado Fortis-, que vivían como él, en el mundo, pero se sentían también inclinados a la vida religiosa. Juntos discutieron sobre el futuro y un sueño les llevó a escoger Monteverde, entre Volterra y Piombino, para fundar un nuevo monasterio. Determinaron seguir la regla benedictina de Monte Casino. Además de su propia abadía de Palazzuolo, construyeron también, a veinticinco kilómetros, un convento para mujeres, donde sus respectivas esposas y Ratruda, la hija de Walfredo, tomaron el velo.

La nueva fundación atrajo muchos novicios. Al poco tiempo, se contaban ya sesenta monjes, incluyendo a Gimfrido, el hijo predilecto de Walfredo, y a Andrés, el único hijo de Gundualdo que, con el tiempo, llegaría a ser el tercer abad del monasterio y escribiría la vida de san Walfredo. Gimfrido era ya sacerdote, pero en un momento de tentación, huyó del convento, llevando consigo hombres, caballos y documentos que pertenecían a la comunidad. Walfredo, muy angustiado, envió algunos hombres a buscarle. Al tercer día, orando con sus monjes por el arrepentimiento y el regreso de su hijo, Walfredo pidió a Dios que enviase al joven una señal que durase toda su vida y el mismo día, Gimfrido fue hecho prisionero y volvió arrepentido al monasterio, pero con el dedo mayor mutilado al extremo que nunca más pudo volver a servirse de él. Walfredo gobernó prudente y sabiamente la abadía durante diez años. Gimfrido le sucedió en el gobierno y fue un magnífico superior, a pesar de su antigua caída.

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11:27 p.m.

Por: P. Felipe Santos |

Discípulo de San Pablo

>Martirologio Romano: Conmemoración del beato Onésimo, que, siendo esclavo huido, fue acogido por Pablo y engendrado como hijo en la fe, pasando a estar vinculado a Cristo, tal como el apóstol escribió a su amo Filemón (s. I).

Etimológicamente significa “provechoso”. Viene de la lengua griega.

Este esclavo, muerto en el año 90, lo nombra san Pablo brevemente en una de sus cartas: Te ruego en favor de mi hijo, a quien engendré entre cadenas, Onésimo, que en otro tiempo te fue inútil, pero ahora es muy útil para ti y para mí (Flm 10-11). Se sabe que estaba al servicio de Filemón, el líder de la ciudad de Colosas.

Tenía una amistad muy íntima con Pablo porque fue uno de sus conversos. Gozaba de una buena reputación como persona amable, generosa y hospitalaria.

El pecado de haber robado a su dueño, lo confesó y pidió perdón. Desde entonces ya nunca dejaría los pasos de san Pablo, el apóstol de las gentes.

Volvió de nuevo a casa de Filemón y lo aceptó como a un verdadero hermano, ya que san Pablo lo nombró de nuevo en la carta a los de Colosas: En cuanto a mí, de todo os informará Tíquico, el hermano querido, fiel ministro y consiervo en el Señor, a quien os envío expresamente para que sepáis de nosotros y consuele vuestros corazones. Y con él a Onésimo, el hermano fiel y querido compatriota vuestro. Ellos os informarán de todo cuanto aquí sucede (Col. 4;7-9).

Todo el resto de su vida es un tanto desconocido. Sin embargo, autores de la solvencia y garantía como san Jerónimo, afirman que Onésimo llegó a ser predicador de la Palabra de Dios, y algo más tarde fue consagrado obispo, posiblemente de Berea en Macedonia, y su anterior dueño fue también consagrado obispo de Colosas.

Otras fuentes afirman que Onésimo predicó en España y aquí sufrió el martirio.

Lo que realmente impactó a este santo fue la visita que le hizo a san Pablo cuando estaba encarcelado en Roma, en las prisiones Mamertinas, en el mismo Foro romano. Hoy día se pueden ver.

Este encuentro le dejó el alma tan llena, tan feliz y tan impresionada por la actitud de Pablo prisionero por Cristo, que fue el origen de su verdadera conversión a la fe de Cristo para toda su vida.

