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LA SAGRADA FAMILIA DE NAZARETH




PALABRA DE DIOS DIARIA

En la festividad de la Sagrada Familia, recordamos y celebramos que Dios quiso nacer dentro de una familia para que tuviera alguien que lo cuidara, lo protegiera, lo ayudara y lo aceptara como era.

Al nacer Jesús en una familia, el Hijo de Dios ha santificado la familia humana. Por eso nosotros veneramos a la Sagrada Familia como Familia de Santos.

¿Cómo era la Sagrada Familia?

María y José cuidaban a Jesús, se esforzaban y trabajaban para que nada le faltara, tal como lo hacen todos los buenos padres por sus hijos.

José era carpintero, Jesús le ayudaba en sus trabajos, ya que después lo reconocen como el “hijo del carpintero”.

María se dedicaba a cuidar que no faltara nada en la casa de Nazaret.

Tal como era la costumbre en aquella época, los hijos ayudaban a sus mamás moliendo el trigo y acarreando agua del pozo y a sus papás en su trabajo. Podemos suponer que en el caso de Jesús no era diferente. Jesús aprendió a trabajar y a ayudar a su familia con generosidad. Él siendo Todopoderoso, obedecía a sus padres humanos, confiaba en ellos, los ayudaba y los quería.

¡Qué enseñanza nos da Jesús, quien hubiera podido reinar en el más suntuoso palacio de Jerusalén siendo obedecido por todos! Él, en cambio, rechazó todo esto para esconderse del mundo obedeciendo fielmente a María y a José y dedicándose a los más humildes trabajos diarios, el taller de San José y en la casa de Nazaret.

Las familias de hoy, deben seguir este ejemplo tan hermoso que nos dejó Jesús tratando de imitar las virtudes que vivía la Sagrada Familia: sencillez, bondad, humildad, caridad, laboriosidad, etc.

La familia debe ser una escuela de virtudes. Es el lugar donde crecen los hijos, donde se forman los cimientos de su personalidad para el resto de su vida y donde se aprende a ser un buen cristiano. Es en la familia donde se formará la personalidad, inteligencia y voluntad del niño. Esta es una labor hermosa y delicada. Enseñar a los niños el camino hacia Dios, llevar estas almas al cielo. Esto se hace con amor y cariño.

“La familia es la primera comunidad de vida y amor el primer ambiente donde el hombre puede aprender a amar y a sentirse amado, no sólo por otras personas, sino también y ante todo por Dios.” (Juan Pablo II, Encuentro con las Familias en Chihuahua 1990).

El Papa Juan Pablo II en su carta a las familias nos dice que es necesario que los esposos orienten, desde el principio, su corazón y sus pensamientos hacia Dios, para que su paternidad y maternidad, encuentre en Él la fuerza para renovarse continuamente en el amor.

Así como Jesús creció en sabiduría y gracia ante Dios y los hombres, en nuestras familias debe suceder lo mismo. Esto significa que los niños deben aprender a ser amables y respetuosos con todos, ser estudiosos obedecer a sus padres, confiar en ellos, ayudarlos y quererlos, orar por ellos, y todo esto en familia.

Recordemos que “la salvación del mundo vino a través del corazón de la Sagrada Familia”.
La salvación del mundo, el porvenir de la humanidad de los pueblos y sociedades pasa siempre por el corazón de toda familia. Es la célula de la sociedad.

Oración 

“Oremos hoy por todas las familias del mundo para que logren responder a su vocación tal y como respondió la Sagrada Familia de Nazaret.
Oremos especialmente por las familias que sufren, pasan por muchas dificultades o se ven amenazadas en su indisolubilidad y en el gran servicio al amor y a la vida para el que Dios las eligió” (Juan Pablo II)

“Oh Jesús, acoge con bondad a nuestra familia que ahora se entrega y consagra a Ti, protégela, guárdala e infunde en ella tu paz para poder llegar a gozar todos de la felicidad eterna.”

“Oh María, Madre amorosa de Jesús y Madre nuestra, te pedimos que intercedas por nosotros, para que nunca falte el amor, la comprensión y el perdón entre nosotros y obtengamos su gracia y bendiciones.”

“Oh San José, ayúdanos con nuestras oraciones en todas nuestras necesidades espirituales y temporales, a fin de que podamos agradar eternamente a Jesús. Amén.”

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SANTO TOMÁS BECKET

OBISPO MÁRTIR




PALABRA DE DIOS DIARIA

Este mártir que entregó su vida por defender los derechos de la religión católica, nació en Londres en 1118.

Era hijo de un empleado oficial, y en sus primeros años fue educado por los monjes del convento de Merton. Después tuvo que trabajar como empleado de un comerciante, al cual acompañaba los días de descanso a hacer largas correrías dedicados a la cacería. Desde entonces adquirió su gran afición por los viajes aunque fueran por caminos muy difíciles.

Un día persiguiendo una presa de cacería, corrió con tan gran imprudencia que cayó a un canal que llevaba el agua para mover un molino. La corriente lo arrastró y ya iba a morir triturado por las ruedas, cuando, sin saber cómo ni por qué, el molino se detuvo instantáneamente. El joven consideró aquello como un aviso para tomar la vida más en serio.

A los 24 años consiguió un puesto como ayudante del Arzobispo de Inglaterra (el de Canterbury) el cual se dio cuenta de que este joven tenía cualidades excepcionales para el trabajo, y le fue confiando poco a poco oficios más difíciles e importantes. Lo ordenó de diácono y lo encargó de la administración de los bienes del arzobispado. Lo envió varias veces a Roma a tratar asuntos de mucha importancia, y así Tomás llegó a ser el personaje más importante, después del arzobispo, en aquella iglesia de Londres. Monseñor afirmaba que no se arrepentía de haber depositado en él toda su confianza, porque en todas las responsabilidades que se le encomendaban se esmeraba por desempeñarlas lo mejor posible.

Dicen los que lo conocieron que Santo Tomás Becket era delgado de cuerpo, semblante pálido, cabello oscuro, nariz larga y facciones muy varoniles. Su carácter alegre lo hacía atractivo y agradable en su conversación. Sumamente franco, trataba de decir siempre la verdad y de no andar fingiendo lo que no sentía, pero siempre con el mayor respeto. Sabía expresar sus ideas de manera tan clara, que a la gente le gustaba oírle explicar los asuntos de religión porque se le entendía todo fácilmente y bien.

Tomás como buen diplomático había obtenido que el Papa Eugenio Tercero se hiciera muy amigo del rey de Inglaterra, Enrique II, y este en acción de gracias por tan gran favor, nombró a nuestro santo (cuando sólo tenía 36 años) como Canciller o Ministro de Relaciones Exteriores. Tomás puso todas sus cualidades al servicio de tan alto cargo, y llegó a ser el hombre de confianza del rey. Este no hacía nada importante sin consultarle. Su presencia en el gobierno contribuyó a que dictaran leyes muy favorables para el pueblo. Acompañaba a Enrique II en todas sus correrías por el país y por el exterior (pues Inglaterra tenía amplias posesiones en Francia) y procuraba que en todas partes quedara muy en alto el nombre de su gobierno. Y no tenía miedo en corregir también al monarca cuando veía que se estaba extralimitando en sus funciones. Pero siempre de la manera más amigable posible.

En el 1161 murió el Arzobispo Teobaldo, y entonces al rey le pareció que el mejor candidato para ser arzobispo de Inglaterra era Tomás Becket. Este le advirtió que no era digno de tan sublime cargo. Que su genio era violento y fuerte, y que tomaba demasiado en serio sus responsabilidades y que por eso podía tener muchos problemas con el gobierno civil si lo nombraban jefe del gobierno eclesiástico. Pero su confesor decía: "En su vida privada es intachable, y sabe mantener una gran dignidad aún en ocasiones peligrosas y en tentaciones de toda especie". Y un Cardenal de mucha confianza del Sumo Pontífice lo convenció de que debía aceptar, y al fin aceptó.

Cuando el rey empezó a insistirle en que aceptara el oficio de Arzobispo, Santo Tomás le hizo una profecía o un anuncio que se cumplió a la letra. Le dijo así: "Si acepto ser Arzobispo me sucederá que el rey que hasta ahora es mi gran amigo, se convertirá en mi gran enemigo". Enrique no creyó que fuera a suceder así, pero sí sucedió.

Ordenado de sacerdote y luego consagrado como Arzobispo, pidió a sus ayudantes que en adelante le corrigieran con toda valentía cualquier falta que notaran en él. Les decía: "Muchos ojos ven mejor que dos. Si ven en mi comportamiento algo que no está de acuerdo con mi dignidad de arzobispo, les agradeceré de todo corazón si me lo advierten".

Desde que fue nombrado arzobispo (por el Papa Alejandro III) la vida de Tomás cambió por completo. Se levantaba muy al amanecer. Luego dedicaba una hora a la oración y a la lectura de la S. Biblia. Después del desayuno estudiaba otra hora con un doctor en teología, para estar al día en conocimientos religiosos. Cada día repartía el personalmente las limosnas a muchísimos pobres que llegaban al Palacio Arzobispal. Muy pronto ya los pobres que allí recibían ayuda, eran el doble de los que antes iban a pedir limosna.

