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Por: . | Fuente: Santoral Misa Tridentina
Fecha de canonización: 6 de mayo de 1984, por S.S. Juan Pablo II el 6 de mayo de 1984, integrando un grupo de de 103 mártires de Corea.
El 17 de enero de 1841, Monseñor Retord y los padres Berneux, Galy y Taillandier llegan a Tonkín. Tras algunas peripecias, los misioneros se dispersan. El padre Berneux se asienta en Yen-Moi, cerca de un pequeño convento de religiosas "Amantes de la Cruz", donde estudia la lengua vietnamita. «A pesar de no poder dar más de seis pasos, de no recibir la luz del sol más que por una pequeña abertura a quince centímetros del suelo, y de tenerme que tumbar cuan largo soy sobre mi estera para escribir, soy el más feliz de los hombres», escribe. Sin embargo, el peligro se cierne sobre el joven misionero, que deberá pasar enseguida de un escondrijo a otro. Esto conmueve a Monseñor Retord, quien pide a los padres Berneux y Galy que se reúnan con el padre Masson en la provincia de Nghe An.
Había sido muy prudente por parte del obispo poner relativamente a salvo a sus jóvenes misioneros, pero era demasiado tarde, puesto que su presencia había sido ya denunciada en Nam Dinh, residencia del mandarín. Durante la noche del Sábado Santo, un destacamento de quinientos soldados rodea los retiros de ambos misioneros. Durante la noche, el padre Berneux había escuchado algunas confesiones: «Eran, nos dice, las primicias de mi apostolado en tierras vietnamitas, y fueron también el final. Los designios de Dios son inescrutables, pero siempre dignos de ser adorados».
Al despuntar el día de Pascua, celebra la misa como de costumbre. Apenas ha terminado cuando los soldados penetran en la cabaña y se apoderan de él. Lo conducen inmediatamente junto al padre Galy, que también había sido capturado. Encerrados en jaulas, y cargados con la tradicional cadena, son llevados hasta Nam Dinh, contentos de expresar su fe en Jesucristo. Los paganos les dicen: «Aquí, cuando llevamos las cadenas estamos tristes, pero vosotros, ¿por qué parecéis tan contentos?» Y el padre Berneux responde: «Porque los que seguimos la verdadera Religión, que es la de Jesús, poseemos un secreto que vosotros no conocéis. Ese secreto transforma la pena en gozo. Y venimos a decíroslo porque os amamos». Ese "secreto" evocado por el misionero es la luz de la fe, fuente de esperanza y de gozo.
Muy pronto empiezan los interrogatorios. El mandarín espera obtener denuncias, pero el padre Berneux no traiciona a nadie de los que le han escondido. Hacen entrar a tres jóvenes vietnamitas cristianos encarcelados y completamente magullados por los golpes: «Estos hombres van a morir. Si les aconseja que abandonen su religión durante un mes, podrán después practicarla de nuevo y los tres serán sanos y salvos. - Mandarín, responde el padre Berneux, a ningún padre se le induce a inmolar a sus hijos, ¿y pretende que un sacerdote de la religión de Jesús aconseje la apostasía a sus cristianos?». Y volviéndose hacia sus queridos neófitos les dijo: «Amigos, sólo os doy un consejo. Pensad que vuestros sufrimientos tocan a su fin, mientras que la felicidad que os espera en el Cielo es eterna. Sed dignos de ella mediante vuestra constancia. - Sí, padre, prometen ellos. - ¿De qué otra vida les habla?, pregunta riendo socarronamente el mandarín. ¿Acaso todos los cristianos tienen alma? - Sin duda alguna, y los paganos también tienen. Y usted también tiene una, mandarín».
El 9 de mayo de 1841. El padre Berneux es trasladado a la prisión de Hué, capital de Annam (Vietnam). Al tener las piernas aprisionadas por unos cepos, sobrevive tumbado en la desnuda tierra. Se reanudan los interrogatorios:
El 13 de junio, el mandarín aprueba la ejecución: "¡Qué alegría poder sufrir por nuestro Dios!", dirá el padre Berneux."¡Pisotee esa cruz!"
"Cuando llegue el momento de morir presentaré mi cabeza al verdugo, exclama. Pero si me manda que reniegue de mi Dios, siempre resistiré".
"Haré que le golpeen hasta la muerte", amenaza el mandarín.
"¡Hacedlo si queréis!"
El 8 de octubre, los padres Berneux y Galy se enteran con alegría de que son condenados a muerte. El 3 de diciembre de 1842, la firma real sanciona la sentencia del tribunal. De repente, se produce un cambio imprevisto: el 7 de marzo de 1843, al enterarse un comandante de corbeta francés que cinco de sus compatriotas se pudren desde hace dos años en los calabozos de Hué, reclama su liberación. El 12 de marzo, quiebran sus cadenas y son entregados al comandante. Aquella libertad les priva del martirio que ya saboreaban, así como de la esperanza de regresar a Annam, por respeto a la palabra que sobre aquel punto había dado el oficial francés.
