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Por: . | Fuente: ServitasCadiz.com

Presbítero Servita

Martirologio Romano:En Siena, de la Toscana, beato Francisco Patrizi, presbítero de la Orden de los Siervos de María, que con admirable celo se entregó a la predicación, la dirección espiritual y el ministerio de la penitencia (1328).

Etimológicamente:Francisco = Aquel que porta la bandera, es de origen germánico.

El beato Francisco nació en Siena el año 1266.

Su piadosos padres fueron Arrighetto y Raynaldesca. Según leemos en un escrito de fray Cristóbal de Parma, que fue su compañero y padre espiritual, Francisco siendo de corta edad, acudía con frecuencia a la iglesia y escuchaba asiduamente la palabra de Dios.

Embriagado por la elocuencia de fray Ambrosio Sansedonio, predicador insigne, e impresionado por sus palabras, con las que en otro tiempo había ensalzado con gran fervor las excelencias de la vida solitaria y dedicada a la oración, determinó retirarse a vivir en soledad. Pero lo retuvo el amor a su madre, que estaba ciega, y a quien cuidó con gran cariño.

Al morir ésta, cuando él tenía veintidós años y con la posibilidad de realizar su ardiente deseo de vida eremítica, le pareció oír una voz interior que le sugería: “El mal no está en el trato con los hombres, sino en la imitación de sus vicios” y que Dios vería con agrado que se dedicara, con la palabra y el ejemplo, a conducir a los hombres por el camino del bien.

Entonces él, que ya desde la niñez había elegido a “la gloriosa Virgen como especial Madre y señora” y le había profesado siempre una gran reverencia, tanto en el alma como en el cuerpo, pidió y fue admitido en la Orden de los Siervos de santa María.

En el trato fraterno, aumentaron aún aquellas virtudes que habían adornado el alma de Francisco cuando vivía en el mundo: la caridad para con todos, el amor a la penitencia y a la pobreza, la humildad de corazón, la guarda de la castidad, la paciencia en las adversidades, la filial devoción a la santísima Virgen, a la que llamaba Señora y a la que invocaba con mucha frecuencia por su dulcísimo nombre.

Ordenado sacerdote, mostró un gran amor a la Eucaristía, y así, cuando celebraba, se le veía tan inundado de gozo y alegría que “cualquiera hubiese creído – dice su biógrafo – que vía sin el velo de los sacramentos a Cristo glorioso encarnado”. Tuvo un particular interés en explicar la palabra de Dios, y, para hacerlo con más eficacia, se preparaba más con la oración que con los libros, ya que estaba persuadido de que no la erudición sino la unción, no la ciencia sino la conciencia, no los escritos sino la caridad enseñan la verdadera teología.

Era tanta su entrega en la celebración del sacramento de la penitencia, en el dar saludables consejos, en el apaciguar las discordias, en ayudar a los necesitados, en atender a los enfermos, que acudían a él hombres y mujeres de toda edad y condición.

A la edad de sesenta y tres años, poco antes de la solemnidad de la Ascensión del Señor, presintió que se acercaba la hora de su muerte. Entonces, como el que se dispone a emprender un viaje, dispuso en orden a sus libros y enseres personales, visitó y bendijo a sus hijos espirituales. La vigilia de la Ascensión quiso comer con la comunidad, en señal de fraternidad y de despedida.

El día de la Ascensión – según refiere fray Cristóbal de Parma – purificó su alma con el sacramento de la penitencia; luego, aunque estaba casi extenuado, celebró la santa misa y con el permiso del prior se puso en camino hacia el pueblo de Prisciano, situado en las inmediaciones de Siena, para predicar allí la palabra de Dios. El biógrafo citado parece haber querido expresar el sentido y la índole de toda la vida del beato Francisco, al representarlo, a punto de morir, cumpliendo en el camino un deber de reverencia para con la Virgen: “Salió al encuentro del siervo de Dios una mujer desconocida, la cual, desde una casa de campo se le aproximó con un ramo de rosas, y le dijo: ‘Fray Francisco, aceptad estas rosas’. El siervo de Dios las recibió de buen grado de sus manos y, haciendo acopio de todas sus fuerzas, las llevó a una imagen de la Virgen gloriosa que estaba pintada en una ermita que allí había y , habiendo comenzado la salutación angélica, poco a poco hincó en tierra la rodilla derecha y a continuación se desplomó todo él por el lado derecho, ofreciéndose a sí mismo, como flor y lirio, él que era virgen, a la Virgen, en la inminencia de su muerte”.

