Ártículos Más Recientes

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Solemnidad de la Natividad de san Juan Bautista, Precursor del Señor, que estando aún en el seno materno, al quedar éste lleno del Espíritu Santo, exultó de gozo por la próxima llegada de la salvación del género humano. Su nacimiento profetizó la Navidad de Cristo el Señor, y brilló con tal esplendor de gracia, que el mismo Jesucristo dijo que no hubo entre los nacidos de mujer nadie tan grande como Juan el Bautista.

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Reclusa y Fundadora

Martirologio Romano: En Oignies, también en Hainaut, beata María, que, dotada de dones místicos, con el permiso de su esposo se recluyó en una celda, y después inició y reglamentó el instituto llamado de las "Beguinas". ( 1213)
El cardenal Jacques de Vitry, quien fue amigo, discípulo y tal vez, durante algún tiempo, el confesor de María de Oignies, escribió la biografía de esta beata. Por influencias de María, el futuro cardenal tomó las órdenes sacerdotales; sin embargo, al examinar, en su libro, las virtudes de su personaje, advierte a los lectores que no es precisamente un ejemplo que él recomendase imitar.

Nació en el seno de una acaudalada familia de Nivelles, en Brabante y, no obstante que todas sus aspiraciones estaban centradas en la vida religiosa, sus padres la dieron en matrimonio a un hombre joven y gentil, de buena posición, tan pronto como cumplió los catorce años. Pero si los padres pensaron que el matrimonio de su hija le haría olvidar su vocación, estaban equivocados. María, joven y hermosa, adquirió una gran ascendencia sobre su esposo, hasta el grado de convencerle a que viviesen juntos en absoluta continencia y a que tarnsformasen su casa en un hospital para los leprosos. La joven pareja se dedicó a cuidar a sus pacientes con una abnegación sin límites: tanto María como su esposo lavaban personalmente a los leprosos, velaban a los más enfermos durante noches enteras y distribuían limosnas entre ellos y todos los pobres de la comarca, con tanta prodigalidad, que continuamente recibían airadas recriminaciones por parte de todos sus parientes.

Estas actividades no impedían a María entregarse a la práctica de rigurosas austeridades. Empleaba las disciplinas, llevaba cuerdas apretadas en torno a su cuerpo y se privaba del sueño y de los alimentos. Se afirma que durante todo un invierno excesivamente riguroso, desde el día de san Martín hasta la Pascua, pasó todas las noches tendida sobre las losas de una iglesia, con la ropa que llevaba puesta únicamente, sin que durante toda aquella larga penitencia sufriese un resfriado o un dolor de cabeza. Cuando se hallaba en su casa, dedicada a hilar o en otro trabajo manual sedentario, trataba de evitar las distracciones de sus pensamientos, mediante el procedimiento de poner abierto frente a ella, un salterio o libro de oraciones para leer alguna frase edificante, de tanto en tanto. Su biógrafo hace hincapié en la anormal abundancia de sus lágrimas, que tanto él como otros que escribieron sobre la beata, atribuyen a una gracia espiritual. Por nuestra parte, estamos mejor dispuestos a tomar semejante anormalidad, como una reacción física de la tensión nerviosa bajo la cual mantenía constantemente su cuerpo; pero no debe olvidarse que, en aquellos tiempos, la facilidad de llorar y la abundancia del llanto se consideraban como un signo de verdadera contrición. Hasta hace poco figuraban en el misal romano numerosas colectas pro petitione lacrymarum (para pedir lágrimas) y san Ignacio de Loyola, como se puede comprobar en uno de los fragmentos que aún se conservan de su diario espiritual, consideraba los días en que no era capaz de derramar lágrimas durante la celebración de la misa, como períodos de desolación, cuando Dios, por así decirlo, escondía el rostro. María, por su parte, afirmaba que el llanto la aliviaba y la refrescaba.

La fama de santidad de la bendita asceta atrajo a muchos visitantes, y casi todos regresaron a sus hogares, edificados con sus admoniciones y consolados por sus consejos. Poco tiempo antes de su muerte, María se sintió llamada a buscar la soledad. Por lo tanto, con el consentimiento de su esposo, dejó su casa de Williambroux y se estableció en una celda contigua al monasterio de los canónigos agustinos, en Oignies. Si ya en el pasado había tenido visiones y éxtasis, en su vida presente se multiplicaron las manifestaciones celestiales. Tras una larga y penosa enfermedad, que ella misma había vaticinado, murió a la edad de veintiocho años, el 23 de junio de 1213.