Cada día tenía algunos invitados a su mesa, pero durante las comidas, en vez de música escuchaba la lectura de algún libro religioso. Casi todos los días visitaba algunos enfermos del hospital. Examinaba rigurosamente la conducta y la preparación de los que deseaban ser sacerdotes, y a los que no estaban bien preparados o no habían hecho los estudios correspondientes no los dejaba ordenarse de sacerdotes, aunque llegaran con recomendaciones del mismo rey.

Tomás había dicho al rey cuando este le propuso el arzobispado: "Ya verá que los envidiosos tratarán de poner enemistades entre nosotros dos. Además el poder civil tratará de imponer leyes que vayan contra la Iglesia Católica y no podré aceptar eso. Y hasta el mismo rey me pedirá que yo le apruebe ciertos comportamientos suyos, y me será imposible hacerlo". Esto se fue cumpliendo todo exactamente.

El rey se propuso ponerles enormes impuestos a los bienes de la Iglesia Católica. El arzobispo se opuso totalmente a ello, y desde entonces el cariño de Enrique hacía su antiguo canciller Tomás, se apagó casi por completo. Luego pretendió el rey imponer un fuerte castigo a un sacerdote. El arzobispo se opuso, diciendo que al sacerdote lo juzga su superior eclesiástico y no el poder civil. La rabia del mandatario se encendió furiosamente. Enrique redactó una ley en la cual la Iglesia quedaba casi totalmente sujeta al gobierno civil. El arzobispo exclamó: "No permita Dios que yo vaya jamás a aprobar o a firmar semejante ley". Y no la aceptó. ¡Nueva rabia del rey! Enseguida este se propuso que en adelante sería el gobierno civil quien nombrara para ciertos cargos eclesiásticos. Tomás se le opuso terminantemente. Resultado: tuvo que salir del país.

Tomás se fue a Francia a entrevistarse con el Papa Alejandro III y pedirle que lo reemplazara por otro en este cargo tan difícil. "Santo Padre le digo yo soy un pobre hombre orgulloso. Yo no fui nunca digno de este oficio. Por favor: nombre a otro, y yo terminaré mis días dedicado a la oración en un convento". Y se fue a estarse 40 días rezando y meditando en una casa de religiosos.

Pero el Pontífice intervino y obtuvo que entre Enrique y Tomás hicieran las paces. Y así volvió a Inglaterra. Sin embargo, el problema peor estaba por llegar.

Después de seis años de destierro y cuando ya le habían sido confiscados por el rey todos sus bienes y los de sus familiares, el arzobispo Tomás regresó a Inglaterra el 1º de diciembre con el título de "Delegado del Sumo Pontífice". El trayecto desde que desembarcó hasta que llegó a su catedral de Canterbury fue una marcha triunfal. Las gentes aglomeradas a lo lago de la vía lo aclamaban. Las campanas de todas las iglesias repicaban alegremente y parecía que la hora de su triunfo ya había llegado. Pero era otra clase de triunfo distinta la que le esperaba en ese mes de diciembre. La del martirio.

Como él mismo lo había anunciado, los envidiosos empezaron a llevar cuentos y cuentos al rey contra el arzobispo. Y dicen que un día en uno de sus terribles estallidos de cólera, Enrique II exclamó: "No podrá haber más paz en mi reino mientras viva Becket. ¿Será que no hay nadie que sea capaz de suprimir a este clérigo que me quiere hacer la vida imposible?".

Al oír semejante exclamación de labios del mandatario, cuatro sicarios se fueron donde el santo arzobispo resueltos a darle muerte. Estaba él orando junto al altar cuando llegaron los asesinos. Era el 29 de diciembre de 1170. Lo atacaron a cuchilladas. No opuso resistencia. Murió diciendo: "Muero gustoso por el nombre de Jesús y en defensa de la Iglesia Católica". Tenía apenas 52 años.

Se llama apoteosis la glorificación y gran cantidad de honores que se rinden a una persona. La noticia del asesinato de un arzobispo recorrió velozmente Europa causando horror y espanto en todas partes. El Papa Alejandro III lanzó excomunión contar el rey Enrique, el cual profundamente arrepentido duró dos años haciendo penitencia y en el año 1172 fue reconciliado otra vez con su religión y desde entonces se entendió muy bien con las autoridades eclesiásticas. El mártir Tomás consiguió después de su muerte, esto que no había logrado obtener durante su vida.

Tres años después el Sumo Pontífice lo declaró santo, a causa de su martirio y por los muchos milagros que se obraban en su sepulcro.

Dos personajes con nombres de Tomás, ocuparon el cargo de Canciller en Inglaterra, junto con dos reyes de nombre Enrique. Y ambos fueron martirizados por defender a la santa Iglesia Católica. Santo Tomás Becket, martirizado por deseos de Enrique II y Santo Tomás Moro, martirizado por orden del impío rey Enrique VIII.

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Fundador de los Misioneros
de la Preciosa Sangre

Martirologio Romano: En Roma, san Gaspar del Búfalo, presbítero, el cual lucho denodadamente por la libertad de la Iglesia y, encarcelado, no cesó de conducir a los pecadores por el camino recto, principalmente con la devoción a la preciosísima sangre de Cristo, en cuyo honor fundó las Congregaciones de Misioneros y de Hermanas. (1837)

Etimológicamente: Gaspar = Aquel que administra tesoros. Viene de las lenguas hebrea y persa.

Este santo nació en Roma en 1786. Era hijo de un capitán. Fue ordenado sacerdote en 1808. Pero en 1809 Napoleón puso preso al Sumo Pontífice Pío VII y entonces el Padre Gaspar y todos los sacerdotes que permanecieron fieles al Papa, fueron desterrados. En 1814, al ser derrotado Napoleón, pudo volver libre el Pontífice a Roma y también el Padre Gaspar volvió a la ciudad eterna, y encontró que por haber estado la ciudad varios años casi sin sacerdotes había muchísimo trabajo que hacer en confesiones y predicaciones y en tratar de instruir a la juventud, y se dedicó a ello con toda su energía y de tiempo completo.

Viendo que se necesitaban fervorosos misioneros que predicaran de pueblo en pueblo y de ciudad en ciudad, se propuso fundar una nueva comunidad religiosa: Los Misioneros de la Preciosa Sangre. El Papa lo ayudó y lo animó y así pronto tuvo ya un buen número de misioneros. El quería que las casas de su nueva comunidad se fundaran en los barrios más pobres, más abandonados y más pervertidos de cada ciudad.

Y empezó por la ciudad de Nápoles que en ese tiempo era una verdadera guarida de bandidos, donde nadie tenía la vida segura. El propio Sumo Pontífice le recomendó que empezara por Nápoles, pues esa gente necesitaba mucho de la conversión .Y las dificultades que se le presentaban eran extremas. Parecía que Nuestro Señor lo estaba poniendo a prueba, pues apenas solucionaba una dificultad le aparecían varias más. Sin embargo él, con una gran confianza en Dios, logró reunir un buen número de sacerdotes y allá se fue a fundar casas de misiones y obtuvieron grandes conversiones.

A sus misioneros les recomendaba que trabajaran fuertemente, y que nunca se dieran por vencidos a pesar de las dificultades y que no dejaran un solo día sin instruirse más y más en nuestra santa religión. El y sus sacerdotes recorrían pueblos y ciudades predicando el evangelio y la conversión. Aguantaban hambres, fríos, persecuciones y pobreza, pero conseguían un gran número de conversiones, con su predicación, su buen ejemplo y sus sacrificios.

Las gentes al verlos tan mortificados y tan instruidos y al oírlos hablar con tanto entusiasmo acerca de la conversión y de la salvación del alma se entusiasmaban y cambiaban de modo de vivir y empezaban a ser mejores. El santo, que terminaba cada misión terriblemente fatigado, les decía a sus amigos: ¿Si es tan bonito trabajar por Nuestro Señor aquí en medio de tantas fatigas, cuánto más será estar junto a El en el cielo donde no hay dolor ni cansancio?.

Por todas partes por donde andaba predicando iba propagando la Adoración Nocturna: ese dedicar una noche cada mes para pasar varias horas rezando ante el Santísimo Sacramento.

Ya bastante enfermo sufría muchísimo de sed por el calor y por la fiebre, pero hacía el sacrificio de no tomar agua, para obtener con ese sufrimiento la conversión de los pecadores. En invierno el frío lo hacía sufrir muchísimo pero no tenía calefacción, porque el martirio del frío podía convertir pecadores.

Murió en Roma en 1836, y fueron tantos los milagros que se obtuvieron por su intercesión, que el Sumo Pontífice lo declaró santo en 1954.

San Gaspar: te encomendamos nuestras ciudades, especialmente aquellos barrios donde hay más maldad, para que ruegues a Dios por ellos y consigas la conversión de muchos pecadores.

