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Martirologio Romano: En Arlés, ciudad de la Provenza, en la Galia (hoy Francia), san Honorato, obispo, que estableció el célebre monasterio en la isla de Lérins y después aceptó regir la sede de Arlés (429).

De familia galorromana y pagana, él y su hermano Venancio se convirtieron al cristianismo. Peregrinó a Grecia, donde entró en contacto con los monjes de aquellas tierras y conoció su modo de vida.


Sobre el año 410 regresó a la Galia. Deseaba residir como ermitaño en algún lugar apartado y se instaló en la isla Lerina, también llamada isla San Honorato, una de las islas Lérins, frente a Cannes. La isla era un lugar desierto e inhóspito donde abundaban las serpientes. Según la tradición, Honorato cayó de rodillas y se puso a rezar; muriendo todas las serpientes y dando orden al mar para que arrastrara sus cadáveres limpiando la isla.


Al cabo de un tiempo se le unieron otros compañeros y fundó el monasterio de Lérins, regido por la regla de san Pacomio. La comunidad creció y dio varios santos, teólogos y obispos como Hilario de Arlés, Vicente de Lerins, Cesáreo de Arlés, y se convirtió en un importante foco cultural.


A pesar de su mala salud era muy activo. Murió poco después de ser elegido arzobispo de Arlés.



Martirologio Romano: En Kandy, ciudad de la isla de Ceilán (hoy Sri Lanka), en el Océano Índico, beato José Vaz, presbítero, de la Congregación del Oratorio, que se entregó con inusitado fervor a predicar el evangelio de salvación a los católicos diseminados por aquellas tierras, confirmando en la fe a los que permanecían escondidos (1711).

Nació el 21 de abril de 1651, en India, fue el tercero de los seis hijos del matrimonio cristiano formado por Cristopher Vaz y María de Miranda,


Sus estudios primarios y secundarios los realizó en el colegio de Sancoale, donde los estudios se realizaban en dos idiomas: el nativo y el portugués, además aprendió latín. Posteriormente estudió humanidades en la Jesuit Goa University especializándose en filosofía y teología en la San Thomas Aquinas Academy. Recibió la ordenación en 1676.


Abrió una escuela de latín en Sancoale para los posibles seminaristas. Muy devoto de Nuestra Señora, en 1677 se consagró como "esclavo de María", sellándolo con un documento conocido como su "Carta de Esclavitud".


Fue en esta época que él se enteró de las penurias de los católicos en Ceylon; quienes sufrían persecución de los protestantes holandeses, al punto que por 50 años no habían tenido sacerdote en su comunidad. Pidió permiso para trabajar en Ceylon, pero le solicitaron fuera a Kanara. Aceptó, pero sus pensamientos y corazón estaban en Ceylon.


Como Vicario en Kanara, predicó, oyó confesiones, visitaba enfermos, ayudó a los pobres, rescató a cristianos esclavizados y trabajó para solucionar disputas jurídicas que interferían con la celebración de los sacramentos.


Mientras, una pequeña congregación sacerdotal se había formado en Goa teniendo la Iglesia de la Santísima Cruz de los Milagros como sede. El P. José se unió a esta congregación y fue elegido como su superior. El dio un estatus canónico a este oratorio introduciendo ejercicios religiosos, actividades de caridad y preparando a sus miembros para las misiones.


En 1686 dejó su cargo y se encaminó a Ceylon, disfrazado como un obrero itinerante, llegando al puerto de Tuticorin en la Pascua de 1687, y luego a la fortaleza holandesa de Jaffna en el norte de Ceylon.


Padeció disentería aguda, agravada por las condiciones terribles del viaje, apenas se recuperó empezó su misión contactando a los católicos y escondiéndose de los holandeses. Fue alojado por un valeroso católico, y atendía en la noche a su oculta feligresía. Se mantuvo siempre un paso delante de las autoridades, y en 1689 se fue a Sillalai, un poblado católico, y empezó a atender a las gentes en pueblos circundantes.


En 1690 el P. José viajó a Puttalam en el Reino de Kandy, donde 1,000 católicos no habían tenido un sacerdote por medio siglo. Decidió hacer el centro de su apostolado en Kandy, y en 1692 se mudó para allá y pidió permiso al Rey para trasladarse libremente en ese territorio. En lugar de ello, él fue aprendido por imputaciones Calvinistas de ser un espía de Portugués, y se lo encarceló con otros dos católicos. Allí él aprendió Sinhala, el idioma local, y apenas los guardias de la prisión redujeron su vigilancia, construyó una choza-iglesia y posteriormente una iglesia que dedicó a Nuestra Señora, empezando así su misión, convirtiendo a otros prisioneros.


En 1696 el Reino de Kandy estaba sufriendo una seria sequía, y el rey pidió a los monjes budistas que oraran a sus dioses para que lloviera; nada ocurrió. Entonces el Rey se volvió hacia José quien erigió un altar y una cruz en el medio de un área cuadrada, y oró; una lluvia abundante empezó a caer, mientras José y la zona del altar permanecían secas. El rey le concedió licencia a José para predicar a lo largo del reino.


Haciendo uso de su reencontrada libertad, hizo una labor misionera visitando la zona holandesa y a los católicos en Colombo. Tres misioneros del Oratorio de Goa llegaron a 1697 para ayudarlo y con la¿ noticia de que Don Pedro Pacheco, Obispo de Cochin, lo había nombrado Vicario General en Ceylon. Él estaba organizando la estructura básica de la misión cuando la viruela asoló Kandy. Su trabajo con los enfermos convenció al rey de concederle todas las facilidades para que el P. José realizara sus labores.


Joseph llevó su misión a los principales centros poblados de la isla, regresando a Kandy en 1699 con el Padre José de Carvalho que había sido expulsado por instigación de monjes budistas. Completó la construcción de su nueva iglesia, y entró al servicio del rey, traduciendo libros portugueses al sinhala. Desde esa óptica, intensificó su ministerio, y convirtió algunos notables Cingaleses que dio lugar a calumnias contra él y a la persecución de los convertidos.


Nuevos misioneros llegaron en 1705, lo que le permitió organizar las misiones en ocho distritos cada uno a cargo de un sacerdote.


Trabajó en la creación de una biblioteca católica comparable a la de los budistas, y en cimentar los derechos de católicos con el Gobierno protestante holandés.


El Rey Vimaldharna Surya II, protector del Padre José, murió en 1707, Narendrasimha, su sucesor, fue un respaldo aun mayor. Nuevos misioneros llegaron a 1708.


En 1710, a pesar de sus problemas de salud, José hizo otro viaje apostólico. A su retorno, él cayó enfermo de su carruaje, y llegó a Kandy en condición seria. Aunque se recuperó de una serie de infecciones y fiebres durante el año siguiente, su edad, el trabajo, y las enfermedades lo habían debilitado. Inició nueve días de ejercicios espirituales prescritos por la Regla de su orden, pero antes del séptimo día, fue llamado a la casa de Dios, era el 16 de enero de 1711.


Su Santidad Juan Pablo II lo beatificó el 21 de enero de 1995 durante su visita apostólica a Sri Lanka. La causa había sido iniciada en 1737.


Si usted tiene información relevante para la canonización del Beato José Vaz por favor comuníquese con:

Sanctuary of Blessed Joseph Vaz

413 Blessed Joseph Vaz Road

Sancoale P.O.

Cortalim

Goa, India-403 710

phone/0834-550263



Martirologio Romano: En Brescia, ciudad de Italia, beato José Antonio Tovini, que, siendo maestro, se ocupó en erigir numerosas escuelas cristianas y en promover la construcción de obras públicas, y en toda su actividad dejó testimonio de su oración y de sus virtudes (1897).