Uno de los rasgos más notables en la existencia de María de Oignies, es el hecho de que ella, lo mismo que otros místicos de los Países Bajos, sobre todo las beguinas, parecen haberse anticipado bastantes años a la transformación del espíritu de la devoción católica, cuyo principio data de la iniciación del movimiento franciscano. El cardenal Vitry, en el prefacio a su "Vida de la beata María", apela al obispo Fulk, de Toulouse, testigo ocular del extraordinario acrecentamiento de la piedad, del que Bélgica era el núcleo y, no hay duda de que el biógrafo pensaba en María de Oignies, al dirigirse al obispo Fulk en estos términos:

Tengo bien presentes vuestras palabras cuando hablasteis de haber dejado el Egipto de vuestra diócesis y, luego de atravesar un árido desierto, descubristeis, en la comarca de Lieja, la Tierra Prometida ... Ahí encontrasteis también, como os oí decir con acento jubiloso, a muchas santas mujeres de las que moran entre nosotros, quienes lamentan en mayor grado un pecado venial, que todo el pueblo de vuestra comarca pudiese lamentar haber cometido un millar de pecados mortales ... Visteis numerosos grupos de esas santas mujeres que despreciaban los deleites terrenales y las riquezas de este mundo, por el anhelo de un reino celestial; que se ataban a su Eterno Esposo con los lazos de la pobreza y la humildad. Las observasteis mientras trataban de ganar su pobre subsistencia con el trabajo de sus manos y, no obstante que sus padres o parientes nadaban en la riqueza, preferían olvidarse de los seres de su misma sangre y de sus hogares, y soportar las estrecheces de la pobreza, a gozar de una abundancia malhabida.

La nota característica del mencionado movimiento de transformación era la afectuosa devoción por la Pasión de Nuestro Señor, y debe recordarse que "cuando María lloraba tan copiosamente, según dice el cardenal Vitry, que podían seguirse sus pasos en las iglesias donde oraba por las manchas de humedad sobre el pavimento, era porque tomaba sus lágrimas en el cáliz inagotable de la Pasión o contemplaba un crucifijo, sin caer desvanecida".

Igualmente notable fue su anticipación a la devoción por la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento, sobre la cual no hay mención hasta entonces en la literatura devocional o de culto (pero si en la liturgia y teología). Al hablar de la beata María, dice su biógrafo: "A veces, se permitía tomar un descanso en su celda, pero en otras ocasiones, sobre todo cuando se aproximaba alguna gran fiesta, no podía encontrar reposo ni tranquilidad más que en presencia de Cristo, en la iglesia".

En fechas posteriores, cualquier duda que pudiese haber sobre que el significado de la frase "en presencia de Cristo, en la iglesia" se refiere a la presencia eucarística, quedaron disipadas por un breve estudio sobre María de Oignies, hecho por Tomás de Cantimpré, que los bolandistas agregaron como un apéndice a la biografía de Jacques de Vitry. En ese estudio se hace referencia a un hombre muy rico que, en cierto sentido, había vuelto a su religión gracias a los esfuerzos de María. En el momento en que aquel hombre atravesaba por un gran desaliento espiritual, la beata le aconsejó "que entrase en la iglesia más próxima; una vez en el templo, cayó de rodillas ante el altar y clavó la vista en la píxide que contenía el Cuerpo de Cristo, encima del altar". Entonces el hombre vio que, por tres veces, la píxide se desplazaba de su lugar, atravesaba los aires en dirección a donde él estaba de rodillas y permanecía unos instantes suspendida frente a sus ojos. En la tercera ocasión, el hombre cayó en un arrobamiento y mantuvo una secreta comunión con Dios.

Si tenemos presente la fecha en que fue escrito, el siguiente párrafo puede resultar muy interesante:

El mayor consuelo y gran deleite de María, hasta la hora en que llegó a la Tierra Prometida, fue el maná de vida que viene del cielo. El Pan Sagrado fortalecía su corazón y el Vino celestial embriagaba de placer su alma. Se saciaba con el santo alimento de la carne de Cristo, y su sangre vivificante la limpiaba y purificaba. Aquel era el único consuelo del que no podía privarse. Recibir el cuerpo de Cristo era para ella lo mismo que vivir y, en su mente morir era apartarse de su Señor al no participar en su bendito Sacramento. El cumplir con las palabras: "A menos que el hombre coma la Carne ...", lejos de ser, para ella, una dura prueba, como sucedía con los judíos, le resultaba dulce y reconfortante, puesto que no solamente experimentaba el deleite y el consuelo interiores al recibirle, sino también un sabor dulce en la boca, como el de la miel ... También su sed por la Sangre Regeneradora de su Señor era tan aguda, que a duras penas podía soportarla, y muchas veces suplicaba que se dejase el cáliz vacío sobre el altar, después de la misa, para tener la dicha de mirarlo.