Francisco fue llevado medio muerto al convento y allí, en presencia de los frailes, expiró, el 26 de mayo de 1328. Su cuerpo fue sepultado con honor en la basílica de Santa María de los Siervos en Siena. Benedicto XIV confirmó su culto el año 1743.

(Texto tomado del "Propio del Oficio de la Orden de los Siervos de Maria")

ORACION
Infunde, Señor, en nosotros
la suave piedad y el amor fuerte
con que tu siervo Francisco
veneró a la Madre de tu Hijo
y se entregó a la dirección espiritual
de tu pueblo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

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11:23 p.m.

Por: . | Fuente: Archidiócesis de Madrid

Abad

Fue un santo abad del monasterio de San Marcos Evangelista en Espoleto. Debió ser un hombre de grandes y probadas virtudes por los relatos que se conocen de su vida a través del gran Papa Gregorio Magno que fue contemporáneo, conocido personal, amigo y hasta una de las personas que salió beneficiada del trato con el santo abad. De hecho, cuenta San Gregorio de su amigo que, un buen día y con una sola bendición, el abad Eleuterio consiguió curarlo de un vehemente deseo de ingerir alimentos que él sufría. Además, refiere el mismo Papa, su santidad era tan grande que hasta llegó a resucitar un muerto.

Pero lo que llama la atención al relator de la vida del santo es un acontecimiento que tiene valor de ejemplaridad y estímulo para los hombres que, llenos de dificultades, limitaciones y pecados, viven soportando sus faltas de virtud y sufriendo los propios fracasos. Por eso la figura de este santo es más cercana, al ser víctima de su propio desmoronamiento.

Unas monjas habían confiado al santo abad la custodia de un niño atormentado por el Diablo. Como pasaran varios días sin notarse fenómenos extraños, el abad comentó a sus monjes que Satanás tenía asustadas a las pobres monjas, pero que ahora estaba con miedo y por eso no se manifestaba.

Al punto, el mal espíritu se apoderó del niño y de inmediato comenzó a maltratarlo.

Eleuterio cayó en la cuenta de que su expresión fue de soberbia y presunción. Lloró dolorido su pecado y pidió a los monjes oraciones y penitencias para que cesaran los embates del Demonio.

Una simple frase con un poco de vanidad hizo que Satanás se sintiese en terreno propio y se necesitase la oración y mortificación de todos para expulsarlo.


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11:23 p.m.

Por: . | Fuente: OP.org.ar

Obispo

Martirologio Romano:En Pistoya, de la Toscana, beato Andrés Franchi, obispo, quien, después de la peste negra, como prior de la Orden de Predicadores reformó la vida regular en los conventos de su Orden en esta región y aprobó en su ciudad las cofradías de penitentes, para favorecer la paz y la misericordia (1401).

Etimológicamente:Andrès = Aquel que es un Hombre viril, es de origen griego.


Nace en Pistoya (Italia) en 1335 de la noble familia de los Franchi o de Boccagni y a los catorce años entra en la Orden en el convento de Santa María Novella de Florencia, donde hace sus estudios.

Fue uno de los restauradores de la vida religiosa después de la decadencia provocada a causa de la peste negra.

Fue prior de Pistoya (1370), de Lucca y Orvieto (1371-1375). En Pistoya organizó un grupo de artesanos que se dedicaban con eficacia a la caridad con los necesitados con el nombre de “Compañía de los Magos” y allí fundó una farmacia para los pobres.

Nombrado obispo de su ciudad natal fue esforzado promotor de su pacificación. Fue de gran eficacia pastoral, especialmente por sus visitas pastorales y por la asistencia caritativa. Fue excelente en la piedad, en la austeridad y en la predicación. Su piedad se centraba especialmente en la devoción al misterio del niño Jesús con su Madre y los Magos. Recibía a su mesa a peregrinos y forasteros y les lavaba los pies y el mismo les servía.

Fomentó en la ciudad obras magníficas debido a su preparación cultural y dedicación a las artes liberales. Después de dieciocho años de ministerio pastoral presentó su dimisión en 1400 y se retiró al convento de Pistoya, donde vivió con suma sencillez hasta su muerte el 26 de mayo de 1401.

Su cuerpo se venera en el convento de Santo Domingo de Pistoya.

Su culto fue confirmado por Benedicto XV el 23 de noviembre de 1921.

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6:04 p.m.

