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11:28 p.m.

Por: . | Fuente: www.sodcvs.org

Sacerdote y Fundador
de la Pía Unión de los Silenciosos Obreros de la Cruz

Martirologio Romano: En Rocca Priora, Roma, Beato Luis Novarese, sacerdote fundador de la Pía Unión de los Silenciosos Obreros de la Cruz y del Centro Voluntario del Sufrimiento. ( 1984)

Fecha de beatificación: 11 de mayo de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco

Nace en Casale Monferrato (Italia), el 29 de Julio de 1914, era el último de nueve hijos. Sus padres Giusto Carlos y Teresa. Su padre muere cuando Luis tenía nueve meses. Dejando a su esposa de treinta años de edad, el peso de una familia numerosa y como única herencia, poca tierra para cultivar y mucha fe para transmitir a los hijos.

Mamá Teresa -mujer fuerte y valiente- lo consiguió fatigosamente y con tenacidad, gracias a su fe sencilla y profunda que se exteriorizaba en la misa cotidiana y en una viva devoción a la Virgen, a la que cada noche invocaba, juntos con sus hijos. Durante la oración común del Santo Rosario, sin falta, se terminaba con la predilecta oración, la salve Regina a la que Luis llamaba la oración larga.

El pequeño Luis transcurre sus primeros años en la Casa Serniola que se encuentra ubicada en la colina de Casale. Cuando tenía tres años, al resbalarse por las escaleras, se quedó sin ninguna fractura. En sus recuerdos, la vista de una pequeña estatua de la Virgen de Lourdes sobre una base en la pared del primer piso.

La primera comunión

Cuatro años después de la muerte de su marido, en 1919 la señora Teresa se trasladó al Pueblo. Cada mañana, sin falta iba a la misa, llevando al pequeño Luis de apenas cinco años.

El pequeño Luis le encantaba acompañar la mamá y escuchar la misa, era un niño esbelto e inteligente, había aprendido todo cuanto era necesario para servir en la Misa y consideraba un grande privilegio el poder hacerlo.

Lo veían hacer todo, solamente se convirtió en un grade monaguillo (acolito), feliz y resplandeciente, mientras portaba en manos el misal, con esfuerzo porque era un libro grande y pesado para el.

Más o menos todos los días le pedía a su madre si podía hacer la Comunión y ella todas las veces le repetía que no podía, porque era muy pequeño y por ahora no estaba bien preparado.

Una mañana entra en la Iglesia con una idea en la cabeza; bien decidido a recibir a Jesús a todo costo. En el momento de la Comunión, su mamá va a comulgar. Luis se levanta y la sigue, cuando arriba en el momento se coloca en punta de pie bien derechito para parecer más alto. El sacerdote le pregunta: "¿has hecho ya la primera Comunión?" El pequeño aprueba prontamente con la cabeza más y más veces, casi a decir "ah si tantas veces". Así hace la primera Comunión el pequeño Luisito.

La mamá, regresaba a su puesto, mira su hijo y lo ve cuando estaba comulgando y regresa con las manos unidas y con una completa alegría de haber tomando el primer alimento espiritual, después de terminada la Misa, la mamá lo toma de las orejas y lo dirige a la sacristía donde le dice a el sacerdote "Padre mi hijo a hecho la primera comunión sin estar preparado".

El sacerdote sin dudar, le hace algunas preguntas al niño, que responder con prontitud e inteligencia a todo lo que le preguntaba. "Su hijo, señora conoce mejor el catecismo que nosotros. Déjalo que de ahora en adelante comulgue".

¡Para Luis fue el más hermoso día de su vida! ¡De ahora en adelante cada mañana Jesús entraba en su corazón, en el corazón de el que lo amaba tanto y lo deseaba tanto! Hace la Confirmación el siguiente año.

El pequeño Luis crecía con un carácter y temperamento decidido y fuerte. Quería ser quien dirigirá a los compañeros, ya sea en los cantos de la Iglesia como en los juegos.

La enfermedad

Luis experimentó personalmente la enfermedad y el sufrimiento. A la edad de nueve años, era el año de 1923, cuando sufrió una terrible caída y se enfermó gravemente, permaneciendo inmóvil. Le diagnosticaron coxitis tuberculosa, con numerosos abscesos, por esto lo enyesaron, para mantener derechas sus piernas. Inicia así el peregrinar de hospital en hospital, sin obtener ningún resultado. En aquel periodo experimentó en su propio cuerpo las graves condiciones en que se encontraban y vivían los enfermos.

Por su parte, Luis Novarese poseía un equilibrio interior sólido y una fe a toda prueba. Y habiendo madurado desde su infancia una tierna y filial devoción a la Madre de Dios, marcó todo su camino de crecimiento cristiano con una constante referencia a la presencia y acción de La Virgen Santísima. Tal dimensión mariana se evidencia después en la fundación de sus obras con una repuesta al requerimiento de oración y penitencia que caracterizan las apariciones de Lourdes y Fátima. La oración, la intimidad con Jesús Eucarístico, la sincera devoción a la Virgen y el anhelo apostólico, lo conservaron confiado, alegre y sereno, siempre simpático, amigo de todos y "sembrador" de esperanza y alegría.

La cosa que más lo hacia sufrir era escuchar de los compañeros enfermos groserías, y con grandes esfuerzos los ayudaba para que no siguieran diciéndolas.

En aquel ambiente, a la edad de 14/16 años, encontró sostenimiento y fortaleza en la Eucaristía y la devoción a la Virgen, en el enseñar el catecismo a los niños predispuestos de la T.B.C. o sea los niños de su mismo pabellón en el hospital.

Mientras los médicos le decían a la mamá Teresa: "¡Señora, no malgaste su dinero, mas este joven no durará mucho! ¿No ve cuanto pus sale de sus heridas?

Responde ella en seguida: "¡hasta que tenga el último delantal para vender lo venderé para la salud de mi hijo!".

Luis tiene hasta 21 abscesos y arrojando casi un litro diario de pus.

La Señora Teresa permaneció sola con su pequeño hijo enfermo, y sin ninguna ayuda trabajaba de sol a sol confeccionando en su casa pantalones y camisas para hombre, por cuenta de empresas de confesiones de la zona. Y Luis de trece años, para agilizar el trabajo de la mamá, aprendió a hacer ojales y pegar botones.

Sanado milagrosamente

El 17 mayo de 1931, a la edad de 17 años, Luís finalmente obtiene el tanto anhelado milagro, una sanación completa y instantánea.

Sucedió así: Luis Novarese le escribe una carta al Padre Filippo Rinaldi, sucesor de Don Bosco, en la que le pedía el favor de orar para por la sanción "Don Bosco amaba a los jóvenes; ¡pues bien, yo también lo soy! ¿Quieres usted por favor orar y que otros oren para que yo me sane?".

Esperando la respuesta del padre Rinaldi, Luis se soñó con la Virgen Auxiliadora representada en la estatua de la Basílica del Valentino en Casale, donde estaban los padres Salesianos. "La Virgen era bella. Se animó toda y me sonrió".

Luis pidió a la Virgen: "Madre mía, ¿Me sanaré?" – "¡Sí!, en el mes consagrado a mi" le contesto la Virgen". "¿Me haré sacerdote?", la Virgen asintió, "¿Me iré al cielo?", esta vez la Virgen sonrió".

Entonces prometió a la Santísima Virgen que en caso de que fuera sanado, se dedicaría totalmente a las personas que sufren. Había sufrido tanto en los hospitales por la forma como las personas enfermas eran tratadas.

Finalmente llego la respuesta de el padre Rinaldi, Decía: "¡Únete a nuestras oraciones y ten confianza!" los jóvenes del Oratorio de Valdocco empezaron una novena por él. Luis se unió espiritualmente a sus oraciones y luego de tres novenas, se cerraron los abscesos, ceso el proceso tuberculoso y las piernas que no podían sostener toman fuerza, su cuerpo se consolido; se viene a encontrar de frente a una sanción improvisa y completa: era el 17 de mayo de 1931. Como un signo de este milagro encontramos las muletas en la Capilla de la Virgen del Silencio en la casa de Corazón Inmaculado de María de Re.

Su Sanción milagrosa fue publicada en el Boletín "El Sagrado Corazón de Jesús" de la comunidad Salesiana de Casale Monferrato en el mes de septiembre de 1931: "Gracias al Beato Don Bosco. Novarese Luis: afectado de una Coxitis fue perfectamente sanado del Beato Don Bosco en el mes de mayo".

Las figuras de tres grandes santos influyen en la vida juvenil de Luis Novarese: San Juan Bosco, por la devoción a la Virgen y la dinámica de apostolado con los jóvenes; el Beato José Cotolengo, por la actividad de asistencia a las personas enfermas y San Luis María de Monfort, por la donación total de si mismo a la Santísima Virgen.

El compromiso con la Virgen: el sacerdocio

Regresando a su casa su pensamiento fue, como le había prometido a la Virgen, de dedicar su vida a las personas enfermas. Continuó los estudios para terminar el bachillerato y así poderse inscribir a la facultad de medicina de Turín, pero la muerte de su mamá, en el 1935 lo condujo a una elección definitiva: descubrió en la vocación sacerdotal la vía para ofrecer una ayuda más radical y decisiva de servirle a las personas enfermas desde el punto de vista espiritual.

Guiado y sostenido del Padre Ferro, su director espiritual, el joven Luis fue enviado del Obispo de Casale a Roma, en el Almo Colegio Capranica. Viene ordenado sacerdote el 17 de diciembre de 1938 en la Basílica de San Juan de Letrán. Ejerció su primer ministerio sacerdotal en la parroquia de San Saturnino y de los Santos Patrones de Roma. Consiguió el titulo en sagrada Teología en 1939; en 1942 se graduó en Derecho Canónico en la Universidad Gregoriana. En 1945 consiguió el diplomado de Abogado Rotal del Tribunal de la Rota (Santa Sede).

El Primero de Mayo de 1942 fue llamado por Monseñor Giovanni Batista Montini, para trabajar en la Secretaria de Estado (Vaticano). Como redactor de breves pontificios, allí por veinte años Monseñor Montini, el futuro Papa Pablo VI, tendrá ocasión de apreciar sus cualidades de laboriosidad y tenacidad espiritualidad, discreción e inteligencia. Lo nombraron Camarero secreto supernumerario el 12 de marzo de 1952, prelado domestico de su santidad Pío XII el 17 de octubre de 1957, título que permite que sea llamado Monseñor.

Desde 1964 a 1977 dirige la oficina para la asistencia espiritual hospitalaria C.E.I. (Conferencia Episcopal Italiana) que visitaba sanatorios y centros hospitalarios, escuchaba a los enfermos, Capellanes y Monjas, trataba una red amplia de consultas a todos los niveles, seguía atentamente la evolución de los varios proyectos de ley y consiguió contribuir a la sanción de la nueva legislación sanitaria italiana. Mientras tanto empezó la realización de numerosas actividades de formación y obras benéficas al servicio de la pastoral del sufrimiento.

Mons. Novarese grita a los cuatro vientos, con sus palabras y sus obras, que el enfermo es hijo de Dios, heredero del Cielo, fermento de gracia para el mundo, "potencial atómico" para la causa de la Iglesia. Por su intervención todos los que sufren y son enfermos empiezan a elevarse, a darse cuenta de su nueva misión en la Iglesia: de receptor pasivo, tolerado, se hace sujeto eclesial activo en la Iglesia.

