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Nació en Antequera, diócesis de Málaga (España), el 30 de junio de 1834. Sus padres, Salvador González García y Juana Ramos Prieto, buenos cristianos y de elevada posición social, la llevaron a bautizar al día siguiente de su nacimiento a la parroquia de Santa María la Mayor de la ciudad.

Carmencita, la sexta de los nueve hijos que llegaron a adultos, destacó pronto por su simpatía, inteligencia, bondad de corazón, sensibilidad y entrega a las necesidades ajenas, piedad, amor a la Eucaristía y a la santísima Virgen. Fue una niña y joven encantadora, que se distinguió por hacer felices a cuantos la rodeaban; supo poner paz y hacer el bien ante las necesidades ajenas.


Llegó a la juventud con una personalidad tan definida, que suscitaba la admiración de todos los que la conocían. Así entró por los caminos difíciles que la Providencia le fue marcando. Con un profundo deseo de seguir la voluntad de Dios en su vida, la buscó en la oración, la reflexión y la dirección espiritual.


Tuvo que afrontar serias dificultades a la hora de las grandes opciones de la vida: primero, la oposición de sus padres ante un posible matrimonio contrario a las garantías que don Salvador deseaba para su hija; más tarde, ante el propósito de ingresar en las Carmelitas Descalzas, disgusto, contrariedad y nueva oposición de los suyos. Carmen se mantuvo firme, poniendo su fe y su confianza en Dios. Don Salvador veía que Carmen tenía algo especial, que no era como todas; por ello repetía frecuentemente: "Mi hija es una santa".


Al fin, a impulsos del amor que fuertemente latía en su corazón, pero no a ciegas sino convencida de que Dios lo quería y la llamaba a una misión, Carmen, a los 22 años, salta todos los obstáculos y contrae matrimonio con Joaquín Muñoz del Caño, once años mayor que ella, cuya conducta tanto preocupaba, y con razón, a don Salvador.


Aquel matrimonio fue la piedra de toque para descubrir el temple espiritual, la fortaleza y la capacidad de amor de Carmen. Comulgaba diariamente; de la Eucaristía sacaba fuerza, entereza, caridad y sabiduría para penetrar, con la profundidad con que lo hacía, el sentido de la vida espiritual.


Cuidó la vida de matrimonio; siguió visitando y socorriendo a los necesitados y enfermos, en sus casas o en el hospital, y llevándoles, junto con el don material, consuelo y luz para el alma, comprensión para sus sufrimientos y alimento para soportar una vida dura llevada en la escasez de lo imprescindible. Socorros que prestaba personalmente y asociada a la Conferencia de san Vicente de Paúl, a la que perteneció.


Don Joaquín, el esposo, con sus rarezas, sus celos y sus intemperancias, hizo sufrir mucho a Carmen. Ella jamás dejó escapar una crítica, una queja o un comentario de reproche en contra de su marido, ni siquiera cuando entregó sus propios bienes para salvarlo de una penosa situación. Las personas más cercanas a la casa compadecían el sufrimiento de Carmen, pero sobre todo admiraban su virtud.


Después de veinte años de paciente espera, de amor, de oración y de penitencia, vio cumplida su esperanza y compensados sus sacrificios con la conversión de su esposo. Más tarde se le oiría repetir: "Todos mis sufrimientos los doy por bien empleados con tal que se salve un alma".


Cuatro años de "vida nueva" confirmaron la autenticidad de la conversión y preparación de don Joaquín para su salida de este mundo. Con su muerte, terminó la misión de esposa de doña Carmen, pero, hecha para cosas grandes, tenía que iluminar otra faceta de la vida. Ya viuda, sedienta de "Absoluto", se entregó más plenamente a Dios. Animada por el espíritu franciscano, profundizaba cada vez más el sentido de fraternidad universal, de pobreza y de amor a la humanidad de Cristo. La Tercera Orden franciscana seglar, a la que pertenecía, admirada por su virtud, piedad y dedicación a los necesitados, la eligió maestra de novicias.


No tuvo hijos; pero ello no le impidió tener un corazón de madre siempre disponible para los que la necesitaban. Una y otra vez se preguntaba: ¿Puedo hacer algo por ellos? Con realismo, empezó por donde le era posible. Hizo un ensayo de colegio en su casa y prosiguió sus visitas a los pobres y enfermos.


Incansable, tuvo valor para decir otra vez al Señor, como en sus años jóvenes: ¿Qué quieres que haga? Consultó, reflexionó, oró. Ayudada por su director espiritual, el capuchino fray Bernabé de Astorga, el 8 de mayo de 1884 fundó el instituto religioso de las Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones.


Atrás quedaba como estela luminosa la ejemplaridad de su vida seglar como joven, esposa y viuda. Con un gran peso de madurez y de virtud probada, afrontó como fundadora los inicios de una obra en la Iglesia. La madre Carmen fue siempre un modelo de religiosa.


La Congregación, dentro de la familia franciscana, tiene unas notas peculiares y una espiritualidad propia, basada en el misterio del amor del Corazón de Cristo y en la fidelidad al Corazón de María. De estas fuentes sacaba la madre Carmen inspiración para acercarse a quienes la necesitaban, y para impulsar y orientar la fuerza apostólica de la Congregación hacia la educación de la infancia y la juventud, el cuidado y la asistencia de los enfermos, ancianos y necesitados, con un estilo que recuerda el de san Francisco de Asís: "Sin apagar el espíritu".


La madre Carmen vio aumentar la Congregación en número de hermanas y de casas, que se extendían por la geografía española en Andalucía, Castilla y Cataluña. Como obra de Dios, tenía que ser probada y lo fue en la persona de su fundadora. Dificultades, humillaciones e incomprensiones, tanto más dolorosas cuanto de procedencia más cercana, recayeron sobre la madre Carmen sin arredrarla. Quien la conoció a fondo, pudo decir: "Esta mujer tiene más fe que Abraham".


Cada golpe de la tribulación la fue introduciendo en el misterio de Cristo muerto y resucitado por la salvación del mundo. Por eso, decía a las hermanas: "La vida del Calvario es la más segura y provechosa para el alma". Con esta actitud serena de abandono en las manos de Dios se ocupaba de los asuntos de la Congregación. Llegó a abrir hasta once casas; su interés por todas y cada una de las hermanas fue constante.


Si toda su vida estuvo orientada a Dios, en la recta final aceleró el paso; hablaba mucho del cielo. Así, desprendida de todo, mirando la imagen de la Virgen del Socorro, murió en el convento de Nuestra Señora de la Victoria, en Antequera, primera casa de la Congregación, el 9 de noviembre de 1899.


Superó con una altura espiritual extraordinaria todas las situaciones que la vida puede presentar a una mujer: niña y joven piadosa, alegre y caritativa; esposa entregada a Dios y fiel a su marido, sin escatimar esfuerzos en los largos años de su difícil matrimonio; viuda magnánima y de profunda espiritualidad; y religiosa ejemplar consagrada al Señor.


Todas las etapas de su vida parecen tener un denominador común: profunda raíz en el amor de Dios, y firme voluntad de crear comunión en cuantos la rodeaban. Su congregación de Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones traduce la fraternidad franciscana en sencilla y abnegada vida de familia, confiada siempre en la providencia del Padre y atenta al Espíritu que la mantiene en verdadera unión.


Fue beatificada el 6 de mayo del 2007, el Delegado de S.S. Benedicto XVI para esta celebración fue el cardenal J. Saraiva Martins.


Texto reproducido con autorización de Vatican.va



Recordamos a cuatro hermanos mártires: Severo, Severino, Carpóforo y Victorino, que vivieron en la última parte del siglo III y a comienzos del IV.

Servían como militares al emperador Diocleciano, pues gozaban de gran reputación como soldados, y tenían puesto honoríficos en la corte. Además, eran cristianos y no ocultaban su condición de tales; asistían a las reuniones y a los oficios divinos, generalmente realizados en las catacumbas, socorrían a los pobres y visitaban a los presbíteros.


En el año 304, Diocleciano decreto que todos los súbditos del Imperio sacrificasen públicamente a los dioses. Se desató de este modo, con mayor furor, la persecución contra los seguidores de Cristo, y prontamente los cuatro santos fueron apresados. Como se negaron a prestar juramento a los dioses, fueron llevados delante del ídolo de Esculapio y amenazados de muerte si no le rendían culto.

Los cuatro gritaban: "¡Es un falso Dios!".

Fueron azotados cruelmente, pero ellos continuaron gritando: "¡Nuestro Dios es Jesucristo!"


Se los sometió a toda clase de tormentos. Y así, entregaron su vida. Diocleciano ordenó que sus cuerpos fuesen arrojados a la plaza, para que sirvieran de alimento a los perros.

Afirma la tradición que transcurridos cinco días, ningún perro se les acercó, poniendo de manifiesto que los hombres eran más crueles que las bestias. Los cristianos, en secreto les dieron sepultura en una arenal.

Sus restos están ahora en la iglesia que lleva el nombre de los Santos Coronados, en Roma.

Los santos mártires Claudio, Nicóstrato, Sinforiano, Castor y Simplicio, cuyo recuerdo celebra la Iglesia también hoy, padecieron en la misma persecución y fueron sepultados en el mismo cementerio.


Éstos cinco eran escultores de profesión y se negaron a esculpir una estatua del dios Esculapio, para no dar lugar a idolatría. Diocleciano mandó que fuesen azotados, sus cuerpos se colocaron en cajones y arrojados al río.

