Ártículos Más Recientes

11:38 p.m.

Por: . | Fuente: ACI Prensa

Obispo

Martirologio Romano: En el Bósforo, en la Propóntide, en la actual Turquía, muerte de san Nicéforo, obispo de Constantinopla, que, tenaz defensor de las tradiciones, se opuso con decisión al emperador iconoclasta León el Armenio, sosteniendo el culto de las sagradas imágenes. Expulsado de su sede, fue relegado largo tiempo en un monasterio, donde entregó su alma a Dios. ( 828)
Patriarca de Constantinopla (806-815), nacido cerca del 758; fallecido el 2 de junio del 829. Este campeón de la opinión ortodoxa en la segunda contienda por la veneración de las imágenes pertenecía a una notable familia de Constantinopla. Fue hijo del secretario imperial Teodoro y de su piadosa esposa Eudoxia. Eudoxia era partidaria estricta de la Iglesia y Teodoro haba sido desterrado por el emperador Constantino Coprónimo (741-775) debido a su inquebrantable apoyo a la enseñanza de la Iglesia en lo concerniente a las imágenes. Siendo aún joven, Nicéforo fue llevado a la corte, donde se convirtió en secretario imperial. Junto con otros dos oficiales de alto rango, representó a la emperatriz Irene en el 787 en el segundo Concilio de Nicea (el séptimo concilio ecuménico), el cual declaró la doctrina de la Iglesia con respecto a las imágenes. Poco después, Nicéforo buscó la soledad en el Bósforo tracio, donde fundó un monasterio. Allí se dedicó a las prácticas ascéticas y al estudio profano de gramática, matemáticas y filosofía, así como a las Escrituras. Luego fue llamado a la capital y allí se le encargó un gran hospital. A la muerte del Patriarca Tarasio (25 de febrero del 806), hubo gran división entre el clero y los altos oficiales de la corte en cuanto a quién escoger como sucesor de aquél. Finalmente, con el asentimiento de los obispos, el emperador Nicéforo (802-11) nombró patriarca a Nicéforo. Aunque seguía siendo laico, todo mundo sabía que era muy religioso y muy docto. Recibió las Sagradas órdenes y fue consagrado obispo el 12 de abril del 806, domingo de Pascua. La elevación directa de un laico al patriarcado, como había ya sucedido en el caso de Tarasio, despertó oposición en el partido eclesiástico entre el clero y los monjes. Los líderes eran los abades Platón de Sacadio y Teodoro de Studita, y el hermano de Teodoro, el Arzobispo José de Tesalónica. Por esta oposición, el abad Platón estuvo encarcelado veinticuatro días por orden del emperador.
Nicéforo pronto dio otros motivos para un mayor antagonismo. En el 795, un sacerdote llamado José había celebrado el ilegítimo matrimonio del emperador Constantino VI (780-797) con Teodota, cuando todavía vivía María, la legítima esposa del emperador, a quien haba repudiado. Por este acto, José fue depuesto y desterrado. El emperador consideró que era importante resolver este asunto y, a deseo suyo, el nuevo patriarca, junto con la concurrencia de un sínodo compuesto de un número pequeño de obispos, perdonó a José y, en el 806, lo restauró en su cargo. El patriarca cedió a los deseos del emperador a fin de evitar un mal más grave. El partido eclesiástico estricto consideró que su acción fue una violación de la ley eclesiástica y un escándalo. Antes que la cuestión fuera resuelta, Teodoro había escrito al patriarca rogándole que no restituyera en su cargo al sacerdote culpable, mas no recibió respuesta. Aunque la cuestión no se debatió abiertamente, él y sus seguidores prácticamente ya no mantenían comunión con Nicéforo ni el sacerdote, José. Pero, mediante una carta escrita por el Arzobispo José, el modo de proceder que él y el partido estricto habían seguido se volvió asunto público en el 808 y causó furor. Teodoro expuso, en discurso y por escrito, las razones de la acción del partido estricto y mantuvo firmemente su posición. Al defenderse contra la acusación de que él y sus compañeros eran cismáticos, declaró que había guardado silencio en lo posible, que no había censurado a ningún obispo y que siempre incluyó el nombre del patriarca en la liturgia. Reafirmó su amor y adherencia al patriarca, y dijo que retiraría toda oposición si el patriarca reconocía la violación de la ley destituyendo al sacerdote José. El emperador Nicéforo tomó ahora medidas violentas. Ordenó al patriarca que convocara un sínodo, que fue celebrado en el 809, e hizo que Platón y varios monjes comparecieran forzosamente ante él. Los oponentes del patriarca fueron condenados, el Arzobispo de Tesalónica fue depuesto, los abades Platón y Teodoro, junto con sus monjes, fueron desterrados a las islas vecinas y echados a varias prisiones.

Esto, sin embargo, no desalentó a los decididos oponentes de la “herejía adulterina”. En el 809, Teodoro y Platón, a través del archimandrita Epifanio, enviaron un memorial al Papa León III; Teodoro luego colocó la cuestión nuevamente ante el Papa en una carta, en la que rogó al sucesor de san Pedro conceder una ayuda al Oriente de manera que no fuera ahogado por las olas de la “herejía adulterina”. El Papa León envió una respuesta alentadora y consoladora a los confesores resolutos, y estos le volvieron a escribir a través de Epifanio. León no había recibido comunicación de parte del patriarca Nicéforo y, por tanto, no estaba completamente informado en la cuestión; también deseó ahorrarle al emperador oriental en lo posible. Consiguientemente, por un tiempo no tomó más medidas en el asunto. El emperador Nicéforo continuó persiguiendo a todos los adherentes de Teodoro de Studita, y, además, oprimió a los que tenía por sospechosos, ya fueran del clero o dignatarios del imperio. Por otra parte, favoreció a los paulicianos heréticos y a los iconoclastas y agotó al pueblo con impuestos opresivos, de manera que fue odiado universalmente. En julio del 811, el emperador fue muerto en una batalla con los búlgaros. Su hijo, Stauracio, quien había sido herido en la misma batalla, fue proclamado emperador, pero fue depuesto por los hombres principales del imperio porque seguía el mal ejemplo de su padre. El 2 de octubre del 811, con la aprobación del patriarca, Miguel Rhangabe, cuñado de Stauracio, fue elevado al trono. El nuevo emperador prometió, por escrito, defender la fe y proteger tanto al clero como a los monjes, y fue coronado con mucha solemnidad por el patriarca Nicéforo. Miguel tuvo éxito en la reconciliación entre el patriarca y Teodoro de Studita. El patriarca volvió a deponer al sacerdote José y retiró sus decretos contra Teodoro y sus partidarios. Por el otro lado, Teodoro, Platón y la mayora de sus adeptos reconocieron al patriarca como el cabeza legítimo de la Iglesia bizantina, y trataron de traer a los rebeldes de regreso a la obediencia. El emperador también había recurrido al papado en relación con estas riñas y obtenido una carta de aprobación de León. Por otra parte, el patriarca ahora envió al Papa la tradicional notificación por escrito de su instalación en el cargo (Synodica). En ella trató de justificar el retraso con la tiranía del anterior emperador, entretejió una intrincada confesión de fe y prometió notificar a Roma en el momento apropiado en lo referente a todas las cuestiones importantes.

