Ártículos Más Recientes

6:35 p.m.

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En Jerusalén, santa Melania la Joven, la cual, con su marido san Piniano, dejó Roma y marchó a la Ciudad Santa, donde, ella entre las mujeres consagradas a Dios y el marido entre los monjes, llevaron una vida religiosa y ambos murieron santamente.

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San Silvestre I, papa, que piadosamente rigió la Iglesia durante muchos años, tiempo en el cual Constantino Augusto construyó basílicas venerables, y en el Concilio Niceno aclamó a Cristo como Hijo de Dios. En este día su cuerpo fue enterrado en Roma, en el cementerio de Priscila.

11:27 p.m.

En la festividad de la Sagrada Familia, recordamos y celebramos que Dios quiso nacer dentro de una familia para que tuviera alguien que lo cuidara, lo protegiera, lo ayudara y lo aceptara como era.

Al nacer Jesús en una familia, el Hijo de Dios ha santificado la familia humana. Por eso nosotros veneramos a la Sagrada Familia como Familia de Santos.

¿Cómo era la Sagrada Familia?

María y José cuidaban a Jesús, se esforzaban y trabajaban para que nada le faltara, tal como lo hacen todos los buenos padres por sus hijos.

José era carpintero, Jesús le ayudaba en sus trabajos, ya que después lo reconocen como el “hijo del carpintero”.

María se dedicaba a cuidar que no faltara nada en la casa de Nazaret.

Tal como era la costumbre en aquella época, los hijos ayudaban a sus mamás moliendo el trigo y acarreando agua del pozo y a sus papás en su trabajo. Podemos suponer que en el caso de Jesús no era diferente. Jesús aprendió a trabajar y a ayudar a su familia con generosidad. Él siendo Todopoderoso, obedecía a sus padres humanos, confiaba en ellos, los ayudaba y los quería.

¡Qué enseñanza nos da Jesús, quien hubiera podido reinar en el más suntuoso palacio de Jerusalén siendo obedecido por todos! Él, en cambio, rechazó todo esto para esconderse del mundo obedeciendo fielmente a María y a José y dedicándose a los más humildes trabajos diarios, el taller de San José y en la casa de Nazaret.

Las familias de hoy, deben seguir este ejemplo tan hermoso que nos dejó Jesús tratando de imitar las virtudes que vivía la Sagrada Familia: sencillez, bondad, humildad, caridad, laboriosidad, etc.

La familia debe ser una escuela de virtudes. Es el lugar donde crecen los hijos, donde se forman los cimientos de su personalidad para el resto de su vida y donde se aprende a ser un buen cristiano. Es en la familia donde se formará la personalidad, inteligencia y voluntad del niño. Esta es una labor hermosa y delicada. Enseñar a los niños el camino hacia Dios, llevar estas almas al cielo. Esto se hace con amor y cariño.

“La familia es la primera comunidad de vida y amor el primer ambiente donde el hombre puede aprender a amar y a sentirse amado, no sólo por otras personas, sino también y ante todo por Dios.” (Juan Pablo II, Encuentro con las Familias en Chihuahua 1990).

El Papa Juan Pablo II en su carta a las familias nos dice que es necesario que los esposos orienten, desde el principio, su corazón y sus pensamientos hacia Dios, para que su paternidad y maternidad, encuentre en Él la fuerza para renovarse continuamente en el amor.

Así como Jesús creció en sabiduría y gracia ante Dios y los hombres, en nuestras familias debe suceder lo mismo. Esto significa que los niños deben aprender a ser amables y respetuosos con todos, ser estudiosos obedecer a sus padres, confiar en ellos, ayudarlos y quererlos, orar por ellos, y todo esto en familia.

Recordemos que “la salvación del mundo vino a través del corazón de la Sagrada Familia”.
La salvación del mundo, el porvenir de la humanidad de los pueblos y sociedades pasa siempre por el corazón de toda familia. Es la célula de la sociedad.

Oración

“Oremos hoy por todas las familias del mundo para que logren responder a su vocación tal y como respondió la Sagrada Familia de Nazaret.
Oremos especialmente por las familias que sufren, pasan por muchas dificultades o se ven amenazadas en su indisolubilidad y en el gran servicio al amor y a la vida para el que Dios las eligió” (Juan Pablo II)

“Oh Jesús, acoge con bondad a nuestra familia que ahora se entrega y consagra a Ti, protégela, guárdala e infunde en ella tu paz para poder llegar a gozar todos de la felicidad eterna.”

“Oh María, Madre amorosa de Jesús y Madre nuestra, te pedimos que intercedas por nosotros, para que nunca falte el amor, la comprensión y el perdón entre nosotros y obtengamos su gracia y bendiciones.”