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Memoria de san Felipe Neri, presbítero, que, consagrándose a la labor de salvar a los jóvenes del maligno, fundó el Oratorio en Roma, en el cual se practicaban constantemente las lecturas espirituales, el canto y las obras de caridad, y resplandeció por el amor al prójimo, la sencillez evangélica y su espíritu de alegría, el sumo celo y el servicio ferviente de Dios. Llamado "el apóstol de Roma".

6:04 p.m.

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En el lugar de Numyanyo, en Uganda, san Andrés Kaggwa, mártir, jefe de los timbaleros y miembro del séquito del rey Mwanga, que, apenas convertido a Cristo, enseñó la doctrina del Evangelio a los paganos y catecúmenos, por lo cual fue cruelmente asesinado. Beatificado con otros veintiún mártires de origen ugandés el año 1920 por Benedicto XV.

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Por: . | Fuente: franciscanos.net

Terciario Franciscano

Martirologio Romano:En Villamagna, cerca de Florencia, en Toscana (Italia), conmemoración del beato Gerardo Mecatti, quien, siguiendo las huellas de san Francisco, distribuyó sus bienes entre los pobres y se retiró a un lugar desierto, donde, por amor de Cristo, se dedicó a acoger a peregrinos y a ayudar a enfermos. ( c.1245)

Fecha de beatificación: Gregorio XVI aprobó su culto el 18 de marzo de 1833.

Gerardo Mecatti, nacido en Villamagna, a orillas del río Arno, hijo de campesinos, quedó huérfano a los doce años. Repartió todos sus bienes entre los pobres, y así quedó libre para viajar dos veces a Palestina para venerar los Santos Lugares de la Redención. Pasó por diversas aventuras que por fortuna terminaron con final feliz. Durante una peregrinación a Palestina, cayó prisionero de los turcos, sufriendo los más duros maltratos. Regresó a Villamagna, y se instaló junto a una iglesita no lejos de la vivienda. Esta iglesia existe todavía y lleva el título del Beato Gerardo. En su interior se conserva el arca con las reliquias del antiguo e infortunado cruzado.

Las peripecias del joven no habían terminado. Un año después se hizo a la mar nuevamente con un grupo de veinte caballeros, dirigiéndose a Siria, y aquella vez fueron los piratas quienes les hicieron difícil el viaje y precaria la vida.

Vuelto por segunda vez a Palestina, se consagró totalmente a la oración y al ejercicio de la caridad, especialmente para con los enfermos y los peregrinos. Allí permaneció siete años, hasta cuando se dio cuenta de que era objeto de manifestaciones de veneración, a las cuales él quiso huir por humildad.

De regreso en Italia, quiso conocer a San Francisco de cuyas manos recibió el hábito de terciario. Y como terciario regresó a su oratorio junto a Villamagna, esta vez para no moverse más. Mejor, para moverse todavía más a menudo, hasta la altura mayor de la colina florentina del Encuentro, en medio de espesos bosques, donde Gerardo construyó con sus propias manos otro oratorio dedicado a la Virgen.

Fue esa la primitiva construcción de la iglesia que todavía hoy existe, encerrada dentro de un sencillo y sugestivo convento. Pero el convento franciscano del Encuentro no fue construido por el Beato Gerardo. Lo fundó otro Santo, Leonardo de Puerto Mauricio, casi cinco siglos después, continuando y completando la obra de su colega en santidad.

Obró algunos milagros: una vez hizo encontrar ciruelas maduras en el árbol para satisfacer los deseos de un enfermo; otra vez debiendo transportar material para la construcción del propio eremitorio, y rehusando prestarle los bueyes un campesino, encontró súbitamente dos pares de becerros, que, dóciles, lo transportaron a donde él indicó. Cada semana visitaba en piadosa peregrinación tres santuarios, en sufragio de las almas del purgatorio, para obtener la remisión de los pecados y por la conversión de los infieles. Murió el 25 de mayo.

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Obispo

Martirologio Romano:En Inglaterra, san Aldelmo, obispo, varón célebre por su doctrina y escritos, que había sido abad de Malmesbury y después fue nombrado primer obispo de Sherborne, entre los sajones occidentales. ( 709)
San Aldhelmo fue el primer sabio inglés cuya fama fama llegó al continente europeo. Se conservan varios de sus escritos, así en prosa como en verso, redactados en un latín singularmente oscuro. San Aldhelmo, que era pariente de Ine, rey de los sajones del oeste, nació hacia el año 639. Se educó en Malmesbury, bajo la dirección de un maestro irlandés, llamado Maildub. No sabemos exactamente dónde vivió al terminar sus estudios. Entre los treinta y los cuarenta años, san Aldhelmo se trasladó a Canterbury, que se había convertido en un importante centro de las ciencias humanas y divinas, gracias al arzobispo san Teodoro y a san Adrián. San Aldhelmo atribuía al abad Adrián los éxitos que obtuvo posteriormente en el terreno de la cultura. En Canterbury, o tal vez antes de ir a esa ciudad, el santo recibió la tonsura y tomó el hábito. Cuando Maildub se retiró de la enseñanza, san Aldhelmo pasó a Malmesbury para encargarse de la escuela. Hacia el año 683, fue nombrado abad.