Asimismo, María fue una de las primeras místicas de quienes se haya registrado, con bastantes detalles, las experiencias de lo que nos sentimos tentados a llamar atributos psíquicos. Se afirma que, algunas veces, supo con extraordinaria claridad, lo que en aquel preciso instante sucedía a muchas leguas de distancia; que tenía extrañas premoniciones sobre el futuro y que podía adivinar, con absoluta precisión, la historia pasada de las reliquias, por ejemplo, que todos ignoraban (hierognosis y psicometría). Jacques de Vitry, sin duda un testigo presencial, habla admirativamente de un inexplicable relato que hizo la beata, con lujo de detalles, sobre la ceremonia de la ordenación sacerdotal de "un amigo suyo", que en aquellos precisos instantes se desarrollaba en París.

Es importante tener presente que Jacques de Vitry es un testigo digno de toda confianza. Aparte de que pasó cerca de cinco años en compañía de la beata, desde 1208 hasta su muerte, ocurrida en 1213, toda su carrera y sus escritos ponen de manifiesto que fue un hombre de escrupulosa integridad y muy buen juicio. Siempre vio en María una especie de segunda madre y se sintió sinceramente honrado de que ella le designara como su "predicador" especial y se identificara con su trabajo apostólico. La biografía de la beata parece haber sido escrita poco después de su muerte y antes de que Jacques de Vitry fuese consagrado cardenal, pero es evidente que el autor conservó, hasta el último día de su vida, la devoción que le inspiró su personaje, y la localidad de Oignies, donde vivió. María, por su parte, siempre declaró que la amistad del cardenal se le había dado como respuesta a sus plegarias y que, aparte de ser su amigo, era su delegado, ya que ella, a causa de su sexo, no estaba en condiciones de instruir a los fieles y llevarlos hacia Dios. Ciertamente que, entre ellos, hubo un gran afecto; durante su última enfermedad, la beata oraba sin descanso por Jacques y pedía a Dios que le protegise de todo mal para que, llegado el momento de su muerte, pudiera ofrecer al Señor el alma limpia de su amigo sobre la que ella había velado en vida, para devolverla a su Creador intacta. En su oración mencionaba todas las pruebas, tentaciones y aun pecados de "su predicador" y luego, suplicaba al Señor que le apartase de ellos. El prior que confesaba a María y conocía bien su conciencia, la oyó decir aquellas cosas y fue en busca del cardenal para preguntarle si le había confesado a la beata todos sus pecados, "puesto que en sus cantos, dijo el prior, María hizo relación de todo lo que tú has hecho, como si lo leyese en un libro". Con la palabra "cantos", el prior se refería a la extraordinaria manifestación que se produjo durante los últimos días de vida de la beata, cuando ésta, como si fuera presa del delirio, hablaba sin cesar de cosas celestiales, pero en prosa rimada y aun en versos.

También eran extraordinarias las condiciones físicas en que vivía. Se nos dice, por ejemplo, que "ni siquiera en lo más crudo del invierno requería el fuego material de la chimenea para evitar el frío, porque incluso cuando la temperatura era tan baja que toda el agua se convertía en hielo, ella, por maravilla de la gracia, tenía encendido el espíritu con un fuego tan vivo, que el calor de su alma, sobre todo durante la plegaria, le calentaba el cuerpo; muchas veces sucedió que, en las noches más frías se la veía traspirar y, de sus ropas húmedas, se desprendía una dulce fragancia. Con mucha frecuencia también, el olor de sus ropas era como el del incienso, en los instantes en que las oraciones ascendían desde el brasero de su corazón".

Semejantes declaraciones podrían parecer sospechosas si procedieran de oídas; pero el caso es que Jacques de Vitry se encontraba presente y no hay duda de que era un hombre devoto, honesto, sereno, que decía la verdad sin circunloquios.

NOTA: Las Beguinas fue una asociación de mujeres cristianas, contemplativas y activas, que dedicaron su vida, tanto a la defensa de los desamparados, enfermos, mujeres, niños y ancianos, como a una brillante labor intelectual. Organizaban la ayuda a los pobres y a los enfermos en los hospitales, o a los leprosos. Trabajaban para mantenerse y eran libres de dejar la asociación en cualquier momento para casarse.