Domiciano sintió ganas de conocerlo, no tanto por ver sus milagros y costumbres, sino para acabar con su vida en el año 90 ó 95.

¡Felicidades a quienes lleven este nombre!

“El agradecimiento envejece rápidamente” (Aristóteles).

Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com

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5:14 p.m.
SAN CLAUDIO DE LA COLOMBIÉRE


PRESBÍTERO




 Jesuita

PALABRA DE DIOS DIARIA

En Paray-le-Monial, de Borgoña, en Francia, san Claudio de La Colombière, presbítero de la Compañía de Jesús, que siendo hombre entregado a la oración, con sus consejos dirigió a muchos en su esfuerzo para amar a Dios (1682). 


Fecha de canonización: 31 de mayo de 1992 por el Papa Juan Pablo II.

Glorias para Nuestro Dios

Un artista, contemporáneo de Claudio, nos ha dejado un retrato, pintado cuando éste tenía entre treinta y cinco y cuarenta y un años: rostro alargado, ojos pequeños pero brillantes y de mirada penetrante, frente amplia, boca bien proporcionada y mentón un tanto afilado. Se dice que cuando Claudio entró en la Compañía de Jesús era más bien robusto, de carácter muy alegre, de elevados ideales, prudente y agradable. La vida religiosa no hizo sino desarrollar sus dones naturales.

Su inteligencia innata se acostumbró a los juicios agudos y certeros. Claudio amaba las bellas artes y sostuvo una correspondencia con Oliverio Patru, miembro de la Academia Francesa, quien alaba mucho sus escritos. Pero poco valor habrían tenido estos dones naturales en el trabajo por las almas, si no hubiera unido a ellos el espíritu interior de un religioso sediento de la gloria de Dios. La fuente de su vida interior era la unión con Dios en la oración, a la que se entregaba constantemente. Llegó a habituarse de tal modo a referirlo todo a Dios, que el respeto humano y los motivos mundanos no existían para él. Este extraordinario despego del mundo fue su característica principal.

Nacimiento y más acontecimientos

El santo Claudio nació en Saint-Symphorien d´Ozon, cerca de Lyón, en 1641. Su familia estaba bien relacionada, era piadosa y gozaba de buena posición. No poseemos ningún dato especial sobre su vida antes de ingresar en el colegio de la Compañía de Jesús de Lyón. Aunque sentía gran repugnancia por la vida religiosa, logró vencerla y fue inmediatamente admitido en la Compañía. Hizo su noviciado en Aviñón y, a los dos años, pasó al colegio de dicha ciudad a completar sus estudios de filosofía. Al terminarlos fue destinado a enseñar la gramática y las humanidades, de 1661 a 1666. Desde 1659, la ciudad de Aviñón había presenciado choques constantes entre los nobles y el pueblo En 1662, ocurrió en Roma el famoso encuentro entre la guardia pontificia y el séquito del embajador francés. A raíz de ese incidente, las tropas de Luis XIV ocuparon Aviñón, que se hallaba en el territorio de los Papas. Sin embargo, esto no interrumpió las tareas del colegio, y el aumento del calvinismo no hizo más que redoblar el celo de los jesuitas, quienes se consagraron con mayor ahínco a los ministerios apostólicos en la ciudad y en los distritos circundantes.

Cuando la paz quedó restablecida, Aviñón celebró la canonización de San Francisco de Sales. En el más antiguo de los dos conventos de la Visitación se llevó a cabo una gran función litúrgica. En aquella ocasión, el Santo Claudio desplegó por primera vez sus dotes de orador, pues, aunque todavía no era sacerdote, fue uno de los elegidos para predicar el panegírico del santo obispo en la iglesia del convento. El texto que escogió fue: "De la fuerza ha brotado la suavidad" (Jueces: 14, 14), y el sermón resultó magnífico. Entre tanto, los superiores habían decidido enviar al joven Claudio a terminar sus estudios de teología en París, centro de la vida intelectual de Francia. En dicha ciudad se le confió el honor de velar por la educación de los dos hijos del famoso Colbert. Lo que ocurrió, probablemente, es que Colbert descubrió la envergadura intelectual de Claudio y lo escogió para ese importante oficio, aunque él personalmente no era amigo de los jesuitas. Sin embargo, las relaciones del santo con esa distinguida familia terminaron mal, pues una frase satírica que Claudio había escrito llegó al conocimiento del ministro, quien se mostró sumamente ofendido y pidió a los superiores de la Compañía que enviaran al santo nuevamente a su provincia. Esto no pudo realizarse, sino hasta 1670.