“Oh San José, ayúdanos con nuestras oraciones en todas nuestras necesidades espirituales y temporales, a fin de que podamos agradar eternamente a Jesús. Amén.”
 

NOTA: Usualmente esta festividad es el domingo siguiente a la Navidad, pero en el 2016 ese día es 1 de enero, día de la Solemnidad de María Madre de Dios, por ello se mueve la celebración al día viernes 30 de diciembre.

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11:27 p.m.

Por: P. Felipe Santos |

Obispo de Tours

Martirologio Romano: En Tours, de la Galia Lugdunense, san Perpetuo, obispo, que edificó la basílica de San Martín y muchas otras en honor de los santos, y reguló en su Iglesia la práctica de ayunos y vigilias (491).

Etimológicamente: Perpetuo = duradero, es de origen latino.

Observación: En el antiguo santoral se lo recordaba el 8 de abril

Perpetuo era de familia senatorial. Una vez que lo nombraron obispo de Tours, dejó todo cuanto tenía – que era mucho – para el consuelo de los pobres. Los pobres son mis herederos. Les dejó campos, casas, jardines, pastizales, viñas y hasta la propia ropa.

Sin duda alguna fue uno de los obispos más sobresalientes de su tiempo.

Tenía siempre presente a su predecesor, san Martín, el soldado que rompió su capa en dos para entregar una parte a un mendigo.

Perpetuo agrandó la basílica dedicada a san Martín e hizo una casa grande a su lado para albergue de peregrinos.

Desde el primer año de su episcopado, convocó un concilio provincial en Tours.

Decretó que los fieles observaran algunos días de la semana con especial atención a las cosas del espíritu.

La influencia de san Perpetuo fue enorme. Trece siglos después de su muerte , alguien escribió estas palabras atribuidas al santo: “Vosotros, mis queridos hermanos, mi corona, mi alegría, es decir, el pobre de Cristo, necesitados, mendigos, enfermos, viudas y huérfanos...A todos vosotros os declaro mis herederos”.

Tenía una primavera en el corazón, porque sabía perdonar a todo el mundo y, además, entregaba su propio ser para el bien de los demás.

Catorce años antes de morir, escribió su testamento, un documento perfecto de cómo debían ser los obispos de aquellos tiempos.

Los últimos años de su vida fueron malos, debido a la invasión de lo Godos y a la doctrina arriana.

Murió en el año 494.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com

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11:27 p.m.

Por: . | Fuente: www.FrateFrancesco.org

Monja

Martirologio Romano: En Palestrina, del Lacio, beata Margarita Colonna, virgen, que prefirió a las riquezas y deleites del siglo la pobreza por Cristo, a quien sirvió profesando la Regla de santa Clara (1280).

Etimología: Margarita = Aquella de belleza poco común, es de origen latino.

Margarita nació en 1255, en Palestrina, hija de Odón, de los Príncipes Colonna, y de Mabilia o Magdalena Orsini, que tenían otros dos hijos: Juan y Giacomo (Santiago). Corría en ella, por tanto, la sangre de dos de las más poderosas familias romanas, protagonistas de excepción de la historia de la ciudad de Roma, con fases de paz y fases de enconados enfrentamientos. Palestrina era la plaza fuerte de la familia. Las grandes familias romanas estaban estrechamente unidas al papado y a la curia, y los Colonna. En 1212 había sido legado pontificio para la V Cruzada Juan Colonna, cardenal de Santa Práxedes. Fue él quien trajo a Roma desde Oriente la columna a la que, según la tradición, estuvo atado Jesús durante la flagelación, y que aún se conserva en la iglesia de la que él fue titular.

Los años en los que vivió Margarita fueron tumultuosos y complicados para la Iglesia. La sede papal quedó vacante durante 20 años, el periodo más largo de la historia. Los pontificados de los papas que salían del cónclave eran demasiado breves, y eso perjudicaba su autoridad y prestigio, tan necesarios para mantener el equilibrio entre las pretensiones de Francia y del Imperio germano sobre el territorio italiano.

Desde la más tierna infancia había sido educada por su madre en las virtudes cristianas por su madre, que había conocido a san Francisco en la casa de su hermano Mateo, tío de Margarita. Pero ella y sus hermanos quedaron pronto huérfanos, primero de padre, y luego de madre. Quedó bajo la tutela de su hermano Juan, dos veces senador de Roma, quien le preparó un matrimonio prestigioso y conveniente para las alianzas nobiliarias, mas ella sólo deseaba ser esposa virginal de Jesucristo.