En el curso de la historia el comportamiento y fidelidad a la Santa Madre Iglesia se fue disolviendo en esta asociación, lo que postre la llevó a su extinción.

VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler (†)
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.
Editorial: COLLIER´S INTERNATIONAL - JOHN W. CLUTE, S. A.

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Presbíero y Mártir

Martirologio Romano: En Londres, Inglaterra, santo Tomás Garnet, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, el cual, ordenado en el Colegio de los Ingleses de Valladolid, en España, al regresar a Inglaterra fue encarcelado dos veces y, finalmente, en tiempo del rey Jacobo I, ajusticiado en Tyburn. ( 1608)

Fecha de canonización: 25 de octubre de 1970por el Papa Pablo VI, como parte de los 40 mártires de Inglaterra y Gales

Tomás Garnet fue sobrino del famoso sacerdote jesuita, P. Enrique Garnet, e hijo del señor Ricardo Garnet, católico fiel y alumno distinguidísimo de Balliol Collage, de Oxford. Tomás recibió su primera educación en la Escuela Primaria de Horsham, pero a la edad de dieciséis o diecisiete años, fue enviado a Francia para que completase su educación en el recién inaugurado colegio de Saint Omer. En enero de 1595, Tomás y varios de sus compañeros se embarcaron con destino a España, pero no fue sino hasta catorce meses después, tras una serie de calamidades, incluida una temporada de cárcel en Inglaterra, cuando arribó a su destino: el colegio de los jesuitas ingleses en Valladolid. Ahí terminó su curso de teología y fue ordenado sacerdote. Inmediatamente se le asignó a la misión de Inglaterra, junto con el beato Marcos Barkworth. Tal como él mismo declaró durante su proceso, su existencia en los seis años siguientes queda cabalmente descrita con sus propias palabras: "Anduve errante de un lugar a otro para rescatar almas que se habían desviado y se hallaban perdidas en el error en cuanto a la doctrina de la verdadera Iglesia católica".

Fue detenido cerca de Warwick, poco después del descubrimiento del «Complot de la Pólvora» (Gunpowder Plot), un famosa tentativa fracasada de derribar a Jacobo I, a partir de la cual se recrudecieron las medidas contra los católicos, aunque no hayan tenido, como en este caso, participación en el complot. Primero, se le encerró en la prisión de Gatehouse, y después, se le trasladó a Newgate. Como se había hospedado en la casa del señor Ambrose Rookwood, quien se hallaba complicado en la conspiración y, en vista de su parentesco con el padre Enrique Garnet, se pensó que podría suministrar importantes informaciones sobre el caso; pero ni las amenazas del tormento, ni el riguroso interrogatorio a que fue sometido, pudieron arrancarle alguna afirmación comprometedora. Al cabo de ocho o nueve meses, los que Tomás pasó en una celda húmeda, sin otro lecho que el duro suelo, fue deportado a Flandes con otros cuarenta y seis sacerdotes. Mientras se hallaba en Inglaterra, Tomás fue admitido en la Compañía de Jesús por su tío y, durante su destierro, se refugió en Lovaina para hacer su noviciado. Al año siguiente, en septiembre, regresó a Inglaterra. Seis semanas más tarde, fue entregado a sus perseguidores por un sacerdote apóstata.

Aquella vez, inmediatamente después de su detención, fue procesado en el tribunal de Old Bailey, donde se le declaró culpable de alta traición, por haber recibido la ordenación de manos de una autoridad que dependía de Roma y por haber desafiado la ley al regresar a Inglaterra. En el curso del interrogatorio, no llegó a confirmar ni a desmentir que fuese sacerdote, pero se negó resueltamente a hacer el juramento de fidelidad a la supremacía real. Por la declaración de tres testigos en el sentido de que, mientras estuvo preso en la Torre, le habían visto firmar como "Padre" Tomás Garnet, fue declarado culpable y condenado a muerte. Desde el cadalso, proclamó que era sacerdote y jesuita, y explicó que, si no lo había admitido durante el juicio, fue en razón de no aparecer como su propio acusador y obligar a los jueces a condenarle contra su conciencia. El conde de Essex y otros personajes hicieron un último intento para convencerlo de que salvara su vida, pero él persistió en su negativa de tomar el juramento. Al retirarse la carreta para dejar al mártir colgado de la cuerda, aquellos personajes no permitieron que el verdugo comenzara a cortarle el cuerpo, hasta comprobar que estaba muerto.

VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler (†)
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.
Editorial: COLLIER´S INTERNATIONAL - JOHN W. CLUTE, S. A.

