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Por: . | Fuente: patria-nazarena.blogspot.com

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En diversos lugares de España, Beatos Jaime Puig Mirosa y 18 compañeros de la Congregación de los Hijos de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, además de Sebastián Lorens Telarroja, laico, asesinados por odio a la fe. ( 1936-1937)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Hijo de Juan y de Iluminada, nació el día 14 de abril de 1910 en Camprodón (Girona). Era el mayor de tres hijos y el único varón. Quedando huérfano de padre y en una difícil situación económica, le fue concedido el ingreso en el Colegio de Huérfanos de Sant Julià de Vilatorta a los 11 años por petición de su abuela. Allí completó la enseñanza primaria y fue cultivando una vocación religiosa y sacerdotal que unos años más tarde, con su ingreso al colegio Nazareno de Blanes el 25 de julio de 1925, asumiría en nuestro Instituto de Hijos de la Sagrada Familia. Vistió el hábito el 25 de septiembre de 1927 en el colegio Sagrada Familia de Les Corts, a manos del P. Luis Tallada, Superior General, e inició el año de noviciado junto con Pedro Ruiz, Francisco Saborit, Ramón Jordà y Bernardo Serra, entre otros. El día 26 de septiembre de 1928 hizo su primera profesión, frecuentando en los años siguientes sus estudios eclesiásticos en el escolasticado de Les Corts y siendo su prefecto el P. Ramón Oromí, Maestro suyo también durante el noviciado.

Profesó perpetuamente el 20 de septiembre de 1935. En Barcelona recibió la tonsura y las primeras órdenes y fue promovido sucesivamente el diaconado, que tuvo fecha el 17 de diciembre de 1935. El 7 de marzo de 1936 fue ordenado sacerdote, en Girona, junto con los padres Mariano Ruiz, Roberto Montserrat y José Pairó. Cantó su primera misa en la capilla del colegio de Loreto de Les Corts. Como minorista, había hecho las prácticas de enseñanza en los colegios de Huérfanos de Sant Julià y Santa María de Blanes. En los pocos años de su ministerio sacerdotal, manifestó una gran estima y gravedad en su porte, en el modo de hablar y, sobre todo, en la celebración de la eucaristía.

La revolución de 1936 le sorprendió haciendo las veces de superior y prefecto de escolares de 12 filósofos en la residencia de Mas Loreto, Mosqueroles, con el teólogo Pedro Ruiz como viceprefecto y el coadjutor Domingo García. Por el párroco del lugar y la radio se enteraron de lo que sucedía en varios puntos de la península. El día jueves, 22 de julio, por la mañana, tras el aviso de la llegada de un grupo de comunistas en el pueblo para saquear las casas y quemar la parroquia y la residencia, la mayoría se dispersó por el bosque, permaneciendo escondidos en casas amigas durante dos semanas. El padre Vila tuvo que proveer, en aquellas graves circunstancias y sin poder comunicarse con el P. Samá, Superior General por aquel entonces, a la seguridad y alojamiento de todos. Fue el último en abandonar la residencia cuando ya se habían dispersado los otros, estando dispuesto a ofrecerse el primero con tal de poner a salvo a los demás. El único pase que logró conseguir lo cedió al hermano Juan Sierra para que pudiera llegar hasta Barcelona y ampararse en el consulado norteamericano.

En la madrugada del 2 de agosto, el padre Vila, con los hermanos Casimiro Roca y Pedro Ruiz, emprendió viaje, a pie, hacia Vic. Allí se hospedaron en casa de su hermana Isabel, mientras les obtuvo nuevos pases y pasaje hasta Manresa, quedando el padre Vila en su casa hasta el día 20 de septiembre, en que fue detenido. Desde primeros de aquel mes, había acudido también a refugiarse allí el padre Buenaventura Belart, escolapio, pariente suyo, que también fue detenido aquel mismo día. Días más tarde, luego de haber sido informada del desenlace, su hermana misma precisó que ambos sacerdotes habían sido asesinados en la noche del 21 al 22 del mismo mes de septiembre. El padre Vila contaba con 26 años de edad y 8 de profesión religiosa. En 1942, en el Juzgado de Barcelona, se inscribió su desaparición.

Integran el grupo:
(Nombre, Lugar y fecha del martirio)


01.- Jaime (Jaume) Puig Mirosa, Sacerdote- Blanes (Girona) el día 30 VII 1936;
02.- Sebastián Llorens Telarroja, Apóstol Laico- Blanes (Girona) el día 30 VII 1936;
03.- Narciso Sitjà Basté, Sacerdote- Barcelona el 9 VIII 1936;
04.- Juan Cuscó Oliver, Sacerdote- Lérida el 21 VIII 1936;
05.- Pedro Sadurní Raventós, Sacerdote- Lérida el 21 VIII 1936;
06.- Fermín Martorell Víes, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
07.- Francisco Llach Candell, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
08.- Eduardo Cabanach Majem, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
09.- Ramón Cabanach Majem, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;
10.- Juan Franquesa Costa, Sacerdote- Cerveza, Lleida, 2 IX 1936;
11.- Segismundo Sagalés Vilà, Religioso Coadjutor- Múnter, Barcelona, 8 IX 1936;
12.- José Vila Barri, Sacerdote- Gurb de la Plana, Barcelona, 21 IX 1936;
13.- Pedro Verdaguer Saurina, Sacerdote- Barcelona, 15 X 1936;
14.- Roberto Montserrat Beliart, Sacerdote- Barcelona, 13 XI 1936;
15.- Antonio Mascaró Colomina, Religioso Escolar- Barcelona, 27 I 1937;
16.- Pedro Ruiz Ortega, Religioso Escolar- Barcelona, 4 IV 1937;
17.- Pedro Roca Toscas, Religioso Escolar- Barcelona, 4 IV 1937;
18.- Ramón Llach Candell, Sacerdote- Barcelona, 19 IV 1937;
19.- Jaime Llach Candell, Sacerdote- Barcelona, 19 IV 1937;
20.- Ramón Oromí Sullà, Sacerdote- Barcelona, 26 IV 1937.

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Por: P. Felipe Santos |

Virgen

Martirologio Romano: En Troyes, a orillas del Sena, en la Galia Lugdunense (hoy Francia), santa Maura, virgen, dedicada a obras de piedad y caridad (c. 850).

Etimología: Maura = oscura. Viene de la lengua latina.

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.

Estamos hoy ante la historia de una virgen del siglo IX.

Era hija de un noble llamado Mariano y de la rica Sedulia, y hermana de Eutropioo, el eminente prelado de Troyes.

Fue aquí en donde ella vivió. Su padre llevaba una vida disipada. Gracias a las advertencias de su hija, cambió de vida y se convirtió en un padre honrado y virtuoso.

Su hermano, que era sacerdote, había renunciado ya a su herencia. De esta manera, Maura disponía de una dote increíble.

Prefirió entregarse al Señor antes que un hombre.

Decía tener cuatro novios: san Pedro, san Pablo, san Gervasio y san Protasio.

Les rezaba a menudo. Mantenía y sostenía las iglesias a ellos dedicadas.