El 6 de marzo de 1273, apoyada por su otro hermano, el cardenal Giacomo Colonna, se retiró con otras dos jóvenes piadosas en la iglesia de Santa María de la Costa, en el Monte Prenestino, hoy llamado Castel San Pietro, encima de Palestrina, donde fundaron una comunidad religiosa, sin aprobación canónica. Vistió el sayo de las damianitas, bajo el cual llevaba un cilicio ceñido a sus carnes. Entre ayunos y penitencias pedía al Señor le concediese su mayor deseo: ser clarisa. Así vivió unos años, siendo un escándalo para su familia.

En 1278, siendo su hermano Juan senador de Roma, su otro hermano, Giacomo, fue nombrado cardenal por expreso deseo del papa Nicolás III (Giangaetano Orsini, también pariente de Margarita). La elección no se obedeció solamente al hecho de pertenecer a una familia importante. El joven Giacomo era un verdadero creyente y amaba a Cristo, de modo que tomó consigo a su hermana y la llevó a Roma, para orar juntos ante los sepulcros de san Pedro y san Pablo. Fue el comienzo de una nueva etapa en la vida de Margarita, pues su ejemplo despertó el interés de otras mujeres, interesadas en dedicar enteramente su vida, como ella, al servicio de Cristo.

Hacía sólo 20 años que había muerto santa Clara, y su ideal de vida y el de Francisco atraía a multitud de personas de toda condición social. A petición de Margarita, el ministro general de los frailes menores fray Jerónimo Masci, futuro papa Nicolás IV, le permitió entrar en el monasterio de santa Clara de Asís, pero los planes del Señor eran otros, y una enfermedad se lo impidió. Pensó entonces en retirarse con sus compañeras en el convento de la Méntola sobre el monte Guadagnolo, entre Palestrina y Tívoli), donde se veneraba una imagen de la Virgen a la que le tenía mucha devoción, pero era un feudo del conde de Poli, que no veía con buenos ojos a una Colonna en su territorio. Fue por eso que, al poco tiempo, se trasladó a Roma, y pasó largo tiempo como huésped de una noble muy piadosa y generosa, llamada Altrudis, apodada “de los pobres” por aquellos a quienes ella había dado sus bienes. Hasta que, en 1278, con ayuda de su hermano cardenal, regresó al monte Prenestrino, junto a su ciudad natal, para fundar monasterio donde se viviera pobremente y se alabara al Señor día y noche.

Ella misma se ocupó de la formación de sus compañeras; pero su caridad se extendía más allá, hasta los enfermos y pobres de la comarca. Cada año, para la fiesta de San Juan Bautista, del que era muy devota, organizaba para ellos una comida. Cuenta la tradición que, en cierta ocasión, se presentaron Jesús y el Bautista a su mesa, pero desaparecieron cuando los reconoció Margarita. Toda su rica dote fue a parar a manos de los pobres y enfermos. Una vez agotado su rico patrimonio personal, no permitió que sus hermanos le ayudasen, sino que prefirió vivir como franciscana, y no le importó recurrir a la “Mesa del Señor”, pidiendo limosna de puerta en puerta, para continuar su obra en favor de los pobres.

Practicó de manera heroica todas las virtudes, edificando al pueblo con la oración asidua y el ejemplo de una caridad heroica. Con ocasión de una epidemia, Margarita se hizo “toda para todos” asistiendo maternalmente a los hermanos enfermos y corrió también en ayuda de los franciscanos de Zagarolo. Otra vez acogió en casa a un leproso de Poli, comiendo y bebiendo en el mismo plato y, en un ímpetu de amor, besó aquellas repugnantes llagas. Sería demasiado prolijo recordar todas las manifestaciones de la intensa vida mística de Margarita: la observancia escrupulosa de la regla de Santa Clara, el amor a la pobreza, la continua unión con Dios, los éxtasis, las efusiones de lágrimas, las frecuentes visiones celestiales, el matrimonio místico con el Señor, quien se le apareció colocándole un anillo en el dedo y una corona de lirios sobre la cabeza y le imprimió la llaga del corazón.