No es seguro que este hecho haya ocurrido en Roma o que en realidad ocurrió en Panonia (actual Hungría).

No obstante sus restos descansan también en la iglesia de los Santos Coronados, en Roma.


Espíritus sublimes,

¡oh mártires gloriosos!,

felices moradores

de la inmortal Sión,

rogad por los que luchan

en las batallas recias,

que alcancen la victoria

y eterno galardón.


¡Oh mártires gloriosos

de rojas vestiduras,

que brillan con eternos

fulgores ante Dios!

Con vuestro riego crezca

de Cristo la semilla,

y el campo de las mieses

se cubra ya en sazón. Amén.


Himno de la Liturgia de las Horas



Martirologio Romano: En Dijon, en Francia, beata Isabel de la Santísima Trinidad Catez, virgen, de la Orden de las Carmelitas Descalzas, que desde niña anheló buscar en lo profundo de su corazón el conocimiento y la contemplación de la Trinidad, y afligida por muchos sufrimientos, todavía joven continuó caminando, como siempre había soñado, «hacia el amor, hacia la luz y hacia la vida». ( 1906)

Etimológicamente: Isabel = "juramento de Dios". Viene de la lengua hebrea.



Una mañana del 18 de Julio de 1880 nace en un campo militar de Avor, cerca de Bourges (Francia). Su familia está inquieta porque los médicos han dicho que el bebé no podrá salvar su vida. María Rolland, su mamá, espera su primera hija. Todos rezan y se ofrecen misas por la nueva criatura. En contra de todos los pronósticos la niña llega a este mundo “muy hermosa y vivaracha”. Cuatro días después, el 22 de julio, es bautizada con el nombre de Isabel Josefina.

La señora Catez se ha dado cuenta del talento musical de su hija. La inscribe en el Conservatorio a los siete años. Isabel pasa muchas horas en el piano. No va a la escuela porque las instituciones del estado son demasiado laicas, en cambio recibirá la formación más elemental en casa.


El 19 de abril de 1891 es la Primera Comunión. Sus cartas nos revelan la experiencia de ser amada y darse. “Este gran día nos hemos dado por completo el uno al otro” (C 178). Gozo, alegría, saciedad, plenitud, belleza, música interior…son las realidades que siente en su corazón.


También los santos tienen vacaciones. Estamos en el verano de 1894, las Catez marchan a Carlipa, allí visitan a sus tías. Isabel siempre recodará el espectáculo cósmico de los Pirineos:”¿Te acuerdas de nuestros paseos por la sierra durante la noche, a la luz de la luna, mientras escuchábamos las alegres campanadas? ¡Oh, tía, qué bello estaba el valle a la luz de las estrellas, esa inmensidad, ese infinito, todo me hablaba de Dios” (C 139).


Así era Isabel humana y divina, centrada en el interior y viviendo las alegrías de la vida. Con frecuencia participaba en veladas y bailes que organizaban las familias militares. En estos lugares la joven Isabel quiere ser como el sol que irradia su luz.


El 2 de agosto de 1901 entra en el Carmelo. Una vida dedicada por entero a la oración. Una comunidad de hermanas que viven el ideal de santa Teresa. Una sencillez en el uso de las cosas y en el trato con las personas. Un ideal apostólico que amplía sus horizontes al mundo entero. El Epistolario refleja de una forma maravillosa sus primeras impresiones. “No encuentro palabras para expresar mi dicha”, “aquí ya no hay nada, sólo Él…Se le encuentra en todas partes, lo mismo en la colada que en la oración” (C 91).


El 11 de enero de 1903, domingo y fiesta de la Epifanía, ante la comunidad carmelitana de Dijon, Isabel pronuncia sus votos religiosos. Se siente invadida por Dios, por su abundante gracia, un derroche.


Sus experiencias religiosas son alimentadas por sus lecturas. El Nuevo Testamento tiene un lugar privilegiado en su mundo espiritual, muy especialmente las cartas de san Pablo, a quien llamará “padre de su alma”. Las páginas de san Juan de la Cruz han ejercido una influencia considerable en el camino de la unión con Dios.


El año 1904 es muy significativo. El 21 de noviembre Isabel lo pasa ante el Santísimo. Por la noche redacta una oración, que es expresión de su entrega al Dios Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dice así:


“¡Oh, Dios mío, Trinidad a quien adoro! Ayudadme a olvidarme enteramente para establecerme en Vos, inmóvil y tranquila, como si mi alma estuviera ya en la eternidad. Que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de vos, ¡mi Inmutable!, sino que cada minuto me haga penetrar más en profundidad de vuestro misterio. Pacificad mi alma, haced de ella vuestro cielo, vuestra morada amada y el lugar de vuestro reposo. Que no os deje allí jamás solo, sino que esté allí toda entera, completamente despierta en mi fe, en adoración total, completamente entregada a vuestra acción creadora”.


Ella ha descubierto su vocación en la Iglesia: ser para Dios “una alabanza de gloria” (Ef 1,6). Hasta tal punto que esta mística francesa lo toma como un nombre simbólico, laudem gloriae, “alabanza de gloria”.


Los días 7 y 8 de noviembre está en silencio. Las últimas palabras que le oyeron sus hermanas de comunidad fueron: “Voy a la Luz, al Amor, a la Vida”. En el amanecer del 9 de noviembre de 1906, deja de respirar, la ciudad de Dijon está tranquila. Las que estaban allí presentes se dan cuenta que Isabel ha emprendido el viaje a la Trinidad que tanto amó en la tierra y como un profeta nos llama a cada uno a disfrutar de su Presencia en lo cotidiano de la vida.


Fue beatificada el 25 de noviembre de 1984.




Si tiene información relevante para la canonización de la Beata Isabel, escriba a:

Carmel de Dijon

Flavignerot

21160 Marsannay-la-Côte, FRANCIA.


¡Felicidades a las que llevan este nombre!











Godofredo de Amiens, Santo
Godofredo de Amiens, Santo

Monje

Noviembre 8






Etimológicamente significa “paz de Dios”. Viene de la lengua alemana.


En junio de 2002 se habla mucho de la Convención Europea como una forma de llegar a su propia identidad, teniendo en cuenta las raíces de su pasado...Hay que tener confianza en los valores de la solidaridad, la subsidiaridad y la transparencia...La libertad religiosa debe ser reconocida a nivel de la Comunidad Europea.


Vino al mundo en el año 1066 en Soissons y murió aquí mismo en 1115.


De joven vio que su vocación se inclinaba por ser monje. A los 30 vivía muy feliz como un sencillo religioso en la abadía de Mont-Martin.


En pocos años supo darle prosperidad a la abadía y a todos los alrededores.


Cuando el arzobispo se enteró de quién era este monje, le ofreció que se hiciera cargo de la abadía de san Remigio, la más importante de su diócesis.


Godofredo le contestó diciéndole que no quería. De hacerlo, sería como un hombre que deja a su mujer para irse con otra más guapa.


No obstante, se pensó el tema de la obediencia y, al final, aceptó no ser abad sino obispo de Amiens.


Proveniente de una vida monacal, forjada en la austeridad, empezó por reformar al clero que estaba sumido en la simonía y no administraba los sacramentos. Una gran degradación moral y religiosa.


Y no solamente quiso reformar al clero, sino que también se puso duro con los señores que acampaban por sus fueros.


Estos últimos se unieron para hacerle la vida imposible. Se encontró de pronto sin amigos.


Por eso, una noche salió huyendo a la Cartuja para esconderse y vivir en paz.


Lo encontraron y le obligaron a volver a la diócesis. Pero estaba ya extenuado de fuerzas y murió poco después en la abadía de San Crispín de Soissons.



El Papa Adeodato I, o Deusdedit, fue pontífice en un momento en que se empezaba a sentir cada vez más claro y fuerte el sentimiento de intolerancia y de independencia hacia el poder bizantino.

Hubo levantamientos en Rávena, en Nápoles y en la misma Roma. Los territorios gobernados por los Lombardos. por lo contrario, gozaban de cierta tranquilidad.


Pocas son las noticias históricas: hijo del subdiácono romano Esteban, fue durante cuarenta años sacerdote en Roma antes de suceder en la cátedra pontificia al Papa Bonifacio IV el 19 de octubre del 615.


Murió en noviembre del 618, amado y llorado por los romanos, que pudieron apreciar el buen corazón durante las grandes calamidades que atormentaron a Roma durante los tres años de su pontificado: el terremoto, que dio el golpe de gracia a los marmóreos edificios del Foro, ya desbastados por las continuas invasiones de los bárbaros, y una terrible epidemia llamada elefancía.


Fue el primer Papa que estableció con testamento donaciones para distribuir al pueblo con ocasión de los funerales del sumo pontífice. En Roma el Papa no sólo era el obispo y el pastor espiritual, sino también el guía civil, el juez, el supremo magistrado, el que garantizaba el orden. A la muerte de todo pontífice los romanos se sentían sin protección, expuestos a las invasiones de los bárbaros nórdicos o a las venganzas del imperio de Oriente. La teoría medieval de los "dos soles", el Papa y el emperador, que deberían gobernar unidos al mundo cristiano, no era aceptada en Constantinopla.


El Papa Adeodato se demostró un hábil mediador y paciente interlocutor con el otro "sol" que en realidad de verdad fue muy poco solícito con Italia, excepción hecha de la vez que envió al exarca Eleuterio a dominar la revolución de Ravena y de Nápoles. Fue la única ocasión en que el Papa Adeodato, ocupado en aliviar la suerte de los habitantes de Roma por las calamidades ya referidas, tuvo un contacto, aunque indirecto, con el emperador.