José (Giuseppe) Tovini nació el 14 de marzo de 1841 en Cividate Camuno, provincia italiana de Brescia. Recibió una educación especialmente austera. Sus estudios estuvieron a punto de interrumpirse, pero la intervención del sacerdote Giambattista Malaguzzi, tío materno, le consiguió un puesto gratuito en el colegio para jóvenes pobres, fundado en Verona por don Nicola Mazza. Pasó luego al seminario diocesano, donde fue muy apreciado por compañeros y profesores. La muerte de su padre, en 1859, y la difícil situación económica de la familia -era el mayor de seis hermanos- le hizo abandonar la idea de hacerse misionero, tras grandes luchas interiores. En 1860 se inscribió en la facultad de jurisprudencia de Padua: se ayudaba haciendo prácticas en el despacho de un abogado y dando clases particulares. En vísperas de doctorarse brillantemente en la universidad de Pavía, murió su madre. Al terminar sus estudios trabajó en el despacho de un abogado y en el de un notario de Lovere. Al mismo tiempo ejerció el cargo de vicerrector y profesor de un colegio municipal, tarea que desempeñó durante dos años: era el único que rezaba al comenzar y terminar las clases, y comulgaba cada domingo.


En 1867 se trasladó a Brescia. Allí fue declarado idóneo para el ejercicio de la abogacía y trabajó desde 1868 con el abogado Corbolani, con cuya hija Emilia se casó siete años más tarde, el 6 de enero de 1875, decidiendo definitivamente su vocación. Tuvieron diez hijos, de los cuales uno fue jesuita y dos religiosas. Fue padre solícito y afable, educador atento, que inculcó en sus hijos los principios de la moral católica.


De 1871 a 1874 fue alcalde de Cividate, promoviendo numerosas iniciativas.


En 1877 ingresó en el movimiento católico bresciano y participó en la fundación del diario «Il Cittadino di Brescia», de cuya dirección administrativa y organizativa se ocupó. En ese mismo año participó en la formación del comité diocesano de la Obra de los congresos, del que fue nombrado presidente (recorrió toda la provincia para organizar los comités parroquiales); luego, fue sucesivamente presidente del Comité regional lombardo, miembro del consejo directivo, presidente de la tercera sección de educación e instrucción, miembro del Consejo superior y vicepresidente de la Obra. Ingresó en la Tercera Orden Franciscana en 1881. Progresó en el ejercicio de las virtudes, en particular en las características de la espiritualidad franciscana: la ascesis, la sencillez, la pobreza, la oración y el diálogo respetuoso. Se empeñó mucho en la política: fue elegido repetidamente consejero municipal en Brescia. Favoreció iniciativas e instituciones inspiradas, organizadas, fundadas u orientadas por él, a través de programas presentados en congresos católicos italianos, en Brescia y en Lombardía, así como en el ámbito nacional. Sostuvo y apoyó otras muchas iniciativas de carácter social, como las Cajas de Ahorro municipales; propuso la fundación de la Unión diocesana de las sociedades agrícolas y de las Cajas municipales; fundó en Brescia el Banco de San Pablo y en Milán el Banco Ambrosiano. Pero donde multiplicó sus esfuerzos fue en el sector educativo y escolar. Defendió con ahínco la enseñanza religiosa en las escuelas para tutelar la fe y moral de los jóvenes, y la libertad de enseñanza; sostuvo la escuela libre, como instrumento eficaz para formar a la juventud en las tareas de responsabilidad civil y social. Promovió la erección de círculos universitarios católicos y colaboró en la fundación de la «Unión León XIII» de estudiantes de Brescia, de la que nació la FUCI (Federación de estudiantes católicos italianos). Fundó la revista pedagógica y didáctica «Escuela Italiana moderna», de difusión nacional; el semanario «La voz del pueblo»; el «Boletín de los terciarios franciscanos», etc.; propuso recaudar fondos para una universidad católica.


Trató siempre de que la Iglesia tuviera una presencia cada vez más decisiva en el mundo del trabajo, lo que le llevó a hacer una propaganda intensa y constante para la fundación de las asociaciones obreras católicas. En su última relación pública, habló del apostolado de la oración, dirigiendo una apasionada invitación a la comunión eucarística.


Admira su gran obra, a pesar de su poca salud.


Falleció el 16 de enero de 1897.


Lo beatificó Juan Pablo II en Brescia el 20 de septiembre de 1998.



Martirologio Romano: En Valencia, ciudad de España, beata Juana María Condesa Lluch, virgen, la cual, con solícita caridad y espíritu de sacrificio para con los pobres, niños y jóvenes obreras, se entregó completamente a atenderlos y, para su tutela, fundó la Congregación de Siervas de la Inmaculada Concepción Protectoras de las Obreras (1916).

Juana María Condesa Lluch nació en Valencia (España) el día 30 de marzo de 1862, en el seno de una familia cristiana de buena posición socio-económica. Fue bautizada el 31 de marzo de 1862 en la Iglesia de San Esteban, lugar donde habían sido bautizados San Vicente Ferrer y San Luis Bertrán. Recibió una esmerada formación humana y cristiana, que contrastaba con la mentalidad racionalista e ilustrada que se abría paso en la sociedad valenciana del momento y que dio lugar a una oleada de descristianización. En la etapa de la adolescencia y juventud va reforzando su vida como cristiana, nutriéndose de las devociones religiosas propias del momento histórico que vive, especialmente la devoción a Jesús Sacramentado, a la Inmaculada Concepción, a San José y a Santa Teresa, lo que a su vez la lleva de forma progresiva a una mayor sensibilidad y compromiso con los mas necesitados.


Muy pronto descubre el don del amor de Dios que se estaba derramando abundantemente en su corazón (cf. Rm 5, 5) y hace propia la tarea de acoger ese don en su vida a fin de ser «Santuario de Dios, morada del Espíritu» (cf. 1 Co 3, 16). Su intensa vida de oración, su constante relación con Dios, fueron la fuerza que hizo posible que en ella maduraran los frutos propios de quien vive según el Espíritu: la alegría, la humildad, la constancia, el dominio de sí, la paz, la bondad, la entrega, la laboriosidad, la solidaridad... la fe, la esperanza y el amor. Por ello, quienes la conocieron nos la presentan como una mujer que «Logró vivir lo ordinario de forma extraordinaria».


Tenía apenas 18 años, cuando descubrió que la voluntad de Dios sobre su vida era entregarlo todo y entregarse del todo a la causa del Reino a través de la evangelización y el servicio a la mujer obrera, interesándose por las condiciones de vida y laborales de estas jóvenes, realidad sufriente que contemplaba desde la tartana que la conducía desde Valencia a la playa de Nazaret, donde la familia tenía una casa de descanso y expansión.


En 1884, tras varios años de dificultades y obstáculos especialmente por parte del entonces Arzobispo de Valencia, el Cardenal Antolín Monescillo, al considerar que era demasiado joven para llevar a cabo la propuesta que le hacía de fundar una Congregación Religiosa, logra de éste el permiso necesario para abrir una casa que diera acogida, formación y dignidad a las obreras que, dado el creciente proceso de industrialización del siglo XIX, se desplazaban de los pueblos a la ciudad para trabajar en las fábricas, donde eran consideradas meros instrumentos de trabajo; «Grande es tu fe y tu constancia. Ve y abre un asilo a esas obreras por las que con tanta solicitud te interesas y tanto cariño siente tu corazón».


