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11:20 p.m.

Mártir

Martirologio Romano: En Anastasiópolis, de Galacia, en la moderna Turquía, san Antíoco, mártir, hermano de san Platón. ( s. III/IV)

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma: el Papa.

Su pasión indica que Antioco el médico, –oriundo de la ciudad de Sebaste, y hermano del mártir san Platón–, mientras que estaba atendiendo a enfermos de Galacia y Capadocia, fue detenido –por ser cristiano– por el prefecto Adriano. Antioco soportó diversos tormentos: fue sumergido en una olla de agua hirviente, lanzado a las ferias, pero siempre salía airoso de estas pruebas, mientras que sus oraciones hacían que los ídolos se rompieran. Por último, se lo decapitó, y de su cuello brotó sangre y leche. A la vista de este milagro, Ciriaco, uno de los testigos, se profesó cristiano e inmediatamente fue también decapitado.

Esta historia repite detalles contenidos en otras historias sin darnos detalles particulares sobre los hechos. Pero, sin embargo, es evidente lo antiguo de la devoción a este mártir, constando ya su nombre en el Sinaxario Constantinopolitano.

La pasión del san Platón, el hermano de Antíoco, testifica que su martirio tuvo lugar por orden de Maximiano; Ciriaco, y Antíoco, fueron probablemente víctimas de la persecución de Diocleciano. En cuanto a la ciudad de origen, todos los textos existentes nos indican que Antíoco nació en Sebaste; entre las siete ciudades con aquel nombre en esos tiempos está Ancira –llamada Sebaste Tectosagi en la época imperial–, cuna de san Platón, y por ello considerada también la cuna de nuestro santo de hoy.

Por último, en cuanto a su culto tenemos un testimonio del siglo VI: la vida de San Teodoro Siceota relata un milagro ocurrido el 16 de julio, mientras san Teodoro celebraba la solemne liturgia en honor de Antioco, en la iglesia a el dedicada. Esta información nos permite ratificar el 16 de julio como la fecha más antigua de entre aquellas en que se recordaba a este santo en el Martirologio Romano y el Sinaxario Bizantino. Además, el testimonio de la existencia de una iglesia dedicada a San Antíoco en la ciudad de san Teodoro –es decir la ciudad de Dara, una ciudad de Mesopotamia que en el 507 se llamaba Anastasiópolis– nos permite suponer que fue en este lugar donde ocurrió el martiro.

responsable de la traducción: Xavier Villalta


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11:20 p.m.

Por: P. Felipe Santos |

Abadesa

Etimológicamente significa “prudente consejera”, Viene de la lengua alemana.

Alguien, muy amante de la vida y profundamente creyente, decía a menudo:"Me alegro de cada instante que vivo".

Se le veía siempre con el rostro alegre repitiendo en su oración personal estas palabras: Jesús, mi alegría, mi esperanza y mi vida.

Un creyente que vive en esta dimensión, todo lo relativiza y sabe darle importancia cada día a lo que es fundamental.

Elvira celebra su santo en el mismo día que la Virgen del Carmen, devoción tan arraigada en España y en el mundo entero.

Elvira consagró su vida al Señor mediante los tres lazos imperecederos de la virginidad, la pobreza y la obediencia en el monasterio.

Su virtud resplandecía entre todas su hermanas. Por eso, apenas tuvieron ocasión, la eligieron abadesa o superiora del monasterio.

Fue una alegría para todas. Supo dirigir el monasterio con tanta prudencia, amabilidad y buen consejo, que las monjas y cuantas personas la trataban quedaban encantadas ante el atractivo de su santidad y la delicia de sus corazón virgen.

El monasterio en el que surgió su apostolado, brilló por sus dotes de atención a los pobres y sus cualidades para gobernarlo según las reglas.

El monasterio se llama D´Ohren, ya que está situado a la vera de la Renania alemana, fue construido en el siglo VII por Dagoberto I de Austrasia y San Modoaldo.

Todo esto sucedió en el siglo XII.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com

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11:20 p.m.
Martirologio Romano:Frente a Rochefort, en la costa de Francia, beatos Nicolás Savouret, de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, y Claudio Béguignot, cartujo, presbíteros y mártires, que durante la Revolución Francesa, por odio al sacerdocio, fueron encerrados en una nave convertida en cárcel, en la que enfermaron y murieron (1794).

Etimológicamente:Claudio = Aquel que camina con dificultad, es de origen latino.

(1736-1794)

Profesó en la cartuja de Bourgfontaine, el 15 de agosto de 1760. Sabemos muy poco de su vida en la Cartuja; sin embargo, después de la supresión de su Casa, rehusó prestar juramento y se escondió en la Cartuja de Ruán como «huésped», o sea, como miembro de aquella Comunidad de la que no era profeso, según consta en el Capítulo General de 1782. En 1791 se dispersó esa Comunidad, siendo arrestado en la casa de un particular en abril de 1793, y deportado el 6 de marzo del año siguiente en que le llevaron a Rockefort, donde tras ser objeto de un cacheo fue embarcado en el buque «Les Deux-Associés» (Los dos socios).

Más tarde, otro cartujo y compañero en la prueba, llamado Labiche de Reignefort, ofreció de él el siguiente testimonio: «Este santo religioso falleció en el gran hospital, durante mi permanencia en él. Después de haber pasado santamente la mayor parte de su vida en la contemplación y en la práctica de todas las virtudes propias del claustro, la terminó aún más santamente en la profesión de la fe, en medio de las obras penosas de su ministerio sacerdotal, como confesor. Casi todos los enfermos acudían a él, aunque Don Claudio estuviera tan enfermo como ellos. Tantos trabajos terminaron por enardecer su sangre. A esto se añadió el empeoramiento de una llaga que se había hecho en una pierna, y en tal forma que le ocasionó la muerte. Falleció como había vivido; con las señales de un verdadero predestinado, en el mes de julio de 1794. Con solo ver a este hombre de Dios, se sentía uno atraído por el amor a la penitencia. Llevaba la mortificación de Jesucristo en todo su cuerpo. Nunca se hubiera uno cansado de oírle hablar de Dios, tal era la unción conque lo hacía. . . Los rasgos de su rostro tenían algo de parecido con los que los artistas acostumbran a representar a San José Benito Labre. Esta es la razón por la que habíamos dado ese mismo nombre a este gran siervo de Dios». Don Claudio de Beguignot falleció el 16 de julio de 1794, a la edad de 58 años. Siendo sepultado en la isla de Aix.

El archivo pdf del libro sobre SANTOS Y BEATOS DE LA CARTUJA, lo pueden encontrar en: blog.juanmayo.net

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10:20 p.m.

Laica

Mujer piadosa que enjugó el rostro de Jesús camino del calvario.

