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Martirologio Romano: En Montecerignone, de la Romagna, beato Domingo Spadafora, presbítero de la Orden de Predicadores, que trabajó diligentemente en el ministerio de la predicación (1521).

Domingo Spadafora, nació en Randazzo en 1450, de la nobilísima y antiquísima familia Spadafora, oriunda de Costantinopoli, llamada así porque tenía el privilegio de llevar la espada desenvainada en presencia del Emperador. Domingo, despreciando cualquier humana grandeza, decidido honrar y servir al Señor de los Señores entró en la Orden Dominica, en el floreciente Convento de Santa Zita en Palermo, fundado por Pedro Jeremías.


Enviado a Padua para completar sus estudios, si admirables fueron sus progresos en la ciencia, más admirables fueron los adquiridos en la sólida virtud. Conseguido el doctorado, y de regreso en su patria, su santidad y saber no pudieron permanecer escondidos y fue nombrado ayudante del Maestro General.


En una capillita de Monte Cerignone, en el estado de Urbino, había una milagrosa imagen de la Santísima Virgen por la que los habitantes tenían gran veneración; deseando edificar allí una iglesia con religiosos que se dedicasen a la cura espiritual de la población circundante, pensaron en los dominicos.


Se dirigieron al Maestro General para conseguir que se iniciara una obra tan ventajosa para las almas y para la gloria de la Virgen, a la cual la Orden profesa especial devoción. El proyecto se aprobó, y Domingo fue elegido para dirigir la nueva fundación. En 1491 surgieron así la iglesia y el Convento del cual Domingo fue guía hasta su muerte. Para edificación de toda la población, en la ferviente comunidad florecieron las leyes y el espíritu de la Orden.


En todo Montefeltro se lo consideraba a Domingo un santo, y como tal fue venerado después de su muerte, sobrevenida el 21 de diciembre de 1521. Fue sepultado en la iglesia conventual, y en 1545 se encontró su cuerpo incorrupto. Desde 1677 es venerado en la iglesia de Santa Maria in Reclauso en Monte Cerignone.


El Papa Benedicto XV confirmó su culto el 12 de enero de 1912. El 3 de octubre se conmemora el aniversario de la traslación de sus reliquias llevada a cabo en 1677.



11:42 p.m.
Martirologio Romano: En la región de Namur, en Lotaringia, san Gerardo, primer abad del monasterio de Brogne, que él mismo había fundado. Trabajó para instaurar la disciplina monástica en Flandes y Lotaringia, y ayudó a muchos monasterios a recuperar la observancia primitiva (959).

El ejemplarísimo abad san Gerardo, fue hijo de Estancio, varón ilustre de la casa de Haganón, duque de la Austrasia inferior, y de Plectrudis, hermana de Esteban, obispo de Lieja.


Hiciéronle seguir sus padres desde muy joven la carrera de las armas, propia a la sazón de mancebos nobles, y le enviaron a la corte de Berengario conde de Namur; donde resplandeció así por la modestia de sus costumbres, como por la discreción de sus palabras y natural elegancia de su persona.


Cobróle tanto amor el conde, que le llevó a su casa, y se servía de él para muchas cosas de importancia, y así le envió a Francia por su embajador para tratar con el príncipe Roberto un negocio grave que se le ofrecía. Luego que llegó a París, dejando allí sus criados, se fue solo al monasterio de san Dionisio para retirarse en él algunos días; y quedó tan edificado de la virtud de los monjes, y tan aficionado al sosiego y felicidad de la vida religiosa, que determinó dar libelo de repudio a todas las cosas de la tierra, para recogerse a servir a Dios en aquel monasterio.


Trató los negocios a que iba, y volviendo a dar cuenta de ellos al conde Berengario, suplicóle que le diese licencia pata profesar en dicho monasterio: y aunque con mucha dificultad y tristeza del conde, obtuvo su beneplácito. Vistióse pues el hábito de san Benito, y desde luego fue espejo de toda santidad y virtud.


Allí comenzó a estudiar desde las primeras letras como niño, y aprovechó tanto en las humanas y después en las divinas, que a los nueve años de su conversión se ordenó de sacerdote con grande gozo de su espíritu, y aprovechamiento de los otros monjes, de los cuales era tenido en gran veneración. Fue el primer abad del célebre monasterio de Broñá, a cuya iglesia trasladó con gran solemnidad muchas reliquias de santos cuerpos.


Un día vino al monasterio una mujer ciega y pidió que le diesen del agua con que el santo diciendo misa se había lavado los dedos: lavóse con ella los ojos, y luego cobró la vista. Habiendo recibido el marqués Arnulfo, señor de Flandes, de mano del santo la Comunión, se vio enteramente libre de un mal de piedra que le fatigaba mucho, encomendóle el gobierno de todas las abadías que tenía en su estado, y el santo las reformó, y tuvo cargo de diez y ocho monasterios, en los cuales floreció la más perfecta observancia religiosa. Finalmente recogido en su pobre monasterio de Bro ñá, y cargado de días y merecimientos, dio su espíritu al Señor, el cual le ilustró con muchos milagros.


REFLEXIÓN


Siempre han sido las órdenes religiosas semillero de santos, y la vida ejemplar de sus miembros poderoso aliciente para atraer las almas a la virtud. Si no tienes valor, oh cristiano, para despojarte, a imitación de san Gerardo, de las cosas de la tierra (que tarde o temprano te ha de arrebatar la muerte), tenlo al menos para dejarlas con el afecto, poniendo tu principal cuidado en amar y servir a Dios solamente y a todas las de más cosas sólo en Él y por Él. Porque ¿de qué nos aprovechará ganar todo el mundo, si perdemos el alma? Esta máxima bien ponderada hizo de un Javier un apóstol: ésta ha poblado el cielo de santos y ésta debe ser la única norma de todas nuestras acciones. ¡Dichoso quien se guía por ella, pues tiene asegurada su eterna salvación, único negocio para el cual estamos en este mundo, y que nos ha de preocupar seriamente!


ORACIÓN


Rogámoste, Señor, que nos recomiende delante de Ti la intercesión del bienaventurado abad Gerardo, para que alcancemos con su patrocinio lo que no podemos conseguir por nuestros méritos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén



11:42 p.m.
Martirologio Romano: Entre los sajones, dos santos mártires de nombre Ewaldo, uno llamado Negro y el otro Blanco, ambos presbíteros y oriundos de Inglaterra, que,siguiendo el ejemplo de san Willibrordo y sus compañeros, pasaron a evangelizar a los sajones y, habiendo comenzado a predicar a Cristo, fueron apresados por los paganos, consumando el martirio (695).

San Wilbordo y sus once compañeros empezaron la evangelización de Frieslandia en el año 690. Poco después, dos sacerdotes de Nortumbría siguieron el ejemplo de los misioneros y partieron a predicar el Evangelio a los sajones de Westfalia. Ambos habían pasado algún tiempo en Irlanda dedicados a las ciencias sagradas y los dos se llamaban Evaldo. Para distinguirlos, el pueblo los apodaba "el Blanco" y "el Negro", por el color de sus cabellos.


El primero era más versado en la Sagrada Escritura, pero ninguno de los dos cedía ante el otro en devoción y celo. Ambos sacerdotes llegaron a Germania hacia el año 694. Ahí conocieron a cierto personaje que se empeñó en presentarles a su señor, porque los misioneros llevaban algunas noticias que podían interesarle. Dicho Señor feudal los alojó en su casa durante varios días. Los misioneros aprovecharon ese retiro para hacer oración, cantar salmos e himnos y celebrar diariamente el Santo Sacrificio.


Al ver los bárbaros la conducta de los dos predicadores, temerosos de que persuadieran a su señor para que renegase de sus dioses y se convirtiese a la nueva religión, decidieron asesinarlos. A Evaldo el Rubio le degollaron sin más ni más en donde lo encontraron. En cambio, al Moreno le atormentaron largamente con inaudita saña y, antes de matarle, le arrancaron los miembros uno a uno.


Cuando el señor del lugar se enteró de lo sucedido, montó en cólera porque los bárbaros procedieron por su cuenta y ejecutaron a los monjes sin haberles presentado a su juicio. Como represalia, el señor feudal mandó ejecutar a los culpables e incendió la aldea. Los cuerpos de los mártires habían sido arrojados al rio, pero fueron descubiertos gracias al fulgor que despedían. Un monje inglés, llamado Tilmón, recibió aviso de lo que significaba aquel fulgor sobrenatural y les dio honrosa sepultura. San Beda dice que se trataba del río Rin, pero la tradición sitúa el martirio en Aplerbecke, sobre el Embscher, que es un afluente del Rin en las proximidades de Dortmund.


El culto de los dos Evaldos se popularizó inmediatamente. El rey Pepino mandó trasladar las reliquias a la iglesia de San Cuniberto, en Colonia, donde reposan todavía. El Martirologio Romano menciona a los dos Evaldos, que son patronos de Westfallia. San Norberto consiguió algunas reliquias de estos mártires para los premonstratenses, en 1121 i dichos religiosos celebran la fiesta de estos santos.



11:42 p.m.
Martirologio RomanoConmemoración de san Dionisio Areopagita, que se adhirió a Cristo al escuchar al apóstol san Pablo hablando ante el Areópago, y fue primer obispo de Atenas (s. I).