Socorría a los monjes y monjas en la diversas misiones que llevaban a cabo.

Iba los martes y los viernes descalza y de rodillas a sus iglesias. Y esos días tomaba solamente agua.

Prudencio, obispo y biógrafo de Maura, afirma que era muy querida porque hacía muchas curaciones de la vista.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com

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Presbíteros y Mártires

Martirologio Romano: En Sai-Nam-Hte, en Corea, pasión de los santos mártires Lorenzo Imbert, obispo, Pedro Maubant y Jacobo Chastan, presbíteros de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París, los cuales, por salvar la vida de sus cristianos, se ofrecieron a los soldados de guardia hasta ser asesinados a espada ( 1839).

Fecha de canonización: Los tres forman parte de 103 mártires canonizados por S.S. Juan Pablo II el 6 de mayo de 1984, en Seúl, Corea.

Breve Biografía


Lorenzo José Mario Imbert. Su nombre es el primero y el más destacado de la larga relación de mártires cuya fiesta se celebra hoy. Había nacido en la diócesis de Aix-en-Provence. Su familia residía en Calas, y era harto pobre. Es conmovedor saber cómo aprendió a leer: un día encontró un centimillo en la calle, con el compró un alfabeto y rogó a una vecina que le enseñara las letras. Así, a fuerza de perseverancia, consiguió la preparación suficiente para poder ingresar, en 1818, en el seminario de Misiones Extranjeras. Después de dos años de estudios se embarca en Burdeos y marcha a trabajar a China.

En plena tarea apostólica le sorprende el nombramiento de vicario apostólico de Corea y su elevación al episcopado. En mayo de 1837 es consagrado en Seu-Tchouen, y al terminar el año llega a Corea.

No era el primero en llegar. Le habían precedido ya otros dos misioneros, llamados a compartir el martirio con él. Los dos franceses: Pedro Filiberto Maubant, nacido en la diócesis de Bayeux, y Jacobo Chastan (Santiago Honorato Castán), nacido en la diócesis de Digne. El primero había venido directamente de Francia. El segundo había trabajado anteriormente en Siam.

Inmediatamente pusieron manos a la obra. Ante todo fue necesario aprender la lengua coreana, tributaria del chino, pero con muchas analogías con los dialectos siberianos. Después pudieron ya ponerse de lleno al trabajo apostólico.

Escuchemos a monseñor Imbert lo que era su vida: "No permanezco mas que dos días en cada casa que reúno los cristianos, y antes de que amanezca el tercer día paso a otra casa. Me toca sufrir mucha hambre, porque después de haberme levantado a las dos y media de la madrugada, esperar hasta el mediodía y recibir entonces una comida mala y floja, bajo un clima bajo y seco, no es cosa fácil. Después de comer reposo un poco, y a continuación doy clase de teología a mis seminaristas; después oigo confesiones hasta la noche. Me acuesto a las nueve sobre la tierra cubierta de una lona y un tapiz de lana de Tartaria, porque en Corea no hay ni camas ni mantas. He tenido, siempre un cuerpo débil y enfermizo, y a pesar de todo he llevado adelante una vida laboriosa y bien ocupada; pero aquí pienso haber llegado a lo superlativo y al nec plus ultra de trabajo. Ya os imaginaréis que con una vida tan penosa no tengamos miedo al golpe de sable que debe terminarla."

Todo esto había que hacerlo con el mayor secreto. Las quince o veinte personas a las que había atendido cada día: confesiones, bautismos, confirmaciones, matrimonios, etcétera, tenían que retirarse antes de la aurora. Aun así, aquella vida no pudo prolongarse mucho tiempo. Dos años después de su llegada, el 11 de agosto de 1839, monseñor Imbert era detenido por los perseguidores.

San Pedro Filiberto MaubantPedro Filiberto Maubant nació la diócesis francesa de Bayeux en 1803. Sintió la vocación misionera e ingresó en la Sociedad de Misiones Extranjeras. Ordenado sacerdote, fue enviado a China, donde se le dijo que pasara a la misión coreana. Llegó a ella junto con el padre Jacobo Chastan y trabajó dos años hasta que llegó el vicario apostólico Lorenzo Imbert. Como misionero tenía la orden, junto con el padre Jaime Honorato, de formar el clero nativo. De esta forma fue ordenado sacerdote a Andrés Kim Taegón, el cual, como sacerdote, quedaría al frente de la misión cuando los tres misioneros fueron martirizados.

Cuando recibió orden de sus superiores de entregarse lo hizo obedeciendo de forma heroica y quitando así problemas a sus cristianos. Murió en el tormento, junto con Lorenzo Imbert y Jacobo Chastán.

Jacobo Honorato Chastan nació en la diócesis de Digne (Francia) en 1803. Sintió la vocación misionera, e ingreso en la Sociedad de Misiones Extranjeras donde fue ordenado sacerdote, que le envió a Tailandia, donde trabajó activamente. Inició la misión de Corea junto con el padre Pedro Filiberto Maubant y allí trabajó durante dos años, hasta que cuando se inició la persecución recibió la orden de su superior el padre Lorenzo Imbert, de permanecer en su puesto, así lo hizo obedeciendo de manera heroica y sufrió el martirio junto con los dos misioneros citados.

El martirio

Comprendió bien que había llegado el final de su vida. Y creyó un deber, para evitar apostasías a los fieles seguidores, invitar a sus dos compañeros a entregarse. La tarjeta enviada por el obispo, que era una invitación al martirio, llegó primero al padre Maubant, quien la transmitió a su compañero el padre Castán. Ambos obedecieron sin vacilar. Cada uno redactó una instrucción para uso de sus fieles y luego en común unas líneas dirigidas a toda la cristiandad coreana. Escribieron una breve memoria para el Cardenal Prefecto de Propaganda Fide y una carta a sus hermanos de las Misiones Extranjeras para encomendarles a sus neófitos. En esta carta es donde alegremente, como si quisieran aliviarles la pena, dicen que "el primer ministro Ni, actualmente gran perseguidor, ha hecho fabricar tres grandes sables para cortar cabezas".

Todo esto llevaba la fecha del 6 de septiembre. Y una vez terminados los preparativos, los dos misioneros se unieron a su obispo. Los tres europeos comparecieron ante el prefecto y confesaron noblemente su fe: "Por salvar las almas de muchos, no hemos vacilado ante una distancia de diez millares de lys. Denunciar a nuestras gentes, y hacerles daño, olvidando los diez mandamientos, no lo haremos jamás, preferimos morir." Aquel mismo día 15 de septiembre recibieron la primera paliza, con bastones. Otra nueva les esperaba, después de un interrogatorio similar, el día 16. Por fin, el día 21 tuvo lugar el suplicio final.