El santo fomentó mucho la religión y la educación en Wessex, particularmente después de la elevación del rey Ine al trono, ya que fue consejero de dicho monarca. Para instrucción y edificación de los pobres, a quienes amaba mucho, el santo, que era un músico destacado, compuso versos y cantos en inglés. El rey Alfredo admiraba mucho los himnos ingleses de san Aldhelmo y las baladas compuestas por el siervo de Dios fueron muy populares durante varios siglos; pero, desgraciadamente, no se conserva el texto de ninguna de ellas. San Aldhelmo fundó los monasterios subsidarios de Frome y Bradford-on-Avon y construyó varias iglesias. Todavía se conserva la que dedicó a San Lorenzo, en Bradford-on-Avon, que es, sin duda, el más hermoso monumento del arte sajón. A instancias de un sínodo reunido por el rey Ine, san Aldhelmo escribió una carta a Gerainto, rey de Dummonia (Cornwall y Devon); gracias a ella, aceptaron la costumbre romana muchos clérigos que hasta entonces habían seguido la tradición celta, en la cuestión de la fecha de la Pascua. Se cuenta que el santo hizo un viaje a Roma, pero no hay pruebas suficientes de la veracidad de esta afirmación.

A la muerte de san Hedda, en 705, el territorio de Wessex se dividió en dos diócesis; a san Aldhelmo tocó gobernar la región occidental y fijó su sede episcopal en Sherborne. Cuatro años más tarde murió, cuando se hallaba visitando la población de Doulting, cerca de Westbury. Su cuerpo fue trasladado a Malmesbury con gran solemnidad. En el camino se plantaron cruces en los sitios donde su cuerpo había descansado. El más conocido de los escritos de san Aldhelmo es el tratado de la virginidad, que dedicó a las religiosas de Barking. También se conservan algunos poemas latinos y un tratado de prosodia, en el que la medida de los versos se ejemplifica con adivinanzas; por ello se ha dicho que san Aldhelmo habría gozado con los crucigramas y juegos de palabras de nuestra época. La fiesta del santo se celebra en las diócesis de Clifton, Plymouth y Southwark.

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Obisopo y Mártir

Martirologio Romano:En Milán, de la Liguria, Italia, conmemoración de san Dionisio, obispo, el cual, habiendo sido desterrado a Armenia por el emperador arriano Constancio a causa de su fe católica, murió allí, por lo que mereció el título propio de los mártires. ( c.361)
Entre los pocos obispos que sostuvieron a san Atanasio cuando todo el mundo estaba contra él, ocupa un sitio de honor san Dionisio, quien sucedió a Protasio en la sede de Milán, en 351.

San Dionisio, gran paladín de la fe católica, asistió en el año 355, en el palacio de su ciudad episcopal, a un sínodo que el emperador Constancio, favorecedor de los arrianos, había reunido para que condenase a Atanasio. San Dionisio, san Eusebio de Vercelli y san Lucifer de Cagliari, formaron parte del reducido grupo de los que se negaron a firmar el decreto. El emperador los desterró por ello.

San Dionisio se retiró a Capadocia, donde murió hacia el año 360, probablemente poco antes de que el emperador Juliano restituyese a los obispos desterrados a sus diócesis. Hay que hacer notar que san Basilio envió, desde Capadocia a Milán, los despojos mortales de san Dionisio. Todavía se conserva la carta en que san Basilio cuenta a san Ambrosio las medidas que tomó para asegurarse de la autenticidad de las reliquias.

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6:25 p.m.

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San Beda el Venerable, presbítero y doctor de la Iglesia, el cual, servidor de Cristo desde la edad de ocho años, pasó todo el tiempo de su vida en el monasterio de Wearmouth, en Northumbria, en Inglaterra. Se dedicó con fervor en meditar y exponer las Escrituras, y entre la observancia de la disciplina regular y la solicitud cotidiana de cantar en la iglesia, sus delicias fueron siempre estudiar, o enseñar, o escribir.

6:25 p.m.