Pero el padre Berneux no se detendrá por el camino, preparándose a partir hacia otros horizontes. En octubre de 1843, el padre Berneux es enviado a Manchuria, provincia del norte de la China, donde trabaja durante diez años, a pesar de severas contrariedades de salud (fiebres tifoideas y cólera). El 5 de agosto de 1854, Pío IX le nombra obispo de Corea. "¡Corea, escribe el nuevo obispo, esa tierra de mártires, cómo negarse a entrar!". El 4 de enero de 1856, acompañado de dos sacerdotes misioneros, Monseñor Berneux se embarca en Shanghai en un junco chino. Hasta el 4 de marzo, se ven obligados a vivir escondidos en una estrecha bodega. Llegan por fin a una pequeña isla, donde esperan durante seis días la barca de los cristianos. Prosiguen entonces su navegación y, después de una semana, llegan por fin, de noche, a una residencia secreta que se encuentra a unos pocos kilómetros de la capital, satisfechos de haber burlado la vigilancia de los guardacostas. Efectivamente, pues los extranjeros tienen prohibido entrar en Corea bajo pena de muerte.
El obispo se pone enseguida manos a la obra, aprendiendo en primer lugar la lengua coreana. A continuación visita a los cristianos, tanto en Seúl como en el campo y en la montaña, y luego emprende la creación de un seminario, la apertura de escuelas para muchachos, la instalación de una imprenta, etc.
Monseñor Berneux atiende igualmente el futuro de la misión, eligiendo como sucesor suyo, con el acuerdo de la Santa Sede, a Monseñor Daveluy, que es ordenado obispo en Seúl el 25 de marzo de 1857. A pesar de unas condiciones de apostolado durísimas (clandestinidad, extrema pobreza, persecuciones locales periódicas...), bajo el gobierno de Monseñor Berneux, el número de bautizados, que era de 16.700 en 1859, alcanza la cifra de 25.000 en 1862. La predicación del obispo misionero estaba dando sus frutos.
Pero, en 1864, una revolución palaciega y la amenaza de un ataque ruso a Corea (enero de 1866), interrumpen la labor apostólica de los misioneros y despiertan el odio contra los cristianos. El 23 de febrero de 1866, una tropa cerca la casa del obispo, penetrando en ella cinco hombres. El obispo los recibe:
Y se lo llevan sin atarlo. El día 27, Monseñor Berneux comparece ante el ministro del reino y dos magistrados. Le preguntan cómo entró en Corea, en qué lugar y con quién."¿Es usted europeo?", pregunta el jefe.
"Sí, pero ¿a qué han venido?"
"Por orden del rey, venimos a arrestar al europeo"
"¡Que así sea!".
Entre el 3 y el 7 de marzo, Monseñor Berneux soporta cada día un interrogatorio en el patio de la Prisión de los Nobles. Lo tienen atado a una elevada silla de madera, en el centro de ese patio. El "Diario del Tribunal" menciona que a cada interrogatorio se le inflige al obispo el "suplicio del tormento"; para él, «la tortura se detuvo bien al décimo o al undécimo golpe», lo que significa que unas diez u once veces se le asestan con todas las fuerzas golpes en las piernas por medio de un bastón de sección triangular del grosor de la pata de una mesa. El obispo permanece en silencio, lanzando solamente tras cada golpe un largo suspiro. Al no poder moverse solo, deben llevarlo a la celda, donde, como único remedio, le cubren las piernas descarnadas con un papel empapado en aceite."No le pregunten eso a un obispo" responde Monseñor Berneux.
"Si no respondes, podemos según la ley infligirte grandes tormentos".
"Hagan lo que quieran, que no tengo miedo".
Mientras tanto, han sido arrestados los padres Justo Ranfer de Breteniéres, Pedro Enrique Dorie y Luis Beaulieu, siendo sometidos los tres a los interrogatorios y a las torturas. El 7 de marzo, el "Diario del Tribunal" publica: "En lo referente a los cuatro individuos europeos, que sean entregados a la autoridad militar para ser decapitados, mediante suspensión de la cabeza, para que sirva de lección a la multitud".
La ejecución tiene lugar el 8 de marzo. Al salir de la prisión, el obispo exclama: "Así que moriremos en Corea: ¡perfecto!". Al ver aquella muchedumbre reunida, suspira: "Dios mío, ¡cuánta compasión merecen estas pobres gentes!".
El obispo aprovecha cada alto para hablar del Cielo a sus compañeros de suplicio. El lugar elegido para el martirio es una extensa playa de arena, a lo largo del río Han. Unos cuatrocientos soldados forman círculo y plantan un mástil en el centro. El mandarín da la orden de que los condenados sean llevados a su presencia para que los preparen. Se les desgarra la ropa; las orejas, dobladas en dos, son perforadas por una flecha; el rostro es rociado con agua y luego con cal viva, impidiéndoles ver. Después de aquello, se les introduce bajo los hombros, entre los brazos atados y el torso, unos bastones cuyas extremidades reposan en los hombros de un soldado.
La llamada marcha del Hpal-Pang comienza alrededor del ruedo: en cabeza va el obispo, seguido por los tres misioneros, que no profieren palabra alguna. Al dar la señal, seis verdugos se precipitan gritando sobre los condenados: "¡Vamos, matemos a estos miserables, exterminémoslos!". Atan a los cabellos del obispo una cuerda sólida, de manera que su cabeza quede inclinada hacia adelante. El verdugo golpea al obispo, pero la cabeza no cae hasta el segundo golpe de sable. Todo el cielo está de fiesta para recibir en la infinita felicidad de Dios el alma de aquel mártir. Según dijeron los testigos, el obispo sonreía en el momento de la ejecución, conservando aquella sonrisa después de muerto.