Durante siete años sobrellevó pacientemente una herida ulcerosa en el costado, como si llevara una llaga de la pasión de Jesucristo. Aún no había cumplido los 30 años cuando murió al alba del 30 de diciembre de 1284, a causa de la úlcera y de unas fiebres altísimas. Su muerte fue en todo digna de una perfecta hija de San Francisco, el cual por amor de dama pobreza quiso morir desnudo sobre la desnuda tierra. La noche de Navidad se le había aparecido la Virgen con el Niño en brazos, y la dejó en un estado de profunda exaltación. Después que hubo recibido el viático y la unción de los enfermos, pidió a su hermano el cardenal Giacomo, que la colocaran en tierra, deseando morir pobre como Jesús y el Seráfico Padre San Francisco. Fue complacida, pero sólo por un breve espacio de tiempo, porque estaba demasiado extenuada. Por último pidió que le dieran el crucifijo: habiéndolo besado con intenso afecto, lo mostró a sus hermanas, exhortándolas a amarlo con todas sus fuerzas. Se adormeció un poco y luego volviendo en sí exclamó con vigor: “He ahí a la santísima Trinidad que viene, adoradla!”. Luego, cruzados los brazos sobre el pecho, y fijando los ojos en el cielo, expiró serenamente.

Los funerales se desarrollaron el mismo día, en la iglesia de San Pietro sul Monte Prenestino con gran concurso de pueblo y de todos los franciscanos de la zona. El sepulcro de Margarita se convirtió enseguida en meta de peregrinos, que recibían gracias por su intercesión. Cuando el papa Honorio IV autorizó en 1285 el traslado de su comunidad de clarisas al monasterio de San Silvestre in Cápite de Roma, éstas se llevaron consigo el cuerpo de la beata, que permaneció allí hasta el año 1871. Hoy sus reliquias se veneran en la iglesia de Castel San Pietro, donde la semilla sembrada por Margarita hace más de siete siglos sigue aún viva, gracias a las clarisas del monasterio de Santa María de los Ángeles.

Sus primeros biógrafos fueron su hermano Juan y la primera abadesa de San Silvestre. Pío IX aprobó su culto el 17 de septiembre de 1847. Pocos años antes el papa Gregorio XVI había dispuesto que los Colonna y los Orsini eran las únicas familias con el privilegio exclusivo de Príncipes asistentes de la sede pontificia.

Margarita representa para el mundo una delicadísima figura de mujer en quien las dotes naturales de inteligencia, fascinación y sensibilidad, unidas al realismo y a la dignidad de su hogar, se insertan en el robusto árbol de la espiritualidad franciscana. Su vida brilla como un arco iris de paz en la historia tormentosa de su tiempo.

ORACIÓN
Oh Dios, que has hecho admirable
en el desprecio de los bienes terrenos
a la Beata virgen Margarita,
ardiente de amor por ti:
concédenos, por su intercesión,
permanecer siempre unidos solamente a ti
mientras cargamos con nuestra cruz.
Derrama sobre nosotros, Señor,
el espíritu de santidad
que concediste a la Beata Margarita Colonna,
para que podamos conocer el amor de Cristo,
que supera todo conocimiento,
y gozar de la plenitud de la vida divina.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

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Personaje bíblico: heroína judia que defendió la libertad y religión del pueblo de Israel degollando al general Holofernes.

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Las últimas noticias históricas de [Santiago Apóstol] nos llegan de Palestina, donde muerte mártir (el primero de los Apóstoles de Jesús) decapitado en Jerusalén. A partir de aquí surge una profunda tradición de que su cuerpo es trasladado al fin del mundo, al occidente europeo, a Galicia (España). Arribaría en barco a Iria Flavio (Padrón) y de allí sería conducido tierra adentro hasta acabar enterrado en tierras de la actual Santiago de Compostela. La historia da lugar a la tradición con el paso de las generaciones y la invasión musulmana, hasta reencontrarse la tumba en el siglo IX, iniciándose una segunda historia del Apóstol Santiago que marcaría España y toda Europa con el Camino de Santiago.

11:22 p.m.

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En la localidad de San Miguel de los Reyes, en la misma región, beato Juan Bautista Ferreres Boluda, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, que durante la persecución contra la fe en España, imitando la pasión de Cristo, consiguió la palma el martirio (1936).

Padre Juan Bautista Ferreres Boluda nació en Olleira (Valencia) el 27 de noviembre de 1861 y entró en la Compañía de Jesús en 1888, dónde se hizo sacerdote.

Era maestro de Teología Moral y de Derecho Canónico en el teologato de Sarriá.

Murió en Valencia en el lugar llamado “Picadero Paterna” el 29 de diciembre de 1936 a consecuencia de los maltratos recibidos.

Tenía 75 años.

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11:22 p.m.

Mártir

Martirologio Romano: En el pueblo Picadero Paterna, en la región de Valencia, España, beatos mártires Enrique Juan Requena, presbítero, y José Perpiñá Nácher, los cuales lucharon noblemente por Cristo (1936).

Etimología: Enrique = Aquel que es jefe de hogar. Es de origen germánico.