Tuvo fama de ser un taumaturgo: curaba las formas más graves de peste con sólo apoyar sus labios sobre las llagas inmundas de los enfermos. Baronio pone en el Martirologio Romano un episodio que confirma la fama de santidad que rodeaba al venerable pontífice "dado por Dios" (como dice la etimología del nombre) como guía de los cristianos en una época tan atormentada: durante una de sus visitas a los enfermos, los más abandonados, esto es lo más atacados por la terrible enfermedad de la lepra, habría curado a uno de estos infelices después de haberlo abrazado y besado cariñosamente.


El Liber pontificalis, recordando dos hechos de su pontificado, afirma que Adeodato amó mucho a su clero, al que defendió respecto del clero monástico o regular, privilegiado desde cuando Gregorio Magno les había confiado a los monjes importantes cargos en el apostolado misionero y en la misma organización eclesial. El segundo hecho se refiere a la facultad de celebrar una segunda misa el mismo día (binación).


De él se conoce el sello de plomo con el que solía marcar los documentos oficiales: el Buen Pastor entre las ovejas y los símbolos cristológicos de alfa y omega. Fue el primero que lo usó. Su forma es redonda, grande como una moneda y en latín se llama bulla, de la que deriva bula. Dejó un regalo de plata a cada clérigo presente en sus funerales.



Sacerdote, doctor sutil y mariano (1265‑1308). Juan Pablo II aprobó su culto el 20 de marzo de 1993.

Juan Escoto nació en Duns, en Escocia, hacia 1265, entró en la Orden de los Hermanos Menores hacia 1280 y fue ordenado sacerdote el 17 de abril de 1291. Completó los estudios entre 1291 y 1296 en París.


Luego enseñó en Cambridge, Oxford y París, como bachiller, comentaba las “Sentencias” de Pedro Lombardo.


Tuvo que abandonar la universidad, por no haber querido firmar una apelación al Concilio contra Bonifacio VIII, promovida por Felipe el Hermoso, rey de Francia.


Regresó allí el año siguiente para obtener el doctorado, con una carta de presentación del Ministro general de la Orden, Padre Gonzalo Hispánico, que había sido su maestro, en la cual lo recomendaba como plenamente docto “sea por la larga experiencia, sea por la fama que se había extendido por todas partes, de su vida laudable, de su ciencia excelente y del ingenio sutilísimo” del candidato.


A fines de 1307 Juan Duns Escoto estaba en Colonia, donde enseñó. Quizás no hay doctor medieval más sobresaliente que este franciscano escocés, que estudió en Oxford, enseñó en París, fue expulsado por Felipe el Hermoso porque no quiso firmar la apelación antipapal y murió en Colonia, a la edad en que los otros filósofos comienzan a producir, como si la llama del pensamiento le hubiese quemado la juventud.


El título de “Doctor Sutil” que le dieron, dice toda su sublimidad. Sus teorías sobre la Virgen y sobre la encarnación obtienen después de siglos la confirmación en el dogma de la Inmaculada Concepción y en el culto a la realeza de Cristo.


Elabora el misticismo pensante de San Buenaventura. Escoto es un metafísico y un teólogo.


Empleó su agudeza de ingenio en la sistematización de los grandes amores de San Francisco: Jesucristo y la Virgen Santísima. La posteridad también lo ha llamado “Doctor del Verbo Encarnado” y “Doctor Mariano”.


Tuvo numerosos discípulos y muy pronto llegó a ser y siguió siendo el jefe de la escuela franciscana, que se inició con el Beato Alejandro de Hales, se desarrolló con San Buenaventura, doctor Seráfico de la Iglesia, y llegó a su culminación en el Beato Juan Duns Escoto.


Su doctrina está en perfecta armonía con su espiritualidad.


Después de Jesús, la Virgen Santísima ocupó el primer puesto en su vida. Duns Escoto es el teólogo por excelencia de la Inmaculada Concepción.


El estudio de los privilegios de María ocupó un puesto importantísimo en su vida. En una disputa pública, permaneció silencioso hasta que unos 200 teólogos expusieron y probaron sus sentencias de que Dios no había querido libre de pecado original a la Madre de su Hijo.


Por último, después de todos, se levantó Juan Duns Escoto, tomó la palabra, y refutó uno por uno todos los argumentos aducidos contra el privilegio mariano; y demostró con la Sagrada Escritura, con los escritos de los Santos Padres y con agudísima dialéctica, que un tal privilegio era conforme con la fe y que por lo mismo se debía atribuir a la gran Madre de Dios. Fue el triunfo más clamoroso en la célebre Sorbona, sintetizado en el célebre axioma: “Potuit, decuit, ergo fecit (Podía, convenía, luego lo hizo)”.


En Colonia, donde enseñaba, murió el 8 de noviembre de 1308.



(1706‑ 1745), Virgen de la Segunda Orden. Beatificada por Juan Pablo II el de 10 de octubre de 1993.

Isabel María nació en Venecia, hija de Pedro Satellico y Lucía Mander, el 31 de diciembre de 1706, se educó al lado de sus padres y un tío sacerdote. De salud débil pero especialmente dotada para la música y el canto, y gran disposición para la oración.


Recibida entre las Clarisas de Ostra Vetere como educanda prestó servicio como directora del canto y organista. A los 19 años de edad fue recibida al noviciado y tomó el nombre de María Crucificada, por su devoción a la Santísima Virgen y a la Pasión de Cristo.


A la sublime contemplación unía gran austeridad y penitencia, con las cuales se hacía más plenamente partícipe de la Pasión del Señor. Su ideal fue la perfecta conformación a Cristo Crucificado, unida a la caridad para con el prójimo, y una filial devoción a la Santísima Virgen. Elegida abadesa, se distinguió por su solicitud para con las hermanas y con los pobres.


Murió el 8 de noviembre de 1745.



Etimológicamente significa “fuerte en el combate”. Viene de la lengua alemana.

El joven Ernesto, muerto en el año 1147, vivió de lleno en la época de la primera cruzada (1099).


Fue ella la que permitió abrir nuevos caminos para los Lugares santos a todos los peregrinos.


Y además, permitió la fundación de cuatro pequeños estados cristianos en tierras del Islám: Jerusalén, Antioquía, Edesa y Trípoli.


Sin embargo, desde 1144, la caída de Edesa mostró que los musulmanes podían volver a coger lo que los franceses les habían arrebatado anteriormente, incluida Jerusalén.


Esto dio lugar a la segunda cruzada (1147-1149).


Se sabe por la historia que fue un desatino.


De los 200.000 hombres y mujeres que partieron para el Oriente, volvieron sólo algunos miles.


Ernesto de Steisslingen fue uno de ellos. En su juventud entró de monje en la abadía de Zwiefalten, que da al bello lago de Constanza.


Lo eligieron abad durante cinco años para dirigir humana y espiritualmente a los sesenta y dos monjes que la habitaban.


Al término de su mandato, se marchó de nuevo a la cruzada con el ejército alemán, comandado por el emperador Conrado III.


Cuando se despidió de sus hermanos religiosos, les dijo: "Creo que no volveré a veros en esta tierra, pues Dios me concederá que vierta mi sangre por él. Poco importa la muerte que me reserva, si me permite sufrir por el amor de Cristo".


Sus predicciones se cumplieron. Y desde entonces no se supo nunca cómo y dónde murió.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com




Fundador

Noviembre 7




Etimológicamente significa “floreciente”. Viene de la lengua latina.


Dice Isaías: “ Buscad al Señor, él se dejará encontrar pues es grande su perdón”.


Como estás viendo por el Santoral, hay santos de todas las condiciones sociales. La santidad es un deber de todo creyente.


Florencio pertenecía a una de las familias más ilustres de Irlanda.


Había oído hablar de Jesús. Y sin pensárselo dos veces, emprendió camino hacia Francia.


La razón no era otra que sabía que existían buenos maestros en la fe del Resucitado.


Se preparó a fondo para recibir el bautismo y hacerse cristiano. Se dio perfecta cuenta deque Dios lo llamaba a que comenzara el sendero de la santidad.


Ya establecido en Francia, construyó una ermita en Alsacia muy cerca del río Hazle, en los Vosgos.

Allí se pasaba el día haciendo oración de contemplación antele bello paisaje que le brindaba la naturaleza.


Poco a poco la gente se fue enterando de que allí había un ermitaño con fama de santidad.


El mismo rey Dagoberto iba a menudo a esta región. Se enteró de los prodigios que hacía el solitario irlandés.


Tras haber hablado con él, le nombró obispo de Strasburgo. Era un privilegio que tenían entonces algunos reyes cristianos.


No quería aceptar, pero al fin cedió por los intensos ruegos del monarca.


Y dice su biografía que lo hizo tan bien que se convirtió en el padre y guía de todos sus feligreses.


Fundó el monasterio de Haselach y la colegiata de santo Tomás, que fueron dos centros de verdadera espiritualidad. Murió en el año 693.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



Cuando los godos tomaron la ciudad de Perugia, después de siete años de sitio, el rey Totila condenó al obispo Herculano a una muerte terrible, ya que los verdugos debían arrancarle tiras de piel desde la cabeza hasta los pies antes de decapitarle.

El encargado de ejecutar la tortura fue suficientemente humano para cortarle la cabeza antes de haberle arrancado toda la piel. Era el año 547 de nuestra era.


El cuerpo del mártir fue arrojado en las afueras de la ciudad. Los cristianos se apresuraron a sepultar el cadáver junto con la cabeza.


