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11:26 p.m.

Por: . | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01

Sacerdote y Mártir

Tomás Maxfield nació alrededor de 1590 en The Mere del condado de Stafford. Su padre, llamado Guillermo, había confesado valientemente la fe católica y, cuando nació Tomás, estaba sentenciado a muerte por haber dado asilo a varios sacerdotes. Tomás partió a la misión de Inglaterra en 1615, después de haber recibido la ordenación sacerdotal.

Tres meses después, fue arrestado en Londres y encarcelado en la prisión de Westminster. Al cabo de ocho meses de prisión, Tomás, con la ayuda de un jesuita que estaba también preso, trató de escapar descolgándose por la ventana del calabozo. Desgraciadamente, un transeúnte dio la voz de alarma a los guardias, quienes le echaron mano y "le colocaron bajo una mesa con una cadena alrededor del cuello, atada a otra cadena que pesaba más de cien libras ... Y en esa incómoda posición le mantuvieron hasta la mañana siguiente". Después le trasladaron a un sombrío y pestilente calabozo subterráneo, con las piernas atadas a unos zancos de madera, de suerte que no podía ponerse en pie ni recostarse bien. Así estuvo desde la madrugada del viernes hasta el domingo por la noche. Algunos de sus compañeros de prisión consiguieron hacerle llegar un cobertor, y su confesor, que era un jesuita, le dirigió unas palabras de aliento a través de un agujero del techo. Según el testimonio de dicho jesuita, el mártir no había perdido el ánimo en lo absoluto.

Conducido ante el tribunal, el P. Maxfield se negó a prestar el juramento de fidelidad al rey en la forma en que los jueces se lo exigían, pero protestó de su lealtad, pues le consideraba como su verdadero y legítimo soberano. Al día siguiente, fue condenado a ser ahorcado, arrastrado y descuartizado por ser sacerdote. El duque de Gondomar, embajador de España, trató en vano de obtener que los jueces perdonasen al mártir o le mitigasen la pena.

Al día siguiente, 1º de julio, una multitud más numerosa que de ordinario, acudió a ver al Beato Tomás cuando le trasladaban de la prisión a Tyburn. Muchos siguieron a la comitiva hasta el cadalso; entre ellos, numerosos españoles. Las autoridades se enfurecieron al descubrir que alguien había adornado con guirnaldas de flores y había esparcido en el suelo hojas y yerbas aromáticas. El Beato Tomás habló a la multitud desde la carreta y declaró que había predicado la misma fe en que San Agustín de Canterbury instruyera a sus antepasados, "con el único fin de prestar servicio a las almas de los ingleses". El oficial que dirigía la ejecución, dio al verdugo la orden de cortar la cuerda de la horca rápidamente; pero la multitud exigió que se dejase morir al mártir en la horca para evitarle los horrores del descuartizamiento.

Las autoridades tomaron todas las precauciones posibles para impedir que se conservasen reliquias de Tomás Maxfield. A pesar de ello, el embajador español consiguió recuperar algunos restos del mártir y todavía se conserva parte de ellos en la población española de Gondomar y en la localidad inglesa de Downside.

El Dr. Kellison publicó una biografía del P. Maxfield el año mismo de su muerte, y al año siguiente, un testigo presencial de la ejecución la relató por escrito. Véanse las publicaciones de la Catholic Record Society, vol. III; MMP., pp. 344-353; DNB., vol. XXVIII; y Downside Review, vol. XXXIV.

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11:26 p.m.

Por: . | Fuente: Vatican.va

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En el Rancho de las Cruces, aldea de Guadalajara, en México, santos Justino Orona y Atilano Cruz, presbíteros y mártires, que durante la persecución desencadenada en ese país, por el Reino de Cristo juntos fueron asesinados (1928).

Etimológicamente: Atilano = Aquel que es cabeza de una estirpe, es de origen germánico.

Nació en Ahuetita de Abajo, perteneciente a la parroquia de Teocaltiche, Jal. (Diócesis de Aguascalientes), el 5 de octubre de 1901.

Ministro de la parroquia de Cuquío, Jalisco.

Se ordenó sacerdote cuando esto se consideraba como el mayor crimen que podía cometer un mexicano. Pero él, con una alegría que le desbordaba extendió sus manos para que fueran consagradas bajo el cielo azul de una barranca jalisciense donde se escondía el Arzobispo y el Seminario. Once meses después, el pacífico y alegre sacerdote, mientras ejercía a salto de mata su ministerio, fue llamado por su párroco el Sr. Cura Justino Orona.

Obediente se encaminó al rancho de “Las Cruces”, lugar que sería su calvario. Poco antes había escrito: «Nuestro Señor Jesucristo nos invita a que lo acompañemos enla pasión». Mientras dormía llegaron las fuerzas militares y la autoridad civil. El padre Atilano, al oír la descarga que cortó la vida de su párroco, se arrodilló en la cama y esperó el momento de su sacrificio. Allí fue acribillado, dando testimonio de su fidelidad a Cristo Sacerdote, la madrugada del 1° de julio de 1928.

Fue canonizado el 21 de mayo de 2000 junto a 24 compañeros mártires de México, por S.S. Juan Pablo II.

Reproducido con autorización de Vatican.va

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11:26 p.m.

Por: . | Fuente: Vatican.va

Clérigo Franciscano

Nació en La Valletta el 1 de julio de 1813, en una familia acomodada. Su padre, el abogado Giuseppe Francesco, formaba parte de la comisión para la redacción del nuevo Código civil y más tarde fue nombrado juez de Su Majestad. Dos de sus hermanos, doctorados en derecho, fueron sacerdotes.

A los quince años recibió la primera tonsura; tres años más tarde recibió las órdenes menores, pero nunca se sintió digno de recibir la ordenación sacerdotal.

A los veinte años, el 7 de septiembre de 1833, obtuvo el doctorado en derecho canónico y civil en el Ateneo de Malta, aunque nunca ejerció esa profesión.

