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11:29 p.m.

Por: . | Fuente: vladimirghika.ro

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En Bucarest, Rumania, Beato Vladimir Ghika, nacido como ortodoxo libremente optó por la plena comunión con la Iglesia, fidelidad que mantuvo con firmeza durante la represión comunista, por lo que, tras un largo período de torturas recibió la palma del martirio. ( 1954)

Fecha de beatificación: 31 de agosto de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Nació el día de Navidad de 1873 en Constantinopla (ahora Estambul - Turquía), era el nieto del último rey de Moldavia, el príncipe Gregory V. Ghika (1849 - 1856), hijo de Juan Ghika (general de división, ministro plenipotenciario) y Alexandrina Ghika. Tenía cuatro hermanos y una hermana.

Fue bautizado y ungido en la fe Ortodoxa, su madre es fiel devota de esta Iglesia, su padre en ese momento era ministro plenipotenciario en Turquía. En el año 1878 es enviado a la escuela en Francia, en Toulouse, y dejado al cuidado de una familia protestante -en cuanto a la educación y la práctica religiosa- porque en la zona no existe un templo ortodoxo.

Terminará los estudios básicos en 1895, pasando a la Facultad de Ciencias Políticas de Paris. Paralelamente realiza cursos de botánica, arte, literatura, filosofía, historia y derecho. Ghika, por una angina de pecho, regresa a Rumania, donde continuará sus estudios hasta 1898 cuando ingresa en la Facultad de Filosofía y Teología de la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino en Roma, instituto superior de los dominicos conocido con el nombre de "Angelicum".

Es durante este período, luego de un intenso discernimiento para ser "más ortodoxo", cuando en 1902 decide profesar la fe católica, lo cual provoca una mortal indignación en su madre, a quien desagrada la decisión de su hijo.

Él quería ser sacerdote o monje, pero Pío XI le aconsejó renunciar a esa idea, al menos por un tiempo, y que se dedicara al apostolado seglar.

Realiza una tarea excepcional a nivel mundial: Bucarest, Roma, París, Congo, Tokio, Sydney, Buenos Aires... el Papa Pío XI en broma lo llamará "gran vagabundo apostólico". Él es uno de los pioneros del apostolado laico.

De regresó a su país, se dedica a obras de caridad y abrió el primer dismensario gratuito en Bucarest, la llamó "María de Belén"; creo el gran hospital y sanatorio "San Vicente de Paúl"; funda el primer hospital gratuito en Rumania y la primera ambulancia, por todo ello es el fundador de la primera obra de caridad católica en Rumanía.

Colabora en los servicios de salud durante la guerra de los Balcanes en 1913, y en Zimnicea se dedica -sin miedo- a la atención de los pacientes de cólera.

Durante la Primera Guerra Mundial estaba a cargo de las misiones diplomáticas, de los damnificados por el terremoto de Avezzano, de los tuberculosos del Hospital de Rome, de los heridos de guerra, moviéndose en los ambientes diplomáticos más populares con una naturalidad sorprendente.

El 7 de octubre de 1923, Ghika fue ordenado sacerdote -en París- por el cardenal Dubois, Arzobispo de la ciudad, y llevará a cabo el ministerio sacerdotal en Francia hasta 1939. Debido a que su corazón estaba en Rumanía, pidió al Papa el privilegio de poder celebrar en los dos ritos: latino y bizantino, permiso que le es concedido poco después de su ordenación, convirtiéndose así en el primer sacerdote rumano bi-ritual.

Se le designa una parroquia pobre y peligrosa en París, Villejuif, donde poco a poco va cambiando el espíritu del vecindario. En 1930, por enfermedad, se retira de allí y es designado Rector de la iglesia de los extranjeros en París.

El 13 de mayo de 1931 el Papa lo nombró protonotario apostólico. Ghika se muestra renuente a aceptar este nombramiento ya que a su ingreso al clero había hecho voto de no aceptar dignidades eclesiásticas, finalmente lo acepta comentando que "nada cambiará mi estilo de vida, tan sólo será una cinta estrecha añadida a la vestidura".

El 3 de agosto 1939 regresó a Rumania, eran los tiempos del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Se niega a salir de Rumania para estar con los pobres y los enfermos, para ser capaz de ayudar y animar, incluso se queda -por el mismo motivo- en Bucarest cuando comienzan los bombardeos aliados.

Después de que los comunistas llegaron al poder (1947) nuevamene se niega a abandonar a quienes servía como confesor, director espiritual o maestro. Fue detenido el 18 de noviembre de 1952 bajo los cargos de "alta traición" y es encarcelado en Jilavam es amenazado y golpeado hasta hacerle sangrar, fueron 18 meses de un trato brutal, hasta que finalmente muere el 16 de mayo de 1954.

El 28 de marzo de 2013 S.S. Francisco firmó el decreto reconociemdo el martirio de este Siervo de Dios.

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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Recibió de la Santísima Virgen el Escapulario Carmelita

Martirologio Romano: En Burdeos, en el territorio de Gascuña, Francia, san Simón Stock, presbítero, que, primero ermitaño en Inglaterra, ingresó después en la Orden de los Carmelitas, que guió admirablemente, siendo célebre por su devoción singular a la Virgen María. ( 1265)

Breve Biografía


San Simón Stock es uno de los personajes centrales de la historia de la Orden del Carmen, por dos títulos, sobre todo: a él se debe el cambio estructural de la Orden abandonando el eremitismo originario y entrando a formar parte de las ordenes mendicantes o de apostolado.

La tradición nos ha legado que él recibió de manos de María el Santo Escapulario del Carmen, tan difundido desde el siglo XVI entre el pueblo cristiano.

La primera noticia de San Simón Stosck es del dominico Gerardo de Frascheto, contemporáneo del Santo (+1271). No es claro si el "hermano Simón, Prior de la misma Orden (Carmelitana), varón religioso y veraz" sea San Simón Stock.

La segunda referencia en orden cronológico es un antiguo Catálogo de Santos de la Orden, del cual se conservan tres redacciones del siglo XIV. La más breve y, por lo mismo, más antigua, dice de él:

"El noveno fue San Simón de Inglaterra, sexto General de la Orden, el cual suplicaba todos los días a la gloriosísima Madre de Dios que diera alguna muestra de su protección a la Orden de los Carmelitas, que gozaban del singular título de la Virgen, diciendo con todo el fervor de su alma es tas palabras:
 

Flor del Carmelo
Viña floridal esplendor del cielo;
Virgen fecunda y singular;
oh Madre dulce
de varón no conocida;
a los carmelitas,
proteja tu nombre,
estrella del mar.


Según la tradición, se le apareció la Virgen rodeada de ángeles, el 16 de julio de 1251, y le mostró el santo Escapulario de la Orden diciéndole: "Este será el privilegio para ti y todos los carmelitas; quien muriere con él no padecerá el fuego eterno, es decir, el que con él muriere se salvará".

Otra redacción más extensa de este Santoral añade nuevos e interesantes datos sobre él; Su apellido STOCK, que parece se deba a que vivía en el tronco de un árbol. Su ingreso entre los carmelitas recién llegados a Inglaterra procedentes del Monte Carmelo. Su elección como Prior General y la aprobación de la Orden por el Papa Inocencio IV. Su don celestial de obrar ruidosos milagros. Fue autor de varias composiciones, entre ellas el Flos Carmelí y el Ave Stella Matutina.

Parece que mientras visitaba la Provincia de Vasconia, murió en Burdeos, el 16 de mayo de 1265, casi centenario de edad.

Se le tributa culto desde 1435.

Nunca ha sido canonizado formalmente, pero el Vaticano aprobó la celebración de la festividad carmelita.

Su fiesta se celebra el 16 de mayo.

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Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: En Janow, cerca de Pinsk, junto al río Pripjat, en los confines de Polonia, san Andrés Bobola, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, que se esforzó activamente por la unión de los cristianos hasta que, habiendo sido capturado por unos soldados cosacos, con su sangre dio gustosamente el supremo testimonio de la fe. ( 1657)

Fecha de canonización: 17 de abril de 1938 por el Papa Pío XI.

Polaco de origen extranjero (su familia procedía de la Bohemia, pero llevaba ya varias generaciones en el país), es uno de los símbolos de la martirizada Polonia. Cada vez que en la historia reciente la nación polaca se ha visto sumergida por invasiones y ha sido víctima de desmembramientos, la defensa de la fe y la esperanza en el futuro se han concretado en hechos milagrosos por intercesión de este jesuita.

Era oriundo del sur del país, nació en Sandormir el 30 de noviembre de 1591; se educó con la Compañía de Jesús, en la que solicitó ingresar, y en 1622 fue ordenado de sacerdote en Vilna. En esta ciudad ejerció su ministerio, destacando como predicador, director de conciencias y hombre de caridad inagotable atendiendo a enfermos y moribundos, sobre todo durante la peste de 1625.

Pero su carácter impulsivo y fogoso le llevó a querer vivir en los lugares de mayor riesgo, y desde 1633 hasta su muerte fue uno de los misioneros más activos en la parte oriental de lo que entonces era Polonia, una región disputada por los rusos y con una gran mayoría de habitantes que vacilaban entre el cisma ortodoxo y la Iglesia romana.