Enrique Juan Requena nació en Aielo de Malferit, en España, el 19 de enero de 1883 y fue sacerdote de la Arquidiócesis de Valencia.

Al estallido de la guerra civil y la feroz persecución religiosa que atravesò España, fue llamado a testimoniar con sangre su fe en Cristo.

Fue ejecutado por consiguiente cerca de Picadero Paterna el 29 de diciembre de 1936 junto con José Aparicio Sanz y José Perpiña Nácher.

El Papa Juan Pablo II lo beatificó el 11 marzo de 2001 con otras 232 víctimas de la misma persecución.

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11:22 p.m.

Por: . | Fuente: ACI Prensa

Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: En la ciudad de Paterna, en la región de Valencia, en España, beato José Aparicio Sanz, presbítero y mártir, que derramó su sangre por Cristo cuando arreciaba la persecución contra la fe (1936).

El P. José Aparicio Sanz nació el 12 de marzo de 1893 en Enguera. Sus padres fueron Manuel Aparicio Sanz y Leonor Sanz Sanz, quienes lo educaron en un ambiente profundamente cristiano, dando señales desde muy niño de piedad y vocación sacerdotal.

Luego de finalizar sus estudios secundarios, ingresó en el Colegio de Vocaciones Eclesiásticas de San José, de Valencia. Después pasó al Seminario Conciliar Central de Valencia, que entonces tenía el rango de Universidad Pontificia, donde fue un seminarista modelo tanto por su aplicación al estudio como por sus virtudes.

Fue ordenado sacerdote el 17 de junio de 1916 por el obispo de Segorbe, el también Siervo de Dios fray Luis Amigó Ferrer. El día 30 del mismo mes celebró su primera Misa en su parroquia natal, la arciprestal de San Miguel de Enguera. Ejerció su primer ministerio sacerdotal en la vicaría de Benalí, donde, además de su buen ejemplo, dejó el recuerdo de la reconstrucción de la iglesia y de la casa abadía.

En 1917 fue trasladado a Santa María de Oliva, como coadjutor, y, al tratarse de una parroquia mayor, pudo tener más campo para desarrollar sus actividades en todos los sectores de la pastoral, añadiendo a ello el alto espíritu de caridad que demostró durante la epidemia de gripe del año 1918, que afectó gravemente a numerosas poblaciones valencianas.

Más tarde pasó a Luchente, parroquia de la que tomó posesión el 16 de octubre de 1921 y lugar apropiado para el desarrollo de su profunda devoción eucarística. Tal vez desde entonces comenzó a firmar sus escritos como director espiritual de almas y escritor místico con el título de "Centinela de mi Sagrario". De este pueblo, santificado por el prodigio de los Corporales de Daroca, hizo un centro de irradiación y atracción eucarísticas.

En 1930, cuando tenía 37 años, fue nombrado arcipreste de su población natal, Enguera, parroquia que dirigió hasta coronar su vida de apóstol con el martirio. Fue en esta parroquia donde culminó su trabajo pastoral iniciado anteriormente en otros pueblos, y en todos los campos, aspectos y matices del apostolado dejó huellas indelebles de la fuerza de su espíritu. Al estallar la revolución española de 1936, el P. José Sanz reaccionó como verdadero sacerdote católico. El 11 de octubre de 1936 fue detenido por unos milicianos en casa de su familia, siendo trasladado a la Cárcel Modelo donde encontró a otros feligreses. Estos feligreses le pidieron al P. Sanz que interceda y pida clemencia al Comité de Enguera, que los habaía encarcelado, al estar cerca las fiestas navideñas. El sacerdote accedió y el resultado fue que pusieron en libertad a unos y a otros les martirizaron, entre ellos el fiel sacerdote. Durante los meses que permaneció en cautiverio, el P. Sanz animó a sus compañeros a sufrir el martirio por Cristo y a perdonar de corazón a sus ejecutores, pues la recompensa del "cielo" estaba esperando por ellos. Fue ejecutado el 29 de diciembre de 1936 en Paterna. Sus restos descansan en la Capilla del Santísimo de la parroquia de Enguera.

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Santo Tomas Becket, obispo y mártir, que por defender la justicia y la Iglesia fue obligado a desterrarse de la sede Canterbury y de la misma Inglaterra, volviendo al cabo de seis años a su patria, donde padeció mucho hasta que fue asesinado en la catedral por los esbirros del rey Enrique II, emigrando a Cristo.

11:26 p.m.