El carisma de Mons. Novarese, por lo tanto, fue la intuición que el enfermo primero se debe curar por dentro; antes que todo es indispensable curar su alma. Si Jesús no esta presente en el Yo profundo, no hay posibilidad de curar el corazón. El don de su gracia es el primer remedio dispensable y eficaz para la persona que sufre. No siempre es posible liberarse de las propias enfermedades físicas pero siempre se puede ofrecerlas para "la redención del mundo". Parece una paradoja pero una vida puede ser igualmente feliz y realizada también sin la salud del cuerpo. Monseñor Novarese dio la prueba de eso. "Creyó" en la persona enferma y en sus infinitas posibilidades; a la condición de que la persona enferma se entregue totalmente a la acción misteriosa de la gracia, que silenciosamente opera en su corazón por medio de la fe.

Monseñor Novarese tuvo la fuerza y el carisma de luchar contra el abandono que vivían las personas enfermas y con discapacidad en destino inevitable y contra la pasividad total y a la falta de significado de la persona enferma y con discapacidad en la sociedad.

Su intuición luminosa fue también que el dolor más penetrante puede ser aceptado, comprendido y soportado, cuando se llega a dar al sufrimiento un rostro, una respuesta, un significado, una razón, un objetivo.

Mons. Novarese hizo referencia a su experiencia de enfermo e indicó dos poderosos motivos sacándolos de la enseñanza de Jesús: sufrir para cooperar en la salvación del mundo; sufrir para ganar un premio y la felicidad eterna en el Reino de los Cielos.

Las iniciativas apostólicas

La actividad pastoral diaria y el trabajo en el Vaticano no distrajeron al padre Luis de su proyecto de dedicarse a las personas que sufren. Pero en lo recóndito de su corazón tiene una vocación antigua y una promesa de servicio a los que sufren, que muchas veces y de manera imperiosa le vuelven a aflorar en sus sueños.

Mons. Novarese, con la Hermana Elvira Psorulla, a la cual le pide la colaboración en este su nuevo apostolado, dio vida a una fundación que tiene diferentes niveles, proponiéndose el sostenimiento espiritual, humano y material de las personas que sufren:

• En Mayo de 1943, con el apoyo y sostenimiento del Padre Gabriel Roschini OSM. da vida a La Liga Sacerdotal Mariana (LSM). EL Objetivo especifico de la ayudar a los Sacerdotes, sanos y enfermos, a difundir la verdadera devoción a la Virgen María, sobre todo entre los enfermos, según el espíritu de "oración y penitencia" que la Virgen pidió en Lourdes y Fátima.

• El 17 de mayo de 1947 Mons. Novarese inicia el apostolado de los Voluntarios del Sufrimiento.

• En octubre de 1949 con la autorización del Papa Pío XII inicia la transmisión radiofónica semanal, "Cuarto de hora de la serenidad" por la emisora del Vaticano.

• En abril de 1950, inicia la publicación de "el Ancora" revista mensual gratuita par los voluntarios del sufrimiento.

• El primero de noviembre de 1950, Mons. Novarese da vida a los Silenciosos Operarios de la Cruz", asociación privada internacional de fieles, reconocida por el Consejo Pontificio para los Laicos, a la cual se pueden adherir laicos y clérigos. En la imitación de Cristo "llamado y mandando" por el Padre (cf. Heb. 10,5-8) a cumplir su voluntad de vida y de salvación para el mundo, los Silenciosos Operarios de la Cruz viven en total don de sí como respuesta a la consagración en la práctica de los consejos evangélicos (castidad, pobreza y obediencia).

• En junio de 1952 Mons. Novarese realiza la primera peregrinación de solo sacerdotes enfermos a Lourdes coordinados por la Liga Sacerdotal Mariana.

• El 9 de septiembre de 1952, Mons. realiza en el santuario de Oropa (Italia) el primer retiro espiritual para personas con discapacidad y enfermos provenientes de diferentes partes de Italia. Allí nace la idea de hacer retiros y ejercicios espirituales, donde las personas con discapacidad y enfermos, pueden vivir anualmente la experiencia de los ejercicios espirituales: "tres días de retiro y dos de estudio y verificación del apostolado".

• El 7 de octubre de 1957, realiza la primera y grande audiencia del Papa Pio XII a 7.000 "Voluntarios del Sufrimiento" provenientes de Italia y del exterior. Es la primera vez que un Papa acoge un grande número de personas enfermas y con discapacidad (primer encuentro en la historia de la Iglesia).

• En 1954, nace en Re (Verbania) el primer taller para personas con limitaciones físicas. Con el objetivo de que las personas sean activas en la sociedad: son seres humanos con capacidades y pueden hacer muchas cosas.

En el momento los Silenciosos Operarios de la Cruz se encuentran en diferentes países del mundo: Italia, Polonia, Portugal, Israel (Jerusalén), Camerún y Colombia.

La línea de su espiritualidad

Solo un gran corazón lleno de Dios podía realizar un gran trabajo desbordante en los aspectos más relevantes.

"Conocer, amar y servir a Jesús: conociendo bien a Jesús se ama mas; amándolo mas se sirve mejor; sirviendo mejor se lleva con mas impulso hacia los demás hermanos enfermos. No basta ser buenos, no basta trabajar. No basta hacer apostolado, mas se necesita saber orar, vida de oración intensa, es esto que se exige de ustedes".

La estatura moral del hombre de Dios será mejor conocida en el tiempo; mas hay algunas líneas constantes de ejemplo y de sus enseñanzas que inmediatamente sobresalen.

El amor a la Inmaculada: "¡Debemos imitar a la Virgen! Debemos estar junto a Ella para ser dóciles a esta palabra "Inmaculada" es palabra de salvación, palabra de victoria."

"Debemos aprender a ser como la Inmaculada... Debemos aprender de la Inmaculada a ser tranquilos, serenos, seguros, convencidos de nuestra vocación... La Inmaculada sabe que el Reino de Dios esta construido sobre el árbol de la Cruz."

Hablaba de Ella como pocos lo saben hacer; a Ella atribuía cada iniciativa y actividad y todo lo conseguía. Pero su llamado a la Inmaculada se dirigía concretamente en la actuación de sus petición de Lourdes y de Fátima (mensaje de la Virgen para nuestros tiempos) sea en la iniciativas de su virtud, sobre todo de la humildad y la obediencia.

Monseñor escribía a la comunidad de Valleluogo (Ariano Irpino): "Quiéranle siempre a la Virgen; pero de verdad y no con charlas y sentimientos. ¡No solo cuando todo va bien! En cuanto las cosas no salgan bien, no vayan en seguida a quejarse en la cara de la Virgen. Sigan queriéndola de la misma manera, con mucha confianza y seguros de que una Mamá conoce lo que le conviene a su hijo. ¡No hacen falta nuestros lamentos para que la Virgen entienda lo que queremos! Tengamos confianza en ella. Esta es la condición de un perfecto esclavo de María. ¡Tener confianza!"

Monseñor Novarese deja estas palabras en manos de las personas enfermas, con discapacidad y miembros de sus Asociaciones: "Que la persona enferma y con discapacidad sea un instrumento activo en la manos de la Virgen para la Gloria de Dios y la salvación de todos los hombres. Activo por su vida de gracia, vivida sin tristeza ni añoranza por lo que no puede hacer; activo para la obra de conquista que debe hacer alrededor de El".

"La inmaculada quiere que las personas enfermas y con discapacidad se hagan apóstoles y anuncien el plan de la redención."

Su amor a la cruz

"Mira el mundo como lo ha mirado Jesús desde lo alto: hay quien lo maldice, quien soporta, mas esta el bien enorme que parte de vuestra cruz y se desborda sobre el mundo. Esta al lado de vuestra cruz, el modo particular, María Santísima, nuestra Madre, que bella, es fiel que nos ama, por que ve en nosotros a Jesús que ilumina su Calvario. ¡Con fuerza mis queridos hermanos! Breve es el sufrimiento, eterno el premio".

En la luz de María, Monseñor Novarese ha intuido la fuerza salvífica del misterio del dolor humano y ha tenido una sola preocupación, que cada sufrimiento del hombre fuera malgastado por la falta de una concreta propuesta cristiana que tuviera un sentimiento de un amor materno: sufrimiento como medio de redención, para realizar la tranquilidad del corazón y un camino glorioso al seguimiento de Jesús crucificado y resucitado. Y a sus Silenciosos Operarios de la Cruz ha trazado un estupendo itinerario espiritual: los siete grados del silencio interior, para restituir totalmente la disponibilidad al servicio de la Inmaculada, de los hermanos que sufren y de la Iglesia.

Un cambio en la pastoral del sufrimiento

La vida y la obra de Monseñor Luis Novarese son una respuesta concreta al problema del sufrimiento humano y ha dejado un gran cambio en la pastoral del sufrimiento. Con la asociación "Silenciosos Operarios de la Cruz" y los "Voluntarios del Sufrimiento", Monseñor Novarese ha colocado las bases de una acción capilar en el grande y misterioso mundo del dolor humano, para que sea encendida una luz de esperanza y sea fermento del Evangelio de Cristo crucificado y resucitado.

Partiendo del mensaje que la Virgen ha dejado en Lourdes y de Fátima, Mons. Novarese ha tenido desde el inicio de su actividad la colaboración preciosísima y escondida de la Hermana Myriam. Juntos han trazado a todas las personas con sufrimiento (sacerdotes y laicos enfermos, discapacitados físicos, sensoriales y mentales de cada edad...) un luminoso y entusiasta camino en el corazón de la Iglesia que se articulan en las siguientes etapas:

• la especifica vocación de las personas enfermas y con discapacidad a la santidad y al apostolado. Definida de Juan Pablo II "vocación al sufrimiento, es decir vocación al amor".

• Su actividad apostólica, concretizada en el principio "el enfermo por medio enfermo".

• El rol insustituible en de la Iglesia, en la familia y en la sociedad, ser "sujetos de acción" y no objetos de caridad, de lastima y de asistencia. La actuación de esta actividad viene constantemente y progresivamente ofrecida de los interventos directos con los Sumos Pontífices, desde Pió XII a Benedicto XVI, que han alargado este discurso asociativo a todas las personas enfermas y con discapacidad de todo el mundo.

Luis Novarese muere a la edad de 70 años, el 20 de julio de 1984 en Rocca Priora (Roma), dejando un gran apostolado y una obra que esta difundiendo por todo el mundo.

El sábado 27 de marzo de 2010, el Papa Benedicto XVI ha dado su aprobación para la publicación del Decreto sobre la heroicidad de las virtudes de Mons. Luigi Novarese.

S.S. Benedicto XVI firmó el 19 de diciembre de 2011 el decreto con el cual se reconoce un milagro gracias a la intercesión del Venerable Luis Novarese lo cual permitirá su próxima beatificación que se realizará, Dios mediante, el 11 de mayo de 2013.

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11:28 p.m.

Por: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic.net

Obispo y Mártir

Martirologio Romano: San Apolinar, obispo, que al mismo tiempo que propagaba entre los gentiles las insondables riquezas de Cristo, iba delante de sus ovejas como buen pastor, y es tradición que honró con su ilustre martirio a la iglesia de Classe, cerca de Rávena, en la vía Flaminia, pasando al banquete eterno el día veintitrés de julio (c. s. II)

Breve Biografía


SAN APOLINAR DE RÁVENA nació probablemente en Antioquía, en la actual Turquía, en la época de mayor auge del Imperio Romano, apenas después de la muerte de Jesús.

Según la tradición, San Apolinar fue uno de los principales discípulos del Apóstol San Pedro. Cuando San Pedro se trasladó a Roma para fundar ahí la Iglesia, San Apolinar lo habría acompañado hasta la capital del Imperio.