Durante un cuarto de siglo Andrés Bóbola vivió en esta azarosa frontera de la catolicidad, mientras se sucedían a su alrededor guerras, matanzas de religiosos, devastaciones y amenazas de todo orden, hasta que en mayo de 1657, a sus 66 años, en Lituania, fue apresado por los cosacos y murió entre salvajes torturas: le azotan de pies a cabeza, le echan al cuello una soga, y sujetándola a la silla de dos caballos, los lanzan a correr. Después le queman todo el cuerpo con antorchas encendidas: en odio al orden sacerdotal, le desuellan la corona y las manos; le hincan astillas entre las uñas de las manos y de los pies; le cortan la nariz, las orejas, los labios; y abriéndole el cuello por detrás, le arrancan la lengua. Por fin, le atraviesan el corazón con una lanza. y le acribillan con las espadas todo el cuerpo, hasta que el invicto mártir expira. Era el 16 de mayo de 1657.

Fue canonizado en 1938 por el Papa Pío XI y sus restos mortales se veneran en Varsovia.
 

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Ermitaño

Martirologio Romano: En Bingen, junto al Rin y cerca de Maguncia, en territorio de la moderna Alemania, san Ruperto, duque, que, siendo aún muy joven, partió en peregrinación para visitar las tumbas de los Apóstoles, y al regresar a sus dominios erigió muchas iglesias. Salió al encuentro del Señor recién cumplidos los diecinueve año ( s.IX)
Santa Hildegarda, que pasó los últimos años de su vida en Rupertsberg, escribió la vida de san Ruperto y santa Berta y popularizó su culto, tres siglos después de la muerte de dichos santos. Según santa Hildegarda, el padre de Ruperto era pagano; su madre era una cristiana llamada Berta, que pertenecía a la familia de los duques de Lorena y tenía extensas posesiones junto al Rin y al Nahe.

El padre de Ruperto murió en una batalla, cuando su hijo era todavía pequeño. Berta se consagró totalmente a la educación del niño, quien tenía tal intuición en las verdades de la fe, que era más bien él quien enseñaba la religión a su madre. En una ocasión en que varios mendigos se acercaron a pedirle limosna, Ruperto dijo a su madre: «¡Mira! Todos estos son tus hijos».

En otra ocasión en que Berta dijo a Ruperto que pensaba construir una iglesia, el niño le respondió: «Está muy bien; pero lo principal es obedecer a Dios, compartir el pan con los pobres y vestir a los desnudos». Estas palabras impresionaron tanto a Santa Berta, que inmediatamente fundó varios hospitales para los pobres.

Cuando Ruperto tenía doce años, Berta le llevó a Roma a visitar las tumbas de los Apóstoles; a la vuelta de esa peregrinación, hicieron varias fundaciones piadosas y repartieron entre los pobres el resto de sus bienes.

En seguida se retiraron a una ermita de la región montañosa de las cercanías de Bingen, que más tarde recibió el nombre de Rupertsberg [Monte de Ruperto]. Ruperto murió a los veinte años de edad. Su madre siguió en el servicio de Dios sin cambiar de sitio, durante veinticinco años y fue sepultada junto a su hijo, en el convento que habían construido en las orillas del Nahe.

VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler (†)
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.
Editorial: COLLIER´S INTERNATIONAL - JOHN W. CLUTE, S. A.

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11:24 p.m.

Por: . | Fuente: dominicasdebetania.org

Presbítero

Martirologio Romano: En Aix-en-Provence (Francia), beato Andrés Abellón, presbítero de la Orden de Predicadores, quien, pese a no contar con muchos medios para el desempeño de su cargo, restauró con firmeza la disciplina regular en los conventos donde fue superior. ( 1450)

Fecha de beatificación: Culto confirmado el 19 de agosto de 1902 por el Papa León XIII

Andrés nació en Saint Maximin (Francia) el año 1375. Aún siendo adolescente entró en la Orden de Predicadores en el convento de Santa María Magdalena de su ciudad. Después de los estudios de artes liberales, enseñó teología en Montpellier, París y Aviñón. Fue un gran predicadore y su apostolado se centró especialmente en la Provenza y en Condado al sur de Francia; fue apóstol sobre todo de de Aix-en-Provence, en la que realizó una labor extraordinaria durante la peste que desoló la ciudad.

Era artista pintor y sus obras se encuentran en algunos conventos del sur de Francia e hizo completar el claustro del convento de Santa María Magdalena, de donde fue prior. Restauró con gran esfuerzo la disciplina regular en varios otros conventos de los que fue prior y a los que gobernó «con longanimidad y con el buen ejemplo, más que con la violencia de las discusiones», siguiendo en la reforma las iniciativas del Maestro de la Orden Bartolomé Texier.

Murió en Aix-en-Provence el 15 de mayo de 1450 y fue enterrado delante del altar de la iglesia conventual, donde recibe al veneración de los fieles.

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11:24 p.m.

Por: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic.net

Mártir

Martirologio Romano: En Lampsaco, en la región del Helesponto, santos Pedro, Andrés, Pablo y Dionisia, mártires. ( s.III)

Etimológicamente: Dionisiio = dios del vino, viene de la lengua griega. Dionisia es la versión femenina de este nombre.

Breve Biografía


Me encanta la valentía de esta joven cristiana que, a los 16 años, tenía la cabeza bien plantada sobre los hombres y la hoguera de la fe encendida en su corazón.

Los actos que presenció antes de que muriese el 15 de mayo del año 250, le llevaron a ser consciente de la suerte de tener una fe profunda en Dios.

Tuvo la desgracia de ver cómo un cristiano, un tal Nicómaco, apostató de Cristo por tener unos días más de vida aquí en la tierra. Cuando salió del tribunal libre y con su certificado de que había adorado a los dioses y renunciado a Cristo, sintió una pena inmensa.

Cuando la oyeron hablar así, se enteró todo el mundo de que también era creyente en Cristo. Y como solía suceder: la llevaron ante el procónsul Optimo.

Ya en su presencia, le dijo: "Que te conste que no te tengo miedo; tengo un amigo más poderoso que tú. El sabrá ayudarme en los instantes de tortura".

Optimo la mandó detener al momento; mientras tanto oía los gritos de la chusma aplaudiendo a los verdugos que le daban muerte a otros dos cristianos, a Pablo y a Andrés.

Dionisia se escapó para ir a socorrer a los dos creyentes. Y a gritos decía estas palabras:" Quiero sufrir como vosotros para ser feliz en el cielo".

El procónsul en lugar de admirar su valentía, le dijo a los verdugos que le cortaran la cabeza..
No hay quien detenga a un cristiano que viva su fe en coherencia con sus principios.

¡Feliz día quien lleve este nombre!

Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com

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11:29 p.m.

Obispo

Martirologio Romano: En Clermont, Auvernia (Francia), san Galo, obispo, tío paterno de san Gregorio de Tours, varón humilde y bondadoso. ( 551)
Galo nació hacia el año 486 en Clermont de Auvernia. Su familia era una de las más distinguidas de la región. El padre del santo puso gran esmero en la educación de su hijo. Cuando éste llegó a la edad de contraer matrimonio, le propuso que se casase con la hija de un senador. Pero Galo, que había ya resuelto consagrarse a Dios, huyó de la casa paterna y pidió ser admitido en el monasterio de Cournon. El abad se negó a admitirle sin el consentimiento de su padre. No sabemos cómo, el joven se las arregló para convencer a su padre y fue admitido en la abadía.

El obispo Quinciano, que no dejó de advertir las cualidades de Galo, le ordenó diácono, le hizo miembro del cabildo de su catedral y le envió como representante suyo a la corte del rey. El joven, que poseía una voz extraordinaria, pasó a formar parte del coro de la capilla de Teodorico I. Quinciano murió hacia el año 526, y Galo fue elegido para sucederle en el gobierno de la diócesis.

La humildad, la caridad y el celo del santo, encontraron ancho campo de acción en su nuevo cargo. La virtud característica de San Galo era la mansedumbre, como lo demuestran varios incidentes.

En cierta ocasión, un hombre le golpeó en la cabeza; el obispo no mostró enojo ni resentimiento alguno sino con su mansedumbre desarmó al agresor. En otra ocasión, un tal Evodio, que había abandonado el senado para recibir la ordenación sacerdotal, se dejó llevar por la ira y trató a su obispo en forma desacomedida. San Galo no respondió una sola palabra; sencillamente, se levantó de su cátedra y partió a visitar las iglesias de la ciudad. El hecho conmovió tanto a Evodio, que fue en busca del santo y le pidió perdón de rodillas, en la calle.

En los últimos años de su vida, San Galo atendió especialmente a la educación de su sobrino, que llegó más tarde a ser famoso con el nombre de Gregorio de Tours.

No hay que confundir a este san Galo con su famosísimo homónimo irlandés que vivió casi un siglo más tarde y dio su nombre a uno de los cantones suizos.

VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler (†)
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.
Editorial: COLLIER´S INTERNATIONAL - JOHN W. CLUTE, S. A.

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11:29 p.m.