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Mártires

Martirologio Romano: Conmemoración de muchos santos mártires de Nicomedia, que en tiempo del emperador Diocleciano, refugiados por montañas y cuevas, con ánimo sereno aceptaron el martirio por el nombre de Cristo. ( 303)
La matanza de 20.000 cristianos en Nicomedia, que, según los griegos, ocurrió el día de la Navidad del año 303, estaba registrada así, hasta la última reforma del calendario, en el Martirologio Romano: «En Nicomedia, la pasión de muchos miles de mártires que se habían reunido para rendir culto al Señor en el día del nacimiento de Cristo. El emperador Diocleciano mandó que las puertas de la iglesia donde estaban los cristianos fuesen atrancadas, que se formase una hoguera en torno al edificio y frente a la puerta principal un trípode con brasas e incienso. Ordenó, asi mismo, que se encendiese la hoguera al tiempo que un heraldo proclamaba, de manera que pudiera oírsele desde adentro, que todo aquél que quisiese librarse del fuego, saliera por la puerta principal a ofrecer incienso a Júpiter. Y, cuando todos a una, los que estaban dentro de la iglesia, declararon que estaban prontos a morir por Cristo, se alimentó la hoguera inmensa con ramas secas, se avivaron las llamas y todos perecieron en el fuego. De esta manera, pudieron nacer para el cielo aquel mismo día en el que plugo a Cristo nacer en la tierra para la salvación del mundo».

Hay un documento histórico donde se registra la información de que la iglesia de Nicomedia fue derrumbada, no incendiada, el 23 de febrero del año 303, por órdenes de Diocleciano, pero no se dice nada de las gentes que murieron. Por otra parte, no se celebraba ninguna fiesta de Navidad en Nicomedia en una fecha tan remota como los principios del siglo cuarto.

La nota del Martirologio Romano fue tomada de unas informaciones griegas. El Sinaxario de Constantinopla, tal como está editado en el Acta Sanctorum.

VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler (†)
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.
Editorial: COLLIER´S INTERNATIONAL - JOHN W. CLUTE, S. A.

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6:27 p.m.

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En Turín, del Piamonte, en Italia, san José Cafasso, presbítero, que se dedicó a la formación espiritual y científica de clérigos, y a reconciliar con Dios a los presos de la cárcel y a los condenados a muerte.

11:25 p.m.

Por: . | Fuente: Enciclopedia Católica | ACI Prensa

CLXXXV Papa

Nacido en Tarentasia, hacia el 1225; elegido en Arezzo el 21 de enero de 1276; murió en Roma el 22 de junio de 1276. Tarentasia en el alto Isère en el sudeste de Francia ciertamente fue su provincia natal, y el poblado de Champagny con alta certeza fue su lugar de nacimiento. A los dieciseis años ingresó a la orden de los dominicos.

Luego de completar sus estudios en la Universidad de París, de dónde se graduó con una maestría en teología sagrada en 1259, logró distinción como profesor de esa institución, en la cual se le conoce como “el más famoso doctor” (Doctor famosissimus). Por algún tiempo fue provincial de su orden en Francia, fue nombrado Arzobispo de Lyon en 1272 y Cardenal-obispo de Ostia en 1273. Jugó un papel importante en el Segundo Concilio Ecuménico de Lyon (1274), durante el cual dio dos discursos a los padres conciliares y también pronunció la oración fúnebre de San Buenaventura.

Al ser elegido sucesor de Gregorio X, de quien era consejero íntimo, tomó el nombre de Inocencio V y fue el primer papa dominico. Su política fue pacifista. Buscó la reconciliación entre los güelfos y los gibelinos en Italia, restauró la paz entre Pisa y Lucca y, medió entre Rodolfo de Habsburgo y Carlos de Anjou. Asímismo, buscó consolidar la unión de los griegos con Roma, la cual había sido pactada en el Concilio de Lyon.

Es el autor de varias obras relacionadas con la filosofía, teología y leyes canónicas, algunas de las cuales aún no se han publicado. La más importante de éstas es su “Comentario sobre las Sentencias de Pedro Lombardo” (Toulouse, 1652). Cuatro tratados filosóficos también son de autoría suya: “De unitate formæ”, “De materia cæli”, “De æternitate mundi”, “De intellectu et voluntate”. Algunos críticos también le adjudican un comentario sobre las Epístolas Paulinas, el cual frecuentemente se publica bajo el nombre de Nicolás de Gorran (Colonia, 1478).

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11:25 p.m.

Por: P. Felipe Santos |

Mártir

Etimológicamente significa “del Alba”. Viene de la lengua latina.