La Palabra es proclamada y el Corazón elevado

En 1673, el joven sacerdote fue nombrado predicador del colegio de Aviñón. Sus sermones, en los que trabajaba intensamente, son verdaderos modelos del género, tanto por la solidez de la doctrina como por la belleza del lenguaje. El santo parece haber predicado más tarde los mismos sermones en Inglaterra, y el nombre de la duquesa de York (María de Módena, que fue después reina, cuando Jacobo II heredó el trono), en cuya capilla predicó Claudio, está ligado a las ediciones de dichos sermones. El santo, durante su estancia en París, había estudiado el Jansenismo con sus verdades a medias y sus calumnias, a fin de combatir, desde el púlpito sus errores, animado como estaba por el amor al Sagrado Corazón, cuya devoción sería el mejor antídoto contra el Jansenismo. A fines de 1674, el P. La Chaize, rector del santo, recibió del general de la Compañía la orden de admitirle a la profesión solemne, después de un mes de ejercicios espirituales en la llamada "tercera probación". Ese retiro fue de gran provecho espiritual para Claudio que se sintió, según confesaba, llamado a consagrarse al Sagrado Corazón. El santo añadió a los votos solemnes de la profesión un voto de fidelidad absoluta a las reglas de la Compañía, hasta en sus menores detalles. Según anota en su diario, había ya vivido durante algún tiempo en esa fidelidad perfecta, y quería consagrar con un voto su conducta para hacerla más duradera. Tenía entonces treinta y tres años, la edad en la que Cristo murió, y eso le inspiró un gran deseo de morir completamente para el mundo y para sí mismo. Como escribió en su diario: "Me parece, Señor, que ya es tiempo de que empiece a vivir en Tí y sólo para Tí, pues a mi edad, Tú quisiste morir por mí en particular".

Escogido por y para el Corazón de Jesús

Dos meses después de haber hecho la profesión solemne, en febrero de 1675, Claudio fue nombrado superior del colegio de Paray-le-Monial. Por una parte, era un honor excepcional confiar a un joven profeso el gobierno de una casa; pero por otra parte, la pequeña comunidad de Paray, que sólo tenía cuatro o cinco padres, era insignificante para las grandes dotes de Claudio.

En realidad se trataba de un designio de Dios para ponerle en contacto con un alma que necesitaba de su ayuda: Margarita María Alacoque. Dicha religiosa se hallaba en un período de perplejidad y sufrimientos, debido a las extraordinarias revelaciones de que la había hecho objeto el Sagrado Corazón, cada día más claras e íntimas. Siguiendo las indicaciones de su superiora, la madre de Saumaise, Margarita se había confiado a un sacerdote muy erudito, pero que carecía de conocimientos de mística. El sacerdote dictaminó que Margarita era víctima de los engaños del demonio, cosa que acabó de desconcertar a la santa. Movido por las oraciones de Margarita, Dios le envió a su fiel siervo y perfecto amigo, Claudio de la Colombiére.