Por: . | Fuente: «Vidas de los santos», Alban Butler

Obispo

Martirologio Romano: En el monasterio de Fontenelle, en Neustria, Francia, san Eremberto, que, habiendo sido obispo de Toulouse, abrazó después la disciplina monástica. ( 674)
Entre los numerosos varones de Dios que recibieron el hábito de san Benito en la abadía de Fontenelle, de manos de san Wandregisilo, uno de los más distinguidos fue Eremberto. Era originario de Waucourt, cerca de Poissy, en Seineet-Oise. Eremberto no disfrutó mucho tiempo de la paz del claustro, pues el rey Clotario III le nombró pronto obispo de Toulouse. Sólo ha llegado hasta nosotros el recuerdo de un incidente de su vida de obispo: se hallaba el santo de visita en casa de su hermano Gamardo, en su pueblo natal, cuando se declaró un incendio que amenazaba acabar con todas las casas. San Eremberto se postró en la oración en la iglesia de San Saturnino y salió de ella con su cruz pastoral en la mano; inmediatamente cambió el viento, se extinguió el incendio y todo el pueblo acudió a la iglesia a dar gracias a Dios.

San Eremberto tuvo que renunciar a su sede en el año 668 a causa de su mala salud; después se retiró a Fontenelle, donde permaneció hasta su muerte. Su hermano Gamardo entró más tarde, con sus dos hijos, en la abadía de Fontenelle, a la que hizo donación de todas sus posesiones.

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11:29 p.m.

Por: . | Fuente: Enciclopedia Católica || ACI Prensa

Obispo y Abad

Martirologio Romano: En Lismore, en Irlanda, san Cartago, obispo y abad. ( 637)
San Cartago, a quien también se lo llama Mochuda, nació en una buena familia, en lo que hoy es el Condado de Kerry, Irlanda, aproximadamente en el año 555. En su juventud trabajó cuidando cerdos cerca de Castlemaine; luego ingresó a un monasterio de la zona, donde tomó los hábitos y quedando bajo la guía de San Cartago el Viejo, terminados los estudios recibió la orden sacerdotal. En el año 580 decidió llevar vida eremítica, y construyó una celda en Kiltallagh, donde su aura pronto atrajo peregrinos.

Pasados unos años, los celos de dos obispos vecinos lo obligaron a dejar su ermita, y viajó a Bangor, donde vivió un año. Por consejo de San Comgall volvió a Kerry y fundó sendas iglesias en Kilcarragh y Kilfeighney. Luego visitó Waterford, Clonfert-molua (Kyle), y Lynally, desde donde, por sugerencia de san Colman Elo, fue establecerse en Rahan, cerca de Tullamore, en el actual King´s County.

Alrededor del año 590 San Cartago fundó su monasterio en Rahan, y pronto tuvo cientos de discípulos. Fue consagrado obispo-abad del distrito Fercal, y escribió una regla para sus monjes, un poema métrico irlandés de 580 líneas, dividido en nueve secciones (una de las reliquias literarias más interesantes de la temprana Iglesia irlandesa).

Se le atribuyen numerosos milagros. Finalmente, Blathmaic, un príncipe meatiano, instigado por monjes de monasterios de la zona, ordenó a san Cartago dejar Rahan. Esta expulsión del santo, y ochocientos monjes de su comunidad, tuvo lugar en la Pascua del año 635. Viajó por Saigher, Roscrea, Cashel, y Ardfinnan, al final san Cartago llegó a orillas del río Blackwater, donde el Príncipe de los Decios le otorgó un terreno para la fundación de su monasterio, así surgió la ciudad episcopal de Lios-mor, o Lismore, Condado de Waterford.

Grande como era la fama del convento de Rahan, fue eclipsada por completo por la del nuevo convento en Lisemore, y eso que san Cartago vivió menos de dos años en su nueva fundación. Pasó los últimos dieciocho meses de su vida en oración y contemplación, en una cueva cerca de la actual St Carthag´s Well. Cuando llegó el momento de la muerte, llamó a sus monjes y les dio su reflexión de despedida y su bendición. Fortalecido por el Cuerpo de Cristo murió el 14 de mayo del 637, día en que se celebra su fiesta como primer obispo y patrono de Lismore.

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11:23 p.m.

Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com !! «Vidas de los santos», Alban Butler

Obispo

Martirologio Romano: En Maastricht, junto al río Mosa, en la Galia Bélgica, actualmente territorio de Holanda, san Servacio, obispo de Tongres, que defendió con tenacidad la fe ortodoxa nicena acerca de la naturaleza de Cristo, en las controversias suscitadas en varios concilios. ( c.384)
San Servacio había nacido probablemente en Armenia. Durante el destierro de san Atanasio de Alejandría, le ofreció hospedaje a éste y defendió la causa del gran patriarca en el Concilio de Sárdica. Después del asesinato de Constante, el usurpador Majencio envió a san Servacio y a otro obispo a Alejandría para defender su causa ante el emperador Constancio. La embajada no tuvo éxito, pero san Servacio tuvo ocasión de volver a ver en Egipto a san Atanasio. El año 359, san Servacio asistió al Concilio de Rímini, donde se opuso valientemente a la mayoría arriana, junto con san Febadio, obispo de Agen; sin embargo, ambos santos se dejaron engañar por la fórmula que se firmó ahí, hasta que los ilustró san Hilario de Poitiers.

San Gregorio de Tours cuenta que san Servacio predijo la invasión de los hunos a las Galias y que, con el ayuno, la oración y una peregrinación a Roma, trató de evitar esa catástrofe. El santo emprendió la peregrinación a Roma en espíritu de penitencia para encomendar su grey a los dos grandes Apóstoles. Casi inmediatamente después de su regreso a Tongres, contrajo la peste y murió. Algunos autores sostienen que murió en Maestricht. En ese mismo año, la ciudad de Tongres fue saqueada; pero la profecía de san Servacio se cumplió plenamente setenta años más tarde, cuando Atila y los hunos invadieron y asolaron toda la región.

En los Países Bajos se profesaba gran devoción a san Servacio en la Edad Media, y las leyendas sobre él se multiplicaron. Las reliquias del santo se conservan en Maestricht, en un hermoso relicario antiguo; también se conservan su báculo, la copa en que acostumbraba beber, y su llave de plata. Según la tradición, el mismo san Pedro le dio esa llave en Roma, durante una visión; pero en realidad se trata de una de las Claves Confessionis S. Petri [«llave de la confesión de San Pedro»] que los Papas solían regalar a algunos personajes distinguidos, fundidas con un poco del acero de las cadenas de San Pedro. Otra tradición cuenta que la copa había sido regalada a san Servacio por un ángel y que tenía la propiedad de curar la fiebre.

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11:23 p.m.

Por: . | Fuente: stgemmagalgani.com

Reclusa

Martirologio Romano: En el lugar llamado Goriano Sicoli, en los Abruzos, Italia, beata Gemma, virgen, que vivió recluida en una pequeñísima celda adosada a la iglesia, desde la que podía ver solamente el altar. ( 1439)

Fecha de beatificación: Culto confirmado por el Papa León XIII el 28 de abril de 1890

Santa Gemma de Goriano Sicoli nació en 1385 en San Sebastián en una familia católica pobre pero devota. Siendo aun niña, su familia se mudó a Goriano Sicoli (que en aquel entonces se llamaba Gordianum), donde Gemma pasó su infancia como pastora, cuidando el pequeño rebaño de ovejas que sus padres tenían.

Al igual que a Santa Gemma Galgani, Dios le había dado también una extraordinaria belleza, que estaba unida a la virtud y la modestia, su belleza no era un obstáculo para ella, sino un camino hacia su perfección.

Un día en 1393, el orgulloso y testarudo conde Ruggieri de Celano la vio y trató de seducirla. Ella no tuvo miedo y aquel se vio frustrado, ella le reprochó con palabras tan fuertes que lo llenaron de vergüenza y quiso enmendar su grosero avance. Ella le pidió que le construyera una pequeña habitación adosada a la Iglesia de San Juan en Goriano Sicoli, este pobre morada tenía una pequeña ventana desde donde se podía ver el altar, y participar de la Santa Misa. Entonces, consiguió que su padre le diera permiso para vivir en ese cuarto como una ermitaña, para rezar, expiar y reparar sus pecados y los pecados de otros.

La gente del pueblo pronto conoció de sus sacrificios y extraordinaria santidad, y comenzaron a ir a buscar su consejo sobre todo tipo de temas.

Ella vivió esta expresión del amor a Dios por los siguientes 42 años, murió el 13 de mayo 1439 y en el momento de su muerte las campanas se escucharon en todo el valle, sonaban como si llamaran a una gran fiesta. La población local desarrolló un culto en su honor, y piadosamente recuerda hasta hoy a la "Virgen de Goriano Sicoli".

Debido a la devoción del pueblo, el Obispo local abrió su causa de canonización, y años más tarde, su restos fueron exhumados en la presencia de Guidalotti Perugino, Obispo de Sulmona, para el asombro de todos, sus restos se encontraban milagrosamente incorruptos, y todos los presentes lo vieron como un signo de la presencia de Dios en la "Virgen de Goriano Sicoli".