Después del discurso de San Pablo en el Areópago de Atenas, muchos se convirtieron al cristianismo. en los "Hechos de los Apóstoles" (17, 34), se nombra a un tal "Dionisio el Areopagita" convertido por San Pablo con su discurso en el Areópago. Al parecer era miembro del tribunal, y por lo tanto, de la aristocracia ateniense. Y dicen los Hechos, que se convirtió Dionisio el Areopagita "y una mujer llamada Dámaris", según una tradición atribuida a San Juan Crisóstomo, ésta sería la esposa de Dionisio, pero es una suposición sin prueba alguna. En el Martirologio Santa Dámaris figura como Virgen.


Según un escrito posterior, Dionisio y el sofista Apollofanes habrían visto el eclipse del sol el día de la crucifixión y según De divinis nominibus (III, 2) Dionisio habría asistido a la Dormición de la Santísima Virgen.


En una carta de Dionisio, obispo de Corinto, contemporáneo del Papa Sotero, escrita a los atenienses antes de 175, se dice que Dionisio el Areopagita, murió como primer obispo de Atenas.


Una leyenda tardía lo ha confundido con el primer obispo de París, martirizado alrededor de 270. Tal identificación la encontramos en el Martirologio y en el Breviario Romano, el 9 de octubre. Pero en el Vetus Romanum Martyrologium, los dos Dionisios se distinguen claramente uno del otro; el 3 de octubre, en efecto, se lee: "Athenis, Dionysii Areopagitae, sub Adriano diversis tormentis passi, ut Aristides testis est in opere quod de Christiana religione composuit; y el 9 de octubre: "Parisiis Dionysii episcopi cum sociis suis a Fescennino cum gladio animadversi" (PL, CXXIII, col. 171).


La Crónica que lleva el nombre de Lucius Dexter identifica a San Dionisio de París con Dionisio el Areopagita, pero comúnmente se niega la autenticidad de este escrito. El primero que identificó a los dos Dionisios fue Hilduinus, abad de San Dionisio (m. 840), en la "Vita S. Dionysii".


Bajo el nombre de Dionisio el Areopagita, está sitado un escrito, que probablemente un monje siríaco promovido al episcopado, compuso entre 480 y 530 y que obtuvo gran difusión y ejerció gran influencia durante todo el Medioevo: De coelesti hierarchia; De mystica theologia; De ecclesiastica hierarchia; De divinis nominibus, y diez epístolas. Estos textos son mencionados actualmente como escritos por Pseudo Dionisio el Areopagita.



11:20 p.m.
Martirologio Romano: En Lyon, en Francia, beato Antonio Chevrier, presbítero, que instituyó la Obra de la Providencia del Prado, para preparar sacerdotes destinados a enseñar la doctrina cristiana a jóvenes pobres (1879).

Nació en Lión el 16 de abril de 1826 de una familia modesta. A los diecisiete años el joven Antonio sintió la llamada al ministerio sacerdotal. En el primer año de los estudios teológicos pensó seriamente ingresar en el Instituto de Misiones extranjeras de París. No logró realizar su deseo, pero el anhelo misionero permaneció en él y se manifestó concretamente en el momento de su ordenación sacerdotal, en 1850, cuando aceptó gustoso el nombramiento rechazado por otros, de vicario en la parroquia de San Andrés, en pleno barrio obrero, en medio de los pobres. Allí ejerció un apostolado fructuoso por su caridad inagotable.


La noche de Navidad de 1856, delante del pesebre, recibió la revelación de la divina pobreza y el amor de Navidad, y desde entonces, como perfecto imitador de San Francisco de Asís, vivió una vida cada vez más pobre. Alentado por el santo Cura de Ars aceptó en 1857 el oficio de director espiritual de la “Ciudad del Niño Jesús”, una obra fundada en Lión para niños pobres, que se proponía sobre todo la preparación de los niños para la primera comunión y la acogida de niños abandonados. En 1859 decidió fundar una obra suya en favor de los muchachos marginados. Con la ayuda de Fray Pedro Louat y de Sor Amelia y Sor María compró un gran salón de baile, situado cerca de la parroquia de San Andrés en Lión, que se llamaba “Prado” y que fue el centro de sus obras asistenciales.


A la obra para los muchachos añadió pronto una escuela para clérigos de la cual salieron los sacerdotes que formaron la “Sociedad de los Sacerdotes del Prado”. Antonio Chévrier está ciertamente entre los primeros en tomar conciencia de la apostasía de las masas y del riesgo que corría el sacerdote permaneciendo lejos de los pobres. Por eso quiso “sacerdotes pobres entre los pobres”, verdaderos testigos de Cristo buen samaritano y, como él, solícitos sobre todo de la salvación de los hermanos.


Como los grandes apóstoles de la juventud, Antonio meditaba a menudo las palabras de Jesús (Mc 10,14): “Dejad que los niños vengan a mí y no se lo prohibáis, porque de los que son como ellos es el reino de Dios”. “Si no os convertís y no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos (Mt 18,3). “El que acoge a uno de estos mis pequeños, a mí me acoge!”.


En Lión, después de un año de agudos dolores a causa de una úlcera, se durmió en la paz de los santos el 2 de octubre de 1879, a los 53 años. Fue beatificado por Juan Pablo II durante su peregrinación apostólica a Lión el 4 de octubre de 1986.



11:20 p.m.
Martirologio Romano: En Fianarantsoa, en la isla de Madagascar, beato Juan Beyzym, presbítero de la Compañía de Jesús, que ejerció su ministerio junto a los leprosos, a los que prodigó una obra de caridad en favor de sus cuerpos y de sus espíritus (1912).

Nacido en Beyzymy Wielkie (actualmente Ucrania), el 15 de mayo de 1850 y murió el 2 de octubre de 1912, en en Fianarantsoa, Madagascar, es el apóstol de los leprosos de Madagascar.


Fray Beyzym fue el primer sacerdote en vivir entre las víctimas de la enfermedad de Hansen (lepra) en la historia de la misión de Madagascar.


Apostolado instrucción


Después de que sus estudios secundarios, él entró al noviciado Jesuíta Stara Wies el 10 de diciembre de 1872. Se ordenó el 26 de julio de 1881 en Kraków.


Fray Beyzym trabajó durante 17 años como un educador de jóvenes en las Universidades Jesuítas de Tarnopol y Chyrów. Durante todo este tiempo él estaba discerniendo un llamado de Dios para servir en la difícil misión entre los leprosos en Madagascar. En 1898, cuando tenía 48 años, viajó hacia Madagascar para empezar su apostolado. "Yo sé muy bien", escribió en 1897 a Fray Louis Martin (General en Roma), "lo que es la lepra y lo que debo esperar, pero todo esto no me asusta, al contrario, me atrae."


Misión entre los leprosos en Madagascar


Apenas llegado a Red Island (Madagascar) fue enviado al leprocomio de Ambahivoraka cerca de Antananarivo, donde 150 personas enfermas vivían en abandono casi total en el desierto, lejos de las personas sanas. Vivían en chozas que eran divididas en pequeños cuartos sin piso ni moviliario. No recibían ninguna medicación y vivían, día a día, sin ningún tipo de asistencia. Muchos morían a menudo de hambre en lugar de su enfermedad.


Después de dos semanas en el hospicio, Fray Beyzym escribió en 1899 a Rodolphe de Scorraille, Superior de la Provincia de Champagne y sus misiones, una carta para presentar las condiciones indescriptibles encontró y admite que le pidió al Señor que le ayudara a traer alivio a esta miseria y que lloró en privado por los sufrimientos de estas personas.


Sin embargo, él no se doblegó ante esta realidad. Consagró toda su fuerza, sus talentos como organizador y, sobre todo, su corazón al enfermo. Vivió entre ellos para demostrarles el hecho de que eran seres humanos y que ellos merecían la salvación.


Recolectó dinero y probó ayudándolos de cuanta manera pudo. En aquel momento no existía ninguna medicación eficaz para la enfermedad de Hansen. Sin embargo, Fray Beyzym notó que una comida saludable y la higiene adecuada limitaba el contagio, y que estas dos condiciones juntas impidian progresar a la enfermedad.


Fray P. Sau, testigo ocular, escribió de Fr Beyzym que durante su vida, "sorprendido dolorosamente por la visión de la pobreza extrema de Ambahivoraka, llamó a la caridad de sus compatriotas polacos y pronto pudo aumentar la ración de arroz de sus niños. La mejora en la dieta redujo el número de entierros de 5 o 7 por semana a 5 por año" (La Mission de Madagascar a vol d´oiseau, pp. 62-63).


Otro testigo ocular, Fray A. Niobey, escribió sobre la devoción de Fray Beyzym al cuerpo y alma del enfermo: "Su devoción a sus leprosos era inquebrantable. No poseía nada, pero entregaba lo poco que podía disponer desinteresadamente. Su respuesta a cada objeción siempre era: "Lo que hagas a la menor de mis criaturas a mi me lo haces. Nosotros debemos hacer como los comerciantes de esta tierra: debemos buscar la mayor ganancia" (Carta, junio 3 de 1913).