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Por: . | Fuente: Vatican.va

Fundadora de las Esclavas del Sagrado Corazón

Martirologio Romano: En Nápoles, Italia, santa Catalina Volpicelli, virgen, que entregada a la asistencia de pobres y enfermos fundó el Instituto de Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, con la finalidad de que este siempre manifestase una caridad activa, adaptada a las necesidades de los tiempos. ( 1894)

Fecha de canonización: 26 de abril de 2009, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI

Catalina Volpicelli, Fundadora de Las Esclavas del Sagrado Corazón, pertenece a la compañía de los "apóstoles de los pobres y de los marginados" que, en el siglo XIX, fueron para Nápoles un signo resplandeciente de la presencia del Cristo "buen Samaritano" que se acerca a cada hombre herido en el cuerpo y en el espíritu, para derramar sobre sus heridas el aceite de la consolación y el vino de la esperanza (cf. Misal Romano, 2 ed. Italiana, Roma 1983, Prefacio común VIII, pág. 375).

Nacida en Nápoles el 21 de enero de 1839, Catalina tuvo en su familia, perteneciente a la alta burguesía, una sólida formación humana y religiosa. En el Colegio Real de San Marcelino, bajo la sabia guía de Margarita Salatino (futura cofundadora, con el Beato Ludovico de Casoria de las Hermanas Franciscanas Elizabetinas Bigie), aprendió letras, idiomas y música, cosa que no era usual para una mujer de su tiempo.

Guiada por el Espíritu del Señor, que le revelaba el plan de Dios a través de la voz de sabios y santos Directores espirituales, Catalina que mientras insistía en rivalizar con su hermana y en brillar en la sociedad, frecuentando teatros y espectáculos de danzas, rápidamente renunció a los valores efímeros de una vida elegante y despreocupada, para adherir con generosa decisión a una vocación de perfección y de santidad.

El encuentro ocasional con el Beato Ludovico de Casoria, el 19 septiembre de 1854, en "La Palma" en Nápoles, fue, como afirmó ella misma: "un momento singular de la gracia obsequiosa, de la caridad y de la predilección del S. Corazón enamorado de las miserias de su Sierva". El Beato la asoció a la Orden Franciscana Seglar y le indicó como única finalidad de su vida, el culto al Sagrado Corazón de Jesús, invitándola a permanecer en medio a la sociedad, en la cual debía ser "pescadora de almas".

Guiada por su confesor, el barnabita P. Leonardo Matera, el 28 mayo de 1859 Catalina entró a formar parte de las Adoradoras perpetuas de Jesús Sacramentado, pero en poco tiempo se retiró, por graves motivos de salud.

Otro era el designio de Dios para Catalina. Lo había intuído muy bien el Beato Ludovico que a menudo le repetía: "El Corazón de Jesús, oh Catalina, ésta es tu obra !"

Por indicación de su confesor, la Volpicelli conoce la hoja mensual del Apostolado de la Oración "Le Messager du Coeur de Jèsus". Escribe al P. Enrique Ramière, director general del Apostolado de la Oración en Francia, recibiendo de él noticias detalladas de la naciente Asociación, con el Diploma de Celadora, el primero llegado a Italia. En julio de 1867, P. Ramière visita el edificio de Largo Petrone en la Salud, en Nápoles, donde Catalina está pensando establecer la sede de sus actividades apostólicas "para hacer renacer en los corazones, en las familias y en la sociedad el amor por Jesucristo".

El Apostolado de la Oración será el centro de todo la estructura espiritual de Catalina, que le permitirá cultivar su amor ardiente por la Eucaristía y se convertirá en instrumento de una acción pastoral que tiene las dimensiones del Corazón de Cristo y por lo tanto abierta a todo hombre, siempre al servicio de la Iglesia, de los últimos y de los sufridos.

Con las primeras celadoras, el 1 julio de 1874 Catalina funda el nuevo Instituto de las "Esclavas del S. Corazón", aprobado en primera instancia por el Cardenal Arzobispo de Nápoles, el Siervo de Dios Sixto Riario Sforza, y posteriormente, el 13 junio de 1890, por el Papa León XIII que concede a la nueva familia religiosa el Decreto de alabanza".

Interesada en el futuro de la juventud, abrió enseguida el asilo de huerfánas las "Margaritas", fundó una biblioteca circulante e instituyó la Asociación de las Hijas de María, con la guía sabia de la Venerable M. Rosa Carafa Traetto (+ 1890).

En poco tiempo abrió otras casas: en Nápoles en el edificio Sansevero y luego junto a la iglesia de la Sabiduría, en Ponticelli, donde las Esclavas se distinguieron en la asistencia a las víctimas del cólera del año 1884, en Minturno, en Meta de Sorrento y en Roma.

El 14 mayo de 1884, el nuevo Arzobispo de Nápoles, el Cardinal Guillermo Sanfelice, OSB, consagró el Santuario dedicado al S. Corazón de Jesús, que la Volpicelli había hecho eregir junto a la Casa Madre de sus obras, destinándolo particularmente a la adoración reparadora, solicitada por el Papa para el sostèn de la Iglesia, en una època difícil para la libertad religiosa y para el anuncio del Evangelio.

La participación de la Catalina al primer Congreso Eucarístico Nacional, que se celebró en Nápoles en el año 1891 (19-22 noviembre), fuè el acto cumbre del apostolado de la Fundadora de las Esclavas del S. Corazón; en aquella ocasión montó una rica exposición de ornamentos sagrados, destinados a las iglesias pobres, organizó la adoración eucarística en la Catedral y fue la animadora de aquel gran movimiento de almas que culminó en la impresionante: "Confesión y Comunión general".

Catalina Volpicelli muere en Nápoles el 28 diciembre de 1894 ofreciendo su vida por la Iglesia y por el Santo Padre.

La Causa de beatificación y canonización de la insigne testigo de la caridad del Corazón de Cristo, despuès de la instrucción del Proceso Ordinario en los años 1896-1902 en la Curia eclesíastica de Nápoles, fue oficialmente presentada ante la entonces S. Congregación de los Ritos el 11 enero de 1911.

El 25 de marzo de 1945, el Santo Padre, Pio XII declaraba la heroicidad de las virtudes, atribuyèndole el titulo de Venerable.

El 28 de junio de 1999, su Santidad Juan Pablo II, aprobó la lectura del decreto para su beatificación.

El 26 de abril de 2009 fue canonizada por S.S. Benedicto XVI.

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Virgen religiosa de la Segunda Orden Franciscana (1236‑1320). Clemente XIII aprobó su culto el 27 de julio de 1765.

Matía, nacida hacia el año 1235 en Matelica, en las Marcas, pertenecía a la familia noble De Nazarei. Creció rodeada de los amorosos cuidados de los familiares, que hicieron todo para prepararla para un brillante porvenir. Su padre, se soñaba para ella un matrimonio digno de su categoría. Pero un hecho inesperado trastornó todos sus planes. El ejemplo de las dos santas hermanas Clara e Inés de Asís también se repitió en Matelica. Un día Matía sin avisar a nadie, huyó de su casa y fue a tocar las puertas del monasterio de Santa María Magdalena de las hermanas Clarisas, pidiendo a la abadesa que la recibiera entre sus cohermanas. Esta le hizo notar que era imposible sin el consentimiento de sus padres. Poco después el padre y algunos parientes irritadísimos irrumpieron en el monasterio decididos a llevarla de nuevo a su casa por la fuerza. Pero todo fue inútil. El padre fue vencido por la insistencia de su hija, que así pudo realizar su sueño de seguir a Cristo por el camino de la perfección.

Tenía dieciocho años cuando comenzó el noviciado y antes de la profesión distribuyó parte de sus bienes a los pobres y parte la reservó para urgentes trabajos de restauración del monasterio. Tras su ejemplo otras muchachas la siguieron por el camino de vida evangélica que habían trazado San Francisco y Santa Clara.

Después de ocho años de vida religiosa fue elegida abadesa unánimemente. Durante cuarenta años Matía fue la celosa superiora de las Clarisas, iluminada guía espiritual y al mismo tiempo sagaz administradora. Poseía las cualidades aparentemente contradictorias de una gran mística y de una sabia organizadora. Confiando en la Divina Providencia, con ofrendas de la población y de su familia, reconstruyó casi desde los cimientos la iglesia y el monasterio.

La vida interior de la Beata Matía se modeló sobre la Pasión del Señor. Por muchos años todos los viernes sufrió dolores y numerosos arrobamientos. Fue una mujer de gobierno que a las virtudes contemplativas unía las virtudes prácticas. Se mantuvo también en contacto con el mundo, sabiendo decir una palabra de consuelo, ayuda y exhortación a los muchos que acudían a ella. Fue llamada “Madre de la caridad” pues ayudaba en la medida de las posibilidades aun a indigentes y pobres. Un niño estaba a punto de morir como consecuencia de una caída. La madre desesperada lo llevó a la Beata Matía, quien después de orar lo tocó con la mano y lo restituyó sano y salvo a su madre. Y se cuentan de ella otros prodigios.

El 28 de diciembre de 1320, después de haber exhortado y bendecido por última vez a sus queridas cohermanas, murió serenamente a los 85 años, dejando tras de sí un dulce recuerdo, que luego se transformaría en culto, el cual confirmaría Clemente XIII.