Un sepulcro privilegiado fue construido en su honor en el interior de la iglesia de San Juan, y los enfermos empezaron a ir allí para ser curados. Luego en 1613 se construyó una iglesia en su nombre en el sitio de la Iglesia de San Juan, y en 1818 se terminó un nuevo templo en aquel mismo lugar.

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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11:23 p.m.

Por: . | Fuente: OSAnet.org

Abadesa

Martirologio Romano: En Como, de Lombardía, beata Magdalena Albrici, abadesa de la Orden de San Agustín, que reavivó extraordinariamente el fervor de sus hermanas en religión (1834).

Etimológicamente: Magdalena = Torre de Dios, es de origen hebreo. También se relaciona con el lugar de origen de María de Magdala (María Magdalena).

Nació en Como (Italia), hacia 1415.

Con un amor muy grande a Jesús, entró en una casa religiosa que, fuera de los muros de la ciudad, había sido instituida bajo la Regla de S. Agustín, en un lugar llamado Brunate. Habiendo crecido la comunidad paulatinamente con el ingreso de varias jóvenes, se convirtió la casa en monasterio con el título de S. Andrés y bajo la misma Regla. En 1455, la comunidad fue acogida en la Congregación Agustiniana de Lombardía, lo cual fue definitivamente aprobado por el Papa Pío II el 16 de julio de 1459.

Consideraba como una de sus mayores satisfacciones pertenecer a la Orden Agustiniana y estar bajo su jurisdicción. Enamorada de la espiritualidad agustiniana, fue una admirable propagadora de la vida agustiniana. Unió a muchas consagradas, que hacían vida común, a la Orden. Así se acrecentó la familia agustiniana con un considerable número de monasterios.

A las hermanas que estaban a su cargo las incitaba a una mayor perfección en las virtudes, prefiriendo siempre obedecer que mandar, ser súbdita que superiora. También se le atribuye la fundación de una fraternidad de agustinos seculares en Como.

Sobresaliendo en la pureza de vida y en la caridad con todos, murió en mayo de 1465.

S. Pío X confirmó su culto en 1907. Sus restos se conservan en la catedral de Como.

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11:27 p.m.

Patrono de los Ingenieros de Caminos, canales y puertos
y de los Ingenieros de Obras Públicas

Martirologio Romano:En la región de Castilla, en España, en la localidad que posteriormente fue distinguida con su nombre, santo Domingo de la Calzada, presbítero, que dispuso puentes y caminos empedrados para uso de los peregrinos jacobeos y, movido por su inmensa piedad, construyó también un hospital de peregrinos, provisto de salas destinadas a socorrerles (1060/1109).

Etimológicamente: Domingo = Aquel que es consagrado al señor, es de origen latino.

Domingo García, conocido como Santo Domingo de la Calzada (Viloria de Rioja, provincia de Burgos, 1019 - † Santo Domingo de la Calzada, La Rioja, 12 de mayo de 1109). Fue un religioso de España y uno de los mayores impulsores del Camino de Santiago.

Hijo de un labrador llamado Ximeno García y de su esposa Orodulce, tras el fallecimiento de sus padres, intentó ser admitido en los monasterios benedictinos de Valvanera y San Millán de la Cogolla, pero no lo consiguió. Tras este traspiés se retiró como eremita a un lugar apartado en los bosques de encinas de Ayuela, lugar cercano al actual Santo Domingo de la Calzada, llevando una vida contemplativa hasta 1039. Sobre ese año comenzó a colaborar con Gregorio, obispo de Ostia, llegado a Calahorra como enviado papal para combatir una plaga de langosta que asolaba los territorios navarros y riojanos. Este le otorgó la ordenación sacerdotal. Juntos construyeron un puente de madera sobre el río Oja para facilitar el tránsito de los peregrinos hacia Compostela. Hasta la muerte de Gregorio en 1044.

Tras morir Gregorio, volvió a la zona de Ayuela y emprendió una profunda labor de colonización. Taló bosques, roturó tierras y comenzó la construcción de una calzada de piedra que supuso una desviación del camino tradicional por la calzada romana entre Logroño y Burgos, pero que se convirtió, a partir de entonces, en la ruta principal entre Nájera y Redecilla del Camino. Por esta labor es conocido como Domingo de la calzada.

Para mejorar las condiciones de los peregrinos que empezaron a transitar la nueva calzada, sustituyó el puente de madera que había construido con Gregorio por uno más robusto de piedra, y construyó un complejo integrado por hospital, pozo e iglesia, para atender a las necesidades de los viajeros, donde en la actualidad se encuentra la Casa del Santo, utilizada como albergue de peregrinos.

Al apoderarse en 1076 de La Rioja, Alfonso VI de Castilla y viendo que el desarrollo del Camino contribuía a su proyecto de la castellanización de la zona, se hizo partidario del santo, de sus obras, y de su villa, visitando a Domingo en 1090 y responsabilizándolo de las obras viarias que se realizaban a lo largo del Camino de Santiago. En esos momentos, y con la ayuda de su discípulo Juan de Ortega, había iniciado ya la construcción de un templo dedicado al Salvador y Santa María. Este fue consagrado por el obispo de Calahorra en 1106. En el exterior del templo y adosado a sus muros, el santo escogió un lugar para su propia sepultura.

El burgo, llamado Masburguete o Margubete que se dice hoy día, de Santo Domingo de la Calzada empezó como unas pocas casas construidas en torno a la ermita del santo durante su vida. Al morir Domingo en 1109 ya contaba la villa con una creciente población. La iglesia de Santo Domingo de la Calzada, en la que fue enterrado, fue elevada al rango de catedral poco después, al trasladarse a esta la diócesis de Calahorra en 1232 hasta 1235.

Nueve tablas pintadas, adornan hoy una pared de la catedral y recuerda los milagros de Santo Domingo.

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11:27 p.m.

Obispo

Martirologio Romano:En Constantinopla, san Germán, obispo, el cual, insigne por su doctrina y virtudes, refutó con gran persuasión el edicto contra las imágenes sagradas promulgado por el emperador León el Isáurico (733).

Etimológicamente: Germán = Aquel que es un guerrero fuerte, es de origen germánico.

Nació el 635, siendo Heráclio emperador bizantino. Su padre fue un prestigioso patricio, llamado Justiniano, muerto alrededor del 669 por orden del suspicaz o envidioso emperador Constantino Pogonato.

De la vida y actividad de Germán antes de obtener su primera prelacía apenas sabemos nada. Dos documentos antiguos (un menologio y un sinaxario) nos ponderan su afición a las Escrituras y a la contemplación, su viveza de ingenio y experiencia de los negocios. En todo caso parece que ya antes del 711 era obispo de Cízico, en el Helesponto. Poco después el monotelismo (herejía defensora de una sola voluntad en Cristo), aunque ya recibido el golpe de muerte en el VI concilio ecuménico de 681, revivió por corto espacio con el emperador Filípico (711-713), el cual presionó de tal modo a Germán, que el anciano prelado tuvo la debilidad de ceder en el sínodo de Constantinopla, año 712. Pero su reacción en pro de la ortodoxia fue rápida. Al subir al trono de Oriente el católico Artemio (Anastasio II) mejora la situación.

Depuesto Juan VI, patriarca heterodoxo de Constantinopla, es nombrado sustituto suyo, en 715, Germán, que cuenta ya unos ochenta años, pero cuyo espíritu joven sabrá resistir los embates de sus adversarios en la época subsiguiente. Se suele colocar al comienzo de su patriarcado un sínodo de 100 obispos, donde habrían sido anatematizados los fautores del monotelismo, entre otros los antecesores de Germán en la sede constantinopolitana, Sergio, Pirro y Pablo. Pero, según Grumel, el documento de las Actas es, por lo menos, dudoso. Sin embargo, el repudio de aquella herejía se manifiesta en la carta del Santo a los armenios, de que hablaremos después. De todos modos, la gloria más excelsa de Germán es su actitud indomable ante la herejía iconoclasta, denominada así por propugnar la destrucción de las imágenes (de Cristo y de los santos).

El furor de este movimiento, avivado por cierta tendencia oriental, idealista y antiplástica, data del siglo VIII. Sea por influjo de la actitud hostil de los árabes (para quienes el culto cristiano de tales representaciones sensibles equivalía al idolátrico de los paganos), sea por motivos religiosos de reforma (ante algunos abusos de la época en lo tocante a este culto), tal vez por razones políticas de cesaropapismo, o mejor aún por la educación del emperador León III el Isáurico (716-741) en un ambiente de paulicianismo maniqueo, lo cierto es que este príncipe desencadena una violenta lucha contra las imágenes en 725 con la adhesión de algunos obispos (sobre todo de Constantino de Nicolia, en Frigia), que quizá veían en el culto de los iconos un estorbo para la conversión de los infieles. Germán resiste desde el principio. Debió de ser bien doloroso para el Santo recordar la escena (a. 717) donde él mismo había coronado a León, conforme al ceremonial católico, y donde el príncipe había jurado retener la fe verdadera, decisión reiterada por él en carta al papa Gregorio II. Ahora, en 724-725, León cambia por completo y da comienzo a su campaña iconoclasta. Germán pone en guardia al Pontífice y le informa de su resistencia al emperador; el texto de la carta se ha perdido, pero se conserva la respuesta del Papa, lleno de admiración ante la actitud vigorosa del patriarca, que contaba entonces unos noventa años: "cada hora me acuerdo de tu entrega y considero mi más sagrado deber el saludarte como a hermano mío y propugnador de la Iglesia".

