Ártículos Más Recientes

San Heracles, obispo

En Alejandría, en Egipto, san Heraclas, obispo, famoso como discípulo de Orígenes, de quien fue colaborador y sucesor en la escuela, y elegido después para regir esta sede (247/249).


San Melecio, obispo


En Sebastopol, del Ponto, san Melecio, obispo, el cual, aunque ya famoso por su erudición, fue aún más famoso por su virtud y sencillez de vida (s. IV).


San Félix, obispo


En Bolonia, de la Emilia, san Félix, obispo, que fue diácono de la Iglesia de Milán con san Ambrosio (431/432).


San Apro, presbítero y eremita


En Vienne, de la Galia Lugdunense, san Apro, presbítero, el cual, abandonando su patria, se construyó una celda en donde llevó una vida solitaria y penitente (s. VII).


San Sola, presbítero y eremita


En el monasterio de Ellwangen, en Baviera, san Sola, presbítero y eremita (794).


San Juan, el Taumaturgo, obispo


En Poliboto, de Frigia, san Juan, llamado el Taumaturgo, obispo, que, contra el dictamen del emperador León el Armenio, trabajó intensamente en favor del culto de las sagradas imágenes (s. IX).


San Annon, obispo


En el monasterio de Siegburg, de Renania, en Alemania, san Annon, obispo de Colonia, hombre de agudo ingenio, que fue tenido en gran honor tanto, en la Iglesia como en los negocios civiles, en tiempo del emperador Enrique IV, y para aumentar la fe y la devoción, procuró la fundación de muchas iglesias y monasterios (1075).


San Osmundo, obispo


En Salisbury, en Inglaterra, san Osmundo, obispo, que junto con el rey Guillermo se trasladó de Normandía a Inglaterra y, promovido enseguida al episcopado, consagró la iglesia catedral, proveyendo a la administración de la sede y al culto divino (1099).


San Bernardo, monje y obispo


En Parma, de la Emilia, san Bernardo, obispo, el cual, siendo monje, se aplicó a una vida de perfección, y después, como cardenal, buscó el bien de la Iglesia, para, finalmente, ya obispo, procurar la salvación de las almas (1133).



nueva", es de origen eusquera (lengua autóctona hablada en el País Vasco).

Francisco de Jasu y Xavier (nacido en el castillo de Xavier, en España, en 1506), correspondiendo a las esperanzas de sus padres, se graduó en la famosa universidad de París. En estos años tuvo la fortuna de vivir codo a codo, compartiendo inclusive la habitación de la pensión, con Pedro Fabro, que será como él jesuita y luego beato, y con un extraño estudiante, ya bastante entrado en años para sentarse en los bancos de escuela, llamado Ignacio de Loyola.


Ignacio comprendió muy bien esa alma: “Un corazón tan grande y un alma tan noble” -le dijo- “no pueden contentarse con los efímeros honores terrenos. Tu ambición debe ser la gloria que brilla eternamente”. El día de la Asunción de 1534, en la cripta de la iglesia de Montmartre, Francisco Javier, Ignacio de Loyola y otros cinco compañeros se consagraron a Dios haciendo voto de absoluta pobreza, y resolvieron ir a Tierra Santa para comenzar desde allí su obra misionera, poniéndose a la total dependencia del Papa.


Ordenados sacerdotes en Venecia y abandonada la perspectiva de la Tierra Santa, emprendieron camino hacia Roma, en donde Francisco colaboró con Ignacio en la redacción de las Constituciones de la Compañía de Jesús. Sin embargo, fue a los 35 años de edad cuando comenzó su gran aventura misionera. Por invitación del rey de Portugal, fue escogido como misionero y delegado pontificio para las colonias portuguesas en las Indias Orientales. Goa fue el centro de su intensísima actividad misionera, que se irradió por un área tan vasta que hoy sería excepcional aun con los actuales medios de comunicación social: en diez años recorrió India, Malasia, las Molucas y las islas en estado todavía salvaje. “Si no encuentro una barca, iré nadando” decía Francisco, y luego comentaba: “Si en esas islas hubiera minas de oro, los cristianos se precipitarían allá. Pero no hay sino almas para salvar”.


Después de cuatro años de actividad misionera en estas islas, separado del mundo civilizado, se embarcó en una rústica barca hacia el Japón, en donde, entre dificultades inmensas, formó el primer centro de cristianos. Su celo no conocía descansos: desde Japón ya miraba hacia China. Se embarcó nuevamente, llegó a Singapur y estuvo a 150 kilómetros de Cantón, el gran puerto chino. En la isla de Shangchuan, en espera de una embarcación que lo llevara a China, cayó gravemente enfermo. Murió a orillas del mar el 3 de diciembre de 1552, a los 46 años de edad.