El emperador Miguel era un hombre honorable de buenas intenciones, pero débil y dependiente. Por consejo de Nicéforo, mandó matar a los heréticos y sediciosos paulicianos y trató de suprimir a los iconoclastas. El patriarca intentó por todos los medios establecer una disciplina monástica entre los monjes, y suprimir los monasterios dobles, que habían sido prohibidos por el séptimo concilio ecuménico. Tras su total derrota, el 22 de junio del 813, en la guerra contra los búlgaros, el emperador perdió toda autoridad. Con la aprobación del patriarca, renunció y entró en un monasterio con sus hijos. El general del pueblo, León el Armeno, se convirtió en emperador el 11 de julio del 813. Cuando Nicéforo exigió la confesión de fe, antes de la coronación, León la postergó. No obstante esto, Nicéforo lo coronó, pero luego León de nuevo renunció a hacer su confesión. En cuanto el nuevo emperador había asegurado la paz del imperio con la derrota de los búlgaros, sus verdaderas opiniones comenzaron a aparecer gradualmente. Entró en relación con los oponentes de las imágenes, entre los cuales se hallaba un número de obispos; poco a poco se volvió más evidente que estaba preparando un nuevo ataque contra la veneración de las imágenes. Ahora, con intrépida energía, el patriarca Nicéforo procedió contra las maquinaciones de los iconoclastas. Llevó a juicio a varios eclesiásticos opuestos a las imágenes ante un sínodo y forzó a un abad llamado Juan y también al obispo Antonio de Sileo a la sumisión. La aquiescencia del obispo Antonio fue meramente simulada.

En diciembre del 814, Nicéforo tuvo una larga conferencia con el emperador acerca de la veneración de imágenes, pero no se llegó a ningún acuerdo. Luego el patriarca envió a varios obispos y abades doctos para convencerlo de la verdad de la posición del patriarca en cuanto a la veneración de las imágenes. El emperador deseó un debate entre los representantes de las opiniones dogmáticas opuestas, pero los adeptos de la veneración de las imágenes rehusaron participar en dicha conferencia, puesto que el séptimo concilio ecuménico ya había resuelto la cuestión. Entonces Nicéforo convocó una asamblea de obispos y abades en la iglesia de santa Sofía, lugar donde excomulgó al obispo Antonio de Sileo, quien haba perjurado. Un gran número de laicos también estuvo presente en esta ocasión, y el patriarca junto con el clero y el pueblo permaneció en la iglesia toda la noche orando. El emperador después citó a Nicéforo, y el patriarca fue al palacio imperial acompañado de abades y monjes. Nicéforo primero tuvo una conversación larga y en privado con el emperador, en la cual inútilmente intentó por todos los medios disuadir a León de su oposición a la veneración de imágenes. El emperador reicibió a los que habían acompañado a Nicéforo, entre ellos a siete metropolitanos y al abad Teodoro de Studita. Todos repudiaron la interferencia del emperador en cuestiones dogmáticas y una vez más rechazaron la proposición de León de celebrar una conferencia. El emperador luego ordenó a los abades a guardar silencio sobre el asunto y les prohibió llevar a cabo reuniones. Teodoro declaró que el silencio con esas condiciones sería traición y expresó simpatía por el patriarca, a quien el emperador prohibió llevar a cabo servicio público en la iglesia. Nicéforo enfermó; cuando se recuperó, el emperador lo citó para defender su modo de proceder ante un sínodo de obispos que simpatizaba con el iconoclasma. Mas el patriarca no reconocería el sínodo e hizo caso omiso a las citaciones. El conciliábulo ahora ordenaba que ya no se le llamara patriarca. Su casa fue rodeada de multitudes de enfadados iconoclastas, que le gritaron amenazas e improperios. Fue vigilado por soldados y no se le permitió realizar ningún acto oficial. Protestando contra este modo de proceder, el patriarca notificó a León que juzgaba necesario renunciar a la sede patriarcal. Acto seguido, fue arrestado a medianoche en marzo del 815 y desterrado al monasterio de san Teodoro, que había construido en el Bósforo.

León ahora elevó al patriarcado a Teodoto, un laico casado y analfabeto que favorecía el iconoclasma. Teodoto fue consagrado el 1ero de abril del 815. El exiliado Nicéforo perseveró en su oposición y escribió varios tratados contra el iconoclasma. Tras el asesinato del emperador León, el 25 de diciembre del 820, Miguel el amoriano ascendió al trono, y los defensores de la veneración de imágenes fueron ahora tratados con mayor consideración. Sin embargo, Miguel no consentiría a una restauración propiamente dicha de las imágenes, como le exigía Nicéforo, pues declaró que no deseaba interferir en asuntos religiosos y dejaría todo como estaba. En consecuencia, las medidas hostiles del emperador León no fueron revocadas, aun cuando la persecución cesó. Nicéforo recibió permiso para regresar del exilio si prometía permanecer callado. Él, no obstante, no aceptaría y permaneció en el monasterio de san Teodoro, donde continuó defendiendo, por discurso y por escrito, la veneración de las imágenes. Los tratados dogmáticos que escribió, principalmente sobre este tema, son los siguientes: una Apología para la Iglesia católica en lo concerniente al recién surgido cisma en relación a las sagradas imágenes (Migne, P.G., C, 833-849), escrita en el 813-814; un tratado más largo en dos partes; la primera es una Apología para la fe pura y no adulterada de los cristianos en contra de quienes nos acusan de idolatría (Migne, loc. Cit., 535-834); la segunda parte contiene el Antirrhetici, una refutación de un escrito del emperador Constantino Coprónimo sobre las imágenes (loc. Cit., 205-534). Nicéforo añadiá a su segunda parte setenta y cinco extractos de escritos de los Padres [editados por Pitra, Spicilegium Solesmense, I (Pars, 1852), 227-370]; en otros dos escritos, que aparentemente van juntos, se examinan y explican pasajes de escritores antiguos que habían sido usados por los enemigos de las imágenes para sostener sus opiniones. Ambos tratados fueron editados por Pitra; el primero Epikisis en Spicilegium Solesmense, I, 302-335; el segundo Antirresis en el mismo, I, 371-503, y IV, 292-380. Estos dos tratados hablan de pasajes de Macario Magno, Eusebio de Cesarea y de un escrito equivocadamente atribuido a Epifanio de Ciro. Pitra editó otra obra que justificaba la veneración de imágenes titulada Antirrheticus adversus iconomachos (Spicil. Solesm., IV, 233-291). Un último y, al parecer, especialmente importante tratado sobre esta cuestión no ha sido publicado. Nicéforo también dejó dos pequeñas obras históricas; una conocida como el Breviarium, la otra como Chronographis; ambas fueron editadas por C. De Boor, Nicephori archiep. Const. Opuscula historica, en la Bibliotheca Teubneriana (Leipzig, 1880). Al final de su vida fue venerado y tras su muerte fue considerado santo.