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SANTOS INOCENTES

MÁRTIRES




PALABRA DE DIOS DIARIA


La consulta bien intencionada de aquellos Magos que llegaron de Oriente al rey fue el detonante del espectáculo dantesco que organizó la crueldad aberrante de Herodes a raíz del nacimiento de Jesús.

Habían perdido el brillo celeste que les guiaba, llegó la desorientación, no sabían por donde andaban, temieron no llegar a la meta del arduo viaje emprendido tiempo atrás y decidieron quemar el último cartucho antes de dar la vuelta a su patria entre el ridículo y el fracaso.

Al rey le produjo extrañeza la visita y terror la ansiosa pregunta sobre el lugar del nacimiento del Mesías; rápidamente ha hecho sus cálculos y llegado a la conclusión de que está en peligro su status porque lo que las profecías antiguas presentaban en futuro parece que ya es presente realidad. Se armó un buen revuelo en palacio, convocaron a reunión a los más sabios con la esperanza de que se pronunciaran y dieran dictamen sobre el escondrijo del niño "libertador". El plan será utilizar a los visitantes extranjeros como señuelo para encontrarle. Menos mal que volvieron a su tierra por otro camino, después que adoraron al Salvador. Impaciente contó Herodes los días; se irritó consigo mismo por su estupidez; los emisarios que repartió por el país no dan noticia de aquellos personajes que parecen esfumados, y se confirma su ausencia. Vienen los cálculos del tiempo, y contando con un margen de seguridad, le salen dos años con el redondeo.

Los niños que no sobrepasen dos años en toda la comarca morirán. Hay que durar en el poder. El baño de sangre es un simple asunto administrativo, aunque cuando pase un tiempo falten hombres para la siembra, sean escasos los brazos para segar y no haya novios para las muchachas casaderas; hoy sólo será un dolor pasajero para las familias sin nombre, sin fuerza, sin armas y sin voz. Unas víctimas ya habían iniciado sus correteos, y balbuceaban las primeras palabras; otras colgaban todavía del pecho de sus madres. Pero para Herodes era el precio de su tranquilidad.

Son los Santos Inocentes. Están creciendo para Dios en su madurez eterna. Ni siquiera tuvieron tiempo de ser tentados para exhibir méritos, pero no tocan a menos. Están agarrados a la mano que abre la gloria. Aplicados los méritos de Cristo sin que fuera preciso crecer para pedir el bautismo de sangre, como tantos laudablemente hoy son bautizados en la fe de la Iglesia con agua sin cubrir expediente personal. El Bautismo es gracia.

Entraron en el ámbito de Cristo inconscientes, sin saberlo ni pretenderlo; como cada vez que por odio a Dios, a la fe, hay revueltas, matanzas y guerras; en esas circunstancias surgen mártires involuntarios, que aún sin saberlo, mueren revestidos y purificados por la sangre de Cristo, haciéndose compañeros suyos en el martirio; y no se les negará el premio sólo porque ellos mismo, uno a uno, no pudieran pedirlo. En este caso es el sagrado azar providente de caer por causa de Cristo, porque la mejor gloria que el hombre puede dar a Dios es muriendo.

Ya el mismo Jeremías dejó dicho y escrito que "de la boca de los que no saben hablar sacaste alabanza".

Hoy los mayores también hacen bromas en recuerdo del modo de ser juguetón y alegre de aquellos bebés que no tuvieron tiempo de hacerlas; es buena ocasión de hacer agradable la vida a los demás, con admiración y sorpresa, en desagravio del mal que provocó el egoísmo de aquel que tanto se fijó en lo suyo que aplastó a los demás.

11:20 p.m.

Por: . | Fuente: Religión en Libertad

Periodista y Padre de familia

Martirologio Romano: En Hersbruck, Alemania, Beato Odoardo Focherini, lider de Acción Catolica, asesinado por odio a la fe ( 1944)

Fecha de beatificación: 15 de junio de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Odoardo Focherini es un periodista italiano padre de siete hijos y líder de la Acción Católica que fue muerto por los nazis a los 37 años, tras salvar a numerosos judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Este laico fue declarado mártir el 10 de mayo de 2012 a través de un decreto aprobado por el Papa Benedicto XVI.

Odoardo nació en Carpi el 6 de julio de 1907. Ferviente católico desde muy joven, se formó en la Acción Católica italiana bajo la guía de Armando Benatti. Con tan solo 16 años fue secretario del círculo interparroquial de Carpi, a los 17 años era secretario de la Federación Juvenil diocesana.

A los 19 años de edad fundó los scouts católicos en su localidad natal, llegando a ser jefe del movimiento scout en su diócesis y uno de los referentes del mismo en toda Italia. Se casó con María Marchesi en el año 1930 y tuvieron siete hijos. Con 27 años era presidente de Acción Católica en Italia, en una época en que las asociaciones fascistas competían por seducir a los jóvenes e integrarlos en sus filas.

En 1937 pasó a ser director administrativo del diario Avvenire, que entonces dirigía Raimondo Manzini, un hombre valiente que escribió encendidas polémicas contra el fascismo. Odoardo Focherini, inspirado en el espíritu de la encíclica Non abbiamo bisogno de Pío XI, fue muy crítico contra el fascismo de Mussolini.

Pero lo que le convertiría en un mártir de Jesucristo fue su ayuda a los judíos italianos. Focherine contrató para Avvenire al periodista judío Giacomo Lampronti... desafiando así las nuevas leyes raciales.

En 1942, a petición del director Manzini –a quien el cardenal de Génova, Pietro Boetto, había enviado algunos judíos de Polonia para defenderlos–, se encargó de protegerles en un tren de Cruz Roja Internacional.

Más adelante, en octubre de 1943 organizó, junto al padre Dante Sala, una red eficaz para la expatriación hacia Suiza de más de un centenar de judíos. Odoardo contactaba con las familias, conseguía los documentos, arreglaba la financiación necesaria y, finalmente, llegó a proporcionar documentación falsa.

Su cuñado Bruno Marchesi le había dicho: “Ten cuidado. Tal vez te expones demasiado. ¿No piensas en tus hijos?”. Odoardo le respondió: “Si hubieras visto, como he visto yo en esta cárcel, lo que hacen padecer a los judíos, no lamentarías más que no haber hecho lo bastante por ellos, no haber salvado un número mayor”.

El 11 de marzo de 1944, Focherini fue detenido por los nazis en un hospital mientas atendía a un judío enfermo. Aislado en el «lager» de Flossenburg, fue trasladado al campo de Hersbruck donde se trabajaba desde las tres y media de la mañana hasta la tarde. Quien no resistía este ritmo, era inmediatamente enviado a los hornos crematorios.

Focherini murió de septicemia el 27 de diciembre de 1944, a los 37 años, por una herida en la pierna que nadie atendió en el campo. Antes de morir, dictó a su amigo Olivelli una carta-testamento estremecedora:

"Mis siete hijos... Querría verlos antes de morir... No obstante, acepta, oh, Señor, también este sacrificio, y protégelos Tú, junto a mi mujer, a mis padres, a todos mis seres queridos. Declaro morir en la más pura fe católica, apostólica, romana y en la plena sumisión a la voluntad de Dios, ofreciendo mi vida en holocausto por mi diócesis, por Acción Católica, por el Papa y por el retorno de la paz al mundo. Os ruego que digáis a mi esposa que siempre le he sido fiel, que siempre he pensado en ella y que siempre la he amado intensamente".
En su memoria, la Unión de las Comunidades judías de Italia le otorgó una medalla de oro en 1955 y el Instituto conmemorativo de los mártires y de los héroes Yad Vashem de Jerusalén le proclamó Justo entre las Naciones.

La ceremonia de beatificaciòn se realizó el 15 de junio de 2013 en Carpi.

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11:20 p.m.

Por: P. Claudio Lezcano | Fuente: ArchiBurgos.org

El P. Alfredo se nos presenta como un testigo de Cristo en estos tiempos modernos, víctima de la intolerancia que desencadenó la dura guerra civil española en los años 1.936-39.

En unas cuantas palabras vamos a sintetizar la vida del Beato Alfredo.

FAMILIA CRISTIANA. Nace en Cilleruelo de Bricia (Burgos), el dos de junio de 1.899, en el seno de una numerosa familia cristiana de siete hijos. Él era el mayor. Sus padres: Castor y Justa.

SACERDOTE ESCOLAPIO. De niño quiso seguir a Jesús de Nazaret, imitando a S. José de Calasanz, dedicando su vida a la educación cristiana. Y se ordena Sacerdote en Palencia, en 1.928.

GESTO. Una enfermedad en el fémur le dejó cojo cuando tenía 18 años. Eso le impidió compartir el deporte con sus alumnos, expresando el carácter alegre que tenía. Además, esa enfermedad originó una de las anécdotas más significativas y espontáneas de su martirio. Viéndole cojo los milicianos, quisieron ayudarle a subir a la cubierta del barco para fusilarle. A lo que él respondió. “Hasta ahora he necesitado bastón, pero para subir hacia Dios no lo necesito”. Y la arrojó, trepando como pudo hasta la cubierta.