Fue canonizado el 12 de marzo de 1622 junto con Ignacio de Loyola, Felipe Neri,Teresa de Jesús y el santo de Madrid, Isidro. ¡Buen grupo formado por cuarteto español y solista italiano!


Es patrono de las misiones en Oriente y comparte el patronato universal de las misiones católicas con Teresa de Lisieux.


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Reportaje de Jesús Martí Ballester sobre San Francisco Javier


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Martirologio Romano: En Winchester, en Inglaterra, sepultura de san Birino, el cual, enviado a Gran Bretaña por el papa Honorio, tuvo su primera sede en Dorchester y difundió con empeño el anuncio de la salvación entre los sajones occidentales (650).

Etimología: Birino = “rojizo”. Viene de la lengua alemana.


Este joven inglés pasó a la gloria del Padre en el año 650. Cuenta el gran sabio de las islas, Beda el Venerable, que Birino fue el autor, con la ayuda de Dios, de la conversión de los Sajones al cristianismo.


Fu enviado por el mismo Papa Honorio I (625-38). Después de haber sido consagrado obispo por Asterio, se fue a Inglaterra.


Pero él quería ir a lugares en los que no hubiera entrado todavía nadie a predicar.


Comenzó por los Anglosajones de Occidente que eran totalmente paganos. Tan bien le fue con ellos que prefirió permanecer allí sin salir para otros sitios.


En el año 635 – llevaba tan sólo uno – el misionero intrépido por amor a Dios, pudo convertir al rey de la región. Asistió al bautismo el rey de Northumbria.


Beda, que ya lo conocía, dijo de él estas palabras sintéticas:"Santísimo y valiente".


Los dos reyes entregaron la ciudad de Dorchester a Birino para que pusiera allí la sede episcopal.


El apóstol aceptó con gusto. Y toda su vida allá la empleó en evangelizar y en construir iglesias.


Cuando murió, todos pidieron que fuera enterrado en su ciudad querida.


Después de muchos años, durante el episcopado de Edda (876-903), su cuerpo se trasladó a la iglesia de la ciudad de Venta (Winchester), que había sido consagrada en el 648. En 1035, los colocaron en un relicario, y más tarde volvieron de nuevo a su iglesia en donde están en la actualidad.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


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Martirologio Romano: En Trento, de la región del Véneto, beato Juan Nepomuceno De Tschiderer, obispo, el cual administró aquella Iglesia con el ardor evangélico de la fe, pero con comprensión, y en tiempo de aflicción dio a su grey un admirable testimonio de amor (1860).

Hijo de Joseph Joachim y Caterina de Giovanelli. nació el 15 de Abril de 1777 en Bolzano, Diócesis de Trento, Italia


Realizó sus estudios de enseñanza secundaria en un colegio franciscanos.


En 1792 su familia se mudó a Innsbruck, Austria, donde estudió filosofía y teología en la universidad.


Fue ordenado sacerdote el 27 de julio de 1800.


Aunque no era un benedictino, Juan en un ejemplo viviente del lema de aquellos "oración y rabajo."


Fue párroco de varias parroquias de las montañas tirolesas. fue profesor en el seminario teológico de Trento, y decano de las escuelas en Sarentino y Merano.


Retornó a Trento en 1827 como miembro de la Catedral de San Vigilio, Fue Pro Vicario General de la diócesis. Obispo Auxiliar de Bressanone de Vorarlberg en 1832. Obispo en Innsbruck el 20 de mayo de 1832. Obispo de Innsbruck, el 3 de mayo de 1835.


Juan nunca dejó que sus tareas administrativas eclipsaran sus labores pastorales, y pasó gran parte de su tiempo en la predicación, la escritura, como catequista, la reactivación de las misiones, ayudando a los pobres y enfermos, la celebración de la Santa Misa, escuchando confesiones, y administrando los sacramentos de la Confirmación y de la Ordenación Sacerdotal, incluyendo a veces a candidatos de otras diócesis cuyos obispos no estaban disponibles.


Supervisó la construcción y restauración de más de 60 iglesias, mantuvo buenas relaciones con los sacerdotes, preocupandose por su formación permanente. Promueve la educación cristiana de los niños y niñas para la vida religiosa, con el apoyo seminaristas, aseguradose que las enseñanzas en el seminario fueran estrictamente apegadas a la doctrina. Ayudó en la fundación de un instituto de audición y lenguaje, y motivaba a todos a rezar el Rosario cada día.