Respondiendo al provincial que le preguntó sobre las condiciones de trabajar con los enfermos, dijo: "Uno debe estar en unión constante con Dios y debe orar sin la tregua. Uno debe acostumbrarse poco a poco al hedor, aquí nosotros no respiramos el olor de flores sino el olor de putrefacción generado por la lepra en los cuerpos". (Carta, abril 18 de 1901).


Sin embargo, esta "habilidad" no vino en seguida. Fray Beyzym admitió que al principio sentía repulsión a la vista de las víctimas. Varios veces incluso se desmayó.


Su ardiente meta era construir un hospital donde los leprosos se protegerían de la permisividad moral que prevaleció en los hospicios. En 1903 dejó Ambahivoraka para ir a construir un hospital a Marana cerca de Fianarantsoa. Hablando de la inauguración del hospital el 16 de agosto de 1911, Fray J. Lielet, doctor en medicina, dijo "el leprocomio de Fray Beyzym ha sido abierto finalmente.... La construcción y equipamiento de este inmenso hospital en un país donde falta todo era una tarea colosal, pero él completó la tarea. Llegando sin dinero, encontró maneras de colectar miles de francos en Europa (principalmente en Polonia, Austria y Alemania) para semejante distante proyecto, su confianza en la ayuda de Dios era imbatible. La providencia ha realizado casi milagros para él" (Chine, Ceylan, Madagascar, 1912, pág. 94). Él deseaba lograr condiciones de vida más humana para las víctimas de la enfermedad de Hansen.


El hospital todavía existe hoy e irradia amor, esperanza y justicia - las virtudes que hicieron su construcción posible. Desde 1964 pequeñas casas han sido construidas cerca al hospital para alojar a los familiares de los enfermos.


Vida interna, alma de su apostolado.


La vida interna de Fray Beyzym está marcada por una atadura profunda con Cristo y la Eucaristía. La Misa era el centro de su vida; él deploró el hecho que la pequeña iglesia cerca de la misión no tenía ni siquiera un tabernáculo permanente y que durante la estación lluviosa el agua goteaba sobre el altar durante Misa. Él era gran devoto de María y atribuyó sus éxitos a María siendo él tan sólo su instrumento. Era un hombre de acción y un obrero incansable, pero también un hombre de oración - Atribuyó a la oración un papel esencial en su vida apostólica, subrayando su importancia para lograr santidad. Fray Beyzym era un contemplativo en acción en el estilo de San Ignacio de Loyola. Tenía problemas diarios y batalló contra mil cuidados y sufrimientos, pero era sobre todo un hombre de oración. La oración era la fuente de su fortaleza. No teniendo mucho tiempo por la oración callada, oraba todo el tiempo y en todas partes. Repitía a menudo que su oración no merecía mucho la pena y que tenía problema orando. Por esto era qué él les pidió a las monjas Carmelitas que oraran para él.


Fué beatificado por Su Santidad Juan Pablo II el 18 de agosto del 2002, en Kraków, Polonia



11:20 p.m.
San Eleuterio, mártir

En Nicomedia, de Bitinia, san Eleuterio, mártir (s. III/IV).


San Beregiso, abad


En Andage o Andain, en los bosques de Ardennes, en Austrasia, san Beregiso, abad, que fundó en este lugar un monasterio de canónigos regulares, el cual presidió con fidelidad (c. 725).


San Teófilo, monje


En Constantinopla, conmemoración de san Teófilo, monje, que, por defender el culto de las santas imágenes, fue torturado cruelmente por el emperador León el Isáurico y después exiliado (795).


San Ursicino, abad y obispo


En la Recia, san Ursicino, obispo de Chur (Coira) y primer abad del monasterio de Disentis, que él mismo había fundado (s. VIII).


Beatos Luis Yakichi y Lucía, Andrés y Francisco, mártires


En Nagasaki, en Japón, beatos Luis Yakichi y Lucía, esposos, junto con sus hijos Andrés y Francisco, mártires, que murieron por Cristo. La madre y los hijos fueron degollados en presencia del padre, y éste fue quemado vivo (1622).


Beato Jorge Edmundo René, presbítero y mártir


En el mar frente a Rochefort, en el litoral norte de Francia, en una vieja nave anclada, beato Jorge Edmundo René, presbítero y mártir, que, siendo canónigo de Vézelay, durante la Revolución Francesa fue encarcelado por su condición de sacerdote, muriendo víctima de tuberculosis (1794).


Beatos Francisco Carceller, religiosos presbíteros y mártires


Cerca de Castellón, en el levante español, beatos Francisco Carceller, de la Orden de los Clérigos Regulares de las Escuelas Pías, e Isidoro Bover Oliver, de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, presbíteros y mártires, que, durante la persecución, en odio al sacerdocio fueron fusilados junto al muro del cementerio, consumando así su martirio (1936).




Beata María Antonina Kratochwil, religiosa mártir


En la ciudad de Stanislanòw, de Polonia, beata María Antonina Kratochwil, virgen, de la Congregación de las Hermanas de las Escuelas de Nuestra Señora y mártir, que, durante la guerra mundial, fue encarcelada por su fe y murió a causa de las torturas soportadas por Cristo (1942).



11:37 p.m.
La Iglesia le dedica este día para que la conozcamos y tratemos de imitar sus virtudes de delicadeza y pefección en las cosas pequeñas.

Hay dos santas con el mismo nombre: Santa Teresita del Niño Jesús o de Lisieux y Santa Teresa de Ávila (15 de Octubre). Ambas fueron monjas carmelitas, nos dejaron una autobiografía y son santas doctoras de la Iglesia.


María Francisca Teresa (Santa Teresita del Niño Jesús o de Lisieux) nació el 2 de Enero de 1873 en Francia. Hija de un relojero y una costurera de Alençon. Tuvo una infancia feliz y ordinaria, llena de buenos ejemplos. Teresita era viva e impresionable, pero no particularmente devota.


En 1877, cuando Teresita tenía cuatro años, murió su madre. Su padre vendió su relojería y se fue a vivir a Lisieux donde sus hijas estarían bajo el ciudado de su tía, la Sra. Guerin, que era una mujer excelente. Santa Teresita era la preferida de su padre. Sus hermanas eran María, Paulina y Celina. La que dirigía la casa era María y Paulina que era la mayor se encargaba de la educación religiosa de sus hermanas. Les leía mucho en el invierno.


Cuando Teresita tenía 9 años, Paulina ingresó al convento de las carmelitas. Desde entonces, Teresita se sintió inclinada a seguirla por ese camino. Era una niña afable y sensible y la religión ocupaba una parte muy importante de su vida.


Cuando Teresita tenía catorce años, su hermana María se fue al convento de las carmelitas igual que Paulina. La Navidad de ese año, tuvo la expeirencia que ella llamó su “conversión”. Dice ella que apenas a una hora de nacido el Niño Jesús, inundó la oscuridad de su alma con ríos de luz. Decía que Dios se había hecho débil y pequeño por amor a ella para hacerla fuerte y valiente.

Al año siguiente, Teresita le pidió permiso a su padre para entrar al convento de las carmelitas y él dijo que sí. Las monjas del convento y el obispo de Bayeux opinaron que era muy joven y que debía esperar.


Algunos meses más tarde fueron a Roma en una peregrinación por el jubileo sacerdotal del Papa León XIII. Al arrodillarse frenta al Papa para recibir su bendición, rompió el silencio y le pidió si podía entrar en el convento a los quince años. El Papa quedó impresionado por su aspecto y modales y le dijo que si era la voluntad de Dios así sería


Teresita rezó mucho en todos los santuarios de la peregrinación y con el apoyo del Papa, logró entrar en el Carmelo en Abril de 1888. Al entrar al convento, la maestra de novicias dijo; “ Desde su entrada en la orden, su porte tenía una dignidad poco común de su edad, que sorprendió a todas las religiosas.” Profesó como religiosa el 8 de Septiembre de 1890. Su deseo era llegar a la cumbre del monte del amor.


Teresita cumplió con las reglas y deberes de los carmelitas. Oraba con un inmenso fervor por los sacerdotes y los misioneros. Debido a esto, fue nombrada después de su muerte, con el título de patrona de las misiones, aunque nunca habia salido de su convento.


Se sometió a todas las austeridades de la orden, menos al ayuno, ya que era delicada de salud y sus superiores se lo impidieron. Entre las penitencias corporales, la más dura para ella era el frío del invierno en el convento. Pero ella decía “Quería Jesús concederme el martirio del corazón o el martirio de la carne; preferiría que me concediera ambos.” Y un día pudo exclamar “He llegado a un punto en el que me es imposible sufrir, porque todo sufrimiento es dulce.”


En 1893, a los veinte años, la hermana Teresa fue nombrada asistente de la maestra de novicias. Prácticamente ella era la maestra de novicias, aunque no tuviera el título. Con respecto a esta labor, decía ella que hacer el bien sin la ayuda de Dios era tan imposible como hacer que el sol brille a media noche.


Su padre enfermó perdiendo el uso de la razón a causa de dos ataques de parálisis. Celina, su hermana, se encargó de cuidarlo. Fueron unos año difíciles para las hijas. Al morir el padre, Celina ingresó al convento con sus hermanas.