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San Gregorio VII, papa de 1073 a 1085, el cual, anteriormente llamado Hildebrando, llevó vida monástica y colaboró en la reforma de la Iglesia en numerosas legaciones pontificias de su tiempo, y una vez elevado a la cátedra de Pedro, reivindicó con gran autoridad y fuerte ánimo la libertad de la Iglesia respecto del poder de los príncipes y defendió valientemente la santidad del sacerdocio. Viéndose obligado a abandonar Roma por este motivo, murió en el exilio en Salerno, de la Campania.

6:25 p.m.

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Santa María Magdalena de Pazzi, virgen de la Orden del Carmelo, en Florencia, de la Toscana, que llevó una vida de oración abnegadamente escondida en Cristo, orando con empeño por la reforma de la Iglesia, y habiendo sido distinguida por Dios con muchos dones, dirigió de un modo excelente a sus hermanas hacia la perfección.

11:27 p.m.

Por: . | Fuente: Vaticanradio.org

Obispo y Fundador de la Comunidad de las Hermanas de San José

Recordar tu vida es ver al apóstol de débil contextura física, que llegó a ser un sólido soporte moral para la fe de muchos.

Naciste el 1 Abril de 1824 en Bécancour, Quebec, Canada.

Ya desde niño mostraste excepcionales signos de fe, devoción y amor por las cosas espirituales. En un corazón así cultivado, muy pronto aparecieron los signos de la vocación sacerdotal. Pero, como era de esperar, al ver tu fragilidad física, te recomendaron que mejor abandonases la idea y siguieses por otro camino.

Pero cuando la vocación viene de Dios, no hay otro camino que pueda reemplazarla. Aunque algunas puertas se te cerraron, una se te abrió que te permitió entrar por el camino de la carrera sacerdotal.

Mons. Prince, obispo de Montreal, al descubrir la sinceridad de tu vocación, te recibió en su seminario. Y así empezó una carrera sacerdotal que no paró hasta, nada menos, en la consagración episcopal.

El Frágil Zeferino llegó a ser Obispo de Saint-Hyacinthe. Tu sensibilidad y fragilidad natural fueron en este cargo, una ayuda más que un estorbo. Ellas te ayudaron a ser sensible a las necesidades de la gente. Con todos mostrabas una gran dulzura, caridad excepcional y gran humildad. La gente te conocía con el cariñoso nombre de "el buen Mons. Moreau".

Visitabas con regularidad y dedicación a toda tu grey, ya que querías sentir en primer plano sus necesidades y problemas y querías personalmente ayudarles, a encontrar el camino hacia el buen Dios. El clero encontró en ti un buen padre y un auténtico amigo en quien confiar. Tu fragilidad natural no te impidió salir al frente para combatir con valentía los muchos desordenes existentes en la época: intemperancia, falta de modestia, mala prensa, sociedades secretas, abusos políticos. Con todos mostraste firmeza y, al mismo tiempo, dulzura. Mucha gente te escribía y a todos contestabas. Esto hizo que pudieras dejarnos en herencia un tesoro epistolario de más de 15,000 cartas.

Beato Luis Zeferino Moreau, gracias por tu vida y por tu ejemplo. Nunca olvidaremos cómo Dios hizo de un hombre frágil un campeón del apostolado.

Hoy la Iglesia, llena de alegría, conmemora el nacimiento para el cielo del Beato Luis Zeferino Moreau, quien muriera santamente en un día como hoy de 1901 en Saint-Hyacinthe, Canadá.

Fue beatificado por S.S. Juan Pablo II el 10 de mayo de 1987.

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11:27 p.m.

Por: . | Fuente: Franciscanos.org

Sacerdote franciscano español, misionero y mártir en Marruecos.

Nació el Beato Juan de Prado en Morgovejo, en el reino de León, de una familia ilustre en toda España.

A los cinco años quedó huérfano, por lo que un sacerdote, movido a piedad, le envió a Salamanca para su educación; pero desaparecidos sus bienes por culpa de su tutor, bien pronto empezó a sentir gran fastidio por el mundo; y a los veinticuatro años abrazó el estado religioso tomando el hábito franciscano en la Provincia de San Gabriel.

Desde el primer momento se distinguió por su gran amor a la perfección, y, estudiada la teología, fue destinado a predicar y confesar, ministerios para los cuales estaba favorecido del cielo con dotes singulares. Estas ocupaciones no le impedían la presencia continua de Dios y el ejercicio de la santa oración, en la que concibió deseos de pasar a tierra de infieles para ejercer allí su apostolado, aunque todavía no era el momento oportuno. Mientras llegaba éste, se dio a la austera mortificación de su carne, ayunando todo el año, durmiendo en el suelo y macerándose con cilicios y disciplinas. A la mortificación exterior unía la del espíritu, obedeciendo a todos, hasta a los novicios, haciendo los oficios más humildes aun siendo Guardián de Badajoz y de Sevilla.