Etimología:Verónica = Aquella que es la verdadera imagen o Aquella que es la imagen verdadera, viene de de la palabra latina "vero" y de la palabra griega "eikom".

Nota: es necesario indicar que, pese a la popularidad de este santa, su nombre no se encuentra en el Martirologio Romano actual y tampoco estuvo en el anterior.

Breve Semblanza


Santa Verónica es recordada por su gesto compasivo hacia Jesús en Su camino al Calvario. Unos le agredían, otros permanecían indiferentes ante tanta crueldad. Ella se le acercó y le enjugó el rostro con su velo. Aquel divino rostro, cruelmente golpeado, ensangrentado y sudoroso suscitó en el corazón de Santa Verónica la misericordia. La fuente de Misericordia recibe de ella en aquel momento un amor que casi todos le negaron.

Aunque poco sabemos de la vida de Verónica y su acto de amor no aparece en las Sagradas Escrituras, la tradición lo ha recogido como un acto ejemplar que recordamos en la sexta estación del Via Crucis. Dante lo evoca en el canto XXXI del Paraíso.

Santa Verónica es mujer de gran valentía, ya que su acto de amor le podría haber causado una peligrosa reacción por parte de los romanos o de las turbas. Es mujer de gran compasión, ya que venció todo miedo y decidió amar en medio de una multitud movida por odio o la indiferencia.

Santa Verónica, ruega por nosotros. Que sepamos consolar a Cristo en el Via Crucis de hoy.

Todavía se conserva el "velo" de la Verónica.


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6:08 p.m.

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La Virgen Santísima prometió a este santo un auxilio especial en la hora de la muerte a los miembros de la orden carmelitana y a cuantos participaran de su patrocinio llevando su santo escapulario.

6:08 p.m.

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En Sebaste, de Armenia, san Atenógenes, corepíscopo y mártir, que dejó a sus discípulos un himno en el que habla de la divinidad del Espíritu Santo, y que fue arrojado al fuego por ser cristiano (c. 305).

11:25 p.m.

Laico

Martirologio Romano:En Montcallier, pueblo del Piamonte, beato Bernardo, marqués de Baden, que cuando se dirigía a Oriente para defender a los cristianos, ya que Constantinopla había sido conquistada por los enemigos, le sorprendió la muerte (1458).

Etimológicamente:Bernardo = Aquel que es valiente y batallador, es de origen germánico.

Moncalieri, ciudad medieval a poca distancia de Turín es quizás lo única en Italia a tener como patrón a un príncipe alemán. Bernardo hijo del margravio de Baden Giacomo V y Catalina de Lotaringia, nació hacia el 1428; Baden es una región histórica de la Alemania sur-occidental correspondiente a la Selva Negra y cuyo centro más importante, es hoy Baden Baden; el margravio en la Edad Media, era un título equivalente a aquel de marqués, dado a los súbditos alemanes, a los que les era confiada la defensa de las tierras fronterizas.

De Bernardo se tienen poca información sobre su vida, fue educado en la corte de Francia y encaminado a la carrera militar por Francesco Sforza (1401-1466). En 1447 al servicio de la República Ambrosiana, participó en la defensa de Milán durante la invasión de los venecianos.

Se sabe que estuvo comprometido matrimonialmente con Magdalena, hija de Carlo VII de Francia, pero parece que la boda nunca se celebró. Posteriormente dejó la vida militar para seguir la carrera diplomática, más apta a su pacífica personalidad, dentro de este campo desarrolló su actividad al servicio del emperador Federico III, renunciando para ello al trono de Baden, título al que era heredero después de la muerte del padre; dejando la regencia a su hermano Carlos, para así dedicarse a cumplir misiones de paz entre numerosos principados Europeos.

Cayó enfermo, y decide emprender el viaje para regresar a Baden atravesando el Piamonte, pero le llega a Moncalieri muere el 15 de julio de 1458 pese a los cuidados que recibió de los frailes franciscanos que lo hospedaron; posiblemente la causa de la muerte de este joven príncipe de 30 años, no fue la peste, sino las consecuencias del debilitamiento físico, después de que haber superado la fase aguda de aquella enfermedad, de haber estado contagiado no habría emprendido el viaje, lo que hubiese extendido la epidemia en otros lugares e incluso contagiado a sus acompañadores.

Durante los solemnes funerales las virtudes de mensajero y operador de paz fueron exaltados, y ocurrió un primer milagro, con la curación inmediata de un moncalierese, enfermo gravemente en sus extrmidades inferiores.

Fue enterrado en la iglesia de Santa María de la Scala y sobre su sepulcro siguieron sucediendo numerosos milagros, que hicieron extender la veneración y el culto de beato en varias regiones de Europa.

El Papa Clemente XIV el 16 de septiembre de 1769 confirmó su culto, declarándolo patrón del Ducado de Baden, de la diócesis de Friburgo, de la ciudad de Moncalieri y de la de Vic en la diócesis de Nancy en Francia.

Generalmente es representado vestido con la armadura, apoyado a un asta, en cuyo extremo hay una cruz o un estandarte. Moncalieri, en los días anteriores el 15 de julio, día de su celebración litúrgica, brinda toda una serie de manifestaciones religiosas, costumbres folcloricas, conmemorativas, con la procesión de la urna de plata que contienen las reliquias del beato Bernardo II margravio de Baden y su patrón

responsable de la traducción: Xavier Villalta


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11:25 p.m.

Por: . | Fuente: www.clairval.com

Virgen y Fundadora

Martirologio Romano:En París, capital de Francia, beata Ana María Javouhey, virgen, fundadora de la Congregación de las Hermanas de San José de Cluny, que se dedican al cuidado de enfermos y a la instrucción cristiana de las niñas, Congregación que la beata consiguió implantar también en tierras de misión ( 1851).

Fecha de beatificación: 15 de octubre de 1950 por S.S. Pío XII.

Breve Biografía


El 10 de diciembre de 1779, ve la luz en Jallenge, cerca de Dijon (Francia), una pequeña de nombre Ana María, quinta de una familia de diez hermanos. Ana María, a la que todos llaman Nanette, tiene siete años cuando la familia se instala en Chamblanc, en el mismo cantón. Se trata de una niña jovial, radiante y llena de vida, siempre proclive a las inventivas y a las réplicas. A la edad de diez años, y a pesar de las reticencias de su padre, que la considera demasiado traviesa, toma la primera comunión. «A partir de aquel día –confesará–, me consideré como consagrada a Dios y a sus obras».