Unos meses después, en esta misma casa se inauguraba una Escuela para hijas de obreras y otras jóvenes se unían a su proyecto compartiendo los mismos ideales. Desde este momento comenzaba a tomar forma en su vida lo que experimentaba como voluntad de Dios: «Yo y todo lo mío para las obreras», no se trataba de una frase hecha, era el espacio que posibilitaba la llamada de Dios y la respuesta de una persona, Juana María Condesa Lluch.


Convencida de que su obra era fruto del Espíritu y con el deseo de que fuese una realidad eclesial, continúa insistiendo a fin de poder organizarse como Congregación Religiosa, pues seguir a Cristo, dando la vida por Él en el servicio a las obreras le pedía exclusividad, de ahí su opción por vivir en castidad, en obediencia y en pobreza de forma radical. Acrisolada en la prueba, pero manteniendo un espíritu sereno, firme y confiado: «Señor, manténme firme junto a tu Cruz», haciendo de la fe su luz, de la esperanza su fuerza y del amor su alma, consigue la Aprobación Diocesana del Instituto en 1892, el cual crecía en miembros y se iba extendiendo por distintas zonas industriales. En 1895 emite la Profesión Temporal junto con las primeras hermanas y en 1911 la Profesión Perpetua,


Durante todos estos años, su vida a ejemplo de la Virgen Inmaculada, fue una entrega incondicional a la voluntad de Dios, haciendo suyas las palabras de María ante el anuncio del Ángel: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mi, según tu palabra» (Le 1, 38), palabras que se convirtieron en clave de espiritualidad y en estilo de vida, hasta el punto de definirse como «esclava de la Esclava del Señor» y de dar nombre y significatividad a la Congregación fundada por ella.


El 16 de enero de 1916, la Madre Juana María Condesa Lluch pasaba a contemplar el rostro de Dios por toda la eternidad, alcanzando su anhelo de santidad, manifestado tantas veces a las hermanas con estas palabras: «Ser santas en el cielo, sin levantar polvo en la tierra». Expresión que denota que su vida transcurrió según el Espíritu de Cristo Jesús, conjugando la más sublime de las experiencias, la intimidad con Dios, con el empeño de que la joven obrera alcanzara también la más sublime de las vocaciones, ser imagen y semejanza del Creador, y que pone de manifiesto su ser de «Mujer bíblica, llena de coraje en las elecciones y evangélica en las obras», tal como fue definida por uno de los Teólogos Consultores al estudiar sus virtudes.


El Instituto nutrido de la firme voluntad de su Fundadora, alcanzaba el 14 de abril de 1937 la aprobación temporal pontificia de S.S. Pío XI y el 27 de enero de 1947 la aprobación definitiva de S.S. Pío XII. La apertura diocesana del Proceso de Canonización de la Madre Juana María tuvo lugar en Valencia en 1953. Fueron declaradas sus virtudes heroicas en 1997 y el dia 5 de julio de 2002, ante S.S. Juan Pablo II, fue promulgado el Decreto de aprobación de un milagro atribuido a su intercesión, siendo beatificada el 23 de Marzo de 2003 por el mismo Papa.


Reproducido con autorización de Vatican.va



San Melas, obispo y confesor

En la ciudad de Rinocorurua, en Egipto, san Melas, obispo, que por su adhesión a la fe ortodoxa sufrió el destierro en tiempo del emperador arriano Valente, tras lo cual descansó en paz (c. 390).

San Leobato, abad

En la región de Tours, en la Galia Lugdunense (hoy Francia), conmemoración de san Leobato, abad, a quien su maestro, san Urso, designó como superior del monasterio recién fundado de Sénevière, el cual gobernó santamente hasta su vejez (s. V).


San Triverio, presbítero y eremita

En el lugar de Dombes, en el territorio lugdunense de la Galia (hoy Francia), san Triverio, presbítero y después eremita (c. 550).


SAN DANACTOSan Danacto o Danax, mártir

En la ciudad de Aulona, en Iliria (hoy Albania), san Danacto o Danax, mártir (s. inc.)


SAN JACOBOSan Jacobo, obispo

En Tarantasia, ciudad de la Galia Vienense (hoy Francia), san Jacobo, obispo, discípulo de san Honorato de Lérins (s. V).


SAN FURSEOSan Furseo, abad

En Mazerolles, junto al río Alteia, en la Galia (hoy Francia), san Furseo, abad primero en Irlanda, después en Inglaterra y, finalmente, en la Galia, donde fundó el monasterio de Lagny (c. 650).


SANTA JUANASanta Juana, monja

En la ciudad de Bagno, de la Romagna (hoy Italia), santa Juana, que, admitida en la Orden camaldulense, se distinguió por su obediencia y humildad (1105).











Raquel, Santa
Raquel, Santa

Etimológicamente significa “ oveja”. Viene de la lengua hebrea.


Era una de las hijas más bellas de Labán.


Justamente fue en el tiempo en que trabajaba Jacob para este señor, cuando se enamoró de ella.


Gracias al amor que sentía por ella, aguantó siete años de duro trabajo en casa de Labán.


Pero Labán le dijo que si quería casarse con Raquel, tenía que estar siete años más y, además, unirse primero con Lía.


Durante muchos años, Raquel no pudo tener hijos. Pero como confiaba plenamente en la Providencia divina, Dios le dio a José.


Cuando Jacob partió para su casa, Raquel robó secretamente los amuletos paternos.


Pasados unos más, Raquel dio a luz a su segundo hijo Benjamín.


Al leer la Biblia, en el libro del Génesis 29 y 30, llegamos a conocer a esta mujer.


Esta última “1...tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob: Dame hijos o si no, me muero. 2.


Y Jacob se enojó contra Raquel y dijo: ¿Soy yo acaso Dios, que te impidió el fruto de tu vientre? 3. Y ella dijo: He aquí mi sierva Bilha; llégate a ella. 4. Y así le dio a Bilha su sierva por mujer; y Jacob se llegó a ella. 4. Y concibió Bilha, y dio un hijo a Jacob. 6. Dijo entonces Raquel: Me juzgó Dios, y también oyó mi voz, y me dio un hijo. Por tanto llamó su nombre Dan.


En otras palabras, Raquel tomó como suyo el hijo que su sirvienta tuvo con Jacob. “Dar a luz sobre las rodillas” puede entenderse como la adopción de este recién nacido, aunque no es ésta la única interpretación posible.


Para nuestro propósito, Dan es el primer hijo de la segunda esposa de Jacob.


La elegía de David ha quedado grabada en la tradición judía y se sigue enseñando como siempre:"En realidad, el primer hijo que Raquel misma dio a luz fue José".


Un autor del primer siglo dijo estas palabras:" El amor interesado fenece, cuando el interés ya no existe. Mas el amor desinteresado perdura hasta la eternidad. El amor de Amnon por Tamar (II Samuel, 13) es el prototipo del amor interesado, mientras que el amor de David y Jonatán lo es del mismo amor desinteresado".


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com



Martirlogio Romano: En la aldea de Steyl, en los Países Bajos, San Arnoldo Janssen, presbítero, que, para difundir la fe en las misiones, fundó la Sociedad del Verbo Divino (1909).

Etimología: Arnoldo = Protector desde las alturas, es de origen germánico.


Fecha de canonización: Fue canonizado por Juan Pablo II el 5 de octubre de 2003.



Arnoldo Janssen nació el 5 de noviembre de 1837 en Goch, una pequeña ciudad de la Baja Renania (Alemania). Segundo entre diez hermanos, aprendió de sus padres la dedicación al trabajo y una profunda religiosidad.

