Martirologio Romano: Conmemoración de san Malaquías, profeta, que después del destierro de Babilonia anunció el gran día del Señor y su venida al templo, y la oblación pura que siempre y en todo lugar se le ofrecería.
Breve Biografía
Oriundo de Sofa, en Palestina, vivió en el siglo V antes de Cristo.
Perteneció a la tribu de Zabulón y fue el último de los doce profetas menores.
Desarrolló su actividad entre los años 450 y 455 antes de Cristo, después del destierro de Babilonia, anunció el gran día del Señor y su venida en el templo, y la oblación pura que siempre y en todo lugar se le ofrecería.
Los Padres de la Iglesia ven en las profesías de Malaquías el preanuncio del sacrificio de la misa y la llegada del precursor de Jesús: “He aquí que yo envío a mi mensajero para que prepare el camino delante de mí”.
Martirologio Romano: En Borgari, cerca de Turín, en Italia, beata Nemesia (Julia) Valle, virgen del Instituto de las Hermanas de la Caridad, que se dedicó de modo extraordinario a la formación y dirección de los jóvenes según el Evangelio, corriendo por el camino de los mandamientos del Señor por amor al prójimo (1916).
Breve Biografía
Julia, es el nombre que sus padres, Anselmo Valle y María Cristina Dalbar, eligen para ella. Nació en Aosta el 26 de junio de 1847, en el mismo día es bautizada en la antigua iglesia de San Orso.
Los primeros años de su vida transcurren en la serenidad de una familia que se alegra por el nacimiento de un nuevo hijo, Vicente, y donde el trabajo de la mamá que administra un negocio de modista y del papá que desempeña una intensa actividad comercial, aseguran un cierto bienestar. Su mamá muere cuando Julia tiene, tan sólo, cuatro años. Los dos huérfanos son confiados al cuidado de los parientes paternos, primero en Aosta, después a sus parientes maternos en Donnas. Aquí encuentran un ambiente sereno, la escuela, el catecismo y la preparación a los sacramentos se hace en casa, bajo la guía de un sacerdote, amigo de la familia.
Cuando Julia tiene once años, para completar su instrucción, es enviada a Francia, a Besançon, a un pensionado perteneciente a las Hermanas de la Caridad. La separación de la familia es un nuevo dolor para ella, una nueva experiencia de soledad que la orienta hacia una profunda amistad con “el Señor que tiene a su lado a su mamá”.
En Besançon aprende bien la lengua francesa, enriquece su cultura, llega a ser habilidosa en los trabajos femeninos, madura una delicada bondad que la hace amable y atenta hacia los otros.
Después de cinco años, Julia regresa a su tierra, pero no encuentra más su casa en Donnas. Su padre, se ha vuelto a casar, y se ha transferido a Pont Saint Martín. Encuentra una situación familiar tensa, donde la convivencia no es fácil. Su hermano Vicente no soporta: se va de la casa y no se sabrá nada más de él … Julia se queda y en su soledad nace el deseo de buscar aquello que la familia no le puede dar, a comprender aquellos que viven la misma experiencia de dolor, a encontrar gestos que expresen amistad, comprensión, bondad para todos.
En este periodo, en Pont Saint Martín se habían establecido las Hermanas de la Caridad. Julia encuentra allí su maestra de Besançon; las hijas de santa Juana Antida Thouret, la ayudan, la animan. Observa el estilo de vida donado a Dios y a los otros y decide ser una de ellas. Cuando su padre le presenta la propuesta de un buen matrimonio, Julia no vacila: ha decidido que su vida será toda donada a Dios: desea solamente ser Hermana de la Caridad.
El 8 de septiembre de 1866 su padre la acompaña a Vercelli, en el Monasterio de Santa Margarita donde las Hermanas de la Caridad tienen su noviciado.