Les desnudaron hasta la cintura, y les asaetearon cruelmente, de arriba a abajo, a través de las orejas, les colmaron de heridas y, por fin, los rociaron de cal viva. Después de obligarles a dar por tres veces la vuelta a la plaza, mostrándose al público que se burlaba de ellos, se les hizo arrodillarse. Los soldados empezaron a correr en su derredor y al pasar les golpeaban con su sable. El padre Castán se puso instintivamente de pie al recibir el primer golpe. Después se arrodilló junto a sus dos compañeros, que estaban inmóviles. Al poco tiempo, los tres habían muerto.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

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Uno de los doce Apóstoles y autor del primer Evangelio. Su símbolo es un hombre o un hombre con alas. Es patrón de los banqueros, de los contables y de las fuerzas de seguridad, de aduaneros, loteros, expendedurías de tabaco y recaudadores de Hacienda

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En el monasterio de Lan-Carvan, en Cambria meridional, san Cadoc, abad, bajo cuya autoría también fueron fundados muchos monasterios en la región de Cornwall (Cornualles), en Inglaterra, y en Bretaña Menor (s. VI).

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Por: Alvaro Huerga, O.P. | Fuente: Mercaba.org

Presbítero

Martirologio Romano: En Córdoba, en España, beato Francisco de Posadas, presbítero de la Orden de Predicadores, que durante cuarenta años predicó a Cristo en su región, sobresaliendo por su humildad y caridad (1713).

Fecha de beatificación: Pío VII lo beatificó solemnemente el 20 de septiembre de 1818.

Del padre Posadas se ha dicho que tenía la pobreza de San Francisco de Asís, la austeridad y poder taumatúrgico de San Francisco de Paula, la dulzura y sabiduría de San Francisco de Sales, el celo por la fe de San Francisco de Regis, la obediencia y temple de San Francisco Javier.

El padre presentado, fray Francisco de Posadas, es un personaje relativamente moderno: dejó esta vida cuando el siglo XVIII iba a cumplir tres lustros. Su biografía es simple, casi esquemática, aunque colmada de peripecias vocacionales y éxitos apostólicos. Por fortuna, su mismo confesor, el padre maestro fray Pedro de Alcalá, más tarde provincial de los dominicos de Andalucía, escribió al detalle la vida y milagros del nuevo "San Vicente Ferrer" —como le llamaba la gente— en un libro de tomo, lomo y más de 800 páginas; ésa es la fuente auténtica y gozosa de todos los biógrafos posteriores. Y en ella se ha inspirado directamente la semblanza que aquí pergeñamos.

Oriundos de Galicia, estirpe hidalga de sangre y de casa solariega con renombre —capitanes (un bisabuelo suyo conquistó Cheves y Monforte, rindiendo a fuerza de coraje las dos villas lusas), canónigos e inquisidores, eran honra y prez de la familia—, Esteban Martín Losada y María Fernández-Pardo y Posadas, tuvieron una luna de miel amarga: los vasallos de Juan de Braganza arrasaron Lama de Arcos y, como desquite, cebaron el deseo de venganza contra viejas derrotas en la casa infanzona del joven matrimonio, que huyó, en busca de clima y economía más propicios, a Córdoba. Allí montaron una tienda de panería. Ni les fue bien en el negocio ni en el matrimonio; aquél se arruinó; éste vio malograrse reiteradamente las esperanzas de sucesión. Don Esteban Martín abre una nueva tienda de naranjas y limones y especiería en la plaza del Salvador, en una casa contigua a la puerta principal del convento de San Pablo, según se sale a mano derecha; María Fernández-Pardo y Posadas acude a la Virgen de la Fuensanta implorando fecundidad y ofreciendo de antemano el primer fruto de sus entrañas a la celestial Señora. Y el día 25 de noviembre de 1644 nace, en la casatienda, un niño a quien, el 4 de diciembre, en la parroquial de San Andrés, pusieron por nombre Francisco.

Cinco años más tarde, otra vez la desgracia vino a rondar el humilde hogar. Falleció don Esteban Martín Losada. Francisco saboreó el pan de la temprana orfandad. La pobreza había obscurecido totalmente el esplendor de la sangre hidalga; pero empezaba a florecer, en la tierra árida de la miseria, la hidalguía de la gracia. Madre e hijo forman un bloque natural y sobrenaturalmente irrompible; ella, fiel al voto; él, piadoso, bien dispuesto siempre a la obediencia y al amor. La viuda casó en segundas nupcias con Juan Pérez Cerezo; fue un padrastro con Francisco. No consintió que el niño fuese al colegio de la Compañía de Jesús; era un gran sacrificio, y el egoísmo del nuevo jefe de familia triunfó sobre el ideal —sangre y promesa— de la madre; cuatro años de oficial aprendiz de cordonero pasó el joven en un taller sito en las Casillas, en el campo de San Antón; cuatro años de galeras bajo el rigor de un hombre de "indigesta condición" que más parecía un cómitre que un maestro artesano. Francisco aprendió lo que es ganar el pan con el sudor de la frente y del alma. Impávido y fervoroso aguantó el rudo noviciado de la vida pobre, acrisolándosele el espíritu. Su madre seguía soñando. El maestro o cómitre se convenció que el camino vocacional del aprendiz no iba por allí; era un hombre de Dios. Lo había demostrado hasta el heroísmo. Pero el padrastro no cede. Dios vino en ayuda de la madre y del hijo. El padre maestro fray Miguel de Villalón le buscó acomodo en San Pablo y le dio clases de latín. El "hijo de la vendedera", con dieciséis años al hombro, empezó a rumiar declinaciones y conjugaciones,

En este tiempo muere el padrastro, fracasa la tienda y Francisco retorna al hogar. La madre se dedica a recovera, es decir, a revender huevos por las calles; sacar el hijo adelante, ofrecérselo a la Virgen. No piensa en otra cosa. Francisco siente también la ineludible llamada de la gracia. Pide el hábito; pero el convento dominicano de San Pablo de Córdoba es nido de águilas, fragua de sabios y crisol de sangre. La flor y nata de las familias cordobesas se glorían de tener allí hijos que son ya obispos o maestros en teología. Los estatutos de limpieza de sangre y el orgullo aristocrático velan por la ejecutoria del convento. No le faltaban a Francisco nobleza de sangre y nobleza de alma, pero era notoria su calidad de hijo de la "vendedera". Estaban cerradas las puertas de San Pablo para él; la madre apuró el contratiempo; buscó otro monasterio y fue admitido. Estaba todo a punto para la toma de hábito; Francisco acudió a despedirse de la Virgen del Rosario, en su capilla de San Pablo, como quien se ve obligado a decir adiós a una Madre celestial; rompió en llanto y regresó al lado de la madre terrena que le había preparado ya el modesto hatillo para su nueva vida. Francisco estaba inconsolable; a pesar de todo, quería ser "fraile de la Virgen". El protector, padre Villalón, lo envió a Escalaceli, extramuros de la ciudad, convento dominicano pobre, donde San Alvaro de Córdoba empezó la reforma de la Orden a raíz de la Claustra, donde se santificó y escribió fray Luis de Granada; Escalaceli era una cuna de santos, mientras San Pablo era forja de sabios. Para Dios no hay racismos; fray Andrés Mellado, prior a la sazón, lo recibió de buen grado. Y el 23 de noviembre de 1672 le dio el hábito. Se enfureció el prior de San Pablo; ya era tarde: el novicio había salido muy de madrugada hacia Jaén, donde haría el noviciado. En el ínterin vacó el provincialato y el cargo recayó, por derecho, en el prior de San Pablo; dio órdenes de expulsión del novicio, pero los frailes de Jaén se opusieron con razones y con ruegos. Por prudencia tuvo que acceder a que el novicio profesase, pero le prohibió que, de regreso a Escalaceli, entrase en Córdoba, ni siquiera a dar un abrazo a su madre, "Ia vendedora"...