Estudió la lengua inglesa, cosa rara en esos tiempos, pero esencial para mantener relaciones con los soldados ingleses (por entonces eran cerca de veinte mil) que llegaban a Malta para preparar la guerra de Crimea.

Se dedicó a la oración y a la enseñanza del catecismo. Fue muy devoto de la Eucaristía. La adoración y la meditación fueron su alimento espiritual, hasta el punto de que suscitaron admiración en todos los fieles que frecuentaban la iglesia parroquial de San Pablo Náufrago y la franciscana de Santa María de Jesús. Tenía devoción particular a la santísima Virgen y a san José. Cada día rezaba el rosario.

Siempre apoyó las vocaciones sacerdotales. Socorría continuamente a los necesitados.
Destacó especialmente por la misión que desempeñó entre los soldados y marineros ingleses.
Comenzó organizando oraciones y clases de catecismo para los militares católicos que se preparaban para partir al frente.

Luego hacía amistad con sus compañeros protestantes y no cristianos, a los que daba buenos consejos. Así atrajo a la fe católica a centenares de hombres. Los documentos que se conservan en la iglesia de los jesuitas en La Valletta recogen los nombres de más de 650 personas que Ignacio preparó para recibir el bautismo.

Además, sobresalía por su capacidad de inspirar confianza incluso en los que no se habían convertido: le encomendaban sus objetos personales y valiosos, para que se los entregara a sus seres queridos en caso de muerte.

Pionero en el campo del ecumenismo, desempeñó esta misión con la ayuda de laicos. Algunos de sus colaboradores se hicieron sacerdotes y capellanes militares o navales, y uno de ellos, que permaneció en Malta, prosiguió esta misión.

Vivió una existencia silenciosa: su santidad se intuía viéndolo orar ante el Santísimo.

Murió el 1 de julio de 1865, día de su 52° cumpleaños. Era miembro de la Orden Franciscana Seglar. Fue sepultado en la tumba de familia en la iglesia franciscana de Santa María de Jesús, en La Valletta.

Las gracias obtenidas por su intercesión divulgaron su fama de santidad no sólo en la isla de Malta, sino también en los países que acogieron y acogen a los emigrantes malteses.

En mayo de 2001 fue beatificado por S.S. Juan Pablo II.

Reproducido con autorización de Vatican.va

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6:33 p.m.

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Personaje bíblico: reina de Persia e intercesora del pueblo Judío, al que salvó del exterminio. Prefiguración de la Virgen María como auxilio del Pueblo de Dios.

11:23 p.m.

Por: P. Felipe Santos |

Obispo

Martirologio Romano: En Osnabrück, en Sajonia, san Adolfo, obispo, que abrazó las costumbres cistercienses en el monasterio de Altenkamp (1224).

Etimología: Aquel que es un guerrero valiente, es de origen germánico.

Murió en Osnabrück el 30 de junio de 1224. Era hijo de una familia muy rica. El, sin embargo, dejando aparte tanta herencia y prebendas, se inclinó por hacerse monje.

La cosa no fue fácil para este joven. El no tenía una vocación decidida como otros tantos que estamos leyendo cada día en el santoral.

Fue justamente en un monasterio, llamado Cam, al que se retiró para pensar en sí mismo, en donde encontró los atisbos de su vocación religiosa a la vida consagrada.

Con todo respeto pidió al abad que le admitiera en el recinto sagrado. En seguida se ganó la simpatía de todos los hermanos en congregación. Durante los ocho últimos años de su vida desempeño pastoralmente el cargo de obispo de la ciudad que le vio nacer.

Su trabajo se basó principalmente en atender a los pobres y necesitados de atenciones, sobre todo el mundo marginado de los leprosos.

Uno de estos, que vivía alejado de todo el mundo, recibía la visita de Adolfo una vez al año. Le llevaba los remedios espirituales que, sin duda, eran más importantes que los simplemente materiales.

Se pasaba el día con él amigablemente charlando de temas de la oración y de la lectura de la Biblia.

Cada uno debe ocupar el puesto que la sociedad le encomienda con convicción y entrega absoluta a lo que la vocación le pide.

Este trabajo apostólico no era bien visto por algunos canónigos acomodados. Como no les prestaba la más mínima atención, lograron que el leproso se fuera de aquel lugar a otro .

No sabían estos señores canónigos que la obra de Dios está por encima de comodidades. Por eso, un ángel del Señor lo trasladó a la cueva en que vivía anteriormente. La razón no era otra que Adolfo pudiera verlo como siempre.

En los últimos momentos de su vida, el leproso se vio asistido por su amigo. Lo confesó y murió tranquilamente en la paz de Dios.

¡Felicidades a los Adolfos!

Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com

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11:23 p.m.

Por: . | Fuente: Santopedia.com

Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: En Lviv, en Ucrania, conmemoración del beato Zenon Kovalyk, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor y mártir, que en tiempo de un régimen hostil a Dios alcanzó la palma gloriosa en un día desconocido. (1941)

Etimológicamente: Zenón = Aquel supeditado a Dios, es de origen griego.

Zynoviy Kovalyk nace el 18 de agosto de 1903 en la aldea de Ivachiv Horishniy cerca de Ternopil, en el seno de una familia campesina y pobre. Antes de hacerse religioso trabaja como maestro de primaria en su aldea. Tiene un carácter fuerte y no llega nunca a componendas con su fe. Desde su infancia, el sueño de Wynoviy es ser sacerdote. Una vez descubierta su vocación a la vida consagrada, Wynoviy Kovalyk entra en los Redentoristas. Profesa el 28 de agosto de 1926; poco después es enviado a Bélgica a fin de completar sus estudios de filosofía y teología.