También se conservan otras tres cartas del Santo referentes a esta misma controversia. Una a Juan, metropolitano de Synades, a propósito del ya citado Constantino de Nicolia, hostil al culto de las imágenes; otra a éste, recordándole las promesas hechas a Germán de cesar en su actitud iconómaca, y la tercera a Tomás de Claudiópolis: en esta última principalmente se esfuerza el patriarca en demostrar por la Escritura y los Padres que la honra tributada a las imágenes de Cristo, la Virgen y los santos no es idolatría, sino culto dirigido al prototipo a través de la representación sensible.

Más emotiva es la admonición al mismo emperador (17 de enero del 730), donde el casi centenario prelado se declara dispuesto a morir en defensa del culto de las imágenes: hermoso es dar la vida por el nombre de Cristo, impreso en su efigie externa. Tal grandeza de alma, junto con el apoyo que el Papa y San Juan Damasceno prestaban al patriarca, contiene a León de tomar decisiones demasiado violentas, pero manifiesta su deseo de que Germán señale sucesor en la sede constantinopolitana. Finalmente, en una reunión celebrada por el emperador, el noble anciano, despojándose de su ropaje episcopal, concluye un largo discurso con estas palabras: "Si soy como Jonás, que se me arroje al mar; pero haría falta un concilio ecuménico para que yo cambiara mis creencias". Después se retira a Platanión, finca de familia, cercana a la capital, y allí muere en 733.

Las epístolas dogmáticas de Germán fueron leídas y aprobadas con cálidos elogios en la cuarta sesión del segundo concilio Niceno (ecuménico 7.°) el año 787. Otra carta a los armenios defiende la doctrina calcedonense sobre las dos naturalezas en Cristo, rechazando, por otra parte, toda sospecha de nestorianismo. También se explica en ella el dogma cristológico de las dos operaciones y dos voluntades, lo cual es una abierta repulsa del monotelismo.

De vitae termino es el título latinizado de un diálogo del Santo, donde se justifica el proceder de la divina Providencia al asignar a cada hombre diferente duración de vida: tal discrepancia no proviene de la ciega casualidad; todo está previsto y decretado por Dios. Otro escrito teológico-histórico de Germán enumera concisamente la serie de herejías aparecidas a lo largo de los siglos y los sínodos celebrados para combatirlas.

Especial interés reviste el aspecto oratorio-pastoral del patriarca. Los nueve sermones que llevan su nombre revelan un estilo cuidadoso y una retórica a tono con el ampuloso ambiente literario de la época. El género dialogado, que ya en el siglo IV ocupa un puesto de honor en la homilética, toma, a partir del siglo siguiente, un carácter "nuevo, poético y afectivo". Fecioru nos ofrece recientemente un ejemplo, al editar (en el texto griego de Migne, completado con el del códice gr.964 de la AcademIa Rumana) un sermón de Germán acerca de la Anunciación.

Desde el punto de vista doctrinal son importantes sus sermones mariológicos, por ejemplo en lo tocante a la mediación universal de la Virgen. Dos de ellos, consagrados a la muerte (= Dormición) de Nuestra Señora, son buen testimonio de la creencia del docto y piadoso patriarca en la asunción corporal y en la realeza de la Madre de Dios. Los golpes de la corrupción no podían quebrar el vaso de la divinidad, ni el cuerpo virginal, todo casto y santo, iba a resolverse en polvo, como el de la antigua Eva, madre del polvo. No así María: Madre de la Vida y de la luz, es transportada al paraíso, llenándolo de su propia gloria; es el tránsito al descanso celeste y a las delicias de Dios.

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11:27 p.m.

Por: . | Fuente: santiebeati.it

Presbítero

Martirologio Romano: En Agira, en Sicilia, san Felipe, presbítero, que, oriundo de Tracia, se estableció en esta ciudad (s. V).

Etimológicamente: Felipe = Aquel que es amigo de los caballos, es de origen griego.

La vida de este san ha sido escrita por un monje llamado Eusebio, que se dice compañero de Felipe, el que le nació en Tracia, región al sudeste de la península balcánica, en aquel entonces provincia romana, en los tiempos de Arcadio emperador romano de oriente, (395 -408).

Fue instruido en las disciplinas eclesiásticas y también en la lengua siríaca, a los 21 años recibió el diaconado y luego llegó a Italia junto al monje Eusebio, quien le sirvió de intérprete en Roma. Después de haber sido ordenado sacerdote, recibió el encargo de evangelizar la Sicilia centro-occidental, dónde los habitantes, aterrorizados por la actividad eruptiva del Etna, seguían viendo en el volcán una manifestación del demonio, cuando llegó a la isla se estableció en Agira, provincia de Enna, siempre con la compañía del monje Eusebio.

Desarrolló con fervor apostólico su ministerio sacerdotal entre las poblaciones sicilianas, volviéndose célebre por los numerosos milagros que obró, especialmente por liberar a posesos de los demonios que los atormentaban.

Murió un 12 mayo del siglo V, el año exacto no es conocido pero está entre el 453 y el 457, tenía 63 años.

Sobre el lugar de su sepulcro, fue edificada una iglesia y posteriormente un monasterio, alrededor de los que el antiguo ´Agyrium´ resurgió con el nombre de S. Felipe de Agira, nombre conservado hasta el 1939, (actualmente se llama tan sólo Agira); una reconocimiento de las reliquias fue hecho el 21 de julio1625.

Numerosas son las procesiones y las manifestaciones de devoción que se desarrollan en aquella parte de Sicilia, dónde es más fuerte el culto a san Felipe; como el ofrecimiento de los cirios durante la procesión del 12 de mayo, hecha por los fieles que han recibido gracias.

Reproducido con autorización de Santiebeati.it

responsable de la traducción: Xavier Villalta


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11:24 p.m.

Laico

Martirologio Romano: En Varennes, de la región de Langres, Francia, san Gangulfo. ( 760)
San Gangulfo era un caballero de Borgoña que durante algún tiempo fue mayordomo de palacio en época de Pipino el Breve. Éste le profesaba mucho aprecio. Gangulfo se casó con una joven de alta dignidad, la cual le traicionó escandalosamente al cabo de muchos años de matrimonio. Como no consiguiese nada con sus exhortaciones, san Gangulfo se retiró discretamente a su castillo de Avallon (ciudad entre Auxerre y Autun), no sin dejar a su mujer bien provista de dinero. En dicho castillo se entregó el santo a la penitencia y al socorro de los pobres.

Según cuenta la leyenda, San Gangulfo murió asesinado por el amante de su esposa, a quien ésta había incitado a darle muerte una noche, en su propio lecho. La distribución de las reliquias del santo y la fama de sus milagros popularizaron, más tarde, su culto en Holanda, Bélgica y Saboya.

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11:24 p.m.

Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com !! «Vidas de los santos», Alban Butler

Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: En Bizancio, san Mocio, presbítero y mártir. ( inc.)
San Mucio era un sacerdote cristiano que fue martirizado en Constantinopla durante la persecución de Diocleciano, es decir, a inicios del siglo IV. Su culto data de muy antiguo. Esto es prácticamente todo lo que sabemos con certeza sobre él, pues sus «actas» son indudablemente espurias. En ellas se lee que san Mucio era un elocuente predicador en Anfípolis de Macedonia. Durante las fiestas de Baco, san Mucio destrozó el altar del dios y derribó por tierra los ex-votos. La muchedumbre le habría asesinado ahí mismo, si el procónsul no le hubiese arrestado. El tribunal le condenó a ser quemado vivo, pero el santo salió ileso de las llamas, junto con tres desconocidos, en tanto que el prefecto y los asistentes perecieron quemados. Entonces, el mártir fue enviado a Heraclea, donde sufrió la tortura de la rueda; después fue arrojado a las fieras, pero éstas no le hicieron daño alguno. Finalmente fue decapitado en Constantinopla.

El carácter novelesco de las actas no basta para echar por tierra la certeza sobre la existencia histórica del santo. Su culto antiquísimo está fuera de toda duda, y es cierto que existió en Constantinopla, a fines del siglo IV, una iglesia dedicada a San Mucio, construida tal vez por el emperador Constantino. Además, es prácticamente cierto que el antiguo martirologio sirio, de la misma época, menciona al santo, aunque su nombre está transformado en el de «Máximo», no sabemos por qué. También el Martyrologium Hieronymianum hace mención de San Mucio. El Nuevo martirologio Romano ha restituido la fecha a la propia del Sinaxario de Constantinopla.

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11:24 p.m.