El 15 de agosto de 1861 fue ordenado sacerdote para la diócesis de Münster y fue asignado a enseñar ciencias naturales y matemáticas en la escuela secundaria de Bocholt, donde adquirió fama de maestro estricto pero justo. Por su profunda devoción al Sagrado Corazón de Jesús fue nombrado director diocesano del Apostolado de la Oración. Desde este apostolado, Arnoldo buscó abrirse también a cristianos de otras denominaciones.


Poco a poco creció su conciencia de las necesidades espirituales de la gente aún más allá de los límites de su propia diócesis, hasta convertirse en preocupación por la misión universal de la Iglesia. Decidió dedicar su vida a despertar en la iglesia alemana la conciencia de su responsabilidad misionera. Con este objetivo en mente, en 1873 renunció a su cargo docente y fundó «El pequeño mensajero del Corazón de Jesús». En esta revista mensual ofrecía noticias misionales y animaba a los católicos de lengua alemana a hacer más por las misiones.


Eran tiempos difíciles para la iglesia en Alemania. Bismark había desatado el «Kulturkampf» («batalla por la cultura»), que implicaba una serie de leyes anti-católicas, la expulsión de sacerdotes y religiosos y aún el encarcelamiento de varios obispos.


En esa situación caótica, Arnoldo Janssen sugirió que tal vez algunos de los sacerdotes expulsados podrían ser enviados a las misiones o ayudar en la preparación de misioneros. Poco a poco, y animado por el vicario apostólico de Hong Kong, Arnoldo fue descubriendo que era a él a quien Dios llamaba para esta difícil tarea. Muchos opinaban que no era el hombre indicado, o que los tiempos no estaban maduros. «El Señor desafía nuestra fe a realizar algo nuevo, precisamente cuando tantas cosas se están derrumbando en la Iglesia», fue la respuesta de Arnoldo.


Con el apoyo de varios obispos, Arnoldo inauguró la casa misional en Steyl (Holanda) y dio comienzo a la Congregación de los Misioneros del Verbo Divino. Ya el dos de marzo de 1879 partieron los dos primeros misioneros hacia China. Uno de ellos era José Freinademetz.


Consciente de la importancia de las publicaciones para atraer vocaciones y fondos, Arnoldo estableció la propia imprenta sólo cuatro meses después de inaugurada la casa. Miles de laicos generosos dedicaron tiempo y esfuerzos a la animación misional en los países de habla alemana distribuyendo las revistas de Steyl. De esta manera, la nueva congregación se desarrolló ya desde su inicio como comunidad de sacerdotes y hermanos.


Los voluntarios que ayudaron en la casa misional no sólo fueron hombres. Prácticamente desde el comienzo, un grupo de mujeres se puso al servicio de la comunidad. Su deseo era servir a la misión como religiosas. Este deseo, los años de fiel servicio, y la conciencia de la importancia de las mujeres en las misiones, llevaron a Arnoldo a fundar la congregación de las «Siervas del Espíritu Santo» el 8 de diciembre de 1889. Las primeras Hermanas partieron hacia Argentina en 1895.


En 1896, el P. Arnoldo eligió a algunas de las Hermanas para formar una rama de clausura, las «Siervas del Espíritu Santo de Adoración Perpetua». Su servicio a la misión sería la de rezar día y noche por la Iglesia y especialmente por las otras dos congregaciones misioneras, manteniendo un servicio ininterrumpido de adoración al Santísimo Sacramento.


Arnoldo murió el 15 de enero de 1909. Su vida fue una permanente búsqueda de la voluntad de Dios, de confianza en la providencia divina y de duro trabajo. Testimonio de la bendición divina sobre su obra es el ulterior desarrollo de la misma: más de 6.000 misioneros del Verbo Divino trabajan hoy en 63 países. Las misioneras Siervas del Espíritu Santo son más de 3.800 hermanas y más de 400 las Siervas del Espíritu Santo de Adoración Perpetua.



Martirologio Romano: En Berlín, en Alemania, beato Nicolás Gross, padre de familia y mártir, que, dedicado a las cuestiones sociales, se enfrentó con un régimen contrario a la dignidad humana y a la religión y, por no querer actuar en contra de los preceptos de Dios, fue encarcelado y ahorcado, obteniendo así la participación en la victoria de Cristo (1945).

Etimología: Nicolás = Aquel que es vencedor del pueblo o de la multitud, es de origen griego.


Fecha de beatificación: 7 de octubre de 2001 por el Papa Juan Pablo II.



Nikolaus Gross, incansable periodista cristiano que batalló contra el nacional-socialismo de la Alemania nazi, fue elevado a los altares el 7 de octubre del año 2001 por el Papa Juan Pablo II, en una solemne ceremonia en la plaza de San Pedro.

Gross, nacido en Niederwenigern, cerca de Essen en 1898, tuvo una vida que combinó el trabajo duro de las minas y el trabajo intelectual del periodismo, herramienta ésta última que utilizaría para convertirse en un opositor no violento del régimen de Adolf Hitler.


Así, cuando contaba con 19 años y ya dentro del trabajo minero, ingresó al sindicato cristiano. Un año después entró al partido cristiano del Zentrum, convirtiéndose a los 22 en secretario de los jóvenes mineros.


Por ese tiempo Gross siente inquietud por el periodismo, lo que lo impulsa a colaborar en el diario del Movimiento Católico de los Trabajadores (KAB), el Westdeutschen Arbeiterzeitung. Rápidamente comienza a destacar por su talento, hasta convertirse dos años después en el director del diario.


Afincado en Colonia, Gross percibe el peligro que para Alemania significaba que el nazismo tomara el poder; por ello no duda, respaldado en su fe, en informar a sus lectores sobre las verdaderas consecuencias que un régimen de este tipo traería sobre el país.


En una de las tantas ocasiones afirmaría, "nosotros trabajadores católicos rechazamos con fuerza y con claridad el Nacionalsocialismo, no sólo por motivos políticos o económicos, sino decididamente también por nuestra postura religiosa y cultural".

Al tomar Hitler el poder en Alemania, la comunidad cristiana empieza a ser perseguida.


Sin embargo, esto no fue impedimento para que Gross continuara su labor, complementada con el apoyo mutuo que se prestó con las más influyentes e importantes inteligencias católicas contrarias al nazismo. Entre ellas destacó el sacerdote jesuita Alfred Delp y el laico Emil Letterhaus. Ambos también serían ejecutados.


Poco a poco el diario se fue convirtiendo en un obstáculo para el gobierno, siendo declarado enemigo del Estado y clausurado en 1938. Nikolaus Gross no se dejó amilanar y continuó con su tarea de anunciar a Cristo sacando ediciones clandestinas.


Esta constante oposición al nacional-socialismo, hizo que fuera encarcelado y condenado (el 15 de enero de 1945) a morir en la horca, la ejecución se realizó apenas ocho días después el 23 de enero. Para tener una referencia en la línea de tiempo podemos resaltar el hecho de que su ejecución se llevó a cabo tres semanas después del fracaso del atentado contra Adolf Hitler. Su cuerpo fue quemado y sus cenizas esparcidas por el campo.


Este hombre, que se inició como obrero, sindicalista y posteriormente periodista, tuvo muy en claro el compromiso que como católico debía asumir en la defensa de la verdad, la justicia, la paz y la solidaridad; incluso, entregando su propia vida.


Además, fue testimonio de padre y esposo, muestra de ello es la carta que desde la cárcel de Berlín-Plötzensee, enviara a su esposa e hijos dos días antes de su ejecución. En ella mostró una completa serenidad ante la muerte y una fe inquebrantable en Cristo.


Su beatificación


El domingo 7 de octubre del año 2001, en la plaza de San Pedro, el Papa Juan Pablo II presidió la ceremonia que elevó a los altares a Nikolaus Gross, periodista que se opuso con la fe y la razón al régimen Nazi de Hitler.