De regreso a Ucrania, Wynoviy Kovalyk es ordenado sacerdote el 9 de agosto de 1932; celebra su primera misa solemne el 4 de septiembre en su aldea natal, Ivachiv. Los pequeños iconos que conmemoran su ordenación llevan el siguiente texto: "Oh Jesús, acéptame (como sacrificio) juntamente al Santo Sacrificio de tu Cuerpo y de tu Sangre: recíbelo por la Santa Iglesia, por mi Congregación y por mi madre patria". Cristo aceptó estas palabras que fueron una auténtica ofrenda. Bien pronto supo el Padre Kovalyk que estas palabras habían sido proféticas y que también muy pronto - solamente nueve años más tarde - habrían de cumplirse con su martirio.

Tras su ordenación, el Padre Kovalyk parte juntamente con el obispo Mykolay Charnetskyi hacia la región de Volhyn a fin de trabajar en la obra de reconciliación con los ortodoxos ucranianos. El joven sacerdote es una auténtica alegría para sus cohermanos. El Padre Kovalyk tiene espíritu, tiene una bonita voz y posee una dicción muy cuidada. Es buen cantor y un auténtico predicador que encandila a todos. Su devoción y labor apostólica atrae a millares de personas. El Padre Kovalyk ama de todo corazón a la Madre de Dios y no deja nunca de mostrar su sincera piedad hacia Maria. Estas cualidades hacen ciertamente que el Padre Kovalyk tenga un gran éxito en su actividad misionera.

Tras varios años de trabajo en la región de Volhyn, el Padre Kovalyk se traslada a Stanislaviv (ahora Ivano-Frankvsk) para dirigir las misiones que se dan en la ciudad y en las aldeas circunstantes. En 1939, poco antes de la invasión soviética, se traslada a Lviv, al monasterio redentorista de calle Wyblykevycha (ahora Ivana Franka) y se encarga de la economía del monasterio.

El celoso sacerdote continúa también predicando la Palabra de Dios cuando da comienzo la invasión soviética. Un campo importante del trabajo del P. Kovalyk es el de las confesiones; es una actividad apostólica en la que tiene particular éxito: está siempre rodeado de gran número de fieles que buscan su ayuda espiritual.

Mientras la mayor parte de los ucranianos de Galizia se encuentran acobardados por el terror, el Padre Wynoviy da muestras de un ánimo admirable. Muchos predicadores se han vuelto ya extremadamente cautos en sus sermones. Tratan de eludir los temas espinosos de la actualidad y se centran en exhortar al pueblo a ser fiel a Dios. El Padre Kovalyk, por el contrario, no tiene nunca miedo a condenar abiertamente las costumbres ateas introducidas por el régimen soviético. Sus sermones causan un fuerte impacto en los oyentes pero, al mismo tiempo, son un peligro no pequeño para el predicador. Avisado por los amigos del posible peligro que corre a causa de su modo de predicar, el Padre Kovalyk responde: "Acogeré con alegría la muerte, si ésta fuera la voluntad de Dios, pero no abandonaré nunca mis compromisos con mi conciencia de predicador".

Él último gran sermón del Padre Kovalyk tuvo lugar en Ternopil el 28 de agosto de 1940 con ocasión de la fiesta de la Dormición de la Madre de Dios. Aquel día los fieles que escuchaban al Padre Kovalyk eran alrededor de diez mil. Su sueño de martirio se realizaría pocos meses más tarde.

La noche del 20-21 de diciembre de 1940, los agentes de la policía secreta soviética penetraron en el monasterio de los Redentoristas para detener al Padre Kovalyk por sus sermones con ocasión de la Novena de la Inmaculada que tuvieron lugar en la iglesia del monasterio. Antes de dejar a sus cohermanos, el Padre Kovalyk pidió a su superior, Padre De Vocht, su última bendición y absolución.

Durante mucho tiempo los Redentoristas trataron de saber el paradero de su cohermano detenido, pero solo hasta abril de 1941 no llegaron a saber que el Padre Kovalyk había sido confinado como preso en la calle Zamarstynivska (la famosa prisión "Brygidky"). Durante su reclusión, que duraría seis meses, el Padre Kovalyk padece 28 penosos interrogatorios; tres veces es conducido a otras tantas cárceles para ser interrogado en ellas. Después de uno de estos interrogatorios, especialmente acompañado de torturas, el Padre Kovalyk enferma a causa de una hemorragia masiva.

Mientras permanece recluido en la prisión, el Padre Kovalyk continúa con su labor apostólica. Comparte una mísera celda (4,20m por 3,50m) y sin mobiliario alguno con otros 32 compañeros. El Padre Kovalyk reza el rosario todos los días juntamente con los prisioneros y un rosario entero el domingo. Además, dirige la oración litúrgica; durante el mes de mayo organiza plegarias a la Madre de Dios y el día de Reyes invita a sus compañeros a la bendición del agua. Además de orar, el Padre Kovalyk administra el sacramento de la reconciliación, dirige ejercicios espirituales y enseña el catecismo, consuela a sus compañeros narrando - con su estilo típico e ingenioso - diversas historias religiosas. No es de asombrar, por tanto, el hecho de que los prisioneros - gente con una extrema necesidad de esperanza y de consuelo - quisieran de todo corazón al Padre Kovalyk por su celo apostólico.

En 1941, cuando las tropas alemanas comienzan su ofensiva, los guardianes de la prisión, ansiosos por huir, y al ver que no pueden llevar consigo a los prisioneros, disparan sobre ellos. Pero no les basta con la intención de matar al Padre Kovalyk disparándole; recordando sus sermones sobre Cristo crucificado, lo clavan en el muro de la prisión a la vista de sus compañeros prisioneros.

Cuando las tropas alemanas entran en Lviv, abren rápidamente las cárceles para limpiar el lugar de la pila de cadáveres putrefactos. La gente corre a las prisiones con la esperanza de encontrar algún pariente. Todos testimoniarán la horrible visión de aquel sacerdote crucificado en la pared de la prisión, su abdomen abierto en canal y en su interior un feto humano.