San Gregorio el Grande afirma que, cuando lo desenterraron para trasladarlo a la iglesia de San Pedro, cuarenta días después, la cabeza estaba unida al tronco como si nunca hubiese sido cortada.


Sobre el santo que nos ocupa, se tiene el dato cierto de que un joven que buscó refugio en Perugia, cuando todos tomaron Tifernum (Cita di Castello), recibió allí la ordenación sacerdotal de manos de San Herculano. Posteriormente, aquel sacerdote fue el obispo de Tifernum y fue canonizado como San Florindo, a quien se conmemora el 13 de este mes.


Los habitantes de Perugia veneran también a otro San Herculano obispo de dicha ciudad. Según se dice, era un sirio que había ido a Roma, de donde fue enviado a evangelizar Perugia. Ahí murió martirizado. Probablemente los dos Herculanos se identifican.











Severo, Santo
Severo, Santo

Noviembre 6

Mártir


Quizá fue por estas tierras donde se cumplió el deseo de San Pablo puesto por escrito de venir a evangelizar España. El caso es que desde los primeros tiempos cristianos se cuenta con una hermosa comunidad de fieles de Jesucristo en la romana provincia tarraconense. Es un colectivo abundante y bien cuidado que ya cuenta con mártires, desde la persecución de Valeriano, como San Fructuoso.


A San Severo se le sitúa concretamente, en Barcelona.


No tenemos datos sobre su nacimiento e infancia. También se desconocen testimonios históricos de su acción pastoral, de su muerte y de su sepultura. Algún historiador ha llegado a negar, por estos motivos, incluso la existencia de San Severo.


Se conocen las actas de su martirio redactadas en tiempo posterior y con añadiduras e interpolaciones, habituales en este tipo de relatos de mediados del siglo VI. Es frecuente encontrar mezclas de elementos que bien pueden ser adecuados a la veracidad de los hechos con otros elementos apócrifos provenientes del cariño, respeto y simpatía con que los creyentes adornan con imágenes que, provenientes de la fantasía —por una parte convincentes y por otra parte ejemplarizantes—, acercan al momento presente la personalidad del modelo del que se habla. Se incluyen en este tipo de relato aderezos que pretenden resaltar la Providencia de Dios complacido en la actitud decidida hasta la muerte del mártir o del santo.


Al relator nos atenemos.


La época del acontecimiento está situada durante la persecución de Diocleciano, soliviantado por el césar Galerio, que se propone, para depurar el ejército, eliminar del imperio el nombre cristiano. El presidente Daciano, que centra su atención en quienes hacen cabeza para escarmiento del pueblo, ha tomado muy a pecho la orden de exterminio.


San Severo es obispo de Barcelona por el año 300. Se le conoce como un pastor entregado ejemplar y completamente a su rebaño que ha sabido distinguirse por su celo y fidelidad a la fe. Sabe que las órdenes de Daciano son tajantes en lo que atañe a poner por obra los edictos del emperador. Piensa en un primer momento esconderse para seguir ayudando a los fieles desde la clandestinidad y pasa al Castro Octaviano, al otro lado de la montaña. En su marcha se encuentra con Emeterio, que siembra sus tierras y a quien reconoce como cristiano. El obispo le anima a perseverar en la fe aún en la persecución presente, encargándole de decir la verdad a sus perseguidores, en el caso de que se presenten.


Al separarse —cándida narración—, Dios interviene haciendo que las habas del campo recién sembrado crezcan y se pongan en flor. Al acercarse los soldados pidiendo información a Emeterio, él les dirá: "ha pasado por aquí" y, cuando le pregunten por el tiempo contestará enfáticamente: "cuando sembraba estas habas". El buen cristiano no ha querido ofender a Dios con la mentira, ha obedecido a su obispo, y, al mismo tiempo, ha puesto los recursos humanos para salvar la vida del fugitivo. Pero nada de esto impide que los soldados, furiosos, se sientan burlados, lo apresen y lleven ante el tribunal del presidente.


El obispo Severo, acompañado de otros sacerdotes, ha tomado la decisión de presentarse voluntariamente a los romanos.


Donde hoy es San Cugat, son decapitados los sacerdotes acompañantes del obispo y Emeterio; se espera la claudicación de Severo obispo a la vista de tanta atrocidad. Ante su pertinaz resistencia en la tortura y en los azotes con látigos emplomados, un verdugo coloca un clavo en su cabeza y otro sayón la atraviesa de un mazazo.


Bien hacen los barceloneses en honrar hoy la memoria de este obispo santo en la conocidísima y barroca Iglesia de San Severo, cercana a la catedral. Antes que ellos, ya le tuvo devoción el rey Fernando el Católico y, antes aún, el rey Martín de Aragón fue curado de gangrena en una pierna próxima a la amputación.



Etimológicamente significa “madre de la tierra”. Viene de la lengua eslava y griega.

En tu mesa, el espíritu de fiesta trasluce de sencillez. El compartir hace de tu hogar un lugar de paz, un lugar de bondad.


San Demetrio vivió en el siglo X. Su veneración es muy grande en la isla de Chipre, en la que fue obispo.

Su nombre es de claro origen pagano. Demetria es la “madre tierra” de los griegos.


Pero este nombre se bautizó con la sangre de muchos mártires, esparcidos por aquí y por allá en los calendarios.


Chipre era la patria mítica de Venere. Los padres del futuro santo, buenos cristianos, aunque preocupados por su felicidad humana, hicieron que se casara a los 15 años con una dulce chica que murió al poco tiempo de su matrimonio.


Demetrio, que era todavía muy joven, se retiró a un monasterio. Con el paso de los años, comprendió que era muy importante para él la penitencia y su entrega a la vida eremítica.


Tenía 40 años. Se había formado en torno a su persona una fama inmensa de que era un buen curandero de cuerpos y de almas.


El obispo lo nombró su coadjutor y para ello, naturalmente, tuvo que ordenarlo de sacerdote.


A la muerte del obispo, Demetrio volvió al monasterio, en el que lo eligieron abad. Estuvo poco tiempo, porque en seguida fue consagrado obispo de Chipre.


No quería esta dignidad. Se escondió por un tiempo, hasta que un buen amigo suyo le hizo recapacitar. Fue un gran obispo ceñoso y entregado a los pobres. Murió en el año 915.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com



498 mártires que dieron la vida por Cristo durante la persecución religiosa de los años treinta del siglo XX en España fueron beatificados el 28 de Octubre por Su Santidad Benedicto XVI.

Ellos derramaron su sangre por la fe durante la persecución religiosa en España, en los años mil novecientos treinta y cuatro, treinta y seis y treinta y siete. Entre ellos hay obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos, mujeres y hombres; tres de ellos tenían dieciséis años y el mayor setenta y ocho.


Este grupo tan numeroso de beatos manifestaron hasta el martirio su amor a Jesucristo, su fidelidad a la Iglesia Católica y su intercesión ante Dios por todo el mundo. Antes de morir perdonaron a quienes les perseguían –es más, rezaron por ellos–, como consta en los procesos de beatificación instruidos en las archidiócesis de Barcelona, Burgos, Madrid, Mérida-Badajoz, Oviedo, Sevilla y Toledo; y en la diócesis de Albacete, Ciudad Real, Cuenca, Gerona, Jaén, Málaga y Santander.


LISTADO POR ORDEN ALFABÉTICO


Abilio Sáiz López, O.P.

Adelfa Soro Bo, O.P.

Adolfo Jaime (Antonio Serra Hortal), F.S.C.

Adolfo Mariano (Mariano Anel Andreu), F.S.C.

Agapio (José Luis Carrera Comas), F.S.C.

Agapito León (Remigio Olalla Aldea), F.S.C.

Agrícola Rodríguez G. de los Huertos Sac. Dioc.

Agustín Renedo Martino, O.S.A.

Alberto (Nestor Vivar Valdivielso), F.M.S.

Alfonso del Sagrado Corazón de María, O.C.D.

Alfredo Fanjul Acebal, O.P.

Alonso Sánchez Hernández-Raner, O.F.M.

Álvaro Santos Cejudo, Laico

Amado Cubeñas Diego-Madrazo, O.P.

Anastasio Díez García, O.S.A.

Anastasio Garzón González, S.D.B.

Anastasio González Rodríguez, O.F.M.

Anastasio María Dorca Coromina, O.Carm.

Andrés Corsino M. Solé Rovira, O.Carm.

Andrés Gómez Sáez, S.D.B.

Andrés Jiménez Galera, S.D.B.

Andrés Majadas Málaga, O.F.M.

Ángel Andrés (Lucio Izquierdo López), F.M.S.

Ángel Hernández-Ranera de Diego, O.F.M.

Ángel María Prat Hostench, O.Carm.

Ángel María Presta Batlle, O.Carm.

Ángel Pérez Santos, O.S.A.

Ángeles (Mercedes Tuní Ustech), A.A.S.C.

Anselmo (Aniceto Falgueras Casellas), F.M.S.

Antero Mateo García, Laico

Antolín (Antonio Roig Alibau), F.M.S.

Antolín Astorga Díaz, O.S.A.

Antonio Cid Rodríguez, S.D.B.

Antonio Enrique Canut Isús, S.D.B.

Antonio Fernández Camacho, S.D.B.

Antonio María Arriaga Anduiza, O.S.A.

Antonio María de Jesús, O.C.D.

Antonio Mohedano Larriva, S.D.B.

Antonio Pancorbo López, S.D.B.

Antonio Rodrigo Anton, O.F.M.