En 1791, en plena Revolución Francesa, el párroco Rapin prefiere exiliarse antes que prestar juramento al cisma exigido al clero; es substituido por un sacerdote juramentado. Nanette, a espaldas de sus padres, asiste a veces a su misa. «Me consideraba más culta que los otros» – dirá más tarde. Una noche, un sacerdote no juramentado llama a la puerta: «Me han requerido para asistir a un enfermo y no conozco el camino». Nanette, intrépida, se ofrece a acompañarlo. De camino, el sacerdote le explica la necesidad de permanecer fieles a la Iglesia de Roma. A partir de ese momento, y en colaboración con su familia, organiza ceremonias clandestinas y esconde a sacerdotes acosados por los revolucionarios. En cuanto se apacigua la tormenta, Nanette recorre los pueblos y, a golpe de tambor, reúne a la juventud para enseñarles el catecismo. Ella misma dirá: « No hubiera querido apenar a mis padres, ni desobedecerles, pero no podía resistirme a Dios, ya que me concedía grandes facultades para enseñar a las pobres jóvenes y a los adultos ignorantes a conocerlo». Un día, recibe de Dios una misión muy precisa: «El Señor me hizo saber de manera extraordinaria, pero segura, que me llamaba al estado que he abrazado para instruir a los pobres y dar educación a los huérfanos –afirmará más tarde.

Los hijos que Dios te da

La actitud de Nanette, que piensa más en rezar y catequizar que en el trabajo de la granja, alarma y enfada a su padre; pero la joven consigue ganárselo para la causa y, el 11 de noviembre de 1798, durante la misa, se consagra oficialmente a Dios en presencia de la familia. En 1800, aconsejada por el padre Rapin, que ha regresado al pueblo, Nanette se dirige a Besançon, donde Jeanne-Antide Thouret acaba de fundar una pequeña comunidad de mujeres dedicadas a la caridad y a la educación de los niños. Sin embargo, la duda invade muy pronto su alma. «Señor, ¿que quieres de mí? –exclama una noche. Una voz interior muy lúcida le responde que Dios tiene grandes designios para ella. Unos días después, al despertar, cree ver a su alrededor muchos negros, unos completamente negros y otros de color más o menos oscuro. Simultáneamente, parece oír estas palabras: «Son los hijos que Dios te da. Soy santa Teresa; seré la protectora de tu orden». Así pues, decide regresar con sus padres.

Después de entregarse a la instrucción de los niños, primero en la localidad de Seurre y luego en Dole, Ana María se une a las monjas trapenses, en Suiza. Pero una voz le dice en el fondo de su corazón: «No has sido llamada a entrar en la Trapa, sino a fundar una congregación en pro de los negros». Los pocos meses que ha permanecido en el convento le han permitido recibir una formación sólida en la vida religiosa. Tras dos nuevas tentativas de escuelas en la región del Jura, Ana María regresa a casa de su padre para establecer su obra educativa. En abril de 1805, después de la coronación de Napoleón como emperador, el Papa Pío VII pasa por Châlon-sur-Saône (región de Champaña). Ana María y sus hermanas gozan del favor de una audiencia privada. La joven expone al Santo Padre sus proyectos: «Ánimo, hija mía –le responde el Vicario de Cristo–, Dios obrará a través de ti muchas cosas para gloria suya».

Aconsejada por su obispo, Ana María se establece en Châlon-sur-Saône. Sus cualidades de pedagoga le hacen comprender que hay que desarrollar las capacidades prácticas de las pequeñas. Enseña a las niñas a leer, escribir y contar, pero también a coser, tejer, planchar e hilar. Ana María tiene la idea de poner la capilla de su escuela bajo el patrocinio de san Bernardo o de santa Teresa. Pero el sacerdote, que se llama José, le sugiere invocar más bien la protección del esposo de la Virgen María. Así pues, se adopta el nombre de san José, pasando de la capilla a la pequeña comunidad de educadoras que ha fundado. El 12 de mayo de 1807, Ana María, sus tres hermanas y otras cinco jóvenes, reciben el hábito religioso y profesan sus votos de manos del obispo de Autun. Este último sugiere a la superiora que se establezca en la ciudad episcopal. La madre Ana María consigue que una parte del antiguo seminario mayor se ponga a su disposición. A finales de 1810, con motivo de la guerra en España, convoyes de enfermos y heridos llegan a Autun, por lo que las monjas se convierten en enfermeras. Un día del mes de enero de 1812, la madre Ana María descubre en un anuncio que está en venta el antiguo convento de los recoletos, en Cluny. Recurre entonces a su padre, que se deja convencer y adquiere la propiedad; allí se instalan las monjas, convirtiéndose en la «Congregación de San José de Cluny».

La madre se sobresalta

Con no pocas dificultades, la madre Ana María consigue abrir una escuela en París. El intendente de la isla Borbón (isla de la Reunión) le hace una visita y le solicita algunas monjas para la isla, añadiendo que se halla poblada «de blancos, mulatos y negros». Ante esas palabras, la madre se sobresalta, recordando la profecía de Besançon. Poco después, el ministro del Interior le pide también monjas para las posesiones de Francia en ultramar. Sus perspectivas misioneras le llevan a aceptarlo todo. El 10 de enero de 1817, cuatro monjas parten para la isla Borbón. A principios de 1819, un contingente de siete religiosas se embarca para Senegal. Pero en este último lugar, el hospital que se les asigna se encuentra en un estado lamentable, la ciudad no tiene iglesia, la evangelización apenas se ha iniciado« Las monjas se desaniman enseguida.

La propia madre Ana María parte a Senegal en 1822. Unas semanas después de su llegada, escribe: «Las dificultades son incalculables; sólo el amor puro de Dios puede hacer que aguantemos sin desanimarnos« Ahora que estoy de vuelta de muchas sorpresas y que veo las cosas desde más cerca, tengo la impresión de que podemos hacer un gran bien en África». Persuadida de que los negros se sienten inclinados por naturaleza hacia la religión, afirma: «Solamente la religión puede proporcionar a este pueblo principios, conocimientos sólidos y sin peligro, porque sus leyes y dogmas no sólo reforman los vicios groseros y externos, sino que son capaces de cambiar el corazón« Dad solemnidad a la religión; que la pompa del culto les atraiga y que el respeto les retenga, y enseguida habréis cambiado la faz del país». Por otra parte, ella se percata de que África posee vocación agrícola. A finales de 1823, establece una granja-escuela en Dagana, lo que le permite entablar relaciones con la población. Su reputación se extiende, de manera que pronto la llaman de Gambia y, después, de Sierra Leona, donde se hace cargo de los hospitales. Sin embargo, le llegan cartas desde Francia suplicándole que regrese. En febrero de 1824, retorna a la metrópoli tras haber sentado las bases de una obra perseverante para la civilización y la cristianización de África. Su principal objetivo es la formación de un clero africano, una verdadera necesidad para la empresa misionera. Para ello funda en Bailleul (en el departamento de Oise, cerca de París) una casa de formación para jóvenes africanos.