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Por: . | Fuente: AÑO CRISTIANO Edición 2003 / VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Fecha de canonización: 6 de mayo de 1984, por S.S. Juan Pablo II el 6 de mayo de 1984, integrando un grupo de de 103 mártires de Corea.
Aquel hombre regresó a su tierra en 1784, y cuando un sacerdote chino llegó a Corea, diez años más tarde, se encontró con que le estaban esperando cuatro mil cristianos bien instruidos, pero sin bautizar. Aquel sacerdote fue el único pastor del rebaño durante siete años, pero en 1801 fue asesinado y, durante tres décadas, los cristianos de Corea estuvieron privados de un ministro de su religión. Existe una carta escrita por los coreanos para implorar al Papa Pío VII que enviase sacerdotes a aquella pequeña grey que, sin embargo, ya había dado mártires a la Iglesia.
Esa era la situación cuando Juan Bautista Nam Chong-san nació en el año 1810 en Seúl, ciudad en la que permaneció toda su vida llegando a ocupar el cargo de camarero del rey. Era una persona muy docta, conocía el chino y, por su familia, era de origen noble. Había desempeñado el cargo de mandarín de forma tan prudente y discreta que había concitado el amor del pueblo, a lo que contribuía su humildad y modestia personal. Pero su conversión al cristianismo le hizo mal visto por numerosos miembros de la corte, los cuales promovieron su captura e interrogatorio, en el cual se le pedía sobre todo que diera los nombres de los cristianos. Al negarse primeramente fue encarcelado y luego atormentado de diferentes maneras. Se negó a apostatar y se mantuvo firme en la fe, por lo que fue condenado a muerte, sentencia que él mismo suscribió. Fue decapitado el 7 de marzo de 1866.
AÑO CRISTIANO Edición 2003
Autores: Lamberto de Echeverría (), Bernardino Llorca () y José Luis Repetto Betes
Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)
Tomo III Marzo ISBN 84-7914-663-X
VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler ()
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.
Editorial: COLLIER´S INTERNATIONAL - JOHN W. CLUTE, S. A.
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Por: . | Fuente: Carmelnet.org
Etimológicamente: Teresa = Aquella que es experta en la caza, es de origen griego.
Etimológicamente: Margarita = Aquella de belleza poco común, es de origen latino.
Se llamó Ana María Redi. Fue alma contemplativa desde muy pequeñita. Con frecuenciase quedaba ensimismada y preguntaba: "Decidme, ¿quién es ese Dios?".
Atraída por el lema de San Juan: "Dios es amor" (1 Jn 4,16), el 1 de Septiembre de 1764 ingresó en el Carmelo de Florencia y el 11 de Marzo de 1765 vistió el hábito tomando el nombre de Teresa Margarita del Sagrado Corazón de Jesús.
Durante toda su vida vivió el lema: "Escondida con Cristo en Diós".
Más que "maestra" fue un continuo y magnífico "testimonio" de vida espiritual.
Fue el apóstol del Sagrado Corazón y de la Santisima Virgen del Carmen, a la que amó entrañablemente.
Según uno de sus biógrafos, pertenece "a la progenie espiritual sanluanista más pura. La llama oscura delamorinfuso que la abrasayla consume, ilumina y dirige toda la vida, haciéndole tocar las cumbres de la vida trinitaria, desde donde se abre al más ardiente apostolado contemplativo."
Fue también una gran mística y para llegar a serlo usó sobre todo de dos medios: una dura ascesis e intensa caridad fraterna.
Asimiló perfectamente las enseñanzas de Santa Margarita de Alacoque sobre el Sagrado Corazón y las vivió de modo muy personal hasta llegar a la intimidad con la Santísima Trinidad.
Supo cubrir con las cenizas de la santa humildad sus dotes naturales: nobleza, cultura e inteligencia, y conservar en el más profundo silencio, las gracias que recibía de Dios, disimulando continuamente todo acto de virtud.
A los 23 años una peñtonitis truncó su vida.
Era el 7 de Marzo de 1770 cuando expiró "inclinada la cabeza y abrazada modestamente a su querido Crucifijo".
El papa Pío Xl la beatificó el 9 de Junio de 1929 y la canonizó el 12 de Marzo de 1934.
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En el monasterio de Aniano, en la Septimania, san Ardón Esmaragdo, presbítero, que fue compañero de san Benito de Aniano en la vida cenobítica.[unable to retrieve full-text content]
En Cesarea de Palestina, pasión de san Eubulio (Eubulo), destrozado por leones y decapitado. Había sido compañero de san Adriano y alcanzó la gloria dos días después de éste.Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com
Etimológicamente: Julián = Aquel que pertenece a la familia Julia, es de origen latino
El joven fue educado por otro prelado de Toledo, San Eugenio II y tuvo por compañero al famoso Gudila Levita. Unidos por los gustos comunes tanto como por el afecto, los amigos se consagraron a la oración y el estudio en el retiro y muy pronto, el celo apostólico les hizo volver al mundo para intentar la conversión de los pecadores.