Durante el reinado del emperador Claudio, San Apolinar recibió la comisión de viajar al norte de Italia como embajador de la fe para empezar a evangelizar y a ganar adeptos para el cristianismo.

San Apolinar se convirtió así en el primer obispo de Rávena, cargo que ejerció durante veinte años. Se le ha atribuido el poder de curar a los enfermos en el nombre de Cristo, y de haber realizado otros milagros.

La relativa tranquilidad de su labor apostólica cambió con el ascenso al trono imperial de Vespasiano, en 69, quien cuenta con el dudoso honor de haber organizado las primeras persecuciones con lujo de crueldad contra los cristianos.

Por su cargo y sus actividades en Rávena, San Apolinar fue perseguido inmediatamente. Algunas fuentes cuentan que fue capaz de escapar hacia Dalmacia, donde habría predicado el Evangelio y habría puesto fin milagrosamente a una hambruna.

Sin embargo, al final San Apolinar fue apresado, torturado y martirizado.

Sobre su tumba, en Rávena, se edificó siglos más tarde la célebre Basílica de San Apollinare in Classe, de tres naves, consagrada en 549. Más tarde, en el siglo nueve, fue construida también ahí la iglesia de San Apollinare Nuovo.

SAN APOLINAR DE RÁVENA nos ofrece un ejemplo de la cruenta vida que tuvieron que padecer los santos fundadores del cristianismo.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!
 

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Santa Liberata era hija de Lucio Castelio Severo quien fue gobernador romano del noreste de la península ibérica (Gallaecia y Lusitania) en el año 122.

Su esposa Calsia, quien da a luz en un solo parto a nueve niñas, mientras su marido esta fuera recorriendo sus dominios, temiendo ser repudiada por infidelidad conyugal decide deshacerse de las criaturas y se las encomienda a su fiel servidora Sila, ordenándole que bajo el mayor secreteo las ahogara en el río Miñor.

Sila cristiana a carta cabal, lejos de cometer tan horrible crimen, las deja en casa de familias amigas y las criaturas fueron bautizadas por el obispo San Ovidio y criadas en la fe cristiana.

Los nombres de estas niñas fueron: Ginebra, Victoria, Eufemia, Germania, Marina, Marciana, Basilisa, Quiteria y Liberata.

Llegado el momento tuvieron que comparecer ante su propio padre acusadas de ser cristianas, el cual al saber que eran sus hijas las invita a que renuncien a Cristo a cambio de poder vivir rodeadas de los lujos y comodidades propias de su nacimiento.

Las encarcela tratando de atemorizarlas pero logran huir de las garras de la cárcel y se dispersaron.

Todas ellas, no obstante acabarían siendo mártires cristianas.

La devoción popular sitúa a Liberata mártir en la cruz a la edad de 20 años el 18 de enero del 139.

Su fiesta se celebra el 20 de Julio por ser la fecha en que se trasladaron sus reliquias desde la ciudad de Sigüenza a la Baiona gallega en el año 1515.

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Por: . | Fuente: santiebeati.it

Penitente

Martirologio Romano: En Foligno, de la Umbría, Italia, beato Pedro Crisci, el cual, distribuidos todos sus bienes entre los pobres, se puso al servicio de la catedral y llevó vida humilde y penitente en la torre del campanario. ( 1323)

En el antiguo Martirologio Romano se lo recordaba el 15 de junio.

Nos encontramos ante la figura de un eremita urbano en la Umbría cristiana. Pedro Crisci, llamado popularmente “Pedrillo”, nació en Foligno de un tal Pedro, de la familia de los Cresci, en fecha incierta, pero que los estudios la ubican en el año 1243.

A la edad de 30 años vendió todos los bienes heredados de su padre y distribuyó lo recaudado entre los pobres, y empezó a vivir al servicio de la catedral de Foligno, durmiendo en un pequeño hueco del campanario, haciendo oración y ayuno. En aquellos días no era raro encontrar personas penitentes que decidían vivir al amparo de un templo, ofreciendo sus servicios cuando hacían falta, manteniéndose con la limosna, y llevando una vida casi eremítica en el contexto de la ciudad; a esta particular categoría también perteneció. Teobaldo Roggeri, que vivió al amparo de la iglesia de Alba en Piamonte, son testimonios de que la santidad se puede alcanzar en cualquiera condición de vida.

El beato Pedro Crisci en el período de los movimientos a religiosos umbrenses de la primera mitad del siglo XIV, fue acusado e investigado por la Inquisición. Su espiritualidad es cercana a la de la Beata Ángela de Foligno y a la de Santa Clara de Montefalco, entregado a las más ásperas penitencias; también realizó algunas peregrinaciones a Roma y a Asís.

Es muy probable que aquel "Pedro de Foligno" que junto al beato Cecco de Montegranaro, terciario franciscano, edificó la iglesia de Santa Maria de Montegranaro cerca de Pesaro.

Pedro murió en Foligno el 19 de julio de 1323 con fama de santidad; el padre dominico Juan Gorini de San Geminiano recibió del obispo Agneletti de Foligno el encargo de escribir la «Vita» o «Legenda» del santo, que es la única fuente biográfica que poseemos, y que es la fuente de todas las biografías escritas posteriormente.

El beato fue muy venerado durante todo la edad media, y ya en el siglo XIV los estatutos municipales, insertaron el 19 de julio entre las fiestas importantes, día en el que también se tenía una feria, la que todavía existe.

En mayo del 1400 el papa Bonifacio IX concedió indulgencia a quienes ese día o los tres siguientes hubiesen visitado la iglesia catedral de San Feliciano. En la actualidad su cuerpo se encuentra en una urna de madera tallada que los fieles pueden visitar en una capilla de la catedral de Foligno, capilla dedicada que fuera construida en 1385 y restaurada en 1870.

El Beato Pedro Crisci ha sido representado, desde los primeros años después de su muerte, vestido con un grueso costal, de rodillas con las manos alzadas hacia el sol y la aureola sobre su cabeza; en la ´Vida´ antes mencionada, se dice que durante la oración él levantaba la mirada hacia el sol, y en ese momento tenía el regalo de entrever en el globo ardiente, el verdadero sol, que es Cristo y que por su gracia él pudo mirar, la cegadora luz, sin padecer daños en sus ojos.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

responsable de la traducción: Xavier Villalta


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11:23 p.m.

Por: Lamberto de Echeverría, Bernardino Llorca y José Luis Repetto Betes | Fuente: AÑO CRISTIANO Edición 2005

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En Chester, en Inglaterra, san Juan Plessington, presbítero y mártir, que habiendo sido ordenado sacerdote en Segovia, al volver a Inglaterra fue condenado por ello a la horca, siendo rey Carlos II. ( 1679)

Fecha de canonización: 20 de octubre de 1970 por el Papa Pablo VI como uno de los Cuarenta Mártires de Inglaterra y Gales.

Parece que su nombre originario era Guillermo, pero luego se lo cambió por el de Juan, con el que ha subido a la gloria de la canonización. Su apellido también ha fluctuado: Plessington, Pleasington y Scarisbrick. Es bien sabido que los sacerdotes de la misión inglesa usaban alias pata, pasar mejor inadvertidos. Su nacimiento se sitúa en Dimples Hall, junto a Garstang, condado de Lancaster, y se supone el año 1637 el de su nacimiento.

Se ha hablado de que su familia podía ser protestante, pero más se diría católica toda vez que aun niño fue enviado a una escuela que privadamente llevaban los jesuitas en Scarisbrick Hall junto a Ormskirk. De ahí pasó al colegio de St. Omer en Flandes y posteriormente al Colegio Inglés de Valladolid, donde se ordena sacerdote en 1662. Al año siguiente vuelve a Inglaterra y comienza su tarea misionera: velar por la permanencia en la fe de los católicos y reconciliar con la Iglesia a cuantos vivían fuera de ella.

Inicialmente vivió en Holywell en el norte de Gales, que fue el campo de su acción apostólica. Su candor, bondad y sencillez le hicieron ser apreciado y querido por todos. Luego, en 1670, pasó a vivir con Mr. William Massey en Puddington, condado de Chester, tomando a su cargo la preceptoría de los hijos de esta familia. Como la década 1660-1670 fue un tiempo de paz relativa para los católicos, Plessington pudo realizar sin problemas su ministerio de forma casi abierta. Pero la década de los 70 ya no sería igual.

En efecto, en 1673 se aprobó la Test Act para tratar de ayudar a diferenciar entre anglicanos y católicos. Los funcionarios quedaron obligados a prestar un juramento (Oath of Allegiance) en el que se reconocía al monarca como cabeza de la Iglesia de Inglaterra y a aceptar la comunión bajo el rito protestante. La intención de esta Test Act era excluir a los católicos de los cargos públicos. El duque de York, y futuro rey Jacobo II, hermano y presunto heredero del monarca Carlos II, que carecía de hijos, hubo de dejar su cargo de almirante porque, siendo católico, se negaba a prestar el citado juramento.

En 1678 tuvo lugar la denuncia por parte de Titus Oates del llamado complot papista, una conjura dirigida -decía su delator- a matar al rey e imponer el catolicismo como religión del Estado. Titus Oates, nacido el 15 de septiembre de 1649 y muerto el 12 de julio de 1705, había nacido en Oakham en el seno de una familia baptista. Su padre era pastor. Educado en el Caius College, se hizo clérigo anglicano y llegó a vicario de la parroquia de Bobbing, pero fue expulsado bajo la acusación de alcoholismo y homosexualidad. Pasó como capellán al barco Adventurer pero hubo de hacer frente a nuevas acusaciones.

Entonces abandonó el protestantismo y se presentó a los jesuitas en Valladolid y St. Omer diciendo que quería abrazar la vida de la Compañía, que finalmente hubo de abandonar. Despechado vuelve a Inglaterra e intima con el furioso anticatólico Israel Tonge, clérigo anglicano. Y fue entonces cuando ideó acusar a los católicos de una conjura para asesinar al rey y poner en su lugar un gobierno católico. En agosto de 1678 se le hizo saber esta noticia al rey Carlos II, y como no hubo la esperada reacción real, Tonge insistió ante el monarca, afirmando que estaba implicada Francia en el complot así como los jesuitas y los católicos ingleses. El rey no se lo tomó muy en serio pero se lo contó al conde de Danby, muy enemigo de los católicos, y éste se puso en contacto con Oates. Éste insistió ante otras personalidades, como el magistrado sir Edmund Berry Godfrey, en que el complot se dirigía a poner en el trono al duque de York y a sustituir a todos los líderes protestantes que serían asesinados.

El consejo real interrogó a Oates, que el día 23 de septiembre hizo 43 alegaciones contra varios miembros de las órdenes religiosas (541 jesuitas) y nobles católicos. Empezaron los primeros arrestos, siendo el guía el propio Oates. El Lord Chief Justice, sir William Scroggs, dio comienzo al proceso contra el Popist Plot (complot papista). Y sucedió entonces que el 12 de octubre desapareció sir Edmund Berry Godfrey y apareció estrangulado cinco días más tarde. Oates explotó el suceso para una pública campaña de difamación contra los católicos, acusando a los jesuitas del asesinato. El rey Carlos II decidió convocar al Parlamento. Aunque el monarca no creía en el complot, el Parlamento le obligó a ordenar una investigación. Cundió la histeria. La gente hablaba de la necesidad de defenderse y la Cámara de los Comunes fue registrada por si había una nueva conspiración de la pólvora. Cinco lores católicos fueron arrestados y llevados a
la Torre y se llegó a pedir públicamente que el duque de York fuera excluido de la sucesión.