En el 874, sus huesos fueron trasladados a Constantinopla con mucha pompa por parte del Patriarca Metodio y fue enterrado el 13 de marzo en la Iglesia de los Apóstoles.

Su fiesta se celebra en este día tanto en la iglesia griega como en la romana.

Let's block ads! (Why?)

11:38 p.m.

Por: . | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01

San Eugenio I nació en Roma. Fue elegido por expresa voluntad del emperador Constante, un año antes de la muerte de Martín, mientras éste era conducido en cadenas a Constantinopla. El clero romano y el mismo Eugenio I no se opusieron a la voluntad de Constante, probablemente no por sumisión o miedo, sino por motivos de oportunidad. Tal vez no quería indisponer al emperador quien, por ejemplo, hubiera podido hacer elegir a un papa monotelista; o quizás dando muestras de condescendencia no se quiso comprometer aún más la ya precaria posición del Papa Martín.

No hay duda de que la actitud de Eugenio fuera demasiado reverente y condescendiente, hasta tal punto que el Liber pontificalis le defino demasiado «benévolo, dulce y lleno de mansuedumbre». Se rescató hacia el final rechazando la epístola sinodal que le envió el patriarca Pedro, que contenía graves ambigüedades doctrinales en sentido monotelista, y negándose a suscribir una profesión de fe dictada por el mismo emperador. Antes bien, contestó a la provocación denunciando los abusos y las persecuciones que Martín había sufrido por parte de la Corte imperial, haciéndolos de público dominio.

Habría recibido el mismo trato que su antecesor si mientras tanto no hubiese muerto.

Se distinguió por varios reglamentos utilísimos que dio a la Iglesia en una época bastante azarosa. Prescribió que los curas tuviesen que guardar castidad perpetua.

Estuvo dotado del don de milagros, y murió en el Señor el 2 de junio del año 657.

Let's block ads! (Why?)

11:38 p.m.

Por: . | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01

Contrariamente al más célebre San Nicolás, patrono de Bari, de este San Nicolás llamado El Peregrino, poseemos poquísimos datos.

Es el patrón de la ciudad de Trani, donde murió en 1094, apenas quince días después de su arribo, proveniente de Taranto y antes aún de Otranto.

Había nacido en Grecia y después de haber pasado algunos años de soledad en Puglia, la recorrió llevando una cruz en la mano, repitiendo continuamente la invocación: ‘Kyrie Eleison’.

Después de su muerte, hizo numerosos milagros. Cuatro años después, en 1098, en el Sinodo Romano, el Obispo de Trani propuso a la Asamblea que el venerable Nicolás fuese inscripto en el catálogo de los Santos, por los méritos que acumuló durante su vida y por los milagros conseguidos mediante su intercesión después de su muerte.

El Papa Urbano II mediante un ‘Breve’ autorizó al Obispo de Trani a actuar al respecto como lo considerara oportuno. De regreso a Trani el Obispo lo canonizó y después de edificar una nueva basilica, depositó allí el cuerpo del Santo.

En 1748 El Papa Benedicto XIV lo incluyó en el Martirologio Romano.

Let's block ads! (Why?)

5:57 p.m.

[unable to retrieve full-text content]

Santos mártires Marcelino, presbítero, y Pedro, exorcista, de los cuales el papa [san Dámaso] cuenta que, en la persecución bajo Diocleciano, fueron condenados a muerte, y conducidos al lugar del suplicio, que estaba lleno de zarzales, después de obligarles a cavar su propia tumba fueron degollados y enterrados, para que no quedase su sepultura, pero, más tarde, una piadosa mujer llamada Lucila trasladó sus restos a Roma, en la vía Labicana, en el cementerio llamado «ad Duas Lauros» (c. 304).

5:57 p.m.

[unable to retrieve full-text content]

En la ciudad de Astorga, en Hispania, san Dictino, obispo, que defendió con firmeza la sana doctrina cristiana (s. V).

5:57 p.m.

[unable to retrieve full-text content]

En la ciudad de Au Thi, en Tonquín, santo Domingo Ninh, mártir, joven agricultor que, por no querer pisotear la cruz, fue degollado en tiempo del emperador Tu Duc.

11:33 p.m. ,
Martirologio Romano:En la ciudad de Alba, en el Piamonte, beato Teobaldo, que por amor a la pobreza dio todo su dinero para socorrer a una viuda y, trabajando como mozo de cuerda, por humildad llevó las cargas de los demás. ( 1150)

Fecha de beatificación: Culto Confirmado por el Papa Gregorio XVI en el año 1841.

A Teobaldo Roggeri se le honra en todo el Piamonte como patrón de los zapateros remendones y los cargadores, pero con particular devoción en Vico, el lugar donde nació, y en Alba, la población donde pasó la mayor parte de su vida. Sus padres eran personas acomodadas que le dieron una buena educación; pero el respeto que se dispensaba a la buena posición de su familia, le parecía a Teobaldo incompatible con las condiciones de humildad que debe observar todo buen cristiano. Por ese motivo abandonó el hogar y fue a vivir en la ciudad de Alba, donde fue admitido en el taller de un zapatero para aprender el oficio. Se desempeñó con tanta honradez y destreza, que su amo, en el lecho de muerte, le pidió que se casara con su hija única y siguiera al frente del negocio como dueño. Como Teobaldo no quería apenar a un anciano con sus horas contadas, le dio una respuesta rápida y evasiva que él pudiera tomar como afirmativa; pero no eran esos los planes del piadoso joven que había hecho votos de guardar la castidad y, tan pronto como su amo fue sepultado, se despidió de la viuda, entregándole todas sus ganancias para que las distribuyera entre los pobres, y partió.