San Julián, que era teólogo destacado y hombre de gran saber, llegó pronto a ocupar un puesto de importancia. Cuando los médicos desahuciaron a Wamba, el último de rey que dio explendor a los visigodos, San Julián le rasuró la cabeza y lo revistió del hábito monástico para que "muriese en religión". Todavía se conserva la vida del rey Wamba, escrita por San Julián, muy apreciada por los historiadores, que encuentran en ese documento una idea completa sobre el reinado de Wamba, lo que no sucede con sus predecesores ni con sus sucesores.
Julián fue consagrado obispo de Toledo en 680 y parece que gobernó su diócesis con el mismo tino que le había caracterizado en los asuntos seculares. Su biógrafo narra que el cielo le había adornado con todas las gracias del alma y del cuerpo. Era tan bondadoso, que ninguno se acercó a él, sin recibir gran consuelo. El santo presidió varios sínodos y obtuvo para su sede la primacía sobre todas las diócesis españolas. Por eso se le da el título de arzobispo de Toledo, aunque el término no se empleaba generalmente en España por aquella época.
Los historiadores posteriores acusan a Julián de haber alentado a los reyes a perseguir a los judíos. Sin embargo, debe hacerse notar que la más cruel y escandalosa de las leyes contra los judíos no fue publicada sino hasta cinco años después de la muerte del santo: Según dicha ley, todos los judíos adultos debían ser vendidos como esclavos, en tanto que sus hijos serían confiados, desde los siete años de edad, a las familias españolas para recibir una educación cristiana.
San Julián fue escritor muy fecundo: entre sus obras se cuenta un estudio del rito hispánico (la forma en que se celebraba la liturgia en territorio hispano antes del uso del rito romano), un libro contra los Judíos y los tres volúmenes de los "Pronósticos", que tratan de las postrimerías. El santo sostiene en esta obra que el amor y el deseo de ir a reunirse con Dios bastan para acabar con el temor natural a la muerte. También afirma que los bienaventurados piden por nosotros en el cielo, que desean nuestra felicidad y que ven nuestras acciones, ya sea en la misma esencia de Dios o por ministerio de los ángeles, que son los mensajeros de Dios en la tierra.
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Habiendo contribuido en esta forma a establecer, sobre una base firme, el Papado y la supremacía de los francos en Italia, San Crodegango pudo consagrarse de lleno a los asuntos espirituales de su diócesis. La relajación de costumbres en aquélla época no dejaba de afectar tambíén al clero. Muchos clérigos estaban mezclados en asuntos mundanos y los jóvenes no recibían una preparación adecuada en materia de ciencia y disciplina. San Crodegango empezó la reforma por su propia ciudad y su catedral, publicando una serie de cánones, basados principalmente en las reglas de San Benito. Ordenó que tanto el alto como el bajo clero habitase en comunidad, ateniéndose a la regla, y obligó a todos a asistir al oficio divino. El código de San Crodegango, que ha llegado hasta nosotros, estaba dividido en treinta y cuatro capítulos. Las diversas comunidades estaban obligadas a leer, cada día, un capítulo; por ello, dichas reuniones recibieron el nombre de "capítulos" y, los participantes se empezaron a llamar "capitulares"; se llamó "canónigos" a todos aquellos a quienes obligaban los cánones o reglas episcopales; como los conventuales tenían sus propias reglas, se les llamó "regulares". La fama de San Crodegango hizo que su reforma se propagara rápidamente a otras diócesis, hasta llegar a oídos de Carlomagno.
El emperador determinó que todos los clérigos fueran "canónigos" o "regulares". De esta suerte, la influencia que tuvo el santo en el movimiento "regular" que se extendió por Francia, Alemania, Italia y la Gran Bretaña fue muy notable.
Otra de las actividades de San Crodegango fue la construcción y restauración de iglesias, monasterios e instituciones de caridad. Una de sus fundaciones fue la abadía de Gorze, por la que el santo tuvo especial predilección. El Papa le envió para sus monasterios los cuerpos de tres santos, con lo que se atrajo a muchos peregrinos. Otra muestra de favor que recibió de la Santa Sede fue el derecho de precedencia sobre los demás obispos francos. Algunos autores llegan a afirmar que el Papa le envió también el palio y casi todos están de acuerdo en que, bajo el gobierno de San Crodegango, la Iglesia de Metz fue la primera en las regiones del norte que adoptó la liturgia romana y el canto gregoriano en toda su pureza. La escuela coral que instituyó el santo llegó a ser muy famosa y, el año 805, Carlomagno ordenó que todos los maestros de coro se escogieran entre sus alumnos. La fama de la escuela de Metz duró varios siglos. Cuando los monjes del Cister decidieron perpetuar las mejores tradiciones corales, adoptaron el antifonario de la iglesia de Metz. San Crodegango murió el 6 de marzo de 766 y fue sepultado en Gorze.
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Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com
Martirologio Romano: En Viterbo, en la Toscana, santa Rosa, virgen de la Tercera Orden de San Francisco, que, asidua en las obras de caridad, a los dieciocho años de edad consumó rápidamente el breve curso de su vida († 1253).