En este clima tuvo lugar el arresto de Plessington y de otros sacerdotes. Tres católicos renegados acusaron a Plessington, que fue arrestado y llevado a juicio y se le aplicó el vigente estatuto 27 de Isabel I, según el cual todo sacerdote ordenado en el extranjero era reo de alta traición. Nueve sacerdotes, uno de ellos Plessington, fueron condenados a muerte. De estos sacerdotes cuatro fueron mandados a Londres para que fueran interrogados y a ser posible hacerles confesar el complot denunciado por Oates. Amenazas, promesas, recompensas fueron inútiles. El Parlamento entonces pidió al rey que fueran ejecutados todos los sacerdotes condenados. El rey se resistió, pero como el Parlamento insistió, el 10 de julio de 1679 ya no tuvo más remedio que consentir. El 11 de julio el Consejo Real, al que el monarca no asistió, dio un mandato de que los jueces de los respectivos juzgados dieran las oportunas instrucciones para hacer ajusticiar a los sacerdotes condenados. El primero en ser ajusticiado fue el P. Plessington, que el 19 de julio fue llevado del castillo de Chester a Gallows Hill, en Chester. El mártir llegó sereno al lugar de la ejecución, y como le dejaron hablar, dijo estas palabras:

«Queridos conciudadanos: Estoy aquí para ser ejecutado no por hurto u homicidio ni por alguna otra cosa contra la ley divina o por haber hablado contra la Monarquía y el Gobierno civil. Supongo que alguno de los presentes estuvieron en mi proceso en los últimos juicios y pueden atestiguar que no se me pudo hacer cargo de otra cosa que la de ser sacerdote. Estoy seguro que pensáis que el sacerdocio no va de suyo contra la monarquía ni contra el gobierno del país. Si queréis consultar el Antiguo o el Nuevo Testamento, que son la base de la Religión, (veréis) que si no hay sacerdotes no hay religión. Lo dice San Pablo en el capítulo VII, 12 de la carta a los Hebreos. Si el sacerdocio se cambia, se cambia también la Ley, y por ello al quedar el sacerdocio abolido, la Ley y la Religión vienen absolutamente a menos.

Que el Papa tenga poder para deponer a los reyes o para dar licencia de matar no es punto de nuestra fe. Yo protesto en presencia de Dios y de la Corte celestial que soy absolutamente inocente de la conjura de la que tanto se habla y que aborrezco propósitos tan sanguinarios y dañosos, y si bien han pasado nueve semanas desde que fui condenado a muerte no he sido acusado de semejante cosa, así que puedo confortarme con las palabras de San Pedro IV, 15-16: "Que ninguno de vosotros sufra como homicida o ladrón o malhechor, o como avaro de las cosas materiales, pero si alguno sufre por ser cristiano que no se avergüence o lo lamente".

Yo he merecido una muerte peor, porque aunque he sido un leal y fiel súbdito de mi rey, pero he pecado muchas veces contra Dios. Quizás ladrones y bandidos que asaltan por los caminos tienen mayor perfección que yo en su servicio a Dios, toda vez que yo he recibido tan grandes favores de Él. Pero como no ha habido pecador del que él no se haya compadecido si acude a la misericordia de Jesús, así yo espero, por los méritos de su pasión, que él tendrá misericordia de mí que estoy arrepentido de corazón de haberlo ofendido. Sed testigos los que me escucháis de que yo profeso sin dudar y firmemente todos los artículos de la fe católica romana y que por la verdad de cada uno de ellos, con la ayuda de Dios, yo estoy dispuesto a morir, y que prefiero morir antes que poner en duda algún punto de la fe enseñada por nuestra Santa Madre la Iglesia Católica Romana...

En qué condiciones Margarita Plat, uno de los principales testigos contra mí, estaba antes o después que estaba conmigo, díganlo los más próximos parientes de ella.

George Massey, otro testigo, juró en falso cuando juró que yo le di el sacramento y celebré la misa en el lugar y tiempo recordado por él, y yo verdaderamente creo que ni él me habló jamás ni yo le hablé ni nos vimos sino en la semana del juicio. El tercer testigo, Robert Wood; murió repentinamente. Pero ¿por qué debo hablar de muertos? Estos fueron todos los testigos, al menos los que depusieron. Yo de corazón y libremente perdono a todos los que han sido o son en alguna manera causa de mi muerte y de todo corazón les deseo que los que viven se puedan arrepentir cordialmente.

Que Dios bendiga al Rey y a la familia real y le dé un próspero reinado aquí y una corona de gloria en la otra vida. Que Dios les dé paz a sus súbditos y que ellos vivan y mueran en la verdadera fe, esperanza y caridad. No queda sino que yo me encomiende a mí mismo a la misericordia de Jesús, por cuyos méritos yo espero alcanzar misericordia. Oh Jesús, sé para mí Jesús».

El mártir terminó su discurso. Subió serenamente la escalera, dejó mansamente que le pusieran la soga al cuello. Se recogió en oración. Quitaron la escalera y colgó por un tiempo en el aire. Luego cortaron la soga, cayó al suelo y los verdugos le abrieron el pecho, le sacaron el corazón y las entrañas y descuartizaron su cuerpo. Pudo más tarde su familia enterrar sus restos.

AÑO CRISTIANO Edición 2005
Autores: Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes
Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)
Tomo VII Julio ISBN 84-7914-763-6

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Por: . | Fuente: santiebeati.it

Discípulo de San Pablo

Martirologio Romano: Conmemoración de san Epafras, que en Colosas, Laodicea y Hierápolis, trabajó mucho en la difusión del Evangelio, y a quien san Pablo llama nuestro consiervo amado, compañero de cautiverio y fiel ministro de Cristo. ( c.s.I)
Era nativo de Colosas y pagano, fue convertido por San Pablo durante los años de apostolado en Efeso. Es el fundador y representante de la iglesia de Colosas. En su carta a la iglesia evangelizada por Epafras el Apóstol lo nombra dos ves: en la Col. 1, 7 y ss. "nuestro querido consiervo y fiel ministro de Cristo", y luego en Col. 4, 12 ss. "Os saluda Epafras, vuestro compatriota, siervo de Cristo Jesús, que se esfuerza siempre a favor vuestro en sus oraciones, para que os mantengáis perfectos cumplidores de toda voluntad divina. Yo soy testigo de lo mucho que se afana por vosotros, por los de Laodicea y por los de Hierápolis” (ciudades en la cuenca del Lico que, muy posiblemente, también fueron evangelizadas por Epafras).

En la Epístola a Filemón (v. 23) San Pablo lo llama "mi compañero de cautiverio por Cristo Jesús" Epafras, de hecho, estaba en Roma con él, viajó desde Colosas para visitarlo y consolarlo asegurándole el profundo afecto de todos los fieles. En el fervor de su celo apostólico, Epafras también informó a s. Paolo que la herejía trataba de penetrar en aquellas Iglesias y para preservarlas del peligro pidió al Apóstol que les escribiera.

Según algunos estudiosos, dado que el nombre Epafras es una contracción de Epafrodito, llegan a la conclusión que nuestro Epafras y el Epafrodito mencionado en la Epístola de San Pablo a los Filipenses (2: 25-28, 4, 18) serían la misma persona. Esta identificación, se basa únicamente en la similitud del nombre, sin ningún otra prueba que la respalde, por ello es lícito excluirla.

Según la tradición Epafras padeció el martirio en Colosas. Baronio refiere que las reliquias de San Epafras se conservan en Roma en la Basílica de San María la Mayor.

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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Obispo

Martirologio Romano: En Metz, ciudad de Austrasia, en lo que hoy es Francia, san Arnulfo, obispo, consejero de Dagoberto, rey de Austrasia, cargo al que renunció para abrazar la vida eremítica en los Vosgos. (640)

Etimología: Arnulfo = Aquel que es fuerte y astuto, es de origen alemán.

Breve Biografía


Hombre de Estado y obispo bajo la dinastía Merovingia, nacido por el año 580, muere alrededor del 640.

Sus padres pertenecían a una distinguida familia franca y vivía en la sección este del reino fundado por Clodoveo I. En la escuela donde fue puesto durante su infancia sobresalió por su talento y su buen comportamiento. De acuerdo a las costumbres de la época fue enviado a su debido tiempo a la corte de Teodeberto II; rey de Austrasia (595-612) para ser iniciado en las diversas ramas del gobierno. Bajo la guía de Gondulfo, el Alcalde del Palacio, pronto se volvió tan hábil que fue colocado en la lista regular de oficiales reales y entre los primeros ministros del rey. El se distinguió como comandante militar y en la administración civil; al mismo tiempo el tuvo bajo su cuidado seis provincias diferentes.


A su debido tiempo, Arnulfo se casó con una mujer franca de linaje noble, de quien tuvo dos hijos, Ansegis y Clodulfo. Mientras Arnulfo estaba disfrutando emolumentos y honores mundanos no se olvidó de cosas más elevadas y espirituales. Sus pensamientos daban vueltas frecuentemente en monasterios y con su amigo Romarico, oficial de la corte al igual que él, planeó hacer un retiro a la abadía de Lérins, evidentemente con el propósito de dedicar su vida a Dios. Pero, mientras tanto, la sede Episcopal de Metz quedó vacante. Arnulfo fue designado universalmente como un candidato valioso para el oficio y fue consagrado obispo de esa sede cerca del 611. En su nueva posición el estableció el ejemplo de una vida virtuosa para sus súbditos y atendía asuntos del gobierno eclesiástico. En el 625 tomó parte en un concilio llevado a cabo por los obispos francos en Reims. Con todo esto, Arnulfo retuvo su puesto en la corte del rey y tomó una destacada parte en la vida nacional de su gente. En el 613, después de la muerte de Teodoberto, él, con Pipino de Landen y otros nobles llamaron a Austrasia a Clotario II, Rey de Neustria. Cuando en el 625 el reino de Austrasia le fue confiado a Dagoberto el hijo del rey, Arnulfo se convirtió no sólo en el tutor, sino también en Ministro en Jefe del joven rey. En el momento del alejamiento entre los dos reyes en el 625, Arnulfo junto a otros obispos y nobles trató de efectuar una reconciliación. Pero Arnulfo temía las responsabilidades de la oficina episcopal y se cansó de la vida de la corte. Cerca del año 626 obtuvo la designación de un sucesor a la oficina Episcopal de Metz. Él y su amigo Romarico se retiraron a un lugar solitario en las montañas de los Vosgos. Allí vivió en comunión con Dios hasta su muerte. Sus restos, enterrados por Romarico, fueron transferidos cerca de un año más tarde por el obispo Goerico, a la basílica de los Santos Apóstoles en Metz.

De los dos hijos de Arnulfo, Clodulfo se convirtió en su tercer sucesor en la sede de Metz. Ansegis permaneció al servicio del estado; de su unión con Begga, hija de Pipino de Landen, nació Pipino de Heristal, el fundador de la dinastía Carolingia. De esta forma Arnulfo fue el ancestro de los poderosos soberanos de esa casa. La vida de Arnulfo muestra hasta cierto punto la oficina episcopal y la carrera en el Estado Merovingio. Los obispos eran muy considerados en la corte; sus consejos eran escuchados, ellos tomaban parte en el reparto de justicia por los tribunales, tenían una voz en la designación de oficiales reales; fueron usados frecuentemente como embajadores del rey y sostenían altas posiciones administrativas. Para la gente bajo su cuidado, eran protectores de sus derechos, sus portavoces frente al rey y el vínculo uniendo a la realeza con sus súbditos. Las oportunidades para el bien eran por lo tanto ilimitadas; y Arnulfo las usó para buen provecho.