Fundador de los Misioneros
de la Preciosa Sangre

Martirologio Romano: En Roma, san Gaspar del Búfalo, presbítero, el cual lucho denodadamente por la libertad de la Iglesia y, encarcelado, no cesó de conducir a los pecadores por el camino recto, principalmente con la devoción a la preciosísima sangre de Cristo, en cuyo honor fundó las Congregaciones de Misioneros y de Hermanas. (1837)

Etimológicamente: Gaspar = Aquel que administra tesoros. Viene de las lenguas hebrea y persa.

Este santo nació en Roma en 1786. Era hijo de un capitán. Fue ordenado sacerdote en 1808. Pero en 1809 Napoleón puso preso al Sumo Pontífice Pío VII y entonces el Padre Gaspar y todos los sacerdotes que permanecieron fieles al Papa, fueron desterrados. En 1814, al ser derrotado Napoleón, pudo volver libre el Pontífice a Roma y también el Padre Gaspar volvió a la ciudad eterna, y encontró que por haber estado la ciudad varios años casi sin sacerdotes había muchísimo trabajo que hacer en confesiones y predicaciones y en tratar de instruir a la juventud, y se dedicó a ello con toda su energía y de tiempo completo.

Viendo que se necesitaban fervorosos misioneros que predicaran de pueblo en pueblo y de ciudad en ciudad, se propuso fundar una nueva comunidad religiosa: Los Misioneros de la Preciosa Sangre. El Papa lo ayudó y lo animó y así pronto tuvo ya un buen número de misioneros. El quería que las casas de su nueva comunidad se fundaran en los barrios más pobres, más abandonados y más pervertidos de cada ciudad.

Y empezó por la ciudad de Nápoles que en ese tiempo era una verdadera guarida de bandidos, donde nadie tenía la vida segura. El propio Sumo Pontífice le recomendó que empezara por Nápoles, pues esa gente necesitaba mucho de la conversión .Y las dificultades que se le presentaban eran extremas. Parecía que Nuestro Señor lo estaba poniendo a prueba, pues apenas solucionaba una dificultad le aparecían varias más. Sin embargo él, con una gran confianza en Dios, logró reunir un buen número de sacerdotes y allá se fue a fundar casas de misiones y obtuvieron grandes conversiones.

A sus misioneros les recomendaba que trabajaran fuertemente, y que nunca se dieran por vencidos a pesar de las dificultades y que no dejaran un solo día sin instruirse más y más en nuestra santa religión. El y sus sacerdotes recorrían pueblos y ciudades predicando el evangelio y la conversión. Aguantaban hambres, fríos, persecuciones y pobreza, pero conseguían un gran número de conversiones, con su predicación, su buen ejemplo y sus sacrificios.

Las gentes al verlos tan mortificados y tan instruidos y al oírlos hablar con tanto entusiasmo acerca de la conversión y de la salvación del alma se entusiasmaban y cambiaban de modo de vivir y empezaban a ser mejores. El santo, que terminaba cada misión terriblemente fatigado, les decía a sus amigos: ¿Si es tan bonito trabajar por Nuestro Señor aquí en medio de tantas fatigas, cuánto más será estar junto a El en el cielo donde no hay dolor ni cansancio?.

Por todas partes por donde andaba predicando iba propagando la Adoración Nocturna: ese dedicar una noche cada mes para pasar varias horas rezando ante el Santísimo Sacramento.

Ya bastante enfermo sufría muchísimo de sed por el calor y por la fiebre, pero hacía el sacrificio de no tomar agua, para obtener con ese sufrimiento la conversión de los pecadores. En invierno el frío lo hacía sufrir muchísimo pero no tenía calefacción, porque el martirio del frío podía convertir pecadores.

Murió en Roma en 1836, y fueron tantos los milagros que se obtuvieron por su intercesión, que el Sumo Pontífice lo declaró santo en 1954.

San Gaspar: te encomendamos nuestras ciudades, especialmente aquellos barrios donde hay más maldad, para que ruegues a Dios por ellos y consigas la conversión de muchos pecadores.

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11:26 p.m.

Por: . | Fuente: Vatican.va

Fundadora de las Esclavas del Sagrado Corazón

Martirologio Romano: En Nápoles, Italia, santa Catalina Volpicelli, virgen, que entregada a la asistencia de pobres y enfermos fundó el Instituto de Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, con la finalidad de que este siempre manifestase una caridad activa, adaptada a las necesidades de los tiempos. ( 1894)

Fecha de canonización: 26 de abril de 2009, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI

Catalina Volpicelli, Fundadora de Las Esclavas del Sagrado Corazón, pertenece a la compañía de los "apóstoles de los pobres y de los marginados" que, en el siglo XIX, fueron para Nápoles un signo resplandeciente de la presencia del Cristo "buen Samaritano" que se acerca a cada hombre herido en el cuerpo y en el espíritu, para derramar sobre sus heridas el aceite de la consolación y el vino de la esperanza (cf. Misal Romano, 2 ed. Italiana, Roma 1983, Prefacio común VIII, pág. 375).