Para describir al Padre Zynoviy Kovalyk podemos emplear justamente las palabras de vísperas del común de Mártires que se refieren al soldado glorioso e invencible que, armado con la Cruz, vence al enemigo y recibe la corona de la victoria del único Vencedor y Dios que reina por siempre. El dichoso martirio del Padre Zynoviy Kovalyk puede servir como representación gráfica de las siguientes palabras de la Biblia: "Las almas de los justos están en las manos de Dios y no les alcanzará tormento alguno. A los ojos de los insensatos pareció que habían muerto; se tuvo por quebranto su salida, y su partida de entre nosotros por completa destrucción; pero ellos están en la paz su esperanza estaba llena de inmortalidad; por una breve pena recibirán largos beneficios, pues Dios los sometió a prueba y los halló dignos de sí" (Sab. 3, 1.4-5).

Teniendo en cuenta los testimonios sobre la vida virtuosa del P. Zynoviy Kovalyk y, sobre todo, su perseverancia, su ánimo y su fidelidad a la Iglesia de Cristo durante el período de persecución, su proceso de beatificación se inició con ocasión del año Jubilar. Concluido el proceso a nivel de Eparquía, el 2 de marzo de dicho año es enviada la causa a la Sede Apostólica. El 6 de abril, la comisión teológica reconoce el martirio del Padre Kovaly; el 23 del mismo mes es estudiado su martirio por la asamblea de Cardenales y el 24 de abril de 2001 el San Padre Juan Pablo II firma el decreto de beatificación del P. Zynoviy Kovalyk, beato mártir de la fe cristiana.

El grupo beatificado está integrado por:

Mykolay Charneckyj, Obispo, 2 abril
Josafat Kocylovskyj, Obispo, 17 noviembre
Symeon Lukac, Obispo, 22 agosto
Basilio Velyckovskyj, Obispo, 30 Junio
Ivan Slezyuk, Obispo, 2 diciembre
Mykyta Budka, Obispo, 28 septiembre
Gregorio (Hryhorij) Lakota, Obispo, 5 noviembre
Gregorio (Hryhorij) Khomysyn, Obispo, 28 diciembre
Leonid Fedorov, Sacerdote, 7 marzo
Mykola Konrad, Sacerdote, 26 junio
Andrij Iscak, Sacerdote, 26 junio
Román Lysko, Sacerdote, 14 octubre
Mykola Cehelskyj, Sacerdote, 25 mayo
Petro Verhun, Sacerdote, 7 febrero
Alejandro (Oleksa) Zaryckyj, Sacerdote, 30 octubre
Klymentij Septyckyj, Sacerdote, 1 mayo
Severijan Baranyk, Sacerdote, 28 junio
Jakym Senkivskyj, Sacerdote, 28 junio
Zynovij (Zenón) Kovalyk, Sacerdote, 30 junio
Vidal Vladimir (Vitalij Volodymyr) Bajrak, Sacerdote, 16 Mayo
Ivan Ziatyk, Sacerdote, 17 mayo
Tarsicia (Olga) Mackiv, Monja, 18 Julio
Olympia (Olha) Bidà, Suora, 28 enero
Laurentia (Leukadia) Harasymiv, Monja, 26 agosto
Volodymyr Pryjma, Laico, 26 Junio
(las fechas indicadas corresponden a las de su martirio)

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11:23 p.m.

Etimológicamente: Ladislao = Aquel que es un afamado caballero, es de origen eslavo.

Ladislao era hijo del rey húngaro Bela I y de la princesa polaca Richeza, hija de Mieszko II de Polonia y santa Riquilda de Lorena y hermano menor del también rey Géza I. Ladislao era miembro de la dinastía de los Árpádes. Fue san Ladislao, quien hizo que fuese canonizado el rey San Esteban.

Ladislao nació en Polonia, donde se padre había buscado refugio. Su nombre, Ladislao, le fue impuesto siguiendo las tradiciones eslavas de su madre. En 1047 fue llamado por su tío Andrés I.

Tras la muerte de su hermano mayor Géza I en 1077, Ladislao ascendió al trono y continuó su labor cristianizadora. Se ganó una reputación parecida a la de Esteban I, nacionalizando el cristianismo y sentando las bases de la grandeza política de Hungría. Ladislao, reconociendo que el Sacro Imperio Romano Germánico era un enemigo natural de su reino, formó una estrecha alianza con el Papa y otros enemigos del emperador Enrique IV, entre los que se encontraba Rodolfo de Rheinfeld y Güelfo I de Baviera.

Ladislao contrajo matrimonio con la hija de Rodolfo, Adelaida de Suabia, con la que tuvo un hijo y tres hijas. Su hija Santa Piroska de Hungría o conocida tmabién como Irene, se casó con el emperador de Bizancio Juan II Comneno.

Ya desde joven fue conocido por sus hazañas como caballero medieval y hábil guerrero. Ladislao contaba con una constitución imponente, era alto y estaba bien entrenado en las artes de la guerra, así pues, su figura era intimidante e inspiraba respeto. Luchó contra tribus paganas que invadían el reino de Hungría, e inclusive han quedado varias leyendas donde rescata a una damisela húngara que había sido raptada por un guerrero en medio de una batalla.

El fracaso del emperador germánico en su enfrentamiento con el Papado, dejó a Ladislao libre para extender sus dominios hacia el sur (el Bajo Danubio para los húngaros) y hacia los Cárpatos orientales. En su juventud luchó contra los pechenegos y en 1089 contra los cumanos, que ocupaban Moldavia y Valaquia más allá del río Olt. Construyó las fortalezas de Szörényvár y Gyulafehérvár.

Estableció a los Székely en Transilvania. Posteriormente intentó conquistar otras partes de Croacia tras la muerte del marido de su hermana, el rey croata Dmitar Zvonimir, aunque su autoridad era cuestionada por la nobleza croata, el Papa, la República de Venecia y el Imperio Bizantino. Ladislao efectuó una incursión en las tierras croatas en 1091 y nombró virrey a su sobrino Álmos.

Ladislao cayó enfermo repentinamente y al no tener hijos a los que dejar el trono mandó llamar a su sobrino Colomán, que era obispo y se encontraba en Polonia y al que nombró su heredero. Colomán era hijo de Geza I de Hungría y había sido educado por Ladislao. Sería coronado rey como Colomán I de Hungría, conocido como el Bibliófilo.