Trabajó y proporcionó fondos para la atención de las víctimas de las epidemias de cólera de 1836 y 1855, y en la guerra de 1859.


Trabajó para superar aquellos obstáculos entre la Iglesia y el Estado que fueron creadas por la legislación de aquella época.


A finales de la vida tenía previsto una peregrinación a Roma para asistir a la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, pero la enfermedad se lo impidió.


El 31 de diciembre de 1854, ordenó como sacerdote a San Daniel Comboni.


Murió el 3 de Diciembre de 1860 en Trento.


Beatificado por Juan Pablo II el 29 de Abril de 1995.



SAN SOFONÍASSan Sofonías, santo del AT

Conmemoración de san Sofonías, profeta, que en los días de Josías, rey de Judá, anunció la ruina de los impíos en el día de la ira del Señor y robusteció con la esperanza de la salvación a los pobres y menesterosos.


San Casiano, mártir


En Tánger, de la Mauritania, san Casiano, mártir (c. 300).


San Lucio, eremita

SAN LUCIO DE COIRA

En Chur (Coira), de la Recia, entre los helvecios (hoy Suiza), san Lucio, eremita (c. s. IV).


Beato Eduardo Coleman, mártir


En Londres, en Inglaterra, beato Eduardo Coleman, mártir, que, por haber abrazado la fe católica, fue acusado falsamente de conjuración contra el rey Carlos II, siendo ahorcado en Tyburn y, aún con vida, descuartizado (1678).











Eloy, Santo
Eloy, Santo

Orfebre

Diciembre 1






El hijo de Euquerio y de Terrigia parece que desde el comienzo de su existencia estuvo bajo el signo de la predilección divina. Así lo asegura la leyenda de su vida. Despierto de inteligencia y hábil en el empleo de sus manos. Aprendiz de platero de los de antes, es decir, de los que tienen que martillear el metal para sacarle de las entrañas la figura que el artista tiene en su mente. Tanta destreza adquirió que el rey Clotario II, su hijo Dagoberto luego y su nieto Clovis II después, lo tuvieron como propio en la corte para los trabajos que en metales preciosos naturalmente necesitan los de sangre azul que viven en palacios y tienen que solventar compromisos sociales, políticos y hasta militares con sus iguales.


Pero lo que llamó poderosamente la atención de estos principales del país galo no fue sólo su arte. Eso fue el punto de arranque. Luego fue el descubrimiento de su entera personalidad profundamente honrada. Un hombre cabal. De espíritu recto. Cristiano más de obras que de nombre. Piadoso en su soledad y coherente en la vida. Prudente en las palabras y ponderado en los juicios. Un sujeto poco frecuente en sus tiempos atiborrados de violencia.


El rey Dagoberto, considerando los pros y contras, pensó que era el hombre ideal para solucionar el antiguo contencioso que tenía con el vecino conde de Bretaña, lo envió como legado y acertó en la elección por el resultado favorable que obtuvo. No es extraño que Eloy o Eligio pasara a ser solicitado como consejero de la Corona.


Aparte de sus sinceros rezos privados y del reconocimiento de su indignidad ante Dios —cosa que le dignificaban como hombre—, supo compartir con los necesitados los dineros que recibía por su trabajo. Patrocinó la abadía de Solignac, a sus expensas nacieron otros en el Lemosin y, en París, la iglesia de San Pablo.


No es sorprendente que al morir el obispo de Noyon y de Tournay, el pueblo tuviera sensibilidad para desear el desempeño de esa misión a Eloy y, menos sorprendente aún, que el rey Clovis pusiera toda su influencia al servicio de esa causa. Casi hubo que forzarle a aceptar. Ordenado sacerdote y a continuación consagrado obispo, se dedicó a su misión pastoral con el mejor de los empeños en los diecinueve años que aún el Señor le concedió de vida. Fueron frecuentes las visitas pastorales, se mostró diligente en el trato con los sacerdotes, se tiene por ejemplar su disciplina de gobierno y esforzado en la superación de las dificultades para extender el Evangelio allí donde rebrotaba la idolatría pagana o echaban raíces los vicios de los creyentes. Hasta estuvo presente en el concilio de Chalons-sur-Seine, del 644.