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Por: . | Fuente: Enciclopedia Católica || ACI Prensa

Obispo

Martirologio Romano: En Segni, en el Lacio, san Bruno, obispo, que trabajó intensamente en la reforma de la Iglesia, por lo que tuvo que sufrir mucho y se vio incluso obligado a dejar su diócesis, encontrando refugio en Montecasino, monasterio del que fue abad durante un tiempo (1123).

Etimología: Bruno = coraza, del alemán

Obispo de Segni, en Italia, nació en Solero, Piemonte (tierras bajas), alrededor del año 1048; murió en el año 1123.

Recibió educación elemental en un monasterio benedictino de su lugar natal. Después de concluir sus estudios en Bolonia y recibir la ordenación sacerdotal, fue designado canónigo de Siena. Como agradecimiento a su gran aprendizaje y piedad inminente, fue llamado a Roma, donde, como consejero capaz y prudente, cuatro Papas sucesivos buscaron su consejo.

Durante un sínodo en Roma en 1079 obligó a Berengario de Tours, que negaba la presencia real de nuestro Señor en la Santa Eucaristía a retractarse de su herejía. Disfrutó de la amistad personal de Gregorio VII, y fue consagrado Obispo de Segni por él en la “Campagna di Roma”, en 1080. Su humildad le llevó a declinar el cardenalato. Se le conoce como "el brillante defensor de la iglesia" por el coraje invencible que mostró ayudando a Gregorio VII y a sus sucesores en sus esfuerzos para la reforma eclesiástica, especialmente en denunciar la investidura laica, que inclusive declaró como herética.

Acompañó al Papa Urbano II en 1095, al Concilio de Clermont en el que se inauguró la Primera Cruzada. En 1102 se convirtió en monje de Monte Casino y fue electo abad en 1107, sin renunciar a su cargo episcopal. Junto a muchos Obispos de Italia y Francia, Bruno rechazó el tratado conocido por la historia como el "Privilegium", el cual Enrique V de Alemania había extraído del Papa Pascual II durante su encarcelamiento.

En una misiva dirigida al Papa lo censuró francamente por concluir una convención que le concedió al rey Alemán el inadmisible reclamo al derecho a la investidura del anillo y del crucifijo exclusivo de obispos y abades, y exigió que el tratado fuera anulado. Irritado por su oposición, Pascual II ordenó a Bruno a renunciar a su abadía y regresar a su sede episcopal. Con un celo incansable continuo la labor en favor de su grey, así como el interés común de toda la Iglesia, hasta su muerte. Fue canonizado por el Papa Lucio III el 5 de septiembre del año 1183.

Su fiesta se celebra el 18 de Julio. San Bruno fue el autor de numerosas obras, principalmente Escriturísticas. De estas se deben mencionar sus comentarios sobre el Pentateuco, el Libro de Job, los Salmos, los cuatro Evangelios y el Apocalipsis.

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Por: Fr. Luca M. De Rosa, OFM, Postulador General | Fuente: Franciscanos.org

Sacerdote Franciscano

Martirologio Romano: En Cracovia, ciudad de Polonia, san Simón de Lipnica, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, insigne por su predicación y por su devoción al nombre de Jesús, que, impulsado por su caridad, se entregó al cuidado de los apestados moribundos, deseando ardientemente incluso morir por ellos (1482).

Etimología: Simón = Aquel a quien Dios escucha, es de origen hebreo.

Simón nació en Lipnica Murowana, en la Polonia meridional, entre los años 1435 y 1440. Sus padres, Gregorio y Ana, supieron darle una sana educación, inspirada en los valores de la fe cristiana, y, a pesar de su modesta condición, se preocuparon de asegurarle una adecuada formación cultural. Simón creció con un carácter piadoso y responsable, una natural predisposición a la oración y un tierno amor a la Madre de Dios.

En 1454, se trasladó a Cracovia para asistir a la famosa Academia Jagellónica. En ese tiempo san Juan de Capistrano entusiasmaba a la ciudad con la santidad de su vida y el fervor de su predicación, atrayendo a la vocación franciscana a un nutrido grupo de jóvenes generosos. El 8 de septiembre de 1453 el santo italiano había fundado en Cracovia el primer convento de la Observancia, bajo el título de «San Bernardino de Siena», santo que había sido canonizado poco tiempo antes. Por tal motivo los frailes menores de aquel convento fueron llamados por el pueblo «bernardinos».

En 1457, también el joven Simón, fascinado por el ideal franciscano, prefirió adquirir la preciosa perla del Evangelio, interrumpiendo un rico acontecer de éxitos. Junto con otros diez compañeros de estudios, pidió ser admitido en el convento de Stradom.

Bajo la sabia guía del maestro de novicios, P. Cristóforo de Varese, religioso eminente por su doctrina y santidad de vida, Simón recorrió con generosidad la vida humilde y pobre de los frailes menores, y recibió la ordenación sacerdotal hacia el año 1460. Ejerció su primer ministerio en el convento de Tarnów, donde fue Guardián de la fraternidad. A continuación, se estableció en Stradom (Cracovia), dedicándose incansablemente a la predicación evangélica, con palabra limpia, llena de ardor, de fe y de sabiduría, que dejaba entrever su profunda unión con Dios y el prolongado estudio de la Sagrada Escritura.

Como san Bernardino de Siena y san Juan de Capistrano, Fr. Simón difundió la devoción al Nombre de Jesús, obteniendo la conversión de innumerables pecadores. En 1463, primero entre los Frailes Menores, ocupó el oficio de predicador en la catedral de Wawel. Por su entrega a la predicación evangélica, las fuentes biográficas antiguas le confirieron el título de «Predicador ferventísimo».

Deseoso de rendir homenaje a san Bernardino de Siena, inspirador de su predicación, el 17 de mayo de 1472, junto con otros frailes polacos, llegó a L´Aquila para participar en el solemne traslado del cuerpo del santo al nuevo templo erigido en su honor. Volvió a Italia en 1478 con ocasión del Capítulo general celebrado en Pavía. En esta ocasión pudo satisfacer su deseo profundo de visitar las tumbas de los Apóstoles, en Roma, y proseguir después su peregrinación a Tierra Santa. Vivió esta experiencia en espíritu de penitencia, de verdadero amante de la Pasión de Cristo, con la oculta aspiración de derramar la propia sangre por la salvación de las almas, si así agradara a Dios. Imitando a san Francisco en su amor a los Santos Lugares santos y por si fuera capturado por los infieles, antes de emprender el viaje quiso aprender de memoria la Regla de la Orden «para tenerla siempre delante de los ojos de la mente».

El amor de Simón a los hermanos se puso de manifiesto de manera extraordinaria en el último año de su vida, cuando una epidemia de peste devastó Cracovia. De julio de 1482 al 6 de junio de 1483 la ciudad estuvo bajo el flagelo de la enfermedad. En la desolación general, los franciscanos del convento de San Bernardino se prodigaron incansablemente en el cuidado de los enfermos, como verdaderos ángeles del consuelo.

Fr. Simón afrontó aquella situación como un «tiempo propicio» para ejercitar la caridad y para llevar a cabo la ofrenda de la propia vida. Por todas partes pasó confortando, prestando ayuda, administrando los sacramentos y anunciando la consoladora Palabra de Dios a los moribundos. Pronto resultó contagiado. Soportó con extraordinaria paciencia los sufrimientos de la enfermedad y, próximo a la muerte, expresó el deseo de ser sepultado en el umbral de la iglesia, para que todos pudieran pisotearlo. El 18 de julio de 1482, sexto día de enfermedad, sin temor a la muerte y con los ojos fijos en el crucifijo, entregó su alma a Dios.

Ha gozado de un culto «inmemorial», confirmado por el papa Inocencio XI el 24 de febrero de 1685. Su causa de su canonización, retomada por el Santo Padre Pío XII el 25 de junio de 1948, culminó el 3 de junio del año 2007 día en que fue canonizado, después del reconocimiento de la curación prodigiosa acaecida en Cracovia el año 1943, y atribuida a la intercesión del beato Simón, con decreto del Santo Padre Benedicto XVI del 16 de diciembre de 2006.

San Simón de Lipnica supo armonizar admirablemente el compromiso de la evangelización y el testimonio de la caridad, que brotaba de su gran amor a la Palabra de Dios y a los hermanos más pobres y que más sufren.

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11:28 p.m.

Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com

Martirologio Romano: En Pavía, ciudad de la Liguria, Italia, san Ennodio, obispo, que compuso himnos en honor de los santos y de sus lugares de culto, y repartió generosamente sus bienes. ( 521)
Magno Félix Enodio pertenecía a una ilustre familia establecida en la Galia. Por una alusión suya, se puede deducir que nació en Arles; en todo caso, pasó sus primeros años en Italia y se educó en Milán, bajo la tutela de una tía.

Después de la muerte de ésta, el joven contrajo matrimonio, pero muy pronto se sintió llamado a las sagradas órdenes. Su esposa, mujer muy rica, que lo había sacado de la pobreza, accedió a la separación y ella misma ingresó en un convento. Enodio, que era ya un orador consumado, recibió la ordenación de diácono por parte de san Epifanio de Pavia y, desde entonces, se consagró al estudio de las ciencias sagradas y a la enseñanza.

Escribió por aquel tiempo una apología del papa san Símaco y del sínodo que había condenado el cisma de los partidarios de Lorenzo. «Dios -dice San Enodio- quiere ciertamente que los hombres juzguen a los hombres; pero se ha reservado para sí mismo el juicio del Pontífice de la Sede Suprema». Enodio fue elegido para pronunciar el panegírico del rey Teodorico, a quien sólo alabó por sus victorias y éxitos temporales. San Enodio escribió la vida de san Epifanio de Pavia, quien murió el año 496, y la de san Antonio de Lérins; dejó, además, otras obras en prosa y en verso. Fue uno de los últimos representantes de la antigua retórica: aunque sus escritos no carecen de valor histórico, tienden a la verbosidad, son ininteligibles por momentos y están llenos de los convencionalismos de la literatura mitológica de la Roma pagana. Según cuenta el propio autor, durante una violenta fiebre de la que los médicos le desahuciaron, recurrió al Médico Celestial, por la intercesión de su patrono, san Víctor de Milán y recobró la salud. Para perpetuar su testimonio de gratitud, escribió una obra titulada «Eucharisticón» («Acción de gracias»), en la que, imitando las Confesiones de san Agustín, cuenta brevemente su vida y, sobre todo, su propia conversión.

Hacia el año 514, san Enodio fue elegido obispo de Pavia y gobernó su diócesis con un celo y una autoridad dignos de un discípulo de san Epifanio. El papa san Hormisdas le envió dos veces a Constantinopla, donde el emperador Anastasio II estaba favoreciendo a los monofisitas. Ambas misiones fracasaron. Al fin de la segunda embajada, el santo se vio obligado a hacerse a la mar en un viejo navío destartalado, con grave peligro de naufragar, y con el veto para desembarcar en algún puerto del imperio de oriente. A pesar de todo, llegó sano y salvo a Italia y regresó a Pavia. La gloria de haber sufrido por la fe con celo y constancia, le espoleó aún más en el camino de la perfección. Así pues, se consagró a la conversión de las almas, al socorro de los pobres, a la construcción y ornamentación de las iglesias y a la composición de poemas religiosos sobre Nuestra Señora, sobre san Ambrosio y santa Eufemia, sobre los misterios de Pentecostés y la Ascensión, sobre un bautisterio adornado con las pinturas de los mártires cuyas reliquias se hallaban ahí, etc.