El nuevo provincial lo destinó a San Pablo para hacer los cursos de artes, filosofía y teología. Ante la oposición del padre prior, enconado enemigo de fray Francisco, optó por enviarlo a Sanlúcar de Barrameda. Allí se granjeó una no común estima por su talento y virtud. El padre Tirso González, andando el tiempo prepósito general de la Compañía de Jesús, conoció y admiró al joven dominico, cuando aquél estuvo en Sanlúcar predicando. Fray Francisco era su más entusiasta oyente, Por fin, a finales de 1678, se fue a Guadix; el obispo, fray Diego de Silva y Pacheco, le ordenó de sacerdote el 22 de diciembre. Pocos días después cantó su primera misa en el altar de la Virgen de la Fuensanta, apadrinado por el padre Villalón y don Andrés Fernández de Córdoba, señor de Zuheros.

Retornó a Sanlúcar y empezó a predicar, Santidad y sabiduría brillaban en el joven predicador tanto que el padre Enrique de Guzmán, nombrado regente de la Minerva de Roma y luego vicario general de la Orden, quiso llevárselo consigo. No accedió al honor; era impiedad dejar para siempre a su anciana y bendita madre; era infidelidad a la vocación buscar cátedra en lugar de púlpito. La fama pregonaba maravillas de sus sermones; el prior de San Pablo, que no era ya el que le persiguió con tan malévola constancia, le invitó a predicar en la iglesia del convento; pero los aristócratas maestros en teología amenazaron con quemar el púlpito si ponía en él los pies el hijo de la "vendedora". Pero la gracia acabó por vencer al pecado; la humildad, a la obstinación. El padre Posadas fue destinado al hospicio u hospedería. que en Córdoba tenía el convento de Escalaceli; un ángel lo recibió al llegar, diciéndole: "Esta será tu cruz". Se dedicó a predicar con gran fruto. Una calumnia fue motivo para que le quitasen de allí y lo mandasen reintegrarse al convento de la sierra; falló, por grave enfermedad, un maestro de San Pablo encargado de dar unas misiones cuaresmales en Almadén y Chillón; el padre Posadas lo reemplazó en última instancia, pero con ventaja. Al regresar, el calumniador estaba arrepentido. Y el prior de Escalaceli pidió perdón al padre Posadas y volvió a encomendarle el hospicio, que en adelante será conocido con el nombre de "Hospitalico del padre Posadas".

Y aquí empieza la "vida pública", la vida del profeta en su patria, la vida del milagro y del sacrificio total. La hora de la acción apostólica. El mensaje misionero y espiritual del padre Posadas tiene dos facetas entrelazadas por un fin común: la del predicador y la del escritor.

1. Predicador. Predicaba en las iglesias, en las calles y en las plazas. En plan de misionero infatigable. Cantaba el pueblo con él coplas devotas; recitaban la doctrina cristiana; rezaban en alta voz el rosario. Un crucifijo presidía siempre la procesión. Entraba en las cárceles, en los monasterios. "Poníase sobre una pequeña mesa, donde la piedad del que pasa a vista de la cárcel pone la limosna a los presos, y como no podía sobresalir para dominar a tanto auditorio, sacaron el púlpito de la inmediata iglesia de Nuestra Señora del Socorro"; oíanle muchedumbres; también los maestros en teología, incluso el anciano prior que tanto le persiguió, se había rendido, y no faltaba nunca a sus sermones, mezclándose entre la gente; "aseguraban muchos el lugar desde por la mañana... sin cuidar del alimento del cuerpo"; inquisidores, obispos y cardenales lo escuchaban atónitos lo mismo que las masas enfervorizadas. Treinta años pasó predicando en Córdoba, salvo algunas temporadas breves en que misionaba por la provincia. Realmente, era un caso excepcional, extraordinario. Nadie se acordaba ya de su humilde origen; él, sí; lo repetía con exquisita humildad para acallar los elogios, para ahuyentar la tentación de los honores: prioratos y mitras, ambición de tantos humanos, fueron quedándose a sus pies. Renunciaba a todo lo que no fuese humildad: santidad. Ningún predicador había arrastrado las muchedumbres así desde tiempos de San Vicente Ferrer. Como ejemplo de la eficacia de su predicación, hay uno muy significativo: se empeñó en desterrar las comedias y cerrar el teatro y lo consiguió. Como es lógico, era una tarea difícil. Pero ahí está, después de una lucha de resistencias y tiras y aflojas, el decreto del ayuntamiento de Córdoba que decide suprimir y demoler el teatro público a 11 de octubre de 1694. Córdoba vio y vivió los mejores tiempos de su cristianismo con el padre Posadas.

El 20 de septiembre de 1713 celebró misa muy tempranico; se sentó luego en el confesonario; se despidió de sus confesandos; a las diez treinta se retiró diciendo adiós a todos; a las once treinta le dio un ataque de apoplejía, que muchos confundieron con uno de sus frecuentes raptos; a las siete treinta de la tarde expiró. Tenía sesenta y nueve años; lo trasladaron aquella misma noche al convento de San Pablo; no lo habían querido recibir vivo y lo recibieron —y con grandes honores—muerto. Repicaron todas las campanas de la ciudad; el pueblo acudió en masa a venerarlo y se retrasó dos días el entierro; el Ayuntamiento le costeó una lujosa sepultura en el capítulo, revestida de seda, teniendo que sacar los restos de los dos padres maestros que más le habían perseguido para depositar en su lugar los restos mortales del padre Posadas; sobre su tumba se grabó un epitafio historiado.

Sobre su tumba siguen los cordobeses desgranando súplicas y lágrimas. Y el padre Posadas los escucha con la bondad de siempre. Desde el cielo.

2. Escritor. El padre Posadas, extraordinario representante de la oratoria sagrada española en los últimos tiempos, fue también un gran maestro y escritor espiritual. Su biógrafo, padre Alcalá, se admiraba cómo podía tener tiempo para escribir un hombre que pasaba todo el día predicando, confesando y orando. Pero ahí están sus obras, que revelan un digno continuador de la gran escuela mística del siglo XVI. Cultivó el género biográfico, dejándonos tres biografías: una de Santo Domingo, muy alabada y reeditada; y otra del extremeño padre Cristóbal de Santa Catalina, presbítero y fundador del Hospital de Jesús Nazareno, dirigido espiritual suyo; y una tercera de la madre Leonor María de Cristo, monja dominica de Santa María de los Angeles, de Jaén; cultivó, además, el género didáctico, escribiendo un bello libro contra Molinos, el maestro espiritual condenado; también ensayó el género poético en más de una ocasión, aunque sin insistencia; sólo algunos versos suyos vieron la luz, quedando inéditos otros muchos, como el que empieza:

En las aras de mi amor
peno y gozo a un mismo tiempo...