MÁRTIR. En su vida encontramos rasgos muy marcados del creyente, religioso, educador y sacerdote: generoso, humilde, hombre de oración, devoto de Ntra. Sra., amigo de los chicos, siempre estaba rodeado de ellos. Pero además fue mártir, es decir, dio la vida por la fe. Estaba en el colegio de Villacarriedo cuando estalló la guerra. Se refugió en la casa de su tía, pero lo cogieron preso, llevándole a la bodega del barco Alfonso Pérez, anclado en la bahía de Santander. Pudo disimular su condición de sacerdote pero, ante la pregunta de qué era, confesó en voz alta oyéndolo los compañeros de bodega: “Soy sacerdote Escolapio de Villacarriedo”. Y le fusilaron. Era el 27 de diciembre de 1.936.

BEATIFICADO. Ante los datos claros de su martirio, Juan Pablo II le beatificó en Roma, junto con otros doce escolapios, el 1 de octubre de 1995.

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Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En Biringi, Rep. Democrática del Congo, beato Francisco Spoto, italiano, sacerdote de la Congregación de los Misioneros Siervos de los Pobres ( 1964).

Breve Biografía

Francisco Spoto nació al 8 de julio de 1924, en Raffadali (Italia). Los padres lo educaron para una fe profunda y genuina y ellos lo transmitieron un gran sentido del deber. La familia, la escuela y la parroquia eran las atmósferas frecuentadas por Francisco: sus educadores y los padres en primer lugar se dieron cuenta de que en ese muchacho bueno, conciente y sensible estaba madurando el germen de la vocación al servicio de Dios y de los hermanos.

Francisco entró en el Seminario de la Congregación de los Misioneros Siervos de los Pobres, en 1936. Desde el principio mostró poseer un carácter: humille, pero tenaz, con un alto sentido del deber y de responsabilidad. Precisamente debido a su determinación y la tenacidad ganó dos apodos, de los compañeros y los superiores respectivamente: “alemán” y “piedra”, nombres que dan una imagen clara del temple del joven. Durante los años en el seminario nació en él la pasión por los estudios, que en su breve vida se tradujeron en una preparación sólida, claramente visible en sus escritos, cartas y homilías. La cultura no era en sí su meta, sino colocarla al servicio del amor a Dios y a los hermanos.

En 1 de noviembre de 1940 Francisco emitió su primera profesión. Recibió la Ordenación sacerdotal al 22 de julio de 1951. Inmediatamente dedicó su ministerio sacerdotal al desarrollo de los trabajos típicos de la Congregación de los Misioneros Siervos de los Pobres. El Capítulo General de 1959 lo escogió Superior-General teniendo tan sólo 35 años justos, necesitó una dispensa de la Santa Sede debido a su corta joven. Asume las nuevas responsabilidades con tenacidad renovada, determinación y fuerte sentido del deber empeñándose con todo sus fuerzas en dar impulso y vitalidad a la Congregación, poniéndose al servicio de todos con activa humildad y la amorosa firmeza. La oración perfuma y palpita en su vida, ya que él la considera centro de sus actividades cotidianas.

Su manera concreta permitió conseguir la aprobación de las Constituciones de parte de la Santa Sede, la nueva Casa de estudios teológicos en Roma y, en 1961, la inauguración de la misión en Biringi, en la actual República Democrática de Congo (anterior-Zaire). Y, de hecho allí, en la tal estimada tierra, P. Spoto pasará los últimos meses de su vida en una camino direccionado a la santidad y al martirio.

El 4 de agosto de 1964, partió para Biringi para confortar a los hermanos que se encontraron en dificultad notable debido a la situación políticamente crítica y peligrosa en la ex-colonia belga que, después de obtener la independencia en 1960, pasó un periodo muy inestable, con luchas marcadas por ideologías materialistas y anti-religiosas, que se volvieron más feroces a partir de 1964 debido a la persecución de innumerables religiosos y monjas. En este contexto, P. Francisco partió para el Congo, lleno de entusiasmo, aunque consciente de que podría perder su propia vida.

En el mes de septiembre, cuando la situación en Biringi se hizo más difícil, decidió dejar el cargo de Superior-General, comunicando su decisión en una carta dirigida al Vicario-General: “Si me quedo aquí no es por persistencia o indiferencia, más bien es por un alto sentido alto del deber, interés y amor de la Congregación" (Carta al Vicario-general, el 20 de septiembre de 1964). Un padre bueno no abandona a sus propios hijos en la necesidad extrema.

A inicio de noviembre, P. Spoto y tres hermanos de la congregación fueron obligados dejar la misión y vagar sin dirección, escondiéndose y intentando huir de los Simba que los seguían por matarlos.

En esta situación penosa, P. Francisco puso a punto su sentido de sacrificio, perfeccionando el deseo de ofrendar su vida para salvar a sus compañeros. No obstante vivir esa vida nómada, repleta de sustos y miedos, P. Francisco consiguió escribir una especie de “diario”. El día 3 de Diciembre sus compañeros fueron capturados. Él logró huir, empezó la noche vagando por el bosque con los pies descalzos, sediento, hambriento, ensangrentado... la mañana siguiente, él encontró a sus tres compañeros libres, milagrosamente ilesos. En la noche del 11 de Diciembre P. Francisco fue atacado por dos guerrilleros y, debido a los violentos golpes, quedó paralítico. A partir de esa trágica noche, hasta el día de su muerte, él fue transportado en una especie de camilla, continuando el escape para evitar ser capturados nuevamente. P. Francisco murió al 27 de diciembre de 1964, después de haber recibido el Sacramento de la Unción. Enterrado en las proximidades de la choza donde se refugiaron. Sus hermanos de la Congregación sobrevivieron y regresaron a Italia.

Su muerte no fue una oferta inútil: su sangre inocente bañó ese pedazo de tierra de África e hizo crecer y producir abundantes frutos.

Reproducido con autorización de Vatican.va
traducido por Xavier Villalta

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5:31 p.m.

SAN JUAN 

APÓSTOL Y EVANGELISTA




PALABRA DE DIOS DIARIA

Juan, hijo de Zebedeo y de Salomé, hermano de Santiago, fue capaz de plasmar con exquisitas imágenes literarias los sublimes pensamientos de Dios. Hombre de elevación espiritual, se lo considera el águila que se alza hacia las vertiginosas alturas del misterio trinitario: “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios”.

Es de los íntimos de Jesús y le está cerca en las horas más solemnes de su vida. Está junto a él en la última Cena, durante el proceso y, único entre los apóstoles, asiste a su muerte al lado de la Virgen. Pero contrariamente a cuanto pueden hacer pensar las representaciones del arte, Juan no era un hombre fantasioso y delicado, y bastaría el apodo que puso el Maestro a él y a su hermano Santiago -”hijos del trueno”- para demostrarnos un temperamento vivaz e impulsivo, ajeno a compromisos y dudas, hasta parecer intolerante.

En el Evangelio él se presenta a sí mismo como “el discípulo a quien Jesús amaba”. Aunque no podemos indagar sobre el secreto de esta inefable amistad, podemos adivinar una cierta analogía entre el alma del “hijo del trueno” y la del “Hijo del hombre”, que vino a la tierra a traer no sólo la paz sino también el fuego. Después de la resurrección, Juan parmanecerá largo tiempo junto a Pedro. Pablo, en la carta a los Gálatas, habla de Pedro, Santiago y Juan “como las columnas” de la Iglesia.

En el Apocalipsis Juan dice que fue perseguido y relegado a la isla de Patmos por la “palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.” Según una tradición, Juan vivió en Éfeso en compañía de la Virgen, y bajo Domiciano fue echado en una caldera de aceite hirviendo, de la que salió ileso, pero con la gloria de haber dado también él su “testimonio”. Después del destierro en Patmos, regresó definitivamente a Éfeso en donde exhortaba infatigablemente a los fieles al amor fraterno, como resulta de las tres epístolas contenidas en el Nuevo Testamento. Murió de avanzada edad en Éfeso, durante el imperio de Trajano, hacia el año 98.

12:20 a.m.

Doctor de la Iglesia es un título otorgado por el Papa o un concilio Ecuménico a ciertos santos en razón de su erudición y en reconocimiento como eminentes maestros de la fe para los fieles de todos los tiempos.

Los doctores de la Iglesia han ejercido una influencia especial sobre el desarrollo del cristianismo, sentando las bases de la doctrina sucesiva, o interpretando de forma esclarecedora y perdurable vastos campos de la Revelación.

En el cristianismo primitivo el título se adjudicó espontáneamente a ocho de los Padres de la Iglesia, cuatro de ellos de rito latino:

• San Atanasio de Alejandría
— Nacimiento-muerte: (c.296-373)
— Ministerio: Padre de la Iglesia Oriental.
Obispo de Alejandría.
Principal opositor al arrianismo.