Otros de sus poemas son simplemente mitológicos, como por ejemplo, el de Pasifae y el toro. Alguien ha dicho a propósito de sus poemas que: «Enodio temía escribir con claridad para no caer en los lugares comunes». El santo compuso dos himnos que debían cantarse en el momento de encender el cirio pascual, en los que implora la protección divina contra los vientos, las tempestades y todas las amenazas del enemigo. Su muerte ocurrió el año 521, cuando tenía apenas cuarenta y ocho años de edad.

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Por: . | Fuente: santiebeati.it

Mártir

Martirologio Romano: En el monasterio de Winchelcumbe, en la región de Mercia, en Inglaterra, san Kenelmo, príncipe de este territorio, que, según la tradición, está considerado mártir. ( c.812)
Es muy lo difícil hacer emerger del olvido de la historia la figura de este santo mártir. Según una leyenda medieval, cuando Kenelmo tuvo 7 años murió su padre Kenulfo (Coenwulf), y el joven príncipe se convirtió así en el heredero los tronos de Mersia, Sussex, Wessex y de Anglia Oriental. Su hermana Quendreda (Cynefrith o Quoenthryth) pagó a su tutor, Asceberto, para que lo asesinase en los bosques de Clent y así ella pudría exigir su derecho al trono. Asceberto ejecutó el encargo. Más cuando el cuerpo sin vida fue descubierto y enterrado en Winchcombe en Glastonbury, numerosos prodigios comenzaron a suceder sobre su tumba.

En realidad este relato tiene mucho de ficción, ya que Kenelmo no murió cuando tenía apenas 7 años. Está comprobado que él vivió al menos hasta a su adolescencia y murió entre los años 812 y 821 durante una batalla. Su muerte ocurrió antes que la de su padre, por lo que nunca pudo ser heredero de su trono.

En el Edad Media Kenelmo fue muy venerado en Inglaterra como santo y mártir y todavía sus reliquias son objeto de veneración en Gloucester y Winchcombe, donde aquellas reposan. La iconografía suele representarlo como un joven príncipe que tiene en una mano una lámpara encendida, en otras imágenes se lo presente con una paloma que lleva una carta en el pico.

El nuevo Martirologio Romano lo recuerda como mártir cada 17 de julio, siguiendo una antigua tradición que lo señala como tal.

responsable de la traducción: Xavier Villalta


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11:28 p.m.

Por: . | Fuente: santiebeati.it || christusrex.org

Peregrino

Martirologio Romano: En Stockerau, cerca de la ciudad de Viena, en Baviera, san Colmano, irlandés, que, al dirigirse como peregrino en nombre de Dios a Tierra Santa, fue tomado por un explorador enemigo, motivo por el cual le colgaron de un árbol y llegó así a la Jerusalén celestial. ( 1012).
A inicios del siglo XI, los pueblos de la Moravia y de la Bohemia, en Austria, estaban divididos por un odio implacable, se enfrentaban entre sí en una cruel guerra. Es en aquella época que Colmano, irlandés de nacimiento, llegó a la ciudad de Stockcraw, situada a unas 30 Km. de Viena, era un peregrino que se dirigía a Jerusalén en peregrinación. Como el llegaba desde un país enemigo lo tomaron por espía, y a pesar de que él clamaba su inocencia, lo arrestaron y lo ejecutaron colgándolo de un árbol seco. Lo curioso es que, según costumbre, el cuerpo se descolgaba al descomponerse, pero el de nuestro hombre, se balanceó durante 18 meses e hizo florecer el árbol, los habitantes del lugar entendieron este signo como una señal del Cielo de que había muerto injustamente; a esto se sumaron milagros obrados por el santo, y la veneración se extendió, desde el 13 de octubre del 1014 (inhumación de su cuerpo), por Austria, Hungría, el Tirol, Baviera y el Palatinado.

Según la tradición, el árbol donde fue colgado se conserva hasta hoy en el castillo de Kreuzenstein, también cerca de Viena, mientras que el cuerpo del santo reposa en Melk, en la tumba que hizo construir en su honor el margrave Enrique II.

En su honor fueron erigidas muchas capillas, especialmente en las zonas montañosas. Aun hoy es posible encontrar en los campos fuentes de agua dedicadas al santo.

En el culto popular (el Martirologio no lo califica con ese título) es indebidamente invocado como mártir, según cierta tendencia medieval a considerar martirio algunas muertes violentas seguidas de milagros. Su iconografía lo presenta con hábito de peregrino y una cuerda en la mano como evocación a su ahorcamiento.

Anterormente se lo recordaba el 13 de octubre.

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Mártir

Martirologio Romano: En Anastasiópolis, de Galacia, en la moderna Turquía, san Antíoco, mártir, hermano de san Platón. ( s. III/IV)

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma: el Papa.

Su pasión indica que Antioco el médico, –oriundo de la ciudad de Sebaste, y hermano del mártir san Platón–, mientras que estaba atendiendo a enfermos de Galacia y Capadocia, fue detenido –por ser cristiano– por el prefecto Adriano. Antioco soportó diversos tormentos: fue sumergido en una olla de agua hirviente, lanzado a las ferias, pero siempre salía airoso de estas pruebas, mientras que sus oraciones hacían que los ídolos se rompieran. Por último, se lo decapitó, y de su cuello brotó sangre y leche. A la vista de este milagro, Ciriaco, uno de los testigos, se profesó cristiano e inmediatamente fue también decapitado.

Esta historia repite detalles contenidos en otras historias sin darnos detalles particulares sobre los hechos. Pero, sin embargo, es evidente lo antiguo de la devoción a este mártir, constando ya su nombre en el Sinaxario Constantinopolitano.

La pasión del san Platón, el hermano de Antíoco, testifica que su martirio tuvo lugar por orden de Maximiano; Ciriaco, y Antíoco, fueron probablemente víctimas de la persecución de Diocleciano. En cuanto a la ciudad de origen, todos los textos existentes nos indican que Antíoco nació en Sebaste; entre las siete ciudades con aquel nombre en esos tiempos está Ancira –llamada Sebaste Tectosagi en la época imperial–, cuna de san Platón, y por ello considerada también la cuna de nuestro santo de hoy.

Por último, en cuanto a su culto tenemos un testimonio del siglo VI: la vida de San Teodoro Siceota relata un milagro ocurrido el 16 de julio, mientras san Teodoro celebraba la solemne liturgia en honor de Antioco, en la iglesia a el dedicada. Esta información nos permite ratificar el 16 de julio como la fecha más antigua de entre aquellas en que se recordaba a este santo en el Martirologio Romano y el Sinaxario Bizantino. Además, el testimonio de la existencia de una iglesia dedicada a San Antíoco en la ciudad de san Teodoro –es decir la ciudad de Dara, una ciudad de Mesopotamia que en el 507 se llamaba Anastasiópolis– nos permite suponer que fue en este lugar donde ocurrió el martiro.

responsable de la traducción: Xavier Villalta


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11:23 p.m.

Por: P. Felipe Santos |

Abadesa

Etimológicamente significa “prudente consejera”, Viene de la lengua alemana.

Alguien, muy amante de la vida y profundamente creyente, decía a menudo:"Me alegro de cada instante que vivo".

Se le veía siempre con el rostro alegre repitiendo en su oración personal estas palabras: Jesús, mi alegría, mi esperanza y mi vida.

Un creyente que vive en esta dimensión, todo lo relativiza y sabe darle importancia cada día a lo que es fundamental.

Elvira celebra su santo en el mismo día que la Virgen del Carmen, devoción tan arraigada en España y en el mundo entero.

Elvira consagró su vida al Señor mediante los tres lazos imperecederos de la virginidad, la pobreza y la obediencia en el monasterio.

Su virtud resplandecía entre todas su hermanas. Por eso, apenas tuvieron ocasión, la eligieron abadesa o superiora del monasterio.

Fue una alegría para todas. Supo dirigir el monasterio con tanta prudencia, amabilidad y buen consejo, que las monjas y cuantas personas la trataban quedaban encantadas ante el atractivo de su santidad y la delicia de sus corazón virgen.

El monasterio en el que surgió su apostolado, brilló por sus dotes de atención a los pobres y sus cualidades para gobernarlo según las reglas.

El monasterio se llama D´Ohren, ya que está situado a la vera de la Renania alemana, fue construido en el siglo VII por Dagoberto I de Austrasia y San Modoaldo.

Todo esto sucedió en el siglo XII.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com

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11:23 p.m.
Martirologio Romano:Frente a Rochefort, en la costa de Francia, beatos Nicolás Savouret, de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, y Claudio Béguignot, cartujo, presbíteros y mártires, que durante la Revolución Francesa, por odio al sacerdocio, fueron encerrados en una nave convertida en cárcel, en la que enfermaron y murieron (1794).

Etimológicamente: Claudio = Aquel que camina con dificultad, es de origen latino.

(1736-1794)

Profesó en la cartuja de Bourgfontaine, el 15 de agosto de 1760. Sabemos muy poco de su vida en la Cartuja; sin embargo, después de la supresión de su Casa, rehusó prestar juramento y se escondió en la Cartuja de Ruán como «huésped», o sea, como miembro de aquella Comunidad de la que no era profeso, según consta en el Capítulo General de 1782. En 1791 se dispersó esa Comunidad, siendo arrestado en la casa de un particular en abril de 1793, y deportado el 6 de marzo del año siguiente en que le llevaron a Rockefort, donde tras ser objeto de un cacheo fue embarcado en el buque «Les Deux-Associés» (Los dos socios).

Más tarde, otro cartujo y compañero en la prueba, llamado Labiche de Reignefort, ofreció de él el siguiente testimonio: «Este santo religioso falleció en el gran hospital, durante mi permanencia en él. Después de haber pasado santamente la mayor parte de su vida en la contemplación y en la práctica de todas las virtudes propias del claustro, la terminó aún más santamente en la profesión de la fe, en medio de las obras penosas de su ministerio sacerdotal, como confesor. Casi todos los enfermos acudían a él, aunque Don Claudio estuviera tan enfermo como ellos. Tantos trabajos terminaron por enardecer su sangre. A esto se añadió el empeoramiento de una llaga que se había hecho en una pierna, y en tal forma que le ocasionó la muerte. Falleció como había vivido; con las señales de un verdadero predestinado, en el mes de julio de 1794. Con solo ver a este hombre de Dios, se sentía uno atraído por el amor a la penitencia. Llevaba la mortificación de Jesucristo en todo su cuerpo. Nunca se hubiera uno cansado de oírle hablar de Dios, tal era la unción conque lo hacía. . . Los rasgos de su rostro tenían algo de parecido con los que los artistas acostumbran a representar a San José Benito Labre. Esta es la razón por la que habíamos dado ese mismo nombre a este gran siervo de Dios». Don Claudio de Beguignot falleció el 16 de julio de 1794, a la edad de 58 años. Siendo sepultado en la isla de Aix.

El archivo pdf del libro sobre SANTOS Y BEATOS DE LA CARTUJA, lo pueden encontrar en: blog.juanmayo.net

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11:20 p.m.

Laico

Martirologio Romano:En Montcallier, pueblo del Piamonte, beato Bernardo, marqués de Baden, que cuando se dirigía a Oriente para defender a los cristianos, ya que Constantinopla había sido conquistada por los enemigos, le sorprendió la muerte (1458).

Etimológicamente: Bernardo = Aquel que es valiente y batallador, es de origen germánico.

Moncalieri, ciudad medieval a poca distancia de Turín es quizás lo única en Italia a tener como patrón a un príncipe alemán. Bernardo hijo del margravio de Baden Giacomo V y Catalina de Lotaringia, nació hacia el 1428; Baden es una región histórica de la Alemania sur-occidental correspondiente a la Selva Negra y cuyo centro más importante, es hoy Baden Baden; el margravio en la Edad Media, era un título equivalente a aquel de marqués, dado a los súbditos alemanes, a los que les era confiada la defensa de las tierras fronterizas.