Etimológicamente: Rosa = Aquella que es bella como una rosa, es de origen latino.
Fecha de canonización: El Papa Calixto III la colocó en el catálogo de los santos en el año 1457.
Breve Biografía
Uno de los más brillantes ornamentos de la Tercera Orden de san Francisco, y de la santa Iglesia, fue la penitente y maravillosísima doncella santa Rosa, natural de Viterbo.
A los tres años recogiendo los pedazos de un cántaro que se le rompió a una niña, se lo devolvió entero; queriendo su padre ver el alimento que llevaba para los pobres, se convirtió el pan en rosas.
A los siete años se recogió en un aposento de su casa muy retirado, donde gastaba muchas horas en oración y maceraba su delicado cuerpo con tan ásperas penitencias, que se puso en grave peligro de perder la vida, y la hubiera perdido de no haberle traído del cielo la salud la Santísima Virgen, que, acompañada de coros de vírgenes se le apareció, y le ordenó que tomase el hábito de la tercera Orden seráfica.
La Santa al momento lo vistió con singular devoción. redobló sus admirables austeridades, mayormente después que se le apareció Jesús crucificado, cuya dolorosa imagen le quedó tan impresa en la mente y en el corazón, que la violencia del amor la traía como fuera de sí y la hacía correr por calles y plazas desahogando los ardores de su pecho y cantando las divinas alabanzas.
Por aquel tiempo afligían a la Iglesia numerosos enemigos, favorecidos por el emperador Federico Barbarroja; y santa Rosa teniendo solamente doce años, ilustrada con ciencia infusa, rebatió y confundió a los herejes con los más sólidos e irrefutables argumentos, despreciando los terrores de los sectarios, y la muerte misma que le quisieron dar.
Avergonzados, obtuvieron del gobernador de Viterbo que la arrojase de la ciudad so pretexto de que conmovía al pueblo. Caminando entre nieves y expuesta a perecer, llegó a Salerno, donde profetizó los prósperos sucesos que a poco se verificaron con la muerte del emperador.
Vuelta a su patria fue recibida por sus conciudadanos con increíble regocijo. Quiso retirarse a la soledad en el monasterio de santa Clara; y como no fuese admitida, dijo que, puesto que no la recibían viva, la recibirían muerta.
Para que no saliesen defraudados sus deseos de soledad y recogimiento, continuó en el retiro de su casa sus acostumbrados ejercicios de oración y penitencia, atormentando su inocente cuerpo con ayunos, cilicios y disciplinas, y esto con tanto mayor espíritu y fervor cuanto sentía más cercano el fin de su vida, que esperaba como el principio de otra eterna y bienaventurada en el cielo, adonde voló el alma purísima de la santa, el día 6 de marzo de 1252, a la temprana edad de sólo diez y ocho años.
Sepultaron el sagrado cadáver en el templo de santa María de Podio; pero a los pocos meses Alejandro VI, que se hallaba en Viterbo, amonestado tres veces por la santa, que trasladase su cuerpo al monasterio de santa Clara, lo hizo con triunfal magnificencia, cumpliéndose entonces el vaticinio que había hecho la santa cuando no fue admitida en aquel convento.
ORACIÓN
Oh Dios,
que te dignaste admitir
en el coro de tus santas vírgenes
a la bienaventurada Rosa,
concédenos por sus ruegos y merecimientos
la gracia de expiar todas nuestras culpas
y de gozar eternamente
de la compañía de tu Majestad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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En Toledo, en Hispania, san Julián, obispo, que reunió tres concilios en esta ciudad y expuso con escritos la doctrina ortodoxa, dando muestras de caridad y celo por las almas.[unable to retrieve full-text content]
En Barcelona, de Cataluña, en España, san Olegario (Olegano), obispo, que asumió también la cátedra de Tarragona cuando esta antiquísima sede fue liberada del yugo de los musulmanes.[unable to retrieve full-text content]
En Gante, en Flandes, santa Coleta Boylet, virgen, que durante tres años llevó una austerísima vida, encerrada en una pequeña casa junto a la iglesia, y después, tras profesar en la Regla de san Francisco, recondujo muchos monasterios de Clarisas a la forma primitiva de vida, insistiendo principalmente en el espíritu de pobreza y de penitencia.Martirologio Romano: En Arlés, en la Provenza, Francia, san Virgilio, obispo, que recibió como huéspedes a san Agustín y a sus monjes, cuando viajaban hacia Inglaterra por encargo del papa san Gregorio I Magno († c. 618).
Breve Biografía
San Virgilio nació en Gascuña, pero se educó en el monasterio de San Honorato, en una de las dos islas que se hallan a tres kilómetros de Cannes, tan conocidas por los turistas de la Costa Azul. Según su biógrafo, que es nuestra principal fuente -aunque vivió varios siglos después de los hechos y tiende a inventar todo lo que pueda glorificar el santo-, Virgilio fue monje y abad del monasterio de San Honorato.