En este mismo año, Teresita se enfermó de tuberculosis. Quería ir a una misión en Indochina pero su salud no se lo permitió. Sufrió mucho los últimos 18 meses de su vida. Fue un período de sufrimiento corporal y de pruebas espirituales. En junio de 1897 fue trasladada a la enfermería del convento de la que no volvió a salir. A partir de agosto ya no podía recibir la Comunión debido a su enfermedad y murió el 30 de Septiembre de ese año. Fue beatificada en 1923 y canonizada en 1925. Se le presenta como una monja carmelita con un crucifijo y rosas en los brazos. Ella decía que después de su muerte derramaría una lluvia de rosas.

El culto a esta santa comenzó a crecer con rapidez. Los milagros hechos gracias a su intercesión atrajeron a atención de los cristianos del mundo entero.


Escribió el libro “Historia de un alma” que es una autobiografía. Escribe frases preciosas como éstas en ese libro: “Para mí, orar consiste en elevar el corazón, en levantar los ojos al cielo, en manifestar mi graitud y mi amor lo mismo en el gozo que en la prueba.”; “Te ruego que poses tus divinos ojos sobre un gran número de almas pequeñas.” Teresita se contaba a sí misma entre las almas pequeñas, decía “Yo soy un alma minúscula, que sólo puede ofrecer pequeñeces a nuestro Señor.”


¿Qué nos enseña Santa Teresita?


Nos enseña un camino para llegar a Dios: la sencillez de alma. Hacer por amor a Dios nuestras labores de todos los días. Tener detalles de amor con los que nos rodean. Esta es la “grandeza” de Santa Teresita. Decía: “Quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra.”El secreto es reconocer nuestra pequeñez ante Dios, nuestro Padre. Tener una actitud de niño al amar a Dios, es decir, amarlo con simplicidad, con confianza absoltua, con humildad sirvendo a los demás. Esto es a lo que ella llama su “caminito”. Es el camino de la infancia espiritual, un camino de confianza y entrega absoluta a Dios.


Nos enseña a servir a los demás con amor y perfección viendo en ellos a Jesús. Toda su vida fue de servicio a los demás. Ser mejores cada día con los demás en los detalles de todos los días.


Nos enseña a tener paciencia ante las dificultades de la vida. Su enfermedad requi-rió de mucha paciencia y aceptación. Sólo estando cerca de Dios el sufrimiento se hace dulce.


Nos enseña a tener sentido del humor ante lo inevitable. Dicen que durante la meditación en el convento, una de las hermanas agitaba su rosario y esto irritaba a Santa Teresita. Decidió entonces en lugar de tratar de no oir nada, escuchar este ruido como si fuera una música preciosa. En nuestras vidas hay situaciones o acciones de los demás que nos molestan y que no podemos evitar. Debemos aprender a reirnos de éstas, a disfrutarlas por que nos dan la oportunidad de ofrecer algo a Dios.


Nos enseña que podemos vivir nuestro cielo en la tierra haciendo el bien a los que nos rodean. Actuar con bondad siempre, buscando lo mejor para los demás. Esta es una manera de alcanzar el cielo.


Nos enseña a ser sencillos como niños para llegar a Dios. Orar con confianza, con simplicidad. Sentirnos pequeños ante Dios nuestro Padre.


Oración

Virgen María y Santa Teresita, ayúdenme a tener más amor a Dios para servir mejor a los que me rodean.


Si quieres saber más de la vida de Santa Teresa del Niño Jesús en corazones.org encontrarás un sitio hermoso para seguir consultando


Consulta también Una mujer ¿Puede ser el corazón de la Iglesia?


Teresa del Niño Jesús, Santa


Luis y Celia, padres de Santa Teresita



11:37 p.m.
Martirologio Romano: En Saronno, cerca de Varese, en la Lombardía, de Italia, beato Luis María Monti, religioso, quien, a pesar de mantener su condición laical, instituyó los Hijos de María Inmaculada, congregación que dirigió con espíritu de caridad hacia los pobres y los necesitados, ocupándose especialmente de los enfermos y huérfanos, y trabajando en favor de la formación de los jóvenes (1900).

Etimología: Luis = aquel que es famoso en el combate, viene del germánico


Fecha de beatificación: Fue beatificado por S.S. Juan Pablo II el 9 de noviembre de 2003.



Corría el siglo XIX y el agnosticismo cundía entre las gentes. Fue entonces cuando el Espíritu Santo inspiró a varios hombres y mujeres excepcionales, enriquecidos con el carisma de la “asistencia” y de la “acogida”, para que el amor al prójimo convenciese al hombre escéptico y positivista a creer en Dios-amor.

El Padre Luigi Monti, beato de la caridad, pasó a engrosar las filas de fieles sumidos en el Espíritu Santo. Dio fe del amor al prójimo bajo la insignia de la Inmaculada: la Mujer que nó conoció el pecado, símbolo de la liberación de todos los males.


Luigi Monti, religioso laico, a quien sus discípulos veneraban llamándole “padre” debido a su irrebatible paternidad espiritual, nació en Bovisio, el 24 de julio de 1825, el octavo de una familia con once hijos. Huérfano de padre a los 12 años, se hizo carpintero para ayudar a su madre y a sus hermanos pequeños. Joven apasionado, reunió en su taller a muchos artesanos de su edad así como a campesinos para dar vida a un oratorio vespertino. El grupo se denominó la Compañía del Sagrado Corazón de Jesús, pero el pueblo de Bovisio no tardó en apodarlo “La Compañía de los Hermanos”.


Dicha compañía se caracterizaba por la austeridad de vida, la dedicación al enfermo y al pobre, por el tesón para evangelizar a los que se hallaban alejados del camino. Luigi capitaneaba el grupo. En 1846, a los 21 años de edad, se consagró a Dios y emitió votos de castidad y obediencia en manos de su padre espiritual. Fue un fiel laico consagrado a la Iglesia de Dios, sin convento y sin hábito. Sin embargo, no todo el mundo supo acoger el don que el Espíritu había infundido en él De hecho, algunas personas del pueblo junto al párroco, se opusieron de forma rastrera e implacable, lo cual desembocó en una denuncia calumniosa en la que se le acusaba de conspiración politica contra la autoridad austríaca de ocupación. En 1851, Luigi Monti y sus compañeros fueron encarcelados en Desio (Milán) y fueron puestos en libertad gracias a un proceso verbal que, sin embargo, no se celebró hasta pasados 72 días de cárcel.


Dócil con su padre espiritual, el sacerdote Luigi Dossi, entró con él en la congregación de los “Hijos de María Inmaculada” que el beato Ludóvico Pavoni había fundado hacía cinco años. Se quedó seis años de novicio. Este tiempo supuso para Luigi Monti un periodo de transición, en el que se enamoró de las constituciones de Pavoni, se ejercitó como educador y aprendió la teoría y la práctica de la profesión de enfermero que puso al servicio de la comunidad y de los afectados por el cólera durante la epidemia de 1885, encerrándose voluntariamente en la leprosería local.


A los 32 años, Luigi Monti todavía estaba buscando la realización concreta de su vocación. En una carta con fecha de 1896, cuatro años antes de fallecer, evocó la noche del espíritu, vivida en este periodo:


“Transcurría horas ante Jesús Sacramentado. Y, sin embargo, eran horas sin pizca de rocío celestial. Mi corazón permanecía árido, frío, insensible.


Estaba a punto de abandonarlo todo cuando, de repente mientras me hallaba en mi celda, y sentí una voz en mi fuero interno, clara y comprensible, que me decía: “Luigi, dirígete al sagrario de la iglesia y expónle tus tribulaciones de nuevo a Jesús Sacramentado”.


Así que haciendo caso de la inspiración, me voy para allá, me arrodillo y al cabo de poco !maravilla! veo a dos personajes con forma humana. Los conozco. Son Jesús y su Madre Santísima. Se me acercan y me dicen en voz alta: “Luigi, te queda mucho que sufrir todavía, te quedan luchas mayores que librar. Sé fuerte. Saldrás vencedor de todo. Nuestra ayuda poderosa no te faltará nunca. Sigue el camino que empezaste”. Sí, dieron, y desaparecieron.


Inspirado en el testimonio de caridad de la santa Crocifissa Di Rosa, el sacerdote Luigi Dossi planteó a Monti la idea de crear una “Congregación para el servicio de los enfermos” en Roma. Luigi Monti aceptó y sugirió llamarla “Congregación de los Hijos de la Inmaculada Concepción”. Varios amigos suyos de la época de la “Compañía” compartieron dicha idea y, además, se sumó un joven enfermero experto y muy apasionado, llamado Cipriano Pezzini.


Una fundación en la Roma de Pío IX no era cosa sencilla y menos todavía en uno de los hospitales más famosos de Europa, el hospital de Santo Spirito. Mientras tanto, los capellanes capuchinos, en el seno de dicho hospital iniciaron una asociación de terceros de San Francisco para la asistencia corporal a los enfermos.


Cuando Luigi Monti llegó a Roma, en 1858, halló una realidad distinta a la que se imaginaban tanto él como su amigo Pezzini, quien le precedió para entablar las negociaciones que eran menester con el Comendador, máxima autoridad del hospital.


Comprendió que Dios, en ese momento, lo quería sencillamente como el “Hermano Luigi de Milán”, enfermero del hospital Santo Spirito. De manera que solicitó humildemente formar parte del grupo organizado de los PP. Capuchinos. Al principio, se encargó de todos los servicios reservados en la actualidad al personal sanitario asistente, y posteriormente la tarea de flebotomiano, tal y como consta en el diploma que le concedió la Università La Sapienza di Roma.