Fue beatificado junto a otras seis personas. Aquel día el Papa dijo: "Con inteligencia comprendía que la ideología nacional-socialista era incompatible con la fe cristiana. Con valentía, tomó la pluma para escribir a favor de la dignidad humana y por esta convicción fue llevado al patíbulo, pero esto le abrió el cielo".



Martirologio Romano: En la ciudad de Fu’an, en la provincia de Fujian, en China, san Francisco Fernández de Capillas, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, el cual anunció el nombre de Cristo primero en las Islas Filipinas y después en Fujian, donde, bajo la persecución de los tártaros, fue encarcelado por largo tiempo y finalmente degollado (1648).

Fecha de canonización: 1 de octubre de 2000 por el Papa Juan Pablo II.



Nace el 15 de agosto de 1607 en Baquerín de Campos, (Palencia-España). El menor de cinco hermanos estudió, desde niño,en Palencia donde conoció a los dominicos y descubrió un primer germen de vocación. Fue en el convento de San Pablo de Valladolid donde ingresa en la Orden y profesa al tiempo que hace los estudios institucionales.

Por estos años, el ardor misionero se proyecta hacia el Nuevo Mundo y hacia los países del Extremo Oriente. Todavía siendo diácono, en 1631, con otros treinta jóvenes dominicos, embarca rumbo a México, primera etapa del viaje. Casi un año tardarán en llegar a Manila con la recia experiencia de una travesía llena de padecimientos. En la capital filipina, Fray Francisco recibe la ordenación sacerdotal a los 25 años de edad.


En Manila ejerce su vocación sacerdotal y misionera durante nueve largos años, en ansiosa espera de ser enviado a China. Otra escala en Formosa hasta que los cristianos chinos les faciliten la entrada en Fujián el año 1642. La persecución más o menos declarada a los cristianos es el ambiente en el que desarrolla su acción evangelizadora.


Fiebres cuartanas y privaciones de todo orden debilitan extraordinariamente su salud. Pero nada le detiene en su misión. La integridad de su vida, la bondad de su corazón y la entrega a su vocación hacen que los cristianos hablen de él como del “santo Capillas”. Arrestado cuando regresaba a su refugio después de atender a los enfermos, es juzgado y condenado por defender su fe y su amor a Jesucristo. Dos meses de tormentos en la cárcel desembocan en su degollación el 5 de enero de 1648.


Beatificado por san Pío Xel año 1909 y canonizado por Juan Pablo II el 2000, juntamente con 120 mártires de China. La reliquia de su cabeza se conserva en el convento de los dominicos de San Pablo de Valladolid.


Perfil espiritual.


Una carta sencilla del santo a uno de sus hermanos revela, mejor que cualquier descripción, su fisonomía espiritual. Aparece su fe como elemento envolvente de toda su vida. De ella deriva la visión providencialista: “...es Dios nuestro Señor el que aquí me ha traído...” Esta convicción se ha ido consolidando con oración y reflexión,contemplándose a sí mismo ante el Dios que le ha elegido para colaborar en la extensión del reino. Todo ello le otorga una fortaleza inamovible para estar allí donde el Señor le ha enviado; de tal manera que “no bastan trazas humanas para sacarme de aquí hasta que se llegue la hora en que tiene determinado nuestro Señor Jesucristo sacarme.”


La firmeza de su fe se trasfunde a su entereza humana, a su manera de afrontar templadamente las hostilidades y provocaciones: “...viéndome todos padecer con igualdad de ánimo...”


La Voluntad de Dios es la norma de su vida. Esta actitud filial imitada de Jesús de Nazaretse manifiesta auténtica ante la adversidad , la persecución, la cárcel y la misma muerte. Su condición humana, no obstante, le hace sentirla flaqueza natural como un riesgo que él quiere superar en la ayuda de Dios: “Hace que rueguen por mí todos para que me dé Dios nuestro Señor valor, si acaso se ofrece el volver a padecer por él mayores tormentos de los padecidos y glorificarlo por la muerte, que para todo estoy dispuesto en la voluntad de nuestro Señor.”


El amor al prójimo, reverso del amora Dios, le salta a cualquier hora y momento: “... yo reparto con ellos (los encarcelados) de lo que me dan y les sirvo en lo que me mandan y me tengo por muy dichoso en eso.”


El martirio esdon de Dios que Francisco viene tejiendo día a día desde su primeriza vocación y que él mismo curte en la persecución, en las privaciones y en las enfermedades. Su preocupación por la salvación de las almas ha marcado sus pasos y señalado los caminos que él pisará a fondo por más que sean pedregosos y escarpados.


Testigo de Jesucristo y de su evangelio en palabras, acciones y vida entregada.



Martirologio Romano: En la región de los iberos, al otro lado del Ponto Euxinio (actual Georgia, junto al mar Negro), santa Nino, que siendo cristiana fue llevada a aquel país, donde, por su vida santa, suscitó la reverencia y admiración de todos, hasta el punto de que la misma reina, a quien curó uno de sus hijos con sus oraciones, el rey y todo el pueblo abrazaron la fe cristiana (s. IV).

Etimología: Nino = juramento de Dios. Viene de la lengua hebrea.


Esta joven esclava de la corte real de Mzkheta, no lejos de Tbilisi, Georgia, se festeja hoy en la Iglesia de Oriente y en la de Occidente el 15 de diciembre.


Gracias a que hay personas que se preocupan por la vida de los demás, conocemos la vida de esta chica por las obras del escritor eclesiástico Rufino.


Es él quien nos traza una pequeña semblanza de Nina. Logró su conversión en Iberia, como se llamaba anteriormente lo que es hoy Georgia.


Provenía de Egipto como una esclava cristiana cautiva. La colocaron a trabajar en la corte. A pesar de que nadie era cristiano, ella supo mantener su fe a pesar de los pesares.


Se ganó a la corte, no sólo por su belleza física – que era muy elegante – sino, sobre todo, por su virtud, su gran amor ya que pronto llegaría a ser amada por todos.


Aconteció algo singular. Unos padres le pidieron que curara a su hijo. Nina oró con tal fervor y con tal fe que el chico se curó.


Gracias a esto, la reina mandó que estuviera siempre a su lado. También se puso enferma la soberana Nana. Y por las oraciones de Nina se curó también.


Entonces el rey sentía en su alma el deseo de recompensarla de alguna manera. Ella le dijo que el mejor favor que podía hacerle, sería que se convirtiera al cristianismo. El rey le planteó el tema a su mujer.


Pasado algún tiempo, el rey le rogó al arzobispo de Constantinopla que le enviase un obispo para evangelizar su reino.


Estamos en el siglo IV. Cuando comenzó la evangelización de Georgia, Nino se fue a la región de Bobdé. Murió en el año 335.


En Mzekheta hay una pequeña capilla que recuerda en nuestros días el bautismo de Georgia.


¡Felicidades a quienes lleven este nombre!


“La soledad es el imperio de la conciencia” (Carmen Díez de Ribera).


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com



Martirologio Romano: En Milán, en la región de Liguria (hoy Italia), sepultura de san Dacio, obispo, que en la controversia de los “Tres Capítulos” defendió la sentencia del papa Vigil, al cual acompañó a Constantinopla, donde murió (552).

San Dacio vivió en tiempos muy agitados.


Durante la mayor parte de su episcopado, que duró por lo menos de 530 a 552, tuvo que defender constantemente los intereses temporales y espirituales de su Iglesia.


Para salvar a la ciudad de Milán, de los godos, se alió con Belisario, quien desgraciadamente no pudo enviarle refuerzos antes de que la ciudad fuese atacada y saqueada.


