Santa María Eugenia de Jesús Milleret de Brou
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En París, en Francia, beata María Eugenia Milleret de Brou, virgen, fundadora de la Congregación de Hermanas de la Asunción, para la educación cristiana de niñas.[unable to retrieve full-text content]
En París, en Francia, beata María Eugenia Milleret de Brou, virgen, fundadora de la Congregación de Hermanas de la Asunción, para la educación cristiana de niñas.[unable to retrieve full-text content]
En el monasterio de Bobbio, en la Liguria, san Attalo o Atalas, abad, que, amante de la vida cenobítica, se retiró primero al monasterio de Lérins y después a Luxeuil, y más tarde sucedió a san Columbano en ese lugar, brillando en gran manera por su celo y discreción.[unable to retrieve full-text content]
En París, en Francia, san Droctoveo, abad, a quien su maestro san Germán de Autun puso de prepósito en un cenobio de monjes establecido en esta ciudad (c. 580).[unable to retrieve full-text content]
San Juan de Dios, religioso, nacido en Portugal, que después de una vida llena de peligros en la milicia humana, prestó ayuda con constante caridad a los necesitados y enfermos en un hospital fundado por él, y se asoció compañeros, con los cuales constituyó después la Orden de Hospitalarios de San Juan de Dios. En este día, en la ciudad de Granada, en España, pasó al eterno descanso.[unable to retrieve full-text content]
En el lugar de Tayne, en Escocia, sepultura de san Dutaco, obispo de Ross (c. 1065).[unable to retrieve full-text content]
En Obazina, cerca de Limoges, en Aquitania, san Esteban, primer abad de este monasterio, que, buscando a Dios, unió a la Orden Cisterciense los tres monasterios que había fundado.[unable to retrieve full-text content]
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En el monasterio de Aniano, en la Septimania, san Ardón Esmaragdo, presbítero, que fue compañero de san Benito de Aniano en la vida cenobítica.[unable to retrieve full-text content]
En Cesarea de Palestina, pasión de san Eubulio (Eubulo), destrozado por leones y decapitado. Había sido compañero de san Adriano y alcanzó la gloria dos días después de éste.[unable to retrieve full-text content]
En Toledo, en Hispania, san Julián, obispo, que reunió tres concilios en esta ciudad y expuso con escritos la doctrina ortodoxa, dando muestras de caridad y celo por las almas.[unable to retrieve full-text content]
En Barcelona, de Cataluña, en España, san Olegario (Olegano), obispo, que asumió también la cátedra de Tarragona cuando esta antiquísima sede fue liberada del yugo de los musulmanes.[unable to retrieve full-text content]
En Gante, en Flandes, santa Coleta Boylet, virgen, que durante tres años llevó una austerísima vida, encerrada en una pequeña casa junto a la iglesia, y después, tras profesar en la Regla de san Francisco, recondujo muchos monasterios de Clarisas a la forma primitiva de vida, insistiendo principalmente en el espíritu de pobreza y de penitencia.[unable to retrieve full-text content]
En Calahorra, en la Hispania Tarraconense, santos Emeterio y Celedonio, los cuales, estando cumpliendo la milicia en los campamentos junto a León, en la provincia de Galicia, por confesar el nombre de Cristo al inicio de la persecución fueron conducidos a Calahorra y allí coronados con el martirio (c. s. IV).[unable to retrieve full-text content]
En Nonántola, en la Emilia, san Anselmo, fundador y primer abad de este monasterio, en el que durante cincuenta años promovió la disciplina monástica, tanto con sus preceptos como en el ejercicio de las virtudes.[unable to retrieve full-text content]
En Benevento, en la Campania, santa Artelaides, virgen (c. 570).[unable to retrieve full-text content]
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También en Roma, en la vía Latina, santos Jovino y Basileo, mártires el día de Navidad de que sufrieron en Roma durante la persecución de Valeriano, 258.[unable to retrieve full-text content]
En Menevia, en Cambria, san David, obispo, que, imitando los ejemplos y virtudes de los Padres orientales, fundó un monasterio, del cual partieron muchos monjes que evangelizaron Cambria, Irlanda, Cornualles y Armórica (c. 601).[unable to retrieve full-text content]
En Andgevia (hoy Anjou), en la Galia Lugdunense, san Albino, obispo, que reprendió con vehemencia las orgullosas costumbres de los poderosos y, para renovar la Iglesia, promovió con empeño el Tercer Concilio de Orleans (c. 550).