Una noche estaba el santo paseándose en la playa cuando vio un extraño navío cerca de la costa; sobre la cubierta, trabajaban algunos marinos, quienes desembarcaron y vinieron al encuentro de Virgilio. Le saludaron por su nombre, le dijeron que su fama había llegado hasta el extranjero y le aseguraron que si les acompañaba a Jerusalén, haría mucho bien a los cristianos y alcanzaría un alto grado de perfección. Pero Virgilio no se dejó engañar y, haciendo la señal de la cruz, replicó: «Las mañas del enemigo no pueden engañar a los soldados de Cristo y vosotros sois totalmente impotentes contra los protegidos de Dios, porque la oración ha arrojado al dragón de la Isla de San Honorato y el demonio no tiene en ella ningún poder para hacer mal». En cuanto el santo acabó de pronunciar estas palabras, el navío y los marineros desaparecieron.
El nombre de san Virgilio no figura en la lista de los abades de Lérins; en algunas crónicas figura como un monje de Lérins que más tarde llegó a ser abad del monasterio de San Sinforiano de Autún. Lo que sí se tiene por seguro es que san Virgilio era monje antes de ser nombrado obispo de Arles y que recibió el palio de manos del Papa Gregorio I, quien le nombró vicario apostólico ante el rey Childeberto II. El Venerable Beda menciona a san Virgilio a propósito de la misión de san Agustín de Canterbury en Inglaterra. Según parece, san Virgilio lo consagró por orden del Papa Gregorio. San Virgilio gobernó su diócesis con gran vigor; su celo lo llevó demasiado lejos en una ocasión, pues san Gregorio le reprendió por haber intentado convertir, por la fuerza, a los judíos de su arquidiócesis y le recomendó que se limitase a orar y predicar.
San Virgilio construyó varias iglesias en Arles. Se cuenta que, durante la construcción de la basílica de San Honorato, los obreros se encontraron un día con que no podían mover las columnas para transportarlas a su sitio. San Virgilio acudió al punto y vio que era el demonio, bajo la forma de un negro muy vigoroso, el que impedía con su peso que los obreros moviesen la columna; pero éstos no le veían. El santo increpó al demonio, que desapareció, dejando una estela pestilente y los obreros pudieron continuar su trabajo. El biógrafo de san Virgilio da otros muchos ejemplos de los milagrosos poderes de su héroe: cuenta que el santo obró numerosas curaciones, resucitó a varios muertos y destruyó a una terrible serpiente que había causado grandes estragos.
Sin duda que el pueblo de Arles tenía entera confianza en la protección de su arzobispo, persuadido de que mientras los restos del santo permaneciesen en la ciudad, ésta vencería a todos sus enemigos. San Virgilio fue sepultado en la iglesia de San Salvador, que él mismo había construido.
VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler (†)
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.
Editorial: COLLIER´S INTERNATIONAL - JOHN W. CLUTE, S. A.
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Por: . | Fuente: Mercaba.org
Martirologio Romano: En Sinope, en el Ponto, actualmente en Turquía, san Focas, mártir, labrador de oficio, que sufrió muchas injurias por el nombre del Redentor (c. s. IV).
Breve Biografía
Hay varios santos con este nombre (que en Oriente no sonaba a raro, lo lleva un emperador bizantino) Natural de Sínope, era de los pocos cristianos que moraban en aquella ciudad de Asia Menor, y era justo, como Abraham, en medio de los gentiles.
Cuando se decreta una persecución contra los cristianos, no se altera en lo más mínimo, no huye, sigue con su vida de siempre, como si la cosa no fuera con él, porque uno de sus rasgos más característicos es la serenidad o, por así decirlo, la sangre fría.
Un día llegaron a su cabaña unos paganos que no le conocen, llevaban órdenes de matarle, él, según su costumbre, les invita a entrar, les sirve de comer y hospedó aquella noche y, mientras ellos dormían, cavó la fosa para su sepultura.
En la mañana, se presentó a ellos, diciéndoles: "Yo soy Focas, a quien buscáis herid, no temáis. Que el crimen caiga sobre los que os han mandarlo hacerlo”. Y rodó su cabeza.
Desde entonces el sepulcro de San Focas, el hortelano de Sínope, "es un lugar de peregrinación para los que atraviesan el Ponto Euxino, y los que vienen del Adriático y el Egeo y el Océano oriental y occidental se acercan aquí a descansar de sus trabajos, cantando himnos en honor de Focas el santo mártir´, escribía San Asterio en su Homilía IX.
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Martirologio Romano: En Roma, en la vía Apia, en el cementerio de Calisto, sepultura de san Lucio, papa, sucesor de Cornelio, que sufrió el exilio por la fe de Cristo y fue, en tiempos angustiosos, eximio confesor de la fe, actuando con moderación y prudencia (254).
Etimológicamente: Lucio = nacido con la primera luz, es de origen latino.