El auxilio del buen ejemplo

En 1827, el ministro de 7 la Marina se dirige a la madre Ana María para pedirle ayuda en favor de la Guayana, donde los colonos franceses han padecido numerosos fracasos. La madre acepta el ofrecimiento, pero pone ciertas condiciones, relacionadas con la vida cristiana de los colonos y de los indígenas. En agosto de 1828, llega a la Guayana con apenas un centenar de personas, instalándose en Mana. Cuatro meses más tarde, la madre escribe: «Todo funciona con paso firme hacia la armonía: los trabajos avanzan, los cultivos crecen a ojos vistas, la religión se asienta en el corazón de quienes sólo tenían de ella una visión superficial, y todo ello con el auxilio del buen ejemplo« Hemos traído quince obreros bien elegidos para los oficios más útiles« Junto a las hermanas, me dedico a escardar y a plantar alubias y mandioca; también siembro arroz, maíz, etc., entonando cánticos y contando historias, pero lamentando que nuestras pobres hermanas de Francia no puedan compartir nuestra felicidad». No obstante, los éxitos generados por el duro trabajo de la madre provocan la envidia de algunos colonos de Cayenne.

En Francia, la revolución de julio de 1830 trae como consecuencia profundas transformaciones políticas poco favorables a la religión católica, disminuyendo por ello el apoyo económico del gobierno a las obras de la madre Ana María. Sin embargo, ella prosigue su trabajo, de forma que sus centros resisten las dificultades. En 1833, funda incluso una leprosería cerca de Mana. De regreso a Francia, la madre Javouhey visita sus casas, siendo consciente de las lagunas de su congregación, como ella misma escribe: «Nuestra congregación es muy joven y necesita ya una gran reforma« Necesitamos adquirir el espíritu interior y de oración. Con ese doble espíritu, no existe peligro en ninguna parte». A partir de 1829, la diócesis de Autun es gobernada por monseñor d´Héricourt, prelado lleno de entusiasmo que desea sacar el mayor provecho del trabajo de las monjas. Con ese objetivo, querría poder tener vara alta sobre la congregación, revisando los estatutos aprobados en 1827 por su predecesor y por el rey Carlos X.

A finales de abril de 1835, monseñor d´Héricourt impone a la madre Ana María unos nuevos estatutos que trastocan de arriba abajo los antiguos y, según los cuales, se convierte en el superior general de las hermanas. Ante el rechazo por parte de ella, el prelado insiste, pero después ordena. Al no disponer ni del consejo de sus hermanas ni del tiempo necesario para sopesar la cuestión, la madre Ana María acaba firmando los nuevos estatutos. Al salir de aquella entrevista, un lancinante remordimiento se deposita en su alma: ha firmado demasiado de prisa, sin el acuerdo del capítulo general ni de los demás obispos afectados por los cambios. Aconsejada entonces por personas autorizadas, reconoce que su firma le ha sido arrebatada, que no ha sido concedida libremente y que no tiene valor alguno. Así pues, escribe al obispo comunicándole que se acogerá a los estatutos de 1827.

Preparar la emancipación

Por la misma época, los miembros del gobierno discuten sobre la emancipación de los esclavos. Es una medida que exige una preparación adecuada. En el informe de una comisión interministerial, puede leerse: «La señora Javouhey ha demostrado, en la dirección de ese centro de Mana, un gran espíritu de orden y una perseverancia a toda prueba. Por tanto, conviene confiar la tarea de acometer la emancipación de los esclavos a las Hermanas de San José de Cluny». Sin embargo, no todas las opiniones van en el mismo sentido, y el Consejo de la Guayana, dominado por los colonos envidiosos del éxito de la madre, se opone violentamente a ese proyecto. No obstante, el 18 de septiembre de 1835, una orden ministerial le confía oficialmente esa misión. El propio rey Luis Felipe recibe varias veces a la madre, poniendo a punto con ella el plan relativo a la emancipación de los negros.

En nuestros días, ante la presencia de formas modernas de esclavitud (trata de mujeres y de niños, condiciones laborales que reducen a los trabajadores a la categoría de simples instrumentos de rendimiento, prostitución, droga, etc.), la Iglesia recuerda la dignidad de la persona humana: «El séptimo mandamiento proscribe los actos o empresas que, por una u otra razón, egoísta o ideológica, mercantil o totalitaria, conducen a esclavizar seres humanos, a menospreciar su dignidad personal, a comprarlos, a venderlos y a cambiarlos como mercancía. Es un pecado contra la dignidad de las personas y sus derechos fundamentales reducirlos por la violencia a la condición de objeto de consumo o a una fuente de beneficio» (Catecismo de la Iglesia Católica, CEC, 2414).

Tras su llegada a la Guayana en febrero de 1836, la madre Ana María se hace cargo de unos quinientos esclavos negros arrebatados a los negreros. Su pedagogía no consiste de ningún modo en recurrir a la fuerza, sino en educar mediante la dulzura, la paciencia y la persuasión. Ella misma escribirá: «Me instalé como una madre en medio de su numerosa familia». Esa actitud es todavía si cabe más audaz, por cuanto, entre los negros que acoge, hay algunos que son temibles. Pero su fe se basa en la propia virtud del cristianismo, que es capaz de producir grandes efectos civilizadores. Por añadidura, la madre sabe que cuenta con su prestigio personal; su sola presencia basta para apaciguar los conflictos. De hecho, son pocos los casos en los que debe intervenir. Su labor consiste en cuidar la educación cristiana, preocupándose especialmente de los matrimonios, pues tiene la intención de fundar su obra civilizadora en la familia. Cada familia tiene su cabaña, limpia y bien equipada, y el conjunto forma un hermoso pueblo provisto de una iglesia. Todo ello se consigue con no pocas dificultades, sinsabores e incidentes dolorosos. A pesar de todo, y después de dos años, cierto espíritu de orden y de sobriedad reina en Mana. El 21 de mayo de 1838, la madre Javouhey preside la emancipación de ciento ochenta y cinco esclavos.

¡La época más feliz!