En 1877, por designación unánime de sus congregantes, Pío IX le encomendó capitanear “su propia” Congregación y así siguió hasta su muerte.


Pío IX prefirió desde un primer momento la Congregación de los Hijos de la Inmaculada Concepción tanto por su gran anhelo de ver bien asistidos a los enfermos de los hospitales romanos como por el hecho de que llevaba el nombre de la Inmaculada.


Convertido en Superior general, Luigi Monti preparó para la Congregación un código de vida que reflejaba las experiencias para las que el Espíritu de Dios le había conducido. Y la comunidad de Santo Spirito, gracias al ánimo que infundió, vivió la “apostolica vivendi forma” de los Hijos de la Inmaculada Concepción. Los Hermanos nutriéndose con la Eucaristía y la meditación del privilegio de la “Completamente Pura”, se dedicaron a la asistencia de forma heroica. En los hospicios en masa por epidemias de malaria, de tifus o tras episodios bélicos, los Hermanos no dudaban en prestar su propio colchón. Se declaraban todos ellos dispuestos a asistir a los enfermos de todas las formas de enfermedad, se les enviase a donde se les enviase. Luigi Monti constituyó otras pequeñas comunidades en la zona norte de la región del Lacio, en donde él mismo había trabajado anteriormente brindando servicios médicos de todo tipo asó como en calidad de enfermero itinerante por los caseríos desperdigados en el campo de Orte, en la provincia de Viterbo.


En 1882, recibió en Santo Spirito la visita de un monje cartujo que declaró haber recibido de la Virgen Inmaculada la inspiración para presentarse ante él. Venía de Desio. El cartujo le presentó un caso límite: se trataba de cuatro sobrinillos suyos, huérfanos de padre y madre. Era una señal del Espíritu de Dios y Luigi Monti amplió su obra asistencial a los menores totalmente huérfanos. Para ellos inauguró una casa de acogida en Saronno. Su principio pedagógico básico se basaba en la paternidad del educador. La comunidad de los religiosos acoge al huérfano como en familia, para “vivir juntos el día”, para crear juntos las perspectivas de inserción en la sociedad con una formación humana y cristiana que sea la base para todas las vocaciones: a la vida civil, a la familia y al estado de consagración especial.


Luigi Monti, laico consagrado, concibió la comunidad de los “Hermanos” no sacerdotes y sacerdotes con igualdad de derechos y de deberes, en la que se elegía como superior al hermano más idóneo. La muerte le halló en Saronno, exánime, casi ciego, con 75 años de edad en 1900. Su proyecto no había recibido todavía la aprobación eclesiástica. La obtuvo en 1904 de Pío X quién aprobó el nuevo modelo de comunidad previsto por el fundador, concediendo el sacerdocio ministerial como complemento esencial para desempeñar una misión apostólica dirigida a todos los hombres, tanto en el servicio de los enfermos como en la acogida de la juventud marginada.


En 1941, el beato Ildefonso Schuster, arzobispo de Milán, inauguró el proceso informativo que se prolongó hasta 1951.


En el año 2001, la Congregación para las Causas de los Santos promulgó el decreto sobre el heroísmo de las virtudes, y en el año 2003 se redactó el decreto que define milagrosa la curación acontecida en 1961 en Bosa (Cerdeña) del campesino Giovanni Luigi Iecle.


Hoy en día, la Congregación de los Hijos de la Inmaculada Concepción, esparcida por todo el mundo, sigue plasmando en las obras de caridad el carisma de acogida paternal y de asistencia llevada a cabo con profesionalidad y entrega total por su fundador, Luigi Monti. Fue beatificado por S.S. Juan Pablo II el 9 de noviembre de 2003.


El 1 de octubre recordamos su ingreso al reino del Señor; S.S. Juan Pablo II decretó que la fiesta liturgica se celebrara el 22 de septiembre.



11:37 p.m.
Martirologio Romano: En Canterbury, en Inglaterra, san Geraldo Edwards, presbítero y mártir, en cual fue ordenado en Francia y, al regresar a su patria, en la persecución durante el reinado de Isabel I, después de un largo encarcelamiento consumó su martirio en el patíbulo. Con él fueron martirizados los presbíteros beatos Roberto Wilcox y Cristóbal Buxton, por su condición sacerdotal, y el beato Roberto Widmerpool, por ayudar a un sacerdote (1588).

El 1 de octubre se recuerda a los mártires que sufrieron en Londres al desatarse la persecución de julio de 1588, como consecuencia, o mejor dicho represalia, de la alarma provocada por las amenazas de invasión de la española y cristiana Armada Invencible. En octubre de ese año hubo una serie de ejecuciones en las provincias: cuatro católicos fueron martirizados en Canterbury:


San Eduardo Campion (Geraldo Edwards): Nació en 1552 en Ludlow, Shropshire, en el seno de una buena familia.Pasó dos años en el Jesus College, de Oxford. Cuando se hallaba al servicio de Gregory, décimo Lord Dacre de el South, se reconcilió con la Iglesia de laque se había alejado. Fue a estudiar a Reims a donde llegó el el 22 de Febrero de 1586, allí donde tomó el nombre de Campion. Fue ordenado subdiácono en Laon, el 18 de Septiembre, diácono en, el 19 de diciembre del mismo año, y sacerdote a principios del año siguiente, en Cuaresma, siendo adjudicado a la Diócesis de Canterbury. Inmediatamente volvió a Inglaterra, siendo arrestado el 18 de marzo de 1587 en Sittingbourne, siendo encarcelado primero en Newgate y luego en Marshalsea. Murió mártir por no querer renegar de la fe, en 1588.


Beato Roberto Wilcox: nació en Chester en 1558. Hizo sus estudios sacerdotales en Reims, a donde llegó el 12 de agosto de 1583. Recibió la tonsura y las órdenes menores el 23 de septiembre del año siguiente. Fue ordenado subdiácono el 16 de marzo, diácono el 5 o 6 de abril, y sacerdote el 20de abril de 1585, recibiendo todas estas órdenes en Reims. fue enviado a la misión inglesa el 7 de enero de 1586. Empezó a trabajar en Kent; pero ese mismo año fue arrestado y encarcelado en Marshalsea. Condenado a muerte, fue ahorcado, arrastrado y descuartizado en las afueras de Canterbury, en el sitio llamado Oaten Hill.


Cristobal Buxton: nació en Tideswell, Derbyshire. Tuvo como profesor en la escuela al Venerable Nicolás Garlick e hizo sus estudios sacerdotales en Reims y en Roma. Fue ordenado sacerdote en 1586 y ejerció su ministerio durante tres años antes de morir martirizado en Canterbury. Tanto el Beato Cristóbal Buxton, como los beatos Roberto Wilcox y Eduardo Campion, fueron condenados por haber vuelto al reino en calidad de sacerdotes. El Beato Cristóbal era el más joven de los mártires. Los verdugos creyeron que conseguirían amedrentarle obligándole a presenciar el martirio de sus compañeros, pero, cuando le ofrecieron la libertad al precio de la apostasía, Cristóbal replicó que prefiriría morir mil veces antes que aceptar tal proposición. En la prisión de Marshalsea escribió un "Rituale", que se conserva todavía como una reliquia. y


Roberto Widmerpool: el cuarto de los mártires de Canterbury, era un laico. Había nacido en Widmerpool, localidad de Nottinghmshire y había hecho sus estudios en el Gloucester Hall de Oxford, donde obtuvo el título de maestro de escuela. Durante algún tiempo, fue tutor de los hijos del conde de Nortumbría. Se le acusó de haber ayudado a un sacerdote al darle refugio en la casadel conde. Antes de ser ahorcado, el beato dio gracias a Dios por haberle concedido el privilegio de morir por la fe en la misma ciudad que Santo Tomás Becket


Otros tres en diferentes ciudades. En Chichester:


Beato Rodolfo Crockett: fue martirizado en Chichester. Nació en Barton-on-the-Hill, en Cheshire. Hizo sus estudios en el Christ´s College, de Cambridge, y en Gloucester Hall de Oxford. Había ejercido en Anglia del este el cargo de maestro de escuela antes de pasar al colegio de Reims para prepararse para servir a Dios como sacerdote. Fue ordenado en 1586 y martirizado dos años después en Chichester


Beato Eduardo James: nació en Breaston, en Derbyshire. Fue educado en el protestantismo en la escuela de Derby y en St. John´s College de Oxford. Después de su conversión, se trasladó a Reims y más tarde a Roma, donde recibió la ordenación sacerdotal de manos de Goldwell de Saint Asaph. Ejerció su ministerio entre sus ciudadanos durante cinco años antes de ser arrestado junto con el Beato Rodolfo Crockett y conducido a la prisión de Londres. Allí ambos permanecieron más de dos años y medio. Después del fracaso de la Armada Invencible, comparecieron ante el tribunal de Chichester, que decidió hacer con ellos un escarmiento.