• San Hilario de Poitiers
— Nacimiento-muerte: (c.300-367)
— Ministerio: Obispo de Poitiers.
— Proclamación Doctor: 1851

• San Efrén de Siria
— Nacimiento-muerte: (306-373)
— Ministerio: Diácono. Exégeta de la Biblia.
— Proclamación Doctor: 1920

• San Cirilo de Jerusalén
— Nacimiento-muerte: (315-386)
— Ministerio: Obispo de Jerusalén.
Se opuso al arrianismo en Oriente.
— Proclamación Doctor: 1882

• San Basilio Magno
— Nacimiento-muerte: (c.329-379)
— Ministerio: Padre de la Iglesia Oriental.
Obispo de Cesárea -Capadocia-

• San Gregorio Nacianceno
— Nacimiento-muerte: (c.329-390)
— Ministerio: Padre de la Iglesia Oriental.
Obispo de Constantinopla.

• San Ambrosio
— Nacimiento-muerte: (c.340-397)
— Ministerio: Padre de la Iglesia Latina.
Obispo de Milán y maestro de S. Agustín.
Combatió el arrianismo en el Occidente.

• San Jerónimo
— Nacimiento-muerte: (c.343-420)
— Ministerio: Padre de la Iglesia Latina.
Padre de las ciencias bíblicas y traductor de la biblia al latín.

• San Juan Crisóstomo
— Nacimiento-muerte: (c.347-407)
— Ministerio: Padre de la Iglesia Oriental.
Obispo de Constantinopla.
Patrón de los predicadores.
Llamado “boca de oro” por su gran elocuencia.

• San Agustín
— Nacimiento-muerte: (354-430)
— Ministerio: Padre de la Iglesia Latina.
Obispo de Hipona.
— Título: Doctor de la Gracia

• San Cirilo de Alejandría
— Nacimiento-muerte: (c.376-444)
— Ministerio: Patriarca de Alejandría.
Combatió el nestorianismo.
Hizo contribuciones claves a la cristología.
— Proclamación Doctor: 1882

• San Pedro Crisólogo
— Nacimiento-muerte: (400-450)
— Ministerio: Arzobispo de Ravenna.
Llamado “palabra de oro”
— Proclamación Doctor: 1729

• San León I Magno
— Nacimiento-muerte: (c.400-461)
— Ministerio: Papa.
Escribió contra las herejías del nestorianismo, el monofisismo, el maniqueismo y el pelagianismo.
— Proclamación Doctor: 1754

• San Gregorio Magno
— Nacimiento-muerte: (c.540-604)
— Ministerio: Padre de la Iglesia Latina. Papa.
Defendió la supremacía del Papa y trabajó por la reforma del clero y la vida monástica.

• San Isidoro de Sevilla
— Nacimiento-muerte: (560-636)
— Ministerio: Arzobispo de Sevilla.
Teólogo e historiador.
Reconocido cono el hombre más sabio de su época.
— Proclamación Doctor: 1722

• San Beda el Venerable
— Nacimiento-muerte: (c.673-735)
— Ministerio: Benedictino.
— Título: Doctor Admirable
— Proclamación Doctor: 1899

• San Juan Damasceno
— Nacimiento-muerte: (675-749)
— Ministerio: Monje.
— Proclamación Doctor: 1890

• San Pedro Damián
— Nacimiento-muerte: (1007-1072)
— Ministerio: Benedictino. Obispo de Ostia.
— Proclamación Doctor: 1828

• San Anselmo de Canterbury
— Nacimiento-muerte: (1033-1109)
— Ministerio: Benedictino.
Arzobispo de Canterbury
— Proclamación Doctor: 1720

• San Bernardo de Claraval
— Nacimiento-muerte: (1090-1153)
— Ministerio: Cisterciense, abad
— Título: Doctor Melifluo
— Proclamación Doctor: 1830

• San Antonio de Padua
— Nacimiento-muerte: (1195-1231)
— Ministerio: Franciscano.
— Título: Doctor Evangélico
— Proclamación Doctor: 1946

• San Alberto Magno
— Nacimiento-muerte: (1200-1280)
— Ministerio: Dominico. Obispo de Ratisbona.
Patrón de las ciencias naturales.
— Título: Doctor Universallis
Doctor Expertus
— Proclamación Doctor: 1931

• San Buenaventura
— Nacimiento-muerte: (c.1221-1274)
— Ministerio: Franciscano.
Obispo de Albano.
— Título: Doctor Seráfico
— Proclamación Doctor: 1588

• San Tomás de Aquino
— Nacimiento-muerte: (1225-1274)
— Ministerio: Dominico.
Teólogo.
Patrón de las escuelas católicas y de la educación.
— Título: Doctor Angélico
— Proclamación Doctor: 1567

• Santa Catalina de Siena
— Nacimiento-muerte: (1347-1380)
— Ministerio: Terciaria Dominica.
— Proclamación Doctor: 1970

• Santa Teresa de Jesús
— Nacimiento-muerte: (1515-1582)
— Ministerio: Carmelita descalza.
Reformadora de la Orden del Carmelo.
— Proclamación Doctor: 1970

• San Pedro Canisio
— Nacimiento-muerte: (1521-1597)
— Ministerio: Jesuita.
— Proclamación Doctor: 1925

• San Juan de la Cruz
— Nacimiento-muerte: (1542-1591)
— Ministerio: Carmelita descalzo.
— Título: Doctor Místico
— Proclamación Doctor: 1926

• San Roberto Belarmino
— Nacimiento-muerte: (1542-1621)
— Ministerio: Jesuita.
Arzobispo de Capua.
— Proclamación Doctor: 1931

• San Lorenzo de Brindisi
— Nacimiento-muerte: (1559-1619)
— Ministerio: Capuchino.
Predicador.
— Título: Doctor Apostólico
— Proclamación Doctor: 1959

• San Francisco de Sales
— Nacimiento-muerte: (1567-1622)
— Ministerio: Obispo de Ginebra.
Patrón de los escritores y la prensa católica.
— Proclamación Doctor: 1871

• San Alfonso Mª de Ligorio
— Nacimiento-muerte: (1696-1787)
— Ministerio: Redentorista.
Fundador.
Obispo de Sta. Águeda de los Godos.
— Proclamación Doctor: 1871

• Santa Teresa del Niño Jesús
— Nacimiento-muerte: (1873-1897)
— Ministerio: Carmelita descalza.
— Título: Doctor Amoris
— Proclamación Doctor: 1997

• El Papa Benedicto XVI añade, en octubre de 2012, a San Juan de Ávila, patrón del clero español, y a Santa Hildegarda de Bingen, con ocasión de la misa de apertura de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.

• El Papa Francisco incorporó a San Gregorio de Narek, el 12 de abril de 2015.

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12:20 a.m.

Laica

Etimología: Verónica = Aquella que es la verdadera imagen o Aquella que es la imagen verdadera, viene de de la palabra latina "vero" y de la palabra griega "eikom".

Nota: es necesario indicar que, pese a la popularidad de este santa, su nombre no se encuentra en el Martirologio Romano actual y tampoco estuvo en el anterior.

Breve Semblanza


Santa Verónica es recordada por su gesto compasivo hacia Jesús en Su camino al Calvario. Unos le agredían, otros permanecían indiferentes ante tanta crueldad. Ella se le acercó y le enjugó el rostro con su velo. Aquel divino rostro, cruelmente golpeado, ensangrentado y sudoroso suscitó en el corazón de Santa Verónica la misericordia. La fuente de Misericordia recibe de ella en aquel momento un amor que casi todos le negaron.

Aunque poco sabemos de la vida de Verónica y su acto de amor no aparece en las Sagradas Escrituras, la tradición lo ha recogido como un acto ejemplar que recordamos en la sexta estación del Via Crucis. Dante lo evoca en el canto XXXI del Paraíso.

Santa Verónica es mujer de gran valentía, ya que su acto de amor le podría haber causado una peligrosa reacción por parte de los romanos o de las turbas. Es mujer de gran compasión, ya que venció todo miedo y decidió amar en medio de una multitud movida por odio o la indiferencia.

Santa Verónica, ruega por nosotros. Que sepamos consolar a Cristo en el Via Crucis de hoy.

Todavía se conserva el "velo" de la Verónica.

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11:20 p.m.

Fundadora de las Religiosas de María Inmaculada
(Cascante [Navarra] 22.III.1847 – Madrid 26.XII.1890)

Santa, fundadora de las Religiosas de María Inmaculada (Servicio Doméstico).

Desde pequeña recibió una esmerada educación humana y cristiana. Su padre, José María López, miembro del Colegio de Abogados de Pamplona, fue su primer maestro. A partir de 1857, con el fin de completar su educación reside en Madrid, con sus tíos maternos D. Manuel María y doña María Eulalia Vicuña. Estos habían iniciado en Madrid una obra apostólica y benéfico asistencial para la acogida y educación de jóvenes sirvientas.
Vicenta María continúa sus estudios en la misma casa de sus tíos a la que asisten profesores particulares. Su tía María Eulalia le elabora una distribución del tiempo, dedicado principalmente al estudio y a las prácticas religiosas. Solía también acompañar a su tía en las visitas al “Asilo de sirvientas”. Estas visitas abren sus ojos a una realidad nueva para ella y son como la semilla de la que brotará su vocación.
Su colaboración e inclinación a trabajar en la obra iniciada por sus tíos van siendo cada vez mayores. A los 17 años, resuelta a dedicar su vida a aquel apostolado y convencida de la necesidad de fundar una congregación religiosa que garantice su continuidad, comunica la idea a su director espiritual el P. Víctorio Medrano SJ. El jesuita aprueba la idea con la consigna de dejar en suspenso la resolución para el porvenir.