Antonio Rodríguez Blanco, Sac. Dioc.

Antonio Sáez de Ibarra López, O.F.M.

Antonio Torrero Luque, S.D.B.

Antonio Varona Ortega, O.P.

Apolonia Lizarraga del Santísimo Sacramento, C.C.V.

Arnoldo Julián (Jesús Juan Otero), F.S.C.

Arturo García de la Fuente, O.S.A.

Avelino Rodríguez Alonso, O.S.A.


Balbino Villarroel Villarroel, O.S.A.

Bartolomé Blanco Márquez, Laico

Bartolomé Rodríguez Soria, Sac. Dioc.

Baudillo (Pedro Ciordia Hernández), F.M.S.

Belarmina de Jesús (Belarmina Pérez Martínez), A.A.S.C.

Benedicto José (José Bardalet Compte), F.S.C.

Benigno Prieto del Pozo, O.F.M.

Benito Alcalde González, O.S.A.

Benito Clemente (Félix España Ortiz), F.S.C.

Benito Garnelo Álvarez, O.S.A.

Benito Rodríguez González, O.S.A.

Benito Velasco Velasco, O.S.A.

Bernabé (Casimiro Riba Pi), F.M.S.

Bernardino Álvarez Melcón, O.S.A.

Bernardino Calle Franco, O.S.A.

Bernardino Irurzun Otermín, O.P.

Bernardo (Plácido Fábrega Juliá), F.M.S.

Blasa de María (Juana Pérez de Labeaga García), A.A.S.C.

Borja de Jesús (Mª Zenona Aranzábal Barrutia), A.A.S.C.

Buenaventura García Paredes, O.P.


Cándido Alberto (José Ruiz de la Torre), F.S.C.

Carlos Jorge (Dalmacio Bellota Pérez), F.S.C.

Carlos Rafael (Carlos Brengaret, Pujol), F.M.S.

Carmelo Juan Pérez Rodríguez, S.D.B.

Casta de Jesús (Teresa Vives y Missé), A.A.S.C.

Catalina Caldés Socias, O.F.M.

Cayetano José (Ramón Palos Gascón), F.S.C.

Cecilia (Concepción Iglesias del Campo), A.A.S.C.

Celestino Antonio (Ismael Barrio Marquilla), F.S.C.

Celestino José Alonso Villar, O.P.

Cipriano Alguacil Torredenaida, O.P.

Cipriano Polo García, O.S.A.

Cirilo Pedro (Cecilio Manrique Arnáiz), F.S.C.

Claudio Julián García San Roma, O.S.A.

Clemente de los Sagrados Corazones (Clemente López Yagüe), O.C.D.

Conrado Rodríguez Gutiérrez, O.S.A.

Constancio de S. José (José Mata Luis), O.C.D.

Constantino Malumbres Francés, O.S.A.

Crisóstomo (José Llorach Bretó), F.S.C.

Cristóbal Iturriaga-Echevarría, O.P.

Cruz Laplana y Laguna, Obispo


Dámaso Arconada Merino, O.S.A.

Dámaso Luis (Antolín Martínez Martínez), F.S.C.

Daniel de la Sagrada Pasión (Daniel Mora Nine), O.C.D.

Daniela de San Bernabé, C.M.

Diego Hompanera París, O.S.A.

Dionisio Luis (Mateo Molinos Coloma), F.S.C.

Dionisio Martín (José Cesari Mercadal), F.M.S.

Dionisio Terceño Vicente, O.S.A.

Dionisio Ullívarri Barajuán, S.D.B.

Domingo Alonso de Frutos, O.F.M.

Domingo Sánchez Lázaro, Sac. Dioc.


Edmundo Ángel (Pedro Masó Llagostera), F.S.C.

Eduardo del Niño Jesús, O.C.D.

Eduardo González Santo Domingo, O.P.

Eduardo María Serrano Buj, O.Carm.

Eleuterio Marne Mansilla, O.P.

Elías María Garre Egea, O.Carm.

Eliseo de Jesús Crucificado (Esteban Cuevas Casquero), O.C.D.

Eliseo M. Fontdecava Quiroga, O.Carm.

Eliseo María Maneus Besalduch, O.Carm.

Eliseo Miguel Largo, O.P.

Eliseo Vicente (Vicente Alberich Lluch), F.S.C.

Emerío José (José Plana Rebugent), F.S.C.

Emilio Arce Díez, S.D.B.

Emilio Camino Noval, O.S.A.

Enrique Canal Gómez, O.P.

Enrique Izquierdo Palacios, O.P.

Enrique Sáiz Aparicio, S.D.B.

Enrique Serra Chorro, O.S.A.

Enrique Vidaurreta Palma, Sac. Dioc.

Epifanio Gómez Álvaro, O.S.A.

Epifanio, (Fernando Suñer Estrach) F.M.S.

Esiquio José (Baldomero Margenat Puigmitjá), F.S.C.

Esperanza de la Cruz, C.M.

Estanislao García Obeso, O.P.

Estanislao Víctor (Augusto Cordero Fernández), F.S.C.

Esteban Cobo Sanz, S.D.B.

Esteban García García, S.D.B.

Esteban García Suárez, O.S.A.

Esteban Vázquez Alonso, S.D.B.

Eufrasio del Niño Jesús (Barredo Fernández), O.C.D.

Eufrosino María Raga Nadal, O.Carm.

Eugenio Andrés Amo, O.P.

Eugenio Cernuda Febrero, O.S.A.

Eusebio Andrés (Eusebio Roldán Vielba), F.S.C.

Eusebio del Niño Jesús (Ovidio Fernández Arenillas), O.C.D.

Eustaquio (Luis Villanueva Montoya), F.S.C.


Federico Cobo Sanz, S.D.B.

Federico Herrera Bermejo, O.F.M.

Felipa (Felipa Gutiérrez Garay), A.A.S.C.

Felipe Barba Chamorro, O.S.A.

Felipe José (Fermín Latienda Azpilicueta) , F.M.S.

Felipe José (Pedro Juan Álvarez Pérez), F.S.C.

Félix Alonso Muñiz, O.P.

Félix de la Virgen del Carmen (Luis Gómez de Pablo), O.C.D.

Félix Echevarría Gorostiaga, O.F.M.

Félix Gómez-Pinto Piñero, O.F.M.

Félix González Bustos, Sac. Dioc.

Félix González Tejedor, S.D.B.

Félix José (José Trilla Lastra), F.S.C.

Félix León (Felíx Ayúcar Eraso), F.M.S.

Félix Maroto Moreno, O.F.M.

Félix Paco Escartín, S.D.B.

Fernando Español, Sac. Dioc.

Fernando M. Llovera Puigsech, O.Carm.

Florencio Alonso Ruiz, O.S.A.

Florencio Arnaiz Cejudo, S.M.

Florencio Miguel (Ruperto García Arce), F.S.C.

Florencio Rodríguez Guemes, S.D.B.

Fortunato Andrés (Fortunto Ruíz Peña), F.M.S.

Fortunato Arias Sánchez, Sac. Dioc.

Fortunato Merino Vegas, O.S.A.

Francésc Mayol Oliver, M.SS.CC.

Francisca de la Encarnación (María Francisca Espejo y Martos), O.SS.T.

Francisco Alfredo (Francisco Mallo Sánchez), F.S.C.

Francisco Carlés González, O.F.M.

Francisco Edreira Mosquera, S.D.B.

Francisco Fernández Escosura, O.P.

Francisco Fuente Puebla, O.S.A.

Francisco José Martín López de Arroyave, S.D.B.

Francisco López-Gasco Fernández- Largo, Sac. Dioc.

Francisco Magín (Antonio Tost Llavería), F.S.C.

Francisco Maqueda López, Subdiácono

Francisco Marcos del Río, O.S.A.

Francisco Míguez Fernández, S.D.B.

Froilán Lanero Villadangos, O.S.A.

Frumencio (Julio García Galarza), F.M.S.


Gabino Olaso Zabala, O.S.A.

Gabriel de la Anunciación, O.C.D.

Gabriel Eduardo (Segismundo Hidalgo Martínez), F.M.S.

Gabriela de San Juan de la Cruz, C.M.

Gaudencio (Juan Tubau Perello), F.M.S.

Gerardo Gil Leal, O.S.A.

Gerardo Pascual Mata, O.S.A.

Germán Caballero Atienza, O.P.

Germán Martín Martín, S.D.B.

Gil Felipe (Felipe Ruíz Peña), F.M.S.

Gregorio Díez Pérez, O.P.


Heliodoro Merino Merino, O.S.A.

Heliodoro Ramos García, S.D.B.

Herlinda (Aúrea González Fernández), A.A.S.C.

Hermenegildo Lorenzo (Modesto Sáez Manzanares), F.S.C.

Hermilo de San Eliseo (Pedro Ramón Rodríguez Calle), O.C.D.

Hermógenes (Antonio Badía Andalé), F.M.S.

Higinio de Mata Díez, S.D.B.

Higinio Roldán Iriberri, O.P.

Hilarión Eugenio (Eugenio Cuesta Padierna), F.S.C.

Honesto María (Francisco Pujol Espinalt), F.S.C.

Honorato Alfredo (Agustín Pedro Calvo), F.S.C.

Honorio Hernández Martín, S.D.B.

Hugo Julián (Julián Delgado Díez), F.S.C.


Ildefonso Luis (José Llorach Bretó), F.S.C.

Indalecio María (Marcos Morón Casas), F.S.C.

Inocencio García Díez, O.P.