Y en Ipswich: el Beato Juan Robinson , nació en Ferrensbery, en el Yorkshire. Cuando quedó viudo, pasó a Reims, donde su hijo Francisco estudiaba también para el sacerdocio. Recibió la ordenación sacerdotal en 1585. Fue arrestado en cuanto puso el pie en tierra inglesa. Después de pasar algún tiempo en la prisión de Clink, en Londres, compareció ante el tribunal, que le condenó a muerte. El día en que llegó a Ipswich la autorización oficial para la ejecución (28 de septiembre de 1588), el beato "se llenó de alegría, regaló todo su dinero al portador de la autorización y cayó de rodillas para dar gracias a Dios".



11:37 p.m.
Martirologio Romano: En Gante, de Flandes, en Neustria, san Bavón, monje, que, discípulo de san Amando, dejó la vida seglar, distribuyó sus bienes entre los pobres y entró en el monasterio fundado en esta ciudad (c. 659).

Bavón, Conde de Hesbaye, nació en Bravante, cerca de Lieja, en el año 589. Se casó con la hija del conde merovingio Adilone, con la que tuvo una hija de nombre Agletrude. Llevaba una vida despreocupada, como rico terrateniente. Su comportamiento era totalmente desordenado, su único objetivo era el de satisfacer sus deseos sin tener en cuenta la justicia ni la verdad. Cuando necesitaba dinero, vendía a sus criados como siervos a los terratenientes vecinos.


Cuando muere su joven esposa, Bavón se siente culpable de esta desgracia, no sabemos por qué. Allí interrumpe su vida disoluta y cae presa de una crisis moral, que fue el punto de partida de su conversión.


Por entonces San Amando estaba predicando en la región de Gante. Bavón, después de oír uno de sus sermones, se le acercó, y por consejo suyo, se desprendió de todos sus bienes, incluso de la propiedad que poseía en Gante, que entregó a San Amando, que construyó allí un monasterio. Bavón entró allí como religioso. Tan grandes fueron las mortificaciones que se impuso para purgar sus pecados, que después de su muerte, el nombre de la abadía se cambió de San Pedro a San Bavón.


Convertido en discípulo del santo misionero, lo siguió en sus peregrinaciones apostólicas. Después de un cierto tiempo, encontrando que las austeridades de la vida monástica no eran suficientes para satisfacer sus deseos de disciplinar el cuerpo con el que había sido tan indulgente, volvió a Gantes, donde, con el consentimiento de San Amando, construyó una pequeña celda, donde llevó una vida eremítica y ascética hasta el momento de su muerte, unos tres años después, alrededor de 659. Fue sepultado en el monasterio de Gantes.


Actualmente sus reliquias se conservan parte en la catedral de Gantes y parte en la abadía benedictina de Nesle-la-Reposte, lugar en donde se refugiaron los monjes huyendo de la invasión normanda, alrededor de 882.



11:37 p.m.
San Piatón, presbítero

En Seclin, en la Galia Bélgica, san Piatón, presbítero, que es venerado como evangelizador de Tournai y mártir (s. III/IV).


Santos Verísimo, Máxima y Julia, mártires


En Lisboa, en la Lusitania, santos Verísimo, Máxima y Julia, mártires (s. III/IV).


San Nicecio, obispo y confesor


En Tréveris, en la Renania, de Austrasia, san Nicecio, obispo, que, según el testimonio de san Gregorio de Tours, era fuerte en la predicación, terrible en la argumentación, constante en la enseñanza, y sufrió el destierro bajo Clotario, rey de los francos (561).


San Wasnulfo, monje


En Condé-sur-l’Escaut, en el Hainaut, de Austrasia, san Wasnulfo, monje, nacido en Escocia (s. VII).


Beatos Gaspar Hikojiro y Andrés Yoshida, mártires


En Nagasaki, en Japón, beatos Gaspar Hikojiro y Andrés Yoshida, mártires, que, siendo catequistas, fueron degollados por haber recibido en sus casas a unos sacerdotes (1617).


Beata Florencia Caerols Martínez, virgen y mártir


En el lugar de Rotglà y Corbera, en la región de Valencia, en España, beata Florencia Caerols Martínez, virgen y mártir, que, en tiempo de persecución contra la fe, alcanzó la gloria de la vida eterna por medio del martirio (1936).


Beato Álvaro Sanjuán Canet, religioso presbítero y mártir


En la ciudad de Villena, en la misma región española, beato Álvaro Sanjuán Canet, presbítero de la Sociedad Salesiana y mártir, que en la misma difícil época, alcanzó por su combate la palma del martirio (1936).


Beato Antonio Rewera, presbítero y mártir


Cerca de Munich, en Baviera, de Alemania, beato Antonio Rewera, presbítero y mártir, que, por su confesión en favor de Cristo, desde Poloniafue internado en el campo de concentración de Dachau, y por medio de los tormentos alcanzó la corona del martirio (1942).



11:44 p.m.
Fundador y santo patrón de la Iglesia Apostólica Armenia, llamado el segundo Iluminador de Armenia, tras los apóstoles Judas Tadeo y Bartolomé.

Martirologio Romano: En Armenia, san Gregorio, apellidado el Iluminador, obispo, que, después de sobrellevar muchos trabajos, se retiró a una cueva cerca de la confluencia del Éufrates ramificado y allí descansó en paz. Es considerado apóstol de los armenios (c. 326).

Etimología: Gregorio = aquel que está siempre preparado


Pertenecía a la línea real de la Dinastía arsácida, siendo el hijo de un parto de nombre Anak, que asesinó a Chosrov I rey de Armenia, y por lo tanto, trajo la ruina sobre sí mismo y su familia. Su madre se llamaba Okohe, y los biógrafos armenios afirman que la primera influencia cristiana que recibió fue en el momento de su concepción, que tuvo lugar cerca del monumento elevado a la memoria del santo apóstol Tadeo.


Educado en Cesarea de Capadocia por un cristiano noble llamado Euthalius, Gregorio solicitó, al llegar a la mayoría de edad, ser el encargado de evangelizar en la doctrina cristiana su tierra natal. A los 22 años se casó con una cristiana de nombre Mariam, de cuyo matrimonio nacen dos hijos, Vartanés y Aristakés. Tras siete años de enlace, interrumpen su vida matrimonial de común acuerdo, siguiendo las enseñanzas de san Pablo. Gregorio se va de Cesarea y Mariam se retira a un convento, para llevar una vida retirada, pero sin ser religiosa.


Evangelizador de Armenia


En ese momento reina el Armenia Tiridates III, hijo del rey Chosroes. Influido en parte por el hecho de que Gregorio era el hijo del enemigo de su padre, capturó a Gregorio y le sometió a un cruel encarcelamiento de catorce años en un agujero en la llanura de Ararat. En ese mismo lugar se levanta hoy en día la iglesia de Khor Virap, cerca de la histórica ciudad de Artashat.


Las crónicas ortodoxas describen numerosas y variadas formas de tortura sufridas por el santo, hasta llegar a ser juzgado y condenado a muerte en doce ocasiones, penas a las que sobrevivió, ayudado, según la tradición, por una mujer creyente que le llevaba cada día un trozo de pan.


Tirídates cayó en profunda tristeza, rozando con la locura y durante un día de caza, comienza una vida errante en el bosque, padeciendo un síndrome similar a la licantropía, ante el que nadie podía acercársele ni llevarlo al palacio. La hermana del rey tiene, según la leyenda, una visión, en la cual Dios le revela que solamente Gregorio, que está en la mazmorra de Artashat, puede curar a su hermano. Gregorio fue requerido para restaurar la razón del rey, en base a su reconocida santidad. Una vez en la corte, predica la religión cristiana y hace oración a Dios para curar al rey Tirídates. Cuando éste sana, pide el bautismo y en 301, Armenia se convirtió en el primer país que adoptó el cristianismo como religión del estado.


Éxito


La causa del cristianismo parecía garantizada: el Rey, los príncipes y el pueblo compitieron entre sí en la obediencia a Gregorio. Como resultado, se establecieron numerosos monasterios, iglesias y escuelas. En 302, Gregorio recibió su consagración como Patriarca de Armenia de parte de Leontius de Cesarea. En 318 Gregorio nombró a su hijo Aristaces como su sucesor.


Hacia el año 331 se retiró a una cueva y vivió como un ermitaño en el Monte Sebuh, en la provincia de Daranalia en la Alta Armenia, y allí falleció pocos años después sin que nadie le acompañase. Cuando se descubrió que había muerto, su cadáver fue trasladado a la aldea de Thodanum (o Tharotan). Los restos del santo fueron repartidos por varios países a modo de reliquias. Se cree que su cabeza se encuentra en Italia, su mano derecha en Echmiadzin, Armenia, y su izquierda en la Santa Sede de Cilicia, en Antelias, Líbano.


A su muerte la Iglesia armenia se convirtió en extremadamente rica, pues además de los antiguos templos que el rey había confiscado para los católicos, se le otorgaron grandes extensiones de tierra. La iglesia se convirtió en la dueña de aproximadamente 10000 explotaciones ganaderas, que fueron utilizadas igual por el clero que por los príncipes. Era tal la importancia económica de la institución que durante las épocas de guerras la iglesia estaba obligada a ayudar al rey con soldados e impuestos. Se sabe que la iglesia, en un caso de necesidad, se vio obligada a proporcionar al rey 5.000 caballeros y 4.000 soldados de infantería.