Este artífice de los metales nobles y de las gemas preciosas que no se dejó atrapar por la idolatría a las cosas perecederas ha sido adoptado como patrono de los orfebres, plateros, joyeros, metalúrgicos y herradores. Ojalá los que asiduamente tienen entre sus manos las joyas que tanto ambicionan los hombres sepan sentirse atraídos por los bienes que no perecen

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Clementina Anuarite Nengapeta, Beata
Clementina Anuarite Nengapeta, Beata

Diciembre 1

"La María Goretti afrinaca"




Etimológicamente significa “generosa, indulgente.” Viene de la lengua latina.


En los instantes o días de depres, cuando tu corazón parece que no escucha a Dios o él no te oye, abandónate con toda sencillez a la vida del Espíritu. Y no te hundas. Tu poca fe te basta.


Esta joven del Zaire murió en 1964. Le tocaron tiempos horrible. Era la época en la que el Congo se independizaba de Europa (Bélgica) al grito de ¡fuera los blancos!


Y precisamente en este ambiente de crispación es donde nació y se fraguó el martirio de Clementina.


Dicen que era una religiosa de fuerte voluntad, aunque su cultura e inteligencia no brillaran a gran altura.


No le tenía miedo a nada ni a nadie. Sabía resistir al mal y a los peligros haciendo el bien.


Había un coronel revolucionario que le pedía insistentemente una chica a la superiora.


La suerte cayó en la joven Clementina. Cuando se dio cuenta de las malas intenciones del militar, le gritó fuerte :"No quiero, no quiero, no quiero, prefiero la muerte antes que ser suya".


El bruto del coronel, al ver la negativa de la chica, le golpeó, se enfureció, cogió una pistola y le dio muerte a la religiosa.


Antes de morir, pidió perdón al coronel. Le dijo:" Le perdono...no tengo en cuenta lo que me has hecho...el Padre de perdona".


Esta preparación al martirio no se improvisa. Llevaba una vida llena de amor a Dios, ayudaba a todo el mundo, consolaba a los apenados, alegraba a los alegres.


Nació en 1939 en Wamba en el seno de una familia pagana. El padre le puso por nombre Nengapeta, pero, al hacer la profesión religiosa, se puso el de Clementina en la congregación de la Sagrada Familia.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



La corte ha dado también santos. Blanca era hija de Alfonso IX, rey de Castilla y de Eleonora de Inglaterra.

Nació en el año 1185.


Cuando era todavía una adolescente quinceañera, contrajo matrimonio con Luis, hijo de Felipe-Augusto, rey de Francia en el año 1200.


Al morir Felipe, el 14 de julio de 1223, ocupó el trono su marido con el nombre de Luis VIII.


Se le coronó, al estilo de aquellos siglos, en la bella catedral de Reims al mes siguiente.


A los tres años murió el rey Luis. Los obispos estaban presentes y veían con gran dolor la pena que tenía Blanca.


La consolaron y le dieron la regencia y la tutela de su hijo.


Dicen que como regente mostró una fina prudencia y al mismo tiempo mucha energía.


Nadie – comentaban – se lo podían imaginar.


Hizo trizas todas las intrigas que conspiraban contra la corona real.


La guerra contra los albigenses continuó. En 1228, hizo un tratado de paz con Raimundo, conde de Tolosa.


Educó a su hijo en la verdad cristiana. Por eso, con esta buena madre y su profunda fe, su hijo llegaría también más tarde, a la santidad: san Luis rey de Francia.


Fue en peregrinación a Tierra Santa. Murió cuatro años más tarde. Sus restos descansan en el monasterio de Maubuisson, fundado por ella misma.


En Roma, en la iglesia de los franceses, se conservan algunas de sus reliquias.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


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Es descrito como un apuesto joven protestante, que estudió en Oxford.

Convertido al catolicismo estudió en el colegio inglés en Reims, Francia, y fue ordenado sacerdote el 29 de marzo de 1578.


Regresó a Inglaterra en Agosto de 1579, como misionero en Somersetshire, detenido el 28 de abril de 1581 en Londres en la casa del Padre Robert Persons.


Fue torturado en las Torres de Londres, en parte para que indicara el paradero del Padre Robert. Durante su encarcelamiento escribió a los Jesuitas solicitando ser admitido, recibiendo respuesta positiva en las últimas semanas de su arresto.


Fue condenado a morir, junto con otros seis sacerdotes el 16 de Noviembre de 1581 en Wetminster, su crimen: ser sacerdotes católicos.


En prisión, Alejandró talló una pequeña cruz de madera, que luego usaba todo el tiempo, incluso durante el juicio donde le dijo al juez: "Usted podrá quitármela de mis manos, pero no de mi corazón".


Es uno de los cuarenta mártires de Inglaterra y Gales.