Comienza una vida nueva en la paz, en la alegría, mas allá de las lagrimas por una separación no fácil. Se trata de entrar en una relación más profunda con Dios, de conocerse a sí misma y la misión de la comunidad, para ser disponible a andar donde Dios la llame. Julia entra con alegría en este camino de noviciado. Cada día descubre aquello que debe perder o conquistar: “Jesús despójame de mi misma y, revísteme de Vos. Jesús por ti vivo, por ti muero…” es la oración que la acompaña y la acompañará a lo largo de su vida.
Al fin del noviciado, con el habito religioso recibe un nombre nuevo: Hermana Nemesia. Es el nombre de una mártir de los primeros siglos. Está contenta y del nombre hace su programa de vida: testimoniar su amor a Jesús hasta las últimas consecuencias, a cualquier precio, para siempre.
Es enviada a Tortona, al Instituto de san Vicente. Encuentra una escuela primaria, cursos de cultura, un pensionado, un orfanato. Enseña en la escuela primaria y en los cursos superiores la lengua francesa. Es el terreno adapto para sembrar bondad. La Hermana Nemesia está presente donde hay un trabajo humilde para desarrollar, un sufrimiento para aliviar, donde un disgusto impide relaciones serenas, donde la fatiga, el dolor, la pobreza limitan la vida.
Muy pronto una voz se difunde dentro del instituto y en la ciudad: “¡Oh, qué corazón el de la Hermana Nemesia!”
Cada uno está convencido de tener un lugar particular en su corazón, que parece no tener limite: hermanas, huérfanos, alumnos, familias, pobres, sacerdotes del vecino seminario, soldados de la gran casa de Tortona recurren a ella, la buscan como si fuera la única hermana presente en la casa.
Cuando a los cuarenta años es nombrada superiora de la comunidad, la Hna.. Nemesia queda desconcertada, mas un pensamiento le da coraje: ser superiora significa “servir”, por consiguiente podrá darse sin medida y, humildemente, enfrenta la subida. Las líneas de su programa son trazadas:
“Enfrentar el paso, sin volver atrás, fijando una única meta: ¡Sólo Dios! “A Él la gloria, a los otros la alegría, a mí el precio a pagar, sufrir mas jamás hacer sufrir. Seré severa conmigo misma y toda caridad con las hermanas: el amor que se dona es la única cosa que permanece.”
Su caridad no tiene limites. En Tortona la llaman “nuestro ángel”
La mañana del 10 de mayo de 1903, las huérfanas y las pupilas encuentran un mensaje de la Hna.. Nemesia para ellas: “Me voy contenta, las confío a la Virgen…Las seguiré en cada momento del día.” Parte a las 4 de la mañana, después de 36 años… En Borgaro, pequeño pueblito cerca de Turín, existe un grupo de jóvenes que espera ser acompañado por un nuevo camino, hacia la donación total a Dios en el servicio a los pobres… Son las novicias de la nueva provincia de las Hermanas de la Caridad… El método de formación usado por la Hna.. Nemesia es siempre el mismo: el de la bondad, de la comprensión que educa a la renuncia más por amor, de la paciencia que sabe esperar y encontrar el camino justo que conviene a cada una.
Sus novicias la recuerdan: “Nos conocía a cada una, comprendía nuestras necesidades, nos trataba según nuestra manera de ser, nos pedía aquello que conseguía hacernos amar…”
La superiora provincial que tenía un carácter “en perfecta antítesis con el suyo” disentía de este método. Ella aplicaba un método rígido, fuerte, inmediato. Esta forma de ver generaba relevantes contrastes que desembocaban en reproches y humillaciones. La Hna.. Nemesia acogía todo en silencio, sonriendo continuaba su camino, sin apuro, sin dejar sus responsabilidades: “De estación en estación, recorremos nuestro camino en el desierto…y si el desierto es sordo Aquel que te ha creado siempre escucha…”
A lo largo de su camino la Hna. Nemesia se acerca al final. Han pasado trece años de su llegada a Borgaro. Cerca de quinientas hermanas aprendieron con ella a caminar los senderos de Dios. Ha donado todo: ahora el Señor le pide también de “dejar” a otras “su noviciado”.