La fuente más autorizada de la vida de Gregorio es Agathangelos, secretario del rey, cuya Historia de Tiridates fue publicado por el Mekhitarists en 1835. También aparece ampliamente en la Historiae Armenicae de Moisés de Chorene y en la obra de Simeon Metaphrastes. en 1749 se publicó en Venecia una biogrfía de Gregorio compuesta por el Vartabed Mateo, publicado en armenio, obra se tradujo al inglés por el reverendo S.C. Malan en 1868.


Gregorio es venerado en la Iglesia Católica Apostólica Romana, Iglesia Católica Armenia, Iglesia Apostólica Armenia, Iglesia Ortodoxa, Antiguas Iglesias Orientales y por las Iglesias Orientales Católicas.



11:44 p.m.


Martirologio Romano (1956): En Roma, santa Sofía, Viuda, madre de las santas Vírgenes y Mártires Pistis (Fe), Elpis (Esperanza) y Agape (Caridad). ( c.s.II)

Etimológicamente: Sofía = aquella que posee sabiduría, viene del griego.

Sonia = variante rusa de Sofía.



Sofía se veneraba juntamente con sus tres hijas: Pistis, Elpis y Agape, nombres que significan Sabiduría, Fe, Esperanza y Caridad.

Santa Sofía, sabiamente, enseñó a sus tres hijas en el temor de Dios. Cuando ella tenían ocho, diez y once años respectivamente, su madre se mudó a Roma y las llevó con ella. Todos los domingos, las cuatro visitaban juntas las diversas iglesias de la ciudad.


Santa Sofía hizo amistad con muchas matronas romanas y logró convertir a varias de ellas. Alguien denunció este hecho ante el emperador Adriano, quien al conocer a las tres niñas quedó tan prendado de ellas y de su hermosura que intentó adoptarlas como hijas, pero como a este proyecto se enfrentaran firmemente tanto las niñas como su madre, el emperador las condenó a diferentes tormentos.


De torturar a Fe, la mayor, se encargaron treinta y seis soldados, quienes primero la azotaron, y luego, delante de una enorme multitud, le arrancaron de cuajo los pechos. Cuantos presenciaron tan terribles escenas fueron testigos de que mientras las heridas que los azotes produjeron en el cuerpo de la jovencita brotaba leche en vez de sangre, de las de sus senos manaba sangre en lugar de leche. En vista de este milagro, el público empezó a protestar y a insultar al césar, calificando su proceder de injusto. Fe, a pesar de que estaba contenta de padecer aquellos suplicios por Cristo, unió sus voces a las de la multitud e despreció también al emperador. Entonces éste ordenó que colocaran a la doncella sobre una parrilla de hierro incandescente. Ilesa salió la niña de tan terrible tormento, tercero de la serie de ellos a que fue sometida, e ilesa salió del cuarto que a continuación le aplicaron, que consistió en ser arrojada a una sartén llena de aceite y de cera hirviendo, visto lo cual Adriano mandó a sus verdugos a que la degollaran, y a través de esta quinta tortura la santa niña murió.


Inmediatamente el emperador hizo comparecer a Esperanza, y como no logró doblegar su voluntad para que sacrificara ante los ídolos, ordenó que la metieran en una caldera en la que hervía a borbotones un líquido compuesto de grasas, cera y resina derretidas. Al introducir a la muchachita en el recipiente, las gotas que de él saltaron produjeron quemaduras en los infieles que presenciaban el espectáculo; pero, como a Esperanza aquel baño no le producía ni la más mínima lesión, Adriano mandó que la sacaran de la caldera y que le cortaran la cabeza con una espada.


Mientras duraron los martirios de sus dos hijas mayores, Sofía permaneció al lado de Caridad dándole ánimos, y ésta, a pesar de ser tan pequeñita, ni trató de congraciarse con el emperador, ni cuando le llegó el turno hizo caso alguno de los halagos ni de sus amenazas, por lo cual el impío Adriano mandó que la tendieran en el suelo y que le descoyuntaran todos sus miembros; después, la apalearon, luego la azotaron con varas, seguidamente la arrojaron a un horno encendido del que salían aparatosas y prolongadas llamas que alcanzaron y abrasaron a muchos idólatras que se encontraban cerca, presenciando el macabro espectáculo. La niña, sin embargo, totalmente ilesa, y radiante como el oro, risueña y feliz, iba de un lugar a otro, paseando contenta, entre el fuego de la hoguera. Desde el exterior los verdugos atravesáronle el cuerpo con barras de hierro al rojo vivo; mas como tampoco esto hiciera mella en el ánimo de la pequeña, Adriano mandó que la degollaran, como a sus hermanas. De este modo, Caridad, que había sufrido alegremente las pruebas a las que fue sometida, conquistó también la corona del martirio.


La santa madre, ayudada por alguno de los presentes, enterró los cuerpos de sus santas hijas, y postrada ante la tumba común, exclamaba:


- ¡Hijas mías queridísimas! ¡Yo quiero reunirme con vosotras!


Algún tiempo después Sofía murió en la paz del Señor. Su cuerpo fue enterrado por los cristianos en la misma sepultura de sus hijas. También ella fue mártir, puesto que padeció en sus entrañas maternales cada uno de los tormentos que padecieron sus tres hijas.


Adriano acabó su vida roído de podredumbre y de remordimientos, reconociendo que se había comportado inicuamente con aquellas santas y cruelmente con los adoradores de Cristo.


Esta historia se encuentra recopilada en la Leyenda Dorada.



12:33 a.m.
Martirologio Romano: Santos Lorenzo de Manila Ruiz y quince compañeros mártires, tanto presbíteros como religiosos y seglares, sembradores de la fe cristiana en Filipinas, Formosa y otras islas japonesas, a causa de lo cual, por decreto del supremo jefe del Japón, Tokugawa Yemitsu, en dis tintos días consumaron en Nagasaki su martirio por amor a Cristo, pero celebrados en única conmemoración (1633-1637)

Integran el grupo: santos Domingo Ibáñez de Erquicia, Jacobo Kyuhei Gorobioye Tomonaga, Antonio González, Miguel de Aozaraza, Guillermo Courtet, Vicente Shiwozuka, Lucas Alfonso Gorda, Jordán (Jacinto) Ansalone y Tomás Hioji Rokuzayemon Nishi, presbíteros de la Orden dominicana; Francisco Shoyemon, Miguel Kurobioye y Mateo Kohioye, religiosos de la misma Orden; Magdalena de Nagasaki, virgen de la Tercera Orden de San Agustín; Marina de Omura, virgen de la Tercera Orden dominicana; Lázaro de Kyoto, seglar.


Fecha de canonización: El Papa Juan Pablo II beatificó a este grupo de mártires el 18 de febrero de 1981 en Manila (Filipinas) y los inscribió en el catálogo de los santos el 18 de octubre de 1987.



1633, (agosto y octubre)

DOMINGO IBÁÑEZ DE ERQUICIA, español, sacerdote dominico. Nace en Régil (San Sebastián), hijo de la Provincia de España hasta su afiliación a la Provincia del Rosario. En Manila enseña en el Colegio de Santo Tomás y predica el Evangelio en diferentes lugares de Filipinas. Pasa a Japón en 1623, donde trabaja clandestinamente. Denunciado por un cristiano apóstata, es encarcelado y ajusticiado. Desempeñó un importante papel, como Vicario provincial de la misión. Se conserva una parte de su epistolario. Edad, 44 años.


FRANCISCO SHOYEMON, japonés, cooperador dominico. Compañero de apostolado del P. Ibáñez de Erquicia. Arrestado en 1633, toma el hábito dominicano en la cárcel. Es ajusticiado junto a su padre espiritual.


SANTIAGO KYUSHEI TOMONAGA DE SANTA MARÍA, japonés, sacerdote dominico. De familia noble cristiana de Kyudetsu, estudia con los jesuitas en Nagasaki. Es expulsado del Japón en 1614 cuando era catequista. En Manila se ordena sacerdote, misionero en Taiwan, regresa a su patria en 1632, con la finalidad de ayudar a sus hermanos cristianos. Es arrestado y torturado, muriendo por "ser religioso y haber propagado la fe evangélica". Es el más anciano del grupo: 51 años.


MIGUEL KUROBIOYE, japonés, catequista laico. Compañero de apostolado del P. de Santa María, OP, es encarcelado y torturado, revelando el escondite del P. de Santa María. Arrepentido, va con él al martirio, confesando su fe.


LUCAS ALONSO DEI. ESPÍRITU SANTO, español, sacerdote dominico. Nace en Carracedo (Astorga), dominico de la Provincia de España, se pasa a la Provincia del Rosario en 1617. Profesor en el Colegio de Santo Tomás de Manila, misionero en Cagayan, en 1623 va al Japón donde trabaja con gran coraje y riesgo de su vida durante diez años. Arrestado en Osaka en 1633, fue torturado y martirizado en Nagasaki. Edad, 39 años.


MATEO KOHIOYE DEL ROSARIO, japonés, natural de Arima. Catequista y ayudante del B. Lucas Alonso, se hace novicio de la Orden. Arrestado en Osaka en 1633, rechaza toda propuesta de dinero y soporta horribles torturas, permaneciendo fiel a Cristo, hasta la muerte. Tenía 18 años.