Nacida en Nápoles el 21 de enero de 1839, Catalina tuvo en su familia, perteneciente a la alta burguesía, una sólida formación humana y religiosa. En el Colegio Real de San Marcelino, bajo la sabia guía de Margarita Salatino (futura cofundadora, con el Beato Ludovico de Casoria de las Hermanas Franciscanas Elizabetinas Bigie), aprendió letras, idiomas y música, cosa que no era usual para una mujer de su tiempo.

Guiada por el Espíritu del Señor, que le revelaba el plan de Dios a través de la voz de sabios y santos Directores espirituales, Catalina que mientras insistía en rivalizar con su hermana y en brillar en la sociedad, frecuentando teatros y espectáculos de danzas, rápidamente renunció a los valores efímeros de una vida elegante y despreocupada, para adherir con generosa decisión a una vocación de perfección y de santidad.

El encuentro ocasional con el Beato Ludovico de Casoria, el 19 septiembre de 1854, en "La Palma" en Nápoles, fue, como afirmó ella misma: "un momento singular de la gracia obsequiosa, de la caridad y de la predilección del S. Corazón enamorado de las miserias de su Sierva". El Beato la asoció a la Orden Franciscana Seglar y le indicó como única finalidad de su vida, el culto al Sagrado Corazón de Jesús, invitándola a permanecer en medio a la sociedad, en la cual debía ser "pescadora de almas".

Guiada por su confesor, el barnabita P. Leonardo Matera, el 28 mayo de 1859 Catalina entró a formar parte de las Adoradoras perpetuas de Jesús Sacramentado, pero en poco tiempo se retiró, por graves motivos de salud.

Otro era el designio de Dios para Catalina. Lo había intuído muy bien el Beato Ludovico que a menudo le repetía: "El Corazón de Jesús, oh Catalina, ésta es tu obra !"

Por indicación de su confesor, la Volpicelli conoce la hoja mensual del Apostolado de la Oración "Le Messager du Coeur de Jèsus". Escribe al P. Enrique Ramière, director general del Apostolado de la Oración en Francia, recibiendo de él noticias detalladas de la naciente Asociación, con el Diploma de Celadora, el primero llegado a Italia. En julio de 1867, P. Ramière visita el edificio de Largo Petrone en la Salud, en Nápoles, donde Catalina está pensando establecer la sede de sus actividades apostólicas "para hacer renacer en los corazones, en las familias y en la sociedad el amor por Jesucristo".

El Apostolado de la Oración será el centro de todo la estructura espiritual de Catalina, que le permitirá cultivar su amor ardiente por la Eucaristía y se convertirá en instrumento de una acción pastoral que tiene las dimensiones del Corazón de Cristo y por lo tanto abierta a todo hombre, siempre al servicio de la Iglesia, de los últimos y de los sufridos.

Con las primeras celadoras, el 1 julio de 1874 Catalina funda el nuevo Instituto de las "Esclavas del S. Corazón", aprobado en primera instancia por el Cardenal Arzobispo de Nápoles, el Siervo de Dios Sixto Riario Sforza, y posteriormente, el 13 junio de 1890, por el Papa León XIII que concede a la nueva familia religiosa el Decreto de alabanza".

Interesada en el futuro de la juventud, abrió enseguida el asilo de huerfánas las "Margaritas", fundó una biblioteca circulante e instituyó la Asociación de las Hijas de María, con la guía sabia de la Venerable M. Rosa Carafa Traetto (+ 1890).

En poco tiempo abrió otras casas: en Nápoles en el edificio Sansevero y luego junto a la iglesia de la Sabiduría, en Ponticelli, donde las Esclavas se distinguieron en la asistencia a las víctimas del cólera del año 1884, en Minturno, en Meta de Sorrento y en Roma.

El 14 mayo de 1884, el nuevo Arzobispo de Nápoles, el Cardinal Guillermo Sanfelice, OSB, consagró el Santuario dedicado al S. Corazón de Jesús, que la Volpicelli había hecho eregir junto a la Casa Madre de sus obras, destinándolo particularmente a la adoración reparadora, solicitada por el Papa para el sostèn de la Iglesia, en una època difícil para la libertad religiosa y para el anuncio del Evangelio.