De Bernardo se tienen poca información sobre su vida, fue educado en la corte de Francia y encaminado a la carrera militar por Francesco Sforza (1401-1466). En 1447 al servicio de la República Ambrosiana, participó en la defensa de Milán durante la invasión de los venecianos.

Se sabe que estuvo comprometido matrimonialmente con Magdalena, hija de Carlo VII de Francia, pero parece que la boda nunca se celebró. Posteriormente dejó la vida militar para seguir la carrera diplomática, más apta a su pacífica personalidad, dentro de este campo desarrolló su actividad al servicio del emperador Federico III, renunciando para ello al trono de Baden, título al que era heredero después de la muerte del padre; dejando la regencia a su hermano Carlos, para así dedicarse a cumplir misiones de paz entre numerosos principados Europeos.

Cayó enfermo, y decide emprender el viaje para regresar a Baden atravesando el Piamonte, pero le llega a Moncalieri muere el 15 de julio de 1458 pese a los cuidados que recibió de los frailes franciscanos que lo hospedaron; posiblemente la causa de la muerte de este joven príncipe de 30 años, no fue la peste, sino las consecuencias del debilitamiento físico, después de que haber superado la fase aguda de aquella enfermedad, de haber estado contagiado no habría emprendido el viaje, lo que hubiese extendido la epidemia en otros lugares e incluso contagiado a sus acompañadores.

Durante los solemnes funerales las virtudes de mensajero y operador de paz fueron exaltados, y ocurrió un primer milagro, con la curación inmediata de un moncalierese, enfermo gravemente en sus extrmidades inferiores.

Fue enterrado en la iglesia de Santa María de la Scala y sobre su sepulcro siguieron sucediendo numerosos milagros, que hicieron extender la veneración y el culto de beato en varias regiones de Europa.

El Papa Clemente XIV el 16 de septiembre de 1769 confirmó su culto, declarándolo patrón del Ducado de Baden, de la diócesis de Friburgo, de la ciudad de Moncalieri y de la de Vic en la diócesis de Nancy en Francia.

Generalmente es representado vestido con la armadura, apoyado a un asta, en cuyo extremo hay una cruz o un estandarte. Moncalieri, en los días anteriores el 15 de julio, día de su celebración litúrgica, brinda toda una serie de manifestaciones religiosas, costumbres folcloricas, conmemorativas, con la procesión de la urna de plata que contienen las reliquias del beato Bernardo II margravio de Baden y su patrón

responsable de la traducción: Xavier Villalta


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11:20 p.m.

Por: . | Fuente: www.clairval.com

Virgen y Fundadora

Martirologio Romano: En París, capital de Francia, beata Ana María Javouhey, virgen, fundadora de la Congregación de las Hermanas de San José de Cluny, que se dedican al cuidado de enfermos y a la instrucción cristiana de las niñas, Congregación que la beata consiguió implantar también en tierras de misión ( 1851).

Fecha de beatificación: 15 de octubre de 1950 por S.S. Pío XII.

Breve Biografía


El 10 de diciembre de 1779, ve la luz en Jallenge, cerca de Dijon (Francia), una pequeña de nombre Ana María, quinta de una familia de diez hermanos. Ana María, a la que todos llaman Nanette, tiene siete años cuando la familia se instala en Chamblanc, en el mismo cantón. Se trata de una niña jovial, radiante y llena de vida, siempre proclive a las inventivas y a las réplicas. A la edad de diez años, y a pesar de las reticencias de su padre, que la considera demasiado traviesa, toma la primera comunión. «A partir de aquel día –confesará–, me consideré como consagrada a Dios y a sus obras».

En 1791, en plena Revolución Francesa, el párroco Rapin prefiere exiliarse antes que prestar juramento al cisma exigido al clero; es substituido por un sacerdote juramentado. Nanette, a espaldas de sus padres, asiste a veces a su misa. «Me consideraba más culta que los otros» – dirá más tarde. Una noche, un sacerdote no juramentado llama a la puerta: «Me han requerido para asistir a un enfermo y no conozco el camino». Nanette, intrépida, se ofrece a acompañarlo. De camino, el sacerdote le explica la necesidad de permanecer fieles a la Iglesia de Roma. A partir de ese momento, y en colaboración con su familia, organiza ceremonias clandestinas y esconde a sacerdotes acosados por los revolucionarios. En cuanto se apacigua la tormenta, Nanette recorre los pueblos y, a golpe de tambor, reúne a la juventud para enseñarles el catecismo. Ella misma dirá: « No hubiera querido apenar a mis padres, ni desobedecerles, pero no podía resistirme a Dios, ya que me concedía grandes facultades para enseñar a las pobres jóvenes y a los adultos ignorantes a conocerlo». Un día, recibe de Dios una misión muy precisa: «El Señor me hizo saber de manera extraordinaria, pero segura, que me llamaba al estado que he abrazado para instruir a los pobres y dar educación a los huérfanos –afirmará más tarde.

Los hijos que Dios te da

La actitud de Nanette, que piensa más en rezar y catequizar que en el trabajo de la granja, alarma y enfada a su padre; pero la joven consigue ganárselo para la causa y, el 11 de noviembre de 1798, durante la misa, se consagra oficialmente a Dios en presencia de la familia. En 1800, aconsejada por el padre Rapin, que ha regresado al pueblo, Nanette se dirige a Besançon, donde Jeanne-Antide Thouret acaba de fundar una pequeña comunidad de mujeres dedicadas a la caridad y a la educación de los niños. Sin embargo, la duda invade muy pronto su alma. «Señor, ¿que quieres de mí? –exclama una noche. Una voz interior muy lúcida le responde que Dios tiene grandes designios para ella. Unos días después, al despertar, cree ver a su alrededor muchos negros, unos completamente negros y otros de color más o menos oscuro. Simultáneamente, parece oír estas palabras: «Son los hijos que Dios te da. Soy santa Teresa; seré la protectora de tu orden». Así pues, decide regresar con sus padres.

Después de entregarse a la instrucción de los niños, primero en la localidad de Seurre y luego en Dole, Ana María se une a las monjas trapenses, en Suiza. Pero una voz le dice en el fondo de su corazón: «No has sido llamada a entrar en la Trapa, sino a fundar una congregación en pro de los negros». Los pocos meses que ha permanecido en el convento le han permitido recibir una formación sólida en la vida religiosa. Tras dos nuevas tentativas de escuelas en la región del Jura, Ana María regresa a casa de su padre para establecer su obra educativa. En abril de 1805, después de la coronación de Napoleón como emperador, el Papa Pío VII pasa por Châlon-sur-Saône (región de Champaña). Ana María y sus hermanas gozan del favor de una audiencia privada. La joven expone al Santo Padre sus proyectos: «Ánimo, hija mía –le responde el Vicario de Cristo–, Dios obrará a través de ti muchas cosas para gloria suya».

Aconsejada por su obispo, Ana María se establece en Châlon-sur-Saône. Sus cualidades de pedagoga le hacen comprender que hay que desarrollar las capacidades prácticas de las pequeñas. Enseña a las niñas a leer, escribir y contar, pero también a coser, tejer, planchar e hilar. Ana María tiene la idea de poner la capilla de su escuela bajo el patrocinio de san Bernardo o de santa Teresa. Pero el sacerdote, que se llama José, le sugiere invocar más bien la protección del esposo de la Virgen María. Así pues, se adopta el nombre de san José, pasando de la capilla a la pequeña comunidad de educadoras que ha fundado. El 12 de mayo de 1807, Ana María, sus tres hermanas y otras cinco jóvenes, reciben el hábito religioso y profesan sus votos de manos del obispo de Autun. Este último sugiere a la superiora que se establezca en la ciudad episcopal. La madre Ana María consigue que una parte del antiguo seminario mayor se ponga a su disposición. A finales de 1810, con motivo de la guerra en España, convoyes de enfermos y heridos llegan a Autun, por lo que las monjas se convierten en enfermeras. Un día del mes de enero de 1812, la madre Ana María descubre en un anuncio que está en venta el antiguo convento de los recoletos, en Cluny. Recurre entonces a su padre, que se deja convencer y adquiere la propiedad; allí se instalan las monjas, convirtiéndose en la «Congregación de San José de Cluny».

La madre se sobresalta

Con no pocas dificultades, la madre Ana María consigue abrir una escuela en París. El intendente de la isla Borbón (isla de la Reunión) le hace una visita y le solicita algunas monjas para la isla, añadiendo que se halla poblada «de blancos, mulatos y negros». Ante esas palabras, la madre se sobresalta, recordando la profecía de Besançon. Poco después, el ministro del Interior le pide también monjas para las posesiones de Francia en ultramar. Sus perspectivas misioneras le llevan a aceptarlo todo. El 10 de enero de 1817, cuatro monjas parten para la isla Borbón. A principios de 1819, un contingente de siete religiosas se embarca para Senegal. Pero en este último lugar, el hospital que se les asigna se encuentra en un estado lamentable, la ciudad no tiene iglesia, la evangelización apenas se ha iniciado« Las monjas se desaniman enseguida.

La propia madre Ana María parte a Senegal en 1822. Unas semanas después de su llegada, escribe: «Las dificultades son incalculables; sólo el amor puro de Dios puede hacer que aguantemos sin desanimarnos« Ahora que estoy de vuelta de muchas sorpresas y que veo las cosas desde más cerca, tengo la impresión de que podemos hacer un gran bien en África». Persuadida de que los negros se sienten inclinados por naturaleza hacia la religión, afirma: «Solamente la religión puede proporcionar a este pueblo principios, conocimientos sólidos y sin peligro, porque sus leyes y dogmas no sólo reforman los vicios groseros y externos, sino que son capaces de cambiar el corazón« Dad solemnidad a la religión; que la pompa del culto les atraiga y que el respeto les retenga, y enseguida habréis cambiado la faz del país». Por otra parte, ella se percata de que África posee vocación agrícola. A finales de 1823, establece una granja-escuela en Dagana, lo que le permite entablar relaciones con la población. Su reputación se extiende, de manera que pronto la llaman de Gambia y, después, de Sierra Leona, donde se hace cargo de los hospitales. Sin embargo, le llegan cartas desde Francia suplicándole que regrese. En febrero de 1824, retorna a la metrópoli tras haber sentado las bases de una obra perseverante para la civilización y la cristianización de África. Su principal objetivo es la formación de un clero africano, una verdadera necesidad para la empresa misionera. Para ello funda en Bailleul (en el departamento de Oise, cerca de París) una casa de formación para jóvenes africanos.

El auxilio del buen ejemplo

En 1827, el ministro de 7 la Marina se dirige a la madre Ana María para pedirle ayuda en favor de la Guayana, donde los colonos franceses han padecido numerosos fracasos. La madre acepta el ofrecimiento, pero pone ciertas condiciones, relacionadas con la vida cristiana de los colonos y de los indígenas. En agosto de 1828, llega a la Guayana con apenas un centenar de personas, instalándose en Mana. Cuatro meses más tarde, la madre escribe: «Todo funciona con paso firme hacia la armonía: los trabajos avanzan, los cultivos crecen a ojos vistas, la religión se asienta en el corazón de quienes sólo tenían de ella una visión superficial, y todo ello con el auxilio del buen ejemplo« Hemos traído quince obreros bien elegidos para los oficios más útiles« Junto a las hermanas, me dedico a escardar y a plantar alubias y mandioca; también siembro arroz, maíz, etc., entonando cánticos y contando historias, pero lamentando que nuestras pobres hermanas de Francia no puedan compartir nuestra felicidad». No obstante, los éxitos generados por el duro trabajo de la madre provocan la envidia de algunos colonos de Cayenne.