Ladislao murió repentinamente en 1095 cuando estaba a punto de participar en la Primera Cruzada. Ningún otro rey húngaro ha sido tan ampliamente amado. Toda la nación guardó luto por su muerte durante tres años y le recordaron como un santo mucho tiempo antes de que fuera canonizado. Hay un ciclo completo de leyendas alrededor de este monarca.

Entre sus labores principales a favor del cristianismo esta la fundación del obispado de Sarajevo, así como la creación de la abadía de Szend Egyed bécses, e incontables templos a lo largo y ancho de su reino. En 1094 fundó las diócesis de Várad y de Zagreb como un nuevo foco del catolicismo en el sur de Hungría y en las zonas entre el Drava y el Sava.

En 1192, el rey húngaro Bela III de Hungría hizo la petición al Papa para que Ladislao I fuera canonizado, y así Ladislao I, pasó a ser San Ladislao. Fue canonizado el 27 de junio de 1192.

C.A. Macartney, en su Hungary: A Short History (Hungría: Una breve historia) elogia a Ladislao I diciendo: "Ladislao I, quien, como Esteban y su hijo, Imre, fue canonizado tras su muerte, fue la personalidad más destacada entre ellos: un verdadero paladín y caballero de carácter dulce, protector de su fe y de su pueblo y de los pobres e indefensos."

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5:54 p.m.

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En Nitra, en los montes Cárpatos, muerte de san Ladislao, rey de Hungría, que restableció en su reino las leyes cristianas dictadas por san Esteban, corrigió las costumbres, dando él mismo ejemplo de virtud, y propagó la fe cristiana en Croacia, que había sido incorporada al reino húngaro, estableciendo la sede episcopal de Zagreb. Murió cuando se disponía a una guerra con Bohemia, siendo enterrado en Varadino, en Transilvania.

11:35 p.m.

Condesa

Martirologio Romano: En Gurk, en Carintia, Austria, santa Emma, condesa, que vivió cuarenta años como viuda y dio muchas limosnas a los pobres y a la Iglesia. ( c.1045)

Fecha de canonización: Culto confirmado el 5 de enero de 1938 por el Papa Pio XI.

La pequeña ciudad austríaca de Gurk, en la Carintia, que dio un título arzobispal, tuvo su origen en un doble monasterio y una iglesia fundados por Emma o Hemma, a mediados del siglo once. Por parte de su madre, Emma estaba emparentada con el emperador san Enrique, en cuya corte se educó bajo la tutela de santa Cunegunda. Más tarde, se casó con Guillermo, el landgrave de Friesach, y la unión fue muy feliz. La pareja tuvo dos hijos, Guillermo y Hartwig; cuando crecieron, el landgrave los puso a cargo de la administración de las minas que eran base de su fortuna. Los mineros eran hombres rudos, violentos y pendencieros, y los jóvenes hermanos se veían en dificultades para gobernarlos, a no ser que recurriesen a castigos muy severos. Cierta vez en que el conde Guillermo mandó que fuese ahorcado un minero, los compañeros del ajusticiado se rebelaron y, en un motín tumultuoso, asesinaron a los dos hermanos.

La trágica noticia llegó al castillo y, mientras Emma se abandonaba a su profundo dolor, el landgrave enfurecido lanzó improperios a diestra y siniestra y juró que mataría a todos los rebeldes con sus mujeres y sus hijos. Sin embargo, los consejos de sus amigos le calmaron y desistió de su venganza. Emma recurrió al auxilio de Dios con sus fervientes plegarias y logró que su marido perdonase a todos los rebeldes, a excepción de los dos que habían cometido los asesinatos. Entonces, el landgrave emprendió una peregrinación a Roma, por consejo de Emma; pero en el camino de regreso contrajo una enfermedad y murió, a corta distancia de su castillo. Ya sin esposo y sin hijos, la desventurada Emma entregó sus bienes y el resto de su vida al servicio de Dios y del prójimo. A más de prodigar las limosnas entre los pobres, fundó varias casas religiosas, de las cuales, la principal fue el monasterio antes mencionado. Se hallaba en los terrenos que eran propiedad de la viuda del landgrave, y el castillo de Gurkhofen formaba parte del edificio de la comunidad. En los dos establecimientos, separados por completo, se hicieron las instalaciones necesarias para acomodar a veinte monjes y setenta monjas. Las dos comunidades se turnaban para la laus perennis (es decir, el canto del oficio día y noche, sin interrupción). Se dice que la propia santa Emma recibió el velo en Gurk. Murió alrededor del año 1045 y fue sepultada en la iglesia de Gurk.

No obstante que se sabe a ciencia cierta que fundó el monasterio de Gurk, la vida de santa Emma podría haber sido diferente a como se relata en la narración tradicional, que hemos reseñado: podría haber sido ella la que pertenecía a la familia Friesach y, al quedar viuda del conde Guillermo de Sanngau, en 1015, conservar junto a sí a su hijo. Veinte años después, éste habría sido muerto en el campo de batalla, y entonces Emma inició sus obras de caridad y sus beneficios a la religión. El antiguo culto por la condesa Emma fue confirmado por la Santa Sede en 1938.

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Obispo

Martirologio Romano: En Génova, Italia, San Siro, venerado como obispo ( c.330)
Siro nació en el lugar antiguamente llamado "Emiliana", que quedaba a unas ocho millas de Génova. Desde la más tierna edad demostró un sobresaliente predisposición a la oración, tanta que, según narra Jacobo de Varagine, siendo él aún muy joven sus padres confiaron su educación al Obispo Felice, para que lo instruyera y lo encaminara en el servicio a Dios. El Obispo, reconoció en él una verdadera vocación y luego de ordenarlo diácono lo envió como su viario a Villa Matutiana, (la actual San Remo), para que ayudara al sacerdote Omisda.