1634, (octubre-noviembre)


MAGDALENA DE NAGASAKI, japonesa, terciaria agustina y dominica. Hija de cristianos martirizados, se consagra a Dios y es guiada espiritualmente por los agustinos recoletos y después por el dominico Ansalone. Después del arresto del P. Ansalone, Magdalena se presenta a la guardia proclamándose cristiana. Torturada en forma cruel, inamovible en su fe, es colgada del patíbulo donde permaneció viva durante trece días.


MARINA DE OMURA, japonesa. En 1626 ingresa en la Tercera Orden Dominicana, siendo de gran ayuda para los misioneros. Arrestada en 1634, es sometida a vergonzosas humillaciones y finalmente conducida a la hoguera, dando un sublime ejemplo de "mujer fuerte".


JACINTO JORDÁN ANSALONE, italiano, sacerdote dominico. Nativo de S. Stefano Quisquina (Agrigento), habiendo profesado en la Provincia de Sicilia, pasa a la Provincia del Santo Rosario. En Filipinas desarrolla su apostolado entre los pobres y enfermos. En el año 1632 va al Japón, donde trabaja por dos años. Arrestado en el 1634, soporta con firmeza las torturas, y es colgado del patíbulo. Edad, 36 años.


TOMÁS HIOJI NISHI DE SAN JACINTO, japonés, sacerdote dominico. Hijo de cristianos martirizados de Hirado, y discípulo de los jesuitas de Nagasaki. Expulsado de su país por la persecución, emigra a Manila en el año 1614. Estudiante en el Colegio de Santo Tomás, se traslada a las misiones de Taiwan, regresando posteriormente a su patria en plena persecución religiosa. Entre grandes peligros trabaja durante cinco años. Arrestado, es torturado y condenado a muerte. Edad, 44 años.


1637, (septiembre)


En el año 1636 los dominicos de Manila organizaron una expedición de voluntarios a fin de ayudar a los cristianos del Japón. Cuando llegaron a la isla de Okinawa fueron arrestados y permanecieron en la cárcel más de un año antes de ser trasladados y condenados a muerte por el tribunal de Nagasaki. Ellos son:


ANTONIO GONZÁLEZ, español, sacerdote dominico. Natural de León, se hace dominico en la Provincia de España y después se pasa a la Provincia del Rosario, trasladándose a Manila en 1631, en donde será profesor y rector del Colegio de Santo Tomás, siendo un hombre de mucha oración y penitencia. En 1636 guía un grupo de misioneros al Japón, donde es rápidamente arrestado y muere en la cárcel después de un año, extenuado por los tormentos. Edad, 45 años.


GUILLERMO COURTET o TOMAS DE S. DOMINGO, francés, sacerdote dominico. Nacido en Sérignan (Montpellier), de familia noble, ingresa como dominico en la Congregación reformada de San Luis, pasa a la Provincia del Rosario y se traslada a Filipinas, en 1634, en donde es profesor del Colegio de Santo Tomás. En Japón murió entre torturas elevando alabanzas a la Virgen del Rosario y recitando salmos. Edad, 47 años.


MIGUEL DE AOZARAZA, español, sacerdote dominico. Natural de Oñate (Guipúzcoa), ingresa como dominico en la provincia de España y posteriormente se pasa a la Provincia del Rosario. En Filipinas trabaja en la Misión de Bataan (Luzón). Refutó apostatar de su fe y aceptó con alegría tremendos suplicios. Edad, 39 años.


VICENTE SCHIWOZUKA DE LA CRUZ, japonés, sacerdote dominico. De familia cristiana, discípulo de los jesuitas de Nagasaki, catequista. En 1614 es expulsado del Japón por ser cristiano. En Manila se ordena de sacerdote y desarrolla su apostolado entre los exilados japoneses. Antes de regresar a su patria con el P. González, toma el hábito dominicano en 1636. Después de un año de cárcel y torturado cede a la apostasía, pero rápidamente se arrepiente y sale con los demás compañeros camino del patíbulo, profesando su fe.


LÁZARO DE KYOTO, japonés, laico. Atacado por la lepra, es deportado con otros leprosos cristianos en Filipinas. En 1636 se une como guía e intérprete del grupo del P. González; no resistiendo las torturas, reniega por pocas horas de la fe, pero arrepentido muere por Cristo junto a los demás.


LORENZO Ruiz, filipino, laico. Nacido en Binondo (Manila) de padre chino y madre filipina. Educado por los dominicos y ayudante de ellos, se hace miembro de la Confraternidad del Rosario. Se casa y es padre de tres hijos. Implicado en un oscuro hecho de sangre, se unió al grupo del P. González para salvarse. En Japón fue arrestado y se declaró dispuesto a dar mil veces la vida por Cristo. Es el Protomártir de Filipinas.


El milagro propuesto para la Canonización


Ocurrió en Manila el año 1983 por la invocación al grupo en favor de Cecilia Alegría Policarpio, niña de dos años, curada de forma completa y definitiva de una parálisis cerebral anatómica y funcional, sin ninguna terapia eficaz. El milagro ha sido reconocido por Juan Pablo II el 1 de junio de 1987.


Las razones de los perseguidores


" Los seguidores de Cristo, llegados imprevistamente en Japón, no solamente vienen trayendo mercancía en sus naves, sino también, sin permiso alguno, han extendido y propagado su malvada ley, destruyendo aquella buena y legítima y conspirando para derrocar el poder en nuestro país. Esto es el inicio de una gran calamidad, que con todo medio es necesario evitar. El Japón es un país shintoista y budista, que venera a los Dioses, honra a Buda y tiene en gran estima el camino de la benevolencia (confucionismo).


Los seguidores de los Padres (los cristianos) han desobedecido todos a las órdenes dadas por gobierno, despreciando la religión ... y destruyendo el bien. Viendo aquellos que deben ser ajusticiados (los mártires) se alegran y corren detrás de ellos, espontáneamente, los adoran y los saludan. Tal es el supremo ideal de esta religión. Si no se la prohibe inmediatamente, vendrán calamidades sin fin sobre el Estado. Que estos cristianos sean exterminados sin demora en todas las regiones del Japón, de forma que no tengan lugar donde poner sus pies o sus manos. Si alguno se atreviera a contravenir esta orden, sea castigado con la muerte". (Tomado del edicto de 1614, cuya doctrina es retomada substancialmente en los de 1633 y 1636).


Reproducido con autorización de Vatican.va



2:13 a.m.
Martirologio Romano: En Lyon, en Francia, santa Teresa (María Victoria) Couderc, virgen, fundadora, no sin grandes tribulaciones, pero con ánimo sereno, de la Compañía de Nuestra Señora del Retiro del Cenáculo en la localidad de La Louvesc, junto al sepulcro de san Juan Francisco de Regis (1885).

Nació el 1? de febrero de 1805 en Mas de Sabli?res (Francia) y fue bautizada con el nombre de María Victoria. Aunque se desconocen detalles de su familia e infancia, se sabe que recibió la Primera Comunión a los diez años de edad y que estudió en el colegio de las Hermanas de San José ”aux Vans”.


A los 20 años conoció al padre Terme, fundador de las Hermanas de San Francisco Régis, religiosas dedicadas a la enseñanza y al socorro material y espiritual de los pobres con quienes, en 1826, María Victoria tomó los hábitos y el nombre de Hna. Teresa.

Al año siguiente el fundador le encargó organizar en La Louvesc un hostal para los peregrinos que visitaban la tumba de San Francisco Régis (1597-1640), convirtiéndose la madre Teresa en su superiora (1828). ésta fue la primera semilla de la futura Congregación de Nuestra Señora del Cenáculo.


Antes de morir (1834), el padre Terme encaminó a las Hermanas a la espiritualidad de los ejercicios de San Ignacio, transformándose entonces en ”Damas del Retiro”. Y la madre Teresa, para mantener en vida la Obra, se acercó al padre provincial de los jesuitas franceses, Francisco Renault. éste, en 1838, nombró a una postulante como ”superiora fundadora” de la Congregación; el grave desaire que esto significaba sólo ocasionó que la madre Teresa inclinara su cabeza sin oponerse, fiel a la regla de obediencia.


La nueva superiora, condesa de Lavilleurnoy, en sólo once meses condujo a la Congregación a la ruina; finalmente se retiró.


El padre Renault nombró (1839) otra superiora, la madre Contenet, la que se dedicó hasta su muerte (1852) a marginar completamente a la madre Teresa, quien no sólo fue aislada de la comunidad que había fundado sino que fue encomendada a hacer el trabajo manual más duro durante años.


La verdadera fundadora aceptó humildemente la situación. ”Cuando Nuestro Señor desea servirse de un alma para su gloria, la hace pasar primero por la prueba de la contradicción, por la humillación y el sufrimiento; no se puede ser un instrumento útil sin esto”, reveló.


Con la nueva superiora, madre de Larochenégly, Santa Teresa fue revalorada. Enviada a París en 1855, para 1856 su vida se convertiría en un alternar responsabilidades como superiora de varias Casas hasta 1867, cuando se estableció en Fourvi?res.


Al final de su vida fue restaurada a la comunidad y reconocida públicamente como su fundadora. Murió el 26 de septiembre de 1885.

Beatificada por Pío XII (1951) y canonizada por Pablo VI (1970), su festividad litúrgica se celebra el 26 de septiembre



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