Isabelino Carmona Fernández, O.P.

Isaías María (Victoriano Martínez Martín), F.M.S.

Isidro Mediavilla Campo, O.S.A.

Isidro Ordoñez Díez, O.P.

Ismael (Nicolás Ran Goñi), F.M.S.


Jacinto García Riesco, O.P.

Jacinto Martínez Ayuela, O.S.A.

Jacob Samuel (José Enrique Chamayou Oulés), F.S.C.

Jaime Bertino (Antonio Jaume Secases), F.S.C.

Jaime de Santa Teresa, O.C.D.

Jaime Ramón (Jaime Morella Bruguera), F.M.S.

Jesús Largo Manrique, O.S.A.

Jesús Villaverde Andrés, O.P.

Joaquín de la Madrid Arespacochaga, Sac. Dioc.

Joaquín de San José, O.C.D.

Joaquín García Ferrero, O.S.A.

Joaquín Ochoa Salazar, S.M.

Jorge de San José, O.C.D.

Josafat Roque (Urbano Corral González), F.S.C.

José Agustín del Santísimo Sacramento (Tomás Mateos Sánchez), O.C.D.

José Agustín Fariña Castro, O.S.A.

José Álvarez Rodríguez, O.F.M.

José Antonio Pérez García, O.S.A.

José Aurelio Calleja del Hierro, O.S.A.

José Benito (José Mas Pujobrás), F.S.C.

José Blanco Delgado, S.D.B.

José Carmelo (Gregorio Faci Molins), F.M.S.

José Casas Ros, Seminarista

José Dalmau Regas, O.S.A.

José de Jesús María (José Vicente Hormaechea y Apoitia), O.SS.T.

José de Vega Pedraza, O.F.M.

José Delgado Pérez, O.P.

José Federico (Nicolás Pereda Revuelta), F.M.S.

José Gafo Muñiz, O.P.

José Gando Uña, O.S.A.

José Gutiérrez Arranz, O.S.A.

José Joaquín Esnaola Urteaga, O.S.A.

José Limón Limón, S.D.B.

José López Piteira, O.S.A.

José López Tascón, O.P.

José Luis Palacio Muñiz, O.P.

José María Azurmendi Mugarza, O.F.M.

José María Cánovas Martínez, Sac. Dioc.

José María Celaya Badiola, S.D.B.

José María de la Dolorosa (Vicente Álamo Jiménez), O.C.D.

José María Escoto Ruiz, O.Carm.

José María García Tabar, O.P.

José María Laguía Puerto, O.P.

José María López Carrillo, O.P.

José María Palacio Montes, O.P.

José Mariano de los Ángeles, O.C.D.

José Menéndez García, O.P.

José Noriega González, O.S.A.

José Peque Iglesias, O.S.A.

José Polo Benito, Sac. Dioc.

José Prieto Fuentes, O.P.

José Santonja Pinsach, O.P.

José Villanova Tormo, S.D.B.

Josefa de Jesús (Josefa Boix Riera), A.A.S.C.

Josefina Sauleda Paulis, O.P.

Juan Baldajos Pérez, O.S.A.

Juan Codera Marqués, S.D.B.

Juan Crespo Calleja, O.P.

Juan Crisóstomo (Juan Pelfort Planell), F.M.S.

Juan de Jesús María (Juan Otazua y Madariaga), O.SS.T.

Juan de la Virgen del Castellar (Juan Francisco Joya y Corralero), O.SS.T.

Juan de Mata (Jesús, Mechon Franco), F.M.S.

Juan de Mata Díez, Laico

Juan Duarte Martín, Diacono

Juan Herrero Arroyo, O.P.

Juan José de Jesús Crucificado, O.C.D.

Juan Larragueta Garay, S.D.B.

Juan Luis Hernández Medina, S.D.B.

Juan María Puigmitjá Rubió, O.Carm.

Juan Mendibelzúa Ocerin, O.P.

Juan Monedero Fernández, O.S.A.

Juan Pérez Rodríguez, O.S.A.

Juan Sánchez Sánchez, O.S.A.

Julián Navío Colado, O.F.M.

Julián Zarco Cuevas, O.S.A.

Julio Alfonso (Valeriano Ruíz Peral), F.S.C.

Julio Marcos Rodríguez, O.S.A.

Julio María Fincias, O.S.A.

Julio Melgar Salgado, Sac. Dioc.

Justino Alarcón Vera, Sac. Dioc.

Justo Arévalo y Mora, Sac. Dioc.

Justo Juanes Santos, S.D.B.


Ladislao Luis (Isidro Muñoz Antolín), F.S.C.

Lamberto Carlos (Jaime Mases Boncompte), F.S.C.

Laureano Carlos (Pedro Sitjes Puig), F.M.S.

Laurentino (Mariano Alonso Fuente), F.M.S.

León Justino (Francisco del Valle Villar), F.S.C.

Leonardo José (José María Aragonés Mateu), F.S.C.

Leoncio Arce Urrutia, O.P.

Leoncio Lope García, O.S.A.

Leónides (Jerónimo Messegue Ribera), F.M.S.

Leónides Francisco (Colóm González), F.S.C.

Leopoldo José (Florentino Redondo Insausti), F.M.S.

Liberio González Nombela, Sac. Dioc.

Licarión (Ángel Roba Osorno), F.M.S.

Lino Fernando (Victor Gutierrez Gómez), F.M.S.

Lorenzo Arribas Palacio, O.S.A.

Lorenzo Gabriel (José Figuera Rey), F.S.C.

Lorenzo Santiago (Emilio Martínez de la Pera y Álava), F.S.C.

Lucas de San José, O.C.D.

Luciano Pablo (Germán García García), F.S.C.

Luciano Ramos Villafruela, O.S.A.

Lucila María de Jesús (Lucía González García), A.A.S.C.

Lucinio Ruiz Valtierra, O.S.A.

Ludovico María Ayet Canós, O.Carm.

Luis Abia Melendro, O.S.A.

Luis Blanco Álvarez, O.S.A.

Luis de Jesús (Joseph-Louis Marcou Pecalvel) , F.S.C.

Luis de San Miguel de los Santos (Luis de Erdoiza y Zamalloa), O.SS.T.

Luis Echevarría Gorostiaga, O.F.M.

Luis Furones Furones (Arenas), O.P.

Luis Gutiérrez Calvo, O.S.A.

Luis María de la Merced, O.C.D.

Luis Martínez Alvarellos, S.D.B.

Luis Suárez Valdés, O.S.A.

Luisa de la Eucaristía (Luisa Pérez Andriá), A.A.S.C.


Mª Dolores de Jesús Crucificdo (Mª Dolores Monzón Rosales), A.A.S.C.

Mª Dolores de la Santísima Trinidad (Mª Dolores Hernández Santorcuato), A.A.S.C.

Macario Sánchez López, O.S.A.

Magdalena (Magdalena Pérez), A.A.S.C.

Magdalena Fradera Ferragutcasas, C.M.F.

Mamerto Carchano Carchano, Sac. Dioc.

Manuel Álvarez Álvarez, O.P.

Manuel Álvarez Rego de Seves, O.S.A.

Manuel Borrajo Míguez, S.D.B.

Manuel Fernández Ferro, S.D.B.

Manuel Formigo Giráldez, O.S.A.

Manuel Gómez Contioso, S.D.B.

Manuel Gutiérrez Ceballos, O.P.

Manuel Martín Pérez, S.D.B.

Manuel Moreno Martínez, O.P.

Manuel Santiago Santiago, O.P.

Manuela del Sagrado Corazón (Manuela Arriola Uranga), A.A.S.C.

Marcelino Ovejero Gómez, O.F.M.

Marcelo de Santa Ana, O.C.D.

Marcos Guerrero Prieto, O.S.A.

Marcos Pérez Andrés, O.S.A.

María de la Presentación (María García Ferreiro), A.A.S.C.

María del Camen Zaragoza Zaragoza, O.P.

María del Carmen Fradera Ferragutcasas, C.M.F.

María Patrocinio de San José, O.Carm.

María Refugio de San Ángelo, C.M.

María Rosa Adrover Martí, O.P.

María Rosa Fradera Ferragutcasas, C.M.F.

Mariano de San José (Santiago Altolaguirre Altolaguirre), O.SS.T.

Mariano León (Santos López Martínez), F.S.C.

Mariano Revilla Rico, O.S.A.

Martín Lozano Tello, O.F.M.

Martiniano (Isidro Serrano Fabón), F.M.S.

Mateo Garolera Masferrer, S.D.B.

Matías Espeso Cuevas, O.S.A.

Máxima de San José (Emilia Echeverría Fernández), A.A.S.C.

Maximino Fernández Marínas, O.P.

Máximo Valle García, O.S.A.

Melchor del Espíritu Santo (Melchor Rodríguez Villastrigo), O.SS.T.

Melchor del Niño Jesús (Melchor Martín Monge) O.C.D.

Melchor Martínez Antuña, O.S.A.

Miguel Beato Sánchez, Sac. Dioc.

Miguel Cerezal Calvo, O.S.A.

Miguel de Jesús (Jaime Puigferrer Mora), F.S.C.

Miguel Díaz Sánchez, Sac. Dioc.

Miguel Ireneo (Leocadio Rodríguez Nieto) , F.M.S.

Miguel Iturraran Laucirica, O.S.A.

Miguel Lasaga Carazo, S.D.B.

Miguel Léibar Garay, S.M.

Miguel María Solér Sala, O.Carm.

Miguel Menéndez García, O.P.