Sin ningún bien en este mundo, atenido a las limosnas que recibía, emprendió una peregrinación a Santiago de Compostela. De regreso en Alba, no trató de reanudar su oficio de zapatero, sino que buscó la labor más penosa y dura que pudiera realizar y se ofreció a cargar las bolsas de cereales y otras mercancías. Desde entonces vivió en las calles y las plazas, junto a los mendigos y los menesterosos de toda especie, para quienes era como un ángel de consuelo. Invariablemente, las dos terceras partes de todo lo que ganaba, eran para sus pobres. A pesar de la naturaleza agobiante de su trabajo, practicaba con frecuencia ayunos y otras austeridades; hasta el día de su muerte, durmió siempre sobre el duro suelo. A fin de expiar la culpa de haber proferido una maldición cuando otro hombre lo provocó, se propuso barrer todos los días las naves de la iglesia de San Lorenzo y mantener ardiendo sus lámparas. Se afirma que en su tumba se obraron muchos milagros, lo que dio enorme incremento a su culto.

Let's block ads! (Why?)

11:33 p.m. ,

Por: . | Fuente: VidasEjemplares.org

Laico Franciscano

Martirologio Romano: En Urbino, del Piceno, en Italia, beato Juan Pelingotto, de la Tercera Orden de San Francisco, que, siendo comerciante, procuraba favorecer más a los otros que a sí mismo, y viviendo recluido en una celda, solamente salía para atender a pobres y enfermos (1304).

Etimológicamente: Juan = Dios es misericordioso, es de origen hebreo.

Su culto fue aprobado por S.S. Bendedicto XV el 13 de noviembre de 1918.

Juan Pelingotto nació en Urbino en 1240, hijo de un rico mercader de telas que bien pronto, si bien de mala gana, hubo de permitirle dedicarse libremente a los ejercicios de piedad. A los once años ya lo había iniciado en el comercio.

Vistió el hábito de la Tercera Orden de la penitencia en la iglesia de Santa María de los
Ángeles, la primera iglesia franciscana de Urbino, y como fiel imitador del Seráfico Padre, vivía austeramente. El amor por los pobres lo movía a privarse aun de lo necesario para socorrerlos; humildísimo, al caer en la cuenta de que sus conciudadanos lo tenían en grande estima, para despistarlos se hizo el loco, pero mientras más procuraba ocultarse, más manifiestas hacía Dios sus virtudes.

En 1300 fue a Roma para ganar el jubileo decretado por Bonifacio VIII. Era la primera vez
que iba a la ciudad eterna y no era conocido por nadie; sin embargo, un desconocido al
encontrarse con él, lo señaló a sus compañeros diciendo: “¿No es este aquel santo hombre de Urbino?”. Otros varios hechos manifestaron claramente que el Señor quería hacer conocer su santidad. De regreso a su ciudad natal, intensificó su vida espiritual deseando ardientemente la patria celestial. Fue atacado por una gravísima enfermedad que lo redujo pronto a las últimas, y lo hizo perder hasta el habla, que recuperó completamente sólo en los últimos días de su vida terrena. Supo ser imitador del Seráfico Padre incluso en el dolor.

El demonio no cesaba de molestar con horribles tentaciones a este terciario penitente que siempre había guardado intacta la pureza de su alma. Andaba repitiendo: “¿Por qué me molestas? ¿Por qué me echas en cara cosas que nunca he cometido y en las cuales nunca he consentido?”. Y abandonándose confiado en los brazos de la misericordia divina, con voz fuerte dijo: “Y ahora, vamos con toda confianza!”. Uno de los presentes dijo: “Padre, ¿a
dónde vas?”. “Al Paraíso!”, respondió. Dicho esto, su rostro se puso bellísimo, sus miembros se distensionaron y, poco después expiró serenamente. Era el primero de junio de 1304; tenía 64 años de edad.

Juan había pedido que se le sepultara en la iglesia de San Francisco, pero en un primer
tiempo no se cumplió su voluntad: tuvo solemnes funerales y fue sepultado en el cementerio franciscano, en el claustro del convento. Dios glorificó bien pronto a su fiel servidor. Tantas fueron las gracias que se decían obtenidas por su intercesión, tanto era el concurso de los fieles a su sepulcro, que los hermanos exhumaron sus restos y los llevaron a la iglesia de San Francisco. Aumentándose los prodigios se erigió un altar sobre su tumba, donde se celebraron misas en su honor.

Su culto continuó a través de los siglos.

Let's block ads! (Why?)

11:33 p.m. ,

Por: . | Fuente: Vatican.va

Fundador de las Congregaciones de
Misioneros de San Carlos (Scalabrinianos) y de las
Hermanas Misioneras de San Carlos Boromeo (Scalabrinianas)

Martirologio Romano: En Piacenza, en Italia, beato Juan Bautista Scalabrini, obispo, quien trabajó incansable por el bien de su iglesia, mostrado un especial interés por los sacerdotes, agricultores y obreros. En favor de los emigrantes a los países de América fundó las Congregaciones de Misioneros y de Hermanas Misioneras de San Carlos (1905).

Etimológicamente: Juan = Dios es misericordioso, es de origen hebreo.

Juan Bautista Scalabrini nació y fue bautizado el 8 de julio de 1839 en Fino Monasco (Como, Italia). Era el tercero de ocho hijos de una familia muy religiosa, de clase media. Estudió en el instituto «Volta de Como». Ingresó en el seminario diocesano, donde realizó sus estudios de filosofía y teología. Recibió la ordenación sacerdotal el 30 de mayo de 1863. Durante sus primeros años de sacerdocio fue profesor y luego rector del seminario comasco de San Abundio; en 1870 fue nombrado párroco de San Bartolomé.