No obstante, la oposición del obispo de Autun la persigue hasta la Guayana. El 16 de abril de 1842, la fundadora escribe que el obispo de Autun «ha prohibido al prefecto apostólico que me administre los sacramentos, a menos que lo reconozca como superior general de la congregación« Se lo perdono de todo corazón por el amor de Dios». El sufrimiento que genera esa situación, que durará dos años, es intenso. Ello se agrava con la circulación de libelos infamatorios contra la madre. En los momentos en que sus hermanas se acercan a la Santa Mesa cuando a ella se le priva de ello, las lágrimas le fluyen abundantemente. Un día, se dirige a la Guayana holandesa, esperando poder comulgar, pero el prefecto apostólico de ese territorio ha sido informado de que «esa mujer, o bien nunca ha tenido fe o la ha perdido totalmente», y la comunión le es negada igualmente. La madre dirá más tarde: «Aquella época de tribulación fue para mí la más feliz de mi vida. Al verme, por así decirlo, excomulgada, ya que todo sacerdote tenía prohibido absolverme, iba a pasearme por los grandes bosques vírgenes de Mana, y allí le hablaba al Señor: «Solamente te tengo a ti, Señor, por lo que acudo a echarme en tus brazos y a rogarte que no abandones a tu hija«». Eran tantos los consuelos espirituales que experimentaba que, a menudo, me veía en la obligación de exclamar: «¡Oh, Dios mío! Ten misericordia de mi debilidad; no me prodigues tantos favores, pues esta pobre servidora no tendrá fuerzas para soportarlos». ¡Oh! Cuántas veces he experimentado lo bueno que es Dios con los que sólo se encomiendan a Él, que nunca somos desgraciados cuando tenemos a Dios, cualesquiera que sean las tribulaciones que nos asalten».

Consciente de su influencia personal en la buena marcha de Mana, la madre Ana María empieza a preocuparse de los días en que ya no esté. Planea reunir en un centro específico a los niños negros de la Guayana de entre cinco y quince años de edad, para educarlos cristianamente. Ya adultos y emancipados, podrían desperdigarse por todo el país y propagar una mentalidad sana. Pero el gobierno, al que pide una subvención para ese proyecto, rechaza participar en sus planes. El 18 de mayo de 1843, la madre se embarca de regreso a Francia. Aquella partida aflige a todo el mundo. Nada más llegar, obtiene de los obispos que la conocen bien el permiso para recibir los sacramentos. Después, visita a todas sus hijas, que la reciben con agasajo. Ella las exhorta al silencio interior y a la paz del alma, que permiten descubrir el designio de Dios en cada uno, y les enseña a evitar toda precipitación: evitemos –les dice– «ir más deprisa que la Providencia, que quiere ser secundada y no adelantada« La experiencia me ha enseñado que la obra de Dios se realiza lentamente».

Sin embargo, el obispo de Autun sigue obstinado en su idea de ser reconocido como superior de la congregación. Para ello intenta influir en las novicias de Cluny, nombrando a un capellán que se dedique a desviarlas de sus superioras «rebeldes» contra el obispo. El 28 de agosto de 1845, la madre Javouhey se desplaza a Cluny, donde, tras hablar con gran serenidad a sus hijas, concluye de este modo: «Hijas mías, os dicen que seguirme es pecado; yo os digo que no es pecado seguir al obispo de Autun. Sois libres de elegir. Ya conocéis la situación; hay muchos obispos que tienen de nosotras una opinión diferente de la del obispo de Autun y que os acogerán con alegría. Todas las que quieran permanecer en la congregación, que me sigan hasta París». De entre las ochenta jóvenes, solamente siete rehúsan seguirla. El obispo de Beauvais, gran admirador de la madre, aborda entonces el asunto con resolución. Poco a poco, monseñor d´Héricourt queda aislado en su posición contra las hermanas, dándose cuenta finalmente de que había juzgado mal a la madre y de que se había abierto un abismo de incomprensión en su alma. El 15 de enero de 1846, se firma por fin un acuerdo entre él y la madre.

«¡Dejadla pasar!»

Durante aquel doloroso asunto, la madre Ana María ha continuado su labor apostólica con numerosas fundaciones, tanto en Francia como en Oceanía, en Madagascar, en la India y en las Antillas británicas. Cuando estalla la revolución de 1848, se encuentra cerca de París. Debe volver enseguida a esa ciudad en agitación, y necesita franquear las barricadas. Cuando los obreros rebeldes, cuyas miserias había aliviado con frecuencia en los «Talleres Nacionales», la ven llegar, exclaman: «¡Es la madre Javouhey! ¡Es la superiora Javouhey! ¡Dejadla pasar!». El nuevo gobierno decreta inmediatamente la emancipación total de los negros. Así pues, la obra de preparación metódica y prudente hacia la libertad se convierte en caduca, pero la madre se adapta a la situación a fin de poder continuar con la labor de civilización y de evangelización de los antiguos esclavos. En Mana, la noticia de la abolición de la esclavitud es recibida con apacible alegría, en contraste con las escenas de violencia que acontecen en otros lugares. La población negra sigue siendo laboriosa y sedentaria, y muy apegada a la religión que la madre les ha enseñado.

A principios de 1851, la salud de la madre Ana María decae y, en el mes de mayo, con motivo de una visita a la casa de Senlis, debe permanecer en cama. El 8 de julio, se entera de la defunción del obispo de Autun. Unos días después, el 15, afirma al respecto: «Debemos considerar a monseñor como a uno de nuestros bienhechores. Dios se sirvió de él para enviarnos la tribulación, en un momento en que, a nuestro alrededor, sólo escuchábamos alabanzas. Resultaba necesario, porque, con el éxito que estaba alcanzando nuestra congregación, habríamos podido creernos importantes si no hubiéramos sufrido esas penalidades y contradicciones». Poco después de pronunciar esas palabras, entrega su alma a Dios. En aquel momento, su congregación contaba con unas 1.200 religiosas, dedicadas a buscar en todo la voluntad de Dios mediante la enseñanza, las obras hospitalarias y misioneras.

Pidamos a la beata Ana María Javouhey, beatificada por el Papa Pío XII el 15 de octubre de 1950, que nos conceda la liberación de la peor de las esclavitudes, la del pecado; en efecto, pues Jesús vino «a liberar a los hombres de la esclavitud más grave, la del pecado, que es el obstáculo en su vocación de hijos de Dios y causa de todas sus servidumbres humanas» (CEC, 549). Que nos haga partícipes de su espíritu de dedicación, de caridad y de simplicidad, para que podamos alcanzar la verdadera libertad de los hijos de Dios.</span></span>

Reproducido con autorización expresa de Abadía San José de Clairval


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11:25 p.m.

Laico

Martirologio Romano:En Kiev, ciudad de Rusia (ahora en Ucrania), san Vladimir, príncipe, quien al ser bautizado recibió el nombre de Basilio, y se preocupó de propagar la fe ortodoxa en los pueblos que gobernaba ( 1015).

Etimológicamente:Vladimir = Señor del mundo, es de origen eslavo.
Etimológicamente:Bailio = Aquel que es rey, es de origen griego.

Breve Biografía


San Vladímir Sviatoslávich el Grande (958 — 1015) fue el gran príncipe de Kiev que se convirtió al Cristianismo en 988, e inició el Bautismo de la Rus de Kiev. Era hijo del príncipe Sviatoslav I.

De acuerdo a la Crónica Primaria, la crónica más temprana de la Rus de Kiev, su nombre real fue Volodímer o en moderno ruso Vladímir.