La participación de la Catalina al primer Congreso Eucarístico Nacional, que se celebró en Nápoles en el año 1891 (19-22 noviembre), fuè el acto cumbre del apostolado de la Fundadora de las Esclavas del S. Corazón; en aquella ocasión montó una rica exposición de ornamentos sagrados, destinados a las iglesias pobres, organizó la adoración eucarística en la Catedral y fue la animadora de aquel gran movimiento de almas que culminó en la impresionante: "Confesión y Comunión general".

Catalina Volpicelli muere en Nápoles el 28 diciembre de 1894 ofreciendo su vida por la Iglesia y por el Santo Padre.

La Causa de beatificación y canonización de la insigne testigo de la caridad del Corazón de Cristo, despuès de la instrucción del Proceso Ordinario en los años 1896-1902 en la Curia eclesíastica de Nápoles, fue oficialmente presentada ante la entonces S. Congregación de los Ritos el 11 enero de 1911.

El 25 de marzo de 1945, el Santo Padre, Pio XII declaraba la heroicidad de las virtudes, atribuyèndole el titulo de Venerable.

El 28 de junio de 1999, su Santidad Juan Pablo II, aprobó la lectura del decreto para su beatificación.

El 26 de abril de 2009 fue canonizada por S.S. Benedicto XVI.

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Virgen religiosa de la Segunda Orden Franciscana (1236‑1320). Clemente XIII aprobó su culto el 27 de julio de 1765.

Matía, nacida hacia el año 1235 en Matelica, en las Marcas, pertenecía a la familia noble De Nazarei. Creció rodeada de los amorosos cuidados de los familiares, que hicieron todo para prepararla para un brillante porvenir. Su padre, se soñaba para ella un matrimonio digno de su categoría. Pero un hecho inesperado trastornó todos sus planes. El ejemplo de las dos santas hermanas Clara e Inés de Asís también se repitió en Matelica. Un día Matía sin avisar a nadie, huyó de su casa y fue a tocar las puertas del monasterio de Santa María Magdalena de las hermanas Clarisas, pidiendo a la abadesa que la recibiera entre sus cohermanas. Esta le hizo notar que era imposible sin el consentimiento de sus padres. Poco después el padre y algunos parientes irritadísimos irrumpieron en el monasterio decididos a llevarla de nuevo a su casa por la fuerza. Pero todo fue inútil. El padre fue vencido por la insistencia de su hija, que así pudo realizar su sueño de seguir a Cristo por el camino de la perfección.

Tenía dieciocho años cuando comenzó el noviciado y antes de la profesión distribuyó parte de sus bienes a los pobres y parte la reservó para urgentes trabajos de restauración del monasterio. Tras su ejemplo otras muchachas la siguieron por el camino de vida evangélica que habían trazado San Francisco y Santa Clara.

Después de ocho años de vida religiosa fue elegida abadesa unánimemente. Durante cuarenta años Matía fue la celosa superiora de las Clarisas, iluminada guía espiritual y al mismo tiempo sagaz administradora. Poseía las cualidades aparentemente contradictorias de una gran mística y de una sabia organizadora. Confiando en la Divina Providencia, con ofrendas de la población y de su familia, reconstruyó casi desde los cimientos la iglesia y el monasterio.

La vida interior de la Beata Matía se modeló sobre la Pasión del Señor. Por muchos años todos los viernes sufrió dolores y numerosos arrobamientos. Fue una mujer de gobierno que a las virtudes contemplativas unía las virtudes prácticas. Se mantuvo también en contacto con el mundo, sabiendo decir una palabra de consuelo, ayuda y exhortación a los muchos que acudían a ella. Fue llamada “Madre de la caridad” pues ayudaba en la medida de las posibilidades aun a indigentes y pobres. Un niño estaba a punto de morir como consecuencia de una caída. La madre desesperada lo llevó a la Beata Matía, quien después de orar lo tocó con la mano y lo restituyó sano y salvo a su madre. Y se cuentan de ella otros prodigios.

El 28 de diciembre de 1320, después de haber exhortado y bendecido por última vez a sus queridas cohermanas, murió serenamente a los 85 años, dejando tras de sí un dulce recuerdo, que luego se transformaría en culto, el cual confirmaría Clemente XIII.

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Conmemoración de san Antonio, monje, el cual llevó vida solitaria y, siendo ya anciano, se recluyó en el monasterio de Lérins, de la Provenza, en donde, amable y docto, murió piadosamente (c. 520).

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En Roma, san Gaspar del Búfalo, presbítero, el cual lucho denodadamente por la libertad de la Iglesia y, encarcelado, no cesó de conducir a los pecadores por el camino recto, principalmente con la devoción a la preciosísima sangre de Cristo, en cuyo honor fundó las Congregaciones de Misioneros y de Hermanas.

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