Nombrado obispo de Piacenza por el Papa Pío IX, recibió la consagración episcopal el 30 de enero de 1876. Desarrolló una actividad pastoral y social muy amplia: visitó cinco veces las 365 parroquias de la diócesis, a la mitad de las cuales sólo se podía llegar a caballo o a pie; celebró tres sínodos, uno de ellos dedicado al culto eucarístico, difundiendo entre todos los fieles la comunión frecuente y la adoración perpetua; reorganizó los seminarios y reformó los estudios eclesiásticos, anticipando la reforma tomista de León XIII; consagró doscientas iglesias; fue incansable en la administración de los sacramentos y en la predicación; impulsó al pueblo a profesar un amor activo a la Iglesia y al Papa, fomentando la verdad, la unidad y la caridad.

Practicó de forma heroica la caridad asistiendo a enfermos del cólera, visitando a los enfermos y a los encarcelados, socorriendo a los pobres y a las familias en desgracia, y siendo generoso en el perdón. Salvó del hambre a miles de campesinos y obreros, despojándose de todo, vendiendo sus caballos, así como el cáliz y la cruz pectoral que le regaló el Papa Pío IX.

Fundó un instituto para sordomudas, sociedades de mutua ayuda, asociaciones obreras, cajas rurales, cooperativas y otras formas de Acción católica.

Pío IX lo definió «apóstol del catecismo », porque hizo lo posible para que lo enseñaran en todas las parroquias bajo forma de escuela, incluso para los adultos. Ideó y presidió el primer Congreso catequístico nacional de 1889 y fundó el primer periódico catequístico italiano.

Ante el desarrollo dramático de la emigración italiana, que se convirtió en fenómeno de masas, desde el comienzo de su episcopado se hizo apóstol de millones de italianos, que vivían en otros países, a menudo en condiciones de semi-esclavitud, y corrían el peligro de abandonar su fe o la práctica religiosa.

El 28 de noviembre de 1887, fundó la congregación de los Misioneros de San Carlos (Scalabrinianos), aprobada por León XIII, para proporcionar asistencia religiosa, moral, social y legal a los emigrantes. Impulsó a santa Francisca Javier Cabrini, la madre de los emigrantes, a partir rumbo a América en 1889 para encargarse de los niños, los huérfanos y los enfermos italianos. Él mismo fundó, el 25 de octubre de 1895, la congregación de Hermanas Misioneras de San Carlos Boromeo (Scalabrinianas). De sus enseñanzas nacieron en 1961 las Misioneras Seglares Escalabrinianas.

Su intensa actividad episcopal tenía su origen e inspiración profunda en una fe ilimitada en Jesucristo. Su programa era: «Hacerme todo a todos para ganarlos a todos para Cristo». Estaba profundamente enamorado de la Eucaristía: pasaba horas en adoración delante del Santísimo; durante la jornada le hacía muchas visitas y hasta quiso ser sepultado con todo lo necesario para la celebración de la santa misa.

Sentía gran pasión por la cruz y una tierna devoción a la Virgen, que se manifestaba en sus homilías y peregrinaciones a santuarios marianos. Este amor le llevó a entregar las joyas de su madre para la corona de la Virgen.

Falleció el 1 de junio de 1905, fiesta de la Ascensión del Señor. Sus últimas palabras fueron: «¡Señor, estoy listo. Vamos!».

Fue beatificado por S.S. Juan Pablo II el 9 de noviembre de 1997.

Reproducido con autorización de Vatican.va

Let's block ads! (Why?)

7:03 p.m.

[unable to retrieve full-text content]

Memoria de san Justino, mártir, que, como filósofo que era, siguió íntegramente la auténtica sabiduría conocida en la verdad de Cristo, la cual confirmó con sus costumbres, enseñando lo que afirmaba y defendiéndola con sus escritos. Al presentar al emperador Marco Aurelio, en Roma, su Apología en favor de la religión cristiana, fue conducido ante el prefecto Rústico y, por confesar que era cristiano, fue condenado a la pena capital (c. 165).

7:03 p.m.

[unable to retrieve full-text content]

En Messina, de Sicilia, en Italia, beato Aníbal María Di Francia, presbítero, que fundó la Congregación de los Rogacionistas del Corazón de Jesús y las Hijas del Celo Divino, para rogar al Señor que dé santos sacerdotes a su Iglesia.

6:49 p.m.

[unable to retrieve full-text content]

En Messina, de Sicilia, en Italia, beato Aníbal María Di Francia, presbítero, que fundó la Congregación de los Rogacionistas del Corazón de Jesús y las Hijas del Celo Divino, para rogar al Señor que dé santos sacerdotes a su Iglesia.

11:49 p.m. ,

Virgen y Mártir

Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio de Domitila, en la vía Ardeatina, santa Petronila, virgen y mártir. ( s. inc.)
A medida que el hagiógrafo avanza en la familiaridad con las Vitae Sanctorum y las Actas de los martirios de los santos comprueba, entre susto y fascinación, los esfuerzos de escritores anteriores -algunos lo hacen desde los albores de la historia cristiana- por pasar a la posteridad los modelos de fe y vida que ellos han visto o cuyas noticias han recibido oralmente, o quizá tuvieron entre sus manos documentación anterior que no ha sobrevivido al tiempo. Lo hicieron movidos por el cariño agradecido a los que supieron ser fieles y transmitieron el heroísmo de sus virtudes de la mejor manera que pudieron; con frecuencia estaban por la labor de dejar en el mejor papel posible al santo protagonista de su relato y por ello no es infrecuente notar añadiduras a la personalidad que relatan, aunque sea acumulando dones, milagros y hechos portentosos que demuestren más y más a quienes les escuchan o a sus posibles lectores la complacencia de Dios en sus santos. No fueron mentirosos; no intentaban hacer historia, o al menos, no se adaptaban al modelo de historia que hoy pide la crítica; incluso, en ocasiones, fueron poco respetuosos con ella. Porque lo que pretenden es animar a la fidelidad a Cristo al tiempo que ponen ante los ojos de los creyentes a alguien que le entregó la vida con la coherencia entre las obras y la fe.

Las inexactitudes sólo son afecto y los anacronismos le interesan al autor lo que importa un sello de correos o una bufanda al caracol. No es su cometido la exactitud en los detalles propia del juez inquisidor; prefieren la llaneza de ensalzar las apoteosis del amor. Sólo con este principio es posible acercarse con alegría y temblor a la lectura de las Vidas y de las Actas para aprender de personas que triunfaron del egoísmo hasta el fin.