Pero, sobre todo, escribió muchos tratados espirituales en forma de sermones; cinco tomos de estos escritos publicó su confesor con el título de Obras póstumas.

"Crióle Dios naturalmente retórico." El alcance de este juicio, hecho por quien lo trató tantos años, puede descentrarse si se prescinde de la época en que actúa, de la constante dedicación a la predicación y de las dotes psicofísicas de que estaba adornado. Cuerpo robusto, carácter sanguíneo, incendiado en el amor de Dios y de la Virgen, incendiador de almas. Su estilo literario es barroco, viril, vital; pese a las metáforas —siempre apropiadas, rebuscadas en las fuentes bíblicas las más de las veces, finas a lo Góngora siempre—, su estilo logra un contacto directo con la realidad cotidiana; es plástico, como conviene a un misionero; florido, para rendir tributo al gusto del tiempo; docto, como convenía a un ingenio doblemente feliz: por don de naturaleza y del arte. En el Llanto de las virtudes —sus tratados llevan siempre epígrafes metafóricos: Silbos, Ladridos, Voces, La mano que abre la puerta del cielo, La mejor Rosa de Jericó, Místicas espigas de la mejor Ruth, Las casas del olvido, Horas de un reloj cristiano que despierta al alma del pecador dormido, Caminos para la conversión del alma, Devoto peregrino del cielo, Colirio, El sueño de la culpa, Las tradiciones del Alcorán del mundo, etcétera— finge que encuentra "unas doncellas ricamente vestidas y con honestidad adornadas": "Estaba la una hincada de rodillas, el semblante devoto, y los ojos en el cielo; la otra tenía un compás en la mano, con que parece que medía o ajustaba; otra sustentaba un peso, con que repartía las cosas que pesaba a los circunstantes; otra estaba de pie en una columna, sin ladearse..." A todas les va preguntando por los motivos de su llanto; y ellas responden que son las virtudes y que los motivos del llanto puede preguntárselos al profeta Jeremías... El diálogo, cabalgando en la metáfora, es encantador; los sermones sobre el pozo y la fuente de Samaria rezuman una frescura y un gracejo humanísimos, pero al mismo tiempo revelar ansias espirituales de la mejor ley. Análogos ejemplos nos ofrecen los Silbos o llamadas de Cristo a las ovejas, o la descripción de "las tradiciones" del Alcorán del mundo, donde analiza los principios o decires falsos por los que se rigen los hombres.

Escritor espiritual de talla, amén de predicador infatigable, docto y digno, enamorado de la Virgen, el padre Posadas dejó tras sí una estela de luz y de verdad que no se eclipsan.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

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11:21 p.m.

Por: . | Fuente: Vatican.va

Virgen, Fundadora de las
Religiosas Carmelitas del Divino Corazón de Jesús

Martirologio Romano: En Sittard, Paises Bajos, beata María Teresa de San José (Ana Maria) Tauscher, virgen y fundadora de las Hermanas Carmelitas del Divino Corazón de Jesús ( 1938).

Breve Biografía

Nació en Sandow (Brandenburgo, hoy Polonia), el 19 de junio de 1855. Su padre era pastor luterano, y su madre, aunque era luterana, sentía un gran amor por la santísima Virgen, por lo cual, el 24 de julio, cuando su hija fue bautizada, le puso el nombre de Ana María. Administró el bautismo su abuelo paterno, también él pastor luterano.

Su infancia transcurrió de modo feliz y despreocupado, con su madre, a quien amaba tiernamente, y con su padre, que le dedicaba los ratos libres de su ministerio.

En mayo de 1862 su padre fue nombrado superintendente en Arnswalde, a donde se mudó con la familia, que mientras tanto había aumentado con el nacimiento de otras dos niñas: Lisa y Magdalena.

En aquel ambiente tan diverso, Ana María comenzó una vida nueva, ya no en la soledad del campo, sino en el movimiento de una gran casa parroquial, donde su padre y su madre se dedicaban con gran empeño a las diversas actividades pastorales y caritativas. En efecto, su madre, acompañada por ella, reunía a los niños para el catecismo y visitaba a los pobres y a los enfermos. Así se suscitó en Ana María un gran amor al prójimo, especialmente a los más necesitados.

En 1865 su padre fue trasladado a Berlín. Allí Ana María comenzó a sentirse mal, por lo cual tuvo que dejar la escuela, a la que volvió después con mucho esfuerzo. A causa de su delicada salud y con vistas a los estudios, en 1870 sus padres decidieron enviarla, con su hermana Lisa, a un colegio para niñas de los Hermanos Moravos, situado en el campo. Entre ellos había personas muy devotas y en Ana María surgió el deseo de hacerse "monja".

El aire sano la ayudó a restablecerse pronto, y en contacto con la naturaleza su temperamento tímido fue abriéndose más. Sin embargo, se opuso a todo tipo de lisonjas y vanidades, manteniendo su estilo de vida serio, leal y lleno de bondad, siempre dispuesta a intervenir con generosidad ante cualquier necesidad o petición.

Durante la Pascua de 1872 su padre la hizo volver a casa para que recibiera la Confirmación. Fue para ella una gran prueba, porque se sentía cada vez más alejada del luteranismo. En algunas ocasiones, incluso en el colegio para niñas, no había querido decir a qué religión pertenecía, declarando que seguía una suya propia. En discusiones con pastores protestantes que frecuentaban a su familia, se comentó que su manera de razonar era más católica que protestante.

Pasó el verano de 1873 en casa de sus abuelos. En esa circunstancia recibió una propuesta de matrimonio, que rechazó inmediatamente, afrontando con firmeza la ira de su abuelo, al que, por lo demás, amaba mucho.

En 1874 murió su madre, que sólo tenía 45 años de edad, y Ana María, quebrantada por el dolor, tuvo que hacerse cargo de la familia. Cinco años después, su padre volvió a casarse, y la eximió de esa responsabilidad. Así, pudo finalmente realizar el deseo que cultivaba desde hacía mucho tiempo: constituir una asociación de señoritas que se dedicaran a diversas labores manuales, para después venderlas y así ayudar a las misiones.

Para ofrecer a Dios un gran sacrificio, aceptó en Colonia el cargo de directora del manicomio de la ciudad. En medio de las duras pruebas derivadas del contacto con los enfermos mentales, recibió la gracia de Dios de adherirse a la fe católica. Fue acogida oficialmente en la Iglesia católica el 30 de octubre de 1888.

Cada vez sentía más intensamente el deseo de consagrarse completamente a Dios. Después de leer el libro de la autobiografía de santa Teresa de Jesús, se orientó hacia el Carmelo, pero su confesor le dijo que no era ese su camino. Con el tiempo vio claramente que Dios la llamaba a fundar una congregación que, impregnada del espíritu carmelitano de oración y reparación, se dedicara a la asistencia a los niños huérfanos, pobres y abandonados: las Carmelitas del Divino Corazón de Jesús.