Por: Lamberto de Echeverría, Bernardino Llorca y José Luis Repetto Betes | Fuente: AÑO CRISTIANO Edición 2004

Presbítero

Martirologio Romano: En el monasterio de Esterp, cerca de Limoges, en Francia, san Gualterio, presbítero, que fue superior de los canónigos, y educado desde su infancia en el servicio a Dios, resplandeció por su mansedumbre para con sus hermanos y por su caridad hacia los pobres. ( 1070)

Breve Biografía


Gualterio, Gautier o Walter era natural del castillo de Conflans en Aquitania, y debió nacer a comienzos del siglo XI, hijo de una familia principal. Llevado a educar a la escuela de Dorat, regentada por los canónigos regulares agustinos, el joven sintió el atractivo de la vida religiosa y pidió el ingreso en la misma comunidad, donde profesó los votos religiosos e hizo los estudios teológicos, siendo inmediatamente ordenado sacerdote.

Su comunidad pasó por diversas dificultades que trajeron consigo disgustos y divisiones, y huyendo de ellos Gualterio regresó a Conflans. Pero la comunidad canonical de L´Esterp, en el Limousin, conocedora de sus buenas cualidades, lo eligió su superior y Gualterio aceptó, yéndose a presidirla.

Muy pronto todos se hacían lenguas de las buenas cualidades del rector de L´Esterp, cuya piedad y celo apostólico atraían a muchas almas a confesar con él, ministerio para el que se mostró especialmente dotado. Tenía el don de saber decir palabras oportunas a los pecadores para moverlos a sincera penitencia y hacerles cambiar de vida y satisfacer por sus pecados. La fama del notable confesor llegó hasta la Santa Sede. El papa Víctor II le dio amplias facultades para poder absolver excomuniones y también para poder excomulgar a los Impenitentes, facultades que usó siempre en beneficio de las almas. Fue también en él sobresaliente la insigne caridad con que trataba a los pobres y los socorría, y con que continuamente trataba a todos y singularmente a sus compañeros de comunidad, cuya unidad la quería basada en el más puro amor fraterno.

Con un grupo de canónigos regulares de su comunidad hizo la peregrinación a Tierra Santa. Siete años antes de su muerte quedó ciego y llevó su limitación con gran paciencia y continuó trabajando en cuanto pudo. Murió el 11 de mayo de 1070. Enseguida comenzó a dársele culto.
 

AÑO CRISTIANO Edición 2004
Autores: Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes
Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)
Tomo V Mayo ISBN 84-7914-709-1

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11:28 p.m.

Por: . | Fuente: Vatican.va

Laico

Martirologio Romano: En la ciudad de Zagreb, en Croacia, beato Ivan Merz, que, dedicado al estudio de las letras y a la enseñanza, dio a los jóvenes el ejemplo de un maestro fiel a Cristo y de un laico creyente entregado al bien de la sociedad (1928).
Nació en Banja Luka el 16 de diciembre de 1896, en la Bosnia ocupada por el imperio austro-húngaro, en una familia liberal; fue bautizado el 2 de febrero de 1897. En el ambiente multi-étnico y multi-religioso de su ciudad natal realizó sus estudios de primaria y secundaria, que terminó cuando en Sarajevo era asesinado el príncipe heredero Francisco Fernando (28 de junio de 1914). Por voluntad de sus padres, y no suya, entró en la Academia militar de Wiener Noustadt, que abandonó después de tres meses, molesto por la corrupción del ambiente. En 1915 inició los estudios en la universidad de Viena, aspirando a ser profesor, para poder dedicarse a la instrucción y educación de los jóvenes en Bosnia, siguiendo el ejemplo de su profesor Ljubomir Marakovic, hacia el que sentía una profunda gratitud por haberle ayudado a descubrir las riquezas del catolicismo.

En marzo de 1916 tuvo que enrolarse en el ejército. Fue enviado al frente italiano, donde pasó la mayor parte de los años 1917 y 1918. Al concluir la primera guerra mundial se encontraba en Banja Luka, donde vivió el cambio político y el nacimiento del nuevo Estado yugoslavo. La experiencia de la guerra le hizo madurar espiritualmente, pues, impresionado por los horrores de los que fue testigo, poniéndose en las manos de Dios, se propuso tender con todas sus fuerzas a la perfección cristiana.

Se puede seguir su desarrollo espiritual gracias a su diario íntimo, que comenzó a escribir durante sus estudios de secundaria y prosiguió en el ejército, en el frente y durante los estudios universitarios. En él se aprecia que su santidad no fue fácil, que tuvo que luchar mucho por su ideal.
Lo atormentaba el problema del amor y luego el del dolor y la muerte, que resolvía a la luz de la fe.

"No tengo la santa Eucaristía -escribe el 9 de septiembre de 1917-. Vivo aquí como un pagano o una fiera, como si el Agnus no fuera ya el centro del cosmos, como si no existiera para nada. Dios Consolador, ven a compenetrar mi naturaleza con átomos de eternidad, para que, más semejante a ti, comprenda el curso de mi existencia".

El 5 de febrero de 1918, estando en el frente de batalla, escribió en su diario: "Nunca olvidarse de Dios. Desear siempre unirse a él. Cada día, preferentemente al alba, dedicarse a la meditación, a la oración, tal vez cerca de la Eucaristía o durante la santa misa. En esos momentos se han de hacer los proyectos para la jornada que comienza, se examinan los propios defectos, y se pide la gracia para superar todas las debilidades. Sería terrible que esta guerra no me produjera ningún efecto positivo... Debo comenzar una vida regenerada con el espíritu del nuevo conocimiento del catolicismo. Confío sólo en la ayuda del Señor, porque el hombre no puede hacer nada por sí mismo".

Después de la primera guerra mundial prosiguió sus estudios de filosofía en Viena (1919-1920); luego se trasladó a París, donde estudió en la Sorbona y el Instituto Católico (1920-1922). Con su tesis sobre "la influencia de la liturgia en los escritores franceses desde Chateaubriand hasta nuestros días", obtuvo el doctorado en filosofía en la universidad de Zagreb (1923). Durante el resto de su breve vida fue profesor de lengua y literatura francesa y alemana en el Instituto arzobispal de Zagreb, realizando con entrega ejemplar sus deberes de estado.

Colaboró como apóstol de los jóvenes, primero en la Liga de los jóvenes católicos croatas, y luego en la Liga croata de las Águilas, que impulsó y con la que inauguró en Croacia la Acción católica promovida por el Papa Pío XI. Según él, la Organización debía contribuir ante todo a formar una élite de apóstoles de la santidad. Con ese fin debía servir también para la renovación litúrgica, de la que fue uno de los primeros promotores en Croacia, anticipando cuatro décadas las directrices del concilio ecuménico Vaticano II en esa materia.

En su trabajo no le faltaron incomprensiones y dificultades de diversos tipos, que afrontaba con una serenidad admirable, fruto de su continua unión con Dios en la oración. En opinión de quienes lo conocían bien, "con su mente y su corazón se hallaba inmerso en lo sobrenatural".

Convencido de que el medio más eficaz para la salvación de las almas es el sufrimiento ofrecido al Señor, ofrecía sus penas físicas y morales para obtener la bendición de sus actividades apostólicas, y, ya cerca de su muerte, ofreció también su joven vida por sus Águilas. Murió en Zagreb el 10 de mayo de 1928, a los 32 años de edad, con fama de santidad.

Beatificado el 22 de Junio de 2003 por S.S. Juan Pablo II.

Reproducido con autorización de Vatican.va

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11:28 p.m.

Sacerdote Camilo

(Siervos de los Enfermos de San Camilo)
Enrique había nacido el 28 de abril de 1860 en el norte de Italia, en Gravedona, en la orilla noroeste del lago Como. Su padre, Domingo, empleado de intendencia antes de llegar a ser inspector jefe de impuestos de la provincia de Como, no es partidario de la religión, y cuando acompaña a su mujer a la iglesia, se queda fuera. Su madre, Sofía, cristiana ejemplar, es oriunda de Liorna, en Toscana. De ese matrimonio habían nacido cinco hijos, siendo Enrique el segundo. Al final de sus estudios secundarios, al no poder seguir su inclinación por la vida religiosa a causa de la oposición de su padre, Enrique se matricula en la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Pavía. De carácter tranquilo y bien educado, solamente permanece un año en la Facultad, cuyo anticlericalismo le produce amargura y desazón.

Así pues, regresa a Como y cumple su servicio militar como voluntario durante un año. En sus ratos libres, se aísla voluntariamente con la oración y las buenas lecturas. Tras su formación en la Escuela Militar de Milán, obtiene el diploma de subteniente de reserva, estimado por sus superiores, quienes le animan a hacer carrera en el ejército. Pero, al regresar con su familia, prefiere seguir estudios de contabilidad, que culminan en 1882 con un diploma y con notas sobresalientes.

Un camino que no le conviene

El marido de su hermana Dorina, que dirige una sedería a 45 km al norte de Como, lo acoge en su casa y le ofrece un empleo como administrativo. Las relaciones entre Enrique y la familia de su hermana son muy cordiales. Sin embargo, al cabo de tres años, algunos indicios dejan entrever que el joven tiene problemas. Hay tristeza en su mirada. A su padre le confiesa que ese trabajo en la industria y en el comercio no le convienen, y a sus 24 años escribe a su cuñado lo que sigue: «Cuando pienso que voy a ser un lastre en lugar de servir de ayuda..., el hecho de saber también que mis padres nunca estarán tranquilos mientras permanezca en un camino que no conviene a mi naturaleza (y que me hace desgraciado), todo ello me ha persuadido de que debía renunciar a él, por el bien de papá y de mamá, por tu bien y por el mío. Y te digo esto con el corazón compungido» (9 de agosto de 1884).