Ya como regente del principado, Vladímir continuó expandiendo sus territorios. En el año 981 conquistó numerosas ciudades ubicadas en lo que hoy es Galicia ucraniana; en el año 983 tomó control de la zona que se encuentra entre Lituania y Polonia, además de construir muchas fortalezas y colonias alrededor de su reino.

A pesar de que el cristianismo había ganado muchos adeptos, Vladímir permaneció como pagano, llegando a tener hasta 800 concubinas y numerosas esposas, erigiendo estatuas y templos paganos. Sin embargo, por consejo de sus allegados, Vladímir envió a varios emisarios a estudiar las religiones de varios de los países vecinos que le habían pedido que se uniera a sus respectivas religiones. Finalmente se convirtió al cristianismo, debido a lo maravillados que quedaron sus emisarios al llegar a Constantinopla y ver los festivales que la Iglesia Bizantina había preparado para ellos.

En el año 988, negoció la mano de la hermana del emperdor Basilio II, Anna. Fue la primera boda realizada entre una princesa griega y un bárbaro, para lo cual Vladímir fue bautizado antes de poder formalizar el matrimonio. El bautizo y el matrimonio le hicieron grandes cambios en su carácter.

A su regreso a Kiev, derribó todos los monumentos paganos y construyó numerosas iglesias.

Sin embargo, existe otra versión sobre la conversión de Vladímir al cristianismo. En el año 987, Bardas Sclerus y Bardas Phocas se revelaron contra el emperador Basilio II. Los dos rebeldes unieron fuerzas por un tiempo, pero poco después Bardas Phocas se autoproclamó emperador. Basilio pidió al Principado de Kiev ayuda, aunque en esa época se consideraban enemigos. Vladímir accedió a cambio de la mano de su hermana, y aceptó convertirse al cristianismo ortodoxo. Cuando los arreglos para la boda terminaron, Vladímir envió 6000 tropas al imperio bizantino y pusieron fin a la revuelta.

Después de su matrimonio con Anna, formó un gran consejo con sus más cercanos consejeros, además de sus 12 hijos. Murió en Berestovo, cerca de Kiev; su cuerpo fue desmembrado y distribuido ente sus numerosas fundaciones sagradas y venerado como reliquia. Una de las universidades de Kiev lleva el nombre del personaje que cristianizó y civilizó la Rus de Kiev; la Orden de San Vladímir se encuentra en Rusia y el Seminario Teológico Ortodoxo de San Vladímir en Estados Unidos. Su día se celebra el 15 de julio.</span></span>
 

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6:53 p.m.

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Memoria de la inhumación de san Buenaventura, obispo de Albano y doctor de la Iglesia, celebérrimo por su doctrina, por la santidad de su vida y por las preclaras obras que realizó en favor de la Iglesia. Como ministro general rigió con gran prudencia la Orden de los Hermanos Menores, siendo siempre fiel al espíritu de san Francisco y en sus numerosos escritos unió suma erudición y piedad ardiente. Cuando estaba prestando un gran servicio al II Concilio Ecuménico de Lyon, mereció pasar a la visión beatífica de Dios.

6:53 p.m.

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En la provincia de My Tho, en Cochinchina, san Andrés Nguyên Kim Thông Nam (Nam Thuông), mártir, el cual, en tiempo del emperador Tu Duc, por ser catequista fue primero encarcelado y después desterrado, obligándole a caminar hacia el destierro encadenado y cargado con un madero, por lo que murió en el camino como auténtico mártir.

11:26 p.m.

Por: Lamberto de Echeverría, Bernardino Llorca y José Luis Repetto Betes | Fuente: AÑO CRISTIANO Edición 2005

Mártir

Martirologio Romano:En la ciudad de Nangong, en la provincia china de Hebei, san Juan Wang Guixin, mártir, que en la persecución desencadenada por los Yihetuan prefirió morir por Cristo antes que manchar su pureza con una leve mentira. ( 1900)

Fecha de canonización: 1 de octubre de 2000, como parte de un grupo de 120 mártires de China, por San Juan Pablo II.

Breve Biografía


En 1900 en China estalló la rebelión conocida como "levantamiento de los boxers" y en China como el «Levantamiento Yihétuán», un movimiento contra la influencia comercial, política, religiosa y tecnológica foránea en China. Los principales afectados fueron los cristianos chinos, que siendo numerosos y sin mucas posibilidades de poder huir a ninguna parte fueron objeto de violaciones, torturas y asesinatos.

Juan Wang Guixin (Wang Koei-Tsu) era primo del mártir José Wang Kuiju que conmemoramos ayer. También casado y padre de familia, al saber los horrores que practicaban los boxers llevó su familia a la población de Chan-Kia-Tchoang, donde la dejó encomendada a la misericordia de Dios, y volvió a su pueblo junto con su hermano cuando en Nankong fue delatado a los boxers, que mataron allí a su hermano. Él pudo huir y llegó a Ceu-ly-pu, pero fue localizado y llevado ante el mandarín local, que intentó salvarlo y le propuso para ello que disimulara su religión. Pero como se negaba a nada que pudiera significar renegar de ella, hubo de ser entregado a los boxers. Lo sacaron fuera de la población mientras el mártir rezaba en voz alta, hasta que fue decapitado. Era el 14 de julio de 1900.

AÑO CRISTIANO Edición 2005
Autores: Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes
Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)
Tomo VII Julio ISBN 84-7914-763-6

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11:26 p.m.

Viuda

Martirologio Romano:En Verona, en los confines de la región de Venecia,Italia, santa Tuscana, que, muerto su esposo, distribuyó todos sus bienes entre los pobres y se dedicó incesantemente en la Orden de San Juan de Jerusalén al cuidado de los enfermos. ( 1343)

Breve Biografía


La santa viuda Tuscana, a pesar de que su nombre era en realidad veneciana; fue de Zevio, cerca de Verona, donde vio la luz a finales del siglo XIII. En 1310 contrajo matrimonio con el veronés Alberto Canoculi (es decir, "Ojos de perro"), con quien vivió castamente la relación matrimonial. Cuatro años más tarde Tuscana se mudó a Verona, donde vivió en una cabaña en la colina de San Zeno in Monte. Pudo así dedicarse por entero al cuidado de los pobres y abandonados, a quienes solía ayudar y visitar en sus humildes viviendas.

Enviudó en 1318, repartió entre los necesitados todas sus sus posesiones e ingresó en la Orden de San Juan de Jerusalén para el cuidado de los enfermos. Prestó servicio en el hospital que la orden tenía en Verona, estaba junto a la iglesia del Santo Sepulcro, donde con caridad cristiana y amabilidad se entregó por entero a los enfermos. Agotada pero feliz por el bien realizado, falleció en Verona el 14 de julio 1343.