En el mes de marzo de 1868 hace Ejercicios Espirituales en el Primer Monasterio de la Visitación y sale confirmada en su decisión de fundar. En el mes de mayo escribe a sus padres, para informarles de que ya no la retiene en Madrid su educación, sino el seguir la vocación. Sus padres se oponen al proyecto y la obligan a ir a Cascante, donde permanece siete meses.
Regresó a Madrid en febrero de 1869 y se dedicó por completo al desarrollo de la obra a favor de las sirvientas y a la elaboración de las Constituciones y reglas de la nueva congregación. La situación social y política retrasó el momento de la fundación pero Vicenta María con su tía María Eulalia y un pequeño grupo de señoras empezaron a hacer vida de comunidad a partir del 22 de febrero de 1871 en un piso de la plaza de San Miguel, número 8, en el que convivían con las jóvenes sirvientas acogidas.

En julio de 1875, el P. Isidro Hidalgo y Soba SJ se hizo cargo de la dirección espiritual de Vicenta María y sus compañeras. En marzo de 1876, el siervo de Dios, Dr. Ciriaco María Sancha y Hervás fue nombrado Obispo Auxiliar de la Diócesis de Toledo con residencia en Madrid e intendente general de las Órdenes religiosas.
La presencia en Madrid del Sr. Obispo Sancha y del P. Hidalgo fue providencial para el impulso definitivo de aquella obra y la fundación del nuevo Instituto.
El 11 de junio de 1876, Solemnidad de la Santísima Trinidad, D. Ciriaco María Sancha impuso el hábito religioso a Vicenta María López y Vicuña y a otras dos compañeras suyas: nacía la Congregación de Hermanas del Servicio Doméstico (el nombre actual de la Congregación, después de varios cambios es “Religiosas de María Inmaculada”). La joven fundadora vivió en aquella jornada la felicidad de ver nacer la nueva Congregación y el sufrimiento que le proporcionaba la negativa de sus padres. Un mes más tarde, el 16 de julio, fueron admitidas otras seis jóvenes.

Santa Vicenta María, respondiendo a la llamada del entonces canónigo del Pilar y más tarde cardenal, D. Antonio María Cascajares, fundó en Zaragoza (7.XII.1876) el segundo colegio para sirvientas. Antes de que se cumpliera un año de la fundación, la Madre Fundadora, abre la tercera casa en Jerez de la Frontera (2.VI.1877).
Las dificultades se van sucediendo, las nuevas vocaciones van llegando lentamente, los medios económicos escasean, Santa Vicenta María se ve afectada por la tuberculosis desde marzo de 1879, pero íntimamente persuadida de que la obra es de Dios y en Él hemos de poner nuestra confianza, no ahorró esfuerzos ni sacrificios en sus tareas de formación de las religiosas y expansión de la Congregación.

A la muerte de su madre, doña María Nicolasa Vicuña (24.XI.1883), traslada a su padre a la cada de Madrid donde vivirá hasta su muerte (5.VIII.1888).
La cuarta casa la abre en Sevilla (14.III.1885) a instancias del jesuita, P. Celestino Suárez en el convento de San Benito cedido por el Sr. Arzobispo, D. Ceferino González y García Tuñón. Tres años más tarde (1.III.1888) inaugura otra casa en Barcelona, gracias al celo y desprendimiento económico de la sierva de Dios doña Dorotea de Chopitea y Villota. La última de las fundaciones, realizada en Burgos (7.XII.1889) la siguió en todos sus detalles desde Barcelona, donde la retuvieron los trámites para la compra de un terreno para edificar la casa.
Postrada en cama por el estado de debilidad a que la había reducido su enfermedad, pronunció la formula de su profesión perpetua el 31 de julio de 1890, a las cinco y media de la mañana. Dos horas más tarde participó en la capilla de la primera celebración de este tipo que se tenía en la Congregación para recibir la profesión de nueve compañeras suyas.
En sus apuntes de Ejercicios de 1868, había escrito “si vivimos bien, la muerte será el principio de la vida”. La última etapa de su vida es de un dolor intenso y continuado, pero también de una serenidad y alegría que encuentran todo su sentido en el sometimiento a la voluntad de Dios: “¿Lo queréis Vos, Dios mío? Pues yo también lo quiero” y “Lo que Vos queráis, Señor, lo que Vos queráis, no quiero anteponer mi querer al vuestro” fueron expresiones que repitió a menudo. Eran las dos menos cuarto de la tarde del día 26 de diciembre de 1890 cuando, después de haber bendecido por primera vez a sus Religiosas, tomó en sus manos el Crucifijo y una estampa de la Virgen y, mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro, entregó su espíritu al Creador.
Introducida la causa para su beatificación y canonización (19.II.1915), fue proclamada beata por el Papa Pío XII el 19.II.1950 y canonizada por el Papa Pablo VI el 25.V.1975. Su fiesta litúrgica se celebra el día 25 de mayo.

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XLI Papa


San Zósimo Papa y confesor, en Roma igualmente. Era griego, originario de Misuraca. Fue electo Papa el 18 de marzo del año 417. Tenía un temperamento fuerte.

Nombró a su protegido, Patrocio de Arlés, metropolita de las provincias de Vienne y de Narbona, poniendo así bajo su control todo el clero de la Galia. Si se hubiera tomado la molestia de informarse, se habría enterado de que nadie, en esa región de Europa, quería a aquel ambicioso. De modo que, de un golpe, se granjeó el rechazo de los galos.

En Africa, apelando a decretos de los que nadie había oído hablar, exigió la rehabilitación de Apiario, un sacerdote condenado con toda justicia, de fondo y de forma. Y en cuanto a Pelagio y a Celestio, cuyos evidentes errores ni merecían ser denunciados, estuvieron a punto de convencerle de su estricta ortodoxia.

San Agustín se estremeció: ¿llegaría a cometer el papa otro error garrafal? Zósimo, no obstante, terminó condenando a Pelagio y a Celestio en su famosa Epístola tractoria.

La providencia, felizmente, puso término a «aquel reinado torpe en el que se toleró la intromisión del Estado en los asuntos internos de la Iglesia romana, anegando por un tiempo todo lo que el trabajo silencioso y prudente de sus predecesores había logrado en favor de la independencia de la Iglesia».

Murió siendo modelo de Pontífices el año 418. Extendió el uso del cirio pascual a todas las Iglesias. Defendió con más energía que prudencia el principio de los derechos de la Santa Sede.

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11:20 p.m.

Por: . | Fuente: PrelaturaAyaviri.org

Mártires de Songkhon

Martirologio Romano: En el pueblo de Song-Khon, en Tailandia, beatas mártires Inés Phila y Lucía Khambang, vírgenes de la Congregación de Hermanas Amantes de la Cruz, y también Ágata Phutta, Cecilia Butsi, Bibiana Khampai y María Phon, todas las cuales, al no querer negar la fe cristiana, fueron fusiladas en el cementerio del pueblo. ( 1940)

Fecha de beatificación: 22 de octubre de 1989, por S.S. Juan Pablo II

Breve Semblanza


El cristianismo fue introducido en Tailandia en 1881 y en 1940 los fieles católicos ya eran setecientos. En los cuatro años siguientes los misioneros franceses se vieron obligados a abandonar el país que se encontraba en las garras de la guerra entre Tailandia y la Indochina francesa a continuación. Como es habitual en tales circunstancias, se consideró prioridad la unidad nacional y como peligroso un pluralismo religioso.

El pueblo de Songkhon, situado en las orillas del gran río Mekong zona fronteriza con Laos, fue escenario, en 1940, del glorioso martirio de siete cristianos nativos: Felipe Siphong Onphitak, Inés Phila, Lucía Khambang, Agueda Phutta, Cecilia Butsi, Bibiana Khamphai y María Phon.

Felipe Siphong Onphitak, padre de familia, líder de la comunidad cristiana de Songkhon en ausencia de los sacerdotes, durante el desencadenamiento de la persecución contra los cristianos fue atraído con engaños cerca del río Tum Nok y asesinado el 16 de de diciembre de 1940 por un grupo de gendarmes, él es el primer nativo tailandés que derramó su sangre por testimonio de su fe en Cristo.