A la muerte del Obispo Felice, el clero y el pueblo todo le pidieron que retorne a Génova para ocupar el cargo vacante.

Siro se dedicó -con grande empeño y devoción- a la cura de las almas, cotidianamente iba en busca de los fieles para exhortarlos, animarlos, confortarlos y llevarles la palabra de Dios. Se detenía en las casas de sus feligreses, para conocer sus necesidades, ayudarles en pequeños proyectos y, a la hora del almorzar, se sentaba de bueno gana a la mesa. Era muy parco en sus hábitos, por lo que no pesaba mucho en los pobres presupuestos de las familias que visitaba, pero gracias a esta costumbre de comer en casa otros, los genoveses lo tenían en gran estima y admiraban su capacidad de ahorro.

Se cuenta también historias de milagros que sucedieron por intercesión de este santo hombre, como por ejemplo la de Gallione, un experto carpintero, dueño de un próspero taller con muchos empleados, quien tenía una hija de la que estaba justificadamente orgulloso, por su belleza y honestidad, pero que un día fue poseída por el diablo y su comportamiento cambió abruptamente. El hombre desesperado, después de haber intentado todo lo que se le ocurría para ayudar a su hija a entrar en razón, ordenó poner la mesa y llamar a Siro. Siro, después de la frugal cena fue llevado a la habitación de la joven, notando inmediatamente que ella estaba poseída por el demonio, sin demora se revistió con los ornamentos sacerdotales y con los Evangelios en sus manos ordenó al impuro espíritu a que abandone el cuerpo de la joven, lo cual aconteció al instante.

Después de algún tiempo Siro murió en la gracia de Dios, y fue enterrado en el campo donde predicó, en frente de la iglesia, campo que asumió oficialmente el nombre de San Siro.

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Doctor Iluminado

Martirologio Romano: En una nave frente a las costas de la isla de Mallorca, España, beato Ramón Llull, religioso de la Tercera Orden Regular de San Francisco y mártir, el cual, varón de gran cultura e iluminada doctrina, para propagar el Evangelio de Cristo estableció un diálogo fraterno con los sarracenos. ( 1316)

Fecha de beatificación: Culto confirmado en 1847 por el Papa Pío IX.

También conocido como: Ramón Lulio, Ramón, Llull, Raimundo Llull

En la isla de Mallorca, con las alas mayores que el nido, nació Ramón Llull (Raimundo Lulio), en año incierto del primer tercio del siglo XIII. Hijo de la primera generación de los conquistadores, acaudillados por don Jaime I, pudo identificarse ante el tribunal de la Sorbona, en París, y en un trance ambiguo, como catalán de Mallorca. No consiguió retenerle el sortilegio de su tierra natal y se hurtó al abrazo avaro de las costas mallorquinas. Tiempos hubo en que su nombre fue signo de contradicción y bandera de combate. Una anécdota falsa de su vida, la de un amor pecaminoso por una dama, cuyo pecho roía un cáncer con su diente asiduo, le aureoló con una celebridad romántica. Raimundo Lulio, para su gloria, no ha menester ninguna mentira.

Fue varón de deseos, como dijo el arcángel Gabriel, del profeta antiguo; pero lanzóse a la acción con ímpetu de arma arrojadiza. En su pecho, molido por la contrición, en el momento de su crisis espiritual, germinó un triple deseo, tan vasto, que su desmedida ambición predestinábale a un fracaso previsible. Quería la iluminación y enderezamiento de toda la infidelidad, desparramada por el universo mundo. Quería conquistar todas las mentes con el imperio incondicional de la verdad; e inventó un sistema científico, a su parecer irrebatible. Quería coronar esta total dedicación suya con el derramamiento de su sangre, sellándola con una roja rúbrica final.

Centrada y sustanciada así la vida de Raimundo Lulio, todo lo demás en ella es lateral y adjetivo. Son armas de combate al servicio de aquel deseo triple; y las abandona tan pronto como se convence de que no le sirven para la consecución de su ideal inmediato. A la Sorbona de París llevó su sistema filosófico, su Arte Magna, en la que tenía una fe tan ciega, que creíala recibida de Dios, por iluminación, como un don intelectual. No la entienden ni los graves doctores ni los leves escolares, que la conceptúan demasiado sutil de comprender. Raimundo sufre un inenarrable desencanto. Va a mitigar su duelo acerbísimo en las afueras de París, en una bella selva poblada de árboles, abundosa de fuentes, de verdes prados, de hierbas en flor y de aves canoras. Fracasado, como él mismo reconoce, por manera de saber, arrumba su Arte Magna, y sale de nuevo a la palestra a ver si triunfará por manera de amor. Fruto de esta crisis y de esta derrota, es su bellísimo y ameno Árbol de filosofía de amor, con el que se lanza a un camino nuevo.