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Hermano Carlos de Jesús) nace en Francia, en Estrasburgo, el 15 de septiembre 1858. Huérfano a los 6 años, creció con su hermana Maria, bajo los cuidados de su abuelo, orientándose hacia la carrera militar.

Adolescente, pierde la fe. Conocido por su gusto de la vida fácil él revela, no obstante una voluntad fuerte y constante en las dificultades. Emprende una peligrosa exploración a Marruecos (1883- 1884). El testimonio de fe de los Musulmanes despierta en él un cuestionamiento sobre Dios: «Dios mío, si existes, haz que te conozca ».


Regresando a Francia, le emociona mucho la acogida discreta y cariñosa de su familia profundamente cristiana, y comienza una búsqueda. Guiado por un sacerdote, el Padre Huvelin, él encuentra a Dios en octubre 1886.Tiene 28 años. «Enseguida que comprendí que existía un Dios, comprendí que no podía hacer otra cosa que de vivir sólo para El».


Durante una peregrinación a Tierra Santa descubre su vocación: seguir Jesús en su vida de Nazareth. Pasa 7 años en la Trapa, primero N.S. de las Nieves, después Akbes, en Syria. Enseguida después, él vive solo en la oración y adoración cerca de las Clarisas de Nazareth.


Ordenado sacerdote a los 43 años (1901) parte al Sahara, primero Beni-Abbes, después Tamanrasset en medio de los Tuaregs del Hoggar. Quiere ir al encuentro de los más alejados, «los más olvidados y abandonados».Quiere que cada uno de los que lo visiten lo consideren como un hermano, «el hermano universal». El quiere «gritar el evangelio con toda su vida» en un gran respeto de la cultura y la fe de aquellos en medio de los cuales vive. «Yo quisiera ser lo bastante bueno para que ellos digan: “Si tal es el servidor, como entonces será el Maestro...”?».


En el atardecer del 1° de Diciembre 1916, fue matado por una banda que rodeó la casa.


Siempre soñó compartir su vocación con otros: después de haber escrito varia reglas religiosas; pensó que esta «vida de Nazareth» podía ser vivida en todas partes y por todos. Actualmente la «familia espiritual de Charles de Foucauld» comprende varias asociaciones de fieles, comunidades religiosas e institutos seculares de laicos y sacerdotes.


Fue beatificado por Benedicto XVI el 13 de Noviembre de 2005 en la Basílica de San Pedro en Roma.


Aquí podrás ver más sobre Charles de Foucauld


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Martirologio Romano: En Montpellier, de la Provenza, en Francia, beato Juan de Verceli, presbítero, maestro general de la Orden de Predicadores, que predicó incansablemente la reverencia al nombre de Jesús (1283).

Juan nació en Vercelli alrededor del año 1205.


Cuando la historia habla de él por primera vez, tenía ya cuarenta años y era prior de los dominicos de Vercelli.


Tras haber dado pruebas de su fuerza de carácter y habilidades en varios cargos y misiones, fue elegido como sexto maestro general de la Orden de Predicadores, en 1624.


Durante diecinueve años, desempeñó ese oficio en forma muy distinguida. Juan era de estatura más bien baja (en su primera carta a sus hermanos se llama a sí mismo "pobre hombrecito") y de rostro tan alegre que, según se dice, exigía que su ayudante fuese siempre un fraile de aspecto severo e imponente.Pero su energía suplía con creces su baja estatura.


En efecto, visitó y reformó incansablemente los conventos de su orden en toda Europa, sin dispensarse jamás durante sus viajes de los ayunos eclesiásticos y de los de su orden.


Gregorio X, poco después de su elección al pontificado, confió a Juan de Vercelli y a los dominicos la tarea de hacer la paz entre los estados italianos. Tres años más tarde, el Papa pidió al beato que redactase un "esquema" para el segundo Concilio Ecuménico de Lyon.


En el Concilio conoció el Beato Juan a Jerónimo de Ascoli (más tarde Nicolás IV), quien había cedido a San Buenaventura en el cargo de general de los franciscanos. Ambos escribieron juntos una carta a sus súbditos.


Más tarde, la Santa Sede los envió como mediadores entre Felipe III de Francia y Alfonso X de Castilla. Ello no fue más que una continuación del oficio de pacificación en el que tanto se distiuguió Juan de Vercelli.


El beato fue uno de los primeros propagadores de la devoción al nombre de Jesús, que el Concilio de Lyon recomendó como acto de reparación por las blasfemias de los albigenses.


El Beato Gregorio X eligió particularmente a Juan de Vercelli como capitán de la Orden de Predicadores, para difundir esa devoción. El beato escribió inmediatamente a todos los provinciales.