Este joven pertenece al siglo 3º ó 4º. Es muy probable que ya hubiese cristianos en Inglaterra en el siglo I, porque al final del siglo II, muchos de los habitantes del sur de Inglaterra eran cristianos.

Albano es el primero que se recuerda como mártir. Tradicionalmente, todos están de acuerdo que debió morir así en el 304. Pero hay otros estudiosos que sitúan su muerte en el año 209. Todos estos argumentos están sacados del manuscrito “La Pasión de Albano” que se conserva en Turín.

Se supone que fue un soldado romano que alojó a un sacerdote cristiano en su casa durante la dura persecución de Diocleciano.

Al ver cómo quería a Dios y cómo le rezaba, decidió hacerse cristiano. Renunció a la adoración de sus ídolos.

La noticia llegó a oídos del emperador. Enterado Albano, le dio al sacerdote lo que tenía para que escapase. No lo hizo sino que junto con su neófito fueron arrestados.

Ya ante el tribunal, les dijo en su cara que era cristiano. En seguida lo condenaron a muerte.
De camino para el lugar en donde iba a ser ejecutado, Holmhurst. Tuvo que ir por pasos difíciles. La gente, al verlo tan alegre y con los sufrimientos que le proporcionaban, le fue siguiendo y adorando al mismo Dios que hacía Albano.

En lo alto de la colina, cuando el verdugo iba a darle muerte, sintió pena, arrojó la espada y le dijo a todos: “Quiero seguir el ejemplo de este hombre”.

Bautizó al soldado con su propia sangre. A su muerte, hubo muchos milagros, ante los cuales se quedó impresionado el mismo gobernador. San Beda el Venerable decía que siempre se harían milagros en la tumba de este primer mártir de las islas británicas.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com

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11:25 p.m.

Por: P. Felipe Santos |

Obispo

Etimológicamente significa “ triunfador, victorioso”. Viene de la lengua griega.

Desde el principio Cristo estaba en Dios. Desde el nacimiento de la humanidad, él fue la Palabra viva. Vino a la tierra para hacer accesible la confianza de la fe. Resucitado, hace de nosotros su morada, nos habita.. y descubrimos que el amor de Cristo se manifiesta ante todo por su perdón y su continua presencia.

Estas palabras introductorias han marcado la vida de muchos santos y siguen convirtiéndose hoy en el lema de los creyentes en Cristo.

Sin la presencia vivificadora suya, ¿qué sería de nosotros?
Nació en el año 335 y murió en el 414.
Este santo fue un amigo íntimo de san Paulino de Nola. Lo nombraron obispo de Remesiana (Bela Palanca en Serbia) en el 370.

No se conoce mucho acerca de su vida, salvo que fue muy conocido por sus actividades misioneras, especialmente entre los Godos, Dacianos y Bessi.

Todo esto lo conmemora Paulino en un bello poema.
Eran amigos. Nicetas tuvo la ocasión – y si no se las buscó – de visitarle dos veces en Italia.

Habla de él como en auténtico evangelista entre los habitantes de una tierra gélida.

Nicetas escribió una exposición muy importante acerca del Credo de lo Apóstoles, disertaciones sobre la fe, la Trinidad y el valor de los salmos cantados.

Escribió también sobre la importancia del canto en la iglesia. Se cree que fue él el autor y redactor del TE DEUM.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com

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6:29 p.m.

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Santo Tomás Moro, mártir, que, por no aceptar el matrimonio del rey Enrique VIII y mantenerse fiel al primado del Romano Pontífice, fue encarcelado en la Torre de Londres. Padre de familia, de vida integérrima, presidente del consejo real, por mantenerse fiel a la Iglesia Católica murió el día 6 de julio, uniéndose así al martirio del obispo San Juan Fisher.

6:29 p.m.

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En Verulamio (hoy Saint-Albans), en Gran Bretaña, san Albano, mártir, el cual, según narra la tradición, aún no bautizado recibió en su casa a un clérigo, que le instruyó en la fe cristiana. Cubriéndose con sus vestidos, se entregó a las autoridades y fue degollado después de ser azotado y torturado (c. 287).

11:22 p.m.