En su autobiografía narra los grandes sufrimientos que afrontó al inicio de la Congregación.
Expulsada de la casa paterna, así como de Alemania, donde el cardenal Kopp le negó la autorización de llevar el hábito religioso, anduvo errante de un país a otro, hasta que llegó a Rocca di Papa, cerca de Roma, donde en junio de 1904 el cardenal Satolli le dio permiso de conseguir una vieja casa, que llamó: el Carmelo del Divino Corazón de Jesús. Allí, el 3 de enero de 1906, la madre y sus primeras compañeras emitieron los primeros votos religiosos válidos según el derecho canónico.

Pasada la tribulación, le fue permitido volver a Alemania, donde se habían multiplicado sus obras, llamadas "Casas de San José". En 1912 partió para América para fundar allí el Carmelo del Divino Corazón de Jesús. Mientras se ocupaba de las nuevas fundaciones, estalló en Europa la primera guerra mundial y la casa madre de Rocca di Papa fue expropiada por el Gobierno italiano por ser "propiedad alemana".

Cuando volvió de América, en 1920, tuvo que buscar una nueva casa madre. La encontró en Sittard, Holanda. Allí pasó los últimos años de su vida. A causa de su deteriorada salud ya no podía viajar. Se dedicaba a la formación espiritual de sus religiosas y a la consolidación de la Congregación, elaborando las Constituciones.

Murió santamente el 20 de septiembre de 1938.

Fue beatificada el 13 de mayo de 2006, en Roermond (Países Bajos).

Reproducido con autorización de Vatican.va

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LVII Papa

Martirologio Romano: En Constantinopla, nacimiento para el cielo de san Agapito I, papa, que trabajó enérgicamente para que los obispos fuesen elegidos libremente por el clero de la ciudad y se respetase la dignidad de la Iglesia. Enviado a Constantinopla por Teodorico, rey de los ostrogodos, ante el emperador Justiniano confesó la fe ortodoxa, ordenó a Menas como obispo de aquella ciudad y descansó en paz (536).

Etimológicamente: Agapito = Aquel que es amable, es de origen griego.

Reinó del 535-536.

Su fecha de nacimiento es incierta; murió el 22 de abril del 536.

Fue hijo de Gordianus, un sacerdote Romano que había sido liquidado durante los disturbios en los días del Papa Symmachus.

Su primer acto oficial fue quemar en presencia de la asamblea del clero, el anatema que Bonifacio II había pronunciado en contra de Dioscurus, su último rival, ordenando fuera preservado en los archivos Romanos.

El confirmó el decreto del concilio sostenido en Cartago, después de la liberación de África, de la yunta de Vándalo, según los convertidos del Arrianismo, fueron declarados inelegibles a las Santas Ordenes y aquellos ya ordenados, fueron admitidos meramente para dar la comunión.

Aceptó una apelación de Contumeliosus, Obispo de Riez, a quien un concilio en Marsella había condenado por inmoralidad, ordenando a San Caesarius de Aries otorgar al acusado un nuevo juicio ante los delegados papales. Mientras tanto, Belisarius, después de la sencilla conquista de Sicilia, se preparaba para una invasión de Italia.

El rey Gótico, Theodehad, como último recurso, mendigó al viejo pontífice proceder a Constantinopla y traer su influencia para lidiar con el Emperador Justiniano.

Para pagar los costos de la embajada, Agapito se vio obligado a prometer las naves sagradas de la Iglesia de Roma.

Se embarcó en pleno invierno con cinco obispos y un séquito imponente. En febrero del 536, apareció en la capital del Este y fue recibido con todos los honores que convienen a la cabeza de la Iglesia Católica.

Como él había previsto sin duda, el objeto aparente de su visita fue condenado al fracaso. Justiniano no podría ser desviado de su resolución para restablecer los derechos del Imperio en Italia. Pero desde el punto de vista eclesiástico, la visita del Papa a Constantinopla marcó un triunfo escasamente menos memorable que las campañas de Belisario.

El entonces ocupante de la Sede Bizantino era un cierto Anthimus, quien sin la autoridad de los cánones había dejado su sede episcopal en Trebizond, para unir el cripto-Monophysites que, en unión con la Emperatriz Teodora, intrigaban para socavar la autoridad del Concilio de Calcedonia.

Contra las protestas del ortodoxo, la Emperatriz finalmente sentó a Anthimus en la silla patriarcal.

No bien hubo llegado el Papa, la mayoría prominente del clero mostró cargos en contra del nuevo patriarca, como un intruso y un herético. Agapito le ordenó hacer una profesión escrita de la fe y volver a su sede abandonada; sobre su negativa, rechazó tener cualquier relación con él.

Esto enfadó al Emperador, que había sido engañado por su esposa en cuanto a la ortodoxia de su favorito, llegando al punto de amenazar al Papa con el destierro. Agapito contestó con el espíritu: "Con anhelo ansioso vengo a mirar hacia el Emperador Cristiano Justiniano. En su lugar encuentro a un Dioclesiano, cuyas amenazas, sin embargo, no me aterrorizan." Este atrevido idioma hizo que Justiniano tomara una pausa; siendo convencido finalmente de que Anthimus era poco sólido en la fe, no hizo ninguna objeción al Papa en ejercitar la plenitud de sus poderes a deponer y suspender al intruso, y, por primera vez en la historia de la Iglesia, consagrar personalmente a su sucesor legalmente elegido, Mennas.

Este memorable ejercicio de la prerrogativa papal no se olvidó pronto por los Orientales, que, junto con los Latinos, lo veneran como un santo.

Para purificarlo de cualquier sospecha de ayudar a la herejía, Justiniano entregó al Papa una confesión escrita de la fe, que el último aceptó con la juiciosa cláusula, "aunque no pudiera admitir en un laico el derecho de enseñar la religión, observaron con placer que el afán del Emperador estaba en perfecto acuerdo con las decisiones de los Padres".

Poco después Agapito cayó enfermo y murió, después de un glorioso reinado de diez meses. Sus restos fueron introducidos en un ataúd y dirigidos a Roma, siendo depositados en San Pedro.

Su memoria se mantiene el 20 de septiembre, el día de su deposición. Los griegos lo conmemoran el 22 abril, día de su muerte.
 

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6:55 p.m.

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Memoria de los santos Andrés Kim Taegön, presbítero, Pablo Chöng Hasang y compañeros, mártires en Corea. Se veneran este día en común celebración todos los ciento tres mártires que en aquel país testificaron intrépidamente la fe cristiana, introducida fervientemente por algunos laicos y después alimentada y reafirmada por la predicación y celebración de los sacramentos por medio de los misioneros. Todos estos atletas de Cristo —tres obispos, ocho presbíteros, y los restantes laicos, casados o no, ancianos, jóvenes y niños—, unidos en el suplicio, consagraron con su sangre preciosa las primicias de la Iglesia en Corea (1839-1867).

6:55 p.m.