En vaso infrangible lleva el tesoro del apostolado. Apóstol es, y apóstol incomparable que descuella en su multiforme y proteica personalidad. Apóstol cuando se sienta en los bancos o en la cátedra de la Universidad parisina, donde se le apoda Ramón Barbaflorida. Apóstol es cuando sueña, con antelación de doscientos años a Santo Tomás Moro, una suerte de cristianísima utopía, porque utopía es aquel delicioso libro de Blanquerna por el cual quiere atraer sobre el mundo el reino de la justicia, del amor y de la paz de Cristo. Apóstol cuando rima los versos anfractuosos y abruptos de los Cien Nombres de Dios. Apóstol cuando compone el rústico, digámosle romancerillo en prosa suelta, del Amigo y del Amado, con tantos versículos como tiene el año y dice al avecita cantora en la respuesta enramada de Miramar con un infinito amor franciscano: Si no nos entendemos por lenguaje, entendámonos por amor. Apóstol más que nunca, cuando con el favor de Jaime II de Mallorca, y anticipándose en cientos de años al Colegio de Propaganda Fide, funda el colegio de lenguas orientales, cuyo acabamiento y dilapidación hubo de ver con sus ojos mortales que derramaron las más amargas lágrimas de su vida, en el cáliz de ajenjo de su obra rimada: Desconsuelo. Apóstol cuando acude a la corte del rey de Francia, Felipe, le bel; y a la corte del rey de Aragón, Jaime II, y dedica el libro De oración a su esposa, la dulce doña Blanca de Anjou, reina blanca de blanca paz. Apóstol cuando acude a la corte de Roma, infructuosamente; y con sus ochenta años a cuestas, camina hacia el concilio de Viena, sobre el Ródano, durante la cautividad de Aviñón, y emplaza ante el tribunal de Cristo al papa Clemente V, de quien promete ser testigo de cargo, si el concilio se malogra. Apóstol cuando acude a los capítulos generales de las grandes órdenes religiosas de su tiempo. Apóstol cuando en su opúsculo De fine, sólo conocido por su versión latina, excogita y ofrece planes para la conquista del norte de África, pasando por Málaga y Granada, camino el más rápido y seguro y primer paso para la redención del Santo Sepulcro de Jerusalén. Apóstol en sus proyectos de evangelización del universo mundo, no por violencia de armas materiales, sino con el sistema con que lo cristianizaron los apóstoles, con predicación evangélica persuasiva y con derramamiento de lágrimas y de sangre. Apóstol siempre Raimundo Lulio y fiel a sus tres deseos originales, que fueron el poderoso motor de su vida; ¿consiguió el supremo galardón y la paga del apóstol, que es el martirio?

Esta es la angustiosa incógnita de nuestros días y el más agudo tormento de sus biógrafos y de sus devotos. Por largos años y generaciones se creyó así. Hasta se fijó una fecha: la que corre desde los postreros días de junio de 1314 al 2 de julio, día de su triunfal arribo a su isla natal, efemérides honrada con la celebridad de su fiesta litúrgica y popular Nihil prius fide. El documento en que se basaba, parece amañado. Documentos auténticos, custodiados en el archivo de la corona de Aragón, atestiguan fechas de cuatro meses y aún más posteriores a aquella data. Su martirio, si fue, es fuerza que sea posterior, pero no nos lo dice la silenciosa historia; siempre queda, fuera de toda posible duda, que si no recibió el bautismo de sangre, durante los ochenta años rebasados de su vida mortal, sufrió a la continua el aguijón urente del bautismo de fuego.

Raimundo Lulio, en el generoso ímpetu de su conversión, en su grandiosa y quizá primogénita obra del Libro de contemplación, escribió estas palabras grávidas de fogoso deseo y llenas, tal vez, de clarividente presagio:

«Bienaventurados son, Señor, aquellos que en este mundo se visten de rojo color y de vestiduras bermejas, semejantes a las que vestisteis Vos el día de vuestra muerte. Esta bienaventuranza y esta gracia espera vuestro siervo, todos los días, de Vos; que sus vestidos sean tintos en sangre y mojados de lágrimas el día de su muerte, si es que a Vos pluguiere que él muera por amor vuestro y por amor de aquellos que os aman.» Y aun, a veces, con golosa anticipación, deléitase saboreando el cáliz embriagante del martirio entrañablemente deseado y con ardientes votos que merecieron ser oídos de Dios:

«Tanto se dilata, Señor, el día en que yo tome martirio en medio del pueblo, confesando la santa fe cristiana, que todo me siento desfallecer y morir de deseo y añoranza porque no llegué a aquel día en que esté en medio del pueblo, acosado como león u otra salvaje alimaña, rodeada de cazadores que la matan y la despedazan.»

La pesadumbre de más de dieciséis lustros gravitaba en sus hombros; su barba, que en sus días de París era florida, ahora pendía cuajada en larga nieve sobre su pecho; y su cabeza blanqueaba con los rayos fríos de una aurora polar. Era llegada la hora de disponer de aquellas cosas que el Amado le diera en comanda. La avara antigüedad nos ha conservado el testamento postrero. Raimundo, como el protagonista de su Árbol de filosofía de amor, dejó su cuerpo al polvo de la tierra para que lo dispersase ante la faz del viento. Distribuyó su rica pobreza entre los dos hijos de su carne, Domingo y Magdalena, esposa del prócer barcelonés Pedro de Sentmenat; los frailes predicadores, los frailes franciscanos; las monjas de Santa Clara y las de Santa Margarita y las de la Penitencia y los niños huérfanos de la ciudad de Mallorca, y la obra de la bienaventurada Virgen María de la Seo, comenzada por el rey don Jaime I. Mayor preocupación le merecen sus obras seniles.

«Quiero y mando que copien sobre pergamino los libros en romance y en latín, que, mediante la divina gracia, compilé.» Quiere con voluntad muy firme que de todas sus obras de su invierno que saben a enjutez de tronco, pero amadas con una ternura especial, como son amados los benjamines, que se envíen ejemplares a la cartuja de París y que uno, en pergamino, se envíe a Micer Percival Spíniola, en Génova, que había de ser la última tierra cristiana que pisó, en saliendo para el supremo apostolado africano.

¿Cuándo volvió a Mallorca, vivo o muerto? No se sabe. ¡O vetustatis silentis obsoleta oblivio! Invidentur ista nobis... ¡Oh herrumbroso olvido de la silente antigüedad! Nos lo ocultó, por envidia, la callada vetustez con un dedo sobre la boca.

Raimundo Lulio, de quien se esperaba que pronto sería canonizado, fue sepultado, provisionalmente, en la sacristía de San Francisco de Asís. Llamado "Doctor Illuminatus" por sus conteporaneos.

Posteriormente, fue depositado el autor del dulcísimo Libro de Santa María, todo leche y miel, en la capilla de Nuestra Señora de la Consolación, del mismo templo, su coetáneo, en donde espera la resurrección de la carne. El sepulcro es bello y solemne, lleno de alegorías, construido por los Jurados de Mallorca, en el declivio del siglo XV. Es imposible acercarse al monumento sepulcral sin que a través del alabastro yerto el devoto no se imagine que va a oír los recios golpes de ala de un huracán aprisionado, o el crepitar del incendio de los huesos abrasados de aquel incendio que los abrasó en vida. Y como de la boca de un oráculo parécele que va a oír aquellas ardientes palabras que el mismo Raimundo escribió en el Amigo y el Amado:

«Si vosotros, amadores, queréis agua, venid a mis ojos, que son fuentes de lágrimas; y si queréis fuego, venid a mi corazón y encended en él vuestras antorchas.»