Los problemas de Enrique no proceden de la elección de una profesión adecuada a sus aptitudes y a sus inclinaciones, sino de su tenaz atracción por la vida religiosa, atracción entorpecida a causa de una fuerte oposición por parte de su padre. A pesar de todos los esfuerzos por aceptar su suerte, cae muy pronto en un estado de abatimiento moral, y adelgaza tanto que parece estar convaleciente de una enfermedad. Finalmente, durante el verano de 1884, el padre termina «rindiéndose», después de largas discusiones con su hijo y tras la intervención del beato Guanella (sacerdote promotor de obras sociales, beatificado en 1964), que había encomendado a todos los monasterios de Como que se rezara por esa vocación.

Tres meses después de dejar su empleo, Enrique se matricula en la Universidad Gregoriana de Roma, con objeto de seguir, con éxito, estudios eclesiásticos. Allí consigue la estima de los profesores, recibiendo las órdenes menores con la siguiente mención: «Conducta edificante y muy buen espíritu de Iglesia». Hacia finales del año 1885, sus padres y su tía Magdalena se desplazan a Roma, alegrándose de encontrarlo satisfecho y sereno. Magdalena anota en su diario: «Enrique está contento y alegre. Entiendo por qué se siente de ese modo. Está seguro de encontrarse en el camino que Dios le ha preparado».

Oprimido

Un obstáculo imprevisto surge de repente: entre marzo de 1886 y mayo de 1887, Enrique es atacado por una grave depresión nerviosa. Su generosa alma y su sentido del deber, que no admite medias tintas, le mueven a realizar penitencias excesivas, sin tener demasiado en cuenta su fragilidad. En realidad necesitaría alimentarse mucho más, pero se esfuerza en imitar, incluso en sobrepasar, los ejemplos de austeridad que observa a su alrededor, por lo que desemboca en un estado de agotamiento nervioso y mental que suele ser causa de depresión. Ya en su época, cuando santa Teresa de Jesús llegaba a un convento carmelita y encontraba tensiones y combates espirituales, exigía a las monjas que durmieran una hora más al día. Efectivamente, porque el cansancio disminuye nuestra capacidad de resistencia, nos vuelve frágiles y aumenta nuestra vulnerabilidad. Una de las armas que utiliza el diablo en el combate espiritual es precisamente sobrecargarnos, con la apariencia de que ello es bueno.

Enrique regresa con su familia, permaneciendo también un tiempo en una clínica. En el diario de Magdalena podemos constatar las siguientes anotaciones: son «momentos en los que la mano de Dios se ha mostrado pesada sobre nosotros y nos ha sumergido en el dolor... ¡Cuántos meses de silencio y de sufrimiento! Ojalá Dios ponga término a esto y nos devuelva nuestro tesoro». Ocho años más tarde, al evocar aquella etapa, Enrique escribirá: «Me mandaron a una clínica de reposo; en ese lugar Dios restableció mi salud dándome una total confianza en su infinita bondad y misericordia».

Una gran capacidad espiritual

Antes de ver cumplida su vocación de religioso hospitalario, Enrique prueba la amargura del sufrimiento. Al igual que en nuestros días el Papa Juan Pablo II, habría podido decir: «También yo conozco, por haberlo probado personalmente, el sufrimiento causado por la incapacidad física, la debilidad propia de la enfermedad, la falta de energía para el trabajo y el hecho de no sentirse en forma para llevar una vida normal. Pero también sé, y quisiera que se entendiera, que ese sufrimiento tiene igualmente otro aspecto sublime, y es que otorga una gran capacidad espiritual; porque el sufrimiento supone una purificación para sí mismo y para los demás, y si se vive en su dimensión cristiana, puede transformarse en un don que se ofrece para completar en la propia carne lo que faltara a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia (cf. Col 1, 24). A vosotros, queridos enfermos de todos los rincones del mundo, deseo anunciaros la presencia viva y consoladora del Señor. Vuestros sufrimientos, recibidos y aceptados con fe inconmovible, unidos a Cristo, adquieren extraordinario valor para la vida de la Iglesia y el bien de la humanidad» (Mensaje con motivo de la Ia Jornada Mundial del Enfermo, 11 de febrero de 1992).

En mayo de 1887, la crisis se resuelve y Enrique recobra por completo la salud. Tendrá algunas recaídas, pero menos prolongadas y menos graves. Debe tenerse en cuenta que en aquella época no había remedios específicos contra ese tipo de enfermedades, por lo que aquella tribulación fue superada gracias a un conocimiento progresivo cada vez más exacto de Dios, cuya consecuencia fue una relación filial basada en la confianza. El mejor rasgo de la espiritualidad de nuestro beato será en adelante considerar el océano infinito de la misericordia del Corazón de Jesús y de la ternura maternal de nuestra Madre, la Santísima Virgen María, a quien la Iglesia invoca con el nombre consolador de «salud de los enfermos».

Durante el verano de 1887, Enrique trabaja como empleado en el hospital de Como. Pero, poco tiempo después, se deshacen amablemente de él, porque, en lugar de trabajar en lo que le corresponde, pasa el tiempo en las salas del hospital, a la cabecera de los enfermos más pobres, más necesitados y aislados, para quienes sacrifica hasta el último céntimo del que puede disponer, e incluso su ropa personal; también multiplica sus visitas a domicilio a los pobres y a los enfermos. Su vocación de religioso hospitalario nace precisamente del contacto con esos sufrimientos.

Abandonado a María

Enrique suele anotar en un diario su programa espiritual, inspirado en las vías de perfección propuestas por san Ignacio de Loyola. También escribe estas frases: «La Santísima Virgen, a quien me encomendé para que me encontrara un trabajo que se adaptara a mi debilidad, me consiguió un empleo en los servicios administrativos del Hospital Civil, donde trabajaba algunas horas cada día; el resto del tiempo lo pasaba solo, en ejercicios de piedad...; al ver que no podía continuar de ese modo y sentirme llamado a abrazar la vida religiosa, mi padre espiritual (a pesar de haberle manifestado mi inclinación por la familia religiosa de san Francisco) me propuso la de san Camilo, que le parecía más adaptada a mi circunstancia y también porque temía por mi estado de salud. Así lo hice sin discusión, e inmediatamente la abracé». La lectura de la vida de san Camilo conforta a Enrique en su elección.

Camilo de Lelis, nacido en 1550 en el reino de Nápoles y dotado de un vitalidad fuera de lo común, abrazó primero el oficio de las armas; pero poco después cayó en el desenfreno, siendo hospitalizado en el hospital San Jacobo de Roma. Afectado profundamente por la miseria en que estaban sumidos los enfermos, trabajó como enfermero voluntario, consiguiendo agrupar más tarde a algunos compañeros para constituir «la Compañía de los Servidores de los Enfermos» o camilos. Aquejado él mismo de dolores de estómago y de cabeza, de cálculos, de úlceras y de forúnculos casi permanentes, Camilo pasaba por aquellas salas, como enfermo entre los enfermos, atento ante las necesidades de todos. Murió en Roma el 14 de julio de 1614, y la Iglesia lo proclamó patrono de los hospitales, de los enfermos y de las hermanas hospitalarias.

El 27 de septiembre de 1887, Enrique Rebuschini, de 27 años de edad, ingresa en los camilos de Verona. La primera actitud que se propone alcanzar es la amabilidad; esa virtud, aunque muy necesaria, no le resulta fácil. Él tiene ya cierta experiencia de trabajo profesional, mientras que sus compañeros de noviciado todavía son adolescentes y aman la libertad, el esparcimiento y el ruido, y tienen gran facilidad en transformar los pensamientos serios en divertidos juegos de palabras. Así pues, se apresta a adoptar una opinión positiva acerca de los demás, a pesar de sus defectos o de sus irritantes actitudes. Es un ideal que a veces le resulta difícil de alcanzar, como él mismo escribe: «Me dejo llevar por arrebatos de antipatía, sobre todo con uno de mis compañeros. En ocasiones, cuando me pregunta por los estudios, en lugar de contestarle con dulzura y de pensar solamente en dar satisfacción a su pregunta con amabilidad, le respondo con irritación: «Me gustaría que no me preguntaras nada»; y ello no es más que el fruto del orgullo, unido a la falta de unión con los míos en el amor. Me gustaría no pensar en otra cosa sino en hacer en todo momento el mayor bien posible». Pero en la realidad de la vida cotidiana, su resolución de amabilidad es vencida con frecuencia por tentaciones de juicios temerarios, por sentimientos de antipatía, etc. Pero él no se deja vencer por esas luchas, sino que renueva su intención de ver en los demás el templo de Dios, mira el crucifijo y recobra valientemente la lenta labor de dulcificación del corazón.