A pesar de ser angelical, le levantaron una grave calumnia contra la pureza, que soportó en silencio sin defenderse, manifestando que sólo sentía el escándalo y el desdoro de la Orden. Bien pronto resplandeció su inocencia, y dadas todas las satisfacciones imaginables, fue nombrado Provincial en atención a su prudencia, a su severidad consigo mismo y su celo por la observancia.

Pudo conseguir, no sin graves dificultades, el permiso para trasladarse a Marruecos, para lo que obtuvo licencia de Urbano VIII, y en Mazagán se dedicó con gran celo a la evangelización de los soldados y demás fieles, que estaban muy abandonados en sus deberes religiosos.

Quiso salir de Mazagán para la capital, adonde iba destinado, pero se lo impidieron repetidas veces con pretextos de prudencia hasta que acompañado de otro fraile, el P. Matías, logró sus anhelos. Al llegar a las cercanías de Marrakech y ver a los esclavos cristianos, abrazóse a ellos, los consoló y les prometió dedicarse por completo a la atención de sus almas. Bien pronto tuvo noticia el Sultán de la llegada de los dos religiosos, y los hizo comparecer en su presencia. Al conocer el objeto de su venida, los encerró en un calabozo, cargados de cadenas. Venía con ellos un fraile hermano lego, a quien, como al P. Matías, había profetizado el beato Juan la próxima libertad después de morir él.

Los obligaron a moler diariamente muchos kilos de sal para fabricar pólvora, y cuando no terminaban la cantidad de labor señalada, les castigaban con palos. Sus cadenas no les impedían decir misa cotidianamente, enseñar y alentar a los cautivos y trabajar en la conversión de los paganos. Cuantas veces fue llamado a la presencia del rey, otras tantas dio respuestas dignas de los primeros mártires del cristianismo, tan claras y enérgicas, con tales razones, que parecían convencer o al menos confundir al rey.

Un día, por fin irritado del valor intrépido del santo, lo mandó azotar atado a una columna, y como no cesase de predicar la fe cristiana, el mismo rey le dio un fuerte golpe en la cabeza con su cimitarra. Después lo asaetearon y, como aun tuviera vida, después de darle muchas puñaladas, lo echaron en una hoguera para quemarlo vivo. Allí lo remataron a pedradas, rompiéndole el cráneo de un cruel hachazo.

Sus venerandos restos fueron traídos a España por sus compañeros, y recibidos con gran honor en Sanlúcar de Barrameda por el duque de Medina Sidonia, siendo trasladados años después a Santiago de Galicia.

Sufrió el martirio el 24 de mayo del año 1631, a los sesenta y ocho años de edad.

Glorioso por los milagros que obraron sus sagradas reliquias, lo beatificó Su Santidad Benedicto XIII, siendo venerado como patrón y protector de las misiones franciscanas de Marruecos.

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11:27 p.m.

Por: . | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01

Alrededor del año 517, nació Simeón en Antioquia, de una mujer llamada Marta, que también es venerada como santa. Su padre, natural de Edessa, pereció en un terremoto cuando Simeón tenía cinco años. Desde entonces, se contaban cosas extrañas sobre el chiquillo, quien acabó por alejarse de su ciudad natal y anduvo errante por las montañas hasta llegar a un pequeño monasterio en el que se refugió y, por expreso deseo, se puso bajo la guía y la tutela de un estilita muy conocido que se llamaba Juan. Durante el resto de su vida, el ermitaño se ocupó de Simeón, quien también construyó su pilar cerca del de su maestro. Desde la edad de siete años, antes de haber perdido sus dientes de leche, Simeón estableció su morada en la columna. Muy pronto la fama de su excentricidad, de su santidad y de sus poderes para realizar milagros, se extendió tanto que, para evitar la constante visita de peregrinos, Simeón se retiró a vivir en la cumbre de una roca, sobre una montaña inaccesible que llegó a conocerse con el nombre de Monte de Maravillas. Por entonces, tenía veinte años. Una década después, como resultado de una visión, estableció un monasterio para sus discípulos y mandó levantar una nueva columna para él mismo, a la que fue conducido, solemnemente, por dos obispos.