Fue Pontífice de 253-254; murió en Roma el 5 de marzo de 254. Después de la muerte del Papa San Cornelio, quien murió en el exilio en el verano del 253, Lucio fue elegido para tomar su lugar, y fue consagrado Obispo de Roma. Nada se sabe de la vida temprana de este Papa antes de su elevación. De acuerdo con el libro "Liber Pontificalis", era romano de nacimiento y su [[padre] se llamaba Porfirio. No se sabe de dónde el autor obtuvo esta información. Todavía continuaba la persecución de la Iglesia bajo el Emperador Gallo durante la cual Cornelio había sido desterrado. Lucio también fue enviado al exilio pronto después de su consagración, pero en un corto tiempo, presuntamente cuando Valeriano fue designado emperador, a él le fue permitido regresar a su rebaño. El Catálogo Feliciano, cuya información se encuentra en el "Liber Pontificalis", nos informa del exilio y del milagroso retorno de Lucio: "Hic exul fuit et postea nutu Dei incolumis ad ecclesiam reversus est." San Cipriano, quien escribió una carta (perdida) de felicitaciones a Lucio en su elevación a la Santa Sede y sobre su exilio, envió una segunda carta de felicitaciones para él y sus acompañantes en el exilio, como también a toda la Iglesia Romana (ep. LXI, ed. Hartel, II, 695 sqq.).
La carta comienza: “Querido Hermano, hace muy poco tiempo te ofrecimos nuestras felicitaciones, cuando Dios te exaltó a gobernar Su Iglesia y te concedió la doble gloria de confesor y obispo. De nuevo te felicitamos a ti, a tus acompañantes y a toda la congregación; con esto, debido a la bondadosa y poderosa protección de nuestro Dios, Él te ha guiado de regreso con alabanzas y gloria a Sí mismo, de manera que el rebaño pueda recibir de nuevo a su pastor, el barco a su piloto y la gente a un director que los gobierne y les muestre abiertamente que fue el designio de Dios que permitió tu destierro, no para que el obispo exiliado fuera privado de su Iglesia, sino más bien para que regresara a su Iglesia con mayor autoridad”.
Cipriano continúa, refiriéndose a los tres niños hebreos en el horno ardiente, que el regreso del exilio no aminoraba la gloria de la confesión, y que la persecución, la cual iba dirigida sólo contra los confesores de la Iglesia verdadera, comprobaba cuál era la Iglesia de Cristo. En conclusión, él describe la felicidad de la Roma cristiana ante la llegada de su pastor. Cuando Cipriano afirma que Dios por medio de la persecución buscó “hacer avergonzar y silenciar a los herejes” y así probar dónde estaba la Iglesia, quién era su único obispo elegido por el designio de Dios, quiénes eran sus presbíteros sujetos al obispo en la gloria del sacerdocio, quiénes eran la verdadera gente de Cristo, unidos a Su rebaño por un amor excepcional, quiénes eran los oprimidos por sus enemigos, y al mismo tiempo dónde estaban aquellos que el Diablo protege como suyos, refiriéndose obviamente a los novacianos. El Cisma de Novaciano, a través del cual se presentó como antipapa, en oposición a Cornelio, todavía continuaba en Roma bajo Lucio.
En referencia a la confesión y a la restauración de los “Lapsi" (caídos), Lucio se adhirió a los principios de San Cornelio y de San Cipriano. De acuerdo con el testimonio del último, contenido en una carta al Papa San Esteban I (ep. LXVIII, 5, ed. Hartel, II, 748), Lucio, así como Cornelio, había expuesto su opinión por escrito: "Illi enim pleni spiritu Domini et in glorioso martyrio constituti dandam esse lapsis pacem censuerunt et poenitentia acta fructum communicationis et pacis negandum non esse litteris suis signaverunt." (Para ellos, llenos del Espíritu Santo de Dios y confirmado en glorioso martirio, juzgaron que el perdón debe ser otorgado a los Lapsi, y dieron a entender en sus cartas que, que cuando éstos hayan realizado la penitencia, no se les debe negar el gozo de la comunión y de la reconciliación.) Lucio murió a principios de marzo del año 254. En el "Depositio episcoporum" el "Cronógrafo de 354" da la fecha de su muerte como el 5 de marzo, el "Martyrologium Hieronymianum" como el 4 de marzo. La primera fecha es probablemente la correcta. Quizás Lucio murió el 4 de marzo y fue enterrado el 5 de marzo. De acuerdo al "Liber Pontificalis" este Papa fue decapitado en tiempos de Valeriano, pero este testimonio no puede ser comprobado. Es verdad que Cipriano en la antedicha carta a Esteban (ep. LXVIII, 5) le da a él, como también Cornelio, el titulo honorario de mártir: "servandus est enim antecessorum nostrorum beatorum martyrum Cornelii et Lucii honor gloriosus" (pues debe ser preservada la memoria gloriosa de nuestros predecesores los santos mártires Cornelio y Lucio); pero probablemente esto fue un relato del corto destierro de Lucio. Cornelio, quien murió en el exilio, fue honrado como mártir por los romanos después de su muerte; pero no así Lucio. En el calendario romano de fiestas del "Cronógrafo de 354" él es mencionado en el "Depositio episcoporum", y no bajo el encabezado de "Depositio martyrum". Sin embargo, su memoria fue particularmente honrada, como aclara la aparición de su nombre en el "Martyrologium Hieronymianum". Es cierto que Eusebio sostiene (Hist. Eccl., VII, 10) que Valeriano favorecía a los cristianos al principio de su reinado. El primer edicto de persecución del emperador apareció sólo en el año 257.