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En la localidad de Arco, en la región de Trento, en Italia, beato Adelpreto, obispo, valeroso tutor de pobres y defensor de la libertad de la Iglesia, que, acechado por los enemigos, murió cruelmente herido.

11:21 p.m.

Por: . | Fuente: diocesisdecartagena.org

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En diversos lugares de Murcia, España, Beato Antonio (en el siglo Miguel Faúndez López), sacerdote profeso de la Orden de los Hermanos Menores y tres compañeros, asesinados por odio a la fe. ( 1936)

Fecha de Beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Fr. Antonio (Miguel Faúndez López) Sacerdote profeso de la Orden de Frailes Menores. Nació en el pueblo de La Hiniesta, diócesis de Zamora, el 23 de julio de 1907 y fue bautizado a los dos días con el nombre de Miguel.

Emitió la profesión perpetua en la Orden de Frailes Menores en 1928 y fue ordenado sacerdote el 8 de febrero de 1931.

El 11 de marzo de 1936, los milicianos asaltaron el Convento de Cehegín, obligando al Siervo de Dios a buscar su salvación en varios pueblos. La tarde del 11 de septiembre, mientras estaba hospedado benignamente en una casa fue sacado de ella por los milicianos con un pretexto. Una vez en la calle, se dio cuenta que era conducido a otro lugar para ser asesinado y comenzó a gritar: “¡Viva la Virgen del Rosario”! “¡Viva Cristo Rey”!. Alcanzado por los tiros de los milicianos, el Siervo de Dios enrojeció con su sangre las calles de Bullas.

S.S. Benedicto XVI firmó el 10 de diciembre de 2010 el decreto con el cual se reconoce el martirio de este grupo de mártires, lo cual permitirá su próxima beatificación que se realizará, Dios mediante, el 13 de octubre de 2013

Este grupo de mártires está integrado por:

1. ANTONIO (MIGUEL FAÚNDEZ LÓPEZ), sacerdote profeso, Orden Frailes Menores
nacimiento: 23 Julio 1907, en La Hiniesta, Zamora (España)
martirio: 19 Septiembre 1936 en Bullas, Murcia (España)

2. BUENAVENTURA (BALTASAR MARIANO MUÑOZ MARTÍNEZ), clérigo profeso, Orden Frailes Menores
nacimiento: 7 Diciembre 1912 en Santa Cruz, Murcia (España)
martirio: 4 Septiembre 1936 en Cuello de Tinaja, Murcia (España)

3. PEDRO SÁNCHEZ BARBA, sacerdote diocesano y terciario franciscano
nacimiento: 1 Junio 1895 en Llano de Brujas, Murcia (España)
martirio: 4 Septiembre 1936 en Cuelo de Tinaja, Murcia (España)

4. FULGENCIO MARTÍNEZ GARCÍA, sacerdote diocesano y terciario franciscano
nacimiento: 14 Agosto 1911 en Ribera de Molina, Murcia (España)
martirio: 4 Octubre de 1936 en Espinardo, Murcia (España)

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11:21 p.m.

Religiosa Mercedaria

La primera religiosa mercedaria, nació en Barcelona, en la calle de Moncada, el 1 de diciembre de 1230.

Fue bautizada el 8 del mismo mes, en el sarcófago antiguo de la mártir barcelonesa Santa Eulalia, que servía de pila bautismal en la parroquia de Santa María del Mar.

La joven María, inmersa en el clima de caridad creado en su ciudad natal por los frailes redentores de cautivos, se sintió atraída por el empeño liberador, y se convirtió en el consuelo de los pobres, de los enfermos y de los cautivos, en el Hospital de Santa Eulalia. Allí conoció a las grandes primeras figuras de la Orden Mercedaria agrupados en torno a fray Pedro Nolasco.

Pidió, decidida, el hábito blanco de la Merced, y el 25 de mayo de 1265, emitió su profesión religiosa como hermana de la Orden de la Merced, prometiendo trabajar por la redención de cautivos. Con ella formaron comunidad las jóvenes sor Eulalia Pinós, sor Isabel Berti y sor María de Requesens, a las que muy pronto se agregó sor Colagia.

A Santa María de Cervelló también se le denomina Socós o Socorro. Esto se debe a los relatos que dicen que fue vista, en vida y después de muerta, ir sobre las alas del viento en ayuda de las naves de la redención combatidas por el mar embravecido.

Murió el 19 de septiembre de 1290. Sus restos mortales fueron sepultados en la iglesia de los frailes mercedarios de Barcelona, hoy Basílica de la Merced. En un altar, el primero de la derecha, reposa su cuerpo, que se conserva incorrupto. Desde el siglo XIII fue tenida como santa.

Ha sido invocada como patrona de los navegantes y tiene su templo parroquial en la Barceloneta, puerto de la ciudad Condal.

Su culto fue confirmado por el Papa León X el 13 de febrero de 1692.

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11:21 p.m.

Por: P. Felipe Santos |

Eremita

Martirologio Romano. En el territorio de Bourges, en Aquitania (hoy Francia), san Mariano, eremita, que sólo se alimentaba de manzanas agrestes y a veces de miel, si la encontraba (s. VI).

Etimologia: Mariano = iluminador, espejo. Viene de la lengua hebrea.

Cuando en las pruebas de tus pensamientos se imbrican unos en otros, la esencial paz del corazón hace que te vuelvas hacia Jesús, el Resucitado.

No mi paz, sino tu paz, esto es posible decirle a Cristo. Cuando surgen temores en nuestro interior, acudamos a él.

Mariano vivió en Bourges, Francia, y no se sabe mucho de su vida y de sus andanzas.

Se sabe que era de una familia rica y noble. Su juventud prometía para todos los suyos un casamiento original y feliz.

Pero Mariano, en contra de la opinión de los padres y de mucha gente que le halagaba, decidió entregarse enteramente a Dios.

Y con la mayor tranquilidad de lo que se podía esperar de sus años, les dijo a todos unas palabras que les hicieron pensar:"Si quieres ser perfecto, anda, deja cuanto tienes, dalo a los pobres y sígueme".

Siguió al pie de la letra el Evangelio de Jesús de Nazaret.

Vendió cuanto le correspondía por herencia y, sin la menor vacilación, se los entregó a los pobres.

Se fue a un bosque solitario a hacer penitencia y oración.

Su fama de santidad llegó a conocerla mucha gente que acudía a su cueva para que los curara o para que los animara en sus dudas y malos ratos.

Un día fue exagerada la gente que se acercó a verle. Cuál no fue su sorpresa al encontrarlo muerto debajo de un manzano.

Su devoción es grande en Francia, y Pío VII ordenó su fiesta para el día de hoy.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

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6:35 p.m.

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San Jenaro, obispo de Benevento, mártir por Cristo en Puzzuoli, cerca de Nápoles, en la Campania, en tiempo de persecución contra la fe cristiana (s. IV).

6:35 p.m.

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En Madrid, capital de España, san Alonso de Orozco, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín, que, encargado de la predicación en el palacio del rey, se mostró austero y humilde.

11:23 p.m.