En Francia, la revolución de julio de 1830 trae como consecuencia profundas transformaciones políticas poco favorables a la religión católica, disminuyendo por ello el apoyo económico del gobierno a las obras de la madre Ana María. Sin embargo, ella prosigue su trabajo, de forma que sus centros resisten las dificultades. En 1833, funda incluso una leprosería cerca de Mana. De regreso a Francia, la madre Javouhey visita sus casas, siendo consciente de las lagunas de su congregación, como ella misma escribe: «Nuestra congregación es muy joven y necesita ya una gran reforma« Necesitamos adquirir el espíritu interior y de oración. Con ese doble espíritu, no existe peligro en ninguna parte». A partir de 1829, la diócesis de Autun es gobernada por monseñor d´Héricourt, prelado lleno de entusiasmo que desea sacar el mayor provecho del trabajo de las monjas. Con ese objetivo, querría poder tener vara alta sobre la congregación, revisando los estatutos aprobados en 1827 por su predecesor y por el rey Carlos X.

A finales de abril de 1835, monseñor d´Héricourt impone a la madre Ana María unos nuevos estatutos que trastocan de arriba abajo los antiguos y, según los cuales, se convierte en el superior general de las hermanas. Ante el rechazo por parte de ella, el prelado insiste, pero después ordena. Al no disponer ni del consejo de sus hermanas ni del tiempo necesario para sopesar la cuestión, la madre Ana María acaba firmando los nuevos estatutos. Al salir de aquella entrevista, un lancinante remordimiento se deposita en su alma: ha firmado demasiado de prisa, sin el acuerdo del capítulo general ni de los demás obispos afectados por los cambios. Aconsejada entonces por personas autorizadas, reconoce que su firma le ha sido arrebatada, que no ha sido concedida libremente y que no tiene valor alguno. Así pues, escribe al obispo comunicándole que se acogerá a los estatutos de 1827.

Preparar la emancipación

Por la misma época, los miembros del gobierno discuten sobre la emancipación de los esclavos. Es una medida que exige una preparación adecuada. En el informe de una comisión interministerial, puede leerse: «La señora Javouhey ha demostrado, en la dirección de ese centro de Mana, un gran espíritu de orden y una perseverancia a toda prueba. Por tanto, conviene confiar la tarea de acometer la emancipación de los esclavos a las Hermanas de San José de Cluny». Sin embargo, no todas las opiniones van en el mismo sentido, y el Consejo de la Guayana, dominado por los colonos envidiosos del éxito de la madre, se opone violentamente a ese proyecto. No obstante, el 18 de septiembre de 1835, una orden ministerial le confía oficialmente esa misión. El propio rey Luis Felipe recibe varias veces a la madre, poniendo a punto con ella el plan relativo a la emancipación de los negros.

En nuestros días, ante la presencia de formas modernas de esclavitud (trata de mujeres y de niños, condiciones laborales que reducen a los trabajadores a la categoría de simples instrumentos de rendimiento, prostitución, droga, etc.), la Iglesia recuerda la dignidad de la persona humana: «El séptimo mandamiento proscribe los actos o empresas que, por una u otra razón, egoísta o ideológica, mercantil o totalitaria, conducen a esclavizar seres humanos, a menospreciar su dignidad personal, a comprarlos, a venderlos y a cambiarlos como mercancía. Es un pecado contra la dignidad de las personas y sus derechos fundamentales reducirlos por la violencia a la condición de objeto de consumo o a una fuente de beneficio» (Catecismo de la Iglesia Católica, CEC, 2414).

Tras su llegada a la Guayana en febrero de 1836, la madre Ana María se hace cargo de unos quinientos esclavos negros arrebatados a los negreros. Su pedagogía no consiste de ningún modo en recurrir a la fuerza, sino en educar mediante la dulzura, la paciencia y la persuasión. Ella misma escribirá: «Me instalé como una madre en medio de su numerosa familia». Esa actitud es todavía si cabe más audaz, por cuanto, entre los negros que acoge, hay algunos que son temibles. Pero su fe se basa en la propia virtud del cristianismo, que es capaz de producir grandes efectos civilizadores. Por añadidura, la madre sabe que cuenta con su prestigio personal; su sola presencia basta para apaciguar los conflictos. De hecho, son pocos los casos en los que debe intervenir. Su labor consiste en cuidar la educación cristiana, preocupándose especialmente de los matrimonios, pues tiene la intención de fundar su obra civilizadora en la familia. Cada familia tiene su cabaña, limpia y bien equipada, y el conjunto forma un hermoso pueblo provisto de una iglesia. Todo ello se consigue con no pocas dificultades, sinsabores e incidentes dolorosos. A pesar de todo, y después de dos años, cierto espíritu de orden y de sobriedad reina en Mana. El 21 de mayo de 1838, la madre Javouhey preside la emancipación de ciento ochenta y cinco esclavos.

¡La época más feliz!

No obstante, la oposición del obispo de Autun la persigue hasta la Guayana. El 16 de abril de 1842, la fundadora escribe que el obispo de Autun «ha prohibido al prefecto apostólico que me administre los sacramentos, a menos que lo reconozca como superior general de la congregación« Se lo perdono de todo corazón por el amor de Dios». El sufrimiento que genera esa situación, que durará dos años, es intenso. Ello se agrava con la circulación de libelos infamatorios contra la madre. En los momentos en que sus hermanas se acercan a la Santa Mesa cuando a ella se le priva de ello, las lágrimas le fluyen abundantemente. Un día, se dirige a la Guayana holandesa, esperando poder comulgar, pero el prefecto apostólico de ese territorio ha sido informado de que «esa mujer, o bien nunca ha tenido fe o la ha perdido totalmente», y la comunión le es negada igualmente. La madre dirá más tarde: «Aquella época de tribulación fue para mí la más feliz de mi vida. Al verme, por así decirlo, excomulgada, ya que todo sacerdote tenía prohibido absolverme, iba a pasearme por los grandes bosques vírgenes de Mana, y allí le hablaba al Señor: «Solamente te tengo a ti, Señor, por lo que acudo a echarme en tus brazos y a rogarte que no abandones a tu hija«». Eran tantos los consuelos espirituales que experimentaba que, a menudo, me veía en la obligación de exclamar: «¡Oh, Dios mío! Ten misericordia de mi debilidad; no me prodigues tantos favores, pues esta pobre servidora no tendrá fuerzas para soportarlos». ¡Oh! Cuántas veces he experimentado lo bueno que es Dios con los que sólo se encomiendan a Él, que nunca somos desgraciados cuando tenemos a Dios, cualesquiera que sean las tribulaciones que nos asalten».

Consciente de su influencia personal en la buena marcha de Mana, la madre Ana María empieza a preocuparse de los días en que ya no esté. Planea reunir en un centro específico a los niños negros de la Guayana de entre cinco y quince años de edad, para educarlos cristianamente. Ya adultos y emancipados, podrían desperdigarse por todo el país y propagar una mentalidad sana. Pero el gobierno, al que pide una subvención para ese proyecto, rechaza participar en sus planes. El 18 de mayo de 1843, la madre se embarca de regreso a Francia. Aquella partida aflige a todo el mundo. Nada más llegar, obtiene de los obispos que la conocen bien el permiso para recibir los sacramentos. Después, visita a todas sus hijas, que la reciben con agasajo. Ella las exhorta al silencio interior y a la paz del alma, que permiten descubrir el designio de Dios en cada uno, y les enseña a evitar toda precipitación: evitemos –les dice– «ir más deprisa que la Providencia, que quiere ser secundada y no adelantada« La experiencia me ha enseñado que la obra de Dios se realiza lentamente».

Sin embargo, el obispo de Autun sigue obstinado en su idea de ser reconocido como superior de la congregación. Para ello intenta influir en las novicias de Cluny, nombrando a un capellán que se dedique a desviarlas de sus superioras «rebeldes» contra el obispo. El 28 de agosto de 1845, la madre Javouhey se desplaza a Cluny, donde, tras hablar con gran serenidad a sus hijas, concluye de este modo: «Hijas mías, os dicen que seguirme es pecado; yo os digo que no es pecado seguir al obispo de Autun. Sois libres de elegir. Ya conocéis la situación; hay muchos obispos que tienen de nosotras una opinión diferente de la del obispo de Autun y que os acogerán con alegría. Todas las que quieran permanecer en la congregación, que me sigan hasta París». De entre las ochenta jóvenes, solamente siete rehúsan seguirla. El obispo de Beauvais, gran admirador de la madre, aborda entonces el asunto con resolución. Poco a poco, monseñor d´Héricourt queda aislado en su posición contra las hermanas, dándose cuenta finalmente de que había juzgado mal a la madre y de que se había abierto un abismo de incomprensión en su alma. El 15 de enero de 1846, se firma por fin un acuerdo entre él y la madre.

«¡Dejadla pasar!»

Durante aquel doloroso asunto, la madre Ana María ha continuado su labor apostólica con numerosas fundaciones, tanto en Francia como en Oceanía, en Madagascar, en la India y en las Antillas británicas. Cuando estalla la revolución de 1848, se encuentra cerca de París. Debe volver enseguida a esa ciudad en agitación, y necesita franquear las barricadas. Cuando los obreros rebeldes, cuyas miserias había aliviado con frecuencia en los «Talleres Nacionales», la ven llegar, exclaman: «¡Es la madre Javouhey! ¡Es la superiora Javouhey! ¡Dejadla pasar!». El nuevo gobierno decreta inmediatamente la emancipación total de los negros. Así pues, la obra de preparación metódica y prudente hacia la libertad se convierte en caduca, pero la madre se adapta a la situación a fin de poder continuar con la labor de civilización y de evangelización de los antiguos esclavos. En Mana, la noticia de la abolición de la esclavitud es recibida con apacible alegría, en contraste con las escenas de violencia que acontecen en otros lugares. La población negra sigue siendo laboriosa y sedentaria, y muy apegada a la religión que la madre les ha enseñado.

A principios de 1851, la salud de la madre Ana María decae y, en el mes de mayo, con motivo de una visita a la casa de Senlis, debe permanecer en cama. El 8 de julio, se entera de la defunción del obispo de Autun. Unos días después, el 15, afirma al respecto: «Debemos considerar a monseñor como a uno de nuestros bienhechores. Dios se sirvió de él para enviarnos la tribulación, en un momento en que, a nuestro alrededor, sólo escuchábamos alabanzas. Resultaba necesario, porque, con el éxito que estaba alcanzando nuestra congregación, habríamos podido creernos importantes si no hubiéramos sufrido esas penalidades y contradicciones». Poco después de pronunciar esas palabras, entrega su alma a Dios. En aquel momento, su congregación contaba con unas 1.200 religiosas, dedicadas a buscar en todo la voluntad de Dios mediante la enseñanza, las obras hospitalarias y misioneras.

Pidamos a la beata Ana María Javouhey, beatificada por el Papa Pío XII el 15 de octubre de 1950, que nos conceda la liberación de la peor de las esclavitudes, la del pecado; en efecto, pues Jesús vino «a liberar a los hombres de la esclavitud más grave, la del pecado, que es el obstáculo en su vocación de hijos de Dios y causa de todas sus servidumbres humanas» (CEC, 549). Que nos haga partícipes de su espíritu de dedicación, de caridad y de simplicidad, para que podamos alcanzar la verdadera libertad de los hijos de Dios.

Reproducido con autorización expresa de Abadía San José de Clairval


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