Recaídas

Su bondadoso temperamento le hace merecedor de la estima de sus superiores, quienes, considerando los estudios que ya había cursado en Roma, le ordenan sacerdote durante su noviciado, el 14 de abril de 1889. El obispo de Mantua que le confiere el sacramento de la orden es monseñor Sarto, el futuro Papa Pío X, amigo de los camilos. El acto de profesión perpetua de Enrique tiene lugar el 8 de diciembre de 1891. Sin embargo, el Padre Rebuschini vuelve a recaer en la depresión nerviosa. Esas recaídas son consecuencia de su principal defecto: un carácter perfeccionista que le mueve a un compromiso espiritual que no considera suficientemente su fragilidad nerviosa. Padece una nueva depresión durante los años 1890 y 1891, sufriendo mucho a causa de una tribulación espiritual, provocada por una excesiva concentración en el concepto de la eternidad, siendo tentado con fuerza por la idea de verse reprobado. Gracias a su nombramiento como capellán de hospital consigue recobrar el equilibro y la serenidad, lo que le ayuda a olvidarse de sí mismo y a dedicarse a las miserias del prójimo. Pero una nueva crisis se manifiesta en 1895. A pesar de haber sido nombrado vicemaestro de los novicios y profesor de teología, se considera incapaz, por desconfianza hacia sí mismo, de asumir sus responsabilidades, de lo cual se deriva un estado de continua tensión. Sus superiores se ven obligados a librarlo de esas cargas y, gracias a Dios, recobra rápidamente su equilibrio. Finalmente, en 1922, un largo período de responsabilidades difíciles y de sobrecarga de trabajo será la causa de una última depresión, que verá superada en pocos meses.

Ante esas manifestaciones depresivas cabría la tentación de pensar que el Padre Enrique tenía un temperamento melancólico y vacilante, pero hay que considerar que entre las crisis de 1895 y de 1922 transcurren más de veinte años de actividad normal, en el transcurso de los cuales asume de manera admirable y con gran generosidad pesadas responsabilidades. Después, de 1922 hasta su muerte en 1938, durante dieciséis años, da más que nunca la impresión de sólido equilibrio y de plena serenidad. El Padre José Moar, compañero suyo durante los últimos siete años de su vida, afirmó en el proceso de beatificación que tuvo conocimiento de las depresiones que había sufrido el Padre Rebuschini por las biografías. «Cuando lo conocí era una persona equilibrada y nada contradictoria. Nunca se me habría ocurrido pensar que hubiera podido tener depresiones».

A través de sus sufrimientos, el Padre Enrique tuvo ocasión de poner en práctica los principios de sabiduría cristiana que el Santo Padre Juan Pablo II da a los enfermos: «Queridos enfermos, me gustaría depositar en vuestras memorias y en vuestros corazones tres pequeñas aclaraciones que considero valiosas. En primer lugar, cualquiera que sea vuestro sufrimiento, físico o moral, personal o familiar, apostólico o incluso eclesial, interesa que toméis lúcida conciencia de él, sin minimizarlo ni agrandarlo, y con todas las conmociones que engendra en vuestra sensibilidad humana: fracaso, inutilidad de vuestra vida, etc. A continuación, es fundamental avanzar por el camino de la aceptación. Sí, aceptar que así sea, pero no por resignación más o menos ciega, sino porque la fe nos garantiza que el Señor puede y quiere obtener el bien a partir del mal. Por último, queda por hacer el mejor de los gestos: el de la oblación. Esa ofrenda, realizada por amor a Dios y a nuestros hermanos, permite alcanzar un grado (muy elevado en ocasiones) de caridad teologal, es decir que permite perderse en el amor de Cristo y de la Santísima Trinidad por la humanidad. Esas tres etapas que viven los sufrientes, cada uno según su ritmo y su gracia, les aportan una sorprendente liberación interior. Acaso no es ésa la enseñanza paradójica referida en los Evangelios según la cual Quien pierde su vida por mí la encontrará?» (Mensaje a los enfermos: Lourdes, 15 de agosto de 1983).

No había manera de resistirse

En 1890, el Padre Enrique es nombrado capellán de los hospitales militar y civil de Verona. Tanto los clérigos como las religiosas, así como los soldados, lo consideran un santo. Pero su santidad es, en sí misma, la más silenciosa de las que puedan imaginarse para un capellán, ya que no está basada en actos notorios, sino —en primer lugar— en la ejemplaridad de su vida en el servicio que aporta a los enfermos. En su apostolado, el Padre Enrique posee el don de conmover los corazones más endurecidos, de lo que da testimonio el párroco de Vescovato: «En más de una ocasión coincidí junto al Padre Enrique en la cabecera de algún enfermo. Resultaba que mis feligreces a quienes no había podido dar los sacramentos en sus casas (en aquel tiempo la parroquia de Vescovato tenía fama de ser «difícil»), se confesaban y comulgaban con serenidad y gozo cuando estaban en la clínica, y cuando les preguntaba cómo se habían decidido a hacerlo, me contestaban que con un sacerdote como el Padre Enrique no había manera de resistirse, porque poseía las palabras y las actitudes para convencerlos».

El éxito del Padre Rebuschini con las almas se explica por su unión a Dios, en especial por la celebración piadosa de la Santa Misa, el rezo fervoroso del breviario, la adoración del Santísimo Sacramento y un destacado amor hacia la Santísima Virgen. Cuando se arrodilla lo hace con gran respeto, y cuando en la Misa llega el momento de elevar al Santísimo, se detiene un momento en adoración. El Padrenuestro, que nos hace rezar con las mismas palabras que empleó Jesús, es para él el momento más emocionante del Santo Sacrificio.

A principios de mayo de 1899, el Padre Enrique es destinado al convento de Cremona, donde se le confía el cargo de capellán de las hermanas camilas. El año siguiente, su superior le nombra –además– ecónomo de su convento. El Padre Enrique es ante todo un hombre de vida interior y de oración, pero desempeña ese cargo –que no es de su agrado– por cumplir la voluntad de Dios. No tiene a su disposición ni despacho ni secretarios, pero puede apoyarse en la colaboración de algunos hermanos activos e inteligentes. De ordinario se encarga de comprar diversos productos, de arreglar las averías de fontanería y de electricidad, de garantizar el funcionamiento del bloque operatorio de la clínica, de rentabilizar el huerto y el gallinero, de vigilar la evolución del vino en las bodegas y de preparar los sobres de los salarios. Pero, con el correr de los años, no faltan los trabajos extraordinarios, como son renovar la cocina, conectarse a la red eléctrica de la ciudad, reparar las cubiertas o instalar la calefacción central, sin contar con las dificultades sobrevenidas a causa de la quiebra del banco donde se hallan depositados los modestos ahorros de la comunidad...

Optimista, por norma

La administración del Padre Enrique se basa en algunos principios referidos por su sucesor en el cargo de ecónomo: «Me enseñó unos criterios de prudencia para gestionar la economía de la casa; quería, por ejemplo, que se comprara siempre buena mercancía, con objeto de servir adecuadamente a los enfermos, y que se pagara enseguida... Era por norma optimista en su opinión sobre los demás, y se resignaba a desgana a constatar el mal del prójimo, excusando siempre su intención». Un abogado cuenta de él lo que sigue: «El Padre vino a consultarme en Cremona para emplear mis servicios profesionales a una causa civil relacionada con una herencia a favor de la clínica San Camilo, cuya validez era cuestionada por los herederos. Tuve diferentes ocasiones de ver al Padre y de tratar con él... Me pareció siempre extraordinariamente sencillo y de un desprendimiento poco común de las cosas y de los intereses mundanos... Recuerdo la edificante impresión que me llevé cuando se me requirió para encargarme de esa herencia. Demostraba que velaba por los intereses de la casa, pero al mismo tiempo destacaba por su bondad en su manera de actuar y por la total ausencia de espíritu quisquilloso».

Atentos con los que sufren

El Padre Rebuschini ejerció el cargo de ecónomo durante 35 años, hasta 1937, pero a partir de 1938 sus fuerzas empiezan a decaer; tiene 78 años de edad. «Los últimos días del Padre Enrique fueron marcados por una serenidad ejemplar y un perfecto abandono a la divina Providencia» –según contó, durante el proceso de beatificación, un neuropsiquiatra que estudió su vida desde el punto de vista médico. En los primeros días de mayo, tras haber recibido el sacramento de los enfermos, el Padre Enrique pide perdón a todos por los malos ejemplos que hubiera podido dar, por sus imperfecciones y por todas las ofensas que hubiera podido cometer. Pide igualmente que recen por él, dejando en manos de Dios la evaluación de su vida pasada. El 9 de mayo, a las seis, el Padre Vanti celebra Misa en su habitación y, en el momento de recibir la comunión, el moribundo extiende los brazos, recibe el Cuerpo del Señor con enorme fervor y luego cruza los brazos y se queda absorto en la oración. El supremo encuentro con su amado Señor acontece el 10 de mayo a las 5,30 horas. «Su ejemplo –dirá de él el Santo Padre en el momento de su beatificación– constituye para todos los creyentes una llamada imperiosa a ser atentos con los enfermos y con los que sufren en su cuerpo y en su espíritu».

Fue beatificado por S.S. Juan Pablo II el 4 de mayo de 1997.

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