Es posible que Dacio haya sido hecho prisionero y libertado después, gracias a la influencia de su amigo Casiodoro.


Expulsado de Milán, el obispo se refugió en Constantinopla, donde, el año 545 apoyó valientemente al Papa Vigilio contra Justiniano, en la controversia sobre los "Tres Capítulos".


Parece que Dacio murió en 552, en Constantinopla, de donde sus restos fueron trasladados más tarde a Milán, su ciudad episcopal.


San Gregorio el Grande cuenta en sus ·Diálogos", la curiosa historia de una casa en la que el diablo acostumbraba aterrorizar a los ocupantes, imitando discordantes y horribles rugidos de fieras. San Dacio entró sin temor en la casa, puso en fuga al demonio y restauró la paz.



Nuestro conocimiento de la vida de Macrina la Mayor proviene principalmente del testimonio de los grandes Padres Capadocios de la Iglesia, especialmente de sus nietos : Basilio, Gregorio de Nisa, y el panegírico de St. Gregorio Nacianzeno, en San Basilio.

Ella era la madre de Basilio el Mayor, padre de Basilio, de Gregorio, y de otros hijos cuyos nombres nos son familiares, incluyendo a Macrina la Joven.


Su hogar estaba en Neocaesarea en Ponto. Durante su infancia conoció a San. Gregorio Taumaturgo, primer obispo de su ciudad natal.


Como este venerable doctor, que había ganado Neocaesarea casi totalmente para el cristianismo, murió entre el año 270 y 275, se supone que Santa. Macrina debió haber nacido antes del año 270.


Macrina y su esposo sufrieron mucho en la persecución de Galerio y Máximo, hasta el grado de verse forzados a huir y ocultarse delos perseguidores en los bosques de Ponto, durante siete años. Con frecuencia padecieron hambres, y San Gregorio Nazianceno afirma que, en ocasiones sólo sobrevivieron comiéndose a las fieras que, por un milagro de la Providencia, se dejaban cazar dócilmente.


Ella fue por lo tanto un confesor de la fe durante la violenta tormenta que estalló sobre la Iglesia.


En cuanto a la formación intelectual y religiosa de San Basilio y de sus hermanos y hermanas mayores, ella ejerció una gran influencia, sembrando en sus mentes las semillas de la piedad y ese ardiente deseo por la perfección cristiana que más tarde alcanzó un auge tan importante.


Como San Basilio nació probablemente hacia el año 331, Santa. Macrina debió morir pronto, en la cuarta década del cuarto siglo.


Su santo se celebra el 14 de enero.



Martirologio Romano: En Tagliacozzio, en el Abruzo (hoy Italia), beato Odón de Novara, presbítero de la Orden de los Cartujos (c. 1200).

El Beato Odón monje cartujo del siglo XII, es uno de los pocos hombres de Dios de aquella época, sobre el que tenemos documentos de primera mano.


El Papa Gregorio IX mandó que se hicieran investigaciones sobre su vida con miras a su canonización, y las declaraciones de los testigos han llegado hasta nosotros.


Uno o dos extractos de ellas nos darán una idea de la personalidad de Odón. "Maestro Ricardo" obispo de Trivento, después de haber jurado por el Espíritu Santo, ante los Evangelios, que diría la verdad, afirmó que él había conocido al bienaventurado Odón como a un hombre temeroso de Dios, modesto y casto, entregado noche y día a la vigilia y la oración; que vestía ásperas túnicas de lana y vivía en una estrecha celda, de la que no salía más que para orar en la iglesia, y que obedecía siempre a la campana, cuando ésta le llamaba al oficio. Cuantos fueron a él se sintieron animados en el servicio de Dios. Leía constantemente las Escrituras y, a pesar de su avanzada edad, se empleaba en su celda en trabajos manuales para no ser presa de la ociosidad".


El obispo da en seguida un breve resumen de la vida de Odón, y hace notar que había sido nombrado prior del nuevo monasterio cartujo de Geyrac, en Eslavonia. Pero que la cruel persecución de que le había hecho objeto el obispo Dietrich le obligó a abandonar esa comunidad, e ir a Roma para pedir permiso al Papa de renunciar a su cargo. La anciana abadesa de un monasterio de Tagliacozzo le había ofrecido hospedaje, e impresionada por su santidad, obtuvo licencia de guardarle como capellán de la comunidad.


Muchos otros testigos de la edificante vida de Odón hablaron de sus austeridades, de su caridad y de su humildad.


Uno de ellos, el arcipreste Oderisio, atestigua que estuvo presente en los últimos momentos de Odón, y que "éste se hallaba acostado en el suelo de la dicha celda, vestido con una camisa de cerdas, y que decía en su agonía: ´Espera un poco, Señor, espera un poco; ya voy a Ti´; y cuando los presentes le preguntaron con quién hablaba, respondió: ´Con mi Rey, a quien estoy viendo y en cuya presencia me hallo´. Al pronunciar estas palabras, el bienaventurado Odón se enderezó, como si alguien le tendiese la mano, y con ellas extendidas, pasó al Señor".


Esto acaecía el 14 de enero del año 1200, y la edad de Odón se calculaba en cien años.


El beato obró muchos milagros en vida y después de su muerte, pero tenía horror de que las gentes le atribuyesen poderes sobrenaturales. "Hermano -dijo a un hombre que solicitaba su ayuda- ¿por qué te burlas de mí que soy un malvado pecador y un saco de putrefacción? Déjame en paz; el único que puede curarte es Jesucristo, el Hijo de Dios vivo"; y al decir esto, se le saltaron las lágrimas. El enfermo quedó al punto sano de una enfermedad que, según el testigo, que le había conocido personalmente, le atormentaba desde hacia muchos años.


El culto del beato Odón fue confirmado en 1859.



Martirologio Romano: En Batavia, lugar de Suriname (Guayana Holandesa), beato Pedro Donders, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor, que se entregó con caridad desbordante a atender tanto los cuerpos como las almas de los leprosos (1887).

Los primeros pasos de un hombre sencillo


El Beato Pedro nace el 27 de octubre de 1809 en la aldea de Heikant, cerca de Tilburg en el Brabante holandés, y será bautizado el mismo día en la iglesia de Het Goirke. Es hijo del tercer matrimonio de Arnaldo Donders con Petronila van den Brekel. Anteriormente el padre tuvo dos hijos, que murieron en pocos días, y una hija que muere a los 14 años, dos años antes que su segunda mujer. Pedro tiene otro hermano, Martirio que nace inválido; también él era muy débil desde su nacimiento.


Cuando contaba 6 años murió su madre. Su padre se casa por cuarta vez buscando una madre para sus hijos y una felicidad que no acababa de llegar. Su casa era humilde y pobre, de un solo cuarto, de suelo de arcilla con dos camas-armario, en donde el padre trabajaba como tejedor, oficio que durante muchos años va ha ejercer Pedro, a quien cariñosamente llamaban Peerke. Acude a la escuela del maestro Drabbe, hasta los 12 años que tiene que trabajar para su familiar en el telar, dedicándose con gran interés a la catequesis para niños con tal valía que el cura le da el titulo oficial de catequista.


Llegar a ser lo que uno quiere ser


A Pedro le gustaría ser sacerdote, pero su delicada salud será un problema. Siente gran gusto por la oración, dejándose arrastrar durante todo el día por la oración, incluso tejiendo. Busca la felicidad alejándose de su propio centro, situándolo en Dios y los pobres.