Lucio fue enterrado en un compartimiento de la bóveda papal en las catacumbas de San Calixto. En la excavación de la bóveda, De Rossi encontró un fragmento grande del epitafio original, el cual sólo da el nombre del Papa en griego: LOUKIS. La losa está quebrada justo atrás de la palabra, así que con toda probabilidad no había nada más escrito excepto el titulo EPISKOPOS (obispo). Las reliquias del santo fueron trasladadas por el Papa San Paulo I (757-767) a la Iglesia de San Silvestre en Capita, o por el Papa San Pascual I (817-824) a la Basílica de San Práxedes [Marucchi, "Basiliques et eglises de Rome", Roma, 1902, 399 (inscripción en San Silvestre), 325 (inscripción en San Práxedes)]. El autor del "Liber Pontificalis" ha atribuido desautorizadamente a San Lucio un decreto, de acuerdo con el cual dos sacerdotes y tres diáconos deben acompañar siempre al obispo para ser testigos de su vida virtuosa: "Hic praecepit, ut duo presbyteri et tres diaconi in omni loco episcopum non desererent propter testimonium ecclesiasticum." Tal medida debió ser necesaria bajo ciertas condiciones en un periodo posterior; pero en época de Lucio esto era increíble. Este supuesto decreto indujo una falsificación posterior para inventar otro decreto apócrifo y se lo atribuyeron a Lucio. Es también fabricada la historia en el "Liber Pontificalis" que Lucio, cuando era llevado a la muerte, dio al archidiácono Esteban poder sobre la Iglesia.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
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En Cesarea de Palestina, san Adriano o Adrián, mártir, que en la persecución bajo el emperador Diocleciano, en el día en que solían celebrarse los festejos de la Fortuna de los Cesarienses, por mandato del procurador y por su fe de Cristo fue arrojado ante un león y después degollado a espada.[unable to retrieve full-text content]
En Pamfilia, san Conón, mártir, hortelano de profesión, que bajo el emperador Decio fue obligado a correr ante un carro con los pies atravesados por clavos y, cayendo de rodillas, entregó el espíritu mientras oraba (c. 250).[unable to retrieve full-text content]
En Sinope, en el Ponto, san Foca (o Focas), mártir, labrador de oficio, que sufrió muchas injurias por el nombre del Redentor (c. s. IV).Por: . | Fuente: L´Osservatore Romano
Fecha de beatificación: 27 de mayo de 2012, durante el pontificado de Benedicto XVI
A pesar de ello, continúa su camino espiritual, guiada por el párroco de Pancemont. Una tarde de 1792 reconoció la llamada particular del Señor a seguirlo, llevando su cruz. Ella respondió generosamente con lo que llamó su «pacto con la cruz». Renunció a todo, incluso al deseo de vida religiosa contemplativa para responder a una necesidad urgente de la Iglesia de Vannes: el obispo le pidió que le ayudara con una obra educativa y caritativa. El 25 de mayo de 1803 hizo la profesión religiosa, tomando el nombre de sor San Luis.
Enseguida fue nombrada superiora general de la nueva congregación, que puso bajo la protección de san Luis, modelo de fe, artífice de justicia y de paz. Organizó la vida religiosa de la comunidad y acogió a niñas pobres, cuyo número fue creciendo cada vez más. Velaba por la calidad de su instrucción y las preparaba para vivir y ganar dinero aprendiendo un oficio. Además de la lectura y de la escritura, las jóvenes aprendían a tejer la tela y a realizar bellísimos encajes. Después de Vannes, otros párrocos le pidieron fundar una «casa de caridad» en sus respectivas parroquias. La madre San Luis en 1818 añadió a esto la obra de los retiros espirituales.
Impulsada por el amor de Cristo redentor, sacaba su fuerza de la lectura diaria de la Palabra de Dios y de la Eucaristía. Quería que todas las personas fueran acogidas y sirvieran a Jesucristo: Si la atención que prestáis a las niñas pobres la ofrecierais con espíritu de fe viva... veríais en ellas a Jesucristo. Diríais: estoy con Jesucristo, hablo con Jesucristo, vivo con Jesucristo. Me glorío en vivir con Jesucristo pobre y humillado. Y como toda forma de espiritualidad está inevitablemente marcada por la época que la vio nacer y por la personalidad de quien la suscita en un determinado contexto familiar y social, la formación familiar de María Luisa Isabel la puso muy pronto en contacto con los Padres de la Iglesia, desarrollando en ella el gusto ardiente por la Palabra de Dios, que ella transmitió a sus religiosas: La Sagrada Escritura es la base fundamental de toda forma de piedad... Es necesario, por tanto, que cuantos quieren avanzar en el estado de perfección no dejen pasar ni siquiera un solo día sin leerla y meditarla... Esta Palabra es el alimento del hombre, del mismo modo que la santa Eucaristía es el alimento del alma; es preciso acogerla, tratarla con la misma dignidad, con el mismo respeto; ¿habéis pensado alguna vez en ello?, ¿os habéis comportado alguna vez en consecuencia y habéis intentado poneros, para recibirla, en la misma disposición que deseáis tener para participar en la santa Mesa?.
Murió en Vannes el 4 de marzo de 1825, lámpara brillante de la caridad y la bondad, capaz de mostrar todo el camino a seguir, contrastando las obras de la carne (la idolatría, la enemistad, la discordia y los celos) con las obras del Espíritu, cuyos frutos benéficos son amor, alegría, paz, magnanimidad, benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí.
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