De esta manera extraordinaria, pero auténtica sin duda, vivió Simeón durante otros cuarenta y cinco años. De vez en cuando, se trasladaba a otro pilar; cuando tenía treinta y tres años, fue ordenado sacerdote, sin haber bajado de su columna, puesto que el obispo subió para hacerle la imposición de manos. Al parecer, sobre la columna había una plataforma de amplitud suficiente para que Simeón pudiese celebrar la misa ahí mismo; sus discípulos ascendían por una escalera para recibir la comunión de sus manos. En los registros de su historia se afirma que Dios manifestó la santidad de su siervo con el don de hacer milagros, sobre todo la curación de enfermos, el vaticinio de las cosas por venir, y el conocimiento de los pensamientos secretos de los demás. Evagrio, historiador sirio, fue testigo de muchas de aquellas maravillas y asegura que experimentó por sí mismo el poder de Simeón para leer los pensamientos, cuando lo visitó para pedirle consejos espirituales.

Verdaderas multitudes procedentes de todas partes acudían a San Simeón en busca de una palabra de consuelo y con la esperanza de presenciar algún milagro o beneficiarse con él. Después de la muerte de San Juan el Estilita, ya nadie pudo restringir las austeridades a que se entregaba Simeón. Evagrio dice que se mantenía enteramente con una dieta de frutas y hortalizas. Simeón escribió al emperador Justino II para pedirle que castigase a los samaritanos que habían atacado a los cristianos de las vecindades, y San Juan Damasceno atribuye a Simeón un breve texto en que alaba la veneración a las sagradas imágenes. Hay otros escritos, homilías e himnos, que también se le atribuyen, pero sin razón suficiente. Simeón había vaticinado que Justino II sucedería a Justiniano, y a Juan el Escolástico, que llegaría a ser elegido para la sede de Constantinopla, como efectivamente lo fue.

El que haya sido un estilita desde niño y desplegara sus manifestaciones espirituales desde su tierna edad; el que llegase a vivir casi sin comer y sin dormir; sus luchas con los espíritus malignos, sus mortificaciones físicas y sus numerosos milagros, como se relata en su biografía, tienen un carácter tan especial, que cualquier lector se inclinará a pensar que se trata de un personaje de fábula. El padre Delehaye dice que se trata de un documento fuera de lo común que debe leerse con buen sentido; pero sus declaraciones pueden ser comprobadas y, por cierto, que no carecen de veracidad histórica. El santo enfermó en mayo de 592. El patriarca Gregorio de Antioquia, al saber que agonizaba, corrió para ayudarle en sus últimos momentos; pero San Simeón murió antes de que él llegara.

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7:27 p.m.

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María, Auxilio de los Cristianos, mediadora de la humanidad. Como Madre del Redentor, por fuerza y mérito de la corredención, Ella es la ayuda de la humanidad necesitada de redención; lo es también de cada individuo, porque es la Madre espiritual de todos. Patrona de todos los cristianos, en especial de los salesianos. Defensora de Europa durante las invasiones musulmanas.

7:27 p.m.

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Conmemoración de san Mánahen, hermano de leche del tetrarca Herodes, que era doctor en la Iglesia de Antioquía, en Siria, sobresaliendo como profeta bajo la gracia del Nuevo Testamento (s. I).

11:22 p.m.

Por: Lamberto de Echeverría, Bernardino Llorca y José Luis Repetto Betes | Fuente: AÑO CRISTIANO Edición 2004

Presbíteros y Mártires

Martirologio Romano:En la ciudad de Witowo, en Polonia, beatos José Kurzawa y Vicente Matuszewski, presbíteros y mártires, asesinados por los perseguidores de la Iglesia cuando, en tiempo de guerra, su patria estuvo sometida por la fuerza a un poder extranjero. ( 1940)

Fecha de beatificación: 13 de junio de 1999 por el Papa Beato Juan Pablo II como parte de un grupo de 108 mártires polacos.</span></span>

Breve Biografía


En la madrugada del 23 de mayo de 1940 la policía nazi sacó de la casa rectoral en que dormían al párroco y al coadjutor de la parroquia de Osiecyni, Polonia, y los obligó a montar en un coche, que de inmediato tomó la carretera en dirección a Witowo. Cuando había recorrido unos cinco kilómetros, el coche paró, los sacerdotes fueron obligados a descender de él y fueron asesinados con tiros de pistola. Sus cuerpos quedaron en una fosa al borde de la carretera.