Mártir laico

Martirologio Romano: En Londres, Inglaterra, san Juan Rigby, mártir, el cual, detenido y condenado a la pena capital durante el reinado de Isabel I por haberse reconciliado con la Iglesia católica, fue ahorcado en Southwark y descuartizado mientras aún estaba vivo. ( 1600)

Fecha de canonización: 25 de octubre de 1970, por el Papa Pablo VI, como parte del grupo de 40 mártires de Inglaterra y Gales

A pesar de que fue hijo de un caballero de rancio linaje del Lancashire, los escasos bienes de la familia obligaron a Juan Rigby a ingresar en el servicio doméstico para ganarse la vida. Era un católico fiel que moraba en el seno de una familia protestante, y a menudo se encontraba en situaciones muy difíciles para practicar su religión, en vista de las rigurosas leyes establecidas para combatir al catolicismo. Por esta causa, algunas veces se vio obligado a asistir a los servicios de la iglesia autorizada, una muestra de debilidad que lamentó con toda sinceridad posteriormente. Al sentir remordimientos por su culpa, fue a pedir confesión a un sacerdote encarcelado en la prisión de Clink y, a partir de entonces, llevó una vida cristiana irreprochable. Juan fue el instrumento de que se sirvió Dios para reconquistar a muchos católicos renegados, incluso a su propio padre. Mientras servía como criado de confianza en la casa de Sir Edmund Huddlestone, su amo le envió a la sala de sesiones del tribunal de Old Bailey, para informar que la hija de Sir Edmund, la señora Fortescue, estaba enferma y no podía comparecer ante esa corte, a donde había sido citada para un caso judicial. Hasta aquel momento no había acusaciones en contra de Juan Rigby, pero uno de los magistrados entró en sospechas y comenzó a interrogarle respecto a su religión. El noble criado acabó por reconocer que era católico, que no pensaba poner un pie en las iglesias protestantes y que se negaba a reconocer la supremacía religiosa de la reina. Acto seguido se ordenó que fuese encerrado en la prisión de Newgate.

Un amigo suyo conservó para la historia el interesante relato que escribió Juan sobre sus experiencias en la prisión y las pruebas que debió soportar. Es evidente que algunos de sus jueces, sobre todo el señor Gaudy, quedaron muy favorablemente impresionados por el valor, la resistencia y la sinceridad del reo; aquellos magistrados estaban bien dispuestos a dejarle en libertad, sólo le pedían que hiciese acto de presencia en la iglesia autorizada para cerrar su caso; pero Juan les respondía invariablemente: "Si ése es el único delito que he cometido y no hay otra manera de remediarlo que la de asistir a la Iglesia, no quisiera dejar a Su Señoría en la creencia de que, tras de haber ascendido algunos escalones hacia el Cielo, esté ahora dispuesto a tropezar y caer escaleras abajo hasta los abismos del infierno. Tengo la firme esperanza de que Jesucristo me fortalecerá para sufrir mil muertes si acaso tengo mil vidas para perder. Deje, Su Señoría, que la ley siga su curso".

Al cabo de prolongadas deliberaciones entre ellos, los jueces decidieron condenarlo. El juez Gaudy no pudo dominar el temblor de su voz al leer la sentencia de muerte, pero Juan Rigby la escuchó con absoluta serenidad.

El 21 de junio se le informó que iba a ser ajusticiado y él repuso con sencillez, casi con alegría triunfante: «¡Deo gratiasl Es el mayor premio que se me ha otorgado desde que vine al mundo». Cuando le transportaban dentro de una jaula de cañas, sobre la carreta, hacia Saint Thoma´s Waterings, el sitio de la ejecución, el conde de Rutland y el capitán Whitlock se le acercaron para instarle a «hacer lo que la reina mandaba y salvarse», pero fue en vano. Ya en el cadalso, Juan entregó al verdugo una moneda de oro y le dijo: «Toma esto como prenda de que sinceramente te perdono, a ti y a todos los que han sido causa de mi muerte». La ejecución se llevó a cabo con lujo de crueldad, puesto que fue desmembrado y se le sacaron las entrañas cuando aún tenía vida. Sus últimas palabras fueron: «¡Dios los perdone! ¡Jesús, recibe mi alma!». San Juan Rigby tenía alrededor de treinta años de edad cuando fue martirizado.

VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler (†)
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.
Editorial: COLLIER´S INTERNATIONAL - JOHN W. CLUTE, S. A.

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11:22 p.m.

Por: . | Fuente: Vatican.va

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En Zapotlanejo, Jalisco, México, san José Isabel Flores Varela, presbítero, mártir durante la gran persecución contra la religión en aquel país. ( 1927)

Fecha de canonización: 21 de mayo de 2000 por S.S. Juan Pablo II

Nació en Santa María de la Paz, de la parroquia de San Juan Bautista del Teúl, Zac. (Arquidiócesis de Guadalajara), el 28 de noviembre de 1866. Capellán de Matatlán, de la parroquia de Zapotlanejo, Jal. (Arquidiócesis de Guadalajara).