Posiblemente éste fuera el intento del autor anónimo que dejó por escrito la vida de santa Petronila llamada también con los nombres de Perina, Petronela y Pernela. La total carencia de datos da origen a la historia apócrifa claramente imaginativa que pondera excelsas virtudes -ésas que intenta poner como paradigma en la mente de los lectores- y que carga las tintas más sobre las bondades de las situaciones del entorno que sobre la misma realidad personal que lógicamente desconoce.

Pues bien; el tiempo es el siglo primero y el lugar de la narración, Roma; Petronila está presentada como hija de san Pedro. Su máximo anhelo es padecer por Jesús que tanto quiso padecer por ella. Una extraña enfermedad la mete en cama con agudísimos dolores imposibles de aliviar; pero su semblante alegre y su actitud llena de optimismo demuestran a todos los que van a visitarla la aceptación voluntariosa y complacida de Petronila que, por fin, puede sufrir algo por su Señor. Se prolonga por mucho tiempo la postración. Entre los creyentes romanos se empiezan a correr rumores; ¿cómo es posible conciliar tamaño sufrimiento de Petronila con la actitud permisiva del padre Pedro, si es verdad que sólo su sombra llegaba a curar a enfermos, hace unos años, en Jerusalén?, ¿será que Pedro ha perdido virtud?, ¿será esto una muestra de falta de cariño?, ¿no deben preocuparse los padres por la salud de los hijos?... Un día Pedro reúne a una gran multitud de creyentes en Cristo en su casa y manda con imperio a su hija: «Petronila, levántate y sírvenos la mesa». Asombrados y estupefactos contemplan a la dulce joven incorporarse del lecho y salir dispuesta al cumplimiento del encargo toda llena de facultades. Terminada su misión vuelve a la cama, recupera la enfermedad con incremento de sufrimiento y ya no se restablecerá hasta después del martirio de Pedro.

No ha hecho mella en su físico el terrible padecimiento soportado, se han rejuvenecido sus facciones y hasta se diría que se ha multiplicado la belleza previa a la enfermedad. Ahora dedica Petronila todas sus energías a la oración y a la caridad. Parece un hada madrina que con vara mágica va solucionando problemas de cristianos irradiando continuamente el influjo benéfico ante cualquier necesidad: pobres, lisiados, enfermos, ciegos, leprosos y todo tipo de carenciales van a visitarla y salen pletóricos de felicidad. Por toda Roma corre un inmenso e imparable rumor que transmite de boca a boca la explosión de la caridad de Jesucristo patente en las obras de Petronila.

Pero hay más. Por todo lo relarado, no es extraño el enamoramiento del joven Flaco que se acerca con gran séquito de criados y esclavos a solicitar el consentimiento para hacerla su esposa. La reacción ahora de la virgen es de indecible sorpresa; pero guarda las formas, agradece al noble joven enamorado el honor que le hace y pide suave y dulcemente tres días para reflexionar al término de los cuales debe Flaco enviarle sus doncellas y criadas para que la acompañen.

Todo es llanto en Petronila. Jesucristo llena su corazón; no quiere romper la unidad del amor; sólo a Jesús quiere como Esposo. Pasa los tres días encerrada, en compañía de Felícula, dada al ayuno, a continua oración, penitencias y súplicas al Señor. El último día del retiro llega el presbítero Nicodemus, le celebró la misa, le dio la Comunión y contempló cómo moría Petronila al pie del altar consumida de amor.

Las criadas de Flaco que ya esperaban jubilosas trocaron el cortejo de nupcial en fúnebre para llevarla a enterrar.

¿Te gustó la historia de Petronila?

Poco le importaba al autor la diferencia de edades entre el joven enamorado y la madurez de Petronila, ni el que fuera hija de sangre de Pedro o sólo hija espiritual, si lo que quiso enseñar fue la ejemplar actitud de una mujer cristiana de los primeros tiempos que supo ser paciente en la enfermedad, que descubrió en sus padecimientos la ocasión de participar de los redentores de Jesucristo a quien amó por encima de todas las cosas y en cualquier situación, que por ello no descuidó la caridad con los demás, que ese estilo de vida tiene gran repercusión sobrenatural en el cuerpo social y que fue enterrada en el cementerio que había en el camino de Ardi, allí donde luego se construyó una iglesia con su nombre.

Let's block ads! (Why?)

11:49 p.m.

Por: Lamberto de Echeverría | Fuente: AÑO CRISTIANO Edición 2004 || santiebeati.it

Mártir

Martirologio Romano: En el lugar de Mityana, en Uganda, san Noé Mawaggali, mártir, que, siendo servidor del rey, iniciada la persecución rehusó impávido emprender la fuga y ofreció voluntariamente su pecho a las lanzas de los soldados, quienes, tras atravesárselo, lo colgaron de un árbol hasta que entregó el espíritu por Cristo. ( 1886)

Fecha de canonización: 18 de octubre de 1964, junto a otros 21 mártires, por S.S. Pablo VI.

Breve Biografía


Causó un gran revuelo en el año 1920 la beatificación realizada por el Papa Benedicto XV de veintidós mártires ugandeses, tal vez porque en aquellos días la gloria de los altares estaba vinculada a ciertos parámetros raciales, de cultura y de idiomas, (afortunadamente esto ha disminuido con el pasar de los años). De hecho, estos fueron los primeros africanos subsaharianos (por llamarlo de algún modo, nativos del “África Negra”) en ser reconocidos como mártires, y como tales ser venerados por la Iglesia Católica.

Su vida terrena la pasaron bajo el reinado de Mwanga, un joven rey que, habiendo asistido a la escuela de los misioneros (los “Padres Blancos” del Cardenal Lavigerie), no aprendió ni a leer ni a escribir porque era “obstinado, indisciplinado e incapaz de concentrarse”. Actitudes que podrían sembrar alguna duda sobre sus facultades mentales, además de los comerciantes blancos venidos del norte aprendió lo peor: habituarse a fumar hachís, beber alcohol en grandes cantidades y disfrutar de prácticas homosexuales. Para esto último construye un harén bien surtido compuesto por pajes, funcionarios e hijos de los nobles de su corte.

Respaldado al inicio de su reinado por los cristianos (católicos y anglicanos) que se unen a él para hacer frente común contra la tiranía del rey musulmán Kalema, el rey Mwanga pronto ve en el cristianismo la mayor amenaza contra las tradiciones tribales y, principalmente, un obstáculo para su libertinaje. Quienes apoyan su enfrentamiento contra el cristianismo son, primordialmente, los hechiceros y fetichistas que ven comprometidos su poder tradicional, y así, en 1885, comenzó una feroz persecución, la primera víctima es Hannington, obispo anglicano, pero la lista incluye al menos 200 jóvenes asesinados por su fe.