El P. La Colombiére fue un día a predicar a la comunidad de la Visitación. "Mientras él nos hablaba escribió Margarita, oí en mi corazón estas palabras: "He aquí al que te he enviado" Desde la primera vez que Margarita fue a confesarse con el P. La Colombiere, éste la trató como si estuviese al tanto de lo que le sucedía. La santa sintió una repugnancia enorme a abrirle su corazón y no lo hizo, a pesar de que estaba convencida de que la voluntad de Dios era que se confiase al santo. En la siguiente confesión, el P. La Colombiere le dijo que estaba muy contento de ser para ella una ocasión de vencerse y, "en seguida -dice Margarita-, sin hacerme el menor daño, puso al descubierto cuanto de bueno y malo había en mi corazón, me consoló mucho y me exhortó a no tener miedo a los caminos del Señor, con tal de que permaneciese obediente a mis superiores, reiterándome a entregarme totalmente a Dios, para que Él me tratase como quisiera. El padre me enseñó a apreciar los dones de Dios y a recibir Sus comunicaciones con fe y humildad". Este fue el gran servicio del P. La Colombiere a Margarita María. Por otra parte, el santo trabajó incansablemente en la propagación de la devoción al Sagrado Corazón, pues veía en ella el mejor antídoto contra el jansenismo.

Testimonio ante la persecución

El santo no estuvo mucho tiempo en Paray. Su siguiente ocupación fue muy diferente. Por recomendación del P. La Chaize, que era el confesor de Luis XIV, sus superiores le enviaron a Londres como predicador de María Beatriz d´ Este, duquesa de York. El santo predicó en Inglaterra con el ejemplo y la palabra. El amor al Sagrado Corazón era su tema favorito. El proceso de beatificación habla de su apostolado en Inglaterra y de los numerosos protestantes que convirtió. La posición de los católicos en aquel país era extremadamente difícil, debido a la gran hostilidad que había contra ellos. En la corte se formó un movimiento para excluir al duque de York, que se había convertido al catolicismo, de la sucesión a la Corona sustituyéndole por el príncipe de Orange o algún otro candidato. El infame Titus Oates y sus secuaces inventaron la historia de un "complot de los papistas", en el que el P. La Colombiere se hallaría complicado con el resto de los católicos. El complot tenía por objeto, según los calumniadores, el asesinato del rey Carlos II y la destrucción de la Iglesia de Inglaterra, Claudio fue acusado de ejercer los ministerios sacerdotales y de haber convertido a muchos protestantes. Aunque fue hecho prisionero, la intervención de Luis XIV impidió que sellase su vida con el martirio. El santo fue simplemente desterrado de Inglaterra. La prisión había acabado con su débil salud. A su vuelta a Francia, en 1679, el santo estaba ya mortalmente enfermo; aunque en algunas temporadas se rehacía un poco y podía ejercer los ministerios sacerdotales, una enfermedad de los riñones no le dejaba reposo. Sus superiores, pensando que los aires natales podrían ayudarle a recobrar la salud, le enviaron a Lyón y a Paray. Durante una de sus visitas a esta última ciudad, Margarita María le avisó que moriría ahí.

El P.Claudio llega a Paray en Abril de 1681, enviado por los médicos en busca de la salud que le negaban otros climas; siendo así hubo comunicación entre el P. Claudio y la Hermana Margarita. Hablando de los ardores de sus almas y proyectos apostólicos en favor del Sagrado Corazón.

Aquí se agravó la enfermedad del P.Claudio; estaba listo para ir a otros climas, pero Sta. Margarita avisa que si le era posible sin faltar a la obediencia se quedara en Paray. Y le envía este mensaje: El me ha dicho que quiere aquí el sacrificio de vuestra vida. Tan categórica afirmación deshizo todos los preparativos de viaje.

Muerte y gloria

En efecto, después de haber dado maravilloso ejemplo de humildad y paciencia, Claudio La Colombiére entregó su alma a Dios al atardecer del 15 de febrero de 1682. Al día siguiente Santa Margarita María recibió un aviso del cielo en el sentido de que Claudio se hallaba ya en la gloria y no necesitaba de oraciones. Así escribió a una persona devota del querido difunto: "Cesad en vuestra aflicción. Invocadle. Nada temáis; mas poder tiene ahora que nunca para socorrernos."

El P. La Colombiére fue beatificado en 1929 y su Santidad Juan Pablo II lo declaró santo en 1992. La Iglesia Universal celebra su fiesta el día 15 de febrero. 

Hermanos Franciscanos

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