La oración que ha hecho suya desde el inicio: “Jesús despójame de mi misma, revísteme de Vos” la acompaña a lo largo de toda la vida. Ahora puede decir “no soy más para ninguno”. El despojo es total. Es la última ofrenda de una vida donada totalmente por amor.
El 18 diciembre de 1916 la Hna. Nemesia muere.
Fue beatificada por Juan Pablo II el 25 de abril de 2004.
Reproducido con autorización de Vatican.va
Por: . | Fuente: ACIprensa
Martirologio Romano: En Jerusalén, san Modesto, obispo, el cual, después de que la Santa Ciudad fuese conquistada y devastada por los árabes, reconstruyó monasterios y los llenó de monjes, y con mucho trabajo rehizo los santuarios destruidos por el incendio. († 634)
Este santo es especialmente reconocido por la Iglesia Católica ya que restauró los templos de los Santos Lugares en Jerusalén, después del terrible destrozo que hicieron allí los persas.
En el año 600 el rey persa Cosroes, pagano y enemigo de la religión católica invadió Tierra Santa en Palestina, y ayudado por los judíos y samaritanos fue destruyendo y quemando sistemáticamente todo lo católico: templos, casas religiosas, altares, etc. Mandó matar a millares de cristianos en Jerusalén, a muchos otros los vendió como esclavos y, a otros, los desterró sin piedad. Uno de ellos fue el Arzobispo de Jerusalén, San Zacarías, y fue San Modesto, superior de uno de los conventos de Tierra Santa al que Dios llamaría para reconstruir los templos. Heráclito, el nuevo gobernante, logró alejar a los persas de la ciudad, situación que el santo aprovechó para comenzar el proyecto de reconstrucción, para lo que contó con la ayuda de sus monjes a recoger.
Lo primero que reconstruyó fue el templo del Santo Sepulcro, y luego el de Getsemaní o el Huerto de los Olivos y la Casa de la Última Cena, o Cenáculo.
El Arzobispo Zacarías había muerto en el destierro, y el emperador Heráclito nombró como sucesor de éste a San Modesto. Lo nombró Patriarca Arzobispo de Jerusalén, siendo una elección muy oportuna, porque entonces sí tuvo facilidad para dedicarse a reconstruir los centenares de templos y demás lugares santos destruidos por los bárbaros. Modesto continuó incansable su labor de reconstruir templos, conseguir contribuciones e inspeccionar los trabajos en los diversos sitios.
Murió el 18 de diciembre mientras llevaba un valioso cargamento de ayuda para la restauración de los santos lugares, fue envenenado por unos perversos para poder robarle los tesoros que llevaba.
Vivina era un flamenca que había recibido buena educación.
A eso de los quince años decidió abandonar el mundo y la casa de su padre.
Tenía por entonces varios pretendientes entre los que se distinguía un joven noble llamado Ricardo, a quien los padres de Vivina veían con buenos ojos.
Cuando Ricardo, que estaba profundamente enamorado de Vivina, se enteró de que ella no estaba dispuesta a casarse, cayó gravemente enfermo, con peligro de su vida.
Sintiéndose responsable de aquella enfermedad, la joven oró y ayunó por él hasta que recobró la salud, en forma aparentemente milagrosa.
A los veintitrés años, Vivina abandonó la casa paterna furtivamente, llevándose un salterio.
Con otra compañera construyó una ermita con ramas cerca de Bruselas, en el bosque de Grand-Bigard.
Pero las gentes de la ciudad, movidas por la curiosidad, acudían a verla y no la dejaban en paz.
El conde Godofredo de Brabante le ofreció tierras y dinero para que fundara un monasterio, y la santa aceptó de buen grado.