Santa Tuscana está enterrada en la iglesia del Santo Sepulcro en Verona, en la «Puerta del Obispo», iglesia también conocida como de “Santa Tuscana”, allí acuden muchos devotos a solicitar su celestial intercesión. El edificio alberga también la delegación de la Soberana Orden de Malta.</span></span>

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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11:26 p.m.

Monje

Martirologio Romano:En Soignies, de Brabante, en Austrasia, actualmente en Bélgica, san Vicente o Madelgario, que, con el consentimiento de su esposa santa Valtrudis, abrazó la vida monástica y, según cuenta la tradición, fundó dos monasterios. ( c.677)

Breve Biografía


En la historia de la cristiandad no faltan, aunque a menudo son desconocidos, los casos de familias enteras elevadas al honor de los altares, como por ejemplo el del santo que hoy celebramos, San Vicente Madelgario que es venerado con su esposa, santa Valdetrudis, y todos sus hijos: Landerico (Obispo de París), Dentellino (quien murió siendo todavía joven), Aldetrudis (abadesa del monasterio de Maubeuge) y Madelberta (también ella abadesa del mismo monasterio).

Madelgario, hombre rico de origen franco, era un nativo de Strépy, actualmente en Bélgica. Contrajo matrimonio con Valdetrudis, con quien tuvo cuatro hijos. Tan pronto como los niños tuvieron la edad suficiente para valerse por sí mismos, los esposos decidieron –de común acuerdo– separarse, sin disolver el vínculo matrimonial, con el fin de dedicarse a servir a Dios en la vida religiosa.

Santa Valdetrudis se retiró a Mons, mientras que Madelgario emprendió la fundación de un monasterio cerca de Haumont, donde se convirtió en monje tomando el nombre religioso de Vicente. Después de un tiempo, en el año 653, se trasladó a Soignies, ciudad de la que era señor y fundó allí otro monasterio. Tal vez presagiando su muerte, le confió la dirección de este monasterio a su hijo Landerico, obispo de Metz. Vicente Madelgario murió el 14 de julio, probablemente en el año 677.

No existen fundamentos históricos suficientes para aceptar elementos de su leyenda: su supuesto origen gascón, un supuesto viaje a Irlanda y el que su padre le haya obligado a casarse.

Pronto comenzó una espontanea veneración popular y fue nombrado patrono de la ciudad de Soignies, donde aún se levanta una hermosa basílica románica que lleva su nombre. Un ataúd del siglo XIII, que contenía la reliquia de la cabeza, fue destruido durante la Revolución Francesa, pero se logró salvar los restos que ahora están en un relicario creado en 1803. El culto del santo –aún hoy en día– es muy fuerte y se caracteriza por dos procesiones que anualmente tienen lugar en Soignies: el 14 de julio y el lunes siguiente a Pentecostés. El Martirologio Romano, el calendario oficial de la Iglesia Católica, conmemora el aniversario de su nacimiento a la casa celestial.</span></span>

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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6:38 p.m.

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San Camilo de Lelis, presbítero, que nació cerca de Teano, en el Abruzo, y en su juventud siguió la carrera militar, dejándose arrastrar por los vicios propios de una juventud alegre y despreocupada, pero convertido de su mala vida, se entregó al cuidado de los enfermos incurables hospitalizados, a los que servía como al mismo Cristo. Ordenado sacerdote, puso en Roma los fundamentos de la Congregación de los Clérigos Regulares Ministros de los Enfermos.

6:38 p.m.

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En Lima, capital del Perú, san Francisco Solano, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que para salvar almas recorrió en todas las direcciones América Meridional, enseñando con palabras y con milagros a los indios y a los mismos colonizadores españoles la novedad de la vida cristiana.

11:21 p.m.

Santo del Antiguo Testamento

Martirologio Romano:Conmemoración de san Esdras, sacerdote y escriba, que, en tiempo de Artajerjes, rey de los persas, habiendo regresado desde Babilonia a Judea, congregó al pueblo que estaba disperso y puso gran empeño en estudiar, llevar a la práctica y enseñar la Ley del Señor en Israel.

Breve Biografía


Esdras es un famoso sacerdote y escriba relacionado con la restauración de Israel después del Exilio. Las principales fuentes de información sobre su vida son los libros canónicos de Esdras y Nehemías. Hay un grupo de escritos apócrifos que se refieren a él pero apenas se puede confiar en ellos, puesto que más bien relatan los cuentos legendarios de una época posterior. Esdras era de ascendencia sacerdotal perteneciente a la línea de Sadoq (Esd. 7,1-5). El se llama a sí mismo “hijo de Seraías” (7,1), una expresión que muchos entienden en un sentido amplio, presuponiendo que Seraías, el sumo sacerdote del que habla 2 Reyes 25,18-21, era uno de los ancestros de Esdras. Sin embargo se le conoce más bien como “el escriba” que como “el sacerdote”: él era “un hábil escriba en la ley de Moisés” y por consiguiente especialmente cualificado para la tarea para la que estaba destinado entre su pueblo.

Entre las cuestiones relacionadas con la historia de la restauración judía, una de las más discutidas es la relación cronológica de la obra de Esdras con la de Nehemías. Muchos expertos bíblicos aún se agarran a la postura sugerida por el orden tradicional del texto sagrado (concediendo la ruptura de la narrativa---Esdras 4,6-23) y colocan la misión de Esdras antes que la de Nehemías. Otros, entre los que podemos mencionar al profesor Van Hoonacker de Lovaina, Dr. T.K. Cheyne en Inglaterra y el profesor C.F. Kent en América, para eliminar las numerosas dificultades que surgen de la interpretación de las fuentes principales de esta historia, afirman que la misión de Nehemías precedió a la de Esdras. La primera de las opiniones sostiene que Esdras llegó a Jerusalén alrededor del 458 a.C. y que la primera llegada de Nehemías fue en 444 y la segunda en 430 a.C., y según la opinión contraria la misión de Esdras pudo haber tenido lugar tan tarde como el año 397 a.C. Sea como fuere, como aquí sólo nos concierne Esdras, nos limitaremos a resumir los principales rasgos de su vida y obra, sin tener en cuenta los problemas que conlleva; baste con haberlos mencionado.

Ya habían pasado muchos años desde que se había autorizado a los judíos a volver a Palestina. Entre dificultades y obstáculos la comunidad restaurada se había asentado de nuevo en su antiguo hogar y habían construido un nuevo Templo, pero su condición tanto desde el punto de vista político como religioso, era muy precaria. Irritados bajo la opresión de los sátrapas persas, se habían vuelto indiferentes y habían dejado de observar la Ley. Desde Babilonia, donde era bien conocido este estado de cosas, Esdras deseaba ir a Jerusalén y utilizar su autoridad como sacerdote e intérprete de la Ley para restaurar las cosas a una condición mejor.