El 15 de noviembre de 1885 Mwanga hace decapitar al maestro de los pajes y prefecto de la sala real. ¿Su delito?, ser católico y además catequista, haber reprendido al monarca por el asesinato del obispo anglicano y haber defendido en repetidas ocasiones a los pajes de los “avances” sexuales del rey. José Mkasa Balikuddenbe pertenecía al clan Kayozi y tenía apenas 25 años.

El sustituto en el prestigioso cargo es Carlo Lwanga, del clan Ngabi, que se convierte en el centro de la mórbida atención del rey. Pero Lwanga tiene un “defecto”, es católico, y además en un período en que los misioneros están prohibidos asume el papel de “líder” y sustenta la fe de los nuevos conversos.

El 25 de mayo de 1886 fue condenado a muerte junto a un grupo de cristianos y cuatro catecúmenos a quienes Lwanga logra bautizar secretamente por la noche, el más joven es Kizito, del clan Mmamba, tiene apenas 14 años. El 26 de mayo son asesinados Andrés Kaggwa, (jefe de los músicos y pariente del rey, quien había demostrado ser especialmente generoso y valiente durante una epidemia), y Dionisio Ssebuggwawo.

Se ordena que sean trasladados desde Munyonyo, donde estaba el palacio real y donde se dictaron las sentencias, a Namugongo, lugar donde se efectuarán las ejecuciones, un “vía crucis” de 27 millas, (44.6 kilómetros), recorridos en 8 días, junto a presiones de familiares para que adjuraran de su fe y la violencia de los soldados. Una muere en el camino: Ponciano Ngondwe, del clan Nnyonyi Nnyange, es atravesado por una lanza, era el paje real, había sido bautizado en el apogeo de la persecución y por ello fue inmediatamente aprendido; Atanasio Bazzekuketta, del clan Nikima, es martirizado el 27 de mayo.

Unas horas más tarde cae atravesado por las lanzas de los soldados, el siervo del rey Gonzaga Gonga, del clan Mpologoma, y poco después es asesinado Mateo Mulumga, del clan Lugane, quien tenía el rango de “juez”, tenía ya más de cincuenta años de edad pero apenas tres de haberse convertido al catolicismo.

Noé Mawaggali nacido en el distrito de Singa, en la zona de Mityana, en 1851, pertenecía al clan del Antílope y era alfarero de profesión. Vino al conocimiento del cristianismo y se adhirió a Cristo, bautizándose el 1 de noviembre de 1885. Nombrado catequista de la comunidad cristiana, cumplía su encargo con gran celo, y estaba precisamente dando catequesis en su casa cuando los emisarios reales vinieron a su poblado, Kiwanga, a poner fin a la comunidad cristiana. Se le avisó y pudo huir, pero no quiso abandonar su puesto y por ello fue martirizado. Atravesado primero con lanzas hasta dejarlo todo lleno de heridas, fue luego colgado de un árbol para que fuese pasto de los perros y fueron echadas a las hienas algunas vísceras suyas. Era el 31 de mayo de 1886. Su hermana Munaku, entonces catecúmena, presenció su martirio y manifestó el deseo de ser ella también martirizada, pero no lo fue. Vivió en la misión consagrada al Señor y aún vivía cuando los mártires fueron beatificados(1).

El 3 de junio, sobre la colina de Namugongo, son quemados vivos 31 cristianos, (entre ellos algunos anglicanos). Allí están los doce católicos a cargo de Carlo Lwanga, quien le habría prometido al joven Kizito “voy a tomarte de la mano, si hemos de morir por Jesús, lo haremos juntos, mano a mano”. En ese grupo también estaban:
• Lucas Baanabakintu, Musoke Gyaviira y Tuzinde Mbaga, todos del clan Mmamba;
• Santiago Buuzabalyawo, hijo del tejedor real y miembro del clan Ngeye;
• Ambrosio Kibuuka, del clan Lugane
• Anatolio Kiriggwajjo, guardián de los rebaños el rey;
• Mukasa Kiriwawanvu, camarero real;
• Adolofo Mukasa Ludico, del clan Ba´Toro, guardián de los rebaños del rey;
• Mugagga Lubow sastre real, del clan de Ngo;
• Aquiles Kiwanuka, del clan Lugave, y
• Bruno Sserunkuuma, del clan Ndiga.

Quienes asistieron a la ejecución se impresionaron al oírlos orar hasta el final, sin un gemido. Es un martirio que no apagó la fe de Uganda, más bien se convierte en semilla de muchas conversiones, como anunciara proféticamente Bruno Sserunkuuma justo antes de su martirio: “un manantial que tiene muchas fuentes no se secará nunca, nosotros ya no estemos pero otros vendrán despues de nosotros”.

El grupo de mártires católicos elevados a los altares se completa el 27 de enero de 1887 con la muerte del siervo del rey, Juan María Musei, que espontáneamente confesó su fe ante el primer ministro del rey Mwanga por lo que fue decapitado de inmediato.

Carlo Lwanga y sus 21 jóvenes compañeros fueron canonizados por el Papa Pablo VI en 1964 y en el lugar de su martirio se construyó una magnífica santuario, a poca distancia, otro santuario recuerda a los cristianos no católicos que fueron martirizados también. Hay que señalar que junto a los cristianos también fueron martirizados algunos musulmanes.

responsable de la traducción del texto en italiano: Xavier Villalta

(1)Este párrafo es tomado de: AÑO CRISTIANO Edición 2004
Autores: Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes
Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)
Tomo V Mayo ISBN 84-7914-709-1

Let's block ads! (Why?)

11:49 p.m. ,

Por: . | Fuente: franciscanos.org || L´Osservatore Romano

Religioso Franciscano

Martirologio Romano: En el pueblo de Bellegra, en los alrededores de Roma, Italia, beato Mariano de Roccacasale, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que, cumpliendo el oficio de portero, abrió la puerta del convento a los pobres y a los peregrinos, a quienes con suma caridad atendía en todo. ( 1866)

Fecha de beatificación: 3 de octubre de 199 por el Papa Juan Pablo II.