El propósito de esta semblanza es ocuparse de manera particular de las seis mujeres que corrieron la misma suerte diez días más tarde, hecho conmemorado hoy por el Martirologio Romano, que cita a los santos y beatos en sus respectivos aniversarios de sus nacimientos al cielo. Aquí ofrecemos una breve información sobre cada una de ellas:
 

INÉS PHILA religiosa
Ban Nahi (Tailandia), 1909 - Songkhon (Tailandia) 26 de diciembre de 1940
Inés Phila (en el siglo Margarita) nació en 1909 en la aldea pagana de Ban Nahi, hija de Joaquín Thit Son y Ana Chum. La familia emigró hacia el cristiano pueblo de Viengkhuk, donde la beata recibió el bautismo en 1924. Su madrina fue la tía de la famosa Sor Lucía de Fátima. El 7 de diciembre, entró a la Congregación Hermanas Amantes de la Cruz en Siengvang (Laos). Dos años después el 26 de noviembre comenzó el postulantado y el 10 de noviembre 1927 con el nombre de Inés entró en el noviciado, que culminó con la profesión el 16 de noviembre de 1928. En 1932 fue enviada como maestra a la escuela de Songkhon donde fue asesinada el 26 de diciembre de 1940

LUCÍA KHAMBANG religiosa
Viengkhuk (Tailandia) 22 de enero de 1917 - Songkhon (Tailandia) 26 dicembre1940
Lucía Khambang nació en la aldea cristiana de Viengkhuk el 22 de enero de 1917, hija de Santiago Dam y María Mag Li. Fue bautizada el 10 de marzo siguiente y el 4 de junio de 1925, a la edad de ocho años, recibió el sacramento de la Confirmación y su Primera Comunión. El 3 de septiembre de 1931,entró en la Congregación de Hermanas Amantes de la Cruz. Postulante durante tres años, comenzó su noviciado el 18 de octubre de 1935, etapa que duró dos años. Realizó su profesión en Siengvang (Laos) el 15 de octubre de 1937. A principios de 1940 fue enviada como profesora a Songkhon, donde fue asesinada el 26 de diciembre de 1940,  tenía sólo veintitrés años de edad.

ÁGATA PHUTTA, joven laica
Bi Ban Keng Pho (Tailandia), 1881 - Songkhon (Tailandia) 26 de diciembre de 1940
Ágata Phutta nació en el pueblo de Bi Ban Keng Pho en 1881, su familia era pagana. Hija única, se convirtió al cristianismo cuando tenía treinta años de edad y fue bautizada y confirmada el 3 de marzo 1918 en Siengvang. Soltera, decidió ayudar en las obras misioneras por lo que colaboró en las cocinas de las misiones de Songkhon, Mong Seng, Pkasè y finalmente regresó Songkhon, donde vivía cuando fue asesinada el 26 de diciembre de 1940, tenía cincuenta y nueve años de edad.

CECILIA BUTSI, joven laica
Songkhon (Tailandia), 16 de Diciembre 1924 - Songkhon (Tailandia) 26 de diciembre de 1940
Cecilia Cecilia, hija de Amado Sinuen y Ágata Thep, nació el 16 de diciembre de 1924 en y fue bautizado después de sólo dos días. Colaboraba en la cocina de la misión, su temperamento era alegre y valiente. El día antes de su martirio, durante la reunión frente a la iglesia del pueblo ella se declaró cristiana, a pesar de las amenazas de muerte realizadas por los policías. Por ello fue asesinada el 26 de diciembre de 1940, apenas tenía dieciséis años de edad.

BIBIANA KHAMPAI, joven laica
Songkhon (Tailandia) 4 noviembre 1925 - Songkhon (Tailandia) 26 de diciembre de 1940
Bibiana Khamphai nació el 4 de noviembre de 1925 en Songkhon, hija de Benito Lon y Mónica Di. Fue bautizada y confirmada menos de dos meses después, el 28 de diciembre. Adolescente de conducta intachable, buena cristiano, asidua a los sacramentos, frecuentaba la misión Songkhon, también asesinada el 26 de diciembre de 1940, acaba de cumplir quince años de edad.

MARÍA PHON, joven laica
Songkhon (Tailandia) el 6 de enero, 1925 - Songkhon (Tailandia) 26 de diciembre de 1940
María Phon nació en Songkhon el 6 de enero 1926, sus padres fueron Juan Bautista Tàn y Catalina Pha. Fue bautizada y confirmada a solo seis días de su nacimiento. Vivía con una tía llamada María, y frecuentaba la misión local. Particularmente asidua a la Eucaristía y a los demás sacramentos, también fue asesinada el 26 de diciembre de 1940, no había cumplido aún los quince años de edad.

Ahora vamos a ver todos los eventos que llevaron a estas mujeres cristianas de Tailandia a derramar su sangre por Cristo.

A la noche siguiente el asesinato de la catequista Felipe Siphong Onphitak la noticia corrió por Songkhon, causando una gran tristeza. Los soldados, con la esperanza de la conversión inmediata de los fieles, que no evalúan la presencia de dos religiosas: Inés Phila y Lucía Khambang, quienes entendían que muy pronto llegaría también su momento para dar el supremo testimonio de su fe.

El jefe de los gendarmes era un hombre de nombre Lu, quien intentó por todos los medios de convencer a las monjas a abandonar su religión, pero falló.  La víspera de Navidad convocó a todo  el pueblo frente a la iglesia para comunicarles que tenía la orden de destruir la religión cristiana, incluso si para ello tenían que matar a los fieles. Esa misma noche las religiosas escribieron una carta a Lu declarándose dispuestas a morir antes que negar a Cristo. Lu luego regresó por la tarde del día siguiente a la Navidad, y les preguntó: "Muy bien, renuncian a su Dios, ¿sí o no?". Ellas replicaron: "No, nunca lo haremos" Lu luego las invitó a ir hacia el río, pero las hermanas Lucía e Inés, entendiendo su intención, prefirieron ser fusiladas en el cementerio. Allí, de rodillas contra el tronco de un árbol, fueron ejecutadas junto con las jóvenes Cecilia, Bibiana y María.

Fueron enterradas en Songkhon. En 1959 los restos de Felipe Siphong Onphitak fueron reunidos con los de estas mártires y en torno a ellos se ha construido un santuario.

La beatificación de estos siete mártires de Tailandia, fue celebrada en Roma por el Papa Juan Pablo II el 22 de octubre de 1989, tras que el 1 de septiembre del año anterior tuvo lugar el reconocimiento de sus heroicos martirios.

El martirologio oficial de la Iglesia Católica los conmemora por separado, el 16 de diciembre al Beato Felipe Siphong Onphitak, mientras que al 26 de diciembre recuerda a las Beata Inés Phila y Lucía Khambang, vírgenes de las Hermanas Amantes de la Cruz, y sus compañeras Ágata Phutta, Cecilia Butsi, Bibiana Khampay y María Phon, respetando así la coincidencia con sus respectivos aniversarios del martirio.

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SAN ESTEBAN DIACONO

PROTOMÁRTIR




PALABRA DE DIOS DIARIA

Se le llama "protomártir" porque tuvo el honor de ser el primer mártir que derramó su sangre por proclamar su fe en Jesucristo.

Después de Pentecostés, los apóstoles dirigieron el anuncio del mensaje cristiano a los más cercanos, a los hebreos, despertando el conflicto por parte de las autoridades religiosas del judaísmo.

Como Cristo, los apóstoles fueron inmediatamente víctimas de la humillación, los azotes y la cárcel, pero tan pronto quedaban libres, continuaban la predicación del Evangelio. La primera comunidad cristiana, para vivir integralmente el precepto de la caridad fraterna, puso todo en común, repartían todos los días cuanto bastaba para el sustento. Cuando la comunidad creció, los apóstoles confiaron el servicio de la asistencia diaria a siete ministros de la caridad, llamados diáconos.

Entre éstos sobresalía el joven Esteban, quien, a más de desempeñar las funciones de administrador de los bienes comunes, no renunciaba a anunciar la buena noticia, y lo hizo con tanto celo y con tanto éxito que los judíos “se echaron sobre él, lo prendieron y lo llevaron al Sanedrín. Después presentaron testigos falsos, que dijeron: Este hombre no cesa de proferir palabras contra el lugar santo y contra la Ley; pues lo hemos oído decir que este Jesús, el Nazareno, destruirá este lugar y cambiará las costumbres que nos transmitió Moisés”.

Esteban, como se lee en el capítulo 7 de Los Hechos de los apóstoles, “lleno de gracia y de fortaleza”, se sirvió de su autodefensa para iluminar las mentes de sus adversarios. Primero resumió la historia hebrea desde Abrahán hasta Salomón, luego afirmó que no había blasfemado contra Dios ni contra Moisés, ni contra la Ley o el templo. Demostró, efectivamente, que Dios se revela aun fuera del templo, e iba a exponer la doctrina universal de Jesús como última manifestación de Dios, pero sus adversarios no lo dejaron continuar el discurso, porque “lanzando grandes gritos se taparon los oídos...y echándolo fuera de la ciudad, se pusieron a apedrearlo”.

Doblando las rodillas bajo la lluvia de piedras, el primer mártir cristiano repitió las mismas palabras de perdón que Cristo pronunció en la cruz: “Señor, no les imputes este pecado”. En el año 415 el descubrimiento de sus reliquias suscitó gran conmoción en el mundo cristiano. 

Cuando parte de estas reliquias fueron llevadas más tarde por Pablo Orosio a la isla de Menorca, fue tal el entusiasmo de los isleños que, ignorando la lección de caridad del primer mártir, pasaron a espada a los hebreos que se encontraban allí. La fiesta del primer mártir siempre fue celebrada inmediatamente después de la festividad navideña, es decir, entre los “comites Christi”, los más cercanos a la manifestación del Hijo de Dios, porque fueron los primeros en dar testimonio de él.

Hermanos Franciscanos

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