Gozaba del favor de la corte del rey persa y no sólo obtuvo permiso para visitar Judea sino además un edicto real que le investía de amplia autoridad para realizar su propósito e importante ayuda económica del tesoro real. El rescripto, además, les ordenaba a los sátrapas “de más allá del río” que ayudaran a Esdras con liberalidad y decretó que todos los oficiales del Templo judíos estuviesen exentos de impuesto, contribución o peaje. “Y tú, Esdras, nombra jueces y magistrados para que juzguen a todo el pueblo que está más allá del río” (Esdras 7,25). Finalmente la Ley de Dios y la ley habrían de tener severas penas para exigir su cumplimiento. El edicto permitía a todos los judíos que quisieran volver libremente a su país a que así lo hicieran. Unos 1800 hombres incluidos algunos sacerdotes, levitas y natineos salieron con Esdras desde Babilonia y después de cinco meses llegaron a salvo a Jerusalén, donde se habían arraigado abusos que habían sido desatendidos durante largo tiempo. Esdras se dio a la tarea de corregirlos una vez que hubo depositado en el Templo el oro y la plata que habían traído desde Babilonia y que hubo ofrecido sacrificios La primera tarea que emprendió fue ocuparse de los matrimonios mixtos. Ignorando la Ley de Moisés muchos, hasta los dirigentes judíos y sacerdotes, se habían casado con las habitantes idólatras del país. Horrorizado por el descubrimiento de estos abusos--- cuya magnitud probablemente había sido desconocida para Esdras hasta entonces--- manifestó sus sentimientos en una oración que impresionó de tal manera al pueblo que Sequenías, en sus nombres, propuso que los israelitas despidieran a sus esposas extranjeras y a los hijos tenidos con ellas.

Esdras aprovechó la oportunidad y consiguió de la congregación un juramento de que cumplirían con esta proposición. Los príncipes y los ancianos reunieron una asamblea del pueblo pero el asunto no pudo ser zanjado fácilmente por lo que se nombró una comisión encabezada por Esdras para solucionarlo. La comisión se reunió durante tres meses, al final de los cuales las “esposas extranjeras” fueron despedidas. No se nos dice cual fue el resultado de tan drástica medida; las memorias de Esdras se interrumpen aquí. Tampoco sabemos si una vez cumplida su misión volvió a Babilonia o se quedó en Jerusalén.

Lo volvemos a encontrar en Jerusalén en la lectura de la Ley que tuvo lugar después de la reconstrucción de las murallas. Sin duda este hecho había despertado el entusiasmo del pueblo y para cumplir con la demanda popular Esdras trajo el Libro de la Ley. En el primer día del séptimo mes (Tishri), se celebró una gran concentración “en la calle que hay delante de la puerta del agua” para leer la Ley. Esdras, subido en una plataforma, leyó el libro en voz alta “desde la mañana hasta el medio día”. Al oír las palabras de la ley, que habían transgredido con tanta frecuencia, la congregación rompió en lamentos poco apropiados para la santidad de aquel día, así que Nehemías disolvió la asamblea. Esdras retomó la le lectura al día siguiente y encontraron en la Ley las directrices para la fiesta de los tabernáculos.

Así que se dieron los pasos necesarios para la debida celebración de esa fiesta, que debía durar siete días, desde el día décimo quinto hasta el vigésimo segundo de Tishri. Esdras continuó la lectura pública de la Ley cada día de la fiesta; y dos días después de terminada se mantuvo un ayuno muy severo y “se levantaron y confesaron sus pecados y las iniquidades de sus padres” (Neh. 9,2). Fue una buena oportunidad para renovar solemnemente el pacto entre el pueblo y Dios. Este pacto comprometía a la comunidad a la observancia de la Ley, a la abstención de matrimonios con paganos, a guardar cuidadosamente el Sabbath y las fiestas y a las distintas regulaciones acordadas para el cuidado del Templo, sus servicios y el pago de los diezmos. Los príncipes, levitas y sacerdotes lo leyeron formalmente y fue firmado por Nehemías y representantes escogidos de los sacerdotes (por extraño que parezca, el nombre de Esdras no aparece en la lista de los que la subscribieron (Neh. 10,1-27). En adelante no vuelve a hacerse mención de Esdras en la literatura canónica. No se habla de él en relación con la segunda misión de Nehemías a Jerusalén y esto ha llevado a muchos a suponer que podía haber fallecido. De hecho tanto el lugar como la fecha de su muerte son desconocidos, aunque en las orillas del Tigris, cerca del lugar donde se une con el Éufrates, hay un monumento que se alega es la tumba de Esdras; durante siglos ha sido un lugar de peregrinaciones para los judíos.

El papel de Esdras en la restauración de los judíos después del exilio dejó una impresión permanente en las mentes del pueblo, lo cual se debió a que en adelante la vida de los judíos discurrió por los cauces trazados por él y de un modo que, en lo esencial, nunca se separó. Hay probablemente una gran parte de verdad en la tradición que le atribuye la organización de las sinagogas y la determinación de los libros consagrados como canónicos entre los judíos. La actividad de Esdras parece haber ido aún más lejos. El Talmud le atribuye haber compilado “su propio libro” (es decir: Esdras-Nehemías) “y las genealogías de los Libros de las Crónicas hasta su propio tiempo” (Trat. "Baba bathra", 15a). Sin embargo, especialistas modernos difieren ampliamente respecto a la extensión de su trabajo literario.

Algunos lo ven como el último editor del Hexateuco, mientras que, por el contrario, otros dudan de que tomara parte en la composición de Esdras – Nehemías y Crónicas. Sea como fuere, es cierto que nada tuvo que ver en la composición de los llamados Tercero y Cuarto Libros de Esdras. Como ocurre con muchos hombres que han jugado una parte importante en las épocas trascendentales de la historia, con el curso del tiempo la personalidad y actividad de Esdras asumió en las mentes del pueblo proporciones gigantescas. Esta leyenda se mezcló con la historia y proveyó para completar la escasez de datos que hay sobre su vida. Se le vio como un segundo Moisés y se le atribuyeron todas las instituciones que no se le pudieron atribuir a Moisés. Según la tradición judía restauró de memoria---una gesta poco menos que milagrosa---todos los libros del Antiguo Testamento, los que se creía habían perecido durante el Exilio. Asimismo sustituyó, al copia la Sagrada Escritura, la antigua escritura fenicia por el alfabeto aún en uso. Hasta la Edad Media, e incluso el Renacimiento, continuó creciendo la cosecha de logros legendarios atribuidos a él. Entonces se le aclamó como organizador de la famosa Gran Sinagoga---cuya existencia misma parece ser un mito---y como inventor de los signos vocales del hebreo.</span></span>

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