Nació el 14 de junio de 1778 en Roccacasale, pueblo de la provincia de L´Áquila (Italia). En su bautismo recibió el nombre de Domingo. Sus padres, Gabriel De Nicolantonio y Santa De Arcángelo, agricultores y pastores, profundamente creyentes, educaron a sus hijos en los valores cristianos. Domingo fue precisamente el que se quedó con sus padres, después de que los demás se casaron. Le tocó cuidar el rebaño. La soledad de los campos y majadas formó el temperamento del joven Domingo para la reflexión y el silencio, haciendo resonar en él la voz del Señor: comprendió que el mundo no era para él. Tenía entonces veintitrés años. No podía resistir a esta fuerza interior. Y decidió dedicarse con más radicalidad al seguimiento de Cristo.

El 2 de septiembre de 1802 vistió el sayal franciscano en el convento de Arisquia y tomó el nombre de fray Mariano de Roccacasale. Terminado el año de noviciado se consagró definitivamente a Cristo con la profesión de los votos. Permaneció en ese convento doce años.

Su vida se puede resumir en dos palabras: oración y trabajo; eran como dos cuerdas en las que vibraba su existencia. Cumplía escrupulosamente los múltiples encargos que se le confiaban: carpintero hábil y valioso, hortelano, cocinero y portero.

Pero su aspiración a la santidad no encontraba en Arisquia el ambiente favorable, no por culpa de los compañeros o de los superiores, sino porque aquella época no era propicia para la vida religiosa y los conventos.

En 1814, tras el regreso del Papa a Roma, la vida conventual pudo rehacerse lentamente en medio de dificultades sin número. Hicieron falta varios años para que todos los religiosos regresaran a sus conventos, y la vida de oración y de apostolado volviera a florecer con regularidad en los claustros.

En ese momento llegó a los oídos de fray Mariano el nombre del Retiro de San Francisco en Bellegra. La fama de la vida regular y austera que desde hacía tiempo se había instaurado en ese convento por obra de santos religiosos ya corría por los alrededores. Fray Mariano acogió aquella voz como una invitación del Señor. Los superiores aceptaron su petición de dirigirse a Bellegra en peregrinación. Así fray Mariano dejó el convento de Arisquia por el Retiro de Bellegra. Tenía treinta y siete años.

Poco tiempo después, recibió del superior el encargo de la portería, oficio que desempeñó durante más de cuarenta años y que se convirtió en su medio de santidad. Abrió la puerta a muchos pobres, peregrinos y viandantes, y convirtió muchos corazones, cerrados hasta entonces a la gracia divina. Para todos tenía una sonrisa, que acompañaba siempre con el saludo franciscano: «¡Paz y bien!»; les besaba los pies, los instruía en las verdades de la fe y rezaba con ellos tres avemarías; después se ocupaba del cuerpo: les lavaba los pies; si hacía frío, les encendía el fuego y les distribuía la sopa, mientras les daba consejos. Jamás se lamentaba del trabajo ni daba signos de cansancio; siempre sereno, afable, sonriente. La fuente de tanta virtud era, sin duda, la oración. Todo el tiempo que le quedaba libre de sus ocupaciones lo dedicaba a la adoración eucarística y a la participación en la misa. Era también muy devoto de la pasión del Señor.

Falleció el 31 de mayo de 1866, jueves del «Corpus Christi».

Let's block ads! (Why?)

6:16 p.m.

[unable to retrieve full-text content]

En Nicosia, en Sicilia, beato Félix (Jacobo) Amoroso, religioso, que después de haber sido rechazado durante diez años, finalmente ingresó en la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, desempeñando humildísimos oficios con sencillez e inocencia de corazón.

11:33 p.m.

Por: . | Fuente: Bibliotheca hagiographica latina

Martirologio Romano: En Tervuren, en Brabante, en la actual Bélgica, tránsito de san Huberto, obispo de Mastrique-Tongeren, discípulo y sucesor de san Lamberto, que se dedicó con todas sus fuerzas a la difusión del Evangelio por Brabante y las Ardenas, donde terminó con las costumbres paganas ( 727)
Nació probablemente en Tolosa del Languedoc, Francia , hacia el 656 o 658; murió el 30 de mayo de 727 o 728, en Tervuren, Bélgica. Es un santo católico, al que se invoca como protector contra la rabia y se le tiene por celestial patrono de los cazadores, matemáticos, ópticos y metalúrgicos.

Huberto fue el hijo mayor de Bertrán. Como los nobles merovingios de su tiempo, Huberto practicaba asiduamente la caza. Se trasladó a Metz, donde se casó (682) con Floribana, hija de Dagoberto, Conde de Lovaina. Fue una elección matrimonial conveniente por la importancia de las dos familias. Su hijo Floriberto, como Huberto, llegaría a ser obispo de Lieja.

Huberto partió, luego de sentir el llamado del Señor, hacia Mastrique, donde Lamberto era obispo, y a partir de entonces actuó como su director espiritual. Huberto renunció a su rango y derechos de primogenitura en el Ducado de Aquitania en favor de su hermano Eudo, que fue nombrado tutor de Floriberto, el hijo de Huberto y Floribana. Distribuyó a los pobres su riqueza y estudió órdenes sagradas, para ser consagrado presbítero, asistiendo en la administración de la diócesis de Mastrique-Tongeren a San Lamberto. Siguiendo su consejo, partió en romería hasta Roma el año 708, durante su ausencia fue asesinado su obispo y mentor. La hagiografía de Huberto indica que este asesinato fue revelado al Papa con la indicación de designar a Huberto, sucesor de San Lamberto en la diócesis de Mastrique-Tongeren, como así sucedió.

Como obispo, trasladó la sede de Mastrique a Lieja, enterró a su predecesor en una basílica construida para honrar su memoria en el lugar mismo del asesinato y sentó las bases para hacer de Lieja una gran ciudad. Ësta tiene hoy a San Lamberto como su santo patrón y a San Huberto es contado como su primer obispo. El obispo Huberto destacó por su sencillez y austeridad, por intensidad de sus oraciones y ayunos y su famosa elocuencia. Evangelizó el área de la Ardenas.

Huberto muró en Tervuren, Brabante en 727 o 728 y fue enterrado en Lieja. Sus restos fueron luego exhumados el año 825 y trasladados a la abadía benedictina de Andain, situada en la población que actualmente se llama San Huberto. En los siguientes años hasta el Siglo XVI, en que desaparecieron los restos, su sepulcro fue muy visitado y centro de peregrinación.

El nombre y la protección de San Huberto se tomó por algunas Órdenes Militares en el Sglo XV. Felipe IV de España, rey cazador, tenía a San Huberto como protector.

Let's block ads! (Why?)

Hermanos Franciscanos

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.