Filialmente se decidió que en todas las iglesias de los dominicos hubiese un altar dedicado al Santo Nombre de Jesús y que se formasen cofradías contra la blasfemia.


En 1278, el maestro general envió a un visitador a Inglaterra, donde algunos frailes habían atacado la doctrina de Santo Tomás de Aquino, muerto recientemente.


El beato había nombrado al Doctor Angélico para ocupar la cátedra de teología en París, ya que San Alberto Magno no quiso aceptarla. Dos años más tarde, Juan de Vercelli asistió a un capítulo general en Oxford. Como su predecesor, Humberto de Romanos, el beato se negó a aceptar la dignidad episcopal y un cargo en la curia romana.


También renunció al cargo de general de la orden, pero su renuncia no fue aceptada, de suerte que ejerció ese oficio hasta su muerte, ocurrida el 30 de noviembre de 1283.


Su culto fue aprobado en 1903.




Noviembre 30




Etimológicamente significa “audaz, fuerte”. Viene de la lengua alemana.


Incluso cuando haya en el creyente dudas, la presencia del Espíritu Santo permanece, en los días apacibles como en las horas de aridez.

Dios no hace acepción de personas. A todos los quiere y llama por igual para que hagan en la vida algo concreto que ayude a los demás y se santifiquen.


Este joven nació de una familia rica y con el título de condes de Stahleck.


En esa casa acomodada surgió la vocación para cisterciense en la abadía de Schoeneau. Tuvo dificultades al principio porque no tenía ninguna clase de estudios.


Entonces, cuando sólo tenía 16 años, se fue de ermitaño a una ermita que él mismo se construyó cerca de Maguncia.


Dios le guiaba en cada instante. Por eso le vino la idea de fundar allí un monasterio de monjas cistercienses.


Se dirigió al abad cercano, y éste le envió un grupo de religiosas de la abadía de Marienhausen.

Así nació la abadía de Chumbd.


En estas circunstancias, el abad le impuso el hábito de la Orden. Pronto lo hicieron el padre espiritual de las religiosas, una vez, claro está, que se ordenó de sacerdote.


Entre estas religiosas había dos hermanas suyas.

Cayó enfermo y así estuvo durante muchos años. Todo el mundo, comenzando por las religiosas, lo consideraban un verdadero santo que vivía entre ellas.


Nadie podía suponer que muriera tan joven: a los 28 años. Fue tal día como hoy del año 1191. Lo sepultaron en la iglesia del monasterio.

Sus restos se conservan en la actualidad en la abadía de Himmerod.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



Nació en Ratisbona (Alemania). Sus padres pertenecían a la clase media. Entró como hermano no clérigo en el convento de los agustinos, y sirvió a la comunidad como carpintero, con el encargo de proveer a la casa la leña necesaria para el uso cotidiano, un modesto trabajo llevado a cabo durante años unido a una profunda vida de oración.

Pronto fue apreciado por su religiosidad, por su humildad y en particular por su ardiente devoción a la Eucaristía. Murió el 29 de noviembre de 1329.


Es una lástima que sea poco lo que se sabe de su vida. Conocemos, eso sí, algunas relaciones legendarias, como las aparecidas al inicio del siglo XX, provenientes de un manuscrito existente en la biblioteca del capítulo metropolitano de Praga, publicadas por el canónigo Dr. Podlaha. El autor, P. Hieronymus Streitel, prior de Ratisbona y cronista de la Orden a principios del siglo XVI, recoge tradiciones orales, preferentemente las ya propuestas en el retrato historiado que uno de sus inmediatos predecesores al frente de la comunidad ratisbonense, el P. Konrad Schleier, había seleccionado para decorar con ellas la tumba de Federico.


Entre ellas, la más conocida, narra cómo un día en que no pudo asistir a la misa, en el mismo lugar donde se encontraba trabajando recibió la comunión de manos de un ángel.


La carga de colorido con la que se presentan y enmarcan los hechos históricos conformidad a los gustos del tiempo, hoy hace que tales relatos sean vistos con fuertes reservas, incluso con rechazo.


Pero hay que tener en cuenta que al narrador medieval, más que la misma vida de los santos le interesaba mostrar su testimonio, y la confirmación y reconocimiento divino de su santidad mediante el milagro. Su intención era la de representar ejemplos de virtud e ideales religiosos que animaran a seguirlos.


Episodios como el expuesto atestiguan la devoción eucarística de nuestro beato y prueban el profundo efecto producido entre sus contemporáneos y la continuidad de la piadosa memoria de que fue objeto a lo largo de los siglos.