Vivina y su comunidad se pusieron bajo la dirección del abad de Afflighem.
Dicho monasterio, que todavía existe, se hallaba situado cerca de Alost y estaba entonces poblado de monjes que más bien parecían ángeles que hombres, según el testimonio de San Bernardo.
Bajo tales auspicios, el convento de Grnad-Bigard empezó a prosperar, aunque la abadesa tuvo que hacer frente a muchas dificultades; en efecto, algunas de sus súbditas juzgaban que no era bastante discreta, sobre todo en cuestión de penitencia, y no supieron callarse su opinión.
Santa Vivina les advirtió que se estaban dejando engañar por el demonio; pero tuvo que hacer un milagro para convencerlas de ello.
Después de la muerte de Santa Vivina, el convento se convirtió en un sitio de peregrinación.
Dios obró numerosos milagros en el sepulcro de la santa; sus reliquias se hallan actualmente en Nuestra Señora de Sablon, en Bruselas.
Por: . | Fuente: E W T N
Martirologio Romano: En Roma, en el monte Celio, san Juan de Mata, presbítero, que, francés de origen, fundó la Orden de la Santísima Trinidad, para la redención de los cautivos. († 1213)
Fecha de canonización: El Papa Alejandro VII confirmó su culto el 21 de octubre de 1666</span></span>
Breve Biografía
Este santo es el fundador de la Comunidad de la Sma. Trinidad, o Padres Trinitarios, que tiene 75 casas en el mundo con 580 religiosos.
Nació en Francia, en los límites con España, en 1160.
Durante sus primeros años se dedicó a los estudios de bachillerato y a la equitación y al deporte de la natación. Pero las dos actividades que más le agradaban eran la oración y el dedicarse a ayudar a los pobres. Frecuentemente se retiraba a una ermita alejada del pueblo y allí pasaba varios días dedicado a la meditación.
Su padre lo envió a París y allá obtuvo el doctorado y luego fue ordenado sacerdote.
Las antiguas crónicas dicen que durante la celebración de su Primera Misa tuvo una visión celestial: vio a unos pobres cristianos prisioneros de los mahometanos y con peligro de renunciar a su religión, y observó cómo un religioso vestido de blanco y con una cruz roja y azul en el pecho los libraba y los salvaba de perder su fe. Con esto creyó sentir una invitación celestial a fundar una comunidad para libertar cristianos.
Juan fue a consultar a San Félix de Valois, que vivía retirado meditando y rezando y después de varios días de rezar con él, le narró la idea que tenía de fundar una comunidad de religiosos para libertar cautivos. A San Félix le pareció muy buena idea y los dos se fueron a Roma a conseguir el permiso del Papa.
Inocencio III no era muy amigo de fundar nuevas congregaciones religiosas pero las oraciones de estos dos santos lograron la buena voluntad del Pontífice y les concedió su aprobación. Juan fue consagrado obispo y a los religiosos se les concedió un hábito banco con una cruz roja y azul en el pecho. Superior General de la Comunidad fue nombrado Juan de Mata.
El rey de Francia Felipe Augusto les concedió autorización para conseguir fondos en favor de los prisioneros, y así nuestro santo hizo varios viajes al Africa a libertar cautivos.
Los piratas mahometanos llegaban a las costas españolas y francesas y se llevaban prisioneros a todos los que encontraban. Y había el grave peligro de que aquellos pobres esclavos, en medio de tan terribles sufrimientos, renegaran de su fe para que no los trataran mal. Por eso San Juan de Mata se propuso rescatarlos.
En el año 1201 Juan de Mata y sus religiosos lograron rescatar en Marruecos 186 prisioneros. Al año siguiente en Túnez rescataron 110 prisioneros. Por cada uno había que pagar una crecida suma de dinero, y los Padres Trinitarios iban de ciudad en ciudad y de campo en campo consiguiendo con qué pagar el rescate de los pobres esclavos.