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Saulo pasó de ser uno de los más terribles perseguidores de los cristianos a ser San Pablo, el Apóstol de los Gentiles, que llevó la Fe en sus largos viajes por todo el mundo conocido. Escribió diversas cartas del Nuevo Testamento.

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En Narni, de la Umbría, san Casio, obispo, de quien el papa san Gregorio I Magno cuenta que cada día ofrecía sacrificios de expiación acompañados de lágrimas, que entregó en limosna todo lo que tenía, y que el día de la Solemnidad de los Apóstoles acostumbraba ir a Roma. Murió en su ciudad, después de celebrar la Eucaristía y haber distribuido el Cuerpo del Señor.

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Virgen y Mártir

Martirologio Romano: En Alejandría de Egipto, en tiempo del emperador Septimio Severo, santos mártires Plutarco, Sereno, Heráclides, catecúmeno, Herón, neófito, otro Sereno, Heraidis, catecúmena, Potamiena y Marcela, su madre, todos discípulos de Orígenes, que, por confesar a Cristo, unos fueron degollados y otros entregados a las llamas. Entre ellos destacó la virgen Potamiena, que sufrió innumerables pruebas en defensa de su virginidad y, después de padecer por su fe atroces tormentos, finalmente fue quemada viva junto con su madre. ( c.202)
Santa Potamiena vivió en tiempos de la persecución de Maximiniano. Aquella joven era esclava de un señor disoluto y libertino, el cual continuamente la estaba solicitando. Mas ella prefirió sufrir toda suerte de crueldades y suplicios antes que consentir a las solicitaciones de aquel señor infame.

Enfurecido éste al ver que nada podía lograr, la entregó, como cristiana, en manos del gobernador, a quien prometió una fuerte recompensa para el caso de que la conquistase para sus infames apetitos. El juez mandó comparecer a aquella virgen ante su tribunal, y viendo que ninguna amenaza podía hacerla cambiar de sentimientos, la sometió a todo cuanto su rabia supo inspirarle.

Mas Dios, que jamás abandona a los que a Él se consagran, concedió tantas fuerzas a la joven mártir, que parecía insensible a todos los tormentos a que hubo de someterse. No pudiendo aquel juez inicuo vencer su resistencia, mandó poner sobre una grande hoguera una caldera llena de pez, y le dijo:

«Mira lo que te está preparado si no obedeces a tu señor».

Y la santa joven respondió sin vacilar:

«Prefiero sufrir todo cuanto pueda inspiraros vuestro furor antes que obedecer a la infame voluntad de mi amo; además, nunca habría yo creído que un juez fuese injusto hasta el punto de mandarme obedecer a los propósitos de un amo disoluto».

Irritado el tirano al oír esta respuesta, mandó arrojarla a la caldera.

«A lo menos disponed, dijo ella, que sea arrojada allí vestida. Ahora veréis las fuerzas que el Dios a quien adoramos, concede a los que sufren por Él».

Después de tres horas de suplicio, entregó Potamiena su alma al Criador, y así ganó la doble palma del martirio y de la virginidad.

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Por: Lamberto de Echeverría, Bernardino Llorca y José Luis Repetto Betes | Fuente: AÑO CRISTIANO Edición 2004

Sacerdotes y Mártires

Martirologio Romano: En la ciudad de Drohobych, en Ucrania, beatos mártires Severiano Baranyk y Joaquín Senkivskyj, presbíteros de la Orden Basiliana de San Josafat y mártires, que, en tiempo de persecución contra la fe, con su martirio fueron partícipes de la victoria de Cristo. ( 1941)

Fecha de beatificación: 27 de junio de 2001, por S.S. Juan Pablo II.

Cuando las tropas alemanas llegaron el 29 de junio de 1941 a la ciudad ucraniana de Drohobych, recién evacuada por las tropas soviéticas, se hallaron con que los presos de la cárcel habían sido asesinados. Entre estos presos eliminados estaban dos sacerdotes, y el motivo de su encarcelamiento no había sido otro que el de su condición de ministros de la Iglesia católica.

El primero de ellos, Severiano Baranyk, había nacido el 18 de julio de 1889, y, sintiendo la vocación religiosa, había ingresado en la Orden basiliana de San Josafat el 16 de mayo de 1905. Profesó el 16 de mayo de 1907, y prosiguió sus estudios hasta la ordenación sacerdotal, el 14 de febrero de 1915. Ejerció primero el ministerio en Zhovka y pasó luego como superior al monasterio de Drohobych. Cuando en 1939 llegaron las tropas soviéticas, el P. Severíano permaneció en su puesto atendiendo a los fieles. Arrestado el 26 de junio de 1941, fue encerrado en la cárcel de la ciudad y al día siguiente o al otro, masacrado.

El segundo de ellos, Joaquín Senkivskyj, había nacido el 2 de julio de 1896 en Velyki (Ternopol). Luego de estudiar en el seminario, se ordenó sacerdote el 4 de diciembre de 1921, y posteriormente comenzó el noviciado en la Orden Basiliana de San Josafat el 10 de julio de 1923, donde haría la profesión religiosa. Ejerció el ministerio pastoral en Krasnopucha (1925-1927), y pasó luego como docente a Lavriv (1927-1931). Pasó entonces al monasterio de Lvov y en 1939 al de Drohobych. Encarcelado el 26 de junio de 1941 por los soviéticos, al entrar las tropas nazis fue hallado su cuerpo muerto en la cárcel.

AÑO CRISTIANO Edición 2004
Autores: Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes
Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)
Tomo VI Junio ISBN 84-7914-729-6

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