Por: . | Fuente: Vatican.va

Catequistas y Mártires

Martirologio Romano: En la aldea Paimol, cerca de la misión de Kalongi, en Uganda, beatos David Okelo y Gildo Irwa, catequistas y mártires, que habiéndose ofrecido espontáneamente para anunciar el Evangelio al pueblo, fueron atravesados por lanzas, manifestando así en el martirio la fuerza de Cristo (1918).
Dos jóvenes catequistas ugandeses, David Okelo, de entre 16 y 18 años, y Gildo Irwa, de entre 12 y 14, fueron martirizados a golpes de lanza y cuchilladas en Palamuku, cerca de Paimol, aldea situada al norte de Uganda, en la cuenca del alto Nilo. Era el año 1918.

El ejemplo dado por estos dos jóvenes, unidos por una profunda amistad y por el entusiasmo de enseñar la religión cristiana a sus compatriotas, permanece como signo de coherencia de vida cristiana, fidelidad a Cristo y compromiso en el servicio misionero entre su pueblo.

La fecha de nacimiento de David y Gildo no se conoce con exactitud. Fueron bautizados el 1 de junio de 1916 y confirmados el 15 de octubre del mismo año. Pertenecían a la tribu Acholi, una rama del gran grupo Lwo, cuyos miembros viven aún en su mayor parte en el norte de Uganda, aunque también están presentes en el sur de Sudán, Kenia, Tanzania y Congo.

Los misioneros combonianos habían llegado en 1915 a la región de Kitgum, donde comenzaron su labor evangelizadora con la ayuda de algunos catequistas. Existían entonces muchas dificultades, algunas creadas por la primera guerra mundial, otras por la peste, la viruela y la situación de carestía. Para los brujos de la zona la llegada de la nueva religión era la causa de todas las desgracias. Por ello, surgieron movimientos anticristianos y anticolonialistas (los Adwi y los Abas) promovidos por los brujos y apoyados por los traficantes de marfil y de esclavos, que veían en el cristianismo un obstáculo para sus negocios. Además eran frecuentes las luchas tribales.

En este contexto de hostilidad y desconfianza se sitúa el testimonio heroico de los dos jóvenes catequistas, que no dudaron en trasladarse a Paimol para cubrir el vacío dejado en la obra de evangelización por la muerte de Antonio, el hermano de David. Cuando este pidió al padre Cesare Gambaretto sustituir a su hermano, juntamente con su amigo Gildo, el misionero intentó disuadirles, no sólo por su juventud, sino también por el peligro que corrían en aquella violenta zona. "¿Y si os matan?", preguntó entonces el misionero. "¡Iremos al paraíso!", fue la respuesta inmediata. "Ya está allí Antonio -añadió David-, no temo la muerte. ¿No murió Jesús por nosotros?".

Llegaron a su destino en noviembre de 1917 y once meses más tarde fueron asesinados por odio a la fe. Su martirio fue documentado por los habitantes de Paimol y ocho testigos oculares, entre los que se encontraba uno de los que les dieron muerte.

En Paimol, David y Gildo se dedicaban sin descanso a su misión de evangelización y ganaban su sustento trabajando duramente en los campos. Un catequista que enseñaba en una aldea dejó este testimonio: "Toda la gente del pueblo sin excepción les amaba por el bien que hacían (...). Murieron en el cumplimiento exacto de su enseñanza".

Al amanecer, David tocaba el tambor para llamar a sus catecúmenos a las oraciones de la mañana. Juntamente con Gildo, rezaba también el rosario. Enseñaba a los catecúmenos a memorizar las oraciones y las preguntas y respuestas del catecismo; durante las clases, para facilitarles el aprendizaje de las verdades fundamentales, les hacía repetir los textos también con la ayuda de cantos. Además, visitaba las aldeas vecinas, desde donde acudían sus catecúmenos, que durante el día ayudaban a sus padres en los campos o con el ganado. Cuando se ponía el sol, David llamaba a la oración en común y a rezar el rosario, concluyendo siempre con una canción a la Virgen. Los domingos, celebraba un servicio de oración, animado a menudo por la presencia de catecúmenos y catequistas de la zona.

Se recuerda a David como un joven de carácter pacífico y tímido, diligente en sus tareas como catequista y querido por todos. Nunca se vio involucrado en disputas tribales o políticas.
El padre Cesare Gambaretto, que había administrado los sacramentos a los dos jóvenes mártires, describía a Gildo como un joven de carácter dulce y alegre, muy inteligente. "Era de gran ayuda para David, y reunía a los niños para recibir la instrucción con su dulzura e insistencia infantil (...).
Había recibido el bautismo recientemente, cuya gracia preservó en su corazón y dejó traslucir con su comportamiento encantador".

Gildo estuvo siempre disponible y fue ejemplar en sus tareas como catequista-asistente. Espontáneamente, se mostró deseoso de ir con David a enseñar la palabra de Dios a Paimol.
Murieron atravesados por las lanzas de Okidi y Opio, dos Adwi (revolucionarios que se habían alzado en armas contra los jefes impuestos por las autoridades coloniales). Antes de matarles, los Adwi intentaron convencer a David y a Gildo para que abandonaran la región y la enseñanza del catecismo. Podrían haber salvado la vida, pero ellos rechazaron la oferta.

A Gildo se le dio la oportunidad de huir, pero él respondió: "Hemos trabajado en la misma obra; si es necesario morir, tendremos que morir juntos". Cuando les sacaron del pueblo para matarles, David lloraba. Fue entonces consolado por el pequeño Gildo: "¿Por qué lloras? Mueres sin motivo; no has hecho mal a nadie". Era poco antes del amanecer del 19 de octubre de 1918.

Los cristianos del lugar, acabada la furia homicida, no olvidaron a sus heroicos catequistas. El lugar del martirio, Palamuku, fue llamado desde entonces Wi-Polo ("En el cielo") para recordar el premio concedido por Dios a los dos adolescentes.

Fueron beatificados el 20 de octubre de 2002 por S.S. Juan Pablo II.

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11:23 p.m.

Por: P. Felipe Santos |

Mártir

Martirologio Romano: En Prymnesso, de Frigia, santa Ariadna, mártir (s. inc.).

Etimología: Adriana = Ariana = Ariadna = castísima o santísima, viene del griego

Se sabe que esta joven fue una mártir del siglo I.

Se cuenta que fue una bella mártir por amor a Cristo en el siglo I. Se ve que asimiló muy pronto la profundidad de la vida encerrada en el Evangelio y, sin la menor duda, no tuvo reparos en entregar la propia existencia por una causa tan clave para toda su vida.

La historia dorada que hay alrededor de ella dice que era una esclava preferida del rey de Frigia. El hecho es que se convirtió al cristianismo y, por esta razón fue procesada.

Los jueces, antes de dictar el juicio premeditado, le permitieron que se fuera a pensar lo bien a solas a la montaña.

Cuando volvió, le preguntaron acerca de su última decisión. Era la misma. Entonces mandaron ejecutarla.

¡Felicidades a quien lleve este bello nombre!

Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com

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Hermanos Franciscanos

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