Su debilidad le incapacita para el servicio militar, así que decide ser sacerdote. El cura del pueblo lo envia como alumno-empleado a la Escuela Apostólica Beekvliet, donde sobre todo trabajará, hasta los 23 años que comienza a estudiar. Como no podía pagarse los estudios, trabajaba fuera de las clases en el mismo seminario. Fueron 6 años en el Seminario menor, años de estudio duros y lentos, donde había una gran diferencia de edad entre él y sus compañeros. Se burlaban de él por su torpeza, pero se hizo amar y respetar por todos, por su caracter afable y sencillo.


A sus 29 años inicia estudios superiores en el Seminario Nieuw Herlaar (próximo a Beekvliet). Aquí se acentúa su interés por las misiones en el extranjero, haciendo apuestas para conseguir dinero para las mismas. Se siente atraído por las misiones en EEUU del jesuita Desmet. Ante esta inquietud el Rector del seminario le orienta para hacerse religioso. En Holanda no podría ser, ya que Guillermo I había prohibido la admisión de novicios en cualquier comunidad religiosa de su territorio. Llaman a las puertas de los Jesuitas, Franciscanos, y Redentoristas belgas de Sint Truiden, los cuales no lo admiten, por falta de talento, conocimiento, o demasiada edad. Curiosamente 30 años más tarde tomará el hábito Redentorista en su querido Surinam.


En 1839 va al seminario de Hausen para continuar sus estudios de Teología, en los que destacará más que en Filosofía. Pedro va a estar siempre muy cercano a todo el mundo, en el seminario y en sus vacaciones con su familia, viendo en el otro siempre a Dios. En el seminario un año antes había tenido una conversación con Monseñor Jakobus Grooff, ofreciéndose para ir junto a él a la misión del Surinam, cuando fuese sacerdote. El 15 de junio de 1841 es ordenado sacerdote en Oergstgeest por el obispo van Wijckerslooth.


Surinam: la misión de su vida


Deseoso de partir para América -el viaje tarda un año en llegar- durante este tiempo conoce el trabajo de los Redentoristas holandeses en las misiones en Tilburg, su pueblo natal, de la mano del Padre Bernad Hafkenscheid. Pedro quedó muy impresionado y estimulado en su fervor apostólico.


Por fin desembarca en Paramaribo (Surinam), tras mes y medio de un viaje largo y duro: “finalmente he llegado a mi destino, a donde me llamó el Señor y su diestra me llevó”; era el 16 de septiembre de 1842, y tenia casi 33 años. Durante los primeros 14 años que pasa en Paramaribo junto al obispo Grooff, va a descubrir la miseria religiosa y moral tanto en los blancos como los de color, con signos de idolatría e incontinencia como promiscuidad, pobreza, suciedad, alcohol, prostitución, una situación de “corrupción total de la moralidad” - dirá él mismo.


Tras el recibimiento de Monseñor Grooff, éste le presenta el gran campo de trabajo: 140.000 km2 de extensión (cuatro veces Holanda), clima tropical con abundantes tormentas y mosquitos, extensiones de selva, ríos y barro, multitud de enfermedades y gran diversidad de razas: indios, negros cimarrones, esclavos nacionales (46000), 140000 blancos, holandeses, ingleses, franceses, alemanes, portugueses... y, además, muchos leprosos...


Oración y trabajo


Para combatir esta difícil situación, Pedro Donders se apoyará en la oración, el esfuerzo personal y la mejora de la vida de toda esa gente. Aprenderá el inglés de los negros, y se dedica al cuidado de todas las personas. Su vida de oración permanece sólida. Desde las 5 de la mañana ya está rezando en la iglesia; después de la Eucaristía estará ¾ de hora en acción de gracias, y luego se dedica a la catequesis de niños.


Lo más duro de su día a día serán las visitas bajo el sol tropical o la lluvia, así como la indeferencia, disgusto, odio y amenazas de las gentes sobre todo de los propietarios de esclavos europeos.


Tanto trabajo va a aumentar cuando el Papa Gregorio XVI propone a Monseñor Grooff como Vicario Apostólico para Indonesia. Surinam y Pedro van a sufrir su ausencia, intentan que el nombramiento no se produzca, pero sólo se retrasa en el tiempo, pues están pasando una epidemia de disentería que afecta al obispo. Muere el capellán, y Pedro Donders asume todo el trabajo desbordado por tantos enfermos y hasta 5 entierros diarios.


Tal situación se prolongó durante 4 meses. El obispo Grooff parte, y es monseñor Schepers, el misionero mayor quien se pone al frente de la misión del Surinam, aunque debido a su estado enfermizo, será Pedro el responsable real de todo. Las actividades aumentan. Ahora Pedro también atiende a los esclavos de las haciendas, aun más miserables que los de la ciudad, mostrando gran indignación por la situación en que se encontraban. Para ello tiene que remontar ríos y selva sobre un tronco, y limpiar las chozas. Ha de enfrentarse a los propietarios para acceder a los esclavos, embrutecidos por los muchos abusos que sufrían sobre todo sexuales, y a quienes les enseñaba las verdades de la fe.


Los leprosos de Batavia


En 1856 es nombrado capellán de los leprosos de Batavia, que había visitado a su llegada al país, junto a Monseñor Grooff, allá por el 1842, y a donde deseaba ir para estar con esos pobres necesitados de toda curación. Allí trabajará 27 años como pastor moderno y gran trabajador social.


Mejoró la situación material, ya que estaban en un estado de putrefacción, sin enfermeros, ni alimentos, teniéndose que cuidar y alimentar entre los propios enfermos. “Era la destrucción más grande en cuerpos vivos humanos que jamás yo he visto” - decía el médico van Hasselaar, y Donders decía que “parecía más un apocilga que una morada humana”. Pone suelo de madera y camas en las chozas, consigue alimento con gran dificultad, daba lo suyo al más hambriento, y puede enterrar a los difuntos en ataúdes dignos. Todo este trabajo sin descuidar su oración mañanera, la eucaristía, y acción de gracias antes de ponerse en faena cada día.


Además de todo ese trabajo físico, no deja su misión espiritual, chocando incluso con los leprosos, que eran gentes carentes de moralidad. Todo su trabajo y su existencia eran para los demás, su centro, Dios y los hermanos leprosos. Todo para buscar la salvación total del hombre.


Misionero Redentorista


En 1863, Guillermo III de Holanda declara el fin de la esclavitud, incluyendo la libertad religiosa en sus territorios. Desde Roma se envia a la Congregación del Santísimo Redentor de Holanda al Surinam, para hacerse cargo de la misión. Dos de los cuatro curas seculares que allí estaban, vuelven a Holanda. Otros dos, pedro Donders y Romme, ingresan con los redentoristas. Es el año 1865, han pasado 30 años desde que intentara entrar en la Congregación en Bélgica, y Pedro cuenta ya con 57 años.


Está dos semanas de experiencia comunitaria en Paramaribo, y decide comenzar el noviciado. Durará 6 meses, y como maestro Monseñor Swinkerls, que dice del novicio: “poseía en toda plenitud el espíritu de la Congregación Redentorista”. El día de san Juan de 1867 realizará los votos en Paramaribo, la capital.


Batavia: leprosos, indios, negros y esclavos


Vuelve a Batavia, ya como misionero redentorista, junto a otros hermanos, para estar con los leprosos, y al ser los misioneros más, Pedro quiere más trabajo, y atiende también a los indios, buscándolos entre la selva. Va a catequetizarlos, predicarles con láminas y dibujos, incluso con el harmonium. Pero los indios parecen ser ociosos y supersticiosos. Hasta tal punto Pedro denuncia esta situación que los curanderos le atacan y le amenazan si bautiza a los indios. Pedro aguantó heroicamente la situación, y los indios se convirtieron, abandonando la superstición y el vicio.