Miguel Molina de la Torre, S.D.B.

Miguel Peiró Victori, Laico

Miguel Rodríguez González, O.P.

Miguel Sanrromán Fernández, O.S.A.

Miguel Zarragúa Iturriaga, O.F.M.

Miquel Pons Ramis, M.SS.CC.

Miquela Rullan Ribot, O.F.M.


Narciso Estenaga Echevarría, Obispo

Nazario del Sagrado Corazón (Nazario del Valle González), O.C.D.

Nemesio Díez Fernández, O.S.A.

Nemesio García Rubio, O.S.A.

Nicasio Romo Rubio, O.P.

Nicolás de la Torre Merino, S.D.B.

Nicolás de Mier Francisco, O.S.A.


Olegario Ángel (Eudaldo Rodas Mas), F.S.C.

Onofre (Salvio Tolosa Alsina), F.S.C.

Otilia Alonso González, O.P.

Ovidio Beltrán (Esteban Anuncibay Letona), F.S.C.


Pablo Caballero López, S.D.B.

Pablo García Sánchez, S.D.B.

Pascual de Castro Herrera, S.D.B.

Pau Noguera Trias, M.SS.CC.

Pedro Alonso Fernández, O.S.A.

Pedro Artolozaga Mellique, S.D.B.

Pedro Buitrago Morales, Sac. Dioc.

Pedro Carbajal Pereda, O.S.A.

Pedro de la Varga Delgado, O.S.A.

Pedro Ferrer Marín, O.Carm.

Pedro Ibañez Alonso, O.P.

Pedro José de los Sagrados Corazones (Pedro Jiménez Vallejo), O.C.D.

Pedro Luis Luis, O.P.

Pedro Martínez Ramos, O.S.A.

Pedro Simón Ferrero, O.S.A.

Pedro Tomás de la Virgen del Pilar, O.C.D.

Pedro Tomás María Prat Coldecarrera, O.Carm.

Pedro Vega Ponce, O.P.

Perfecto Carrascosa Santos, O.F.M.

Perfecto de la Virgen del Carmen (Perfecto Domínguez Monge) O.C.D.

Pío Conde Conde, S.D.B.

Plácido del Niño Jesús (José Luis Collado Oliver), O.C.D.

Porfirio (Leoncio Pérez Gómez), F.M.S.

Prima de Jesús ( Mª Prima Ipiña Malzárraga), A.A.S.C.

Primitivo Sandín Miñambres, O.S.A.

Prisciliano (José Mir Pons), F.M.S.

Prudencia Canyelles Ginesta, Laica

Prudencio de la Cruz (Prudencio Gueréquiz y Guezuraga), O.SS.T.

Purificación de María (Purificación Martínez Vera), A.A.S.C.


Rafale Rodríguez Mesa, S.D.B.

Raimundo Eloy (Narciso Serra Rovira), F.S.C.

Ramiro Alonso López, O.S.A.

Ramón Alberto (Feliciano Ayúcar Eraso), F.M.S.

Ramón de la Virgen del Carmen (José Grijalvo Medel), O.C.D.

Ramón Eirín Mayo, S.D.B.

Ramón Tejado Librado, O.F.M.

Ramona Fossas Románs, O.P.

Ramona Perramón Vila, O.P.

Reginalda Reginalda Picas Planas, O.P.

Reginaldo Hernández Ramírez, O.P.

Ribogerto A. de Anta y de Barrio, Sac. Dioc.

Ricardo Marcos Reguero, O.S.A.

Ricardo Pla Espí, Sac. Dioc.

Román Martín Mata, O.S.A.

Romualdo de Santa Catalina, O.C.D.

Rosa Jutglar Gallart, O.P.

Rosaura de María (Rosa López Brochier), A.A.S.C.

Ruperta (Concepción Vázquez Áreas), A.A.S.C.


Sabino Ayastuy Errasti, S.M.

Sabino Hernández Laso, S.D.B.

Sabino Rodrigo Fierro, O.S.A.

Salvador Fernández Pérez, S.D.B.

Samuel Pajares García, O.S.A.

Santiago (Serafín Zugaldía Lacruz), F.M.S.

Santiago de Jesús (Santiago Arriaga y Arrien), O.SS.T.

Santiago Franco Mayo, O.P.

Santiago María (Santiago Sáiz Martínez), F.M.S.

Santiago Mate Calzada, O.F.M.

Santos (Santos Escudero Miguel), F.M.S.

Saturnino Ortega Montealegre, Sac. Dioc.

Saturnino Río Rojo, O.F.M.

Segundo de Santa Teresa (Segundo García y Cabezas), O.SS.T.

Senén García González, O.S.A.

Severino Montes Fernández, O.S.A.

Silvio (Victoriano Gómez Gutierrez), F.M.S.

Simò Reynes Solivellas, M.SS.CC.

Simón Miguel Rodríguez, O.F.M.

Sinforosa de la Sagrada Familia (Sinforosa Díaz Fernández), A.A.S.C.

Sulpicia del Buen Pastor (Dionisia Rodríguez de Anta), A.A.S.C.


Teodosio Rafael (Diodoro López Hernando), F.S.C.

Teódulo (Lucio Zudarie Aramendia), F.M.S.

Teódulo González Fernández, S.D.B.

Teófilo Montes Calvo, O.P.

Teresa Cejudo Redondo, Laica

Teresa Prats Martí, O.P.

Tirso de Jesús María (Gregorio Sánchez Sancho), O.C.D.

Tomás Alonso Sanjuán, S.D.B.

Tomás Gil de la Cal, S.D.B.

Tomás Sánchez López, O.S.A.


Ubaldo Revilla Rodríguez, O.S.A.


Valentín Díez Serna, O.F.M.

Valentín Gil Arribas, S.D.B.

Valeriano Luis (Nicolás Alberich Lluch), F.S.C.

Vicente Álvarez Cienfuegos, O.P.

Vicente Justino (Vicente Fernández Castrillo), F.S.C.

Vicente Majadas Málaga, O.F.M.

Vicente Peña Ruiz, O.P.

Vicente Rodríguez Fernández, O.P.

Vicente Toledano Valenciano, Sac. Dioc.

Víctor Chumillas Fernández, O.F.M.

Víctor Conrado (José Ambrós Dejuán), F.M.S.

Víctor Cuesta Villalba, O.S.A.

Víctor Gaitero González, O.S.A.

Víctor García Ceballos, O.P.

Victoriano Fernández Reinoso, S.D.B.

Victoriano Ibáñez Alonso, O.P.

Victorino José (José Blanch Roca), F.M.S.

Victorio (Martín Anglés Oliveras), F.S.C.

Vidal Luis Gómara, O.P.

Vidal Ruiz Vallejo, O.S.A.

Virgilio Edreira Mosquera, S.D.B.

Virgilio, (Trifón Lacunza Unzu) , F.M.S.

Vito José (José Miguel Elola Arruti), F.M.S.

Vivencio (Juan Núñez Casado), F.M.S.

Vulfrano (Ramón Mill Arán), F.M.S.


SIGLAS ORDEN RELIGIOSA

A.A.S.C Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y Caridad

C.C.V. Carmelitas de la Caridad - Vedruna

C.M. Carmelitas Misioneras

C.M.F. Misioneras del Corazón de María

F.H.M. Franciscanas Hijas de la Misericordia

F.M.S. Hermanos Maristas de la Enseñanza

F.S.C. Hermanos de las Escuelas Cristianas - La Salle

M.SS.CC. Misioneros de los Sagrados Corazones

O.C.D. Carmelitas Descalzos

O.Carm. Carmelitas. Orden del Carmen

O.F.M. Orden Franciscana - Franciscanos

O.P. Orden de Predicadores - Dominicos

O.S.A. Orden de San Agustín - Agustinos

O.SS.T. Orden de la Santísima Trinidad - Trinitarios

S.D.B. Sociedad Salesianos de Don Bosco - Salesianos

S.M. Compañía de María - Marianistas



Nació en Stommeln cerca de Colonia, en 1242; murió el 6 de Noviembre de 1312. Stommeln, llamada en el siglo XIV Stumbeln, está situada a unos catorce kilómetros al noreste de Colonia y a unos diez kilómetros al este del Rin.

El padre de Cristina era un acomodado campesino llamado Heinrich Bruso; el nombre de su madre era Hilla. Cuando tenía 5 años, Cristina tuvo visiones de Cristo niño con quien se desposó místicamente a sus diez años. Cuando cumplió los once aprendió a leer el salterio, pero no podía escribir. Cuando tenía doce años sus padres quisieron darla en matrimonio, pero ella se fue al convento de los Beguinos en Colonia, donde llevó una vida de severa penitencia, pasó mucho tiempo en oración, y en ocasiones caía en convulsiones.


A los quince años recibió los estigmas en sus manos y pies y la marca de la Corona de Espinas en su cabeza. Sufrió muchos asaltos del demonio, tuvo muchas pruebas a su fe y fue tentada al suicidio. Los Beguinos la consideraron loca y la trataron con desprecio, así que regresó a casa. En 1267 el cura parroquial, Johannes, recibió a Cristina en su casa, donde conoció a Pedro de Dacia, un Dominico de Gotland quien estuvo en Colonia como alumno de San Alberto el Grande. Un lazo místico de devoción, cuyo objeto era Dios, se formó entre los dos. Pedro visitó a Cristina en 1270 en su camino de Paris a Gotland, y nuevamente en 1279; En su relato menciona hasta quince visitas. El hermano de Cristina siguió a Pedro a Gotland y entró a la Orden Dominica. Pedro llegó a ser lector y en 1283 fue prior en Gotland, donde murió en 1288. Ese mismo año los tormentos que Cristina sufría por el demonio cesaron, y vivió una vida pacífica, usando siempre la vestimenta de los Beguinos, hasta su muerte. Su cuerpo fue enterrado primero en el patio de la iglesia en Stommeln y luego en la iglesia misma; en 1342 sus restos fueron llevados a Niedeggen en Eifel; dos siglos más tarde, el 22 de Junio de año 1569, fueron trasladados a Jülich, donde un monumento a ella aún existe. En Jülich se pueden ver también las notas hechas por Pedro de Dacia y la colección de sus cartas que los Bollandistas han publicado bajo la fecha del 22 de Junio (IV, 271-430).