Por 26 años derramó la caridad de su ministerio en esa capellanía, siendo para todos un padre bondadoso y abnegado que los edificó con su pobreza, su espíritu de sacrificio, su piedad y su sabiduría.

Un antiguo compañero, a quien el Padre Flores había protegido, lo denunció ante el cacique de Zapotlanejo y fue apresado el 18 de junio de 1927, cuando se encaminaba a una ranchería para celebrar la Eucaristía.

Fue encerrado en un lugar degradante, atado y maltratado; el cacique le hizo escuchar música al mismo tiempo que le ofrecía: «Oye, qué bonita música, si afirmas acatando las leyes, te dejo en libertad». Sin alterarse, el mártir le expresó: «Yo voy a oír una música mejor en el cielo». El Padre José Isabel cumplía la palabra expresada varias veces: «Antes morir que fallarle a Dios».

El 21 de junio de 1927 fue conducido, en la noche, al camposanto de Zapotlanejo. Intentaron ahorcarlo pero no pudieron. Ordenó el jefe que le dispararan, pero el soldado, que reconoció al sacerdote que lo había bautizado, se negó a hacerlo, entonces enfurecido el verdugo asesinó al soldado. Misteriosamente las armas no hicieron fuego contra el Padre Flores por lo que uno de aquellos asesinos sacó un gran cuchillo y degolló al valeroso mártir.

El Papa Juan Pablo II lo canonizó, junto a otros 24 mártires méxicanos el 21 de mayo de 2000.

Reproducido con autorización de Vatican.va

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11:22 p.m.

Por: . | Fuente: ServitasCadiz.com

Presbítero

Martirologio Romano: En Orvieto, Umbría, Italia, beato Tomás, religioso de la Orden de los Siervos de María. ( 1343)

Fecha de beatificación: culto confirmado el 10 de diciembre de 1768, por el Papa Clemente XIII

El beato Tomás nació en Orvieto, ciudad de Umbría, a fines del siglo XIII o principios del XIV.

Para alcanzar con mayor seguridad la patria celestial, en lo cual estaban concentrados todos sus pensamientos y anhelos, decidió consagrarse completamente a Dios en una familia religiosa y, por su acendrado afecto hacia la Virgen, pidió y que fue admitido en la Orden de los Siervos de santa María. En él resplandecieron con luz meridiana las virtudes típicas de los Siervos, consideradas como carisma de nuestra Orden: la humildad, la caridad fraternal, el espíritu de servicio, la misericordia. En efecto, - como se lee en los Anales de la Orden -; “con el objeto de dedicarse de una vez para siempre al servicio de la Virgen […] y de sus siervos”, pidió ser agregado en el número de los frailes que la gente suele llamar “legos”.

Durante muchos años pidió limosna de puerta en puerta y, ejerciendo este oficio, mostró suma afabilidad, paciencia y caridad- Sentía una entrañable compasión por los pobres, a quienes no sólo daba con alegría de lo que sobraba de la mesa de los frailes, sino también del sustento que le era necesario. Dios miró con agrado la sencillez con que el Beato desempeñaba su actividad y según el testimonio de antiguos escritores, manifestó su aprobación con diversos prodigios. Las imágenes del beato Tomás, algunas de ellas notables por sus antigüedad y valor artístico, lo representan cargado con la alforja y llevando una ramita de higuera en la mano o dando, en pleno invierno, unos a higos a una mujer embarazada deseoso de esos frutos. En tales imágenes los artistas han querido expresar la solicitud de este hombre de Dios para con todos los que pedían su ayuda, y su poder de intercesión ante Dios, del cual podía obtener milagros.

El humilde siervo de la Virgen murió en Orvieto, el año 1343, como se lee en la Crónica de fray Miguel Poccianti; su cuerpo recibió honrosa sepultura en la iglesia de los Siervos de esta misma ciudad. Por los milagros, cada vez más frecuentes, los habitantes de Orvieto muy pronto empezaron a tributarle una gran devoción y a celebrar su memoria. Este culto, popular e inmemorable, fue ratificado y confirmado por el papa Clemente XIII en el año 1768.

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Memoria de san Luis Gonzaga, religioso, quien, nacido de nobilísima estirpe y admirable por su inocencia, renunció a favor de su hermano el principado que le correspondía e ingresó en la Compañía de Jesús, sucumbiendo, apenas adolescente, por haber asistido durante una grave epidemia a enfermos contagiados.

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