En 1869, también se acerca hasta los negros cimarrones, esclavos sacados de África para trabajar duramente en grandes extensiones propiedad de europeos. Éstos se agrupaban en bandas que luchaban entre sí, y sobre todo contra el blanco opresor, igualmente eran supersticiosos e inmorales, aún más salvajes y feroces que los indios. Las denuncias de Pedro a esta situación, que combate a todos los niveles (entre ellos y ante los poderosos y propietarios) le costarán caras, y supondrán su gran cruz: “El trabajo entre los negros cimarrones no va bien. También la adversidad y la cruz vienen de Dios, y nada se realiza sin la cruz”, escribía Pedro de la situación que estaba viviendo con los negros.


En 1883 los leprosos piden que les nombren otro capellán debido al estado de salud del anciano padre Donders. Fueron 40 años de trabajo intenso en Surinam, 16 como redentorista y 74 de edad, cuando se retira a la comunidad de Paramaribo, en la que sigue con el trabajo apostólico como un sacerdote joven. Allí vive años felices, entre las bromas de los hermanos, sobre su avanzada edad al ingresar en la Congregación, “cada día me doy más cuenta de cuán grande es la felicidad de la vocación en esta Congregación y en convivencia con los hermanos”, escribía nuestro querido Beato Pedro Donders. A los 8 meses es trasladado a Coronie, donde es operado del riñón varias veces en los 2 años que está allí.


Murió entre los más pobres


En 1885, vuelve a Batavia, al enfermar el Padre Bekkers, capellán del lugar. A sus 77 años y una delicada salud, seguirá trabajando con los leprosos, indios y negros durante un año más. Para él, los enfermos eran presencia clara y real de Jesucristo sufriente en la cruz.


A finales de 1886 visita por última vez a los enfermos. Celebra la eucaristía el día de Navidad, y predica el día 31. La nefritis que padece se agrava, y el médico no le suministra medicamento. El día 12 de enero de 1887 dice al P. Bekkers: “ten aún un poco de paciencia. Moriré el viernes a las tres”. Así, el viernes 14 de enero de 1887, a las tres de la tarde, tras una larga vida de oración continua, de trabajo sin cesar y mucho sufrimiento, Pedro Donders morirá en Batavia, rodeado de los abandonados a los que se entregó toda su vida.


Su cuerpo permaneció allí 13 años, hasta el traslado de la leprosería a la Fundación san Gerardo en Gravestraat en Paramaribo. Sus restos reposan en la catedral de Paramaribo desde 1921, ya que su fama de santidad era reconocida por todos los habitantes de la antigua colonia holandesa. Era el Apóstol de los Leprosos, de los Indios, de los Cimarrones, etc. El 23 de mayo de 1982, S.S. el Papa Juan Pablo II lo declaró Beato para toda la Iglesia.



Martirologio Romano: En la ciudad de Reims, en la Galia Bélgica (hoy Francia), muerte de san Remigio, obispo, que después de iniciar al rey Clodoveo en la fuente bautismal y en los sacramentos de la fe, convirtió a Cristo a todo el pueblo franco y, después de más de sesenta años en el episcopado, falleció célebre por su vida y su santidad (c. 530).

Etimología: Remigio = aquel que rema, es de origen latino.


San Remigio fue el gran apóstol de los franceses. Se hizo célebre por su sabiduría, su admirable santidad y sus muchos milagros. Duró de obispo 70 años y llegó a ser famoso en toda la Iglesia.

Recién ordenado sacerdote ya era considerado como uno de los mejores oradores de su época, y cuando tenía sólo 22 años, fue elegido obispo.


El rey de los franceses, Clodoveo, era pagano y no aceptaba convertirse al cristianismo. Su esposa santa Clotilde rezaba mucho por él y le recomendaba la conversión. Y sucedió que los germanos o alemanes atacaron con fuerte ejército a los francos y Clodoveo salió con sus soldados a defender la patria. Al despedir a su esposo que se iba a la guerra, Clotilde le dijo: "Si quiere obtener la victoria, invoque al Dios de los cristianos. Si tiene confianza en Él, nadie será capaz de derrotarlo".


Clodoveo prometió convertirse si conseguía la victoria. En plena batalla, cuando el triunfo le parecía imposible, recordando las palabras de su esposa gritó hacia el cielo: "Oh Cristo, a quien mi esposa invoca como hijo de Dios. Te pido que me ayudes. Creo en Ti. Si me salvas de mis enemigos recibiré el bautismo y entraré a tu religión". Enseguida los franceses atacaron a los alemanes con extraordinario valor y obtuvieron una gran victoria.


Santa Clotilde mandó entonces llamar a San Remigio, que tenía fama de santo y de sabio, y le pidió que se dedicara a enseñar a Clodoveo la doctrina cristiana. El rey al volver victorioso, saludó a su esposa con estas palabras: "Clodoveo venció a los alemanes, y tú venciste a Clodoveo". Pero ella le respondió: "Esas dos victorias son obra de uno solo: Nuestro Señor Jesucristo". Desde entones el terrible pagano empezó a estudiar la religión para hacerse bautizar.


Tenía temor de que el pueblo se revolucionara por quererles quitar la religión de sus antiguos dioses, pero el ejército y la multitud, al saber que su rey tan estimado se iba a hacer cristiano, le gritaron al unísono: "Desde hoy nos separamos de los dioses mortales, y nos declaramos seguidores del Dios inmortal del cual nos habla Remigio".


Nuestro santo y sus sacerdotes se dedicaron con todo empeño a enseñar la religión a Clodoveo y a todos los que se iban a hacer bautizar junto con él. La Reina Clotilde, para impresionar la imaginación de aquel pueblo bárbaro, mandó que adornaran con palmas y flores las calles que llevaban desde el palacio del rey hasta el templo donde iba a ser el bautismo. Y que todo el trayecto y también el templo se iluminara con gran cantidad de antorchas y que fueran quemando incienso que llenara el aire de agradables aromas.


Los que iban a ser bautizados se dirigieron hacia la Casa de Dios cantando las letanías de los santos y llevando cada uno su cruz. San Remigio conducía de la mano al rey, seguido por la reina y todo el pueblo. Antes de echarle el agua del bautismo el santo obispo le dijo: "Orgulloso guerrero: tienes que quemar lo que has adorado, y adorar lo que has quemado". Con esto quería decirle que en adelante debía abandonar sus antiguas malas costumbres paganas y observar la santa religión de Cristo Jesús.


En seguida San Remigio, ayudado por otros tres obispos y por muchos otros sacerdotes, bautizó a dos hermanas del rey y a tres mil de sus soldados con sus mujeres y niños. Ese fue un día grande en el que la nación francesa empezó a pertenecer a nuestra santa religión.


El resto de su vida la empleó Remigio en instruir al pueblo y en ayudar a los necesitados, y combatir a los herejes que enseñaban doctrinas equivocadas. Dios le concedió el don de hacer curaciones y anunciar lo que iba a suceder en lo futuro. Murió en el 530.


Cuando ya era un anciano de más de noventa años, algunos se burlaron de él diciéndole que era demasiado viejo, y les respondió: "En vez de reírse porque he llegado a esta edad, más bien lo que deberían hacer sería darle gracias a Nuestro Señor, porque en todo este tiempo no he dado mal ejemplo a nadie". Ojalá pudiéramos repetir también nosotros semejante afirmación tan consoladora.


Los franceses han tenido siempre una gran admiración y veneración por San Remigio y nosotros damos gracias a Dios porque nunca dejará de enviar a su Iglesia apóstoles que conviertan a los pecadores.



Hermanos Franciscanos

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