Los esfuerzos del siervo de Dios, P. Pío Keller, lograron su cometido cuando el 12 mayo de 1909, el papa Pío X ratificó el ininterrumpido culto que Federico había gozado y lo proclamó beato.



Nació en Yorkston, cerca de Barnstaple, Devonshire (bautizado el 20 de marzo de 1543 o 15444); murió en Launceston, Cornwall, el 29 Noviembre de 1577.

Era hijo de William Mayne; su tío era un sacerdote cismático que lo hizo educacar en la escuela primaria de Barnstaple.


Fue ordenado ministro protestante a la edad de dieciocho o diecinueve años. Entonces se fue a Oxford, primero a Saint Alban´s Hall, y luego a la Universidad de Saint John, donde se graduó en 1570.


Durante su permanencia en Oxford conoció al Dr. Gregorio Martin y al Beato Edmundo Champion, que era todavía protestante. Cutberto comprendió muy pronto que la verdad estaba en el catolicismo, pero no se atrevió a abandonar el protestantismo por miedo de perder cuanto tenía y quedarse en la miseria. Martin y Campion partieron al Colegio Inglés de Douai y desde allí escribieron varias veces a Cutberto para invitarle a reunirse con ellos.


En 1570,poco después de que Cutberto había obtenido la lincenciatura, una de esas cartas cayó en manos del obispo de Londres quien mandó arrestar a todos los estudiantes de Oxford cuyos nombres figuraban en ella. Cutberto estaba entonces ausente, de suerte que escapó de la prisión casi milagrosamente. Pero aquel incidente venció sus últimas resistencias: inmediatamente abjuró del protestantismo y, en 1573, ingresó en el Colegio de Douai.


Tres años después, recibió la ordenación sacerdotal y obtuvo el título de bachiller en teología.


En abril de 1576, fue enviado a Inglaterra con el Beato Juan Payne. Cutberto Mayne fue el décimo quinto sacerdote de Douai enviado a Inglaterra.


Nuestro Santo estableció su residencia en casa de Francisco Tregian, en Golden de Cornwall, donde se hizo pasar por un criado. Sabemos muy poco acerca de los ministerios de Cutberto. Lo cierto es que su presencia despertó sospechas porque un año después, el alcalde mayor, Ricardo Grenville, recorrió palmo a palmo la casa de Tregian.


El Padre Mayne fue arrestado por llevar al cuello un "Agnus Dei". También el señor Tregian fue detenido. El alcalde arrastró a Cutberto de la casa de un noble a otro. Finalmente, en Launceston le encerró en una horrible mazmorra y le encadenó a un poste del camastro.


Hacia el día de la fiesta de San Miguel, el Padre Mayne fue juzgado por varios crímenes: por haber obtenido de Roma y publicado en Golden "una facultad de absolver" a los súbditos de la reina (en realidad se trataba de un ejemplar de un ejemplar de la indulgencia del jubileo de 1575); por haber enseñado en la cárcel de Launceston que el obispo de Roma conservaba el poder espiritual sobre Inglaterra y haber dado el Señor Tregian "un objeto vano y supersticioso, vulgarmente llamado "Agnus Dei" (de lo cual no se adujo pruba alguna); y por haber celebrado la misa (pues se habían descubierto en Golden un misal, un cáliz y unos ornamentos sacerdotales). Todo ello era contrario a los estatutos de la reina.


El jurado dirigido por el fiscal Manwood, después de hablar muy largamente con el alcalde Grenville, declaró culpable al acusado, que fue condenado a muerte. Tres de los cuatro señores y los tres administradores de sus fincas fueron condenados a prisión perpetua y a la confiscación de sus bienes, por haber prestado ayuda al culpable.


Pero el segundo juez, que se llamaba Jeffrey, descontento de la forma en que se había llevado el proceso, consideró que el caso fuera estudiado nuevamente por todo el cuerpo judicial en Serjeants´Inn. Los jueces no lograron ponerse de acuerdo; pero, aunque la mayoría opinaba como Jeffrey, el Consejo Privado determinó que se ejecutase la sentencia para que sirviese de escarmiento a los sacerdotes que pasaban del continente a Inglaterra.


La víspera de la ejecución, se ofreció la libertad al Padre Mayne, a condición de que jurase la supremacía espiritual de la reina.


El beato pidió una Biblia, la besó y dijo: "La reina no ha sido ni será nunca la cabeza de la Iglesia en Inglaterra."