San Juan de Mata tuvo que sufrir mucho por parte de los mahometanos que le tenían mucha antipatía por los sabios consejos que les daba a los esclavos cristianos para que no se dejaran quitar su santa religión.
Un día en que Juan volvía del Africa con 120 prisioneros cristianos que había libertado de la esclavitud de los musulmanes, un grupo de piratas mahometanos asaltó su barco, destruyó el timón y rasgó las velas (telas por las cuales el viento empujaba la embarcación). Los pasajeros creyeron que iban a naufragar en el mar, pero el santo hizo unas nuevas velas uniendo los mantos de todos ellos, y se puso a rezar, y así sin timón, pero lleno de confianza en Dios, y suplicando que Nuestro Señor hiciera de piloto, y colocándose en la proa del barco con un crucifijo en las manos, logró tener un próspero viaje y desembarcaron sanos y salvos en Ostia (Italia).
Los últimos años los pasó en Roma dedicado a la predicación y a conseguir ayudas para los pobres y murió santamente en el año 1213.
Este santo se preocupó siempre de ocultar los hechos más admirables de su vida. El cumplía aquel antiguo principio: "Hay que amar el permanecer oculto y el no ser conocido".
Un religioso de su comunidad, el Padre Juan Gil, recató en 1580 a Miguel de Cervantes, autor del Quijote, que estaba preso de los musulmanes desde 1575.
El 21 de Octubre de 1666 el Papa Alejandro VII autorizó el culto a San Juan de Mata, y hoy en día son muchos los que en el mundo entero siguen recibiendo de Dios el mismo llamamiento que él recibió del cielo: ir a ayudar a los que sufren en cárceles y prisiones.</span></span>
Martirologio Romano: En Barcelona, en España, san Josep Manyanet y Vives, presbítero, que fundó las Congregaciones de Hijos e Hijas de la Sagrada Familia, para que, a ejemplo de la santa Familia de Nazaret, Jesús, Maria y José, todas las familias se orientaran hacia la perfección († 1901).
Fecha de canonización: 16 de mayo de 2004 por S.S. Juan Pablo II
Breve Biografía
Josep Manyanet nació el 7 de enero de 1833 en Tremp (Lleida, España), en el seno de una familia numerosa y cristiana. Fue bautizado el mismo día y, a la edad de 5 años, fue ofrecido por su madre a la Virgen de Valldeflors, patrona de la ciudad. Tuvo que trabajar para completar los estudios secundarios en la Escuela Pía de Barbastro y los eclesiásticos en los seminarios diocesanos de Lleida y Urgell. Fue ordenado sacerdote el 9 de abril de 1859.
Tras doce años de intenso trabajo en la diócesis de Urgell al servicio del obispo, en calidad de paje y secretario particular, mayordomo de palacio, bibliotecario del seminario, vicesecretario de cámara y secretario de visita pastoral, se sintió llamado por Dios para hacerse religioso y fundar dos congregaciones religiosas.
Fundador y apóstol de la Sagrada Familia
Contando con la aprobación del obispo, en 1864, fundó a los Hijos de la Sagrada Familia Jesús, María y José, y en 1874, a las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret, con la misión de imitar, honrar y propagar el culto a la Sagrada Familia de Nazaret y procurar la formación cristiana de las familias, principalmente por medio de la educación e instrucción católica de la niñez y juventud y el ministerio sacerdotal.
Con oración y trabajo constantes, con el ejercicio ejemplar de todas las virtudes, con amorosa dedicación y solicitud por las almas, guió e impulsó a lo largo de casi cuarenta años la formación y expansión de los institutos, abriendo escuelas, colegios y talleres y otros centros de apostolado en varias poblaciones de España. Hoy, los dos institutos están presentes en países de Europa, las dos Américas y África.