Es difícil decidir cuanta verdad literal existe en las visiones y apariciones, de Cristina, del Purgatorio. Pero aún Renan no dudó de la pureza de su vida (Hist. litt. de la France, XXVII, 1-26)


La devoción fué confirmada en 1908.



San Pablo el Confesor, Patriarca de Constantinopla, fue electo para el trono patriarcal después de la muerte de Patriarca Alejandro (+ 340), cuando la herejía de Arrio(1) había resurgido nuevamente. Muchos arrianos(2) estaban presentes en el Concilio que eligió al nuevo Arzobispo de Constantinopla y éstos se opusieron a su elección, pero la mayoría eran fieles a la doctrina de la Iglesia, por lo que resultó electo.

Tras la muerte de Constantino el Grande, sus hijos Constancio II, Constantino II y Constante reinaron sobre el Imperio de Roma dividiéndolo. Recibiendo Constantino II Britania, Galia e Hispania; Constante reinó sobre Italia, África y las provincias ilíricas, quedando Constantinopla y todo Oriente para Constancio.


El emperador Constancio II (317-361), simpatizaba con los arrianos. Éste no estaba en Constantinopla para la elección del Arzobispo, que tuvo lugar sin su consentimiento. A su regreso, el emperador convocó a un concilio que ilegalmente depuso a San Pablo, y lo desterró de la capital. En lugar del santo eligieron a Eusebio de Nicomedia, un hereje impío. El Arzobispo Pablo se retiró a Roma dónde otros obispos también fueron desterrados por Eusebio.


Eusebio no gobernó la Iglesia de Constantinopla por mucho tiempo. Cuando murió, San Pablo fue restituido a Constantinopla, y fue recibido por su grey con amor. Pero Constancio II desterró al santo otra vez, y lo envió nuevamente a Roma. El Emperador Occidental Constante escribió una carta a su hermano y la envió a Constantinopla junto con el santo arzobispo desterrado, y san Pablo retomó el trono del episcopal.


Pero pronto el piadoso Emperador Constante, defensor de la fe, fue asesinado. Y San Pablo fue desterrado otra vez, y enviado en el destierro a Armenia, a la ciudad de Cucusus dónde sufrió la muerte de un mártir.


Cuando el Arzobispo estaba celebrando la Divina Liturgia , unos arrianos lo atacaron y lo estrangularon con sus propios ornamentos. Esto ocurrió en el año 350.


(1) Arrio: sacerdote de Alejandría que consideraba que Jesús de Nazaret no era Dios sino tan sólo un ser humano. Lo cual al ir contra uno de los dogmas de la Iglesia es una herejía.


(2) arrianos: Seguidores de la herejía de Arrio.



Martirologio Romano: En Parma, de Italia, San Guido María Conforti, obispo y buen pastor, siempre en vela por la defensa de la Iglesia y de la fe de su pueblo, el cual, movido por el anhelo de la evangelización de los pueblos, fundó la Pía Sociedad de San Francisco Javier (1931).

Etimología: Guido = Aquel que pertenece al bosque, es de origen germánico.


Fecha de canonización: 23 de octubre de 2011 por el Papa Benedicto XVI.



GUIDO MARIA CONFORTI nació en Ravadese (Parma -Italia ) el 30 de marzo de 1865.

Era el octavo de los diez hijos de Rinaldo Conforti y Antonia Adorni.


La óptima educación cristiana recibida de su madre, la complementaron los Hermanos de las Escuelas Cristianas en cuya escuela de Parma realizó su primaria. Guido solía decir que su vocación se debía a la educación recibida de estos religiosos y, además, a una singular experiencia que tuvo contemplando el Crucifijo.


Venciendo la resistencia de su padre, en 1876 entró en el seminario, donde realizó brillantemente sus estudios, distinguiéndose por su diligencia, piedad y obediencia. Durante sus estudios de teología, el Beato Andrés Ferrari fue su rector en el seminario., Sin haber sido aún ordenado sacerdote Guido fue nombrado vicerector del seminario, tarea que continuó realizando después de su ordenación sacerdotal que tuvo lugar el 22 de septiembre de 1888. En esta misión pudo mostrar sus elevadas dotes de educador siendo un modelo para los jóvenes seminaristas por su testimonio de santidad y caridad pastoral.


Su vocación sacerdotal y misionera había nacido a los pies del Crucifijo. "No es posible - escribió - fijar la mirada en este modelo divino sin sentirse empujado a cualquier sacrificio por grande que sea".


"El Crucifijo es el gran libro que ofrece a nuestros ojos horizontes infinitos". De hecho, a pesar de que la vida de Guido transcurrió en la región italiana de Emilia, su mirada abarcaba los horizontes de toda la humanidad, y nunca desfalleció en el deseo ardiente de anunciar el Evangelio a todos los hombres. El "espectáculo" de la cruz le hablaba "con la elocuencia de la sangre", manifestándoles el amor infinito de Dios hacia la humanidad. En 1895, Guido funda una Congregación Misionera de hombres consagrados a Dios con el único fin de llevar el Evangelio a los no cristianos.


El 9 de junio de 1902, el Siervo de Dios fue llamado a regir la Arquidiócesis de Rávena. El día de su ordenación episcopal pronunció los votos religiosos junto con el voto de dedicarse sin reservas al anuncio del Evangelio "ad gentes". En Rávena, la enfermedad le obligó a largos períodos de inactividad. Su profundo sentido de responsabilidad pastoral hacia el rebaño que le había sido confiado le llevó a presentar su dimisión que fue aceptada.


Regresó humildemente a su Instituto Misionero donde, recuperada algo su salud, se ocupó en la formación de los alumnos misioneros y a la redacción de las Constituciones de su familia misionera.


A finales de 1907, el Santo Padre confió al Siervo de Dios la diócesis de Parma. Durante 25 años él fue buen pastor, signo viviente de la "solicitud maternal de la Iglesia hacia todos los hombres, tanto fieles, como infieles, por su preocupación particular por los pobres y los más débiles".


La catequesis fue el punto principal de su tarea pastoral: instituyó las escuelas de la doctrina cristiana en todas las parroquias, preparó a los catequistas con apropiados cursos de cultura religiosa y pedagógica. Fue el primer obispo de Italia que celebró un congreso de catequética en su diócesis.


Cinco veces realizó la visita pastoral a las parroquias, celebró dos sínodos diocesanos, instituyó y promovió la Acción Católica, especialmente de los jóvenes. Cuidó de manera especial la cultura y la santidad del clero, la formación de los seglares, las asociaciones y la prensa católica, las misiones populares, los congreso eucarísticos, marianos y misioneros. Logró reconciliar a los ánimos divididos, se preocupó por llevar a los extraviados a la unidad del rebaño y fomentó el amor y el respeto incondicional hacia el Papa.


Su presencia en los momentos difíciles de la historia de aquellos años en la ciudad de Parma fue discreta, casi inobservada, pero eficaz y con resultados. Durante las huelgas de 1908, fundó un grupo de abogados dedicados a la defensa de los derechos de los campesinos y de los sacerdotes, Cuando una parte de la ciudad se opuso violentamente a la instauración del fascismo y se corría el peligro de un baño de sangre, la mediación de Conforti obtuvo la retirada de las milicias fascistas, evitando así una guerra civil.


La preocupación por la Iglesia local que le había sido confiada no le quitó la "preocupación por aquellos lugares del mundo donde la Palabra de Dios no ha sido anunciada". Creía firmemente que el anuncio del Evangelio "ad gentes" fuese el camino más seguro por la nueva evangelización de su pueblo. Se entregó incansablemente a la tarea de "la Evangelización ad gentes" ya fuese a través de su familia misionera, como colaborando con las varias iniciativas de animación misionera en Italia y en el resto del mundo.


Puso especial cuidado en colaborar en la fundación y en la difusión de la Pontificia Unión Misionera del Clero, de la que fue su primer presidente. "Fue providencial que, en la fundación de la Unión Misionera del Clero, al lado de P. Pablo Manna se encontrase Guido María Conforti, que no sólo ayudó excepcionalmente con su consejo y su colaboración a la naciente Unión, sino que con su autoridad logró para dicha Unión la aprobación pontificia" (Pablo VI ).


En 1928, Conforti viajó a China para visitar las comunidades y los lugares que habían sido confiados a la familia religiosa de la que él era Superior General. Su viaje fue signo de la comunión entre las Iglesias.


El 5 de noviembre de 1931, consumido por su incansable tarea pastoral, habiendo recibido devotamente el Sacramento de los Enfermos y el Santo Viático, después de haber profesado públicamente su fe y haber implorado la bendición de Dios para su clero y su pueblo, Guido María Conforti entró en la Casa del Padre.


El Papa Juan Pablo II lo beatificó el 17 de marzo de 1996.



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