Fue conducido en un trineo al sitio de la ejecución y no se le permitió dirigir la palabra a la multitud desde el patíbulo. Como las autoridades tratasen de arrancarle una confesión contra el señor Tregian y su cuñado, Sir John Arundell, el Padre Mayne declaró: "Lo único que sé sobre ellos es que son hombres buenos y piadosos. El único que estaba al tanto de mi ministerio sacerdotal era yo mismo." El santo fue descuartizado vivo, pero probablemente ya había perdido el conocimiento cuando los verdugos enpezaron a desentrañarle.


Cutberto Mayne fue uno de los mártires beatificados por León XII. Su fiesta se celebra en Plymouth y algunas otras diócesis de Inglaterra. Las carmelitas de Lanherne poseen una importante reliquia del cráneo del santo; procede de Launceston, donde fue expuesta la cabeza después de la ejecución. Francisco Tregian fue desposeído de sus vienes y estuvo en diversas prisiones durante casi treinta años. Murió en Lisboa en 1608 y a sus reliquias se atribuyeron varios milagros. "Es de notar que ninguno de aquellos a los que el Padre Mayne reconcilió con la Iglesia, apostató de la fe católica, sin duda porque la habían conocido gracias a tan excelente maestro."


Pablo VI lo canonizó en 1970 como uno de los cuarenta mártires de Inglaterra y Gales.


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Saturnino de Tolosa, Santo
Saturnino de Tolosa, Santo

Obispo y Mártir

Noviembre 29






La ciudad de Toulouse, en el Languedoc francés, muestra con orgullo su magnífica e impresionante catedral —joya del románico— de Saint-Sernin. Tiene cinco naves, vasto crucero y un coro deambulatorio con capillas radiadas.


San Saturnino —nuestro conocido y tantas veces cantado Sanserenín de las canciones y juegos infantiles— fue el primer obispo de esta parte de la Iglesia.


No se conoce nada anterior a su muerte. Todo lo que nos ha llegado es producto del deseo de ejemplarizar rellenando con la imaginación y la fantasía lo que la historia no es capaz de decir. A partir de unos relatos probables se suman otros y otros más que lo van adornando como descendiente de familia romana — el nombre es diminutivo del dios romano Saturno— culta, adinerada, noble e incluso regia hasta llegar a las afirmaciones de Cesareo de Arlés que, nada respetuoso con la cronología, lo presenta candorosamente como oriundo de Oriente, uno más de los discípulos del Señor, bautizado por Juan Bautista, presente en la última Cena y en Pentecostés. Ciertamente es el comienzo de la literatura legendaria.


Lo que consta es que la figura está enmarcada en el siglo III, en tiempos de la dominación romana, después de haberse publicado, en el año 250, los edictos persecutorios de Decio, cuando la zona geográfica de Tolosa cuenta con una pequeña comunidad cristiana pastoreada por el obispo Saturnino que por no caer en idolatría, quemando incienso a los dioses, sufre el martirio de una manera suficientemente cruel para que el hecho trascienda los límites locales y la figura del mártir comience a recibir culto en el interior de las Galias, en la ribera mediterránea y pase también los Pirineos hacia España.


En tiempos posteriores, facilita la extensión de esta devoción el hecho de que el reino visigodo se prolongue hasta España lo que conlleva el transporte de datos culturales; también el peregrinaje desde toda Europa a la tumba el Apóstol Santiago en Compostela hace que los andariegos regresen expandiendo hacia el continente la devoción saturniniana, al ser Tolosa un punto de referencia clásico en las peregrinaciones, y con ello los peregrinos entran en contacto con las reliquias del mártir.


El martirologio romano hace su relación escueta en estos términos: "En Tolosa, en tiempo de Decio, San Saturnino, obispo, fue detenido por los paganos en el Capitolio de esta villa y arrojado desde lo alto de las gradas. Así, rota su cabeza, esparcido el cerebro, magullado el cuerpo, entregó su digna alma a Cristo".


Los relatos siguientes lo presentan atado con cuerdas a un toro que estaba dispuesto para ser sacrificado y que lo arrastra hasta dejarlo muerto y destrozado. Dos valientes cristianas —Les Saintes-Puelles— recogen su cuerpo y lo entierran cerca de la ruta de Aquitania.


El obispo Hilario hizo construir sobre la tumba de su antecesor una pequeña basílica que reformó san Exuperio en el siglo V y que destruyeron los sarracenos en el 711. Edificada lentamente durante el siglo XI, la consagró en papa Urbano II el año 1096 para que, en el 1258, el obispo Raimundo de Falgar depositara en su coro los restos de san Saturnino.

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