Especialmente llamado por Dios para presentar al mundo el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret, escribió varias obras y opúsculos para propagar la devoción a la Familia de Jesús, María y José, fundó la revista La Sagrada Familia y promovió la erección, en Barcelona, del templo expiatorio de la Sagrada Familia, obra del arquitecto siervo de Dios Antonio Gaudí, destinado a perpetuar las virtudes y ejemplos de la Familia de Nazaret y ser el hogar universal de las familias.
Su pensamiento
El beato Josep Manyanet predicó abundantemente la Palabra de Dios y escribió también muchas cartas y otros libros y opúsculos para la formación de los religiosos y religiosas, de las familias y de los niños, y para la dirección de los colegios y escuelas‑talleres. Sobresale La Escuela de Nazaret y Casa de la Sagrada Familia (Barcelona 1895), su autobiografía espiritual, en la cual, mediante unos diálogos del alma, personificada en Desideria, con Jesús, María y José, traza todo un proceso de perfección cristiana y religiosa inspirada en la espiritualidad de la casa y escuela de Nazaret.
También Preciosa joya de familia (Barcelona 1899), una guía para los matrimonios y familias, que les recuerda la dignidad del matrimonio como vocación y la importante tarea de la educación cristiana de los hijos.
Para la formación de los religiosos escribió un libro de meditaciones titulado El espíritu de la Sagrada Familia, en donde describe la identidad de la vocación y misión de las religiosas y religiosos Hijos de la Sagrada Familia en la sociedad y en la Iglesia.
Existe una edición de sus Obras Selectas (Madrid 1991) y está en fase de impresión el primer volumen de sus Obras Completas.
Enfermedades y muerte
Las obras del Padre Manyanet crecieron entre muchas dificultades: ni le faltaron varias dolorosas enfermedades corporales que le atormentaron durante toda su vida. Pero su indómita constancia y fortaleza, nutridas con una profunda adhesión y obediencia a la voluntad de Dios, le ayudaron a superar todas las dificultades.
Minada su salud por unas llagas abiertas en el costado durante 16 años —que llamaba «las misericordias del Señor»—, el 17 de diciembre de 1901, esclarecido en virtudes y buenas obras, volvió a la casa del Padre, en Barcelona, en el colegio Jesús, María y José, el centro de su trabajo y rodeado de niños, con la misma sencillez que caracterizó toda su existencia. Sus últimas palabras fueron la jaculatoria que había repetido tantas veces: Jesús, José y María, recibid cuando yo muera el alma mía.
Sus restos mortales descansan en la capilla‑panteón del mismo colegio Jesús, María y José, continuamente acompañados por la oración y el agradecimiento de sus hijos e hijas espirituales y de innumerables jóvenes, niños y familias que se han acercado a Dios, atraídos por su ejemplo y sus enseñanzas.
El testimonio de su santidad
La fama de santidad que le distinguió en vida, se extendió por muchas partes. Por lo que, introducida la Causa de Canonización en 1956, reconocida la heroicidad de sus virtudes en 1982 y aprobado un milagro debido a su intercesión, fue declarado Beato por Juan Pablo II en 1984. Con la aprobación de un nuevo milagro obrado por su intercesión, el 16 de mayo de 2004 se realizó la ceremoni a de su canonización.
La santidad de Josep Manyanet, como afirmó Juan Pablo II, tiene su origen en la Sagrada Familia. Fue llamado por Dios «para que en su nombre sean bendecidas todas las familias del mundo». El Espíritu forjó su personalidad para que anunciara con valentía el «Evangelio de la familia». Su gran aspiración era que «todas las familias imiten y bendigan a la Sagrada Familia de Nazaret»; por ello, quiso hacer un Nazaret en cada hogar, una «Santa Familia» de cada familia.
La canonización del Beato Josep Manyanet sancionó no sólo la santidad, sino también la actualidad de su mensaje nazareno familiar. Es, por eso, el profeta de la familia, el protector de nuestras familias.</span></span></span>