Este trágico final lo habían visto venir no pocas personas como consecuencia de la actitud valerosa que ambos sacerdotes venían mostrando desde la entrada de las tropas nazis en la población tras desencadenarse la II Guerra Mundial. Ellos no habían querido dejar el pueblo porque decían que su sitio estaba junto a los fieles, y seguían ejerciendo su ministerio con toda la normalidad que les era posible. Más aún, llegado el día del Corpus Christi decidieron sacar la tradicional procesión a la calle, acto al que los fieles acudieron, y que disgustó sobremanera a las autoridades de ocupación. El antiguo alcalde del pueblo acudió al párroco para decirle que era perentorio que ambos se marcharan. El párroco dijo que él de ningún modo se iba pero que el coadjutor era libre de hacerlo, a lo que éste igualmente se negó diciendo que no pensaba abandonar a su párroco. Su valentía y firmeza les costó la vida.

El párroco se llamaba Vicente Matuszewski y había nacido en Chruscienska Wola el 3 de marzo de 1869, ordenándose de sacerdote el 17 de febrero de 1895. Estuvo destinado en diferentes parroquias hasta que en 1918 se le nombró en la de Osiecyni, donde trabajó con gran entrega y mucho fruto. El obispo quiso premiar ese trabajo nombrándole canónigo de la colegiata de Kalisz sin por eso tener que dejar su parroquia.

El coadjutor se llamaba José Kurzawa y había nacido en Swierczyn el 6 de enero de 1910, ordenándose sacerdote el 14 de junio de 1936. Fue destinado a la parroquia de Osiecyni como primer encargo, siendo además de vicario parroquial el prefecto de las escuelas locales. Era muy apreciado por su mansedumbre y bondad.</span></span>
 

AÑO CRISTIANO Edición 2004
Autores: Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes
Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)
Tomo V Mayo ISBN 84-7914-709-1

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11:22 p.m.

Obispo y Mártir

Martirologio Romano:En Langres, en la Galia Lugdunense, hoy Francia, martirio de san Desiderio, obispo, de quien se narra que viendo a su grey oprimida por los vándalos, se dirigió a su rey para suplicar por ella, pero por orden del monarca fue condenado a muerte, ofreciéndose así, libremente, por las ovejas que le habían sido confiadas. ( c.355)

Breve Biografía

Su existencia en el siglo IV está garantizada por San Atanasio, que lo menciona como participante y subscritor del Concilio de Sárdica del año 343; su nombre aparece también en las actas del pseudo-concilio de Colonia del 346. San Desiderio ocupa el tercer lugar en la lista de obispos de Langres (Francia), aunque parece que era procedente de las inmediaciones de Génova, y designado a la sede de Langres de alguna manera milagrosa.

Un clérigo de dicha ciudad, de nombre Varnacario escribió, al inicio del siglo VII, un relato del martirio de San Desiderio, lo hizo basándose en tradiciones locales. Según Varnacario, el obispo Desiderio habría sido decapitado durante una invasión de los vándalos guiados por Croco; es posible que haya aquí una cierta confusión en las tradiciones locales, porque Langres tuvo diversas invasiones bárbaras, y la de los Alemanes comandados por el auténtico Croco (298-307) no coinciden con las fechas de permanencia de Desiderio como obispo de Langres; probablemente la mencionada invasión sea la de los Germanos entre los años 355 - 57, misma que fue repelida por el emperador Juliano el Apóstata.

Una leyenda dice que el santo obispo, después de su decapitación, como tantos otros “cefalóforos” (que cargan sus cabezas), recogió su cabeza y volvió a entrar en la ciudad a través de una apertura de la roca que se abrió para dejarlo pasar; esa abertura sigue siendo exhibida hoy.

El culto de san Desiderio de Langres es indisputablemente anterior al siglo VII, y el Martirologio Jeronimiano lo menciona el 11 de febrero; pero en el siglo XI, por error de un copista, error que luego fue copiado por otros, fue confundido con San Desiderio de Vienne. En la actualidad al Santo Obispo de Vienne se lo recuerda el 26 de mayo, y al de Lagres el 23 del mismo mes.

La ciudad de Langres lo recuerda el 19 de enero, aniversario de la traslación de las reliquias, acaecida en el año 1315. Su culto se difundió no sólo en Francia, sino también en Italia, Suiza y Alemania; es el patrono de la ciudad de Langres, y muchas iglesias de las diócesis están dedicadas a él; su tumba estaba al cuidado de un priorato benedictino en el centro de la ciudad. En 1354 se fundó en su honor una célebre confraternidad de la que formaron parte reyes y príncipes.

A San Desiderio se lo tiene como intercesor en los partos difíciles y como testigo de la verdad de un juramento.

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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